tag:blogger.com,1999:blog-11167717048753933682024-03-13T03:06:39.987-07:00Las mil notas y una notaCrítica y reseña de libros habidos y por haber. Autor: Omar GonzálezOmar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.comBlogger342125tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-15126409631460607922024-03-11T01:15:00.000-07:002024-03-12T14:21:06.760-07:00La voz de Gabriel García Márquez<br />
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #bf9000; font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><i>Me di cuenta que Mercedes me quería</i></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">El 30 de mayo de 1967 se terminó de imprimir en Buenos Aires, editada por Sudamericana, la primera edición de <b>Cien años de soledad</b>, novela central del colombiano Gabriel García Márquez (Aracataca, marzo 6 de 1927-México, abril 17 de 2014), Premio Nobel de Literatura 1982. Después de las dificultades (incluidas las amenazas anónimas a él y a los suyos) vividas en Nueva York durante casi seis meses como corresponsal de Prensa Latina, la agencia cubana fundada tras el triunfo de la Revolución, Gabo y Mercedes Barcha Pardo, su mujer desde el 21 de marzo de 1958, y el pequeño Rodrigo, el primer hijo de ambos, quien aún no cumplía los dos años, viajaron en autobuses y en tren rumbo a la Ciudad de México, a donde llegaron a vivir el domingo 2 de julio de 1961 (reza la leyenda), día que de un escopetazo se suicidó Ernest Hemingway. </span><br />
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGxhG_J4FjJjnwPFov0eIIDD0tk4bF2o5SDnnRAId_SyIhNg1OkZ7BzROkziwaCcRDy-MP9OFXawj4UN6TKYC7-z_Wajwap069mT6qboy_YEr9M4a9ihDSsReBnNZAJChvxfHyj-3IOxk/s1600/Cien+an%CC%83os+de+soledad+(14).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="290" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGxhG_J4FjJjnwPFov0eIIDD0tk4bF2o5SDnnRAId_SyIhNg1OkZ7BzROkziwaCcRDy-MP9OFXawj4UN6TKYC7-z_Wajwap069mT6qboy_YEr9M4a9ihDSsReBnNZAJChvxfHyj-3IOxk/s1600/Cien+an%CC%83os+de+soledad+(14).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Detalle de la portada del elepé con la voz de Gabriel García Márquez<br />leyendo fragmentos de <b>Cien años de soledad</b>.<br />(UNAM, 3ra. ed., México, 1987)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span></div><div style="text-indent: 14.2px;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> En 1967, en la capital mexicana, apareció un disco con la voz de Gabriel García Márquez, número 10 de Voz Viva de América Latina, colección de elepés que editaba el Departamento de Voz Viva de Difusión Cultural de la UNAM. En tal elepé la voz de Gabo lee dos bloques de fragmentos de <b>Cien años de soledad</b> (lado A y lado B). Y en el cuaderno adjunto se reproducen éstos, precedidos por una “Presentación” que Emmanuel Carballo fechó en “1967”, lo cual remite al hecho de que apareció cuando la novela “estaba a punto de llegar a librerías de Buenos Aires” (“se distribuyó o publicó el 5 de junio” y en 15 días ya se habían agotado “los ocho mil ejemplares de la primera edición”), y por ende es el histórico “primer ensayo sobre <b>Cien años de soledad</b>” (aparecería también en la <b>Revista de la Universidad de México</b>, correspondiente a noviembre de 1967), lo cual implica que durante el proceso de escritura el crítico mexicano, fallecido el domingo 20 de abril de 2014 (casi a los 85 años), fue uno de sus primeros lectores, pese a que no pertenecía al reducido y entrañable grupo de amigos de Gabo que solían reunirse con él por las noches en su rentada casa de San Ángel Inn (“calle de La loma número 19”), en la Ciudad de México, entre mediados de julio de 1965 y mediados de 1966 (“alrededor de doce o catorce meses”), el tiempo que tardó en redactarla, no obstante que germinó y fermentó en él durante 17 años, anota Dasso Saldívar en <b>García Márquez. El viaje a la semilla. La biografía</b> (Alfaguara, 1997); es decir, desde que la empezara a escribir “en unas tiras largas de papel periódico en Cartagena de Indias a mediados de 1948” —pero Gabo, en <b>Vivir para contarla</b> (Diana, 2002), dice que fue en 1949 durante su convalecencia en Sucre—, cuyo primer título que pensó y perduró hasta 1965: <i>La casa</i>, remite a la casa de sus abuelos maternos, en Aracataca, donde nació y vivió los primeros diez años de su infancia. </span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> Las leyendas orales y las biografías de Gabriel García Márquez rezan que si por las noches sus amigos se reunían con él en su casa, durante las mañanas y hasta el mediodía tecleaba en su Olivetti encerrado en su habitáculo: “La cueva de la mafia”, mientras las deudas de él y Mercedes fueron aumentando, pues Gabo abandonó sus empleos relativos al cine y a la publicidad e incluso empeñó el Opel blanco que había adquirido con “los tres mil dólares” del Premio Esso de Novela 1961 que ganara en Bogotá con <b>La mala hora</b>. Al carnicero de La Loma, por ejemplo, le debían cinco mil pesos, y al casero ocho meses de renta. Y cuando a inicios de agosto de 1966 hubo que enviarla por correo a Paco Porrúa, el editor de Sudamericana en Buenos Aires, a Gabo y a Mercedes el dinero sólo les alcanzó para remitir la mitad. Así que unos días después enviaron la otra con lo conseguido en el Monte de Piedad con las “‘tres últimas posiciones militares’: el secador de ella, el calentador de él y la batidora” de los alimentos de los niños.</span></div>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> En su biografía, Dasso Saldívar apunta sobre las reuniones de Gabo y Emmanuel Carballo con el objetivo de pergeñar el prefacio del elepé: “Normalmente se veían los sábados por la tarde. Cuando García Márquez terminaba un capítulo se lo pasaba, y Carballo se lo devolvía con sus comentarios el sábado siguiente. Estos, como recordaría el mismo Carballo, eran siempre de carpintería menor, pues lo que él le daba era tan depurado, que desde un principio el crítico se encontró ‘frente a una obra maestra’, una obra que fue leyendo ‘con fascinación y gran delectación’. Desde entonces pensó que ‘sería la gran novela de él y una de las mejores novelas de la lengua de la segunda mitad del siglo. Así que nuestras conversaciones, al hilo de lo que yo iba leyendo, eran sobre la atmósfera, los personajes, las imbricaciones de las historias. Pero nada de mis comentarios podía influir en la novela’.”</span><br />
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgI1kBlWa-kPRShIYiF8S3JtjleB60S-vssbVSDbaEH0Kz5Tbia0bYQySUnmJ4qhg0Gq7lbRLxOwf7Ek3CEbeL_x8eOaJy-MCcIXFRP6z6bLfjtS4cUW_aWqtPJE1Ct1sR7Im2a4LA4IMw/s1600/Cien+an%CC%83os+de+soledad+(10).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="350" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgI1kBlWa-kPRShIYiF8S3JtjleB60S-vssbVSDbaEH0Kz5Tbia0bYQySUnmJ4qhg0Gq7lbRLxOwf7Ek3CEbeL_x8eOaJy-MCcIXFRP6z6bLfjtS4cUW_aWqtPJE1Ct1sR7Im2a4LA4IMw/s1600/Cien+an%CC%83os+de+soledad+(10).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Estuche con el disco compacto que reproduce la voz de Gabriel García Márquez<br />leyendo fragmentos de <b>Cien años de soledad</b>. Más un cuadernillo con los<br />textos y el ensayo <i>ex profeso</i> del crítico Emmanuel Carballo.<br />(UNAM, 4ta. ed. corregida, México, marzo de 1998)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> La segunda edición del elepé y su cuaderno apareció en 1977 y la tercera en 1987. La cuarta edición, de 1998, es un estuche que contiene un disco compacto con el mismo material leído por el autor en las anteriores ediciones, más un cuadernillo de pastas blandas con los fragmentos de Gabo y el mismo prólogo de Carballo, el cual, amén de su inclusión en antologías críticas sobre el colombiano, lo compiló en <b>Protagonistas de la literatura hispanoamericana</b>, libro editado en 1986 en la serie Textos de Humanidades de Difusión Cultural de la UNAM. </span><br />
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4h17THBsKrdDRisI7oRRWgdFKAskOm1_VrxmtL93cU1njKAGUeNRUxVgI6CQm455_IQcBLEY_OqDQy3q7J-Blp35CjIRW4QMjP8fszIS8TR1IxOGJQ0qGEMUhR7Ht7HtjzWN_f-tG1D4/s1600/Protagonistas+de+la+literatura+hispanoamericana+del+siglo+XX+(1986).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4h17THBsKrdDRisI7oRRWgdFKAskOm1_VrxmtL93cU1njKAGUeNRUxVgI6CQm455_IQcBLEY_OqDQy3q7J-Blp35CjIRW4QMjP8fszIS8TR1IxOGJQ0qGEMUhR7Ht7HtjzWN_f-tG1D4/s1600/Protagonistas+de+la+literatura+hispanoamericana+del+siglo+XX+(1986).jpg" width="275" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">(UNAM, México, 1986)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> La principal diferencia entre el cuaderno de los elepés y el cuadernillo del disco compacto, radica en que en los primeros los textos de Gabo son exhibidos en dos bloques que corresponden al lado A y al lado B del acetato; mientras que en el cuadernillo a los pasajes se les han intercalado una serie de asteriscos que indican que se trata de distintos fragmentos en cada bloque. En este sentido, se puede apreciar que el <i>track</i> uno del disco compacto (antes lado A) incluye cuatro fragmentos que la voz de Gabriel García Márquez lee de corrido como si fuera un solo párrafo; y el <i>track</i> dos del compacto (antes lado B) comprende un par de fragmentos que la voz lee del mismo modo.</span><br />
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqp0DKBGQ7GmhWtTwTsTZUPQOyb2DaofiJMmT7O_lQ1zoUGgzErsYowWjxV06sj73D50raLOTkG2aP_6vyhkyhB6AGwBWMkfkXptwmAIxav3a5PA8N1mfWzBy94CutRJ60AhJhZ2cQBss/s1600/Cien+an%CC%83os+de+soledad+(12).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="387" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqp0DKBGQ7GmhWtTwTsTZUPQOyb2DaofiJMmT7O_lQ1zoUGgzErsYowWjxV06sj73D50raLOTkG2aP_6vyhkyhB6AGwBWMkfkXptwmAIxav3a5PA8N1mfWzBy94CutRJ60AhJhZ2cQBss/s1600/Cien+an%CC%83os+de+soledad+(12).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Estuche del disco compacto que reproduce la voz de Gabriel García Márquez<br />leyendo fragmentos de <b>Cien años de soledad</b>. Más un cuadernillo con los<br />textos y el ensayo de Emmanuel Carballo; y un DVD con el documental<br />conmemorativo producido por el Canal 22 del CONACULTA.<br />(UNAM, 5ta. ed. corregida, México, marzo de 2007)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> La quinta edición: un librito-estuche de pastas duras, datado “en marzo de 2007”, conserva algunos de los asteriscos; pero su trascendencia radica en que se hizo en el contexto celebratorio de los 80 años de Gabo y los 40 años de <b>Cien años de soledad</b>. Así, el diseño de Vicente Rojo Cama, además del uso de varias fotos en blanco y negro que Rogelio Cuéllar le tomó al escritor (en solitario o con miembros de su familia), empleó tipografía y viñetas otrora concebidas por su padre (Vicente Rojo) para ilustrar las cubiertas de la primera edición de la novela, las cuales, como se atrasaron en su viaje de México a Buenos Aires, no fueron aplicadas en la edición príncipe, sino en la segunda, impresa en “junio de 1967”. En las fichas curriculares del novelista y del crítico hay varios yerros; por ejemplo, se dice que Gabo en México “publicó sus primeras novelas <b>Los funerales de la Mamá Grande</b> (1962) y <b>El coronel no tiene quien le escriba</b> (1963)”. Y si en la anterior edición Emmanuel Carballo aún repetía que “Gabriel García Márquez nació en Aracataca, Colombia, el 6 de marzo de 1928” —error repetido durante muchos años por solaperos, críticos, profesores y lectores— en la presente se ha enmendado el gazapo y es lo único que se le cambió.</span><br />
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> Además del disco compacto que preserva la voz que Gabo tenía en 1967, figura un DVD con el programa televisivo que el Canal 22 (el canal del CONACULTA) sumó a los aniversarios, cuyo epicentro tuvo lugar el lunes 26 de marzo de 2007, en Cartagena de Indias, Colombia, durante el homenaje que se le rindió en la apertura del IV Congreso Internacional de la Lengua Española, cuando el escritor recibió el primer ejemplar (de un millón) de la Edición Conmemorativa de <b>Cien años de soledad</b> (con correcciones suyas ex profesas), editada por la Real Academia Española, la Asociación de Academias de la Lengua Española y Alfaguara. </span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> Tal programa televisivo: <i>Muchos años después... Gabo en México</i>, cuyo productor y realizador es Jordi Arenas, si bien es laudatorio y levemente crítico, no es de lo mejor. Pero entre la recitada o más o menos actuada lectura de fragmentos de <b>Cien años</b> <b>de soledad </b>(por la actriz María Isabel Benet), y entre el puzzle de las diversas y fragmentarias opiniones y testimonios (Fabrizio Mejía, Raúl Renán, Carlos A. de la Sierra, Emmanuel Carballo, María Luisa Elío, Carlos Monsiváis, David Martín del Campo, Claudio Isaac, José María Pérez Gay, Gonzalo Celorio, Oscar Chávez, María Luisa Mendoza, Margo Glantz, Guadalupe Loaeza y Homero Aridjis), descuella la imagen y la voz del propio Gabriel García Márquez, quien en su primera aparición declara: “yo hacía tiempo que tenía la idea de que debía escribir una novela en la cual sucediera todo. Y sabía que en ese suceder todo, debía estar toda esa memoria de Aracataca, las fantasías, las supersticiones”.</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> En la entrevista de “Septiembre de 1973” que Elena Poniatowska le hizo a Gabriel García Márquez y que ella compiló en el tomo I de <b>Todo México</b> (Diana, 1990), Gabo cuenta que “el libro ejerció un poder mágico sobre todos aquellos que de un modo u otro estuvieron en contacto con él”; y entre ello descuella su testimonio del hechizo que causó con una lectura de varios fragmentos de <b>Cien años de soledad</b> ante un público heterogéneo y que ahora se puede palpar oyendo su voz grabada en el disco compacto. Según Gabo, a sus amigos no les leía nada:</span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2FPDO4QuRvKSe0ZfnW3zeEmlpJRptE36E5TEO_I5CNaIZ9JsqgCZUhas1v9Htp_9KUYL0Yc5GF7kMdFK-fAA7hONOwTC1IrCAm-vSOpB-mP3DPQNfdD6KSLFa7lcT6ch4-ZErJ1HE1GE/s1600/Elena+Poniatowska+y+Gabo+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="270" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2FPDO4QuRvKSe0ZfnW3zeEmlpJRptE36E5TEO_I5CNaIZ9JsqgCZUhas1v9Htp_9KUYL0Yc5GF7kMdFK-fAA7hONOwTC1IrCAm-vSOpB-mP3DPQNfdD6KSLFa7lcT6ch4-ZErJ1HE1GE/s1600/Elena+Poniatowska+y+Gabo+(2).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Elena Poniatowska y Gabriel García Márquez</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> </span></div><div style="text-indent: 14.2px;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> “Nunca les leí nada porque yo no leo absolutamente nada de lo que estoy escribiendo; los borradores jamás los he dejado ni tocar, ni leer, ni los leo yo, pero sí hablaba mucho de lo que estaba haciendo y ellos, enloquecidos con lo que yo les contaba cada noche decían: ‘¡Esto va a ser sensacional!’. Y hubo un momento en que pensé: ‘¡Caramba, a lo mejor, todos estos gritos de Álvaro y estos entusiasmos de María Luisa Elío me han hipnotizado y estoy trabajando en esto apasionadamente, sin darme cuenta que de pronto me he metido en una nube de fantasía acompañado por estos amigos, y esto no sirve para nada ni le va interesar a nadie!’. Entonces, yo, que nunca me había presentado y todavía ahora nunca me presento en público ni doy conferencias ni hago lecturas ni nada, me llamaron causalmente en esos días al OPIC, —es algo como la sección cultural de la Secretaría de Relaciones Exteriores—, y me preguntaron si quería dar una conferencia y yo les dije que no, que una conferencia no, pero sí quería hacer una lectura de capítulos de una novela en preparación. Para ello, hice una cosa muy curiosa: una lista de gente muy disímil; las personas que conocí cuando hice las revistas <b>Sucesos</b> y <b>La Familia</b>, en las que jamás escribí una línea, sí, sí, las de Gustavo Alatriste, Elena, las dirigí durante dos años, los obreros tipógrafos y linotipistas de un taller de imprenta en el cual también trabajé, secretarias, estudiantes y toda la gente que había conocido en alguna parte, en el cine, en la publicidad, además de mis amigos los intelectuales, personas de todos los niveles culturales y sociales, ¿verdad?, y realmente configuré un público disímbolo. En el OPIC no lo supieron. No llevé un sólo capítulo de <b>Cien años de soledad</b>, sino que seleccioné párrafos de distintos capítulos porque tenía interés de saber si era buena la idea y no algo que Álvaro Mutis me había metido en la cabeza. Yo quería saber si valía la pena seguirla escribiendo porque ya no veía nada; tenía la impresión de que no había en el mundo más que lo que escribía y quería poner los pies sobre la tierra. Me senté a leer en el escenario iluminado; la platea con ‘mi’ público seleccionado, completamente a oscuras. Empecé a leer, no recuerdo bien qué capítulo, pero yo leía y leía y a partir de un momento se produjo un tal silencio en la sala y era tal la tensión que yo sentía, que me aterroricé. Interrumpí la lectura y traté de mirar algo en la oscuridad y después de unos segundos percibí los rostros de los que estaban en primera fila y al contrario, vi que tenían los ojos así —los abre muy grandes— y entonces seguí mi lectura muy tranquilo.</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">“Realmente la gente estaba como suspendida; no volaba una mosca. Cuando terminé y bajé del escenario, la primera persona que me abrazó fue Mercedes, con una cara —yo tengo la impresión desde que me casé que ese es el único día que me di cuenta que Mercedes me quería— porque me miró ¡con una cara!... Ella tenía por lo menos un año de estar llevando recursos a la casa para que yo pudiera escribir, y el día de la lectura la expresión en su rostro me dio gran seguridad de que el libro iba por donde tenía que ir.”</span></div><div style="text-indent: 14.2px;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXcl4NY0k1Hfzcgn8BpDczHP5Mk7QvQflRUP5P71rx8Do6H3KyRZ5m2IuT5J-0ANYoqHdDs67qsyfHdU_c_xx6XafSVBWfnBne2-NtyNCALZvppkOHrbDy88f9A_IZVeoCHDUyN6Zfv54/s1600/Gabriel+Garci%CC%81a+Ma%CC%81rquez+y+Mercedes+Barcha+Pardo.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="315" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXcl4NY0k1Hfzcgn8BpDczHP5Mk7QvQflRUP5P71rx8Do6H3KyRZ5m2IuT5J-0ANYoqHdDs67qsyfHdU_c_xx6XafSVBWfnBne2-NtyNCALZvppkOHrbDy88f9A_IZVeoCHDUyN6Zfv54/s1600/Gabriel+Garci%CC%81a+Ma%CC%81rquez+y+Mercedes+Barcha+Pardo.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Gabriel García Márquez y Mercedes Barcha Pardo</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: x-small;">Gabriel García Márquez, <b>Cien años de soledad</b>. Estuche-librito de 72 páginas; prólogo de Emmanuel Carballo; fragmentos de <b>Cien años de soledad</b>; iconografía en blanco y negro. Más un disco compacto y un DVD. Serie Voz Viva de América Latina, Difusión Cultural de la UNAM. 5ª edición. México, 2007. </span><br />
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><b></b><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><b></b><br /></span></div>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><div style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">*********</span></div></span>
<div style="min-height: 15px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 15px;">
<span><a href="https://www.youtube.com/watch?v=1cHotuwwsss"><span style="font-family: georgia;">La voz de Gabriel García Márquez leyendo páginas de Cien años de soledad (1967).</span></a><br /></span></div>
<div style="font-family: "Courier New"; font-size: 12px; min-height: 14px;">
<br /></div>
Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-88445219673971737412024-03-11T01:14:00.000-07:002024-03-11T13:14:20.888-07:00Pueblo de Dios y de Mandinga<br />
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px; text-align: center;">
<span style="color: #0b5394;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Tiempo de irás y no volverás</span><br /></span>
<span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: right;">
<i><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">Stephen Hawking</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;"> in memoriam</span></i></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
Slim vivía en París. Allí, sumergido en un estado catatónico, tuvo una experiencia mística: a través de su cuerpo astral y navegando en la quinta dimensión, vio la destrucción del globo terráqueo: “era como si la tierra fuera un gigantesco tanque séptico, donde hervían y burbujeaban gases nocivos, mientras minúsculas figuras humanas trataban desesperadamente de salvarse agarrándose a balsas de excrementos o arrastrándose por islas de fango maloliente”. </span><br />
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Sólo con choques eléctricos el psiquiatra pudo regresarlo; y Slim, lo primero que le espetó a quemarropa fue: “Déjeme en paz”, “¿no se da cuenta que no tengo intención de regresar a este maldito mundo?” </span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Slim es medio científico y bibliófago del sufismo. Sigue pensando que la catástrofe planetaria está cerca, quizá secuela de una guerra termonuclear. Por ello en la Bibliothèque Nationale de París consulta libros de cosmología y geografía. Y luego de ciertos cálculos supone que el nuevo Polo Norte estará en el territorio de lo que todavía es Los Ángeles, California; y que la latitud de la ínsula de Mallorca, en las Islas Baleares, el nuevo Ecuador, asegura la sobrevivencia. </span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Esa es la demencial e insólita razón por la que Slim y Marcia, hace más o menos diez años, llegaron a Deyá, en la isla de Mallorca, el principal escenario de <b>Pueblo de Dios y de Mandinga</b>, novela breve de la escritora nicaragüense Claribel Alegría (Estelí, mayo 12 de 1924-Managua, enero 25 de 2018), publicada en México, en 1985, por Ediciones Era.</span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBxCle3nDUY7Ll4uugdech59qR_QslD_d096mpKreTRRU8xUU1JbNIo1E2wp_q8-mXeahf41A-GxuvzPrbmDsJAIOt9M_wYR74gTOMe2_UUaiz358Z9ykdEeT6S1RdKfXM43aPImK8Fy4/s1600/Claribel+Alegri%CC%81a+(5).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBxCle3nDUY7Ll4uugdech59qR_QslD_d096mpKreTRRU8xUU1JbNIo1E2wp_q8-mXeahf41A-GxuvzPrbmDsJAIOt9M_wYR74gTOMe2_UUaiz358Z9ykdEeT6S1RdKfXM43aPImK8Fy4/s1600/Claribel+Alegri%CC%81a+(5).jpg" width="365" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #0b5394;"><span>Claribel Alegría</span><br />
<span>(1924-2018)</span></span></td></tr>
</tbody></table>
</span><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Son los años 70 del siglo XX. El dictador Francisco Franco no tarda en fallecer (muere a los 82 años el 20 de noviembre de 1975). Y Deyá, un pueblito plagado de cerros, con pocos vecinos y ancianos centenarios, está signado por las misteriosas fuerzas que oscilan en una especie de triángulo maldito o sagrado, según se vea: Deyá, Sóller y Fornalutx. Allí los muertos se aparecen y deambulan, los vivos pueden corporificar sus propios fantasmas, el espíritu de un muerto antediluviano puede surgir en el sueño de alguien y hablar con éste; hay videntes, iluminados, encantamientos, maleficios, conjuros, exorcismos, yoguis, gurús, quienes saltan y viajan a través del tiempo, y los que buscan la piedra filosofal. </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>En síntesis, ocurren y son posibles las cosas más extrañas y sorprendentes; y es por esto, se dice, que Deyá significa pueblo de Dios, pero también de Mandinga, es decir, del Diablo. </span><br />
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Tal novela de la narradora y poeta Claribel Alegría se desarrolla a través de fragmentos capitulares repletos de sucedidos extraordinarios: un cúmulo de fantásticos cuentos breves. Allí se dibujan los rasgos de una fauna numerosa en la que descuellan los personajes célebres: Raimundo Lulio y Robert Graves; pero los otros también tienen lo suyo.</span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizLjcCSgQanPRub3-BUrdO9psJ17jRdZk89gAFu_LB9DOnbYE8C4joqm3l-TM9Ytd0dZWTScMTLoH7gPbKMiZjsnEWe1TqwQmKDSs4zN7NknV9WWNOY7wR38a8cA91EphZkIdYziHQeG9CEwv9q144PJ3tvW7FarB2VGPKBjO_jiKnkaQHt-7lLak1NA/s1743/Pueblo%20de%20Dios%20y%20de%20Mandinga%20(Era,%201985).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1743" data-original-width="1308" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizLjcCSgQanPRub3-BUrdO9psJ17jRdZk89gAFu_LB9DOnbYE8C4joqm3l-TM9Ytd0dZWTScMTLoH7gPbKMiZjsnEWe1TqwQmKDSs4zN7NknV9WWNOY7wR38a8cA91EphZkIdYziHQeG9CEwv9q144PJ3tvW7FarB2VGPKBjO_jiKnkaQHt-7lLak1NA/w480-h640/Pueblo%20de%20Dios%20y%20de%20Mandinga%20(Era,%201985).jpg" width="480" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #0b5394;">Ediciones Era<br />(México, 1985)</span></td></tr></tbody></table><br /> Claribel Alegría, con dotes de maga y alquimista, escribió <b>Pueblo de Dios y de Mandinga</b> como lo sugiere la asonancia de su nombre: con claridad y alegría. Sus páginas atrapan y parecen poseer las palabras precisas, siempre en simbiosis con su visión lúdica, fantástica, a veces caricaturesca e incluso erudita. Sin embargo, como se vio al inicio de la nota, esto también implica una visión trágica, desencantada y catastrofista del hombre y su destino, que es un síndrome engendrado por la masiva destrucción causada durante la Segunda Guerra Mundial, pero también por otras guerras que ponen en entredicho la ética y el progreso de la civilización no sólo de Occidente: la Primera Guerra Mundial, la Guerra Civil de España, e incluso la Guerra de Vietnam; y allí está la plaga de estrafalarios <i>hippies</i> para evidenciarlo con sus trillados <i>slogans</i> (tácitos en la obra) de “<i>peace and love</i>”, “haz el amor y no la guerra”, y con sus fantaseos comunales, escapismos y búsquedas misticoides por la India, iluminaciones en LSD y en otros alcaloides y yerbas. Es decir, tal síndrome implica las psicosis y las fobias individuales y colectivas que conjeturan la ineludible e inminente destrucción del mundo, lo que también es un eco deformado de antiguos milenarismos, predicciones apocalípticas y mitos del eterno retorno.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Por el año 1274, Mahmet, un místico sufí, auxiliado por su discípulo Raimundo Lulio, entonces un humilde monje franciscano, hicieron una piedra filosofal, misma que se tragó a éste haciéndolo viajar por el tiempo. Antes de que Slim y Stephen localizaran la antiquísima piedra filosofal en el jardín de Robert Graves, Deyá es un pequeño, romántico e idílico paraíso terrenal: además de los nativos con genealogía muy antigua, quienes son los que preservan las viejas costumbres, los rituales, los mitos y supersticiones, reside allí una pequeña comunidad de advenedizos: intelectuales, filósofos, científicos, músicos, <i>hippies</i> atraídos por la onda de vibraciones, visionarios y otros bichos definidos por su trivialidad: el escritor de noveletas porno que organiza orgías y misas negras; o por su psicosis: la actriz jubilada y solitaria que todas las tardes se viste de largo para conversar con los amigos imaginarios de sus antiguas glorias hollywoodenses, y la veinteañera francesa que se dedica a curar las heridas del mundo colocando vendas sobre las grietas del asfalto. Todos conviven en santa paz, a imagen y semejanza de angelitos alados y mofletudos, pese a los crímenes, accidentes y maleficios que llegan a ocurrir. </span><br />
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Marcia fue una <i>flower girl</i>; ante su consubstancial misterio y femenina imantación, Robert Graves le revela su índole arcana y sobrenatural: ella es una hamadríade, es decir, una ninfa de los bosques, por lo que tiene su árbol y su inasible custodio: el espíritu de un arcaico shamán. Marcia, además, es un modelo de fiel compañera intelectual, que escribe su tesis y un montón de cuadernos que en conjunto son su diario: “cuaderno de pobladores autóctonos”, “cuaderno de antropología comparada”, “cuaderno de observaciones personales”, “cuaderno de leyendas locales”, “cuaderno de trabajo” y “cuaderno de residentes extranjeros”. </span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Slim, aparte de sus lecturas sufistas, dizque escribe la novela definitiva de Deyá, pese a que cabalísticamente durante siete años se haya empantanado en el capítulo tres. Como secuela de su pesadillesca experiencia mística en París, agudizada por el magnetismo de Deyá, vive atrapado en una onírica ventana abierta al fluir del tiempo; es decir, que sin que pueda controlarlo, vive y vuelve a vivir el futuro o el pasado como si fuera el presente. </span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Cuando le cuenta tal embrollo onírico y mental a Stephen, éste le confiesa que encontró un manuscrito: <i>Conversaciones con Raimundo Lulio</i>, donde Robert Graves relata que Raimundo Lulio se materializó, habló con él y le dijo que buscaba su monasterio y la piedra filosofal que en el pasado se lo tragó y que desde entonces busca para retornar a su tiempo. Robert Graves lo guió hasta el monasterio y Raimundo Lulio halló la piedra y, a imagen y semejanza de un agujero de gusano, se deslizó por ella. El manuscrito, además, tiene la arcana receta para elaborar la piedra filosofal, que resulta ser una especie de “puente de Einstein-Rosen” o agujero negro de bolsillo, invisible, un laberíntico túnel del tiempo que devora o desaparece cualquier cosa, así sean toneladas de rocas y que puede trasladar a un distraído a épocas lejanas. </span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Stephen es un metalúrgico nuclear y padece de bibliofilia astrofísica. Trabajó en los Estados Unidos en la construcción de la bomba atómica. Su nombre tal vez sea un guiño al físico británico Stephen Hawking, autor del celebérrimo <i>best-seller</i> <b>Breve historia del tiempo</b> (1988) y famoso indagador de los agujeros negros. Stephen, siguiendo la receta, trata de elaborar la piedra filosofal, pero no puede porque no es filósofo ni se halla en estado de gracia. </span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgj9CoRp5JM36kRdWrqHkD_B3ieQNBQEp1tYGV8VG5gC0P8fDwTrluUMjnNKlffs5AJgdHMT_FNMKgRPJsjQz20pThphsNT1n_GqUwWKTgV8cMLb0fdhY3CteEdHewWoghyphenhyphenCTtCq9dkqsuz/s1600/Stephen+Hawking+%25281942-2018%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="508" data-original-width="678" height="298" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgj9CoRp5JM36kRdWrqHkD_B3ieQNBQEp1tYGV8VG5gC0P8fDwTrluUMjnNKlffs5AJgdHMT_FNMKgRPJsjQz20pThphsNT1n_GqUwWKTgV8cMLb0fdhY3CteEdHewWoghyphenhyphenCTtCq9dkqsuz/s400/Stephen+Hawking+%25281942-2018%2529.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #0b5394; text-indent: 14.2px;"><span>Stephen Hawking<br />(1942-2018)</span> </span></td></tr>
</tbody></table>
</span></div><div style="text-indent: 14.2px;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Stephen, Slim y Marcia descubren que Robert Graves guarda la antigua piedra que crearon Mahmet y Raimundo Lulio. La tiene en una pequeña jaula, tal si fuera un cachivache inútil, un trebejo que sólo sirve para tragar lo que se le ponga enfrente. Cuando por un risible descuido se les escapa, Stephen calcula que el planeta Tierra se acabará en una semana. </span></div><div style="text-indent: 14.2px;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqpLJLRrOrVjdKv4b6kpFXCLlVjuKRihs0zE5dMR9eD2WMzvUBwNciM8PIhIKcKgu1M6NocQW6BqAdrif-Yr7jcO_ei2YWY5IyCHjZ3qmOLiNs2geDmVThXRMd3FRQBXKekSgHTxxl5bs/s1600/Claribel+Alegri%CC%81a+y+Ernesto+Cardenal+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><span style="color: #0b5394;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqpLJLRrOrVjdKv4b6kpFXCLlVjuKRihs0zE5dMR9eD2WMzvUBwNciM8PIhIKcKgu1M6NocQW6BqAdrif-Yr7jcO_ei2YWY5IyCHjZ3qmOLiNs2geDmVThXRMd3FRQBXKekSgHTxxl5bs/s1600/Claribel+Alegri%CC%81a+y+Ernesto+Cardenal+(2).jpg" width="400" /></span></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #0b5394; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Los poetas nicaragüenses: Claribel Alegría y Ernesto Cardenal</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-indent: 14.2px;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div><div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Se equivocó, es obvio, pues los humanoides siguen vivitos y coleando. Pero además se hace evidente que la antigua piedra filosofal, atrapada en la jaulita a imagen y semejanza de pajarraco invisible y oculta en el jardín de Robert Graves, era una especie de centro gravitacional. Con su extravío, al triángulo misterioso de la isla se le esfuma la magia y la poesía; la peste de la modernización lo destruye como si destruyera el mundo: extranjeros compran las antiguas casas, instalan fábricas, hoteles para turistas, autopistas, supermercados con letreros luminosos, bancos, discotecas, tiendas, <i>boutiques</i>, los nativos olvidan sus tradiciones y venden las reliquias, los intelectuales huyen, los <i>hippies</i> se pulverizan, los brujos y visionarios desaparecen, y Robert Graves, como en la antesala de la muerte, frente a la destrucción definitiva, se encierra en sí mismo (quizá preludio del Alzheimer que empezó a borrarlo del mapa).</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> El agujero negro o piedra filosofal, por su parte, luego de propiciar el Gran Derrumbe de Deyá, queda vagando quién sabe por qué vericuetos y entretelones de la laberíntica red espacio-tiempo; lo que es una latente amenaza, dado que tarde o temprano, al parecer, caerá en el centro del globo terráqueo y lo desaparecerá, por lo menos del presente sistema solar. </span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> La esperanza, no obstante, radica en que Marcia, que es hamadríade y posee la sabiduría y el milenario alfabeto de los árboles, en Centroamérica tiene su ceiba (tal vez un cumplido presagio del shamán que en Deyá custodiaba su árbol), pues quizá tal comunión metafísica, secreta, no sea tan incierta, si se piensa en las dimensiones que no se ven, pero que están allí, y en que “el planeta, la bola de tierra”, dice Slim, “es apenas un telón de fondo frente al cual vivimos una serie infinita de realidades”.</span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">Claribel Alegría, <b>Pueblo de Dios y de Mandinga</b>. Ediciones Era. México, 1985. 88 pp.</span><br />
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="font-family: "Courier New"; font-size: 12px; min-height: 14px;">
<br /></div>
</div>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-83125023017670078832024-03-08T01:21:00.000-08:002024-03-08T01:45:12.940-08:00Aquellos tiempos con Gabo<br />
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> <span style="color: #bf9000; font-size: large;">Mi personaje inolvidable: </span></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #bf9000; font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">crónica de una amistad anunciada</span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Como el lector recordará, el 8 de diciembre de 1982, en Estocolmo, Suecia, el colombiano Gabriel García Márquez (Aracataca, marzo 6 de 1927) recibió el Premio Nobel de Literatura 1982. En mayo de ese año había aparecido en Colombia, impreso por La Oveja Negra con un tiraje de doscientos mil ejemplares, <b>El olor de la guayaba</b>, libro, aderezado con fotos en blanco y negro, que reúne un conjunto de entrevistas y crónicas biográficas que el también colombiano Plinio Apuleyo Mendoza (Tunja, 1932) le hizo a Gabriel García Márquez, el celebérrimo autor de <b>Cien años de soledad</b> (Sudamericana, Buenos Aires, 1967). Casi simultáneamente, <b>El olor de la guayaba</b> fue coeditado en México por La Oveja Negra y Diana, con un tiraje de cincuenta mil ejemplares. Y otro tanto, más o menos semejante, ocurrió en España a través de Bruguera y La Oveja Negra, además de que (gracias a la fama del entrevistado) fue traducido a diecisiete idiomas. </span><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4J_X-4yAo1n4ucf4TMBsXcjEk6XN9FM9W-tGNCy20qQgqWtYZxitpzWODIbRh3Ujapwh-Wtp2W6IEnlsE7AvGyHZlq7FkhfaDmRaXWOBKPq7PopRZVsAhGJQJ9OE_HWUlDyKJjjh01zI/s1600/El+olor+de+la+guayaba+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4J_X-4yAo1n4ucf4TMBsXcjEk6XN9FM9W-tGNCy20qQgqWtYZxitpzWODIbRh3Ujapwh-Wtp2W6IEnlsE7AvGyHZlq7FkhfaDmRaXWOBKPq7PopRZVsAhGJQJ9OE_HWUlDyKJjjh01zI/s640/El+olor+de+la+guayaba+(2).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">(La Oveja Negra/Diana, México, 1982)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> Contando con la aprobación y la complicidad de Gabriel García Márquez, <b>El olor de la guayaba</b> es el reconocimiento y el tributo que un entrañable y viejo amigo (periodista y narrador) le hace a otro (también periodista y narrador), cuya novela central (<b>Cien años de soledad</b>) lo convirtió con rapidez en un escritor masivamente traducido a muchas lenguas del orbe, además de rico, amigo de “las criaturas del poder supremo” (presidentes, generales y fauna por el estilo), y rutilante estrella de la <i>jet set</i> internacional. Cuando en <b>El olor de la guayaba</b>, García Márquez le responde a Plinio que nunca se ha puesto un frac y que no se lo pondría si llegara a ganar el Premio Nobel, el lector puede recordar que cumplió su palabra, pues en Estocolmo, ante el Rey y la Reina, <i>Gabo</i> asistió a la ceremonia de entrega “vestido de blanco liqui-liqui de algodón” y con una rosa amarilla en la mano, similar a las rosas amarillas que entre los centenares de desconocidos y celebridades que había en los palcos, los amigos de García Márquez (entre ellos Plinio) lucían en las solapas del frac (algunos rentados “por doscientas coronas en una sastrería de Estocolmo”), mismas que Mercedes Barcha Pardo (Magangué, noviembre 6 de 1932), la esposa de <i>Gabo</i> desde el 21 de marzo de 1958, les entregó a cada uno a modo de talismán de la buena suerte.</span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> </span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyKMx0VtXhs0bsjkOKtJdulcaH0Qqd2j1AsZQaMLFjM__u8YZYL6pXZ0KHLZgD4OesnOZafQaPKsxrjwCDkEtz2Gu5WrwRDDM0QnC8RqN6iAk-02kUnAL31QgH696G_UKSvT5vVe4PSK8/s1600/Gabriel+Garci%CC%81a+Ma%CC%81rquez+y+Mercedes+Barcha+Pardo+(3).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="358" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyKMx0VtXhs0bsjkOKtJdulcaH0Qqd2j1AsZQaMLFjM__u8YZYL6pXZ0KHLZgD4OesnOZafQaPKsxrjwCDkEtz2Gu5WrwRDDM0QnC8RqN6iAk-02kUnAL31QgH696G_UKSvT5vVe4PSK8/s640/Gabriel+Garci%CC%81a+Ma%CC%81rquez+y+Mercedes+Barcha+Pardo+(3).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Gabriel García Márquez y Mercedes Barcha Pardo </span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkdMmIJVro616cPwc5epX-FOBRFzNp3yg7gq-JYTDgiB4sKQ02c3qUgjbOTxjFHO03o48DcAZNtmwNoRqCsRWyUsLP-SEp8E1k04w_MHqhRuSd_ktwUSy98l5Vx7lE4-Cto_AmA3Ijjz8/s1600/Gabriel+Garci%CC%81a+Ma%CC%81rquez+(10).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="536" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkdMmIJVro616cPwc5epX-FOBRFzNp3yg7gq-JYTDgiB4sKQ02c3qUgjbOTxjFHO03o48DcAZNtmwNoRqCsRWyUsLP-SEp8E1k04w_MHqhRuSd_ktwUSy98l5Vx7lE4-Cto_AmA3Ijjz8/s640/Gabriel+Garci%CC%81a+Ma%CC%81rquez+(10).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Gabriel García Márquez coronado con <br /><i style="font-weight: bold;">Cien años de soledad</i> (Sudamericana, 2da. ed., Buenos Aires, 1967)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> Si el lector quiere leer el discurso que Gabriel García Márquez dijo en Estocolmo durante la recepción del Premio Nobel, puede consultar el volumen <b>Cultura y creación intelectual en América Latina</b> (Siglo XXI, México, 1984), antología de ensayos bajo la coordinación de Pablo González Casanova, donde se halla ampliado con el título “Fantasía y creación artística en América Latina y el Caribe” [o tal cual: “La soledad de América Latina”, antologado en su libro <strong>Yo no vengo a decir un discurso</strong> (Random House Mondadori, México, 2010)]. Pero en cuanto a lo que implican y significan las rosas amarillas, en <b>El olor de la guayaba</b> el cataquero dice que en la casa del mundo donde se encuentra siempre hay flores amarillas: “Mientras haya flores amarillas nada malo puede ocurrirme. Para estar seguro necesito tener flores amarillas (de preferencia rosas amarillas) o estar rodeado de mujeres.” Lo cual, según afirma, le sirve para desencadenar o incentivar la imaginación y la creatividad, pues se da por entendido que Mercedes Barcha pone siempre en su escritorio una rosa amarilla: “Siempre. Me ha ocurrido muchas veces estar trabajando sin resultado; nada sale, rompo una hoja de papel tras otra. Entonces vuelvo a mirar hacia el florero y descubro la causa: la rosa no está. Pego un grito, me traen la flor y todo empieza a salir bien.”</span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZLUZopXe_SnAwyScflM6zAVBJ6vKJoIdtPBEH02EdCf1v51vbTa3VaEfYSUrG_nIz-6TAyIKqIbcDlpgIbuWV-07i6dLWnDzK4cTnAHGG7THDSGBLEN-8jqi0BHnKmNqIyH_GYKvyH9Y/s1600/Gabriel+Garci%CC%81a+Ma%CC%81rquez+(23).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZLUZopXe_SnAwyScflM6zAVBJ6vKJoIdtPBEH02EdCf1v51vbTa3VaEfYSUrG_nIz-6TAyIKqIbcDlpgIbuWV-07i6dLWnDzK4cTnAHGG7THDSGBLEN-8jqi0BHnKmNqIyH_GYKvyH9Y/s640/Gabriel+Garci%CC%81a+Ma%CC%81rquez+(23).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Gabriel García Márquez y las rosas amarillas</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> Como el rótulo del libro lo anuncia: <b>Aquellos tiempos con Gabo</b> (Plaza & Janés, Barcelona, 2000) es otro tributo y reconocimiento más que Plinio Apuleyo Mendoza le rinde a Gabriel García Márquez, donde retoma ciertas anécdotas contadas en <b>El olor de la guayaba</b>, en <b>La llama y el hielo</b> (Planeta, Bogotá, 1984) y en crónicas dispersas. Así, <b>Aquellos tiempos con Gabo</b> es un libro de memorias a través del cual el autor evoca y narra una serie de episodios y sucesos trascendentes en la vida de ambos (pues básicamente los vivieron los dos en calidad de amigos y compadres), a lo que se añade el hecho de que ciertos acontecimientos, vivencias, perspectivas ópticas e ideológicas le conciernen única y exclusivamente a la vida y al pensamiento de Plinio Apuleyo Mendoza. </span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgugo8E0qPZ_H4_u53Ys1f0bUpF0PAef5nCOIV9M5cHGKgc3HMaCLRUWqrVBU7FAFLodoAqmpODv0zHQrKAYI4LsQVdpSRPuFvH0xkGACOBwp4igZ2T2WU9DX0Slt1P-8MvlBT3gBaR-Y/s1600/Aquellos+tiempos+con+Gabo+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgugo8E0qPZ_H4_u53Ys1f0bUpF0PAef5nCOIV9M5cHGKgc3HMaCLRUWqrVBU7FAFLodoAqmpODv0zHQrKAYI4LsQVdpSRPuFvH0xkGACOBwp4igZ2T2WU9DX0Slt1P-8MvlBT3gBaR-Y/s640/Aquellos+tiempos+con+Gabo+(2).jpg" width="446" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">(Plaza & Janés, Barcelona, 2000)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>La portada del libro tiene, bajo la reproducción del rostro de <i>Gabo</i>, un falaz <i>slogan</i> que a la letra dice: “Hallazgo de un García Márquez desconocido”. Pues a estas alturas del año 2000 ya han corrido tantos ríos y ríos de tinta sobre la vida y milagros del hijo del telegrafista de Aracataca, que casi nada de lo que rememora Plinio Apuleyo Mendoza sobre su personaje inolvidable lo ignora un anónimo lector, un minúsculo hijo de vecino metido (o no) a reseñista de libros en un semanario de Xalapa, la provincia jarocha donde a <i>Gabo</i>, la Universidad Veracruzana, le publicó su cuarto libro: <b>Los funerales de la Mamá Grande</b> (1962), cuando aún estaba recién llegado en la Ciudad de México (arribó por tierra desde de Nueva York, con Mercedes Barcha y Rodrigo, el primer hijo de ambos, “el domingo 2 de julio de 1961”, día del suicidio de Ernest Hemingway), libro dedicado “Al cocodrilo sagrado” (su mujer), que además contiene el cuento en que se basó la película homónima dirigida por el chileno Miguel Littin: <b>La viuda de Montiel</b> (1979), con guión de éste y José Agustín, protagonizada por Geraldine Chaplin (Adelaida, viuda de Montiel) y Nelson Villagra (José <i>Chepe</i> Montiel), rodada en locaciones de Tlacotalpan y Xalapa, Veracruz. Pero también, tal libro comprende el cuento en que está basado el filme homónimo <b>En este pueblo no hay ladrones</b> (1964), dirigido por Alberto Isaac en base al guión de éste y Emilio García Riera, entre cuyo notable reparto de escritores, pintores y cineastas haciendo pequeños papeles, figura, de fugaz boletero de cine, el propio Gabriel García Márquez. Protagonizada por Julián Pastor (Dámaso) y la entonces bellísima bailarina Rocío Sagaón (Ana), están allí, por ejemplo, Juan Rulfo y Carlos Monsiváis de jugadores de dominó; Leonora Carrington entre los fieles de la pequeña iglesia donde Luis Buñuel, el cura, dicta un furioso sermón contra los ladrones y pecadores de toda laya; José Luis Cuevas de jugador de billar; Emilio García Riera de experto en billar; María Luisa <i>la China</i> Mendoza de cabaretera; Héctor Ortega, que sí era actor, de mesero <i>gay</i>, amanerado y algo cómico. La pintoresca imagen de <i>Gabo</i> como boletero de cine, remite, quizá ineludiblemente, al rol que desempeñó en Roma, Italia, cuando en su fracasado intento por estudiar guión en el Centro Experimental de Cinematografía durante noviembre y diciembre de 1955 (quería convertirse en el Cesare Zavattini del Caribe), logró ser el flamante “tercer asistente del director Alexandro Blasetti en la película <b>Lástima que sea un canalla</b>”, según apunta Dasso Saldívar en<b> García Márquez. El viaje a la semilla</b> (Alfaguara, Madrid, 1997), su biografía de Gabriel García Márquez. Pero <i>Gabo</i> no pudo ni siquiera acercarse al oscuro objeto de su deseo: Sofía Loren, la estrella del filme, puesto que su chamba “consistió, durante un mes, en sostener una cuerda en la esquina para que no pasaran los curiosos”.</span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcbu3nd92u1jaITx15lFvt8TAQTKy2AV0EhPnOo0San9OIER1zot2qGb-0JnXvnP1v1Za5VRj64MQVgqT5ZeF-qrAVYB91d_rpOz9vBROaHXEhF-ywocEIxfnNEa624ucQB-1eYYP2S9I/s1600/La+viuda+de+Montiel+(3).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="438" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcbu3nd92u1jaITx15lFvt8TAQTKy2AV0EhPnOo0San9OIER1zot2qGb-0JnXvnP1v1Za5VRj64MQVgqT5ZeF-qrAVYB91d_rpOz9vBROaHXEhF-ywocEIxfnNEa624ucQB-1eYYP2S9I/s640/La+viuda+de+Montiel+(3).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Gabriel García Márquez, Geraldine Chaplin y Miguel Littin<br />durante el rodaje de <i style="font-weight: bold;">La viuda de Montiel</i> (1979)</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHKYjrQiIK5CA1k7fmo9F7KPBa1bsDyHrX12pQtsJmZHx3uopwwLRbkDTYOXo4rRSkD74r4NtB0dzgl3eypHgQLROiuLtcsUFPf1lnm4HDACC-mk3AbHxGQVkbqqJBULsrmlmhyQ4UXrc/s1600/En+este+pueblo+no+hay+ladrones+(3).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="452" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHKYjrQiIK5CA1k7fmo9F7KPBa1bsDyHrX12pQtsJmZHx3uopwwLRbkDTYOXo4rRSkD74r4NtB0dzgl3eypHgQLROiuLtcsUFPf1lnm4HDACC-mk3AbHxGQVkbqqJBULsrmlmhyQ4UXrc/s640/En+este+pueblo+no+hay+ladrones+(3).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Abel Quezada y Juan Rulfo tomado cerveza<br />Fotograma de la película <i style="font-weight: bold;">En este pueblo no hay ladrones</i> (1964)</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheiUPBnX4lEG0FSFp5Pdj102BxU64Xo8hI1H24azaX27jDF4SHXPNro9Q0EVu8r8lv8sbxRhLb9TlUC0-OiE-Z9PnzjZzm7Byh5RU9iitSf2WnCYUWBbHEM3iiJr_m1vfMbfHrTRCpY5o/s1600/En+este+pueblo+no+hay+ladrones+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="450" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheiUPBnX4lEG0FSFp5Pdj102BxU64Xo8hI1H24azaX27jDF4SHXPNro9Q0EVu8r8lv8sbxRhLb9TlUC0-OiE-Z9PnzjZzm7Byh5RU9iitSf2WnCYUWBbHEM3iiJr_m1vfMbfHrTRCpY5o/s640/En+este+pueblo+no+hay+ladrones+(2).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">En la barra: Abel Quezada y Juan Rulfo<br />Jugando dominó: don Luis M. Rueda y Carlos Monsiváis<br />Fotograma del filme <i style="font-weight: bold;">En este pueblo no hay ladrones</i> (1964)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> Lo singular, entonces, de las memorias y episodios de <b>Aquellos tiempos con Gabo</b> estriba en que la voz que evoca y narra fue (y es) un entrañable amigo del más notable y popular de los escritores latinoamericanos del <i>boom</i>, y por ende lo que recuerda, relata y comenta le atañe hasta la médula. Los hechos y las anécdotas que Plinio Apuleyo Mendoza rememora en su libro tienen un desglose más o menos cronológico; es decir, parten del año en que Plinio y <i>Gabo</i> se vieron por primera vez en Bogotá (Plinio no precisa la fecha, pero pudo ser en 1947 o en 1948), y casi concluyen con el bosquejo de lo ocurrido el 8 de diciembre de 1982, en Estocolmo, cuando <i>Gabo</i> recibió el Premio Nobel de Literatura. Pero la remembranza y la voz van y vienen por el tiempo y por el espacio, según el parecer del autor. </span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGYXHEb-IGAoSLhbqDcmP0G5wRZtLlisCT19geu8MdCt-U2HkzvlHCt2D3JE3uWr7W00uZ_wMC8G4Aa0NTMz7TSht6M1CFEq3yKUVf4b4hXdD2mhxB3rAhFj7niFeiLePHorNEntbqM0Q/s1600/El+viaje+a+la+semilla+(4).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGYXHEb-IGAoSLhbqDcmP0G5wRZtLlisCT19geu8MdCt-U2HkzvlHCt2D3JE3uWr7W00uZ_wMC8G4Aa0NTMz7TSht6M1CFEq3yKUVf4b4hXdD2mhxB3rAhFj7niFeiLePHorNEntbqM0Q/s640/El+viaje+a+la+semilla+(4).jpg" width="404" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">(Alfaguara, Madrid, 1997)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Conforme a los registros que Dasso Saldívar consultó para <b>El viaje a la semilla</b>, Gabriel García Márquez se matriculó en el primer curso de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, ubicada en Bogotá, el “25 de febrero de 1947”, y la abandonó en el segundo curso el “9 de abril de 1948”. En 1947 o en 1948, la vez que se vieron por primera vez en un cafetín de Bogotá, <i>Gabo</i> tendría 20 ó 21 años y Plinio 15 ó 16, y fue cuando Luis Villar Borda, condiscípulo de García Márquez en la Facultad de Derecho, le colgó el letrero de “caso perdido”: </span><br />
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> “Es un masoquista típico. Un día aparece por la universidad diciendo que tiene sífilis. Otro día habla de una tuberculosis. Se emborracha, no presenta exámenes, amanece en burdeles.</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> “Villar se queda contemplando taciturno el humo del cigarrillo que acaba de encender. Su tono es el de un médico que da un diagnóstico severo, irremediable.</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> “—Lástima, tiene talento. Pero es un caso absolutamente perdido.” </span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Anécdota (contada antes en <b>La llama y el hielo</b>) que Dasso Saldívar pone en tela de juicio diciendo: “Aunque estas palabras pueden traducir una opinión generalizada entre los compañeros del entonces estudiante de Derecho Gabriel García Márquez, parecen más bien una exageración de la memoria de Plinio Mendoza puesta en boca de Villar Borda, pues, como se ve, éste debió tener en la más alta estima a quien fue, sobre todo, su compañero de lecturas literarias y aventuras periodísticas.”</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Pero tal imagen vuelve a ser recordada cuando casi al concluir <b>Aquellos tiempos con Gabo</b>, Plinio evoca la noche de la ceremonia del Premio Nobel, “con las cámaras de televisión de 52 países fijas” en Gabriel García Márquez: “La imagen queda fija, y yo vuelvo ahora atrás, al principio, al muchacho demacrado con un vistoso traje color crema que 35 años atrás, en un café sombrío de Bogotá, sin pedirnos permiso se ha sentado a nuestra mesa. El muchacho flaco y bohemio, con una carrera de derecho abandonada, secreto devorador de libros en pensiones de mala muerte, pasajero de tranvías dominicales que no van a ninguna parte, ardoroso fabricante de sueños desesperados, considerado por su padre y sus amigos un caso perdido.”</span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5mUEeVSebseS9Vh1b4A8PMFVQjqbtgBsavqI5Gl09R62P8rn1xrrpms-e3kfbdwXGO8baq3vMZXdHvYUmr7KcmWEkJofZ0XkaWbVFOOZPANpiKyIN1P_cHdcSNxMEibz9WY4OSd1mQI0/s1600/Gabriel+Garci%CC%81a+Ma%CC%81rquez+(3).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5mUEeVSebseS9Vh1b4A8PMFVQjqbtgBsavqI5Gl09R62P8rn1xrrpms-e3kfbdwXGO8baq3vMZXdHvYUmr7KcmWEkJofZ0XkaWbVFOOZPANpiKyIN1P_cHdcSNxMEibz9WY4OSd1mQI0/s640/Gabriel+Garci%CC%81a+Ma%CC%81rquez+(3).jpg" width="467" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Gabriel García Márquez durante la recepción del Premio Nobel de Literatura 1982</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Sin embargo, la amistad de Plinio y <i>Gabo</i> no empezó allí, en Bogotá, sino en París, a fines de diciembre de 1955, pues Gabriel García Márquez había llegado al Viejo Continente a mediados de julio de ese año como corresponsal en Europa de <b>El Espectador</b>, diario bogotano, para quedar varado en la Ciudad Luz a inicios de 1956 en medio del frío, el hambre, la pobreza y las crecientes deudas, pues el dictador Gustavo Rojas Pinilla clausuró el diario (y <b>El Independiente</b>, que lo sustituyó, cerró sus puertas el 15 de abril de 1956) y para <i>Gabo</i> no fue fácil conseguir empleo para sobrevivir después de que se le acabó el dinero del boleto de regreso que el diario le envió (entre otras cosas, “recogió botellas, revistas y periódicos viejos y los cambió por algunos francos”, cantó rancheras a dúo en un club nocturno y “llegó el día en que tuvo que pedir un franco en el metro”). No obstante, pese a las penurias y a las deudas de la rentada buhardilla en el séptimo piso del astroso Hotel de Flandre, en la Rue Cujas del Barrio Latino, Gabriel García Márquez (que a fines de 1956 dejó la estrecha buhardilla y se fue “a la Rue d’Assas, donde compartió una <i>chambre de bonne</i> [cuarto de criada] con Tachia Quintana”, una vasca que sobrevivía de actriz de teatro y empleada doméstica), no dejó de teclear por las noches (hasta el amanecer) en la máquina portátil roja que alguna vez Plinio le vendió por 40 dólares, y entre mediados de 1956 y enero de 1957 concluyó su segundo libro, mismo que escribió nueve veces: <b>El coronel no tiene quien le escriba</b> (Aguirre Editor, Medellín, 1961), que muchos años después, en 1999, conocería una homónima, libre y somnífera adaptación fílmica, rodada en locaciones de Chacaltianguis, pueblo a orillas del río Papaloapan, Veracruz, con guión de Paz Alicia Garciadiego y la dirección de Arturo Ripstein. </span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrysIfEkifAQz22La0_rREYIDNyjphIxsYC_RZ3BD3FUkpwnF197PY5pdiJEKrBHg0DUFvRQdhi547mbXPoOdeHRIBM7vDlcN3ecJIQezrDZz_ioUH87LwlYY9oJLYD-dGCChJIFRc8xU/s1600/Gabriel+Garci%CC%81a+Ma%CC%81rquez+(19).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrysIfEkifAQz22La0_rREYIDNyjphIxsYC_RZ3BD3FUkpwnF197PY5pdiJEKrBHg0DUFvRQdhi547mbXPoOdeHRIBM7vDlcN3ecJIQezrDZz_ioUH87LwlYY9oJLYD-dGCChJIFRc8xU/s640/Gabriel+Garci%CC%81a+Ma%CC%81rquez+(19).jpg" width="472" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">El joven periodista Gabriel García Márquez</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> </span></div><div style="text-indent: 14.2px;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> En el verano de 1957 los amigos viajan por Alemania Oriental y luego por la URSS (Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas), recorridos recordados en forma muy parcial y resumida por el autor, donde según éste pierden la “inocencia respecto del mundo socialista”, pese a que <i>Gabo</i> en el otoño de 1955 ya la había perdido al viajar por Polonia y Checoslovaquia, a lo que se añade la circunstancia de que al retornar del tal viaje por la URSS, ambos se separaron en Kiev y García Márquez vive quince días en Hungría, donde aún eran visibles los vestigios del levantamiento húngaro y de la invasión rusa de octubre de 1956. <i>Gabo</i>, además, daría constancia de tal experiencia en la serie de diez reportajes (“90 días en la Cortina de Hierro”) que escribió en 1957 al regresar a París; y pese a que ese mismo año se los envió a su colega <em>Ulises</em> (Eduardo Zalamea Borda) para que los publicara en el resurgido <b>El Independiente</b>, sólo los pudo dar a conocer en la revista <b>Cromos</b>, de Bogotá, entre julio y septiembre de 1959. </span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">A fines de 1957, Plinio, quien ya estaba en Caracas, Venezuela, recién nombrado jefe de redacción de la revista <b>Momento</b>, celebra las virtudes periodísticas de García Márquez y gracias a la locura del loco MacGregor, el dueño, éste le paga a <i>Gabo</i> el boleto de avión de Londres a Caracas, lo cual, sin que el par de amigos pudieran preverlo, los hizo vivir, de cerca y como periodistas, la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez, ocurrida entre el primero y el 23 de enero de 1958.</span></div><div style="text-indent: 14.2px;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqUaWGtBJrliLty1iJQOPlxSNI6unwieoerCkfY9uT9sbM1-mIVRJQLoBNitLzl5lvTS9lxf0yfXAHd7opBVYXeAyHuMdYplAm4VdASoOIOPOcR2UtZ1Z6HQy-5blg5ZRF376t0z0g6Sg/s1600/Gabo+y+Plinio+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="462" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqUaWGtBJrliLty1iJQOPlxSNI6unwieoerCkfY9uT9sbM1-mIVRJQLoBNitLzl5lvTS9lxf0yfXAHd7opBVYXeAyHuMdYplAm4VdASoOIOPOcR2UtZ1Z6HQy-5blg5ZRF376t0z0g6Sg/s640/Gabo+y+Plinio+(2).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Gabriel García Márquez y Plinio Apuleyo Mendoza<br />(París, 1981)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Como periodistas, primero en Caracas y luego en La Habana, en enero de 1959 los dos participan en la efervescencia que suscita la recién estrenada Revolución Cubana. Poco después, en Bogotá, con Plinio a la cabeza, a ambos les toca organizar la corresponsalía de Prensa Latina, sucursal de la agencia noticiosa de Cuba, entonces dirigida desde La Habana por el argentino Jorge Ricardo Masetti. Según se sabe y confirma el autor, su paso por Prensa Latina implica uno de los episodios más controvertidos vividos por el par, pues fueron testigos (y chivos expiatorios) de cómo la elemental ortodoxia y el ciego sectarismo de la burocracia comunista prosoviética se apoderó de Prensa Latina, lo que propició la renuncia del <i>dúo dinámico</i>, cuando ya <i>Gabo</i>, desde inicios de 1961 estaba en Nueva York como corresponsal de la agencia cubana (allí lo alcanzó Plinio), enfrentando una serie de amenazas telefónicas que incluían a su mujer Mercedes Barcha y al pequeño Rodrigo, hijo de los dos, quien había nacido en Bogotá, el 24 de agosto de 1959, apadrinado por Plinio y bautizado por Camilo Torres, el cura, amigo de <i>Gabo</i> desde la época en que fueron estudiantes de Derecho en 1947, año en que Luis Villar Borda y Camilo Torres le publicaron a García Márquez dos poemas en el suplemento estudiantil <b>La Vida Universitaria</b>, editado en el periódico <b>La Razón</b>; pero luego, anota Dasso Saldívar en <b>El viaje a la semilla</b>, Camilo Torres “abandonó el primer curso de derecho y se fue al Seminario Mayor de Bogotá”. Y en 1964 (siendo el prominente sociólogo graduado en 1958 en la Universidad de Lovaina, Bélgica, fundador de la Facultad de Sociología, en Bogotá, el año que bautizó al bebé Rodrigo) Camilo Torres se convirtió en un militante del Ejército de Liberación Nacional, lo cual lo haría morir en su papel de guerrillero durante su primer enfrentamiento con el ejército colombiano (el 15 de febrero de 1966 en Patio Cemento, Santander) cuando apenas tenía cuatro meses de empuñar las armas.</span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh03ERGkoow3ckHyvmdK-P0lrpVmxLBoHW-jlmtd2qAonJ74q44hJTWWtaAdWFCULqZKqSHxAQFU1qBa_zAs_52QyPsXG0Y1gdWbg85c6Lz59i6UN1Jd6XVjFNIzov-uKsthH0CzyHcjpA/s1600/Camilo+Torres+(1).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh03ERGkoow3ckHyvmdK-P0lrpVmxLBoHW-jlmtd2qAonJ74q44hJTWWtaAdWFCULqZKqSHxAQFU1qBa_zAs_52QyPsXG0Y1gdWbg85c6Lz59i6UN1Jd6XVjFNIzov-uKsthH0CzyHcjpA/s400/Camilo+Torres+(1).jpg" width="310" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">El sacerdote Camilo Torres</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjo1lEVefECOnKzuaOUPSVOIVXRS_rvdBYpEFdkTWIHn8qajfwQ25gjWOogbvn8cb3-XCuvm1Gkx1kHRGWvN-q74Gj3gKf9qhurbJgJpdexm3XiXjKGP6JtLEGoLIkvyF_8s1jDUccsBeQ/s1600/Camilo+Torres+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjo1lEVefECOnKzuaOUPSVOIVXRS_rvdBYpEFdkTWIHn8qajfwQ25gjWOogbvn8cb3-XCuvm1Gkx1kHRGWvN-q74Gj3gKf9qhurbJgJpdexm3XiXjKGP6JtLEGoLIkvyF_8s1jDUccsBeQ/s400/Camilo+Torres+(2).jpg" width="256" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">El guerrillero Camilo Torres</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjozymWUIbFzb_cOPT3jTNf6LA_smeWoaNH4txWN7l-fGw64R265AHDCFy3uamRsoFjV5tPKFq8zy9M1qAmpqrbPgODAbjyKXLnMbQEqGqv9KeltyWFtMnmjCaMaj0UnDcOP3afTcZbz4s/s1600/Gabriel+Garci%CC%81a+Ma%CC%81rquez+y+Fidel+Castro+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="305" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjozymWUIbFzb_cOPT3jTNf6LA_smeWoaNH4txWN7l-fGw64R265AHDCFy3uamRsoFjV5tPKFq8zy9M1qAmpqrbPgODAbjyKXLnMbQEqGqv9KeltyWFtMnmjCaMaj0UnDcOP3afTcZbz4s/s400/Gabriel+Garci%CC%81a+Ma%CC%81rquez+y+Fidel+Castro+(2).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Fidel Castro y Gabriel García Márquez</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> Además de las razonables críticas que hace Plinio Apuleyo Mendoza a la Revolución Cubana, al dictador Fidel Castro, a los comunistas del partido y a los pseudocomunistas antropófagos de café, tal vertiente se entronca con otro hecho ocurrido en 1971, en París, cuando Plinio, gracias a las recomendaciones de <i>Gabo</i> —quien vivía en Barcelona y escribía <b>El otoño del patriarca</b> (Plaza & Janés, Barcelona, 1975)—, recién estaba a cargo de la coordinación de la revista latinoamericana <b>Libre</b> (aún en gestación y que sólo duraría hasta 1973), dirigida por Juan Goytisolo y financiada <i>la Patiño</i> (Albina du Boisrouvray), célebre productora de cine y heredera de un imperio minero boliviano, quien además “había realizado para el <b>Nouvel Observateur</b> un reportaje en Bolivia con motivo de la muerte del Che Guevara” (fue ejecutado el 9 de octubre de 1967). Según Plinio, <b>Libre</b>, con un directorio de plumas de primer nivel en América Latina y Europa, estaba “destinada a agrupar a todos los escritores en lengua castellana”, y “daría voz a la izquierda amordazada del mundo hispano”. Pero los problemas empezaron, dice, cuando en reuniones previas Julio Cortázar anteponía reparos, como exigir “una declaración política en la que explícitamente se diera respaldo a la Revolución Cubana”. Lo cual se agudizó, escribe Plinio, cuando el célebre “caso Padilla” les estalló “en las manos como una granada antes de que apareciera el primer número de <b>Libre</b>, dividiendo para siempre en dos bandos a los escritores de lengua castellana”. </span><br />
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Ante tal controversia que también polariza la ideología de los dos amigos, destaca el hecho de que pese a ello (y a la distancia y a ciertos legendarios y oscuros equívocos) nunca han dejado de ser los grandes cuates, y que el reconocimiento que Plinio le rinde a <i>Gabo</i> implica mencionar las múltiples veces en que la amistad de García Márquez con Fidel Castro y su filiación por la Revolución Cubana, le ha servido al Premio Nobel de Literatura para auxiliar y rescatar de las mazmorras cubanas a escritores y a otras personas caídas en desgracia. </span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgs-gxdLrOVU-FkSPz7U5teOxcR80u1RQGq1sD9vA8gJ9CPnkScXxUsgUvjt2oQyHzBodSj4_RWDGJ7Xx339QxCQ4PhpsrFrjO_9mv5g-Wj3jfxsKufin28Zkaa1m5Zy-RIZVX9iXW_J9o/s1600/Julio+Corta%CC%81zar+(6).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="459" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgs-gxdLrOVU-FkSPz7U5teOxcR80u1RQGq1sD9vA8gJ9CPnkScXxUsgUvjt2oQyHzBodSj4_RWDGJ7Xx339QxCQ4PhpsrFrjO_9mv5g-Wj3jfxsKufin28Zkaa1m5Zy-RIZVX9iXW_J9o/s640/Julio+Corta%CC%81zar+(6).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Julio Cortázar</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Pero Julio Cortázar, pese a la estima que suscitaba en Plinio, más de una vez es cuestionado y no sale sin un chichón en el trazo que hace de él: “Salvo en el humor y en la cortante ironía porteña que fulguraban a veces sus palabras, Cortázar no se parecía a Horacio Oliveira, el personaje central de <b>Rayuela</b>. Astrológicamente Oliveira tiene toda la pinta satánica, amarga y tierna de un escorpión, mientras que Julio, ordenado, ingenuo, sensitivo, con su vida, pese a todo, puesta como una camisa bien planchada en el ropero, con una prodigiosa capacidad de acumulación de conocimientos diversos y una fina aptitud hacia la especulación intelectual era un auténtico virgo. Un virgo fascinante por el que uno tenía sin remedio mucho afecto. Pero en política, por Dios, era como un <i>boyscout</i> confiado y limpio, con su silbato y su bastón, internándose sin saberlo, atrevidamente, en los parajes en donde reina Maquiavelo.”</span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgngXK-tCacHB_I-r7RitSsZz2KsO5L_ds8uAHAwyIax-0b-s3XwTgFDMfuIPc1cnADO-u7zaH49GnlYsGCm_DqHK71GsIsNXB_arPkrNoAmKDLxB55AXrNCK2B3dqDxRqTAqMXZQxWdj8/s1600/Plinio+Apuleyo+Mendoza+(3).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgngXK-tCacHB_I-r7RitSsZz2KsO5L_ds8uAHAwyIax-0b-s3XwTgFDMfuIPc1cnADO-u7zaH49GnlYsGCm_DqHK71GsIsNXB_arPkrNoAmKDLxB55AXrNCK2B3dqDxRqTAqMXZQxWdj8/s640/Plinio+Apuleyo+Mendoza+(3).jpg" width="434" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Plinio Apuleyo Mendoza hojeando su libro<br /><i style="font-weight: bold;">Gabo. Cartas y recuerdos</i> (Ediciones B, Barcelona, 2013)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> Como el lector supondrá, muchos detalles, intríngulis, pasajes y anécdotas no están reseñados en la presente nota, como lo vivido por Plinio con Marvel Moreno, su hermosa ex esposa, ya fallecida, quien mucho antes de ser escritora, fue reina del carnaval en Barranquilla, Colombia, con la que tuvo dos hijas y con quienes vivió en “una vieja casa de piedra en un pueblo de Mallorca, Deyá, con un fantasma en el desván y un limonero en el traspatio”. Mientras Plinio y Marvel escribían, sus hijas, “muy pequeñas, iban a su escuelita a través de un paisaje de cuento de hadas hasta un torrente que bajaba rápido de la montaña y corría entre casas y jardines por la parte baja del pueblo”. </span><br />
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Cabe observar, para concluir, que <b>Aquellos tiempos con Gabo</b> carece de una iconografía que lo hubiera hecho más atractivo y memorable.</span><br />
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: x-small;"><div><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: x-small;"><br /></span></div>Plinio Apuleyo Mendoza, <b>Aquellos tiempos con Gabo</b>. Plaza & Janés Editores. Barcelona, 2000. 224 pp. </span><br />
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: x-small;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: x-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: right;">
<br /></div>
<span><div style="text-align: center;"><b style="color: #bf9000; font-family: georgia;">*********</b></div></span><div style="text-align: center;"><br /></div>
<div style="min-height: 15px;"><a href="https://www.youtube.com/watch?v=8qHCc2tn9Qg"><span style="font-family: georgia;">Documental sobre la época en que Gabo escribió, en París, El coronel no tiene quien le escriba (1961).</span></a><br /></div>
<div style="min-height: 15px;">
<span><br /><a href="https://www.youtube.com/watch?v=dDCz8iiNLAQ"><span style="font-family: georgia;">Discurso que Gabriel García Márquez dijo el 8 de diciembre de 1982 al recibir el Premio Nobel de Literatura.</span></a><br /></span></div>
<div style="font-family: "Courier New"; font-size: 12px; min-height: 14px;">
<br /></div><div style="min-height: 14px;"><a href="https://www.youtube.com/watch?v=XzalU5FH9nM"><span style="font-family: georgia;">Ceremonia de entrega del Premio Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez.</span></a><br /></div>
</div>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-11533585292035056072024-03-08T01:09:00.000-08:002024-03-08T01:09:58.451-08:00Historias de mujeres<br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span style="color: #cc0000; font-size: large;">Entre evanescentes costillas</span></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">En <b>Historias de mujeres</b>, cuya primera edición en Alfaguara data de noviembre de 1995, la española Rosa Montero (Madrid, enero 5 de 1951), periodista y narradora, ha reunido una serie de esbozos biográficos o retratos de mujeres, previamente publicados por entregas en <b>El País Semanal</b>, revista de <b>El País</b>, periódico de España que circula en la Ciudad de México y en algunos puntos de la provincia mexicana, como es el caso de Xalapa, capital del estado de Veracruz. Si la revista limitó la extensión de sus escritos, en el libro fueron ampliados, pero la iconografía, rica y a color en las primeras versiones, se constriñó, en blanco y negro, a una página por texto. </span><div><span style="font-family: georgia, times new roman, serif;"><br /></span>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbGVdX04Xw6LU_R1iU1xIKx_Kj-A8QFI7kZPUwPgLnO060yCdD0kLGfg2Vw0A5Tm2qSGvpy9poxtnM1l0g4Z4Oyj5_cNIbIoimkNClOlBWdQbsDXjsG6wi_eLyfjY1ZOAJJrH5tg6Ixpk/s1600/Historias+de+mujeres+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbGVdX04Xw6LU_R1iU1xIKx_Kj-A8QFI7kZPUwPgLnO060yCdD0kLGfg2Vw0A5Tm2qSGvpy9poxtnM1l0g4Z4Oyj5_cNIbIoimkNClOlBWdQbsDXjsG6wi_eLyfjY1ZOAJJrH5tg6Ixpk/s640/Historias+de+mujeres+(2).jpg" width="398" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">(Alfaguara, </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small; text-align: start;">5ª ed.</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">, Madrid, 1996)</span></span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMFXo4A3FSa3i_ap9SbyL0biFcR1DfE7WwEaqgVgS3SuIjfYsQbcVwwsIEmkMHGQ2vjyd8XOkYu5Re79R779I0sgQ7YJ4_d3sfHwE2z_lFiKqIQdVnrKc2BShRS-5EwHN_0htazAw5f1E/s1600/Rosa+Montero+(4).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMFXo4A3FSa3i_ap9SbyL0biFcR1DfE7WwEaqgVgS3SuIjfYsQbcVwwsIEmkMHGQ2vjyd8XOkYu5Re79R779I0sgQ7YJ4_d3sfHwE2z_lFiKqIQdVnrKc2BShRS-5EwHN_0htazAw5f1E/s640/Rosa+Montero+(4).jpg" width="358" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Rosa Montero</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Enmarcados por un prólogo y un epílogo, Rosa Montero, con afán sintético, boceta en 15 ensayos la vida y obra de Agatha Christie, Mary Wollstonecraft, Zenobia Camprubí, Simone de Beauvoir, Lady Ottoline Morrell, Alma Mahler, María Lejárraga, Laura Riding, George Sand, Isabelle Eberhardt, Frida Kahlo, Aurora y Hildegart Rodríguez, Margaret Mead, Camille Claudel, y las hermanas Brontë. Si en todas estas historias se da por supuesto que hay un trasfondo de documentada investigación (de ahí la bibliografía al pie de cada texto, entre los párrafos e incluso al pie del prólogo), también es cierto que a través de los sesgos subjetivos de la autora sus bocetos se leen como cuentos, sin duda aderezados con buenas dosis de leyenda, chisme y mitificación, pero sobre todo por su amenidad para matizar y narrar. Por ejemplo, de Margaret Mead (1901-1978), controvertida antropóloga que revolucionó su especialidad, dice: “Desde que en 1960 se rompiera una pierna, Margaret llevaba siempre consigo una larga horquilla de castaño. Viéndola en las fotos de esa época, redonda y pigmea hasta lo inverosímil y blandiendo su primitiva vara, la antropóloga parece un personaje de cuento de hadas: un gnomo, una bruja gruñona pero bondadosa, una hechicera arcaica. Una criatura no del todo humana, en cualquier caso, a medio camino entre el chiste y la leyenda.” De María Lejárraga (1874-1974), otro ejemplo, que fue la fiel y cornuda esposa de un famoso dramaturgo español de principios del siglo XX y a quien ella le escribía los libretos, ensayos y artículos que él firmaba y explotaba, apunta: “A los veintitrés años se echó su primero y último novio: Gregorio Martínez Sierra, el hijo de un vecino, un renacuajo de diecisiete años raquítico y tuberculoso (cinco de sus hermanos murieron del bacilo), un chico feísimo, él sí, cabezón, sin barbilla, las orejas desparramadas y todo el aspecto de un ratón. Pero le gustaba el teatro, y escribir poemas, y la literatura.”</span></div><div><span style="font-family: georgia, times new roman, serif;"><br /></span>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaq3qBH1ZmA_asfqDuHtSvwU0aROxai2BSBojMuqEngiWDHFutcdt9oinMo2Pg7ryAmivt9vBra_UVgpryM_36hp4e3VTeQWGmwOE8RMLXjYC8CJ8HHooc2TPaeWbSlVzqV_4VSCPmrCE/s1600/Margaret+Mead+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="321" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaq3qBH1ZmA_asfqDuHtSvwU0aROxai2BSBojMuqEngiWDHFutcdt9oinMo2Pg7ryAmivt9vBra_UVgpryM_36hp4e3VTeQWGmwOE8RMLXjYC8CJ8HHooc2TPaeWbSlVzqV_4VSCPmrCE/s640/Margaret+Mead+(2).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Margaret Mead</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiy9wzf4NkVgzFh89GV6tZnYjMKMUYfVxxlD_pJ4MEtSApBliZ-QL52y_9XvrjuwT5-Lj3UveVPVXaP62bMY8MOFqiHQj8rb-kadhoi6GwH_VfwO85FjDIwtTCSI_caszLSXsoF2OUmJQA/s1600/Mari%CC%81a+Leja%CC%81rraga+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiy9wzf4NkVgzFh89GV6tZnYjMKMUYfVxxlD_pJ4MEtSApBliZ-QL52y_9XvrjuwT5-Lj3UveVPVXaP62bMY8MOFqiHQj8rb-kadhoi6GwH_VfwO85FjDIwtTCSI_caszLSXsoF2OUmJQA/s640/Mari%CC%81a+Leja%CC%81rraga+(2).jpg" width="275" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">María Lejárraga</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Pero también Rosa Montero, de manera intextricable, vierte una serie de datos y reflexiones de índole feminista (antifalocéntricas, pero no androfóbicas), un conjunto de bosquejos históricos y reivindicatorios de la situación y del papel de la mujer a través del tiempo y de la historia, a lo que se añade una serie de personales puntualizaciones que dan indicios de sus perspectivas e idiosincrasia. Por ejemplo, en un momento dice: “¿Quién podría hoy creer, en su sano juicio, que la literatura sirva para salvar el mundo, o siquiera que el mundo pueda ser susceptible de ser salvado de ningún modo?” O en otro: “el amor, en cualquier caso, consiste en cegarse ante el engaño y en ver al otro no como en realidad es, sino como dice ser, en su representación (igual que una actriz, igual que un actor) del papel que le adjudican nuestros deseos.” Esto ocurre en el prólogo y en el epílogo, en los textos donde habla de mujeres destacadas capaces de ser ellas mismas y contra viento y marea, como son los polémicos y legendarios casos de Agatha Christie, Simone de Beauvoir, George Sand, Margaret Mead, Frida Kahlo y Mary Wollstonecraft. </span></div><div><span style="font-family: georgia, times new roman, serif;"><br /></span>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuAdvFM0VKHO-sYAPjV1MixMUwl8YNZaNcHVViC2HOEw9fFIF7631Xbdb5Xgw2gPkY4DCH79WV9Dczq6pAEed2DGMVIb1_gPzcVqnx3Z66mvRCGebeHDjXH2JDudeVqJSmB483i_YnJEA/s1600/Agatha+Christie+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="499" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuAdvFM0VKHO-sYAPjV1MixMUwl8YNZaNcHVViC2HOEw9fFIF7631Xbdb5Xgw2gPkY4DCH79WV9Dczq6pAEed2DGMVIb1_gPzcVqnx3Z66mvRCGebeHDjXH2JDudeVqJSmB483i_YnJEA/s640/Agatha+Christie+(2).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Agatha Christie</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1gL2sOvK3ABlQ63_5rIoQnzJif5d4UBMEMNgww42_I6oV029yu0ASSOcc2h0P1kTVIE9ckpCugozt7rhcfWlR3gz5J-IsfID7hQW1Ego1VjZ7fNDrOXS-j2FdPVGEgmd58TkvFrfmiJU/s1600/Simone+de+Beauvoir,+fotografi%CC%81a+de+Gisele+Freund.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="416" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1gL2sOvK3ABlQ63_5rIoQnzJif5d4UBMEMNgww42_I6oV029yu0ASSOcc2h0P1kTVIE9ckpCugozt7rhcfWlR3gz5J-IsfID7hQW1Ego1VjZ7fNDrOXS-j2FdPVGEgmd58TkvFrfmiJU/s640/Simone+de+Beauvoir,+fotografi%CC%81a+de+Gisele+Freund.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Simone de Beauvoir</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUIIFyEWtY3WysskC6wARYjVfJ-XK-YgiyICYsiR22qfdb2w6JKVgnMhVlDujCi3GQisTFKy77CVY0H8kwk8ky6HJp1_ynDHRondgfDlN2I6BgP0H7P27Tcq_bEmwGP8kvBbELLLTZhe4/s1600/George+Sand+(3).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUIIFyEWtY3WysskC6wARYjVfJ-XK-YgiyICYsiR22qfdb2w6JKVgnMhVlDujCi3GQisTFKy77CVY0H8kwk8ky6HJp1_ynDHRondgfDlN2I6BgP0H7P27Tcq_bEmwGP8kvBbELLLTZhe4/s640/George+Sand+(3).jpg" width="416" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">George Sand</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRhBYD2y9JbJFEONJyBnVW1qMfCoAfzd1nMgtXRLTTTh8bLSH0K2vQhLcGyOg_ZePRLqoli7UKgrjkto2qirtWAUUZbTvct9rJiLB0E_DI9LdhK6pRm_1ncaJHNQikKOuGHkol1z610jM/s1600/Frida+con+esfera+(1938),+fotografi%CC%81a+de+Manuel+A%CC%81lvarez+Bravo.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRhBYD2y9JbJFEONJyBnVW1qMfCoAfzd1nMgtXRLTTTh8bLSH0K2vQhLcGyOg_ZePRLqoli7UKgrjkto2qirtWAUUZbTvct9rJiLB0E_DI9LdhK6pRm_1ncaJHNQikKOuGHkol1z610jM/s640/Frida+con+esfera+(1938),+fotografi%CC%81a+de+Manuel+A%CC%81lvarez+Bravo.jpg" width="480" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Frida Kahlo</span><br />
<span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Foto: Manuel Álvarez Bravo</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOzmUgDFxBsJHjxirFxCDbFCieqp8tfvN3cI3HFETD8pkMH0h7MtntCFBRu2yoljBS4fcomc_U85caAFSzoKqsFqARWCoMH7C0YJHZhyfA_8dfj1r8AVeu2TO3pKotrYNHmhyphenhyphenGJuKZ62c/s1600/Mary+Wollstonecraf+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOzmUgDFxBsJHjxirFxCDbFCieqp8tfvN3cI3HFETD8pkMH0h7MtntCFBRu2yoljBS4fcomc_U85caAFSzoKqsFqARWCoMH7C0YJHZhyfA_8dfj1r8AVeu2TO3pKotrYNHmhyphenhyphenGJuKZ62c/s640/Mary+Wollstonecraf+(2).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Mary Wollstonecraft</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBJPIbAIETje23lPIeIHIiD76vCRm5oTdAG9dKiqmgAVnFH9sWWlSwThoc-pzJarxYqQ0tnDsi72XIpmA4XaXqUuHy7HApQYjTgHWguak6ZEQEoAw7IF_Tv9uz9TyrMSzi04VcNUfOdng/s1600/Isabelle+Eberhardt+(3).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBJPIbAIETje23lPIeIHIiD76vCRm5oTdAG9dKiqmgAVnFH9sWWlSwThoc-pzJarxYqQ0tnDsi72XIpmA4XaXqUuHy7HApQYjTgHWguak6ZEQEoAw7IF_Tv9uz9TyrMSzi04VcNUfOdng/s640/Isabelle+Eberhardt+(3).jpg" width="410" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Isabelle Eberhardt</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCkS3ogPjmKeezBjdoZuOi4XJW6ysjKcllrpdimeqGQ4zPOZa_boHPcPWR9ZRIfHielkEe_ALX_znUKENd1FtxEV7fQ_bHk1rg1DI5lWTois6fK4g789pXwiPFoS32atYA0Xe3jwiCzPM/s1600/Zenobia+Camprubi%CC%81+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCkS3ogPjmKeezBjdoZuOi4XJW6ysjKcllrpdimeqGQ4zPOZa_boHPcPWR9ZRIfHielkEe_ALX_znUKENd1FtxEV7fQ_bHk1rg1DI5lWTois6fK4g789pXwiPFoS32atYA0Xe3jwiCzPM/s640/Zenobia+Camprubi%CC%81+(2).jpg" width="408" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Zenobia Campubrí</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGyfoUdsvYGeSzOKxP3LLng96nL6eyaG7XlNUV9xBiRdOkW0sry32t0Q5Oc5zcagduHN-QtoXn7mx71qiMXMU7qA7xrQSF8hcaFHJ_0PwPYfAL05O58USwiRjyGJalLe4SJ2yeCQD3OXI/s1600/Zenobia+Camprubi%CC%81+(3).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGyfoUdsvYGeSzOKxP3LLng96nL6eyaG7XlNUV9xBiRdOkW0sry32t0Q5Oc5zcagduHN-QtoXn7mx71qiMXMU7qA7xrQSF8hcaFHJ_0PwPYfAL05O58USwiRjyGJalLe4SJ2yeCQD3OXI/s640/Zenobia+Camprubi%CC%81+(3).jpg" width="452" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Zenobia Campubrí y Juan Ramón Jiménez</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjipSXb2uRtisdh76VxGgrm8Bse0bgYi8Oj0Ij2FUYVHdsl_A5YPLgzIoIGv9B2-iwJO4qAceUki2VRI4S82FXZwUkN6ASAWm1QgG3av9fkrBDOrhd6ugxir2lGNVqZLcPLU34weeCPUAU/s1600/Laura+Riding+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjipSXb2uRtisdh76VxGgrm8Bse0bgYi8Oj0Ij2FUYVHdsl_A5YPLgzIoIGv9B2-iwJO4qAceUki2VRI4S82FXZwUkN6ASAWm1QgG3av9fkrBDOrhd6ugxir2lGNVqZLcPLU34weeCPUAU/s400/Laura+Riding+(2).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Laura Riding</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHHKjumMZtveAF1A6PvzNCyoq2vz4O-2i8WMruBRA69qP9mjxXABVgGyjPRhHkYmcOdZfk335C8gBmQU4xyW2G8qCRAcE4t35615WB1nItslo5TLf8GSiCx_4d9-k_aXonPxeorEP2hkw/s1600/Camille+Claudel+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHHKjumMZtveAF1A6PvzNCyoq2vz4O-2i8WMruBRA69qP9mjxXABVgGyjPRhHkYmcOdZfk335C8gBmQU4xyW2G8qCRAcE4t35615WB1nItslo5TLf8GSiCx_4d9-k_aXonPxeorEP2hkw/s640/Camille+Claudel+(2).jpg" width="450" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Camille Claudell</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8X3VRdLUdwnzMERoTRQ_4i5SMptmFqjkRMEk076hiKDdEEto07KCKBoxMvoTP1eslWJBOhovQj1qo3cc8L9pOJHPnOD1Kw6lm8_PV9yLq3K9nLQ55fseoUCvNndht0k0CnHzUkL9Nc5Y/s1600/Lady+Ottoline+Morrell+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="468" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8X3VRdLUdwnzMERoTRQ_4i5SMptmFqjkRMEk076hiKDdEEto07KCKBoxMvoTP1eslWJBOhovQj1qo3cc8L9pOJHPnOD1Kw6lm8_PV9yLq3K9nLQ55fseoUCvNndht0k0CnHzUkL9Nc5Y/s640/Lady+Ottoline+Morrell+(2).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Lady Ottoline Morrell</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvEzxf1JRkf16m4lVOjVNeUQuj9fhhA1J75N9xVbHMsK2vSmJINkRMA9qUK5gHha_MlcUoV7nHHTky6wN0xWpirg8Ccnx4tUK5KMop4X63CNpiihhIWDg0BQBpTotWU9tuj0idaEOVFQg/s1600/Emily+Bronte%CC%88+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvEzxf1JRkf16m4lVOjVNeUQuj9fhhA1J75N9xVbHMsK2vSmJINkRMA9qUK5gHha_MlcUoV7nHHTky6wN0xWpirg8Ccnx4tUK5KMop4X63CNpiihhIWDg0BQBpTotWU9tuj0idaEOVFQg/s640/Emily+Bronte%CC%88+(2).jpg" width="406" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Emily Brontë</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihyphenhyphen4M9aLJo1pZBx7NMSWf9CnbD3zu0F-GXsLs4rLBdoFtPW34rJKXxf6tVD-sT1TN2x6e_uI9jryNIXp3Iqz-WFclKNupwrsOHQPLSkCBb53DmM8qP5VSi-QhSHPHlpAsO54YK2nZa9pw/s1600/Emily+Bronte%CC%88+(3).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihyphenhyphen4M9aLJo1pZBx7NMSWf9CnbD3zu0F-GXsLs4rLBdoFtPW34rJKXxf6tVD-sT1TN2x6e_uI9jryNIXp3Iqz-WFclKNupwrsOHQPLSkCBb53DmM8qP5VSi-QhSHPHlpAsO54YK2nZa9pw/s640/Emily+Bronte%CC%88+(3).jpg" width="540" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Las hermanas Brontë</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRwZKpjq3nsInJsOfZFlvngmcezzzFodykxbQoGyYrtbRHBcUHIBNzJSqmLLFWnitRfSfMtLJk1g9epHbP8j0ponbov8qt12DTnEBGuPlhQpOtO6wAp4PG6jR7wtPbW8O4r6BU9LuJWDk/s1600/Alma+Mahler+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRwZKpjq3nsInJsOfZFlvngmcezzzFodykxbQoGyYrtbRHBcUHIBNzJSqmLLFWnitRfSfMtLJk1g9epHbP8j0ponbov8qt12DTnEBGuPlhQpOtO6wAp4PG6jR7wtPbW8O4r6BU9LuJWDk/s640/Alma+Mahler+(2).jpg" width="572" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Alma Mahler</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span></div><div style="text-indent: 14.2px;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Y desde luego, en los casos de las singulares mujeres cuyos destinos resultaron truncos, dolorosos y trágicos; tal es caso de la citada María Lejárraga; el de Isabelle Eberhardt (1877-1904), políglota de ascendencia rusa, incipiente escritora, musulmana conversa en busca de su fanático martirio, de equívocas y oscuras actividades en el norte de África, muerta en la miseria y con el cuerpo roído por la sífilis y el paludismo; el de Zenobia Camprubí (1887-1956), la mujer y musa de Juan Ramón Jiménez (1881-1958), capaz de anularse a sí misma con tal de cumplir con las manías, caprichos y mezquindades de su dueño y señor; el de Frida Kahlo (1907-1954), sorprendida en 1918 por “un golpe en el pie derecho que le causa una atrofia ligera” y por la polio que la arroja a la cama durante nueve meses, y más tarde por el legendario accidente de 1925 y su larga, torturante y complicada secuela; el de Mary Wollstonecraft (1759-1797), narradora, demócrata, liberal y feminista enfrentada a las discriminaciones y miserias antepuestas por los atavismos sociales y machistas de su tiempo, quien antes de morir dio a luz a Mary Shelley (1797-1851), la famosa autora de <b>Frankenstein</b> (1816); el de Hidelgart Rodríguez (1915-1933), niña prodigio educada y asesinada de tres balazos por Aurora (1880-1955), su megalomaniaca y posesiva madre, cuyo patético declive, en la cárcel y en el manicomio (donde estuvo entre 1935 hasta su muerte), la autora también bosqueja; el de Laura Riding (1901-1991), cuyo delirio de bruja y sibila sedujo y arrastró a una cohorte de diocesillos bajunos (“escritores, pintores, fotógrafos”), entre ellos Robert Graves (1895-1985), quien le sirvió de perro y fiel lacayo en la legendaria casita de Deyá, en la isla de Mallorca (“le llevaba todos los días el desayuno a la cama, le liaba los cigarrillos, le hacía los recados, la inundaba de regalos”), pero a la que no obstante le dedicó <b>La Diosa Blanca</b> (1948), dizque inspirado en ella, diciendo en el epílogo: “Ningún poeta adquiere conciencia de la Musa sino por medio de su experiencia con una mujer en la que la Diosa reside hasta cierto punto”; el de Camille Claudel (1864-1943), hermana de Paul Claudel (1868-1955), siempre a la sombra de Auguste Rodin (1840-1917), confinada a la pobreza, a la pérdida y dispersión de su obra escultórica, a la falta de reconocimiento, al olvido y al manicomio durante 30 años, donde murió; el de Lady Ottoline Morrell (1873-1937), anacrónica y dieciochesca mecenas cercana no sólo al grupo de Bloomsbury, mal entendida y despreciada por sus agraciados y coterráneos, pese a la devoción de Bertrand Russell (“fue fundamental para la vida y obra del premio Nobel”), quien terminó solitaria, con su fortuna extinguida, y el rostro desfigurado tras una torpe operación de un cáncer en la cara que le descubrieron a los 55 años; el de Emily Brontë (1817-1848) y su novela <b>Cumbres borrascosas</b> (1847), destinada, por los siglos de los siglos, a atrer mil y un lectores de todos los calibres e idiomas, y por extensión a la lectura y relectura de la vida, obra y avatares de los miembros de su familia; el de Alma Mahler (1879-1964), que se negó por siempre jamás como pianista y compositora ante las obtusas exigencias de Gustav Mahler (1860-1911), su marido durante una década (de 1901 hasta la muerte de éste): “...¿Cómo te imaginas la vida matrimonial de un hombre y una mujer que son los dos compositores?”, le pregunta Gustav Mahler en el fragmentario fragmento de una carta de antología que contiene una serie de risibles y obsolescentes “razones” que Rosa Montero, con exultante espíritu crítico y deportivo, discute y combate una y otra vez a lo largo del libro: “¿Tienes alguna idea de lo ridícula y, con el tiempo, lo degradante que llegaría a ser inevitablemente para nosotros dos una relación tan competitiva como ésa? ¿Qué va a ocurrir si, justo cuando te llega la inspiración, te ves obligada a atender la casa o cualquier quehacer que se presentara, dado que, como tú has escrito, quisieras evitarme las menudencias de la vida cotidiana? ¿Significaría la destrucción de tu vida [...] si tuvieras que renunciar a <i>tu</i> música por completo a cambio de poseerme y de ser mía? [...] Tú no debes tener más que una sola profesión: la de hacerme feliz. Tienes que renunciar a todo eso que es superficial (todo lo que concierne a tu <i>personalidad</i> y tu <i>trabajo</i>). Debes entregarte a mí sin condiciones, debes someter tu vida futura en todos sus detalles a mis deseos y necesidades, y no debes desear nada más que mi amor.”</span></div><div style="text-indent: 14.2px;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlloJT2i0lAqikvtP6-cx7A10eWoed3-lQ5CWg-8McdvsQIzLcnMf1ipZVOo8OkqJI7HLclxjDMZI-ztUu9qJaD2RBCwo85V4VpUhaXEIDYMzpWcWyeXOYTpj2YL1hXPxXugW8odCUDzg/s1600/Rosa+Montero+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="329" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlloJT2i0lAqikvtP6-cx7A10eWoed3-lQ5CWg-8McdvsQIzLcnMf1ipZVOo8OkqJI7HLclxjDMZI-ztUu9qJaD2RBCwo85V4VpUhaXEIDYMzpWcWyeXOYTpj2YL1hXPxXugW8odCUDzg/s640/Rosa+Montero+(2).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Rosa Montero</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">Rosa Montero, <b>Historias de mujeres</b>. Iconografía en blanco y negro. Extra Alfaguara. 5ª edición. Madrid, abril de 1996. 248 pp.</span><br />
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: right;">
<br /></div>
</div>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-92067494684186879972024-03-08T01:08:00.000-08:002024-03-08T01:29:17.134-08:00El Paraíso en la otra esquina<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><b><br /></b></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><b> </b><span style="color: blue; font-size: large;">El lobo y la santa</span> </span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<span style="font-family: georgia;">Para pergeñar su magistral novela <b>El Paraíso en la otra esquina</b> (Alfaguara, 2003), el peruano Mario Vargas Llosa (Arequipa, marzo 28 de 1936) estudió y asimiló varias biografías de Paul Gauguin (1848-1903) y de Flora Tristán (1803-1844), abuela materna del pintor, e incluso visitó y deambuló por rincones y vestigios clave en el itinerario de sus protagonistas: Francia, Londres, Arequipa, Lima, Tahití, las islas Marquesas, etcétera; periplo convertido en crónica fotográfica por su hija Morgana Vargas Llosa: <b>Las fotos del paraíso</b> (Alfaguara, 2003), con un texto de Mauricio Bonnett, y que estuvo expuesta en la Casa de América, el Palacio de Linares en Madrid, entre el 29 de marzo y el primero de mayo de 2003.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsuiMfEVlhvMUH1-mO2hWDDR1MoqRSvMa2yCKkAWjj7KtquQm8WkCuzy7vgcCxy3kHZgp_GSplSI_sMmbPmEI1D___gCk6nl1LUOmqgl77AomAFduW0NT9Z44gWpvSdQu4WPT_WtzaC6I/s1600/Las+fotos+del+parai%CC%81so+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="341" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsuiMfEVlhvMUH1-mO2hWDDR1MoqRSvMa2yCKkAWjj7KtquQm8WkCuzy7vgcCxy3kHZgp_GSplSI_sMmbPmEI1D___gCk6nl1LUOmqgl77AomAFduW0NT9Z44gWpvSdQu4WPT_WtzaC6I/s1600/Las+fotos+del+parai%CC%81so+(2).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: blue;">(Alfaguara, 2003)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgg0J1k-Z4az1Dg7Ux87qEgjPMmg2CP7KxcpwQR298VKmr0CHpdCJw345m2KpxSykJMr3uW8lKzF5VJfSTWCmlS0LLGYiK7Qz0XnDYKYOSxfFN1mPJ3UbRnYVQ8aAyNqocPVLjH2hc9508/s1600/Morgana+Vargas+Llosa,+Las+fotos+del+parai%CC%81so+(4).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="251" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgg0J1k-Z4az1Dg7Ux87qEgjPMmg2CP7KxcpwQR298VKmr0CHpdCJw345m2KpxSykJMr3uW8lKzF5VJfSTWCmlS0LLGYiK7Qz0XnDYKYOSxfFN1mPJ3UbRnYVQ8aAyNqocPVLjH2hc9508/s1600/Morgana+Vargas+Llosa,+Las+fotos+del+parai%CC%81so+(4).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: blue;">Fotos: Morgana Vargas Llosa</span></td></tr>
</tbody></table>
</span><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span><span style="font-family: georgia;"><span>Basado, además, en una implícita investigación bibliográfica que contextualiza los entornos, los usos, los hábitos, las costumbres, las idiosincrasias, las ideologías y los movimientos político-sociales decimonónicos que aborda (como el cartismo inglés y las sectas derivadas de Saint-Simon y de Charles Fourier), en fechas, nombres y datos históricos, y en episodios y lugares legendarios, Mario Vargas Llosa imagina con fluidez y seducción los últimos períodos de la triste, dramática y vertiginosa vida de sus dos personajes y los intrincados hechos anteriores que los sustentan.</span><br />
<span><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Así, en un conjunto de XXII capítulos alternos (que conforman dos novelas paralelas en una misma novela) el narrador desarrolla y contrasta las antagónicas semblanzas de Paul Gauguin y de Flora Tristán.</span></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfxkeMqQ_vPmBMRXsHxwLr9AqzckHZ58Y8jlIdygk63iVrjLZ8zjsD72ZbwPqpw6JLPTPmX2cQNyH3EYVxCfKmm0IVljSzOl0_4GFWGLqkPXT_prgMOZGhYTXxUnoUwoJu3Pn3AfJlGIo/s1600/Paul+Gauguin+(Pari%CC%81s,+c.+1895).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfxkeMqQ_vPmBMRXsHxwLr9AqzckHZ58Y8jlIdygk63iVrjLZ8zjsD72ZbwPqpw6JLPTPmX2cQNyH3EYVxCfKmm0IVljSzOl0_4GFWGLqkPXT_prgMOZGhYTXxUnoUwoJu3Pn3AfJlGIo/s1600/Paul+Gauguin+(Pari%CC%81s,+c.+1895).jpg" width="480" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: blue;">Paul Gauguin (París, <i>c</i>. 1895)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEio0jhY_8h3ciduG3B5lDSmoFrj1X92EKa5eoyYR9slgMJYo5RbXsNPrssb1MC_rl40fRBFxIX-0Op2-D68ohGnc9Hq21KAC7VPoZ0-JQMB05kgclvu6kIJpjNKPRKQ6NJVFwbm78OjaFs/s1600/Flora+Trista%CC%81n+(1).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEio0jhY_8h3ciduG3B5lDSmoFrj1X92EKa5eoyYR9slgMJYo5RbXsNPrssb1MC_rl40fRBFxIX-0Op2-D68ohGnc9Hq21KAC7VPoZ0-JQMB05kgclvu6kIJpjNKPRKQ6NJVFwbm78OjaFs/s1600/Flora+Trista%CC%81n+(1).jpg" width="494" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: blue;">Flora Tristán<br />(1803-1844)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span><span style="font-family: georgia;">En “La odisea de Flora Tristán”, un ensayo que Mario Vargas Llosa firmó en “Marbella, julio de 2002” y que se puede localizar en la <i>web</i> y leer en el <b>Diccionario del amante de América Latina</b> (Paidós, 2005), antología de Mario Vargas Llosa coordinada por Albert Bensoussan, el novelista dice que Stéphane Michaud (“profesor de literatura comparada en la Sorbona, presidente de la Sociedad de Estudios Románticos del Diecinueve y autor, recientemente, de un libro notable sobre Lou Andreas-Salomé, que conjuga la erudición con la claridad expositiva y la amenidad”, y de “<b>Flora Tristán. La Paria et son rève</b>, la cuidadosa edición de su correspondencia”) “es probablemente el mejor conocedor de la vida y la obra de Flora Tristán, que rastrea desde hace años con obstinación de sabueso y ternura de enamorado. Sus estudios sobre ella y los coloquios que ha organizado en torno a su gesta intelectual y política han contribuido de manera decisiva a sacar a Flora Tristán del injusto olvido en que se hallaba, pese a esfuerzos aislados, como el admirable libro que escribió sobre ella, en 1925, Jules Puech.”</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjta9G0rAUYBGm4IeAZOEiYiGMx3plw3B4I-SCCQ0hUcTnC1w-A524G10YM4T1dqQbfmUChNuERdI9KewVYJeKQ9Ky2wNSzQWiFpFYmyqnPnpE4RglNvyIm8pu30oOBT22wnkP1LL7nAPc/s1600/El+Parai%CC%81so+en+la+otra+esquina+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjta9G0rAUYBGm4IeAZOEiYiGMx3plw3B4I-SCCQ0hUcTnC1w-A524G10YM4T1dqQbfmUChNuERdI9KewVYJeKQ9Ky2wNSzQWiFpFYmyqnPnpE4RglNvyIm8pu30oOBT22wnkP1LL7nAPc/s1600/El+Parai%CC%81so+en+la+otra+esquina+(2).jpg" width="392" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: blue;">(Alfaguara, México, 2003)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> </span><span style="font-family: georgia;"> Pero <b>El Paraíso en la otra esquina</b>, en el ámbito de la lengua española (y quizá en otros idiomas), también ha tenido la virtud de desempolvar y revitalizar lo que de histórico y precursor implica la vida y la obra de Flora Tristán, normalmente omitida por los estudiosos de las utopías del siglo XIX, de la génesis de las ciencias sociales, de la historia del movimiento obrero y de la reivindicación de los derechos de la mujer y de los niños, como bien lo indica el libro impreso en México por Editorial Colibrí: <b>Mi vida</b> (2003), cuyo sonoro y publicitario subtítulo: <b>De París al Perú: el viaje iniciático de la precursora del feminismo moderno,</b> alude el autobiográfico y cáustico libro que le brindó cierta celebridad entre la <i>intelligensia</i> parisina de la época: <b>Peregrinaciones de una paria</b> (1838).</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxz1oBzVXTA3xSZCaESsLsvln9jat3ZWhoB1AVerKEDq3kJ6Y-eEC4FctJr9ULMGXGGgIsDrs0cCNYlPBopPzKZMoNg6yZTPTHxEAIYYD3VXB0jF12r737GGdgUQBlpCiI641XpwQJUt8/s1600/Mario+Vargas+Llosa+leyendo+el+diario+de+Flora+Trista%CC%81n,+foto+de+Morgana.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="315" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxz1oBzVXTA3xSZCaESsLsvln9jat3ZWhoB1AVerKEDq3kJ6Y-eEC4FctJr9ULMGXGGgIsDrs0cCNYlPBopPzKZMoNg6yZTPTHxEAIYYD3VXB0jF12r737GGdgUQBlpCiI641XpwQJUt8/s1600/Mario+Vargas+Llosa+leyendo+el+diario+de+Flora+Trista%CC%81n,+foto+de+Morgana.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: blue; font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Mario Vargas Llosa leyendo el diario de Flora Tristán<br />Foto: Morgana Vargas Llosa</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<span style="font-family: georgia;">En lo que concierne a las vicisitudes, a las menudencias de su delirio mesiánico y redentor y a los detalles de la vida, de los libros y la personalidad de Flora Tristán, en <b>El Paraíso en la otra esquina</b><span>, pese a que su prédica empezó en la capital francesa el “4 de febrero de 1843” ante “un grupo de trabajadores parisinos”, su último trecho, con una bala cercana al corazón y con la salud paulatinamente mermada, comienza el “12 de abril de 1844”, que es cuando inicia su gira por pueblitos, puertos y ciudades del sur de Francia, con el fin de inocular y propagar entre los obreros y artesanos el ideario de su doctrina-manifiesto: </span><b>La Unión Obrera</b><span> (editado en París en junio de 1843) —que antecede a la edición del </span><b>Manifiesto del Partido Comunista</b><span> (“publicado por primera vez en Londres en febrero de 1848”)— y la formación seminal de una serie de comités de la Unión Obrera, que según supone Flora, traerá, con una revolución pacífica de filiación cristiana (pero no católica), bienestar, trabajo, educación, salud, justicia y seguridad en la vejez a los miserables inscritos en los Palacios Obreros. Y concluye el 14 de noviembre de 1844, día en que acaba de agonizar en la casa de Charles y Elisa Lemonnier, sus protectores sansimonianos, a partir de que “el nefasto 24 de septiembre de 1844” perdiera el conocimiento durante el concierto que el compositor y pianista Franz Liszt daba en el Grand Théâtre de Burdeos. </span></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhho0FkuHzH5JeRw5zTe62z08sY8zwVbe5EP2anZtF5_kEZFm4Yllm9vFEDVZGYrFpgtNqd1JmxCG-EDSBTYnr-cAl6lrCJxGhiQxnP-vMjHW_9tAWHmC__5l6p0ZBoRb7Y7grLFDZFq6A/s1600/Paul+Gauguin,+dos+amigos+y+la+javanesa+(Pari%CC%81s,+c.+1893-1894).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhho0FkuHzH5JeRw5zTe62z08sY8zwVbe5EP2anZtF5_kEZFm4Yllm9vFEDVZGYrFpgtNqd1JmxCG-EDSBTYnr-cAl6lrCJxGhiQxnP-vMjHW_9tAWHmC__5l6p0ZBoRb7Y7grLFDZFq6A/s1600/Paul+Gauguin,+dos+amigos+y+la+javanesa+(Pari%CC%81s,+c.+1893-1894).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: blue;">Paul Gauguin, dos amigos y la javanesa<br />(París, <i>c</i>. 1893-1894)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> </span><span style="font-family: georgia;">Por su parte, el último trayecto de la vida del pintor Paul Gauguin, repleto de excesos, locuras, contradicciones, quimeras, padecimientos de la sífilis y de su cojera y de ciertos pasajes en los que el lector lo ve pintar e introducirse en varios de sus famosos cuadros que se pueden cotejar en un libro iconográfico o en páginas de la <i>web</i> —por ejemplo: <i>Nevermore</i> (1897), <i>Manao Tupapau</i> (1892), <i>La visión tras la prédica</i> (1888) y <i>Vicent van Gogh pintando girasoles</i> (1888)—, empieza “el amanecer del 9 de junio de 1891”, día que desembarca en Papeete, en Tahití; y termina con su muerte, acaecida el 8 de mayo de 1903, en Atuona, diminuta isla de las Marquesas, en cuya tumba, además de colocar una flor roja a los pies, Mario Vargas Llosa se sentó a escribir notas (“con esa máscara de infinita concentración y pocos amigos que asume cuando escribe”), según lo ilustra una de las fotos a color tomadas por su hija Morgana, nacida en Barcelona, en 1974, y que desde 1996 se ha desempeñado como fotógrafa en distintos ámbitos (incluso bélicos) y medios impresos, como <b>El País</b>, <b>El País semanal</b>, <b>Paris Match</b>, <b>Caretas</b>, <b>Gente</b> y <b>Gato pardo</b>.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img border="0" height="263" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6lIbasBMM8_k_57ceAEif_DvbRVS-IaOAD9juzgsPDdmfMAVhYBzDcaGXw07d5dFbGTHiTd_x9_mw2WtxKj_oWDjYgkzKrbY6hdr9FGrQMrFJJk_7NmBn0e8zxZdQy3yxFJCB-qE-goI/s1600/Morgana+Vargas+Llosa,+Las+fotos+del+parai%CC%81so+(5).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="400" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: blue; font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Mario Vargas Llosa en la tumba de Paul Gauguin<br />Foto: Morgana Vargas Llosa</span></td></tr>
</tbody></table>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6lIbasBMM8_k_57ceAEif_DvbRVS-IaOAD9juzgsPDdmfMAVhYBzDcaGXw07d5dFbGTHiTd_x9_mw2WtxKj_oWDjYgkzKrbY6hdr9FGrQMrFJJk_7NmBn0e8zxZdQy3yxFJCB-qE-goI/s1600/Morgana+Vargas+Llosa,+Las+fotos+del+parai%CC%81so+(5).jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="color: blue;"></span></a><br /></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOy4R6ByFzk4qLYVBbfbAjGkbByhxiaUi2PD2p9PVNEO_QytbxujRWjRnKcPXaQ4kWBpDMKXqbfWENjZSRh8EenEkw72IzNL2ckZf6QCL1UKPdQesehhRn9JJ61fumTFDZSHE4ElRvoX4/s1600/Morgana+Vargas+Llosa+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOy4R6ByFzk4qLYVBbfbAjGkbByhxiaUi2PD2p9PVNEO_QytbxujRWjRnKcPXaQ4kWBpDMKXqbfWENjZSRh8EenEkw72IzNL2ckZf6QCL1UKPdQesehhRn9JJ61fumTFDZSHE4ElRvoX4/s1600/Morgana+Vargas+Llosa+(2).jpg" width="340" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: blue; font-size: x-small;">Morgana Vargas Llosa</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> </span><span style="font-family: georgia;">Si la construcción del fraterno paraíso obrero para Flora Tristán implicaba su papel mesiánico, la congruencia entre sus ideas y sus actos y la entrega total (de ahí que ante Olimpia Maleszewska renuncie a las delicias del amor lésbico y no obstante a que desatiende sus responsabilidades de madre frente a su hija Aline, quien sería la madre de Paul), el paraíso del pintor es una visión individualista, egocéntrica, hedonista y erótica que pretendía encontrar, idealizando, mitificando y autoengañándose, en un ámbito salvaje, primigenio y virginal, donde el supuesto anquilosamiento del arte del viejo Occidente y los atavismos de la idiosincrasia europea no hubieran hecho mella, mismo que fantaseando empezó a buscar en Pont-Aven y luego a soñar durante su tensa y malhadada convivencia con Vincent van Gogh en <i>La Casa Amarilla</i>, en Arles, entre octubre y diciembre de 1888. </span><br />
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjy0fWBD7zdhHlR8MEz83DVRAt1fOFlWPcrWRu7CKzhK_5g_LTeaS7BPbu3NmO3LQqMyAcpyXXQr7bGkV8g03hA3jRazjPJTXe1jFbArrk_v0SopkPUWcBetdjbU_pHg59SRUYzTBaQ4ws/s1600/Gauguin,+Vicent+van+Gogh+pintando+girasoles+(1888).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="312" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjy0fWBD7zdhHlR8MEz83DVRAt1fOFlWPcrWRu7CKzhK_5g_LTeaS7BPbu3NmO3LQqMyAcpyXXQr7bGkV8g03hA3jRazjPJTXe1jFbArrk_v0SopkPUWcBetdjbU_pHg59SRUYzTBaQ4ws/s1600/Gauguin,+Vicent+van+Gogh+pintando+girasoles+(1888).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: blue;"><i style="font-weight: bold;">Vincent van Gogh pintando girasoles</i> (1888)<br />Óleo sobre lienzo de Paul Gauguin</span></td></tr>
</tbody></table>
</span></div><div style="text-indent: 14.2px;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span><span style="font-family: georgia;">Y si en Panamá y en la Martinica se tropezó con experiencias y enfermedades que lo volcaron de nuevo a Europa marcado para siempre, tanto en Tahití como en Atuona sobran los claros indicios de que ese entorno “salvaje” no era tal. Gauguin debió haberlo supuesto, pues la Polinesia, pese a la lengua, a la cultura, a lo desinhibido y a los vicios de los indígenas maoríes, era una colonia de la monarquía francesa ya minada por el gobierno de la metrópoli y por las costumbres de Europa y por la moral y las creencias de las misiones católicas y protestantes. Sin embargo, si en un momento se desencantó de Tahití y supuso que en las islas Marquesas estaban los verdaderos maoríes en estado salvaje, semidesnudos y conocedores de los antiguos dioses, de los ritos de la antropofagia y de los arcanos de los tatuajes, cuando ya está en sus últimos momentos, también desilusionado de la isla de Atuona, sentenciado a tres meses de cárcel y 500 francos de multa, semiciego e inválido, con las piernas llagadas y pestilentes y sometido a la inconsciencia o semiinconsciencia a la que lo sumergía la morfina, fantasea o alucina que lo que buscaba está en el idilio nipón: “A veces, se veía, no en las islas Marquesas, sino en Japón. Allí debías haber ido a buscar el Paraíso, Koke, en vez de venir a la mediocre Polinesia. Pues, en el refinado país del Sol Naciente todas las familias eran campesinas nueve veces al año y todas eran artistas los tres meses restantes. Pueblo privilegiado, el japonés. Entre ellos no se había producido esa trágica separación del artista y los otros, que precipitó la decadencia del arte occidental. Allí, en Japón, todos eran todo: campesinos y artistas a la vez. El arte no consistía en imitar a la Naturaleza, sino en dominar una técnica y crear mundos distintos del mundo real: nadie había hecho eso mejor que los grabadores japoneses.”</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZYPU8j44Ngtb3iDQ-b4qJDTSL3y8eKzbdFEPU6IVfx8DQn80fbaQ3_9LwmvW6Cynd5MzVCJLz4Td-DP-YyLB2yeWIuRwHfAYmjUft1nLZ9kXCTieAEa9E9kR3RviL8Smu-Xslz5an9q8/s1600/Gauguin,+Manau+Tupapau+(1892).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="482" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZYPU8j44Ngtb3iDQ-b4qJDTSL3y8eKzbdFEPU6IVfx8DQn80fbaQ3_9LwmvW6Cynd5MzVCJLz4Td-DP-YyLB2yeWIuRwHfAYmjUft1nLZ9kXCTieAEa9E9kR3RviL8Smu-Xslz5an9q8/s1600/Gauguin,+Manau+Tupapau+(1892).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: blue; font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: x-small;"><i style="font-weight: bold;">Manao tupapau </i> (1892)<br />Óleo sobre lienzo de Paul Gauguin</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIKu3NXYrkkA-k8iA5BjN0_0RJVfjMx0kaDyaw65JHWL4Ohzy3tCetgPI1QvBxTe-ZN9uZO2OH_5Tw_HJ8tCiC6MUb0pZzBeSisxKNz8NBr1TGWgChitWicbjF0CGH_huOGfbOfuPGy0c/s1600/Gauguin,+Nevermore+(1897).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="334" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIKu3NXYrkkA-k8iA5BjN0_0RJVfjMx0kaDyaw65JHWL4Ohzy3tCetgPI1QvBxTe-ZN9uZO2OH_5Tw_HJ8tCiC6MUb0pZzBeSisxKNz8NBr1TGWgChitWicbjF0CGH_huOGfbOfuPGy0c/s1600/Gauguin,+Nevermore+(1897).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: blue;"><i style="font-weight: bold;">Nevermore</i> (1897)<br />Óleo sobre lienzo de Paul Gauguin</span></td></tr>
</tbody></table> </span></div><div style="text-indent: 14.2px;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span><span style="font-family: georgia;">Y más aún, en la secuencia de sus moribundas cavilaciones de morfinómano “lobo en el bosque”, de “lobo sin collar” (según decía él, pero nunca dejó de comulgar y depender de Europa y de sus atavismos e idiosincrasia europea), colige que no logró ser “un salvaje cabal”, pues pese a su efímero y secreto encuentro sodomita con Jotefa, “el leñador de Mataiea”, quien era un <i>mahu</i>, un hombre-mujer que utilizó de modelo para su cuadro <i>Pape moe</i> (1893), concluye que debió aparearse y hacer su mujer a un individuo de tales hermafroditas características.</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1bwVd0RK2Pfl3H72VL-S0JXw0Lg2RHO-b7-QobX0LYZh3E3LV72q1ldklsR0_dDWFTp9CU7Yc5MPwGgSVOIt6BNbUXl5MrQvEtiNlbCEi9_RLvY_0gdimQnUvS07Ca4C22dxcrt8j7l8/s1600/Gauguin,+Pape+moe+(1893).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1bwVd0RK2Pfl3H72VL-S0JXw0Lg2RHO-b7-QobX0LYZh3E3LV72q1ldklsR0_dDWFTp9CU7Yc5MPwGgSVOIt6BNbUXl5MrQvEtiNlbCEi9_RLvY_0gdimQnUvS07Ca4C22dxcrt8j7l8/s1600/Gauguin,+Pape+moe+(1893).jpg" width="478" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: blue; font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><i style="font-weight: bold;">Pape moe</i> (1893)<br />Óleo sobre lienzo de Paul Gauguin</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">Mario Vargas Llosa, <b>El Paraíso en la otra esquina</b>. Alfaguara. México, 2003. 488 pp.</span><br />
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><b></b><br /></span></div>
<div style="font-family: "Courier New"; font-size: 12px;">
<br /></div>
</div>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-72186120315734064682024-02-13T11:13:00.000-08:002024-02-13T11:14:00.738-08:00La tía Julia y el escribidor<br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #a64d79; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><i>Mentalmente me veo escribir que escribo</i></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Los preliminares datos sobre la vida y obra del escritor peruano-español Mario Vargas Llosa </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">—Premio Nobel de Literatura 2010</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">—</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> rezan que su sexta novela: </span><b style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">La tía Julia y el escribidor</b><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> (Seix Barral, 1977), está basada en su inicial vínculo amoroso vivido con su tía Julia Urquidi Illanes (muerta a los 84 años el 10 de marzo de 2010 en Santa Cruz, Bolivia), a quien se la dedicó, cuyo matrimonio duró entre 1955 y 1964, y quien replicó y sazonó lo novelado por su sobrino en </span><b style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Lo que Varguitas no dijo</b><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> (Editorial Khana Cruz, 1983). </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFU_oMDQ25xqttpQD_z7ozEq7UoBmucCOXcJTZ_uco-1VLbQqGPa_7i7Pu2IMHcLxrImHbAWvcVBYyftS1J4PFav28IKmsk8taQOV61kq8bta9DqS2RX_H65TfgtDL0e88dl9ANzMAS2E/s1600/Lo+que+Varguitas+no+dijo+(6).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFU_oMDQ25xqttpQD_z7ozEq7UoBmucCOXcJTZ_uco-1VLbQqGPa_7i7Pu2IMHcLxrImHbAWvcVBYyftS1J4PFav28IKmsk8taQOV61kq8bta9DqS2RX_H65TfgtDL0e88dl9ANzMAS2E/s640/Lo+que+Varguitas+no+dijo+(6).jpg" width="540" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #a64d79; font-family: georgia;">(Editorial Khana Cruz, Bolivia, 1983)<br /><br /></span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjdyQUV9RPAbkzQTY5Mg0YGkJVzUdPfZ1VR1EruRY2FcBFA4MbqdK89wRWyCrtefgEBFRhBnt__94g3JH8UoX85WlBFjv3OkdzegdmeqEucr88xUGq5FrLm8grDaxN9XRRAU2lwkoK3aU/s1600/Mario+Vargas+Llosa,+la+ti%CC%81a+Julia+y+el+perrito+Batuque+(Lima,+1956).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjdyQUV9RPAbkzQTY5Mg0YGkJVzUdPfZ1VR1EruRY2FcBFA4MbqdK89wRWyCrtefgEBFRhBnt__94g3JH8UoX85WlBFjv3OkdzegdmeqEucr88xUGq5FrLm8grDaxN9XRRAU2lwkoK3aU/s640/Mario+Vargas+Llosa,+la+ti%CC%81a+Julia+y+el+perrito+Batuque+(Lima,+1956).jpg" width="430" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #a64d79; font-family: georgia;">La tía Julia, Mario Vargas Llosa y el perrito Batuque<br />(Lima, 1956)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Si <b>La tía Julia y el escribidor</b> denota que es tan fantástica como autobiográfica, en sus memorias <b>El pez en el agua</b> (Seix Barral, 1993) revela un cúmulo de entretelones implícitos en ella (más otros omitidos, cambiados o maquillados) ocurridos antes y después de su publicación, como son las difíciles relaciones vividas con su padre Ernesto Vargas Maldonado (desde que a los diez años supo de su existencia, “hasta su muerte, en enero de 1979”) y el trauma neurótico y agresivo que le suscitó leer la </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">“</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">infecta</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">”</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> novela de su hijo. En la página 340 de </span><b style="font-family: georgia, "times new roman", serif;">El pez en el agua</b><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> dice que después de su lectura, su padre le escribió una carta con recriminaciones (de Los Ángeles a Cambridge, Inglaterra) que él no le contestó. Pero luego le escribió otra, “ésta violenta, acusándome de resentido y de calumniarlo en un libro, sin darle ocasión de defenderse, reprochándome no ser un creyente y profetizándome un castigo divino. Me advertía que esta carta la haría circular entre mis conocidos. Y, en efecto, en los meses y años siguientes, supe que había enviado decenas y acaso centenares de copias de ella a parientes, amigos y conocidos míos en el Perú.” </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPhLq4vPqZYCc0ApkitkKegsL3UATSErAJIcE8qvxinu6xgEeeriLeqGt8nVn8Dr3nh5J3LZwoIfAfgKQICip_t0e29xcQoUa1WR9gAcydBzzo0S7ZxHbyR8B1hZJO1zw6vGWe8etDGtg/s1600/El+pez+en+el+agua+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPhLq4vPqZYCc0ApkitkKegsL3UATSErAJIcE8qvxinu6xgEeeriLeqGt8nVn8Dr3nh5J3LZwoIfAfgKQICip_t0e29xcQoUa1WR9gAcydBzzo0S7ZxHbyR8B1hZJO1zw6vGWe8etDGtg/s640/El+pez+en+el+agua+(2).jpg" width="388" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #a64d79; font-family: georgia;">(Seix Barral, México, 1993)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> En <b>El pez en el agua</b>, Mario Vargas Llosa apunta que la simiente que luego derivaría en el furtivo casorio (menos de dos meses después de reencontrarla), comenzó a inocularse “a fines de mayo de 1955”, cuando la tía Julia, recién divorciada, llegó a Lima (de La Paz, Bolivia) a la casa de su tío Lucho y de su tía Olga, de quien era la hermana menor; que ella tenía 32 años y él 19 y vivía con sus abuelos maternos. Mientras que en la novela, la tía Julia también tiene 32 y “Marito” o “Varguitas” tiene 18 y por ende, se colige, es 1954, año en que se sucede la mayor parte de la obra, pues el último capítulo: el “XX”, es un epílogo que ocurre doce años después. En éste, el narrador, quien vive en Europa, ha retornado a Lima de vacaciones y busca datos para el libro que urde: “una novela situada en la época del general Manuel Apolinario Odría (1948-1956)”, lo cual es una elíptica alusión a su cuarta novela: <b>Conversación en La Catedral </b>(Seix Barral, 1969). En <b>La tía Julia y el escribidor</b>, su matrimonio con la tía duró “ocho años”; y un año después del divorcio, dice allí, “volví a casarme, esta vez con una prima (hija de la tía Olga y del tío Lucho)”. En <b>La tía Julia y el escribidor</b>, Mario Vargas Llosa no apunta el nombre de la prima hermana ni juega ningún papel, pero en <b>El pez en el agua </b>sí. Vale recordar, entre paréntesis, que se trata de su prima hermana Patricia Llosa Urquidi (nacida en Cochabamba, Bolivia, en 1945), su segunda esposa, con quien estuvo casado 50 años (hasta </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">“</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">el 10 de junio de 2015</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">”</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">) y con quien engendró tres hijos: Álvaro, Gonzalo y Morgana. Por ejemplo, en las anécdotas de 1952, cuando a sus 16 años Mario vivió en Piura, en casa de su tío Lucho y de su tía Olga, entre los meses de abril y diciembre, lapso en que trabajó en el periódico </span><b style="font-family: georgia, "times new roman", serif;">La Industria</b><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> y cursó “el quinto año de secundaria en el colegio San Miguel”, lo cual, gracias al profesor de literatura y al director de la escuela, le permitió montar y dirigir su primer libreto teatral: </span><i style="font-family: georgia, "times new roman", serif;">La huida del inca</i><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">, aún inédito, cuyo estreno ocurrió el 17 de julio de 1952 en el teatro Variedades. “El éxito de </span><i style="font-family: georgia, "times new roman", serif;">La huida del inca </i><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">[apunta en la página 198] hizo que diéramos, la siguiente semana, dos funciones más, a una de la cuales pude meter a mis primas Wanda y Patricia de contrabando </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">[Wanda tenía nueve y Patricia siete]</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">, pues la censura había calificado la obra de ‘mayores de quince años’”.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTV6NKsmqJs19wTtShgYY6GLGaLO-dG6ejLWqRudz9JylwnTsDkPmeTadC0K3Eg0Km74bmxuEppqAdOVYtzSlrnR-HW7UrWI6rKA4ZzJrOXfUfASPcdeSq0FDfLBOj9bpyqglEsXq6UeA/s1600/Mario+Vargas+Llosa+reportero+en+La+Industria+(Piura,+1952)+1.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="281" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTV6NKsmqJs19wTtShgYY6GLGaLO-dG6ejLWqRudz9JylwnTsDkPmeTadC0K3Eg0Km74bmxuEppqAdOVYtzSlrnR-HW7UrWI6rKA4ZzJrOXfUfASPcdeSq0FDfLBOj9bpyqglEsXq6UeA/s400/Mario+Vargas+Llosa+reportero+en+La+Industria+(Piura,+1952)+1.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #a64d79; font-family: georgia;">Un joven anónimo y Mario Vargas Llosa de reportero en <span style="font-weight: bold;">La Industria</span><br />(Piura, 1952)</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibBYtn97aoGfd3PUXd5gwBfepFM7sb_q4cOZuoDL3bUo2b9-Sg64XZ4E0jBdOMCw6UDn8lcCh0Y_-pbx8bp_HG29y4WzzZS9uclMKSRCPSJr0SX2KNCb0InmETcN-j_pOHPkvdk3ts7sI/s1600/La+huida+del+inca+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibBYtn97aoGfd3PUXd5gwBfepFM7sb_q4cOZuoDL3bUo2b9-Sg64XZ4E0jBdOMCw6UDn8lcCh0Y_-pbx8bp_HG29y4WzzZS9uclMKSRCPSJr0SX2KNCb0InmETcN-j_pOHPkvdk3ts7sI/s640/La+huida+del+inca+(2).jpg" width="442" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #a64d79; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;"><br /> </span><span style="color: #a64d79;"><span style="font-family: georgia;"> Cartel del estreno de <i>La huida del inca</i>, libreto de Mario Vargas Llosa,<br /> sucedido 17 de julio de 1952 en el Teatro Variedades de Piura</span><br /><br /></span></td></tr>
</tbody></table>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzs3-qk3ZirCDTmmdWbw_HX7b2U8BRSPQDzM8MdTFNmyMUy0ZBvHfoK_3bWfDesO46bauOz3FyLWL6NYoN1PZ-IH-GdZbiR6b8tYl5WmwMjh2xeS9816WRz-lfxQd5wx84TS1u0yTtt9M/s1600/El+grafo%CC%81grafo+(1).jpg" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzs3-qk3ZirCDTmmdWbw_HX7b2U8BRSPQDzM8MdTFNmyMUy0ZBvHfoK_3bWfDesO46bauOz3FyLWL6NYoN1PZ-IH-GdZbiR6b8tYl5WmwMjh2xeS9816WRz-lfxQd5wx84TS1u0yTtt9M/s640/El+grafo%CC%81grafo+(1).jpg" width="556" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #a64d79; font-family: georgia;">Epígrafe de <span style="font-weight: bold;">La tía Julia y el escribidor </span>(Seix Barral, México, 1977)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Precedida por “El grafógrafo”, poema en prosa de Salvador Elizondo a manera de epígrafe (</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">“El grafógrafo” es un poema en prosa dedicado <i>a Octavio Paz</i> que preludia el libro homónimo editado en 1972 por Joaquín Mortiz)</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">, </span><b style="font-family: georgia, "times new roman", serif;">La tía Julia y el escribir</b><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> se desglosa en dos secuencias de capítulos alternos y paralelos e intercalados entre sí. En una serie se desarrolla la cotidianidad del joven Varguitas en Lima, quien vive con sus abuelos maternos; estudia derecho en la Universidad de San Marcos; escribe sus primeros cuentos y sueña con convertirse en escritor y vivir en París en una buhardilla. Pero además trabaja como rimbombante jefe de Informaciones de Radio Panamericana, donde tiene a sus órdenes a Pascual, un “redactor”, al que luego se le suma otro: el Gran Pablito, quien resulta analfabeto. Conoce y frecuenta a Pedro Camacho, un singular boliviano, de baja estatura y estirpe estrictamente literaria y fantástica, quien es el argumentista, el mero escribidor de las populares radionovelas que convierten a Radio Central en una boyante empresa que adinera los bolsillos de los Genaros (Genaro-padre y Genaro-hijo), mientras los actores y el personal radiofónico subsisten en las mil y una penurias. Tiene por amiguetes a su compinche Javier y a su prima la flaca Nancy, quienes lo apoyan cuando se sucede el subrepticio enredo amoroso con la tía Julia y cuando a escondidas de la tribu familiar se urde el casorio en un pueblo cercano a Lima: Grocio Pardo, donde el mísero y zambo presidente municipal da la pauta para enmendar la minoría de edad del novio.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmFoFK32Q6RFGNfQNqq0ucNWvf4MjblSQupG-enbEuIj552EH3VVi_R2TyC_Jnh4ONtNbpEWmZ7QCjCuAZLPFIPjBlT_dd6NOx5s5u0XlBYxNYLxDNIFzHF-aO4Y3W8U7NHD0YlOfFZRQ/s1600/Mario+Vargas+Llosa+y+la+ti%CC%81a+Julia+(5).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmFoFK32Q6RFGNfQNqq0ucNWvf4MjblSQupG-enbEuIj552EH3VVi_R2TyC_Jnh4ONtNbpEWmZ7QCjCuAZLPFIPjBlT_dd6NOx5s5u0XlBYxNYLxDNIFzHF-aO4Y3W8U7NHD0YlOfFZRQ/s640/Mario+Vargas+Llosa+y+la+ti%CC%81a+Julia+(5).jpg" width="430" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #a64d79; font-family: georgia;">El<i> Negrito Sandía</i> y la <i>Negrita Cucurumbé</i><br />(Mario Vargas Llosa y Julia Urquidi Illanes)<br />Festival de Folclores de Cáceres, Extremadura, España<br />(Junio de 1959)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> La otra serie de capítulos son los argumentos de las radionovelas que escribe, graba y actúa Pedro Camacho (auxiliado por actores y técnicos cuya patética y risible traza y cotidianidad conforman otra radionovela dentro de la radionovelera novela), cuyo humor y tremendismo marcan la tónica de la obra. Esto es así porque si bien los radioteatros son una hilarante parodia de su temática <i>kitsch</i>, tremendista y truculenta, y del ampuloso y engolado vocabulario que supuestamente utiliza el escribidor al aporrear la enorme Remington en el otrora cuarto del portero de Radio Central, el propio Pedro Camacho semeja un patético y subterráneo personaje de una de sus radionovelas, ya por su decimonónico y raído porte imposible, manías de loco y obtusa conducta, por sus pobrísimas y mórbidas condiciones de subsistencia, porque empieza a perder la memoria y a confundir y a mezclar, en las radionovelas, los personajes y los argumentos. De modo que si había mostrado una creciente tendencia por los temas y finales tremendistas donde ocurren dramas, catástrofes y hecatombes, esto se agudiza aún más cuando se sucede y coincide con su propio colapso psíquico. Los Genaros, por ser Pedro Camacho una gallina de huevos de oro, lo internan en una clínica privada; pero luego lo confinan “al Larco Herrera, el manicomio de la Beneficencia Pública”. Si esto en sí es un triste final de radionovela, la vuelta de tuerca ocurre doce años después durante las susodichas vacaciones que Varguitas hace en Lima, ya divorciado de su tía Julia y casado con su prima hermana. Porque además de inesperadamente reencontrarse con sus otrora subalternos en Radio Panamericana: el Gran Pablito y el </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">“</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">redactor</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">”</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Pascual, al ir a recoger a éste a la ruinosa y amarillista revista </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><i>Extra</i></span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> en la que es “jefe de Redacción” y cuyos titulares, que Varguitas alcanza a leer, bien podrían haber sido temas de los radioteatros de Pedro Camacho (“Mata a la madre por casarse con la hija”, “Policía sorprende baile de dominós: ¡todos eran hombres!”, rezan), de pronto descubre que el otrora genial guionista y actor se ha transformado en otro personaje misérrimo, de lastimosa y caricaturesca pinta, psicótico y amnésico, quien además de vivir bajo el ninguneo de una horrenda prostituta argentina (“viejísima, gordota, con los pelos oxigenados y pintarrajeada”), es un simple y vulgar datero, sin un grumo de inteligencia e imaginación, que por llegar con retraso, además del regaño del libidinoso director, una tal Melcochita no pudo completar su crónica sobre “la llegada del Monstruo de Ayacucho”.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>En este sentido, la lúdica mixtura de humor y tremendismo también está presente en la proclividad de Pascual, cuando en su papel de “redactor” del Servicio de Informaciones de Radio Panamericana, suele rellenar los espacios informativos con notas que hablan de catástrofes y muertes, por lo que Varguitas tiene que reprimirlo y controlarlo. Sesgo del que, no obstante, Varguitas no se libra, pues los primerizos cuentos que escribe (o intentar escribir) son de una índole parecida.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS4Mo-l9hSbg8alfMOfQRuOXVo3mp7mlJU3lrmNUYAAeZ4oPqAl6r7h2a4eDzn2BnUBiO9KtZ_3usH_OXT7zG5CWGUvyaM3JJj-1NxvT_nZ9LYEewXNrg63MD86XigRgsWfsXIzrRvmvU/s1600/La+ti%CC%81a+Julia+y+el+escribidor.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS4Mo-l9hSbg8alfMOfQRuOXVo3mp7mlJU3lrmNUYAAeZ4oPqAl6r7h2a4eDzn2BnUBiO9KtZ_3usH_OXT7zG5CWGUvyaM3JJj-1NxvT_nZ9LYEewXNrg63MD86XigRgsWfsXIzrRvmvU/s640/La+ti%CC%81a+Julia+y+el+escribidor.jpg" width="420" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #a64d79; font-family: georgia;">(Seix Barral, México, 1977)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> En resumen, <b>La tía Julia y el escribidor</b>, dado el protagonismo del joven Varguitas y sus coterráneos en la Lima de los años 50, es una novela bufa, muy juvenil, muy lúdica y divertida (y desbordada de ludismo y <i>divertimento </i>en los radioteatros), en la que Mario Vargas Llosa celebra la juventud y su propia juventud, y el mundo e inframundo de las radionovelas. Y así como tributa a la tía Julia de la vida real, también celebra a su querido tío Lucho, de quien en <b>El pez en el agua</b>, apoyado con muchos recuerdos y entrañables anécdotas, dice: “él sí que me parecía mi verdadero papá”. Pues amén de que el romance entre Varguitas y la tía Julia comienza a corporificarse la noche que ambos van, invitados por el tío Lucho y la tía Olga, al Grill Bolívar (un centro nocturno donde cenan y bailan) a festejar los 50 años del tío, en las radionovelas de Pedro Camacho tarde o temprano descuella un singular protagonista que tiene o llega a la cincuentena: “la flor de la edad”, y que por lo regular, tal lúdico y cantarín estribillo, posee “frente ancha, nariz aguileña, mirada penetrante, rectitud y bondad en el espíritu”.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJruBJ5VINMOtp92jPyOoqVW5EChjJWXIGVczm2fn9kdLaPT3iAkYO68DgzyCbJ8A3PuCsOsFpOUbP93ucd5z5Wik2OzJa1W9xYaTqKZniCw1NRZzrm1bW4FTNwhrcwqK2M5IID4VQ1ko/s1600/Mario+Vargas+Llosa+y+la+ti%CC%81a+Julia+(6).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="262" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJruBJ5VINMOtp92jPyOoqVW5EChjJWXIGVczm2fn9kdLaPT3iAkYO68DgzyCbJ8A3PuCsOsFpOUbP93ucd5z5Wik2OzJa1W9xYaTqKZniCw1NRZzrm1bW4FTNwhrcwqK2M5IID4VQ1ko/s400/Mario+Vargas+Llosa+y+la+ti%CC%81a+Julia+(6).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #a64d79;"><span>Luis Loayza, Mario Vargas Llosa y Julia Urquidi Illanes</span></span><br />
<span style="color: #a64d79;"><span style="color: #a64d79; text-align: -webkit-auto;">“</span><span>en el restaurante Tobogán</span><span style="color: #a64d79; text-align: -webkit-auto;">”</span><span> </span><span style="color: #a64d79; text-align: -webkit-auto;">“</span><span>durante su primer día en España,</span></span><br />
<span style="color: #a64d79;"><span>luego de desembarcar en Barcelona</span><span style="color: #a64d79; text-align: -webkit-auto;">”</span><span><br />(Octubre de 1958)</span></span></span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Ahora que si bien tal edad, en las radionovelas, refleja la edad de Pedro Camacho —tan evidente y especular como es su paulatina amnesia y psicosis y su recurrente odio a los argentinos (intrínseco meollo que se desvela en el capítulo “XX” cuando el lector descubre que la gorda argentina que lo tiraniza y demoniza ya era su mujer desde antes de instalarse en Lima)—, tal cincuentena y algo de su caricaturesco porte también parecen tributar al tío Lucho (“una nariz grande y unos ojos extraordinariamente vivos”), así como el hecho de que sea escribidor a toda costa y pese a todo. Es decir, en <b>El pez en el agua</b>, Mario Vargas Llosa cuenta que “el tío Lucho era aficionado a la lectura y de joven había escrito versos”, de los que “todavía recordaba algunos”, y que contemporáneos de su juventud “estaban convencidos de que la suya era una vocación de intelectual”. Ese año crucial de 1952, en Piura, en que el adolescente Mario vivió en casa de su tía Olga y de su tío Lucho, devoró toda la biblioteca de éste (que estaba en el cuarto que le asignaron para dormir); le leyó sus poemas, cuentos y <i>La huida del inca</i>; y el tío Lucho lo apoyó en su anhelo de “ser un escritor aunque me muriera de hambre”, diciéndole que “la peor desgracia para un hombre es pasarse la vida haciendo cosas que no le gustan en vez de las que hubiera querido hacer”.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFSVOmdqkpL7i7W1OtNsQMZAbA6A7lVKnWu-jf6J4z7SOyD7CXD0yyhyphenhyphenrEjXjY-lOAfiFNtdMwu6kmq-U8Jr2lqZ2acxK_o9WLShNlqFriAJ2_eS0YzJI2o_tg1VbD7tbOUvSc4qE2GuI/s1600/La+huida+del+inca+(3).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="297" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFSVOmdqkpL7i7W1OtNsQMZAbA6A7lVKnWu-jf6J4z7SOyD7CXD0yyhyphenhyphenrEjXjY-lOAfiFNtdMwu6kmq-U8Jr2lqZ2acxK_o9WLShNlqFriAJ2_eS0YzJI2o_tg1VbD7tbOUvSc4qE2GuI/s400/La+huida+del+inca+(3).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #a64d79; font-family: georgia;"><span style="text-align: -webkit-auto;">“</span><span>Los dos únicos ejemplares que existen de su primera obra teatral<br /><i>La huida del inca</i>, escrita en Lima en 1951<br />y escenifica por única vez en Piura en 1952.</span><span style="text-align: -webkit-auto;">”</span></span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Algo muy distinto del áspero y violento trato con que lo acosó su padre desde la niñez y al casarse con la tía Julia, según narra en sus memorias <b>El pez en el agua</b>, lo cual refleja, en la novela, la carta que a Varguitas le hizo llegar su progenitor y que bien pudo teclear Pedro Camacho en una de sus radionovelas con trágico, tremendo y explosivo final: </span></div><div><span style="font-family: georgia, times new roman, serif;"><br /></span>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTxcKcU0sOn4DGe_kpUIOFUSul26Rv7glgyHbMwT31Z5mGM7OkM6tfGC4X-xMUasGz3o4VvPK-XE2vm4HkFwgQtet4f5tr2jlJoPc0iMhLnZIerYq-6s3W1LI7930cTOviXSSHa2lqZxs/s1600/Mario+Vargas+Llosa+y+la+ti%25CC%2581a+Julia+%25281%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTxcKcU0sOn4DGe_kpUIOFUSul26Rv7glgyHbMwT31Z5mGM7OkM6tfGC4X-xMUasGz3o4VvPK-XE2vm4HkFwgQtet4f5tr2jlJoPc0iMhLnZIerYq-6s3W1LI7930cTOviXSSHa2lqZxs/s640/Mario+Vargas+Llosa+y+la+ti%25CC%2581a+Julia+%25281%2529.jpg" width="394" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #a64d79; font-family: georgia;">La tía Julia y el escribidor<br />(Abril de 1959)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> “‘Mario: Doy 48 horas de plazo para que esa mujer abandone el país. Si no lo hace, me encargaré yo, moviendo las influencias que haga falta, de hacerle pagar caro su audacia. En cuanto a ti, quiero que sepas que ando armado y que no permitiré que te burles de mí. Si no obedeces al pie de la letra y esa mujer no sale del país en el plazo indicado, te mataré de cinco balazos como a un perro en plena calle’.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“Había firmado con sus dos apellidos y rúbrica y añadido una posdata: ‘Puedes ir a pedir protección policial, si quieres. Y para que quede bien claro, aquí firmo otra vez mi decisión de matarte donde te encuentre como a un perro’. Y, en efecto, había firmado por segunda vez, con trazo más enérgico que la primera.”</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhID6JSBnbhBixVGUr1oHVGfrz4sdyezMgzo4Sb8xvnDW2vI2BFDJqYjwEIv_3zIatqJ7TuvyGvJKXmVffEInsg-qoZtfl2dB2xyUDuktB4t0AF_e7zLvLbsa1E0oFyqBsU0hatKd1l3W0/s1600/Mario+Vargas+Llosa+y+la+ti%CC%81a+Julia+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhID6JSBnbhBixVGUr1oHVGfrz4sdyezMgzo4Sb8xvnDW2vI2BFDJqYjwEIv_3zIatqJ7TuvyGvJKXmVffEInsg-qoZtfl2dB2xyUDuktB4t0AF_e7zLvLbsa1E0oFyqBsU0hatKd1l3W0/s400/Mario+Vargas+Llosa+y+la+ti%CC%81a+Julia+(2).jpg" width="350" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #a64d79; font-family: georgia;">Mario y la tía Julia en la boda de Pepe y Margarita Guzmán<br />(Abril de 1959)</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">Mario Vargas Llosa, <b>La tía Julia y el escribidor</b>. Biblioteca Breve núm. 424, Editorial Seix Barral. 2ª edición mexicana, 1977. 448 pp.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;"><br /></span>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><b style="background-color: white;"><span style="color: #a64d79;">*********</span><span style="color: white;">*</span></b></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: georgia;"><span><b></b><a href="https://www.youtube.com/watch?v=8dR_PzbP73I">Trailer de "Radio days" (1987), película de Woody Allen.</a></span><br />
<span><a href="https://www.youtube.com/watch?v=PV_yyBrEOKw">Fragmento de "Días de radio" (1987), filme de Woody Allen.</a></span></span></div>
<div style="text-align: right;">
.</div>
</div>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-80515766241592092692024-02-13T11:04:00.000-08:002024-02-13T11:04:52.484-08:00El lector<p style="text-align: center;"><span style="color: #45818e; font-family: georgia; font-size: large;"><i>Una
actitud cómoda y egoísta</i></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #45818e;">I de VII</span></b><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">En 1995, en Zúrich, a
través de Diogenes Verlag, el escritor alemán Bernhard Schlink (Bielefeld,
julio 6 de 1944) publicó en su idioma su novela más célebre: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">El lector</b>, cuya traducción al español
de Joan Parra Contreras fue editada por primera vez en 1997, en Barcelona, por
Anagrama. Según pregona esta editorial en la segunda de forros de la Edición
Limitada del año 2000, desde el inicio fue recibida “como un gran
acontecimiento literario tanto en Alemania como en sus 30 traducciones y se
convirtió en un extraordinario <i style="mso-bidi-font-style: normal;">best
seller</i> internacional, un clásico moderno. Fue galardonada con diversos premios,
como el Hans Fallada, el Welt de literatura, el Ehrengabe de la Sociedad
Heinrich Heine, así como el Grinzane Cavour en Italia y el Laure Bataillon en
Francia.” Rimbombantes reconocimientos a los que se suma <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">The Reader</b> (2008), la sugestiva y poderosa variante cinematográfica
en inglés basada en la novela, con guion de David Hare y un estupendo elenco
dirigido por Stephen Daldry. <o:p></o:p></span></span></p>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgA6OGXdbz3Qodkr3mntjgoFwEfGnHENu8VR_wJESY3kxd5lKjRIxyUa0fpya3zqOt7TC5poqh0UhS2DLbUC_2sKGVn5lYGwwNEoaeHz5QNhlMMfxHKzI0SOfLEWyhaptRnZ-xJdLkcNHeZXeBwGRofijvUkPCozCOu9Z8KgTMjryB810uwHUx3-wn1wQ/s1689/The%20Reader%20(2008).jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1689" data-original-width="1244" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgA6OGXdbz3Qodkr3mntjgoFwEfGnHENu8VR_wJESY3kxd5lKjRIxyUa0fpya3zqOt7TC5poqh0UhS2DLbUC_2sKGVn5lYGwwNEoaeHz5QNhlMMfxHKzI0SOfLEWyhaptRnZ-xJdLkcNHeZXeBwGRofijvUkPCozCOu9Z8KgTMjryB810uwHUx3-wn1wQ/w472-h640/The%20Reader%20(2008).jpg" width="472" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><br /></p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #45818e;">II de VII</span></b><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">La novela <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">El lector</b> comprende tres partes, cada
una dispuesta en una serie de numerados capítulos breves y ligeros. Se trata de
las reflexivas memorias autobiográficas de Michael Berg en torno a la controvertida
personalidad de Hanna Schmitz, una mujer a la que conoció de un modo imprevisto
cuando él tenía 15 años y ella 36, y con la que vivió un tórrido anecdotario
erótico y un traumático y trascendental romance que duró menos de medio año,
súbitamente interrumpido en el verano de 1959. Tal lapso se precisa en la obra
porque al inicio de la declaración de ella durante el juicio que la juzga por
sus crímenes nazis y que la condena a cadena perpetua a fines de junio de 1966,
ella declara tener 43 años y haber nacido “el 22 de octubre de 1922” en
“Hermannstadt, actualmente Sibiu, Rumania,” y haber “trabajado en la empresa
Siemens en Berlín” (un conglomerado industrial tácita e implícitamente al
servicio del Tercer Reich) e “ingresado en las SS en 1943”, para las que sirvió
y laboró como guardiana en dos campos de concentración: “hasta la primavera de
1944 en Auschwitz y hasta el invierno siguiente en un campo más pequeño, cerca
de Cracovia”, donde había “una fábrica de munición”, y a donde “Cada mes
llegaban de Auschwitz unas sesenta mujeres, y debían enviarse de vuelta otras
tantas [directo a la cámara de gas y al crematorio], descontando las que
hubieran muerto”. Y por ello Hanna Schmitz estaba entre las guardianas cuando
los mandos nazis ordenaron desmantelar y abandonar el campo y marchar a pie
hacia el oeste custodiando a las presas. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Trote
o marcha de la muerte</i> en la que los militares y las guardianas conducían en
fila india a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">un total de unas mil
doscientas</i> famélicas y harapientas judías endeblemente calzadas, de las que
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Al cabo de una semana habían muerto casi
la mitad</i>: por el hambre, por el cansancio, o por el frío de las bajas de
temperaturas y de la nieve; y los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">varios
centenares</i> restantes murieron encerradas en la iglesia de un anónimo pueblo
cuando se suscitó un incendio provocado por un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">bombardeo nocturno</i> que atacó la aguja del campanario, cuyo fuego se
propagó, al interior de la nave, al caer sobre la techumbre de tejas del
recinto. Según los testimonios, los militares nazis se fugaron durante la noche
(bajo la excusa de “llevar a los heridos a un hospital de campaña”) y las cinco
guardianas enjuiciadas, ya solas, pudieron abrir las puertas y evitar que todas
esas judías encerradas murieran bajo la acción destructiva de las llamas y del
humo; pero no chistaron ni movieron un dedo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRCr57Gcq4Ta-GgVfvIgSIkPDAqWj9UHrr8UV6RwRsO_apnVtbNTpvMky36GfyvueNUPzTV6q1HurDgFCUGDNy3mZTJXwfgtxnnTOM4H59B-wogY9_RDlk5eHzhclm3ewgaOnyYNntwUJ2fKprBV1JO4iLiiNIFs6UmYxaOglal71pYaRuhzRjG4hx5A/s1888/El%20lector%20(Anagrama,%202000).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1888" data-original-width="1385" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRCr57Gcq4Ta-GgVfvIgSIkPDAqWj9UHrr8UV6RwRsO_apnVtbNTpvMky36GfyvueNUPzTV6q1HurDgFCUGDNy3mZTJXwfgtxnnTOM4H59B-wogY9_RDlk5eHzhclm3ewgaOnyYNntwUJ2fKprBV1JO4iLiiNIFs6UmYxaOglal71pYaRuhzRjG4hx5A/w470-h640/El%20lector%20(Anagrama,%202000).jpg" width="470" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">Edición Limitada, Editorial Anagrama<br />Barcelona, 2000</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Según
consigna Michael Berg, “Se suponía que ninguna de las prisioneras había
sobrevivido al bombardeo nocturno. Pero en realidad había dos supervivientes,
madre e hija”, quienes sobrevivieron ocultas en lo alto de la tribuna próxima a
las vigas. “La tribuna era estrecha, tanto que las vigas incendiadas apenas la
rozaron al caer. La madre y la hija se quedaron acurrucadas contra la pared,
viendo y oyendo las llamas. Al día siguiente no se atrevieron a bajar ni a
salir de la iglesia. Por la noche tampoco, pues temían perder pie al bajar por
la escalera o extraviarse en la oscuridad. Al amanecer del día siguiente,
cuando salieron de la iglesia, se encontraron con unos cuantos aldeanos que,
pasmados y mudos de asombro, les dieron ropa y comida y las dejaron marchar.” Y
esa “hija había escrito [en inglés] y publicado en Estados Unidos un libro
sobre el campo de concentración y la marcha hacia el oeste.” Mismo que los
participantes en el juicio leyeron en alemán (menos Hanna Schmitz), cuando tal
traducción aún no había sido publicada en Alemania. En este sentido, “Los
testigos más importantes eran la hija, que había venido a Alemania para el juicio,
y la madre, que se había quedado en Israel.” Así que “Para tomar declaración a
la madre, los miembros del tribunal, los fiscales y los defensores viajaron a
Israel”. Allí estuvieron <i style="mso-bidi-font-style: normal;">dos semanas</i>
de junio. “La toma de declaración les ocupó sólo unos pocos días, pero el juez
y los fiscales quisieron unir lo judicial con lo turístico, y se dieron una
vuelta por Jerusalén, Tel-Aviv, el Néguev y el Mar Rojo. Sin duda, no había
nada que objetar desde el punto de vista legal, laboral y económico. Pero aun
así me pareció fuera de lugar.” Acota Michael Berg; quien como estudiante de
derecho y alumno del “seminario de Auschwitz”, asistió, de lunes a jueves, a
todas las sesiones del juicio, con excepción de esa <i style="mso-bidi-font-style: normal;">única parte</i>. Paréntesis que él aprovechó para ver en persona un
campo de concentración. Y puesto que para ingresar a Auschwitz había que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">conseguir un visado</i> y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">esperar semanas</i>, se fue de aventón a
Alsacia, donde observó los museográficos vestigios del “Campo de concentración
Struthof-Natzweiler”; en cuya ruta por carretera lo lleva un camionero bebedor
de cerveza y luego un tipo que conducía un Mercedes con guantes blancos, quien,
con su acento extranjero, le relata una espeluznante anécdota en torno a una
foto de una matanza de judíos en una cantera en Rusia. (“Los judíos esperan en
fila, desnudos; algunos están al borde de una fosa, y los soldados se les
acercan por detrás y les disparan en la nuca con el fusil.”) Cuyas menudencias
lo proyectan, al parecer, en el deshumanizado y rutinario oficio de verdugo e indiferente
oficial que daba las órdenes, cumpliendo con su aburrida chamba —“sentado en un
hueco de la pared, con las piernas colgando en el aire y fumándose un
cigarrillo”—, antes de irse a casa a descansar sin remordimientos. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_67XRcC3UvAMbAfxftNJLpqIdYUoBoXOWTO1fU9xmMgm6zcMvqmiDiwn3YivgZPXT9zkZclyVTTsHMzgGklm-qScW0Fe1z7KnZHkfaRTReYESVNuQAIYOxoYVN0UanIJlIOlpv0biXw-9WavdnrfnCrV6eh5wn4HVBwFQ25WlrNfDb0MjnbIvwE_qhQ/s850/Natzweiler-Struthof.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="637" data-original-width="850" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_67XRcC3UvAMbAfxftNJLpqIdYUoBoXOWTO1fU9xmMgm6zcMvqmiDiwn3YivgZPXT9zkZclyVTTsHMzgGklm-qScW0Fe1z7KnZHkfaRTReYESVNuQAIYOxoYVN0UanIJlIOlpv0biXw-9WavdnrfnCrV6eh5wn4HVBwFQ25WlrNfDb0MjnbIvwE_qhQ/w400-h300/Natzweiler-Struthof.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;"><span style="text-align: left; text-indent: 18.9333px;">Campo de concentración Natzweiler-</span> Struthof</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> A los 18 años de su condena en una cárcel modélica, Hanna
Schmitz obtuvo el indulto. O sea: estuvo presa entre 1966 y 1984 (entre sus 43
y 60 años de edad). Y si bien se ahorcó <i style="mso-bidi-font-style: normal;">al
amanecer</i> del día que saldría en libertad, Michael Berg evoca <i style="mso-bidi-font-style: normal;">todo aquello</i>, por escrito, diez años después.
O sea: en 1994; de ahí el remanente y la perspectiva temporal con que en un
pasaje sopesa y mira el pasado histórico en el contexto en que en un perpetuo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">continuum</i> se revisa, revisita, divulga y
explota hasta la saciedad (y con hartos dividendos) el tópico del Holocausto y
del Tercer Reich inmerso en las pesadillas del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">homo sapiens</i> y en el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">imaginario
colectivo</i> (de la recalentada) aldea global, pese a que su idiosincrasia y a
que sus parámetros mentales son muy germanos y localistas:<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjL6vNrtY80j0yvnHJNtGCWOJxp691Yj6hYIgc1KJh4dTYAGL8dHxCvo316xJeGTFuClqedcsmx6hu-Flv-jIr2iegbAnSPa_slGCh1yO-pDWYluOBculckjMpZ0aRRcuyc5bsO9GoSi05rXR_ou8xViSzv9Md7cBxDAitaxXirsIgvlB735r-aJVuJ9Q/s1024/Auschwitz,%20entrada%20con%20la%20frase%20El%20trabajo%20hace%20libre.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="685" data-original-width="1024" height="267" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjL6vNrtY80j0yvnHJNtGCWOJxp691Yj6hYIgc1KJh4dTYAGL8dHxCvo316xJeGTFuClqedcsmx6hu-Flv-jIr2iegbAnSPa_slGCh1yO-pDWYluOBculckjMpZ0aRRcuyc5bsO9GoSi05rXR_ou8xViSzv9Md7cBxDAitaxXirsIgvlB735r-aJVuJ9Q/w400-h267/Auschwitz,%20entrada%20con%20la%20frase%20El%20trabajo%20hace%20libre.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">Entrada a Auschwitz con la frase:<br /><i>El trabajo hace libre</i></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> “Hoy, cuando pienso en aquellos años, me doy cuenta de lo
escasa que era la carga visual, de lo escasas que eran las imágenes que
documentaban la vida y la muerte (o, mejor dicho, el asesinato) en los campos
de exterminio. De Auschwitz conocíamos la puerta principal, con la famosa
inscripción ‘El trabajo os hará libres’, las literas de madera, los montones de
pelo, gafas y maletas; de Birkenau, el edificio de la entrada, con su torre,
sus dependencias laterales y el hueco para que pasaran los trenes; y de
Bergen-Belsen, las montañas de cadáveres que los aliados encontraron y
fotografiaron cuando liberaron el campo. Conocíamos algunos relatos de
prisioneros, pero muchos de ellos salieron a la luz poco después de acabada la
guerra y no volvieron a ser publicados hasta los años ochenta, pues durante
mucho tiempo no interesaron a las editoriales. Hoy en día hay tantos libros y
películas sobre el tema, que el mundo de los campos de exterminio forma ya
parte del imaginario colectivo que complementa el mundo real. Nuestra fantasía está
acostumbrada a internarse en él, y desde la serie de televisión <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Holocausto</i> [1973] y películas como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La decisión de Sophie</i> [1982] y
especialmente <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La lista de Schindler</i>
[1993], no sólo se mueve en su interior, no se limita a percibir, sino que ha
empezado a añadir y decorar por su cuenta. Por aquel entonces la fantasía
apenas se movía; teníamos la sensación de que la conmoción que había producido
el mundo de los campos de exterminio no era compatible con la fantasía. La
imaginación se limitaba a contemplar una y otra vez las pocas imágenes que le
habían proporcionado las fotografías de los aliados y los relatos de los
prisioneros, hasta que se convirtieron en tópicos fosilizados.” <o:p></o:p></span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg11sjlWNM8usRFuf8618CWr2Tgm4jlGVGd44TTqi0Pk5paWnFQZOW70YBsfmG_OpPKRmT15VSWrnVBIj3w9GpQRkHIOwbpqEl7e_S8HLx5K6e7teRQJAjAKFBNncmnvP2-q8VY2QxbZ5GMvdvNd_dKxgHuZLIoT-l_G37d4YEGvgb_Y0ju4P8KTfBB9w/s800/Campo%20de%20%20contentraci%C3%B3n%20de%20Bergen-Belsen%20(abril%20de%201945),%20foto%20de%20George%20Rodger.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="799" data-original-width="800" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg11sjlWNM8usRFuf8618CWr2Tgm4jlGVGd44TTqi0Pk5paWnFQZOW70YBsfmG_OpPKRmT15VSWrnVBIj3w9GpQRkHIOwbpqEl7e_S8HLx5K6e7teRQJAjAKFBNncmnvP2-q8VY2QxbZ5GMvdvNd_dKxgHuZLIoT-l_G37d4YEGvgb_Y0ju4P8KTfBB9w/w400-h400/Campo%20de%20%20contentraci%C3%B3n%20de%20Bergen-Belsen%20(abril%20de%201945),%20foto%20de%20George%20Rodger.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e; font-family: georgia;">Campo de concentración de Bergen-Belsen (abril de 1945)<br />Foto: George Rodger</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /></span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #45818e;">III de VII</span></b></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">En 1959 —en una anónima
ciudad del suroeste de Alemania Occidental (de cuyo nombre el memorioso no
quiso acordarse)—, a sus 15 años (cumplidos en junio del año anterior) el chaval
Michael Berg vivía en el departamento familiar (“el segundo piso de una
espaciosa casa de finales del siglo pasado, en la Blumenstrasse”), donde
confluían su hermano mayor, sus dos hermanas, su madre y su padre, catedrático
de filosofía en la universidad, autor de un libro sobre Kant y otro sobre Hegel;
quien durante el Tercer Reich perdió su “puesto de profesor universitario al
anunciar un curso sobre Spinoza, por tratarse de un filósofo judío, y que
durante la guerra se había mantenido a flote a sí mismo y a toda la familia
trabajando en una editorial de mapas y guías para excursionistas”. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES"> Un lunes de octubre</span></i><span lang="ES">
del 58, de regreso del colegio, Michel Berg se puso a vomitar al pie del portón
de una casona en la Bahnhofstrasse. La mujer que lo auxilió y luego lo acompañó
a pie hasta su casa (“La Bahnhofstrasse está cerca de la Blumenstrasse”)
resultó ser Frau Schmitz, quien vivía en un minúsculo y modesto apartamento en
el tercer piso de esa vetusta casona que es un populoso vecindario, donde
incluso hay una carpintería. Pero esto sólo lo supo hasta <i style="mso-bidi-font-style: normal;">un día de finales de febrero</i> del 59, luego de recuperarse de la hepatitis
e ir a agradecerle su auxilio con un ramo de flores. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipeEllr6wYsGuiSBtElw1YYKZtH6NmQIdlg4_NxVwy09JOiFnFBmkfuho33ZMlPjPSVm6fU1zBxTYnWhJnh29YfEyHKW9XUXCUrkWTaB0smPVNcn2h_umZ0HJeQGsNN88U_Wtl6PxuMYIVxX_iqMxKlX-C7UJTr_21ojr_JgvQMs300X4qBWalhCz3zg/s640/The%20Reader%20(2008).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="333" data-original-width="640" height="208" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipeEllr6wYsGuiSBtElw1YYKZtH6NmQIdlg4_NxVwy09JOiFnFBmkfuho33ZMlPjPSVm6fU1zBxTYnWhJnh29YfEyHKW9XUXCUrkWTaB0smPVNcn2h_umZ0HJeQGsNN88U_Wtl6PxuMYIVxX_iqMxKlX-C7UJTr_21ojr_JgvQMs300X4qBWalhCz3zg/w400-h208/The%20Reader%20(2008).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">Fotograma de <i>The Reader</i> (2008)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> En la candente relación erótica, Hanna Schmitz,
obsesionada con la limpieza y la disciplina, juega un papel mandón y dominante
y lleva la batuta en todo: es ella la que impone la voz y las reglas (nunca
debe abordarla durante su trabajo en el tranvía) y el orden de los encuentros lascivos,
placenteros y clandestinos: baño, lectura, sexo, y holgazanear en la cama.
Porque Michael Berg descubrió que a Hanna le entusiasma y embelesa que él le
lea en voz alta y es algo que le antepone; del mismo modo que también le
antepuso ponerse a estudiar para aprobar el sexto del bachillerato, a punto de
perderlo por haber faltado durante su convalecencia. Y esto se lo dijo enfática
y colérica: “Fuera —dijo retirando el edredón— Fuera de mi cama. Y no vuelvas
hasta que te pongas a estudiar. ¿Dices que ir al colegio es para imbéciles?
¿Para imbéciles? ¡Pero qué sabrás tú! ¿Tú sabes lo que es pasarse el día
vendiendo billetes de tranvía?” Y para que le quede claro la mediocridad del
día a día de esa labor y lo que le espera si abandona los estudios, hace una
pantomima:<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjL-6nvy35zRLG5D7YLsB2cDWjd0ntE13e0eQgm_iOgRV7KI7Wb30AYhRmjbRdhPWLceVnC7qcwRqmEjbMW9yFkmI9x4x_H6MBIY_qHtVMkuLFxYL-Dl8h2y34Jj_44waGbcmtWUY8XBPjWcCwsHrcVKLlZYWP2-qk1yWJFm1JadScb_AnBY5yMFwkPTw/s700/The%20Reader%20(2008).jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="700" data-original-width="420" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjL-6nvy35zRLG5D7YLsB2cDWjd0ntE13e0eQgm_iOgRV7KI7Wb30AYhRmjbRdhPWLceVnC7qcwRqmEjbMW9yFkmI9x4x_H6MBIY_qHtVMkuLFxYL-Dl8h2y34Jj_44waGbcmtWUY8XBPjWcCwsHrcVKLlZYWP2-qk1yWJFm1JadScb_AnBY5yMFwkPTw/w240-h400/The%20Reader%20(2008).jpg" width="240" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;"><i>The Reader </i>(2008)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Se
puso de pie, desnuda en medio de la cocina y empezó a hacer de revisora. Abrió
con la mano izquierda la carterita en la que llevaba los talonarios de
billetes, arrancó dos billetes con el dedo pulgar de la misma mano —enfundado
en un dedal de goma—, balanceó la mano derecha para agarrar la perforadora que
le colgaba de la muñeca y la pulsó dos veces.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “—Dos
a Rohrbach.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia; text-indent: 14.2pt;"> “Soltó
la perforadora, extendió la mano, cogió unas monedas, abrió el monedero que
llevaba colgado sobre el vientre, metió las monedas dentro, cerró el monedero y
devolvió el cambio sacándolo del distribuidor de monedas fijado al monedero.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “—Billetes
por favor.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Me
miró.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “—¿Para
imbéciles? No tienes ni idea.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> No
obstante, mientras ese ardiente y tormentoso vínculo erótico y afectivo dura
hasta finales de junio, Michael Berg no descubre que Hanna Schmitz es
analfabeta. Y pese a que esa minusvalía intelectual y cognoscitiva dificulta la
movilidad por las calles y las posibilidades de empleo y el ascenso laboral,
puede trabajar de uniformada revisora del tranvía e incluso ir al cine, aunque
nunca fueron juntos porque ella no quiso ir con él. Según reporta: “A veces
hablábamos de películas que habíamos visto los dos. En cuestión de cine,
parecía tener los gustos más variopintos: veía toda clase se películas, desde
bélicas o folklóricas alemanas hasta la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">nouvelle
vague</i>, pasando por las del Oeste. A mí lo que me gustaba era todo lo que
venía de Hollywood, fueran películas de romanos o de vaqueros. Había una del
Oeste que nos gustaba especialmente; salía Richard Widmark en el papel de un
sheriff que debe afrontar un duelo que no tiene ninguna posibilidad de ganar;
al anochecer llama a la puerta de Dorothy Malone, que le ha aconsejado huir,
aunque él no le ha hecho caso. Ella abre la puerta. ‘¿Qué quieres? ¿Toda tu
vida en una noche?’ A veces, cuando yo llegaba rebosante de deseo, Hanna se
burlaba de mí: ‘¿Qué quieres? ¿Toda tu vida en una hora?’” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRXp6KF6rl46c8S42jn94fprVYR3PTJ-sZnrvGDwPNXe_3fq0sllbjppmoMySs2gWx6FOfVUqgF5p7kTsIU4prWW7Nzl6J1Ufb-O2-z-pKnuULAIb9A8kEh1mM6WuBTyOS1v3ov_O7RQZHZVUCOWEDlfyJyP3x-G5FNfxb_2I9zPFBIj4_lddJ4qwfrg/s1640/Warlock%20(1959).jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1000" data-original-width="1640" height="244" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRXp6KF6rl46c8S42jn94fprVYR3PTJ-sZnrvGDwPNXe_3fq0sllbjppmoMySs2gWx6FOfVUqgF5p7kTsIU4prWW7Nzl6J1Ufb-O2-z-pKnuULAIb9A8kEh1mM6WuBTyOS1v3ov_O7RQZHZVUCOWEDlfyJyP3x-G5FNfxb_2I9zPFBIj4_lddJ4qwfrg/w400-h244/Warlock%20(1959).jpg" width="400" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> Vale
observar, entre paréntesis, que sin duda se trata de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Warlock</i> (1959), western titulado en español <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El hombre de las pistolas de oro</i>, en el que actúan Richard Widmark
(Johnny Gannon) y Dorothy Malone (Lily Dollar); no obstante, la anécdota
fílmica no es exactamente así como la evoca Michael Berg.</span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia; text-indent: 14.2pt;"> </span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8SCkB2eJ-KF0XvBTgapV8HNekqjqqvYEtUUcELdIehrSNbOvjo1_-x-wOpiot-R1ZBf_wWG5LGCuEXeaDXcAy3ud9j6tytI-G2N34CYuIlkEv7WPxv5GepC3LjZ21zswPripQQiGTKmyRVMxA7KOtErkmzMyTk0SyoS-o8LX3977jCdYCIFc9z0SJPw/s985/The%20Reader%20(2008).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="655" data-original-width="985" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8SCkB2eJ-KF0XvBTgapV8HNekqjqqvYEtUUcELdIehrSNbOvjo1_-x-wOpiot-R1ZBf_wWG5LGCuEXeaDXcAy3ud9j6tytI-G2N34CYuIlkEv7WPxv5GepC3LjZ21zswPripQQiGTKmyRVMxA7KOtErkmzMyTk0SyoS-o8LX3977jCdYCIFc9z0SJPw/w400-h266/The%20Reader%20(2008).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">Fotograma de <i>The Reader</i> (2008)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia; text-indent: 14.2pt;"><br /> Y más aún: no lo detecta en abril, cuando una
semana después de Pascua, a partir del Domingo de Resurrección, hacen un
recorrido de cuatro días en bicicleta por “Wimpfen, Amorbach y Miltenberg”, tres
pueblos circunvecinos de la llanura del Rin y de la Selva del Oden, haciéndose
pasar por madre e hijo. Según evoca Michael Berg: “Hanna no sólo dejaba en mis
manos la tarea de elegir la dirección y la carretera; también me encargaba yo
de buscar alojamiento para pasar la noche, de registrarnos como madre e hijo en
los formularios, que ella se limitaba a firmar, y de escoger en el menú la
comida no sólo para mí, sino también para ella.” ¿Y cómo? Si no sabía ni leer
ni escribir.</span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #45818e;">IV de VII</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES"><span>Cuando Michael Berg
egresó de la carrera de <o:p></o:p></span></span><span>derecho tenía nulas o grises </span><i>opciones profesionales</i><span> para él, que empezaron a encaminarse cuando
“el catedrático de historia del Derecho” le “ofreció una plaza de interino en
su departamento”. Y de ahí saltó a </span><i>un
centro de investigación</i><span> en el que pudo dedicarse a </span><i>la historia del Derecho</i><span>, donde, dice, “Una de mis áreas de
investigación era el Derecho en la época del Tercer Reich”. No obstante, cuando
era un jovencillo eligió esa carrera </span><i>por
no saber qué otra cosa escoger</i><span>. Y se matriculó en el “seminario de
Auschwitz” </span><i>por pura curiosidad</i><span>, sin
saber que Hanna Schmitz estaba entre las cinco guardianas nazis enjuiciadas (en
una ciudad vecina a su ciudad) hasta que oyó su nombre en una audiencia. Según
narra: “No la reconocí hasta que la llamaron, se puso de pie y dio un paso
adelante. Por supuesto reconocí el nombre de inmediato: Hanna Schmitz. Luego
reconocí la figura, la cabeza, que me resultaba extraña con el pelo recogido en
un moño, la nunca, las anchas espaldas y los brazos robustos. Estaba muy
erguida. Se mantenía firme sobre las dos piernas. Los brazos le colgaban
relajados. Llevaba un vestido gris de manga corta. La reconocí, pero no sentí
nada. No sentí nada.”</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfbedacEuGYCMf44o-6vghN_E2lA0JvmVLpmINZRTACE0BuTDlb7jPdQuGcY851aMQDBFxmA4bsFDxOgvQ0o07T13imy05DbdGQ5Qhv69n5-9TWdyJu_4OIsPartsLfyxKQ8TC3Nn6ruJ-jOGS0QzFptPizTDE8PsYbYkcKYAMsYF6J04xAtYtqRpTfw/s3012/Guardianas%20nazis.jpeg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2024" data-original-width="3012" height="269" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfbedacEuGYCMf44o-6vghN_E2lA0JvmVLpmINZRTACE0BuTDlb7jPdQuGcY851aMQDBFxmA4bsFDxOgvQ0o07T13imy05DbdGQ5Qhv69n5-9TWdyJu_4OIsPartsLfyxKQ8TC3Nn6ruJ-jOGS0QzFptPizTDE8PsYbYkcKYAMsYF6J04xAtYtqRpTfw/w400-h269/Guardianas%20nazis.jpeg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">Guardianas nazis enjuiciadas</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> No obstante, sí sintió algo mucho más que la sorpresa y el
desconcierto, el hielo en las venas, y el autoinculpatorio devaneo moral y
leguleyo, cuyo meollo se agudiza cuando a través de las declaraciones infiere
que Hanna Schmitz era y es analfabeta. Es decir, que por esa vergüenza, para
ella sumamente vergonzosa, intrínseca e intolerable, súbitamente renunció a su
puesto de revisora de tranvías (quince días antes el responsable del
departamento de personal de la compañía tranviaria le había ofrecido <i style="mso-bidi-font-style: normal;">hacer un cursillo para ascender a conductora</i>;
y por ello también renunció, deduce, al “ascenso en Siemens y se convirtió en
guardiana de campo de concentración”), cerró el contrato de renta del minúsculo
departamento amueblado donde vivía, y se largó sin decirle a él nada: ni mu ni
pío, ni <i style="mso-bidi-font-style: normal;">good bye</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">baby</i>. Quien por entonces se culpaba de
haberla traicionado por no revelarla y mostrarla ante sus amigos y amigas de la
adolescencia y de la piscina veraniega; más aún porque el último día que la vio
él estaba en la alberca con el grupo y sólo la miró y se puso de pie sin
atreverse tan siquiera a saludarla. Según evoca, Hanna “Estaba a unos veinte o
treinta metros, con pantalones cortos y una blusa desabrochada, anudada en la
cintura, y me miraba. Yo la miré a ella. A aquella distancia no pude
interpretar la expresión de su cara. En vez de levantarme de un salto y correr
hacia ella, me quedé quieto preguntándome qué hacía ella en la piscina, si
acaso quería que yo la viera, que nos vieran juntos, si quería yo que nos
viesen juntos. Nunca nos habíamos encontrado casualmente y no sabía qué hacer.
Y entonces me puse de pie. En el breve instante en que aparté la vista de ella
al levantarme, Hanna se fue.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Hanna con pantalones cortos y blusa anudada a la
cintura, mirándome con una cara que no consigo interpretar: otra imagen que me
ha quedado de ella.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero el intríngulis, para él, más íntimo y trascendente
de la oculta condición de analfabeta de Hanna Schmitz se le desvela en el
juicio, cuando, confabuladas contra ella las otras guardianas y sus abogados
defensores (belicosos ex nazis) la acusan de tener favoritas entre las presas,
de apapacharlas por un tiempo, y luego destinarlas con frialdad entre las 60
mujeres que regresarían a morir en Auschwitz. Acusación que incita a que la
hija sobreviviente, ya instalada entre el público, se ponga de pie y desde allí
amplíe su declaración: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4SUNP-EXuK8DV3MK0gYq-l7Jl0Jub3AiDFUa_kkatHxo-5QnyFkTpDLOudzvk5JzEjsaSy8vvhhx-DUCTxL63CJNVKPA8ckM04Z8lXcWNjc2q34xm39EbuWbVvXtjBwDhCbCWV1M2gKhrbtNzBKDjb3MKFW-0f2GyciN1ciShUw06grxg6kSVLZm2Hw/s656/Guardianas%20nazis.jpeg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="465" data-original-width="656" height="284" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4SUNP-EXuK8DV3MK0gYq-l7Jl0Jub3AiDFUa_kkatHxo-5QnyFkTpDLOudzvk5JzEjsaSy8vvhhx-DUCTxL63CJNVKPA8ckM04Z8lXcWNjc2q34xm39EbuWbVvXtjBwDhCbCWV1M2gKhrbtNzBKDjb3MKFW-0f2GyciN1ciShUw06grxg6kSVLZm2Hw/w400-h284/Guardianas%20nazis.jpeg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">Guardianas nazis</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “—Sí, tenía
favoritas, siempre alguna de las más jóvenes, alguna chica débil y delicada.
Las ponía bajo su protección y se encargaba de que no tuvieran que trabajar [en
ese campo las mujeres no eran obreras en la fábrica de munición, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">sino que se dedicaban a la reconstrucción de
la nave</i>], las alojaba en sitios más cómodos y las alimentaba y las mimaba,
y por la noche se las llevaba a su habitación. Les tenía prohibido contar lo
que hacían con ella por la noche, y todas pensábamos que... Estábamos
convencidas de que se divertía con ellas y luego cuando se cansaba, las metía
en el siguiente envío. Pero no era así; un día una de las chicas habló, y nos
enteramos de que sólo las obligaba a leerle libros, noche tras noche. No era
tan malo como nos lo habíamos imaginado... Y también eran mejor que tenerlas en
la obra trabajando hasta reventar, debí de pensar que era mejor, si no no se me
habría olvidado tan fácilmente. Pero ahora me pregunto si de verdad era mejor.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Y se
sentó.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Entonces Hanna se volvió y me miró. Su mirada me
localizó de inmediato, y comprendí que ella había sabido todo el tiempo que yo
estaba allí. Se limitó a mirarme. Su cara no pedía nada. Se mostraba, eso era
todo. Me di cuenta de lo tensa y agotada que estaba. Tenía ojeras, y las
mejillas cruzadas de arriba abajo por una arruga que yo no conocía, que aún no
era honda, pero ya la marcaba como una cicatriz. Al verme enrojecer, apartó la
mirada y volvió a fijarla en el tribunal.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Pero entre
lo que Michael Berg cavila y sopesa sobre esa escena, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>aletea lo que supone debió preguntarle a Hanna
Schmitz su abogado defensor y que transluce el probable, subyacente y minúsculo
grumo humanitario de la servil, disciplinada, limpísima y obediente guardiana,
quien para oír y acatar la sentencia final portó un impecable atavío (quizá de
revisora de tranvía) que recuerda o semeja el uniforme de una fiel, gruñona y
severa celadora nazi:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEXctb4LWHLW603kG-niBr3vyWTAD3tyrKmhjMvQ9OXCqEgfUcgCRsZu_DtRS7ns6bBfLX7Pb5ENnYPfLevJEEAGhRMe8RPVBY-9GAovEaPm0jfcBDYmutapOQI72aexzoNV58CaVJ6ixi2OKTq3-rUR8a0UswsXHHPgB7pU8dRYnUrAYLfaBizqcB7Q/s800/Guardianas%20en%20Bergen-Belsen%20luego%20de%20su%20arresto%20(abril%20de%201945).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="798" data-original-width="800" height="398" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEXctb4LWHLW603kG-niBr3vyWTAD3tyrKmhjMvQ9OXCqEgfUcgCRsZu_DtRS7ns6bBfLX7Pb5ENnYPfLevJEEAGhRMe8RPVBY-9GAovEaPm0jfcBDYmutapOQI72aexzoNV58CaVJ6ixi2OKTq3-rUR8a0UswsXHHPgB7pU8dRYnUrAYLfaBizqcB7Q/w400-h398/Guardianas%20en%20Bergen-Belsen%20luego%20de%20su%20arresto%20(abril%20de%201945).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">Guardianas nazis luego de su arresto (abril de 1945)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Pregúntele
si escogía a las chicas más débiles y delicadas porque sabía que no resistirían
el trabajo en la obra y de todos modos iban a volver a Auschwitz en el
siguiente envío, y ella quería hacerles más grato el último mes de su vida.
Díselo, Hanna. Diles que por eso escogías precisamente a las más delicadas y
débiles. Que no había otro motivo ni podría haberlo.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Pero el abogado no preguntó nada, y Hanna también
calló.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y no dijo una sola palabra porque el obtuso e inveterado
prejuicio existencial de Hanna Schmitz es ocultar su analfabetismo a toda costa
y al precio que sea, ya sea como sádica operadora en el sanguinario genocidio
sistémico, supremacista, xenofóbico, paramilitar y militar del Tercer Reich, o
confinada en una cárcel por el resto de sus días. Tal es así que cuando en el
rifirrafe y en la virulencia del juicio es señalada y acusada de ser la
guardiana que decidía, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la que mandaba</i>,
la que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tenía la sartén por el mango</i>,
y la única que escribía los reportes y, por ello, de ser la única que redactó
el informe sobre lo sucedido en la matanza de las judías durante el incendio en
la iglesia, para eludir que el análisis de un grafólogo revele su analfabetismo
y por ende la exhiban y pongan en ridículo en ese canibalesco círculo
concéntrico (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">solitario punto central del
círculo solitario</i>), ella asume la responsabilidad y la culpa de todo: “No
hace falta que llamen a ningún experto. Confieso que el informe lo escribí yo.”
Dando por resultado que las otras guardianas fueran condenadas a penas menores
y ella a perpetuidad.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #45818e;">V de VII</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Evoca Michael Berg que
“Cuando estaba trabajando en la tesina, murió el catedrático que había organizado
el seminario de Auschwitz.” Y fue al sepelio, pese a que no le gustan los
entierros y a que, dice, “aquel profesor y yo nunca nos habíamos entendido muy
bien”. Y se casó con Gertrude, una condiscípula de la carrera de derecho de su
generación, porque ella se quedó embarazada cuando ambos estaban <i style="mso-bidi-font-style: normal;">haciendo las prácticas</i>. Y se
divorciaron, dice, “sin amarguras”, cuando su hija Julia cumplió cinco años. Y
según revela: “Nunca conseguí dejar de comparar lo que sentía cuando estaba con
Gertrude con lo que sentía con Hanna, y una y otra vez, cuando andábamos
cogidos del brazo, me asaltaba la sensación de que algo fallaba, concretamente
en ella: no tenía el tacto ni las vibraciones adecuadas, ni el olor ni el sabor
adecuado. Pensaba que con el tiempo se me pasaría. Sinceramente, lo esperaba.
Quería librarme de Hanna. Pero esa sensación de que algo fallaba no desparecía.”
<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaFmyrhtvSpDrsrMMqh6Yf3vRdWgKMrMdPNaTCL6WsdaKGLxDKLIDNYcJhMnPWFCHFPmyF3DEyp3uPKivQVOF6gteiKYh4B-RGFpiYwI3yWWv_7lgLuS5_ukBRE_k2_VYUgccXPDMgozJQOOiVOICXyzc6ySy2eM8qfWRcNSuUry9pfWSMZ6C8VbvjxQ/s700/The%20Reader%20(2008).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><span style="font-family: georgia;"><img border="0" data-original-height="452" data-original-width="700" height="259" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaFmyrhtvSpDrsrMMqh6Yf3vRdWgKMrMdPNaTCL6WsdaKGLxDKLIDNYcJhMnPWFCHFPmyF3DEyp3uPKivQVOF6gteiKYh4B-RGFpiYwI3yWWv_7lgLuS5_ukBRE_k2_VYUgccXPDMgozJQOOiVOICXyzc6ySy2eM8qfWRcNSuUry9pfWSMZ6C8VbvjxQ/w400-h259/The%20Reader%20(2008).jpg" width="400" /></span></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e; font-family: georgia;">Fotograma de <i>The Reader</i> (2008)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Y no
despareció ni logró librarse de Hanna Schmitz. Nunca. Cuando recién se fue y la
buscaba por todas partes, elegía y abría un libro preguntándose “si sería una
buena lectura para Hanna”. Y luego, según dice: “Acabé reconociendo que, para
poder sentirme a gusto al lado de una mujer, necesitaba que tuviera un tacto y unas
vibraciones un poco como los de Hanna, que su olor y su sabor se parecieran a
los de Hanna. Y empecé a hablarles de ella a otras mujeres.” E incluso les
habló de sí mismo hasta que se le agotó el regusto de ser escuchado y comprendido.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZbCxVb_9HJOVni7i-6pgD3ECeI9BxH55Ji1AXT5XpCjeEb7OYYXCzjKBCVZDqAjaLIplZ-nuIn_NHUt9kdG_7owcUzN7annBIGtax2T960OCoKKuQPGHC__9HQvkE-px-i4TS1QvyiO6xzgbrS3DrcFFZAgw7GbSStYdC6-mvqXgLRlrAVby5tkVS7Q/s600/The%20Reader%20(2008).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="600" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZbCxVb_9HJOVni7i-6pgD3ECeI9BxH55Ji1AXT5XpCjeEb7OYYXCzjKBCVZDqAjaLIplZ-nuIn_NHUt9kdG_7owcUzN7annBIGtax2T960OCoKKuQPGHC__9HQvkE-px-i4TS1QvyiO6xzgbrS3DrcFFZAgw7GbSStYdC6-mvqXgLRlrAVby5tkVS7Q/w400-h266/The%20Reader%20(2008).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">Fotograma de <i>The Reader</i> (2008</span>)</td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> En
este sentido, Hanna Schmitz siguió estando en él entre ceja y ceja, en sueños,
pesadillas y divagaciones. Resulta consecuente entonces, para él, que
averiguara la dirección de la cárcel donde Hanna Schmitz cumplía su condena,
con el objetivo de enviarle un aparato reproductor de casetes para que ella
oyera su voz leyéndole una serie de libros. (No narra si sólo leía y grababa
con ciertas inflexiones o hacía lecturas dramatizadas impostando voces.) Tarea
que hizo durante diez años: entre 1974 y 1984. O sea: a partir del octavo año
de su condena, hasta el decimoctavo, que fue cuando obtuvo el indulto. Pero
ella se ahorcó.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicsh7_WO8ofDn-Ua9JJUebLL-24jTMq7J-OkcnEKflUH43NW1ugBJmun6ZS1fvUqp9u4AlMve22hUyVidpLy9zMO5bURhy7HMtwOlgV8e30Ik9ovyOH5-7C8EV7my7q_U-ma_Ri47Ec3WWpT1aUjhBh5dvRtEL1IKg7KUS5DA_ZplJxAa6OC2ALCqkaQ/s400/The%20Reader%20(2008).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="378" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicsh7_WO8ofDn-Ua9JJUebLL-24jTMq7J-OkcnEKflUH43NW1ugBJmun6ZS1fvUqp9u4AlMve22hUyVidpLy9zMO5bURhy7HMtwOlgV8e30Ik9ovyOH5-7C8EV7my7q_U-ma_Ri47Ec3WWpT1aUjhBh5dvRtEL1IKg7KUS5DA_ZplJxAa6OC2ALCqkaQ/s320/The%20Reader%20(2008).jpg" width="302" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">Fotograma de <i>The Reader</i> (2008)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Según
reporta, en una libreta llevó un registro de los libros que le leía en voz alta
y le enviaba grabados: “En conjunto, los títulos en la libreta encajan en el
sólido candor de los gustos de la burguesía culta. Tampoco recuerdo haberme
planteado nunca ir más allá de Kafka, Max Frisch, Uwe Johnson, Ingebor Bachmann
y Siegfried Lenz; nunca grabé literatura experimental, esa literatura en la que
no soy capaz de identificar una historia y no me gusta ninguno de los
personajes. Para mí estaba claro que con lo que experimenta la literatura
experimental es con el lector, y eso era algo que Hanna y yo podíamos
prescindir perfectamente.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Pero
además, dice que también le envió grabaciones de textos escritos por él; con lo
cual narra que, además de investigador de “la historia del Derecho”, se hizo
escritor. Y más aún: que en el epicentro del proceso creativo y del punto
final, listo para <i style="mso-bidi-font-style: normal;">enviar el manuscrito a
la editorial</i>, siempre estaba Hanna Schmitz:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghTQJ_WbTbXaKWqmSWkCLaQD-Np0DzMxnyKS762SBS-NAhP7zmOLGyHzLi2Q1d9S-ykpOdYlhIPNwqtB-h8Qq0F7FYTxi82hqKR3RelzX-0RXSRDvTj1w0_gdlvOOAW1ivjLLwaEISGHLme2eh0nTIPP9XXar9ciY3zQKKxnz6MT5rrju-JQW81G63jg/s1920/Bernhard%20Schlink.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="1920" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghTQJ_WbTbXaKWqmSWkCLaQD-Np0DzMxnyKS762SBS-NAhP7zmOLGyHzLi2Q1d9S-ykpOdYlhIPNwqtB-h8Qq0F7FYTxi82hqKR3RelzX-0RXSRDvTj1w0_gdlvOOAW1ivjLLwaEISGHLme2eh0nTIPP9XXar9ciY3zQKKxnz6MT5rrju-JQW81G63jg/s320/Bernhard%20Schlink.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">Bernhard Schlink</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Cuando
empecé a escribir yo, le leía también cosas mías. Esperaba hasta haber dictado
el manuscrito y revisado la versión escrita a máquina, hasta que tenía la
sensación de que aquello ya estaba acabado. Al leer en voz alta sabía si
conseguía el efecto deseado. Si no lo conseguía, podía revisarlo todo y volver
a grabar encima de lo que ya estaba grabado. Pero no me gustaba hacerlo. Quería
cerrar el círculo de la grabación. Hanna se convertía en la entidad para la que
ponía en juego todas mis fuerzas, toda mi creatividad, toda mi fantasía crítica.
Luego podía enviar el manuscrito a la editorial.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> No
obstante, Michael Berg no se propuso establecer con Hanna Schmitz un vínculo
recíproco, más personal, afectivo e íntimo. Pues además de que nunca la visitó <i style="mso-bidi-font-style: normal;">motu proprio</i>, nunca le escribió ni le
leyó grabada una sola carta escrita por él. Según dice sobre su particular y
antepuesta <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ley del hielo</i>: “No hacía
ningún comentario personal en las cintas; ni le preguntaba a Hanna cómo le iban
las cosas, ni le contaba cómo me iban a mí. Leía el título, el nombre del autor
y el texto. Cuando se acababa el texto, esperaba un momento, cerraba el libro y
pulsaba la tecla de parada.” Es decir, asumió <i style="mso-bidi-font-style: normal;">una actitud cómoda y egoísta</i>, cuyo egocentrismo él mismo
puntualiza: “Le había reservado a Hanna un rincón, un rincón que para mí era
importante, que me aportaba algo y por el que estaba dispuesto a hacer algo,
pero no a concederle un lugar en mi vida.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Incluso
no quebrantó su <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ley del hielo</i> cuando
al cuarto año de enviarle los audiolibros con su voz, Hanna Schmitz le remitió
un mensaje redactado por ella misma, indicio de que ya ha aprendido a escribir,
y donde lo llama con el cariñoso apelativo con que se dirigía a él cuando tenía
15 años y vivieron su tórrido romance: “La última historia me ha gustado mucho,
chiquillo. Gracias. Hanna.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Michael
Berg atesoró cada uno de los mensajes que Hanna Schmitz le escribió y envió
durante seis años y fue observando la evolución de su escritura: “Tengo
guardados todos sus saludos por escrito. La escritura va cambiando. Empieza
forzando a las letras a alinearse todas en la misma dirección oblicua y a adoptar
la altura y anchura correctas. Una vez conseguido eso, se hace más ligera y más
segura. Nunca suelta. Pero adquiere algo de la severa belleza propia de la
letra de los ancianos que han escrito poco en su vida.” Y entre las líneas que
comenta de Hanna, antologa algunos elogios literarios y ciertas pullas (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">cuchillos sin hoja a los que les falta el
mango</i>, diría Lichtenberg): “Sus observaciones sobre literatura eran a menudo
asombrosamente acertadas. ‘Schnitzler es perro ladrador y poco mordedor, y
Stefan Zweig lleva el rabo entre las patas’, o ‘Keller lo que necesita es una
mujer’, o ‘Las poesías de Goethe son como pequeñas estampas enmarcadas en oro’,
o ‘Estoy segura que Lenz escribe a máquina’.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #45818e;">VI de VII</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Esa rutina, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cómoda y egoísta</i>, de sólo enviarle los audiolibros
con su voz tiene visos de interrumpirse cuando la directora de la prisión le
escribe una carta donde le anuncia que Hanna Schmitz, el año próximo, saldrá en
libertad “después de una estancia de dieciocho años en nuestra institución”. Y
en resumidas cuentas le solicita que apoye y guíe a Hanna al salir de la cárcel,
no sólo en lo que concierne a una vivienda, a un trabajo y al ocio. Pero además
le dice: “ahora es imprescindible que venga usted a verla antes de que recupere
la libertad. Le ruego que en tal caso no deje de pasar por mi despacho.” Sin
embargo, si bien Michael Berg le buscó y amuebló una casita, le encontró
trabajo con un sastre griego, y planeó para ella algunas actividades
recreativas y culturales, pasó el año y no visitó la prisión. Y sólo fue hasta
que la directora le habló por teléfono y le dijo que “Hanna iba a salir en una
semana.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Así que el domingo siguiente, Michael Berg fue a la
cárcel. Y ya en el interior, la vio sentada, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">a la sombra de un castaño</i>, en uno de los bancos del jardín con
árboles y césped, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">bastante concurrido</i>:
<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “¿Hanna?
¿La mujer del banco era Hanna? Pelo blanco, hondos surcos verticales en la
frente, en las mejillas, alrededor de la boca, y un cuerpo pesado. Llevaba un
vestido azul celeste que le venía pequeño y le marcaba el pecho, el vientre y
los muslos. Tenía las manos en el regazo, sosteniendo un libro. No lo leía.
Miraba por encima de la montura de sus gafas de lectura a una mujer que echaba
migajas de pan a los gorriones. Luego se dio cuenta de que la miraba y giró la
cara hacia mí.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Vi la emoción en su rostro, lo vi resplandecer de
alegría al reconocerme, vi sus ojos tantear toda mi cara. Y cuando me acerqué
los vi buscar, preguntar, y enseguida volverse inseguros y tristes, hasta que
se apagó el resplandor. Cuando llegué junto a ella, me sonrió con amabilidad,
pero con gesto cansado.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—Te has hecho mayor, chiquillo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Me senté a su lado y ella me cogió la mano.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y luego de evocar (en un intercalado pasaje) las
menudencias eróticas y lascivas del olor y los efluvios odoríficos que de ella
le fascinaban cuando él era el chaval quinceañero en ebullición, dice del aroma
a viejecita que percibe: “Ahora, sentado junto a Hanna, olí a una anciana. No
sé de dónde sale ese olor que conozco de las abuelas y las tías entradas en
años, y que flota como una maldición en las habitaciones y los pasillos de los
asilos. Hanna era demasiado joven para aquel olor.” Quizá, pero el próximo 21
de octubre de 1984 hubiera cumplido 61 años.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ese breve y melancólico encuentro y parco diálogo
concluye con el acuerdo de ir por ella “la semana que viene”, “sin hacer
ruido”. Y según dice él: “La abracé, pero fue como abrazar algo inanimado.” Así
que un día antes de pasar por Hanna, Michael Berg le habla por teléfono para
saber qué le <i style="mso-bidi-font-style: normal;">apetece hacer mañana</i>:
“¿Quieres que te lleve a casa directamente o prefieres ir a dar un paseo por el
bosque o por la orilla del río?” Ella le responde <i style="mso-bidi-font-style: normal;">con su voz aún juvenil</i>: “Me lo pensaré.” Pero nada grato ocurrió.
“A la mañana siguiente, Hanna estaba muerta. Se había ahorcado al amanecer.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><b><span style="color: #45818e;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span><span style="font-family: georgia;">VII de VII</span></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">El mazazo de su muerte
fue lo que recibió a Michael Berg al ir a recogerla a la cárcel. Entre el
conjunto de recriminaciones, testimonios y preguntas que le formula la
directora del penal, le echa en cara, como un balde de agua hirviendo, que
nunca le escribió una carta: “Tenía ganas de que usted le escribiera... Sólo
recibía correspondencia de usted, y cuando repartían el correo preguntaba: ‘¿No
hay carta para mí?’, y le aseguro que no se refería al habitual paquete de
cintas. ¿Por qué no le escribió nunca?”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Michael Berg, sin contestarle, aguantándose el llanto y haciendo
de tripas corazón, le pide ver el cadáver y la directora se lo muestra en la
enfermería. Pero también le resume el declive anímico y físico de Hanna y su tiempo
en esa cárcel, donde vivió una especie de mediodía de aprecio entre las presas:
“Con las otras mujeres era amable pero distante, y ellas le tenían mucho respeto.
Es más, tenía autoridad, le pedían consejo cuando había problemas, y cuando
había alguna disputa ella intervenía y todas decían amén. Hasta que hace unos
años empezó a abandonarse.” También le dice que trabajaba en la sala de costura
y que “hizo una vez una huelga de brazos caídos hasta que se retiró el proyecto
de reducir el presupuesto de la biblioteca”. Y que “solía prestarle cintas al
servicio de ayuda a los internos invidentes”. Y esto se lo dice cuando lo ha
llevado a observar las minucias personales de la celda donde Hanna dormía, oía
los casetes, tomaba café o té, y donde aprendió a leer y a escribir
auxiliándose con las cintas que él le enviaba, cuyo método de autoaprendizaje
le resume; bastante rápido e inverosímil, por cierto, —pero es una novela—.
Proceso en el que la directora la apoyó con la reparación del reproductor de
casetes, cuando se averiaba, y con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">un
libro de caligrafía</i>. Y al mirar los recortes de frases e imágenes con que
Hanna decoró su estrecho hábitat, Michael Berg dice: “En una foto recortada de
un periódico aparecían un hombre mayor y otro más joven, vestidos de oscuro,
dándose la mano, y en el joven, que hacía una reverencia ante el mayor, me reconocí
a mí mismo. Acababa de terminar el bachillerato, y la foto era de la ceremonia
correspondiente, en la que el director me entregó un premio. Fue bastante
después de que Hanna se marchara de la ciudad. ¿Podía ser que ella, la
analfabeta, estuviera suscrita al periódico local en el que había aparecido la
foto? En cualquier caso, algún esfuerzo debía haber hecho para averiguar que la
foto existía. ¿Y la tenía durante el juicio? ¿La llevaba encima, quizá?”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Allí en la celda, Michael Berg descubre y entrevé que
Hanna Schmitz, como lectora, pensaba, examinaba, estudiaba y conjeturaba sin él
y tenía sus propias expectativas intelectuales, éticas e ideológicas, pues según
reporta: </span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_UIk-KaTa2FjLmyJpO5TbPtGvUJy-Pu6slqza9-XSDiRnCfLWe44BtyzjKJ3mhbPb1eOBtRg_tLnMAy53STFiTbDBLcc6dNe34JsS8zw-BX0wOP3ZbqPvTza8eLbnmBV7ggZW7QRHDb0_F1_If8ui23BnKoPZpOIbrNqfi0jW7pUEKkE39T5_jAwabw/s640/Trilog%C3%ADa%20de%20Auschwitz%20de%20Primo%20Levi.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="640" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_UIk-KaTa2FjLmyJpO5TbPtGvUJy-Pu6slqza9-XSDiRnCfLWe44BtyzjKJ3mhbPb1eOBtRg_tLnMAy53STFiTbDBLcc6dNe34JsS8zw-BX0wOP3ZbqPvTza8eLbnmBV7ggZW7QRHDb0_F1_If8ui23BnKoPZpOIbrNqfi0jW7pUEKkE39T5_jAwabw/w400-h400/Trilog%C3%ADa%20de%20Auschwitz%20de%20Primo%20Levi.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">La <i>Trilogía de Auschwitz</i> de Primo Levi</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Me acerqué a la estantería. Primo Levi, Elie Wiesel, Tadeusz
Borowski, Jean Améry: la literatura de las víctimas y, junto a ella, las
memorias de Rudolf Höss, el comandante de Auschwitz, el ensayo de Hannah Arendt
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Eichmann en Jerusalén</i> [1963] y varios
libros sobre los campos de exterminio.” Bagaje que lo induce a preguntarle a la
directora: “¿Hanna leía estas cosas?” Y ella le responde: “Por lo menos cuando
pidió los libros sabía muy bien lo que hacía. Hace varios años ya me pidió que
le diera bibliografía general sobre los campos de exterminio, y luego, hace un
año o dos, me preguntó si había libros sobre las mujeres de los campos, tanto
las prisioneras como las guardianas. Escribí al Instituto de Historia
Contemporánea y me enviaron una bibliografía especial sobre el tema. Lo primero
que se puso a leer Frau Schmitz cuando aprendió fueron libros sobre los campos
de exterminio.” <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbbPbuUc7ewL0r-hhzQOonRpTonoiyLBesiY8rj-6e0UTcwomGvBNjluhH9R8_wppeHfxLA8gJ_1jQ_GoLVxUZA9OatehdEdRnPdgoEIzv-twqEy38CD-VDy-aiLDnIcvzK9bnLnZPQugVE-VRqddYg9ytQTqQ2iUF2m6qT6mVyUhyOjBcXRGWOlujzg/s664/Hannah%20Arendt.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="561" data-original-width="664" height="270" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbbPbuUc7ewL0r-hhzQOonRpTonoiyLBesiY8rj-6e0UTcwomGvBNjluhH9R8_wppeHfxLA8gJ_1jQ_GoLVxUZA9OatehdEdRnPdgoEIzv-twqEy38CD-VDy-aiLDnIcvzK9bnLnZPQugVE-VRqddYg9ytQTqQ2iUF2m6qT6mVyUhyOjBcXRGWOlujzg/s320/Hannah%20Arendt.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #45818e; font-family: georgia;">Hannah Arendt</span></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /></span> Pero también la directora, allí en la celda, luego de
tomar en sus manos un bote de té de hojalata, le lee el breve fragmento de una
carta testamentaria que Hanna le dejó a ella y que le concierne a él: <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“En el bote de té de color lila hay más dinero. Déselo a
Michael Berg para que él se lo entregue, junto con los siete mil marcos de mi
libreta de ahorro, a la hija superviviente del incendio. Que haga con el dinero
lo que quiera. Y a él dele recuerdos de mi parte.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Así que Michael Berg luego cumple su misión en Nueva
York, donde vive la hija “en una calle pequeña cerca de Central Park”. La hija
le hace preguntas sobre él y su vínculo con Hanna Schmitz, la guardiana nazi de
las SS. Pero, por ser una dolida víctima del Holocausto, no acepta el dinero, porque,
le dice: “me parece como una especie de absolución, y yo no puedo ni quiero
darla”. No obstante, sí se queda con la lata de té porque se parece a una que
le robaron en el campo de concentración y que contenía, le dice, “lo típico: un
mechón de mi perro, entradas de la ópera a las que me había llevado mi padre,
un anillo ganado no sé dónde o que reglaban con algún producto... No me lo
robaron por el contenido. En el campo un bote era un objeto de valor por sí
mismo y por lo que se podía hacer con él.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Así que por iniciativa de Michael Berg, y con la anuencia
de la hija, acuerdan donar el dinero, a nombre de Hanna Schmitz, a una sociedad
o fundación benéfica judía que apoye a los “analfabetos que quieren aprender a
leer y escribir”, pese al miope y ampuloso prejuicio que expresa ella: “Aunque,
eso sí, el analfabetismo no es precisamente un problema que afecte a los
judíos.” En este sentido, Michael Berg reporta en el fragmento que cierra su
memoria:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“En cuanto volví de Nueva York, envié el dinero de Hanna,
a su nombre, a la Jewish League Against Illiteracy. Recuerdo una breve carta
escrita con ordenador, en la que la Jewish League agradecía a Mrs. Hanna
Schmitz su donativo. Con la carta en el bolsillo me fui al cementerio, a la
tumba de Hanna. Fue la primera y la única vez que estuve ante su tumba.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: georgia;">Bernhard Schlink, </span><b style="font-family: georgia;">El lector</b><span style="font-family: georgia;">. Traducción del alemán al
español de Joan Parra Contreras. Edición Limitada, Editorial Anagrama.
Barcelona, 2000. 204 pp.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #45818e;">*********</span></b></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><b><a href="https://www.youtube.com/watch?v=JA1J2WmFGUw">Trailer oficial de The Reader (2008), película dirigida por Stephen Daldry, basada en la novela homónima de Bernhard Schlink.</a><br /></b></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /></span></p>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-29519149595827661992024-02-13T11:00:00.000-08:002024-02-13T11:22:35.296-08:00Las batallas en el desierto<div style="text-align: left;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "comic sans ms"; font-size: 14px; line-height: 23px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "comic sans ms"; font-size: 14px; line-height: 23px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "comic sans ms"; font-size: 14px; line-height: 23px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: orange; font-size: large;"><i>Cuando una mujer guapa parte plaza</i></span></span></span></div>
</div>
<div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px; text-align: left;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="font-family: "Courier New"; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-align: left;">
<div style="text-align: center;">
<div style="text-align: right;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">JEP <i>in memoriam</i></span></div>
</div>
<div style="font-size: 12px; font-style: normal;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-size: 12px; font-style: normal;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;">“Si los indios no fueran al mismo tiempo los pobres nadie usaría esa palabra a modo de insulto”, le dice su papá a Carlitos, el protagonista de </span><b style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif; font-size: medium;">Las batallas en el desierto</b><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> (Era, 1981), novela corta de José Emilio Pacheco (México, junio 30 de 1939-México, enero 26 de 2014), cuya “Edición conmemorativa” por sus 30 años incluye 9 imágenes del fotógrafo Nacho López (1923-1986) que le dan atmósfera visual, antologadas de su legendaria labor de fotorreportero en los años 50 en las revistas </span><b style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif; font-size: medium;">Mañana</b><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;">, </span><b style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif; font-size: medium;">Hoy</b><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> y </span><b style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif; font-size: medium;">Siempre!</b><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;">. </span></div>
</div>
<div style="font-family: "courier new"; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px;">
<div style="font-size: 12px; line-height: 23px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-style-span" style="white-space: pre;"> </span>Pese a que el meollo de la trama se remonta a la época del régimen presidencial de Miguel Alemán (diciembre 1 de 1946 al 30 de noviembre de 1952), el señalamiento del inicio pudo haber sido dicho hoy mismo (domingo 26 de enero de 2014) en cualquier rincón del país, y como tal contiene muchas otros aún vigentes: “Los mayores se quejaban de la inflación, los cambios, el tránsito, la inmoralidad, el ruido, la delincuencia, el exceso de gente, la mendicidad, los extranjeros, la corrupción, el enriquecimiento sin límite de unos cuantos y la miseria de casi todos”. </span></div>
<div style="font-size: 12px; line-height: 23px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span>
</div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="font-size: 12px; margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img border="0" height="311" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhLGfpaPWCkqzpYaoXHMEviy73UDNzTyaaYr7bYSMYozfVo4bk97TnTt7ACovrdSG3_Y7_qRPYxet6T0KnzOcTx0QGo9ShgPHFf-l1Xf355Z-E-d7KKgHjegp42qYXy5Dn-sgtuYbAh9c/s400/Nacho+Lo%25CC%2581pez%252C+Cuando+una+mujer+guapa+parte+plaza+por+Madero+%2528Me%25CC%2581xico%252C+1953%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="400" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="color: orange; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">La actriz Maty Huitrón escenificó las imágenes de “Cuando<br />una mujer guapa parte plaza por Madero”, fotoensayo de Nacho<br />López (1923-1986) publicado en la revista <strong>Siempre!</strong> (junio 27 de 1953).</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size: 12px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span>
</div>
<div style="line-height: 23px;">
<div style="font-size: 12px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> En la obra, Carlos, ya adulto, evoca el enamoramiento que de niño padeció ante Mariana, la madre de Jim, su condiscípulo, una mujer joven y atractiva (“es un auténtico mango, de veras está más buena que Rita Hayworth”), más el contexto social y ciertos hechos ocurridos alrededor de ello. Dado que Carlitos era un niño clasemediero de la Colonia Roma de la Ciudad de México, el autor, a través de su personaje y entre la narración de la remembranza, hace breves contrastes entre el presente y el pasado; pero sobre todo elabora una crónica nostálgica, sentimental, de los objetos que son parte de la iconografía y de la idiosincrasia de la época, de los atavismos, de las costumbres, de los usos y lugares comunes que vivió su generación. Es por ello que abundan las listas y los nombres de programas de radio, de coches, <i>cómics</i>, revistas, filmes, actores, <i>vedettes</i>, canciones, músicas, compositores, edificios, comercios, calles, sitios, avenidas, autobuses, tranvías, empresas y marcas de distintas cosas: electrodomésticos, juguetes, comestibles y un largo etcétera, como el surgimiento de novedades de inminente propagación: las plumas atómicas, los juguetes de plástico, el fab. En tal reconstrucción memoriosa no faltan los datos, las supersticiones y las fobias exhumadas de la historia (“El símbolo sombrío de nuestro tiempo es el hongo atómico”). Pero también la voz narrativa alude o narra escenarios como si estuviera describiendo <i>sets</i> cinematográficos y por ello no faltan las anécdotas peliculescas. En este sentido, resulta consecuente que el dramaturgo Vicente Leñero (Guadalajara, 1933) y el cineasta José <i>El Perro</i> Estrada (1938-1986) hayan escrito un guión fílmico basado en <b>Las batallas en el desierto</b>, película dirigida —con no muy buena fortuna— por Alberto Isaac (1923-1998), con el título <b>Mariana, Mariana</b> (1987), que obtuvo, en 1988, ocho Arieles, entre ellos el de “Mejor Dirección” y el de “Mejor Guión Cinematográfico”. </span></div>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span style="font-size: 12px;"> </span>En la obra se entreteje el reparto de los representantes de las distintas clases sociales (e incluso razas), entre ellos: el político enriquecido y encumbrado por ser amigo del presidente; Toru, el niño japonés que creció en un campo de concentración para nipones (que </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">“hoy dirige una industria japonesa con cuatro mil esclavos mexicanos</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">”); Harry Atherton, el niño gringo, heredero de un imperio, que vivía en una mansión de <i>yuppie</i>, en contraste de Rosales, que subsistía, con su mamá y el amante de ésta, en un par de cuartuchos de una vecindad con los caños del patio inservibles, anegados de agua verdosa y excrementos flotando. Y, desde luego, descuellan los ejemplares que ilustran la variedad clasemediera de la Romita: la familia de Carlitos, oriunda de los cristeros de Guadalajara; y Mariana y Jim, su hijo gringo-mexicano.</span></div>
</div>
<div style="font-family: "courier new"; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-align: left;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span><br />
<div style="font-size: 12px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
</div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-align: left;">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgINOiYWuqIOjP3814aI3-38dW7NvMXIUagL58ocPG_HKJ77qrDtZArxyGfjJgc242xi3a-h1fGNvWBIaNWLPfQNclfQiOn-kkyA6F4KNKldj1hHKpVA3HOIMlDjK8Q_WwQw-N-zRXNoWA/s1600/Jose%CC%81+Emilio+Pacheco+de+joven,+foto+de+Lola+A%CC%81lvarez+Bravo.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgINOiYWuqIOjP3814aI3-38dW7NvMXIUagL58ocPG_HKJ77qrDtZArxyGfjJgc242xi3a-h1fGNvWBIaNWLPfQNclfQiOn-kkyA6F4KNKldj1hHKpVA3HOIMlDjK8Q_WwQw-N-zRXNoWA/s640/Jose%CC%81+Emilio+Pacheco+de+joven,+foto+de+Lola+A%CC%81lvarez+Bravo.jpg" width="510" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: orange; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">José Emilio Pacheco</span><br />
<span style="color: orange; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">(1939-2014)<br />Foto: Lola Álvarez Bravo</span></td></tr>
</tbody></table>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-align: left;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> El multipremiado y muy homenajeado JEP es célebre por su columna <i>Inventario</i> (lástima que desapareció de la revista <b>Proceso</b>); pero también es famoso por su catastrofista <i>corazón de masa</i>: esa postura moral, corrosiva y afectiva que sustenta poemas y sus cuestionamientos ideológicos y políticos ante la historia y frente a los desmanes que ocurren en México y en el orbe. De este modo, el tiempo del milagro de la modernización alemanista, de la creciente norteamericanización de la industria “nacional”, del comercio y de la cultura, de la posguerra europea que hizo cohabitar en la Roma a árabes y judíos, a provincianos y chilangos venidos a menos, todo ello es referido desde ópticas críticas (son las que predominan), sin tapujos, e incluso con palabrotas, precisamente como la <i>vox populi</i> solía (y suele) condenar la corrupción del sistema político mexicano en el ámbito del partido único. Ejemplo y blanco de esto es el “poderosísimo amigo íntimo y compañero de banca de Miguel Alemán”; el político y empresario, ganador de mil y una corruptelas aludidas en la obra; el que tiene por <i>querida</i> a Mariana, hermosa joven de 28 años; el que aparece en las imágenes oficiales del gabinete, como las fotos de las inauguraciones a las que continuamente llevan a los niños de primaria, horas esperando, entre ellos Carlitos y Jim, y en las que no falta (dizque por generación espontánea) “la eterna viejecita que rompe la valla militar y es fotografiada cuando entrega al Señor presidente un ramo de rosas”.</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-align: left;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> Se colige que para urdir esa mirada crítica de la Ciudad de México, de la Colonia Roma, del alemanismo y su contexto social, JEP echó mano de sus propios recuerdos; y es posible que para la biografía de Carlitos también haya recurrido a su memoria personal. Por lo pronto, Carlitos era un niño bueno, muy sensible ante lo que les sucedía a los otros; es decir, en potencia era un <i>intelectual corazón de masa</i> a imagen y semejanza de JEP (“Lo que más odio: La crueldad con la gente y con los animales, la violencia, los gritos, la presunción [...], que haya quienes no tienen para comer mientras otros se quedan con todo [...]; que poden los árboles o los destruyan; ver que tiren pan a la basura”). Héctor, su veinteañero hermano mayor, era todo lo contrario: rebelde y broncudo (alguna vez cayó en la cárcel), leía la biblia nazi: <b>Mi lucha</b> y onanistas novelillas pornográficas; a medianoche aterrorizaba a la criada de turno en la búsqueda de un infructuoso acostón (“Carne de gata, buena y barata”); y entre otras preciosidades “fue uno de los militantes derechistas que expulsaron al rector Zubirán y borraron el letrero ‘Dios no existe’ en el mural que Diego Rivera pintó en el hotel del Prado”. Tenía su credo político: “Tanto quejarse de los militares, decía, y ya ven cómo anda el país cuando imponen en la presidencia a un civil. Con mi general Henríquez Guzmán, México estaría tan bien como en Argentina con el general Perón. Ya verán, ya verán cómo se van a poner aquí las cosas en 1952. Me canso que, con el PRI o contra el PRI, Henríquez Guzmán va a ser presidente.” Y ahora es un respetable “hombre de empresa al servicio de las transnacionales” (que podría militar en el Yunque): un “Caballero católico, padre de once hijos, gran señor de la extrema derecha mexicana”. </span><br />
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqPsiO0b0QW5f8k4TedSTnCrCKmanqA5lBZ1nH790WNYpKIxsNhdoEhyphenhyphenegDpNFUZnxFKkDV4igGiOVhURTr7J9pIpx7S3gZlJoJ776ugtO4nT5rGaqAdLrRAUs-GsIz2-DXmkqLO8yEVM/s1600/Jose%25CC%2581+Emilio+Pacheco+en+1963%252C+foto+de+Kati+Horna.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqPsiO0b0QW5f8k4TedSTnCrCKmanqA5lBZ1nH790WNYpKIxsNhdoEhyphenhyphenegDpNFUZnxFKkDV4igGiOVhURTr7J9pIpx7S3gZlJoJ776ugtO4nT5rGaqAdLrRAUs-GsIz2-DXmkqLO8yEVM/s640/Jose%25CC%2581+Emilio+Pacheco+en+1963%252C+foto+de+Kati+Horna.jpg" width="250" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: orange; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">José Emilio Pacheco en 1963<br />Foto: Kati Horna</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-align: left;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> Carlitos, en cambio, denota que en sus gustos y hábitos infantiles ya es un lector y un cinéfilo. Y una y otra vez ilustra su gran corazón (</span><i style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif; font-size: medium;">diaro de un niño</i><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;">): lo ilimitado de sus sentimientos humanos y morales, por lo que no elude emitir un rosario de </span><i style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif; font-size: medium;">meas culpas</i><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;">: “yo en el papel de la Doctora Corazón desde su Clínica de Almas”, “yo el magnánimo que a pesar de la devaluación y de la inflación tenía dinero de sobra”, “yo el generoso, capaz de perdonar porque se ha vuelto invulnerable”. Y en contraste con los coloquialismos y las picardías que incluso llega a esgrimir en una escaramuza (“Pásame a tu madre, pinche buey, y verás qué tan puto, indio pendejo”), suele pensar y hablar, no como niño, sino con la formalidad y la rectitud moral de un adulto.</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-align: left;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> Jim invita a Carlitos a merendar unos platillos voladores en su casa (un modesto departamento alquilado en un tercer piso). Mira a la bella Mariana por primera vez (sin duda con el tentador cuerpo de pecado de una Venus chilanga) y se enamora <i>ipso facto</i>. El flechazo literalmente lo atraviesa, le parte plaza. El asunto se complica cuando en el aula, oyendo la conjugación verbal “hubiera o hubiese amado”, decide ir (a media clase y solito) a confesárselo. Mariana (“fresca, hermosísima, sin maquillaje”, con “un kimono de seda” y el rastrillito con el que se rasura las piernas) le dice que lo entiende y más que nada trata de situarlo en la realidad; pero el niño, que aún no se masturba ni puede eyacular, en un ligero entreabrir de su kimono le mira “las rodillas, los muslos, los senos, el vientre, el misterioso sexo escondido”.</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-align: left;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>El hervidero de chismes que es la escuela, la casa familiar, la Roma y todo el pueblote que es el Ciudad de México, provoca que, a raíz de la deducción y delación de Jim, descubran su enamoramiento y se vuelve objeto de incomprensiones y satanizaciones: en la primaria se escandalizan; sus progenitores lo recriminan (la madre mocha y repleta de prejuicios, el padre mediomocho y con <i>casa chica</i>), lo cambian de escuela, lo llevan con el cura y con el psiquiatra (episodios narrados con una lúdica mezcla de sarcasmo, parodia y crítica).</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-align: left;">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEvcbT1qtlAo2ncQbOV-guDf1gYcc1g1Mb5n2tZ4uq9OVQjpDQcU8yyBJ9Lw87j5ilrwLF0YuAiB7pGMcPuKy07Mbu9h9KaxiE9wB3om-it-g1X7x-IkHswn95ojmodHzTYycGcIUJ-mM/s1600/Las+batallas+en+el+desierto.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEvcbT1qtlAo2ncQbOV-guDf1gYcc1g1Mb5n2tZ4uq9OVQjpDQcU8yyBJ9Lw87j5ilrwLF0YuAiB7pGMcPuKy07Mbu9h9KaxiE9wB3om-it-g1X7x-IkHswn95ojmodHzTYycGcIUJ-mM/s640/Las+batallas+en+el+desierto.jpg" width="424" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="color: orange; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">Edición conmemorativa de sus 30 años<br />(Era,2011)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-align: left;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><b> Las batallas en el desierto</b>, además de nombre de la novela (integrada por XII capítulos con rótulos), es el apelativo con que los escuincles llaman al remedo de sangrienta guerra a la que juegan en un descampado: árabes contra judíos, jueguito puesto de moda después de que el 14 de mayo de 1948 se fundó el Estado de Israel, causa de la primera guerra árabe-israelí. Pero también es la batalla que tiene que enfrentar Carlitos, solo, en su desierto interior, frente a la falta de comprensión que vive ante adultos y chicos; batalla que se agudiza cuando un poco después (su padre ya ha mejorado su estatus y agringado aún más las condiciones de vida de la familia) se encuentra a Rosales vendiendo chicles en un autobús Santa María y se entera, por éste —con pelos, señales y chismes—, que Mariana se suicidó. No obstante, Carlos nunca pudo dilucidar si en realidad se mató o fue otra cosa (quizá un asesinato ejecutado por los esbirros del todopoderoso señor del gabinete del <i>Cachorro de la Revolución</i>).</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="margin: 0px;">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img border="0" height="270" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSkprMTV55N413pxZeARW3ciTj84B9cS93ftOUNh_SZQNMPUFptxxWD6AhkxpkM6nA9hcfnUTLmhfO1l2IH-d09KggV3Vg1qrCyae7B_hWe4Z7T8h4NMgiLzbghYwcedRBZL_D0ZTp0u8/s400/Jose%CC%81+Emilio+Pacheco+de+joven.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="400" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: orange; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">José Emilio Pacheco de joven</span></td></tr>
</tbody></table>
<div class="separator" style="clear: both; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSkprMTV55N413pxZeARW3ciTj84B9cS93ftOUNh_SZQNMPUFptxxWD6AhkxpkM6nA9hcfnUTLmhfO1l2IH-d09KggV3Vg1qrCyae7B_hWe4Z7T8h4NMgiLzbghYwcedRBZL_D0ZTp0u8/s1600/Jose%CC%81+Emilio+Pacheco+de+joven.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span face=""trebuchet ms" , sans-serif" style="color: orange;"></span></a><br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; font-family: "Courier New"; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; text-align: left;">
<span style="font-size: 12px;"> </span></div><div class="separator" style="clear: both; font-family: "Courier New"; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; text-align: left;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> La figura de la bella Mariana es traída a la memoria del niño por los versos de “un antiguo bolero puertorriqueño” —se trata de “Obsesión”, del compositor boricua Pedro Flores (1894-1979)—, los cuales, a largo de la narración, evoca y repite varias veces. Pero también pudo haberla recordado al oír los apasionados y humorísticos versos y estribillos de “Mariana”, canción anónima que aún interpreta Oscar Chávez y que según Gabriel Zaid, en su <b>Ómnibus de poesía mexicana</b> (Siglo XXI, 1971), data de 1898, la cual comienza: </span></div>
<blockquote class="tr_bq">
<br />
<div style="text-align: left;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-style: italic;"><br /></span></div>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i>Me quisiera comer un panecillo</i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i><br /></i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i>con azúcar y canela muy caliente,</i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i><br /></i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i>me quisiera arrancar hasta los dientes</i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i><br /></i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i>tan sólo por tu amor.</i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i><br /></i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i><br /></i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i><br /></i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i>Por ti, bella Mariana,</i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i><br /></i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i>por ti lo puedo todo,</i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i><br /></i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i>el mundo entero, si me mandas,</i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i><br /></i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"><i>te lo pongo de otro modo.</i></span></blockquote>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New";">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><i><br /></i></span></div>
</div>
<div style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-align: left;">
<div style="font-family: "courier new"; font-size: 12px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">José Emilio Pacheco, <b>Las batallas en el desierto</b>. Una foto en sepia y 8 en blanco y negro de Nacho López. Diseño y viñetas de Vicente Rojo. Era. 1ª reimpresión conmemorativa. México, octubre 21 de 2011. 72 pp. </span></div>
<div style="font-family: "courier new"; font-size: 12px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;"><br /></span>
</div>
<div style="font-family: "courier new"; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: orange; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><b>*******</b></span></div>
<span style="font-family: "georgia"; font-size: x-small;"><br /></span><span style="font-family: georgia;"><a href="https://www.youtube.com/watch?v=qPYmCwx6lSM">Enlace a "Oye Carlos", canción de Café Tacuba basada en Las batallas en el desierto.</a></span></div>
<div style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-align: left;">
<a href="https://www.youtube.com/watch?v=W9b6Q831nM8"><span style="font-family: georgia;">Enlace a "Mariana", canción anónima interpretada por Oscar Chávez. </span></a></div>
<div style="font-family: "courier new"; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-align: right;">
</div>
<div style="font-family: "courier new"; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-align: left;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-align: left;">
<br /></div>
</div>
Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-172854516688962192024-01-29T20:34:00.000-08:002024-01-31T23:49:20.451-08:00Como polvo en el viento<p style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe; font-family: georgia; font-size: large;"><i>Una gritería y tremendo sal-pa-fuera..</i>.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #2b00fe; font-size: large;">(<i>ese pa’tras y pa’lante</i>)</span><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES" style="line-height: 150%;"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #2b00fe;">I de
VII</span></b><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Editada
por Tusquets en la Colección Andanzas, en septiembre de 2020 apareció, en
España y en México, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Como polvo en el
viento</b>, novela del escritor cubano Leonardo Padura (La Habana, octubre 9 de
1955), quien dice en la nota que figura al término de la obra: “Tengo siempre
un grupo de lectores que generosamente me ayudan a encontrar los errores,
excesos y entusiasmos innecesarios de mis textos.” En este sentido, asombra que
nadie de ese <i style="mso-bidi-font-style: normal;">clan disperso</i> —ni el
autor ni su omnisciente y ubicua voz narrativa— haya reparado en las visibles y
contradictorias fechas (y sus datos) que se observan a lo largo de la trama, pues
no se trata de coloquiales olvidos semejantes a los coloquiales olvidos en que
incurre Bernardo, el borrachín del grupo y presunto “cibernético matemático”,
quien previo a la foto del Clan tomada por el pintor y fotógrafo Walter en la
casa de Fontanar el 21 de enero de 1990 —día de la celebración del 30
aniversario de Clara—, postula, con un vaso de ron, parafraseando la rola de
Kansas que tanto le gusta para reafirmar y canturrear que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Todo lo que somos es polvo en el viento</i>: “Sí, qué coño, todo es
polvo en el viento”. “Las cuentas dicen [calcula en una milésima de segundo la
cibernética, parlanchina e infalible calculadora humana] que esta es la oncena
vez que nos reunimos aquí para celebrar el cumpleaños a nuestra querida Clara.
La primera vez fue en 1980, y estábamos casi todos, menos el abominable Walter,
como alguien dice, que andaba por la Siberia cazando osos [...] Pero los que
estábamos, ¿se acuerdan de cómo éramos en 1980? Del carajo, ¿no? Y ahora ven
cómo somos en 1990. Ya casi todos cumplimos treinta años y los de entonces no
somos los mismos, como dijo Martí...” Aseveración que Irving, homosexual y
diseñador gráfico, le corrige a gaznate pelado con su radiográfica voz de
marica: “¡Burro!... Lo dijo Neruda.” O cuando durante la Noche Vieja de 1995,
en la misma casa de Fontanar, Bernardo “el memorioso” les dice a Clara, a
Irving y a su pareja Joel: “¿Saben que un día Fabio quiso amarrarme debajo de
una mata como a Aureliano Buendía, para que no pudiera irme a beber?...” Pues
no se necesita ser un especialista en las menudencias de Macondo —quien muchos
años después habría de recordar una tarde remota— que a quien atan en un
castaño del patio de la casa es a José Arcadio Buendía, el patriarca
fundacional del pueblo y de la estirpe de los Buendía. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkAiRvWSZ1Uj6kRkzFiNKRY9EruQ5QJ8BsEzRctNa-D2XFvFwYHtqzPWpHTggF3tjGiIex9yFz2Sr3u5fYjPW1FvFblzLNW63yxVLyYMKBjPjPtZITCRAE2IqGJqGtCBXVkJgJVxwd-OzTQEJLFeINImwrH2KBywsotimLnKeSxGcu3PH3LoEzQwUnjCtk/s1000/Leonardo%20Padura%20y%20Como%20polvo%20en%20el%20viento.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="688" data-original-width="1000" height="275" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkAiRvWSZ1Uj6kRkzFiNKRY9EruQ5QJ8BsEzRctNa-D2XFvFwYHtqzPWpHTggF3tjGiIex9yFz2Sr3u5fYjPW1FvFblzLNW63yxVLyYMKBjPjPtZITCRAE2IqGJqGtCBXVkJgJVxwd-OzTQEJLFeINImwrH2KBywsotimLnKeSxGcu3PH3LoEzQwUnjCtk/w400-h275/Leonardo%20Padura%20y%20Como%20polvo%20en%20el%20viento.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Leonardo Padura leyendo <b>Como polvo en el viento</b></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #2b00fe;">II de
VII </span></b><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Para
ilustrar al ilustre lector, lectora o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">lectore</i>,
véanse algunos yerros dispersos en el libro (lo oscuro del culebrón genera
culebrona oscuridad, diría la Buda “iluminada” de Tacoma, experta en karmas y
macerada en escatológicos karmas) que al igual que los infinitesimales miembros
del Clan, se dispersarán, sin duda, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">como
polvo en el viento</i> reencarnado, por lo siglos de los siglos, amén.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #2b00fe;">Ejemplo 0</span>. Así como la casa de Fontanar —el caracol de Clara,
dizque “el Aleph”, heredada por ella tras la muerte de sus padres encumbrados en
la vorágine del triunfo de la Revolución Cubana— es el nodo (“la comuna de La
Habana”) que imanta al Clan después de la época embrionaria y germinal de los
años 70 (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">la década negra</i>) en que
Clara Chaple Doñate y Elisa Correa Miranda coincidieron en el preuniversitario
de El Vedado, la celebración, allí, del 30 aniversario de la heredera y dueña
de la casa el 21 de enero de 1990, es un evento indeleble y memorable en el
devenir de los mil y un sucesos que se narran y evocan en la novela, porque
además de que fue la última reunión que congregó allí <i style="mso-bidi-font-style: normal;">a todos los miembros del Clan</i>, la citada foto es la única imagen en
la que están <i style="mso-bidi-font-style: normal;">todos los miembros del Clan</i>,
menos Walter por estar detrás del cristalino <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ojo de cíclope</i>. En este sentido, resulta absurdo y desconcertante (como
tomar chocolatito y levitar) que en la página 559, donde despunta el año 2015,
se avecine el “cumpleaños cincuenta y seis” de Clara —yerro que se repite y da
por hecho en la siguiente página—, pues el 21 de enero de 2015 ella cumple 55
años y no 56.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Por instancias e insistencias de su hijo Marcos (quien antes de
huir de Cuba le dejó su laptop para que se conectara a la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">web</i> en alguna zona <i style="mso-bidi-font-style: normal;">wifi</i>)
y con el apoyo del “cibernético” Bernardo, Clara, en La Habana, pudo habilitar
un perfil en Facebook. “Como portada de su muro, Clara había colocado una
imagen de la casa de Fontanar y, con su primer post, la vieja foto del grupo junto
a la cual le había colocado una leyenda: ‘Nuestro Clan antes de la ventolera.
21 de enero de 1990’. Marcos recordaba aquella imagen, que en una época estuvo
en una de las repisas de su casa de Fontanar hasta que, en algún momento
posterior a la salida de su padre de Cuba, Clara la había retirado. Pero allí
estaban todos, jóvenes y sonrientes el día que su madre había cumplido los
treinta años.” Esto se lee entre las páginas 79-80. Y hasta la página 604 se
precisa la fecha en que Clara subió esa foto que desencadena una de las principales
intrigas que perdura a lo largo de la obra; pero, ojo, Watson, pese a que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">como portada de su muro</i> Clara colocó <i style="mso-bidi-font-style: normal;">una imagen de la casa de Fontanar</i>, en la
página 604 se lee otra cosa: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“El 16 de abril de 2016 Clara al fin se había decidido y abierto
la cuenta de Facebook que le reclamaba su hijo Marcos, y había colocado como
portada la foto del Clan tomada la noche del 21 de enero de 1990, durante la
celebración de sus treinta años. Y, como en aquella ocasión, otra vez todo se
había precipitado, como si los efectos pendientes, tapiados, encadenados, solo
esperaran esa precisa señal para soltar sus amarras.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span><span style="font-family: georgia;"><b>III
de VII</b></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Vale
subrayar, aludiendo al consabido y siempre bien ponderado y tautológico Perogrullo,
que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Como polvo en el viento</b> no es
una novela fantástica o de realismo mágico, sino una novela realista que aspira
a la verosimilitud, cuyo abrevadero es la historia y la vida real y, por ende,
en mil y una minucias debería haber sido congruente y lógica consigo misma, tal
y como sí ocurre, por ejemplo con la “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">histórica</i>
visita del presidente Barack Obama a Cuba”, aludida varias veces en la obra y
dada por hecho —por la libertad ficticia y narrativa de la que goza el autor—, el
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">día 20 de abril</i> de 2016 (p. 620),
pues en la vida real ocurrió el domingo 20 de marzo de ese año. No obstante,
vale destacarlo, la casa del barrio de Fontanar —<i style="mso-bidi-font-style: normal;">erigida en 1957</i> y diseñada con una planta hexagonal por los
arquitectos Vicente Chaple y Rosalía Doñate, los padres de Clara, “complementada
con una atrevida utilización de vidrios, aceros y madera, funcionales y
ornamentales, en la que habían participado varios artistas cercanos a ellos,
casi todos miembros del revolucionador Grupo de los Once”— tiene, como soporte
intangible y piedra angular, un intrínseco y evanescente mito que reverbera a
través del tiempo: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWMFT2m6pBAWG1xPSXjondKQbgqk6BoyZDPP9-C9R94-l4lrBPBQwUSqS6abf-nx3uWWFVpUtY05REcECN5KLgTEiu9XTq-aVOyoCKXcik6Bcj7gtl2tMBzUJkgdWbo4ep5Bo0mDTI3gTS7rbu8XXnNvJfdgqoGRoiiXWl8mLDwbaK7q_7Le2w3rREd2D8/s800/Obama%20y%20Michelle%20en%20La%20Habana.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="608" data-original-width="800" height="304" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWMFT2m6pBAWG1xPSXjondKQbgqk6BoyZDPP9-C9R94-l4lrBPBQwUSqS6abf-nx3uWWFVpUtY05REcECN5KLgTEiu9XTq-aVOyoCKXcik6Bcj7gtl2tMBzUJkgdWbo4ep5Bo0mDTI3gTS7rbu8XXnNvJfdgqoGRoiiXWl8mLDwbaK7q_7Le2w3rREd2D8/w400-h304/Obama%20y%20Michelle%20en%20La%20Habana.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Obama y su familia al arribar a La Habana<br />(Domingo 20 de marzo de 2016)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “El secreto de su magnetismo, insistían en asegurar con toda
seriedad [los arquitectos Vicente y Rosalía], respondía a los atributos ocultos
en las entrañas de los cimientos: una herradura de la suerte; una pequeña
figura de barro cocida por los aborígenes taínos, que representaba al Huracán,
un dios mayor; dos dientes de leche de Rosalía y los restos pulverizados de la
tripa umbilical de Vicente; una llave de hierro que, juraban los arquitectos,
había sido la de los grilletes que le colocaron al joven José Martí durante su
condena en las canteras de San Lázaro; y un trozo de piedra brillante traído de
las minas de El Cobre, cercanas al santuario de la milagrosa Virgen de la
Caridad, que, para sorpresa de los arquitectos, los diseñadores, los
constructores, y hasta un geólogo amigo, poseía unas inusitadas y potentísimas cualidades
magnéticas.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #2b00fe;">IV de
VII</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #2b00fe;">Ejemplo
1</span>. En la página 157 se lee que la noche del “26 de enero de 1990”, Walter murió
“reventado contra el pavimento luego de volar desde un piso dieciocho”. (A esas
alturas de la obra un inexplicable y misterioso “suicidio” desde la azotea,
misteriosamente cerrada por dentro con un candado, y por ello ineludiblemente y
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">a priori</i> evoca el misterio de los
espeluznantes asesinatos de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cuarto
cerrado</i> de la calle Morgue.) Y en la página 195 se lee que en “La mañana
del 15 de febrero de 1990”, Elisa desapareció del núcleo del Clan y del ámbito habanero,
luego de que la noche anterior, en la casa de Fontanar, la misma Elisa proclamara
en voz alta y vejatoria lo consabido en las entrañas, chismes y cuchicheos del chismoso
grupúsculo: que su visible embarazo no es de Bernardo, su esposo, por la
elemental razón, Watson, de que él no puede engendrar: es estéril. Dos sucesos
que preludian la paulatina dispersión del Clan, pese a la maravillosa piedra
magnética. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">En este sentido, en la página 316 se lee: “A la muerte de Walter
y la desaparición de Elisa había seguido, unos meses más tarde, la fuga de
Darío.” (Darío, neurocirujano, se fue de Cuba con una beca de la Universidad de
Barcelona para realizar estudios de postgrado y se quedó en la Ciudad Condal,
donde se hizo pareja de una catalana ricachona e independentista, hábil para
multiplicar el dinero y las propiedades.) No obstante, luego resulta que el
doctor Darío Martínez (entonces esposo de Clara Chaple, ingeniera e interrupta,
y padre de los hijos de ambos: Ramsés y Marcos, de ocho y seis años el 21 de
enero de 1990) no se fue “unos meses más tarde”, sino ¡dos años después!, pues
en la página 355 se lee: “En los meses posteriores a la partida de Darío,
concretada en marzo de 1992, cuando más densa y oscura se tornaba la crisis
nacional que hizo desaparecer hasta los bienes más indispensables para vivir,
Clara descubrió en sí misma fuerzas que nunca había creído poseer.” Segunda
fecha que se reitera en la página 496 cuando se dice que “su salida de Cuba”
ocurrió “durante la primavera caliente de 1992”, “ocho años atrás”, cuando
tenía “treinta y tres años”. O sea: en esa página 496 corre el año 2000 y Darío
y Montse, su pareja catalana, están en Florencia durante un viaje por Italia,
planificado por ella, para celebrar “el cuarenta aniversario de Darío (había un
Rolex, una Montblanc Toscanini y otras cosas así), y casi tuvo que sacarlo a
rastras del Duomo para continuar el programa del primer día de estancia
florentina”. No obstante, si en marzo de 1992 el neurocirujano Darío Martínez
tiene 33 años, ocho años después le toca cumplir 41 años y no 40, Watson. Por
si fuera poco, y pese a que en la citada página 496 se lee que el médico pasó
en Cuba “Los primeros treinta y tres años de su vida”, en la página 518 se
afirma que “La última vez” que se vio con su hijo Ramsés, en La Habana, éste
era un niño de diez años y Darío un joven médico de treinta y dos”; yerro
contundente, pues a apenas en la página 505 se acaba de mencionar “La cercanía
de la llegada de su hijo Ramsés [de 25 años], al que no veía desde hacía casi
quince años [1992-2007], cuando era una niño de diez”. Y si Darío salió de Cuba
en marzo de 1992 a los 33 años, en 2007 debería tener 48 y no 47, como
equivocadamente se lee a continuación en la página 518: “Los hombres de
veinticinco y cuarenta y siete que se abrazaron en el vestíbulo de la estación
Sants [de Barcelona] resultaban ahora dos personas que apenas se conocían por
cartas, mensajes, fotos y llamadas telefónicas, más frecuentes en el último año
y medio debido a las gestiones migratorias del hijo.” Y más contradictorio aún:
en la página 529 el doctor Darío Martínez está de vacaciones de verano una
“mañana de agosto de 2008” —<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Casi un año y
medio</i> después del arribo de su hijo Ramsés) y ahora tiene ¡“cincuenta años”!,
se lee en la página 530; yerro que se reitera en la página 532 en el ámbito del
mismo escenario en esa playa catalana en la que su hijo mayor retoza con Lena,
la Vikinga en toples, “la joven danesa, rubia, de uno ochenta de estatura y
veintiún años, la muchacha con la que se había empatado Ramsés”: “Con la
torpeza propia de su sobrepeso y sus cincuenta años [el doctor Darío Martínez]
se puso de pie”.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> <span style="color: #134f5c;"> </span><span style="color: #2b00fe;">Ejemplo 2</span>. En página 172 se lee: “A
la mañana siguiente de aquella reunión [la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">desvaída
celebración del día de San Valentín</i> el 14 de febrero de 1990 referida en la
página 171], las conclusiones de Horacio rodaron por tierra cuando Irving
recibió en su apartamento a dos oficiales de la policía que le pidieron que los
acompañara a sus oficinas. Sería la cuarta vez que lo interrogarían, solo que
en esta ocasión no fue un diálogo de un par de horas. Una orden fiscal
autorizaba la detención indefinida de Irving Castillo Cuesta por la
investigación en curso de la muerte de Walter Macías Albear.” (Vale recordar
que el 24 de enero 1990, tres días después de la fiesta del 30 aniversario de
Clara, en la misma casa de Fontanar, hubo un violento pleito entre Walter e
Irving, iniciado por un impulsivo y visceral ataque de éste.) Y en la página siguiente,
la 173, se lee: “Irving nunca resistiría escuchar la canción de Joaquín Sabina <i style="mso-bidi-font-style: normal;">19 días y 500 noches</i>. Sólo de escuchar
ese estribillo paradójico e inteligente, su memoria lo remitía a los seis días
y cinco noches que permaneció detenido en el antiguo cuartel militar de la populosa
calle habanera del Ejido.” No obstante, en la página 195 se lee sobre ese día en
que la policía lo detuvo en su apartamento, pero dando por hecho (¡oh
contradicción!, Watson) que ya pasaron los fóbicos y angustiosos 6 días y 5
noches de encierro e interrogatorios en la cárcel: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“La mañana del 15 de febrero de 1990 Irving había ido a no hacer
nada a la moribunda editorial que por tiempo indefinido no editaría libros por
la escasez nacional de papel. Al mediodía se disponía a almorzar su bandeja de
arroz, chícharos aguados, unas hilachas de col y un par de croquetas de masa
inclasificable cubierta de una especie de pústulas reventadas, casi la misma
dieta que recibió en sus días de confinamiento policial. Un régimen que,
alternando los huevos hervidos con las croquetas o con el fétido picadillo de
soya, se había convertido en el sustento nacional. Fue entonces cuando le
avisaron de que tenía una llamada en recepción y no se la podían pasar, pues
otra vez por la falta de electricidad, la centralita había dejado de funcionar.
Maldiciendo su suerte, cuchara en mano, Irving bajó las escaleras y levantó el
auricular para recibir el golpe de una ráfaga de un resucitado huracán.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—Irving, por fin, viejo... Soy yo —dijo Clara.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—Ah, dime, ¿cómo estás?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—Irving..., ¿tú sabes algo de Elisa?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—¿De Elisa?... Bueno, yo la vi anoche igual que tú y...<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—¿Y después?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—¿Después? —Irving sintió que se encendían luces de alarma—.
¿Qué pasó, Clara?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—Que Bernardo no sabe dónde está Elisa. Y los padres de ella
tampoco... No fue a su trabajo, no está en ningún hospital... Nadie sabe dónde
está...”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Es decir, ese 15 de febrero de 1990 fue el día que Elisa
desapareció de La Habana y de Cuba. (Se largó a Estados Unidos con un pasaporte
falso, pero el Clan lo ignora.) Y como en la citada página 172 se lee que ese
mismo día la policía detuvo a Irving en su departamento (se infiere que después
de su jornada laboral) y en la siguiente página que estuvo preso 6 días y 5
noches, resulta contradictorio y absurdo que en la página 387, en la
conversación de la Noche Vieja de 1995 que en la casa de Fontanar sostienen
Clara, Bernardo, Joel e Irving, éste dé por supuesto que habló con Elisa
después de salir de la cárcel, pues ella estaba desaparecida desde el mismo día
en que él fue detenido por la policía: “Me acuerdo como si hubiera sido ayer de
que cuando yo salí de los días que estuve preso y le conté lo que había
pasado..., Elisa me dijo que ella también tenía miedo. Pero no me dijo por
qué... Y me juró que nunca se había acostado con Walter. Y claro que yo se lo
creí, Bernardo, ella no tenía que decirme una mentira a mí...” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Vale observar, no obstante el yerro, que Elisa Correa, veterinaria
de profesión, es una consubstancial mentirosa y manipuladora, quien era la
presunta líder de la manada del Clan (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">el
elemento Alpha</i> de la cofradía) desde que se formó a mediados de los 70, hasta
que el 15 de febrero de 1990 desapareció del mapa de La Habana, de Cuba y de la
casa de Fontanar. De ahí que Bruno Fitzberg, judío argentino y psiquiatra
asentado en Nueva York desde la época de la dictadura impuesta con un golpe
militar en el año 76 y ex marido de Loreta Aguirre Bodes (el nombre falso de la
veterinaria cubana que en abril de 2016 lleva una década laborando en una
granja equina en las inmediaciones de Tacoma) le diga a Adela Fitzberg —la hija
de Elisa, de 26 años, a la que él registró en Nueva York (y educó en su
departamento en West Harlem) como su hija “nacida el 27 de mayo de 1990”—: “lo
otro que sé, por mi profesión, es que tu madre puede actuar como una embustera
compulsiva. Lo más jodido, piba, es que clínicamente lo es.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Diagnóstico clínico, y de ojo de buen cubero, implícito en las
anécdotas que Bruno le cuenta a Adela sobre cómo conoció a su madre en el
Museum of Fine Arts de Boston, Massachusetts (era abril de 1990 e iba
embarazada), y en las mentirosas historias sobre su origen, exilio e identidad
cubana que ella le contó. Y translúcido en el testimonio sobre ella que el
doctor Darío Martínez le brinda a su hijo Ramsés (emigrado a España a los 25
años), previo a su inminente partida a Toulouse para revalidar y concluir sus
trucos estudios de ingeniería: “Elisa lo mismo podía dar la sangre por ti que
tirársete al cuello y cortarte la carótida para que te desangraras. Y las
mentiras que le gustaba decir...” Patológico y característico meollo y rasgo
que Clara también menciona al evocarla en el diálogo que tiene con Irving, un madrileño
domingo de 2012 frente “al grupo escultórico de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Ángel Caído</i> en el parque del Retiro”: “Y dime algo más, desde la
distancia, ¿qué se le podía creer a Elisa de lo que decía? Cuando eres joven
eso parece un juego. Después, es una enfermedad.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Pero a lo deglutido y rumiado por Irving se añade el hecho
inextricable de que, además de ser el más chismoso del chismoso Clan, es un
consubstancial chismosillo, intrigante, chiva, paranoico y metiche que no excluye
la mentira, el infundio y el escamoteo en sus decires de orgánico <i style="mso-bidi-font-style: normal;">corre ve y dile</i>. De ahí que el 24 de
enero de 1990, el día que provocó la virulenta bronca con Walter —día que éste
llevó a la casa de Fontanar las fotos del 30 aniversario de Clara, entre las
que destaca una en la que es visible el embarazo de Elisa y que es “la única en
la que aparecían todos los amigos, incluidas Guesty [<i style="mso-bidi-font-style: normal;">la rubia cubana de ojos azul caucásico, párpados siempre abiertos y
nalgas de negra mandinga</i>, novia de Horacio y supuesta espía al servicio de
la Seguridad del Estado, o sea: encubierta <i style="mso-bidi-font-style: normal;">agente
de la Policía del Pensamiento</i>, en términos orwellianos] y Margarita [<i style="mso-bidi-font-style: normal;">la Pintá</i>, la novia de Walter], y donde
solo faltaba el pintor y fotógrafo por estar detrás de la cámara”, pues en la
imagen también figuran los chiquillos Ramsés y Marcos, de 8 y 6 años, hijos de
Clara y Darío—, Irving le canta la cotorra probabilidad (que Clara supone por
sí misma) de que su marido Darío haya templado con Elisa, aludiendo, además, la
decadencia y hastío de su matrimonio e implícitamente el hecho de que<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> a todos ellos siempre le ha gustado Elisa</i>,
incluida Clara, quien si bien le confesó a Irving que le gusta <i style="mso-bidi-font-style: normal;">una mujer</i>: Elisa, no le reveló que el
día de su 30 aniversario, allí mismo en su recámara de la casa de Fontanar, se
besó en la boca con ella (¡el niño Marcos las vio intercambiando saliva con
voracidad!) y menos aún las pulsiones lésbicas que ese día la abrumaban (“Clara
tubo la nítida percepción de estar en el atrio de un escenario dispuesto para
que, recibida la orden, ella irrumpiera, se arrodillara junto a la mujer y, con
delicadeza, le tomara los brazos, le acariciara las manos y luego le apartara
las piernas flexionadas para hundir el rostro en el centro de su intimidad y
bebérsela hasta el fondo”):<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEid0KOvhatkhcc7afUWLMl-7-toy4PxssgeI4lTv8D6HgJvAmfq8qxDaQhF9SJPphGxGW5bMq__kV-TdiElVlEuYiJ4V3Dm1pYG-HUorAqAZHRnmEfGYT4dwkr56vjyDlwLl8QZ9Wcd-8yNntoso1flJL6tTfN3zZhMpOsc_-ew0z7yVpuqsBNxEQrFdJrM/s1134/Foto%20an%C3%B3nima%20(Par%C3%ADs,%20c.%20192).jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1086" data-original-width="1134" height="383" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEid0KOvhatkhcc7afUWLMl-7-toy4PxssgeI4lTv8D6HgJvAmfq8qxDaQhF9SJPphGxGW5bMq__kV-TdiElVlEuYiJ4V3Dm1pYG-HUorAqAZHRnmEfGYT4dwkr56vjyDlwLl8QZ9Wcd-8yNntoso1flJL6tTfN3zZhMpOsc_-ew0z7yVpuqsBNxEQrFdJrM/w400-h383/Foto%20an%C3%B3nima%20(Par%C3%ADs,%20c.%20192).jpg" width="400" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> “—¿Y lo de ustedes [la decadencia y el hastío entre Clara y
Darío] no tiene que ver con lo que me dijiste de Elisa? —musitó Irving.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—No sé, no sé —admitió Clara—. Ya no sé nada... No me hables de
eso.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—Yo sólo quiero advertirte algo antes de que sea tarde o peor.
Tú también puedes hacer lo que te dé la gana con tu vida, pero mira hacia los
lados, Clarita... Elisa es Elisa... Y es capaz de cualquier cosa: lo mismo de
salvarte que de matarte. A veces es muy rara...<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—¿Rara en qué sentido?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“Irving se tocó la sien: rara de aquí, de la cabeza.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—Tú sabes, Clara... Por eso ella se acostó con Horacio, y
parece que también con Walter, y se dejó preñar por no sé quién y decidió
parir, sabiendo que su marido es estéril. Yo creí que conocía mejor a Elisa,
pero... <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“Los ojos de Clara permanecieron abiertos y brillantes mientras
Irving volvía a tocarse la sien. ¿Había oído lo que había oído?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—¿De qué tú estás hablando ahora?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—De los desastres de Elisa..., de los que sé y que tú debes
saber. Puede haber otros. Pero dos los sé. Se acostó con los dos, ¡con los dos!
¿Y no viste cómo se puso Liuba con Fabio [arquitectos encumbrados en el régimen
dictatorial, que son esposos con una hija, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">seis
años menor que Ramsés</i>] el otro día cuando salió el tema del embarazo de
Elisa?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“Clara, atónita, negaba con la cabeza.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—¡Por Dios, Irving! No puede ser... ¿De verdad Elisa se templó
a Walter y a Horacio? –logró al fin hablar—. ¿De verdad? ¿A los dos?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—Después te cuento lo que me dijo Horacio [...]”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">¿Y qué le chismeó Horacio al chismosillo y entrometido por
antonomasia?: “Más bien fue al revés, compadre. Ella se acostó conmigo. Tú
sabes que yo jamás le haría algo así a un amigo.” Que sólo fueron dos veces;
que siempre usó condón y que el embarazo “podía ser un regalo de Walter”. A lo
que Irving revira aleteando la puntiaguda y venenosa viperina: “Ella me juró
que no se había acostado con él.” Y sin dejar de sembrar insidia añade: “Elisa
quiere matarte por andar diciendo que ella se acostó con Walter...”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Pero lo que Horacio no le reveló al indiscreto y chismosillo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">corre ve y dile</i> fueron los detalles de
esos encuentros sexuales sucedidos, en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">septiembre
de 1989</i>, en el departamento de una veterinaria colega de Elisa, donde había
un gato al que alimentar. Por entonces Horacio llevaba ya cinco años de
profesor en la “Facultad de Física, donde impartía el curso de Física
Experimental”, mientras “había comenzado a preparar su tesis de doctorado en la
especialidad de ciencias de los materiales” (doctorado que logró antes de
largarse de la mediocridad cubana). Al tercer encuentro sexual previsto, Elisa
no llegó y él se quedó horas chupándose el dedo “en los escalones que daban al
acceso a los apartamentos”. Y en el momento de irse, vio desde fuera luz en el
interior del departamento y regresó, subió, tocó y se topó con la colega de
Elisa, dueña del gato; y antes de marcharse se le ocurrió pedirle su reloj que
dejó olvidado. La mujer, molesta y huraña, previamente habló por teléfono con
Elisa. Lo dejó esperando en el vano de la puerta y luego regresó con “una
pequeña bolsa de nailon” y le dijo como si le entregara un bicho infecto y
contagioso: “Dentro están su reloj y su fosforera”. El reloj Patek Philippe era
el suyo, pero el encendedor de bencina era el de Walter: “un par de cilindros
soldados entre sí, de un color ocre desvaído, manchados por algunos destellos
de su original barniz dorado y con unas letras en caracteres cirílicos grabadas
en un costado.” Horacio guardó ese encendedor como prueba fehaciente del
presunto club de alterne de Elisa e incluso lo preservó al fugarse de Cuba en
una lancha el 17 de agosto de 1994 y durante los años de exilio en Estados
Unidos y en Puerto Rico. De modo que lo lleva consigo el día de abril de 2016
que vuela de San Juan a Miami para encontrarse con Marcos —el hijo menor de
Darío y Clara—, quien previamente le señaló, por teléfono, el obvio parecido
facial entre él y Adela Fitzberg, su novia neoyorquina de 26 años de edad. Es
decir, en el perfil de Clara en Facebook, auxiliada por Bernardo (cuyo oficio es
arreglar computadoras a domicilio y en la etapa terminal en la casa de Fontanar),
recién ella subió la foto de la celebración de su 30 aniversario el 21 de enero
de 1990, recién hallada por ella entre las páginas de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La insoportable levedad del ser</i>, precisamente en la edición
príncipe que Tusquets publicó en Barcelona en diciembre de 1985, en cuya
portada observó, proyectándose, el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">collage</i>
de Max Ernst: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La pubertad cercana a las
Pléyades</i> (1921). </span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5zdgzaVXLwUq4I9Ob3jdphT0nLgGOVlgllwpdwJK4Tf_xUzz2njSXdsGYsRBlkPuIh53jMuvivL-CAV8FFNDEuCVwJy0BO4sRj6CzVQyqpdmXbI9rzKWqm0RMBIAcrEyzwRK1LN6Nbvdbqw8cLVWipHADNfY8vBIZx9W-eHVNpwGMyjSGorwPr-X5ghGN/s1849/La%20insoportable%20levedad%20del%20ser%20(Tusquets,%201985).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1849" data-original-width="1362" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5zdgzaVXLwUq4I9Ob3jdphT0nLgGOVlgllwpdwJK4Tf_xUzz2njSXdsGYsRBlkPuIh53jMuvivL-CAV8FFNDEuCVwJy0BO4sRj6CzVQyqpdmXbI9rzKWqm0RMBIAcrEyzwRK1LN6Nbvdbqw8cLVWipHADNfY8vBIZx9W-eHVNpwGMyjSGorwPr-X5ghGN/w472-h640/La%20insoportable%20levedad%20del%20ser%20(Tusquets,%201985).jpg" width="472" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Colección Andanzas núm. 25, Tusquets Editores<br />Barcelona, diciembre de 1985</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Y al observar la foto del Clan en la laptop de Marcos,
precisamente en el departamento que comparte con él en Hialeah, Adela Fitzberg descubrió
que esa Elisa Correa, embarazada, es la veterinaria Loreta Fitzberg, ¡su madre
cubana!, quien detesta, desprecia e insulta todo lo cubano (Marcos incluido:
“un balsero cubano muerto de hambre, sin oficio ni beneficio, con las uñas
sucias de grasa..”) y todo lo que tenga que ver con la <i>Guantanamera</i> y Cuba (“el que anda con
mierda termina oliendo a mierda”). Y que ella, la neoyorquina Adela, está en
gestación dentro de la panza de ese notorio embarazo y que el psiquiatra
argentino Bruno Fitzberg no es su padre biológico.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #2b00fe;">Ejemplo 3</span>. Entre las páginas 407-414 (capítulo diez sin título
de la parte seis de la obra) la voz narrativa narra el regreso a La Habana del
físico Horacio para asistir al entierro de su madre. En la página 408 se dice
que Horacio llevaba “siete años de ausencia”; “siete revulsivos años de
lejanía”, se reitera en la página 409 y que tiene autorizados “solo cinco días
en Cuba”. Es decir, corre el año 2001, puesto que entre las páginas 320-323 se
narra que el 17 de agosto de 1994 salió hacia el sur de Florida en una lancha “con
ocho tripulantes a bordo (dos más de los que debía de cargar)”. En ese regreso
a La Habana para asistir al entierro de su madre, Horacio le trajo de regalo a
Marcos una “gorra de los Yankees de Nueva York”. No obstante, en la página 333,
donde Marcos, en abril de 2016, se reencuentra con Horacio en Miami y lleva
puesta esa mima “gorra azul marino de los Yankees de Nueva York”, el físico le
dice que se la regaló hace “Trece años. Cuando fui a enterrar a mi mamá”. Lo
cual también es un cálculo errado, Watson, pues si hubiera sido hace “Trece
años” el presente sería 2014, el año que Marcos, por sus corruptelas “en una
empresa constructora donde dirigía el taller de mantenimiento” (“allí se robaba
todo y se vendía de todo”) se vio impelido a emigrar de Cuba a los Yunaites y
el año que empezó, con fogosidad erótica, su relación de pareja con Adela
Fitzberg, cuya recíproca <i style="mso-bidi-font-style: normal;">conmoción
hormonal </i>empezó el “18 de agosto de 2014”, se precisa en las páginas 58 y
29 (“imposible olvidar la fecha”, piensa ella). Pero es abril de 2016, el año
del viaje de Obama a Cuba y el año que Adela Fitzberg cumple 26 años el 27 de
mayo, y el año que descubre que su padre argentino no es su padre biológico y
que su madre, más cubana que la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Guantanamera</i>,
ha usado un nombre falso y por ende su madre, proclive a los caballos (y con
olor a caballo Cleveland Bay), ha cabalgado a pelo todos esos años sobre el estercolero
de una oscura y gran mentira pseudobudista. “Lo oscuro siempre genera
oscuridad”, rumiaría con su retórica de cosmogónico “plan budista”. Y Horacio
con su filosofía física de boletero de cine habanero: “causas y efectos, acción
y reacción, todo sucede porque antes sucedió algo”.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Pero el caso es que en la página 414, la última del citado
capítulo diez sin título, Horacio les cuenta a Bernardo y a Clara (quienes son
pareja desde “finales de la primavera de 1997”) que Irving, en España, “hace
poco vio a Elisa”. Lo cual de inmediato chirría a yerro de los chirriantes y
estridentes yerros de huitlacoche, pues aquí estamos a siete años de que
Horacio salió de Cuba: 1994-2001, y la fugaz imagen de Elisa que tuvo Irving en
Madrid ocurrió “Una calurosa mañana de julio de 2004”, lo cual se narra entre
las páginas 222-223. Y más aún: el histórico e indeleble uno cero del 4 de
julio de 2004 implícitamente se alude en el fragmento que cierra ese capítulo: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “A sus pies, doblada por la mitad, estaba la edición dominical
de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El País</i>, en cuya portada se destacaba
un titular: GRECIA GANA LA EUROCOPA, y un bajante de antología añadía: ‘Los
griegos, codo con codo como un solo hoplita, aguantaron el primer tiempo y
apuntillaron en la reanudación a Portugal’.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><img border="0" data-original-height="359" data-original-width="720" height="199" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWjVVqe-JnCdM1e7b8V8TpU2IoVGO1P9ii3slAiEW4bL1FId-JYNyM_lXYIbWJFGss75NIgT670_yLKb0ZC2DKDO0F-_m8ddN2efmw5Bc2aijOYJlFrEkCsafIZkz-STybojUdej1cFWqeDdw-v_QY0EzLzJUR5HcNU1zZFWlTQknbdYAX5qyQR4qqDGMj/w400-h199/Grecia%20gana%20la%20Eurocopa%20en%20Portugal%20(julio%204%20de%202004),%20foto%20As.com.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="400" /></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"><i>Grecia gana la Eurocopa en Portugal</i><br />Foto: As.com</span></td></tr></tbody></table><p></p><div style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWjVVqe-JnCdM1e7b8V8TpU2IoVGO1P9ii3slAiEW4bL1FId-JYNyM_lXYIbWJFGss75NIgT670_yLKb0ZC2DKDO0F-_m8ddN2efmw5Bc2aijOYJlFrEkCsafIZkz-STybojUdej1cFWqeDdw-v_QY0EzLzJUR5HcNU1zZFWlTQknbdYAX5qyQR4qqDGMj/s720/Grecia%20gana%20la%20Eurocopa%20en%20Portugal%20(julio%204%20de%202004),%20foto%20As.com.jpg"><span style="color: #134f5c;"></span></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> O sea, mientras ese domingo 4 de julio de 2004, Irving ritualmente
hojeaba <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El País</i> en el entorno de la
escultura de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Ángel Caído</i> (“ya
llevaba casi ocho años viviendo en Madrid”), vio a una “mujer rubia”, que “era
Elisa Correa” (“Elisa es blanca blanca” —pero en 1990 “No era rubia como
Loreta”—, “Walter era medio rubio” y Horacio es <i style="mso-bidi-font-style: normal;">medio mulato</i>), a quien no veía desde “hacía casi quince años” (hace
14 años y casi 4 meses), quien “tendía un brazo sobre una adolescente de pelo
oscuro para dejarse fotografiar por un hombre robusto, calvo y sonriente” (Bruno
Fitzberg). Cuando los ojos de Elisa se encontraron con los ojos de Irving, ella
“hizo un gesto con la cabeza que marcaba una negación. Para no dejar margen a
las dudas, la mujer repitió el movimiento y le retiró la mirada. Irving dejó de
sonreír. Los oídos podían explotarle.” En esa “adolescente bellísima, de pelo
negro y labios carnosos” (“labios que matarían de envidia a Angelina Jolie y a
su cirujano plástico”), “Irving creyó advertir rasgos familiares para él”. Tan
familiares que en la mesa de “la paladar del Gordo” (¿Contreras?), a donde
Horacio invitó a comer a los paupérrimos y hambrientos Bernardo, Clara y Marcos
(sólo faltaron el perro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Dánger</i> y
Ramsés por andar “fuera de La Habana, recluido en un campamento de estudiantes
enviados a realizar un período de preparación militar”), el mentado físico —“profesor
auxiliar de Física I y II en la Universidad de Puerto Rico”, y padre de un par
de mellizas nacidas en 1998 de su esposa boricua— les cuenta con sus elocuentes
y gesticulantes rasgos mulatos: “la mujer vista por Irving en Madrid, la mujer
que no podía ser otra que Elisa, viva y coleando, y que le había prohibido
acercarse, iba acompañada de una adolescente de pelo oscuro, piel morena y
labios gruesos, que, Irving casi lo gritó cuando se lo contaba, se parecía
demasiado a Quintín Horacio Forquet, Quintus Horatius en latín”; nacido “en La
Habana el 8 de noviembre de 1958” y “bautizado con ese [rimbombante] nombre
porque su padre [<i style="mso-bidi-font-style: normal;">masón, librepensador y
contador graduado</i>, emigrado a los Yunaites ‘el 8 de enero de 1960’] era
admirador de Quintus Horatius y sus <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Odas</i>
y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Epístolas</i>, en especial la titulada <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Epístola a los Pisones</i>, la famosa <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ars Poetica</i>.”<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSm5bHBUpHV53OZz42LfiUc2Eh1jX9JefCpnAo3arXOtK-oRx_ysDiWGoo1XtNOYfD3slYbCp1Gxd9qOg0hJGcAcwzI5kyJ6NWMKpQ72i0WKyFVklwMNcY6Ish-lHc4H67Ls2I3bCvdLZU6fgYteqpqM-IHb7Gy-zpZeSQAK1cIT3BNzVWJfMn9S9UaUM9/s3300/Angelina%20Jolie.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="3300" data-original-width="2400" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSm5bHBUpHV53OZz42LfiUc2Eh1jX9JefCpnAo3arXOtK-oRx_ysDiWGoo1XtNOYfD3slYbCp1Gxd9qOg0hJGcAcwzI5kyJ6NWMKpQ72i0WKyFVklwMNcY6Ish-lHc4H67Ls2I3bCvdLZU6fgYteqpqM-IHb7Gy-zpZeSQAK1cIT3BNzVWJfMn9S9UaUM9/w291-h400/Angelina%20Jolie.jpg" width="291" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Angelina Jolie</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Ese elocuente parecido entre el habanero Horacio sin panza (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">mulato claro</i> con el cabello negro, quizá
por “un tinte Clairol for men, como tanta gente en Miami”) y la neoyorquina
Adela Fitzberg (con eróticos labios más sensuales que los labios de Angelina
Jolie: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">labios carnosos</i>, cintura de
hormiga y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">protuberancia trasera</i>),
también lo advirtió en abril de 2016 el joven ingeniero e ingenioso pícaro (en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">el invento</i> y en el mercado negro cubano,
incluso desde Florida) Marcos Martínez Chaple —alias el Lince, o Marquito [<i style="mso-bidi-font-style: normal;">sic</i>] el Lince, o Mandrake el Mago, cuya
declaración de intrínsecos principios delincuenciales es que en Cuba se puede
engañar y “robar (al Estado) sin considerarse un delincuente, y vivir mejor sin
trabajar que trabajando”—, luego de que Adela Fitzberg descubriera y le
señalara con el dedo flamígero (a veces onanista) que Elisa Correa, la joven
embarazada de la foto del 21 de enero de 1990, es su madre: la veterinaria
Loreta Aguirre Bodes (separada en 2005 del psiquiatra argentino Bruno Fitzberg),
por teléfono de Hialeah a San Juan, Marcos, algo neurótico y exasperado, se lo
subrayó al tío Horacio: “¡Lo evidente, cojones!... Que tienes otra hija. O por
lo menos dime que yo estoy loco.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Al día siguiente de esa charla telefónica, Horacio voló a Miami
para dialogar con Marcos del oscuro meollo (“lo oscuro siempre genera
oscuridad”, volvería a recitar Loreta con su verborrea “budista” de manual
barato y tendajón vegano). Llevó, como prueba acusatoria e irrefutable del
alterne sexual, el encendedor de Walter y el testimonio, firme, de que las dos
veces que se acostó con Elisa usó preservativo y que siempre lleva uno en la
cartera, por si acaso, y por ello “extrajo la billetera del bolsillo trasero
del pantalón y de un compartimiento cerrado sacó un paquete con dos
preservativos”. Pero durante la insomne madrugada en casa de su hermana, antes
de dejar en el laboratorio de un hospital lo necesario para la prueba de su ADN,
Horacio rememoró un minúsculo descuido casi al final de su segundo y último
encuentro sexual con Elisa en septiembre de 1989. Y Adela Fitzberg, en la
búsqueda de las axiales respuestas de su verdadera identidad y origen, a la
mañana siguiente de intentar comunicarse por teléfono con su madre tras
descubrir la foto subida a Facebook en el perfil de la mamá de Marcos, voló a
Tacoma para exigirle explicaciones a su propia madre en el rancho equino de la
adinerada Margaret Miller, donde vive y labora; pero Loreta, como adelantándose
al huracán que venía (con otro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">nombre e
identificación falsas</i> la veterinaria vio “en el Facebook público de Marcos
la foto del Clan que, justo la tarde anterior, Clara había subido a la red”) se
esfumó sin dejar rastro ni mensajes a nadie (incluso dejó desmontado su
teléfono móvil y sin el chip) y Horacio, en vez de esperar el regreso a Miami de
su hija biológica, regresó en un vuelo a San Juan sin dar la cara en un diálogo
propuesto por Marcos, pues “Tres horas después” de dejar la prueba en el
laboratorio de un hospital, “mientras el vuelo procedente de Dallas en que
viajaba Adela aterrizaba en el Aeropuerto Internacional de Miami, Horacio se
dejaba caer en el asiento del avión que lo llevaba de regreso a San Juan. El
físico que hubiera querido ser filósofo cerró los ojos, trató de relajarse y se
dijo: lo que será, será.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvopFv8rPj6cRBsmz1G4wJzd8ujnCdElNnMMPyq2fRQNxDQ_f_Z5k3LoxX9kHHtsf1ndx6LEWbwYPGWj_J_mq-vAPBso2Ga1VVagBYWXr5FnfY5ahbKkA9zQfQUePVsTh7bMYx_lt0UDbuvCj4_lIODcDqdTQAghj1mMIqSQUvq6LQfN4TARph0B7p6166/s1000/Leonardo%20Padura.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="562" data-original-width="1000" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvopFv8rPj6cRBsmz1G4wJzd8ujnCdElNnMMPyq2fRQNxDQ_f_Z5k3LoxX9kHHtsf1ndx6LEWbwYPGWj_J_mq-vAPBso2Ga1VVagBYWXr5FnfY5ahbKkA9zQfQUePVsTh7bMYx_lt0UDbuvCj4_lIODcDqdTQAghj1mMIqSQUvq6LQfN4TARph0B7p6166/w400-h225/Leonardo%20Padura.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">El nostálgico Padura en su casa de Mantilla</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> No obstante, en una de las recurrentes vueltas de tuerca que
pueblan la novela (con las que el narrador estira el chicle como le viene en
gana, posterga los suspenses, cuenta mil y una historias, y al unísono le jala
las narices al lector, quizá hasta el bostezo, el tedio o el hartazgo), entre
las páginas 582-589 se desvela (y se descubre) que en ese perentorio viaje de
San Juan a Miami el físico Horacio representó una farsa ante el ingenioso ingeniero
Marcos Martínez Chaple, pues en realidad y sin confesarle nada al sobrino
putativo, fue a constatar lo que ya había conjeturado desde un año antes. Es
decir, según se lee en la página 585, “Había sido en los primeros días de ese
espléndido mes de abril puertorriqueño de 2015 cuando Marcos le había enviado a
su buzón de correo electrónico la foto de una celebración cumpleañera. [<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Remember</i> que Adela Fitzberg cumple 25
años el 27 de mayo de 2015, pese a que en la página 30, Watson, se lee en que
en abril es su cumpleaños.] Cuando abrió el archivo adjunto [a la frase ‘Esta
es mi novia. Se llama Adela. ¿Qué te parece?’] y vio la imagen que Marcos,
ataviado con una gorra de los Industriales [de La Habana], y el brazo sobre la
joven que le presentaba como novia, Horacio había sentido una conmoción: la
muchacha detenida en un plano medio resultaba una réplica viva de sus mellizas
Alba y Aurora. La tez parecía un poco más clara, pero los ojos, el óvalo de la
cara, la nariz y, sobre todo, la forma de la boca, con los labios carnosos
delatores de su ascendencia étnica, resultaban tan semejantes que no podía ser
algo fortuito, y si lo era, como debía serlo, como tenía que serlo, pues
entonces se trataba de un milagro de la naturaleza.” Tan milagroso es ese <i style="mso-bidi-font-style: normal;">milagro de la naturaleza</i> que la chica milagrosamente
se parece a él. </span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEfCd0z5dhlsb8_RnVxAWrQUwRKGvHbUh9wveV0yihPtpNdOult99_lrrxAQpNyonmH7dDNXzm3wI5CNzHN4tLjfQ1plaR2hTLawFUdVwr68E4IwDVRYcwR6IhJg0ZUoRDyx9TtS8AzhYbgiL9cKRe-zSPIMuXcXo-lp5fI8s5RB6jt-yXlqAnSw88tFKC/s968/Angelina%20Jolie.jpg" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="968" data-original-width="768" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEfCd0z5dhlsb8_RnVxAWrQUwRKGvHbUh9wveV0yihPtpNdOult99_lrrxAQpNyonmH7dDNXzm3wI5CNzHN4tLjfQ1plaR2hTLawFUdVwr68E4IwDVRYcwR6IhJg0ZUoRDyx9TtS8AzhYbgiL9cKRe-zSPIMuXcXo-lp5fI8s5RB6jt-yXlqAnSw88tFKC/s320/Angelina%20Jolie.jpg" width="254" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Angelina Jolie</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Y más aún: “Horacio buscó en su archivo fotográfico
digitalizado una imagen de su madre cuando andaba por los veinte años y vio en
el rostro más oscuro de su progenitora la réplica de los rasgos faciales que
caracterizaban a Aurora, Alba... y a la tal Adela. Como un cuño persistente
[kármico de oscuridad, rumiaría Elisa sentada en flor de loto y en medio de una
nube de incienso] que se hubiera transmitido desde su madre mulata hacia el
futuro de la humanidad.” Y en el mismo tenor encubierto y ladino, al recordar que
“unos años atrás [Irving] le había comentado de su cruce en Madrid con una
mujer que debía ser Elisa, acompañada de una joven que podía ser hija de la
presunta” y “se parecía a Horacio”, le envió a Irving esa foto que le envió
Marcos, preguntándole si la chica se “parecía a alguien”. E Irving, más rápido
que Bruce Lee, respondió con un cañonazo de cotorra parlanchina: ‘¿Que a quién
se parece?...’, le escribió en un mensaje de texto. ‘Se parece a la muchacha
que vi en El Retiro hace unos años... La muchacha de que te hablé y tú te
reíste de mí... ¿Te acuerdas?’ Horacio no le respondió. Aún no podía ni quería
hacerlo.” <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3-ftTo9duyFu_vh8eZWoVJ_ypi6Ynbd-jr_9AFyTooWeey3D8iGs3DS8iVTqsgWeqOHGVPNrf69nEsCDGIaPyZzHH-LQzjzRukOYlpdzaWTWhKoC8MfZ3jzsov5hty0hbxAuv-CtpaydbZiFSlZ2W10dVwA6ZQIf9thltL8kfhYWNym7VEDcTQpeg6a2u/s414/Bruce%20Lee.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="310" data-original-width="414" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3-ftTo9duyFu_vh8eZWoVJ_ypi6Ynbd-jr_9AFyTooWeey3D8iGs3DS8iVTqsgWeqOHGVPNrf69nEsCDGIaPyZzHH-LQzjzRukOYlpdzaWTWhKoC8MfZ3jzsov5hty0hbxAuv-CtpaydbZiFSlZ2W10dVwA6ZQIf9thltL8kfhYWNym7VEDcTQpeg6a2u/s320/Bruce%20Lee.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Bruce Lee</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Pero el caso es que esa tarde de abril de 2015 en que Horacio,
en San Juan, camina, pasea y descansa con su esposa Marissa, de 49 años y en
buena forma, la pone al tanto de lo que pudo haber ocurrido hace un cuarto de
siglo, e incluso le muestra los pelos de la burra y de qué lado mascó la iguana,
o sea: la foto que le envió Marcos y le bosqueja la incertidumbre sobre lo que
debe o no de hacer.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—No lo sé, Mari... —dijo al fin—. ¿Quieres que me haga una
prueba de ADN y se la haga a la novia de Marcos? ¿Porque se parece a las niñas
y a mí? ¿Para qué...? ¿Y con qué derecho puedo cambiar la vida a una persona
que no me ha pedido nada y que de ninguna manera puede ser lo que parece? Lo
pienso y siempre me digo que es mejor saber que vivir con la duda. Pero creo
que a estas alturas cualquier cosa que haga sería revolver la mierda, y cuando
se revuelve, apesta otra vez... Nadie sabe nada de Elisa ni por qué
desapareció. ¿Fue por mi culpa? ¿Pero quién carajo es Loreta Fitzberg, la madre
de Adela? ¡Yo no conozco ninguna Loreta, coño! ¡Qué desastre, por Dios!... No,
no es posible —dijo, pero cada vez con más conciencia de que la negación
escondía una lamentable estrategia de autoengaño.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“Marissa le tomó la mano y lo obligó a mirarla.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—¿Qué vas a hacer, Horacio?”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Vale observar que en ese contexto, entre las páginas 582-598,
tampoco no faltan los infalibles frijolillos en la sopa de letras cubanas maceradas
y cocinadas en Mantilla; es decir: los yerros con el tiempo, que son una plaga,
pues las íntimas evocaciones de Horacio y el diálogo confidencial con su esposa
Marissa en el escenario boricua de San Juan, se suceden a fines de abril de
2015. Es decir, según se lee en la página 291: “Quintín Horacio nació en La Habana
el 8 de noviembre de 1958”, por ende aún tiene 56 años; y pese a la retórica intertextual
es un yerro decir, en la página 582, que “Horacio se acercaba a la cumbre
borrascosa de los sesenta años” (en rigor le faltan cuatro); aseveración que se
repite en la siguiente página con un recurrente retintín nerudiano: “Hasta que
pudiera [padece de desgaste en los meniscos y recién de ciertos desajustes
gástricos] y, mientras, caminar y nadar, mantenerse en la buena forma aunque la
vida y el tiempo también caminaran a su ritmo implacable y lo acercaran a sus
sesenta años de residencia en la tierra.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Luego, en la página 583, se lee que la relación matrimonial de
Horacio y Marissa “ya andaba por las dos décadas”; pero aún anda por los 18,
pues en la página 328 se narra que un año después de su reencuentro en Nueva
York, sucedido en “enero de 1995”, “Horacio Forquet se convertiría en el esposo
de Marissa Martínez, [y] tres [años] más tarde en el padre de unas mellizas”:
“Alba y Aurora”.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #2b00fe;"></span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5POJ1Z16dWNjhLrHYM4tntDKcFC8TOHwWBFIDSSXprN0KzqRbbvXrS2h-wuutWB_1oJOUt3Z3EEFUDt4EV58sb--T2DyOT7vj1NB_xIfWyVuHN0Q-KABvYAPUkJeNyv-dsso08xTjg449MFVsYikEkC7yElpWPdVFeqD40ac5ncCZGCNiQ-pWTzIr85NE/s1200/El%20club%20de%20la%20pelea%20(1999).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="675" data-original-width="1200" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5POJ1Z16dWNjhLrHYM4tntDKcFC8TOHwWBFIDSSXprN0KzqRbbvXrS2h-wuutWB_1oJOUt3Z3EEFUDt4EV58sb--T2DyOT7vj1NB_xIfWyVuHN0Q-KABvYAPUkJeNyv-dsso08xTjg449MFVsYikEkC7yElpWPdVFeqD40ac5ncCZGCNiQ-pWTzIr85NE/w400-h225/El%20club%20de%20la%20pelea%20(1999).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Brad Pitt y Edward Norton en la época de<br /><i>El club de la pelea</i> (1999)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #2b00fe;"><br /> Ejemplo 4</span>. En la página 243, cuando Adela Fitzberg está, en
abril de 2016, en el rancho equino (cercano a Tacoma) en busca de Loreta y de
los oscuros secretos de su verdadera identidad, se lee que “tuvo entonces la
certeza de que su madre de cincuenta y seis años debía ser la amante de aquel
hombre [Rick Adams, con un ‘parecido al Brad Pitt de los tiempos de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Fight Club</i>’] quizás un par de años mayor
que Marcos”. Es decir, esa afirmación implica que la veterinaria Elisa Correa
nació en 1960 y por ende es contemporánea de la ingeniera Clara Chapel y
tendría que cumplir el medio siglo en 2010 y no en 2009. No obstante, en la
página 450 se lee que por insistencias de Margaret Miller, la sesentona dueña
de la granja equina en las cercanías de Tacoma (e inminente pareja lésbica de
la veterinaria cubana), “No podían dejar de celebrar los primeros cincuenta
años de vida de Loreta, el 20 de abril de 2009.” Lo cual supone que Elisa no
nació en 1960, sino en 1959, año que no podría haber olvidado Adela Fitzberg,
puesto que, se lee en la página 450, “Dos semanas antes del aniversario” de su
madre, ella la visitó, por su cumpleaños, cuatro días del “fin de semana largo
de la Semana Santa”.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Vale añadir que el colofón de esa celebración el 20 de abril de
2009, cuando ya Adela regresó a Miami, fue el inicio del vínculo lésbico entre Margaret
Miller y Loreta (la hembra dominante de la pareja), que por lo que se lee entre
las páginas 456-457, con un deje de supremacía feminista, quizá androfóbico, el
milenario y sabiondo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Kama-sutra</i> les
queda chiquito:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiADNUy0bXEizbqV9YWvdkYvcSxHUm-M0MQcKsAix3U15SnUi2hUfnTs1hW6IXxVI-QOLtGh44nQifNOLPg8HUQfQJgubjnYFI79-SdmxMeNxfSNLbP8ek4wLu6mRYBRXXGr60mZJDOoISGdiDtGogNQ_1eXvtfNH4jngUg0tUaTieUd_yUZvtV26KXxjQX/s1132/Foto%20an%C3%B3nima%20(Par%C3%ADs,%20c.%201920).jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1083" data-original-width="1132" height="306" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiADNUy0bXEizbqV9YWvdkYvcSxHUm-M0MQcKsAix3U15SnUi2hUfnTs1hW6IXxVI-QOLtGh44nQifNOLPg8HUQfQJgubjnYFI79-SdmxMeNxfSNLbP8ek4wLu6mRYBRXXGr60mZJDOoISGdiDtGogNQ_1eXvtfNH4jngUg0tUaTieUd_yUZvtV26KXxjQX/w320-h306/Foto%20an%C3%B3nima%20(Par%C3%ADs,%20c.%201920).jpg" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> “Los encuentros sexuales de las dos mujeres maduras había tenido
un primer momento de desenfreno casi juvenil, que con los meses se fue asentado
hasta derivar en una placentera relación de pareja sostenida por la
complementación y la desinhibición. ¿O tenía razón Miss Miller y se trataba de
la existencia de lo que se llamaba amor? En la intimidad, desnudas sobre el
elegante lecho inglés <i style="mso-bidi-font-style: normal;">king size</i> del
aposento de Miss Miller, las dos mujeres se sintieron plenas y activas,
compartieron cigarros de marihuana (a sus cincuenta años, Loreta al fin
atravesó una valla que, por miedos y malas experiencias, tanto había temido
cruzar), se excitaron con películas porno, experimentaron con penes de goma en
consistente erección, se lubricaron con mantequilla, aceite de oliva griego,
escupitajos y hasta se untaron mermeladas que se lamían. Ambas se confesaron en
algún momento que jamás habían tenido tan intensos orgasmos ni explorado
estrategias tan radicales y reconocieron que los hombres de sus vidas quizás
habían sido potentes, fuertes, resistentes, pero poco creativos, hombres al fin
y al cabo.”<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #2b00fe;"></span></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #2b00fe;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDzs6rkW1vFAcRTl4o1AyUZLCiNABHXgviEye_UuUT_VFMHEdxTZYRG5n7SwvMXbAkDHVGVjnCOv_7bXldyT1ICZvRprqp9y_9OpxsB80fbsAOxBgUTKoL9kyEDNGGDR4kgW0YGHATv449FjGtmp3eAls8yi8QOjFfnfiW_Y3kDbdnxQdfNk6DnEHsFQyQ/s1157/Foto%20an%C3%B3nima%20(Par%C3%ADs,%20c.%201920).jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="716" data-original-width="1157" height="198" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDzs6rkW1vFAcRTl4o1AyUZLCiNABHXgviEye_UuUT_VFMHEdxTZYRG5n7SwvMXbAkDHVGVjnCOv_7bXldyT1ICZvRprqp9y_9OpxsB80fbsAOxBgUTKoL9kyEDNGGDR4kgW0YGHATv449FjGtmp3eAls8yi8QOjFfnfiW_Y3kDbdnxQdfNk6DnEHsFQyQ/s320/Foto%20an%C3%B3nima%20(Par%C3%ADs,%20c.%201920).jpg" width="320" /></a></span></span></div><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #2b00fe;"><br /> Ejemplo 5</span>. Nadie, por <i style="mso-bidi-font-style: normal;">default</i>,
acepta y pregona a los cuatro pestíferos vientos, con maracas, clave y bongó, y
meneando las caderas, que tiene 26 años cuando aún no los cumple, ni mucho
menos ritualmente celebra su aniversario, en el íntimo núcleo familiar (o del Clan),
un día que no le corresponde en el calendario ni en las efemérides familiares.
No obstante, esto sí ocurre con Adela Fitzberg desde el primer capítulo de la
novela y empieza a sucederse cuando, por teléfono móvil, su madre, desde la
granja equina cercana a Tacoma donde trabaja y vive desde hace una década, le
recuerda, en la página 18, que el moribundo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ringo
Star</i> —el caballo Cleveland Bay con una estrella en la frente— tiene su
misma edad: “Veintiséis...”. Y entre las páginas 19-20 se da a entender (y por
ende se narra) que corre el mes de abril de 2016, pues Yohandra, su compañera de
trabajo en la Universidad Internacional de la Florida (en cuyo local de las <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Special Collections</i> la neoyorquina tiene
“una plaza como especialista en bibliografía cubana”), “señalando la pantalla
de su computadora, le comentó que parecía que de verdad el presidente Obama
iría a Cuba, qué tipo más bárbaro... Adela salió al jardín arbolado que rodeaba
el recinto de la biblioteca, donde la recibió el calor húmedo de Miami que ya
imperaba a esas horas de la mañana de abril.”<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiehVoozb1s_FBxk7OQK-EZUDHyxp7VMNE5MNqlSqp_-wo1mC0lnx_Jw_GskIv3IcefqTRqWs_F6CY20XdBg9ohS_DUhfYtJPhxqi2na7HyQ0SyqIWNh1yocqRk7PZ1FAdwE1sY3MtXVRcRqT0VwX3wYWmM8P8L61XXwmKrcvjBJj3dsNAx7CWS5rNQNvcV/s1200/Obama%20y%20su%20hija%20en%20un%20paladar%20habanero.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="675" data-original-width="1200" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiehVoozb1s_FBxk7OQK-EZUDHyxp7VMNE5MNqlSqp_-wo1mC0lnx_Jw_GskIv3IcefqTRqWs_F6CY20XdBg9ohS_DUhfYtJPhxqi2na7HyQ0SyqIWNh1yocqRk7PZ1FAdwE1sY3MtXVRcRqT0VwX3wYWmM8P8L61XXwmKrcvjBJj3dsNAx7CWS5rNQNvcV/w320-h180/Obama%20y%20su%20hija%20en%20un%20paladar%20habanero.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Obama y su hija en un paladar habanero</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> (Vale observar, entre paréntesis, que ese corcel <i>Ringo Star</i> tiene por ancestral ascendiente, de estirpe literaria, el hermoso caballo salvaje con una estrella blanca en la frente que Yakub el Doliente ve, en el minúsculo <i>espejo de tinta</i>, conjurado </span></span><span style="font-family: georgia;">—por unos instantes en su ahuecada mano derecha</span><span style="font-family: georgia;">— por el nigromante Abderráhmen El Masmundí, según se lee desde 1933 en el consabido cuento del transcriptor y calígrafo Jorge Luis Borges.)</span><div><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> A esas alturas de ese tiempo narrativo (abril de 2016), Adela
vive en un departamento que comparte en Hialeah con Marcos; y desde allí, al
volante de su Toyota Prius híbrido, se traslada a su trabajo en Miami por la
muy transitada autopista de diez carriles. Y según se lee en la página 21:
“Pronto se cumplirían dieciocho meses desde el momento en que la joven había
accedido a mudarse con Marcos [de Miami] a Hialeah, una decisión que provocó
varias de las más ruidosas discusiones entre Adela y Loreta, cuando la madre se
declaró total, absoluta, definitivamente imposibilitada de entender las
opciones de su hija, hasta que al final de uno de esos debates admitió que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Adela Fitzberg </i>la desbordaba y lanzó su
juramento de olvidarse de la vida privada de su hija.” <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Luego, en la página 30, se narra que Adela Fitzberg nació en
abril de 1990, pues se lee: “Cada uno de sus diecisiete años, cumplidos en
abril de 2007, Adela los había vivido en el apartamento de renta congelada de
Hamilton Heights, en West Harlem [Nueva York], ocupado desde hacía casi veinte
años por su padre, Bruno Fitzberg.” No obstante, en la página 282
arbitrariamente se cambia la fecha del nacimiento de Adela, pues casi como
colofón de algunas de las mentiras que Loreta/Elisa le contó a Bruno Fitzberg
sobre su origen cubano y sobre cierta “reencarnación” pictórica francesa
(datada en 1881), narra la omnisciente, titiritera y ubicua voz narrativa con
indicios de amnesia: “Unas semanas más tarde, en un juzgado de la ciudad [de
Nueva York], Elisa Correa Miranda, alias Loreta Aguirre Bodes, alias Aline en
otra existencia vivida en la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">belle époque</i>,
aceptó el anillo que la enlazaba con Bruno y pasó a llamarse Loreta Fitzberg, y
su hija, reconocida ahora por el ahora esposo de la madre, fue legalmente
rebautizada como Adela Fitzberg, hija de Bruno y Loreta, e inscrita como nacida
el 27 de mayo de 1990.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Ese día de abril de 2016 que Loreta le habló por teléfono sobre
el inminente fallecimiento de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ringo</i>
(el hermoso caballo Cleveland Bay que ama con aprehensión como si fuera hijo de
sus entrañas), Adela le recomendó que lo ayudara a morir: “Hazlo tú. Con Cariño.”
Le dijo. Y Loreta lo sacrificó con mimos y una inyección. Así que cuando Adela
llega al rancho equino en busca de su madre para exigirle perentorias explicaciones
sobre su verdadero origen paterno y perentorias explicaciones sobre la
verdadera identidad de su progenitora, apenas han transcurrido tres días del
sacrificio del caballo y de la huida de Loreta (p. 237), tanto de la granja
equina, como de Tacoma. (Incluso parece que huyó, al unísono, de la voluminosa
y larga novela, pues el desocupado lector, quizá embebido y expectante, o
aguantándose el sueño, el tedio o el hartazgo, no vuelve a saber nada de ella hasta
que arriba a la página 609, que es el preludio del desenlace de la obra.) Así
que en ese “escape” manejando por carretera como en una <i style="mso-bidi-font-style: normal;">road movie</i> hollywoodense (algo que también hizo cuando en 2006, para
trasladarse a la granja equina cercana a Tacoma, abandonó la veterinaria donde
laboraba y su departamento en Union City) en un momento Loreta/Elisa se detiene
“en la desangelada Norman, Oklahoma City” (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">sic</i>),
y mientras está rellenado su pantagruélica panza de yogui “budista” con un “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">sirloin </i>de dieciséis onzas, término
medio, con papas fritas y ración doble de ensalada de verduras, y un zumo de
naranja natural, sin hielo ni pajita absorbente”, mete las narices y husmea
sibilina en los públicos perfiles de Facebook de su hija y de Marcos y demás
chismográfica y exhibicionista fauna del Clan disperso. Y según se lee en la
página 612: “Con la curiosidad ya desvelada, logró fijar algo del destino que
en veintiséis años habían construido personas con quienes en su juventud había
convivido en intensa intimidad y a cuya existencia había renunciado de forma
radical.” El caso es que “En el muro de entrada [de Clara]. La recibió la foto
del que había sido el bello Bernardo, demacrado y sonriente, con algunas
pelusas enfermizas sobre el cráneo y un vaso sostenido en alto y mediado de lo
que, tratándose de Bernardo, no podía ser otra cosa que ron. Entonces leyó que
el día anterior, 25 de abril de 2016, a los cincuenta y siete años, había
muerto de cáncer de pulmón. ‘Como lo pidió, en su casa de Fontanar, sin dolor
[en realidad, en la intimidad de la recámara, sí fue con mucho dolor y
sufrimiento], en paz con Dios, con los hombres y consigo mismo, más convencido
que nunca de que somos polvo en el viento y que alguna vez, después de tantas
derrotas, llegaremos a la victoria final’, según advertía Clara, que agradecía
a los amigos el apoyo ofrecido a ella y a Bernardo durante todo el proceso de
la enfermedad.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Pero el caso es que, se lee en la página 637, “Adela no había
vuelto a tener noticias de la mujer desde la mañana —que a la joven ya le
parecía remota— en que su madre la había llamado para hablarle del necesario
sacrificio de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ringo</i> [el caballo su
misma edad]. El mismo y preciso día que se había cerrado con la revelación de
que Adela era y no era Adela Fitzberg y que Loreta era en realidad alguien
llamado Elisa Correa. Habían transcurrido treinta y siete días, durante los
cuales todas las mañanas, incluidas las que pasó en The Sea Breeze [el rancho
equino cercano a Tacoma], armada con una fe que se le fue diluyendo, la joven
había esperado la llegada de una señal que al menos mitigara sus ansiedades.”
Así que ese domingo, en el departamento que comparte con Marcos en Hialeah,
cuando ambos se alistan para ir a la playa, inesperadamente, y sin decir <i style="mso-bidi-font-style: normal;">agua va</i>, se apersona la señal “kármica”:
nada menos que Elisa Correa Miranda, vivita y coleando, y con la aceitada viperina
y malaleche de siempre:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“Anoche dormí en Naples. Estaba agotada... Vengo manejando desde
Tacoma... He recorrido todo este cabrón país si saber bien para dónde iba... [Quizá
en busca del Nirvana más allá de la Tierra de Nunca Jamás. <i>¡Acelera Louise!</i>] Necesitaba estar
sola [para rascarse el culocéntrico ombligo]. Pensar en lo mismo y no pensar en
nada [o en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la nadería de la nada</i>].
Meditar mucho [¿En postura de yogui de tarjeta postal?], limpiarme por
dentro... [¿Con los malabares, los ensalmos y el humo de algún babalao?, quizá tributario del
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">dios Elegguá, el orisha africano que
cuida de los veintiún caminos de la tierra pues tiene las llaves del destino</i>.]
Hasta que hace unos días estuve en una ciudad de Oklahoma que se llama Norman.
Me pareció que era uno de los lugares más feos del mundo... Pero la verdad es
que esta ciudad compite con Norman.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “—¡Por Dios, Loreta! —exclamó Adela.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—Perdón, Cosi [cariñoso apocope del
apelativo Cosipreciosa], perdón... ¡Pero es la verdad!<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—Buena eres tú para hablar de
verdades...<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—En Norman me enteré de la muerte
de Bernardo... y rectifiqué el rumbo. Ya era suficiente... No puedo más...”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg29r5KxD81VelyLvHpJnuGyiiSHYDryGUv1PNIL9Tl0egMWlrd4a9Od_xEkHUom3n2kT3zlMfVDmXEFgrapwOoUD5rWj-rSgsGVaSUEXrNCdsh8j7V1fgLFV8D04alwUM6ZUCvc-CFUU07U3aCKDEfoAF-dZ-MH_ECmLsTJOlXlcddHUhYgYW-iUh4jykB/s3899/Angelina%20Jolie.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="3899" data-original-width="3012" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg29r5KxD81VelyLvHpJnuGyiiSHYDryGUv1PNIL9Tl0egMWlrd4a9Od_xEkHUom3n2kT3zlMfVDmXEFgrapwOoUD5rWj-rSgsGVaSUEXrNCdsh8j7V1fgLFV8D04alwUM6ZUCvc-CFUU07U3aCKDEfoAF-dZ-MH_ECmLsTJOlXlcddHUhYgYW-iUh4jykB/s320/Angelina%20Jolie.jpg" width="247" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Angelina Jolie</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /></span> Pero el caso es que Adela en un momento
le pregunta a su madre:<br />
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—Antes de seguir, dime una
cosa..., ¿quién es mi verdadero padre?<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—Supongo que ya sabes que es
Horacio.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—Y por qué no hablaste con él. El
hijo... —Adela se detuvo al darse cuenta de que se refería a sí misma—. Horacio
tenía derecho a saberlo, ¿no?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—Hace veintiséis años estuve a
punto de decírselo... Por cierto, faltan doce días para tu cumpleaños, mi
Cosi... Adela asintió, pero se mantuvo en silencio—.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Lo cual implica que esos llevados y
traídos 26 años, cantados una y otra vez, Adela no los cumplía en el mes de
abril, pese a que así lo dijo la omnisciente y ubicua voz narrativa al referir
el 17 aniversario de Adela Fitzberg en 2007 (p. 30) —el año que, en contra de
las expectativas de su lépera y vocinglera madre, ella decidió trasladarse de
Nueva York a Miami para hacer “el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">bachelor</i>
en Humanidades en la Universidad Internacional de la Florida”—, sino en el mes
de mayo, dado que fue inscrita “como nacida el 27 de mayo de 1990” (p. 282).
¡Vaya caos! ¡Un remolino! ¡Como polvo en el viento!<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj56Uaza6Og7Aj6QpxWRfj9k2KHW6TJBmfut4QTnKsjWM1hV2TkxBk5e7W4zvIROdCcFvDur15kDAiGnfJ8T7IyalogvnVsz-ujI5eSA5j7kqtPM4bue22JsZa3OQKPKqmiy-F_dQgfikHCAR95JKPkuQ6tSSKjIqv0xHwX6GUY9RSeGoX4ym7mD-D7oepN/s1948/Como%20polvo%20en%20el%20viento%20(Tusquets,%202020).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1948" data-original-width="1436" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj56Uaza6Og7Aj6QpxWRfj9k2KHW6TJBmfut4QTnKsjWM1hV2TkxBk5e7W4zvIROdCcFvDur15kDAiGnfJ8T7IyalogvnVsz-ujI5eSA5j7kqtPM4bue22JsZa3OQKPKqmiy-F_dQgfikHCAR95JKPkuQ6tSSKjIqv0xHwX6GUY9RSeGoX4ym7mD-D7oepN/w472-h640/Como%20polvo%20en%20el%20viento%20(Tusquets,%202020).jpg" width="472" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe; font-family: georgia;">Colección Andanzas, Tusquets Editores<br />Octava reimpresión impresa en México: febrero de 2020</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /></span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #2b00fe;">V de VII</span></b></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Firmada
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">En Mantilla, abril de 2018-abril de 2020</i>
por Leonardo Padura, la novela <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Como
polvo en el viento</b> está dispuesta en diez partes con epígrafes, números y
rótulos, las cuales comprenden una serie de capítulos sin números ni títulos.
El Clan de amigos y parientes, cuyo origen y dispersión <i style="mso-bidi-font-style: normal;">in progress</i> se narra en la obra, debe su apelativo a la lectura —clandestina,
embebida, especular y alucinante— que a principios de los 80 sus miembros
hicieron de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">1984</i>, el distópico, pesadillesco,
quimérico y antitotalitario libro de Georges Orwell publicado en inglés, en
1949, que ellos devoran y metabolizan en el clandestinaje casi como un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">delito del pensamiento</i> (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">ideocrimen</i> o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">crimental</i>) que refleja y proyecta la opresión y el astroso <i style="mso-bidi-font-style: normal;">statu quo</i> de la Cuba sovietizada en la
que entonces subsistían entre mil y una carencias económicas y limitaciones
libertarias. “Elisa, que lo trajo al cónclave, había accedido al libro (forrado
con la carátula de una revisa coreana) gracias a Irving, a quien se lo había
prestado un amigo de Joel que lo había heredado de un amigo que unos meses
antes había salido de Cuba gracias al éxodo masivo de El Mariel.” Mediática y
variopinta emigración hacia los Yunaites sucedida en 1980, entre el 15 de abril
y el 31 de octubre. “Aún conmocionada por la lectura, Elisa, con el apoyo
entusiasta de Horacio, se encargó de inducir a Clara a su lectura”; y ella
“recordaría las setenta y dos horas de 1981 que le concedieron para devorar el
libro”, entonces “considerado subversivo por comisarios culturales soviéticos y
cubanos”. (Lo cual recuerda que a Winston Smith le dieron 14 días para devorar
y devolver <i style="mso-bidi-font-style: normal;">el libro</i> proscrito atribuido
al legendario y mítico Goldstein, cuya lectura clandestina supuestamente te
convierte <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ipso facto</i> en miembro pleno
de la clandestina y camuflada Hermandad perseguida por el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Big Brother</i> y la Policía del Pensamiento.) “Había sido como
emprender un tránsito revulsivo por un túnel de angustia y al final del cual la
esperaba Elisa, proyectándole en la cara y el alma una luz cegadora, aun
cargada de advertencias: ¿Orwell era un fabulador desbocado o un escritor
realista?”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf55EIUy6M1LrDOtK3ERfF_XSfBr70P8CcmX1pBWUVvNYMiEMEWgGYaO3xMgpyqC1xt1NTDdfGvsyKB9t2tBQugDqvVQ3rDu_QewKrAZCJDHuQcCGv1ELI-GfIIHOhQHLF7inC6BMpAu3fw7wmZxPgkS-SQlbxckhdngjU9oK7RS0ZNi7BHi53y6CVKIni/s2133/1984%20(Libros%20del%20Zorro%20Rojo,%202021).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2133" data-original-width="1586" height="639" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf55EIUy6M1LrDOtK3ERfF_XSfBr70P8CcmX1pBWUVvNYMiEMEWgGYaO3xMgpyqC1xt1NTDdfGvsyKB9t2tBQugDqvVQ3rDu_QewKrAZCJDHuQcCGv1ELI-GfIIHOhQHLF7inC6BMpAu3fw7wmZxPgkS-SQlbxckhdngjU9oK7RS0ZNi7BHi53y6CVKIni/w476-h639/1984%20(Libros%20del%20Zorro%20Rojo,%202021).jpg" width="476" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Libros del Zorro Rojo<br />Primera edición impresa en Barcelona: octubre de 2021</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span>Los miembros fundadores del Clan,
ingenuo e inocuo en sus entrañas, son universitarios educados en la Cuba de la
dictadura del “socialismo científico” de los años 60, 70 y 80. Incluida Elisa,
quien pasó seis años de su infancia y adolescencia en Londres, dado que su
padre fungía de agregado comercial (y espía encubierto) en la embajada cubana.
Y, al parecer, todos fueron creyentes ideológicos de la Revolución de los
barbudos que el 1 de enero de 1959 encabezó Fidel Castro, el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Big Brother</i> de Cuba, el eterno <i style="mso-bidi-font-style: normal;">líder y guardián de la Revolución desde los
primerísimos </i>días, siempre ataviado con su uniforme militar verde olivo,
cuyos ojos te vigilan y te siguen, con el culo al aire, estés donde estés en la
isla (o fuera de ella), incluido el hoyo negro del obstruido retrete de cada
hacinado solar. El físico Horacio y el neurocirujano Darío, los más aventajados
intelectualmente, fueron miembros de la Juventud y del Partido. Y se infiere
que también lo fueron Fabio y Liuba, la pareja de arquitectos: “confiables,
optimistas y militantes”, quienes enviados a un congreso a la Argentina, decidieron
desertar allí y exiliarse en Buenos Aires en diciembre de 1992, donde
fatalmente se mataron en un accidente ocurrido en mayo de 1995. Walter, becado
en Moscú, estudió “Muralismo y Escultura Moderna en la Academia V.I. Súrikov”.
Y en los días del 30 aniversario de Clara y de su presunto suicidio, se decía
acosado y vigilado y quería huir de Cuba <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ipso
facto</i> (necesitaba dólares y el subrepticio contacto con un diplomático
checo), pero no por motivos ideológicos, subversivos, políticos o económicos,
sino por la oscura turbiedad en la que se movía al margen del Clan. Al parecer
fumaba mota y esnifaba cocaína, y andaba metido en el tráfico de drogas y en la
falsificación de obras plásticas para el mercado negro; y, por si fuera poco,
al parecer era informante de la Seguridad del Estado o de la policía, pese a
que él señalaba a Guesty, la novia de Horacio, como la supuesta espía
infiltrada en el Clan (o sea: era la presunta chivata o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">agente de la Policía del Pensamiento</i>, en términos orwellianos).<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVBdIn7w2TgvcGx8v8gPY5Nl4c-Pygjzcdc_c-nYJrhTP6muj1SWZTc2LvPAVzFfRD7JaaYFIFbOtkC2KTTdXlZsImT48gOcwiauQFDTzHvMjI4tx7U0MyaLJrAtoEXkFvCq8pHL54Zw2GHGXmLN2FYMA5ro2-TwdLuf-Jv39DKpXsH4xDNQheS3rVoVws/s1842/Scafati,%20ilustraci%C3%B3n%20%20(detalle).jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1842" data-original-width="1210" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVBdIn7w2TgvcGx8v8gPY5Nl4c-Pygjzcdc_c-nYJrhTP6muj1SWZTc2LvPAVzFfRD7JaaYFIFbOtkC2KTTdXlZsImT48gOcwiauQFDTzHvMjI4tx7U0MyaLJrAtoEXkFvCq8pHL54Zw2GHGXmLN2FYMA5ro2-TwdLuf-Jv39DKpXsH4xDNQheS3rVoVws/w263-h400/Scafati,%20ilustraci%C3%B3n%20%20(detalle).jpg" width="263" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Ilustración de Scafati (detalle)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> Y es precisamente esa zona oscura y
turbia de Walter la que se conecta con Roberto Correa, el padre de Elisa —excelente
cantor del son montuno en cuestión de espionaje, delación, asociación
delictuosa, mercado negro, contrabando y mil corruptelas, que si bien perdió su
privilegiada labor supuestamente diplomática (al parecer era el espía de los
espías) y lo confinaron en su casa habanera sin tocarle un pelo (y quizá ni la
cartera ni los dólares escondidos en algún paraíso fiscal), no lo encarcelaron
ni lo enjuiciaron ni lo fusilaron por traición a la patria, como sí ocurrió con
militares y policías condenados, en 1989, en un proceso en el que estuvo
involucrado hasta las heces; sin embargo, terminó suicidándose y, según se
chismeaba en el Clan, volvió loca del coco a su mujer—. Pero también se conecta
con la huida camuflada y el cambio de personalidad de Lucía. De esos oscuros y
apestosos entretelones más o menos Bernardo le charla a Horacio, de un modo
confidencial y exclusivo, en la etapa terminal de su vida. Y en la Noche Vieja
de 1995 algo de eso les parlotea con desparpajo a Clara, a Joel e Irving: “ella
me manipulaba”, dijo; “Hubo cosas que nunca supe y otras que sí sé pero de las
que nunca voy a hablar, ni aunque me pongan en la hoguera”. Y también lo hace
la propia Elisa con Adela, cuando inesperadamente se presenta en el departamento
que su hija comparte con Marcos en Hialeah. Pero, dada el consabido hecho de
que Elisa Correa miente como respira, transpira, traga, coge y defeca, sería
ingenuo suponer que le contó la verdad y toda la recontra verdad como si en
sánscrito le recitara un mantra con resignación budista. Pues, según le revela,
Bernardo y ella presenciaron el preciso instante en que Walter se arrojó desde
lo alto del rascacielos de 18 pisos; incluso, extraña, estúpida y
reveladoramente, después de 26 años lleva con ella el llavero del pintor; o
sea: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">las llaves del destino</i> de
Walter, entre las que tintinea y refulge la llave de la entrada del rascacielos
y más aún: la llave del vuelo de Ícaro o sea: la llave del candado de la azotea.
Sin embargo, o por eso, se transluce o subyace la sospecha (o la confesión) de
que alguno de los dos, o ambos, o quizá solo ella lo haya empujado, puesto que había
una virulenta discusión y acoso en el que Walter, supuestamente, pretendía
chantajear a Elisa: dizque que le exigía los dos mil dólares que le faltaban
para completar los cinco mil que le pedían por sacarlo de la isla. Y Bernardo,
para defenderla y protegerla, se presentó en la azotea con una barra de hierro.
<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Por su parte, Marcos el Lince huyó de Cuba antes de caer en la
cárcel, dada la pestilente red de corrupción sistémica y burocrática en la que
estaba metido hasta el cogote. Y Ramsés, con la cabeza fría y mirando hacia su
futuro personal, decidió irse de la isla el “18 de abril de 2004” y dejar
truncos sus estudios de ingeniería para continuarlos en Europa y no verse
semejante a su madre:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Mami, si termino la carrera, tengo
que esperar por lo menos dos o tres años para que me dejen salir del país. Si
no me gradúo, puedo irme cuando quiera. Este es el momento. Tengo que hacerlo.”
<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“[...] Pero sobre todo me voy porque aquí, cuando me gradúe, me
van a dar un título de ingeniero, uno más o menos igual que el tuyo, de la
misma universidad donde tú te graduaste y... porque no quiero que a los
cuarenta y pico de años mi vida se parezca a la tuya, mami.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—¿Pero qué?...<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—Perdóname si lo que te dije te ofende. Perdóname. Porque tú
has sido la mejor madre que cualquier pudiera tener, la persona que siempre
piensa en los demás antes que en ella, la que le puede dar a los otros hasta lo
que no tiene..., porque eres la mejor persona que conozco. Pero tu vida se ha
hecho mierda...<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—¡Qué tú estás diciendo! —gritó Clara, al fin desatada su
anonadada capacidad de reacción—. ¿Con qué derecho?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“—Claro que no tengo derecho a juzgar tu vida. Pero tú tampoco
tienes derecho a decidir la mía. La cosa es simple... ¿Qué nos hubiera pasado a
todos nosotros si el cabrón de mi papá no nos hubiera mandado lo que tú misma
llamabas ‘los salvavidas’? [De hecho, Darío es el ricachón del Clan y el más
proveedor.] ¿Y si Horacio y hasta el pobre de Irving no se hubieran acordado a
cada rato de nosotros? —Clara sintió que su hijo la lapidaba, con verdades
incontestables más que con piedras pesadas—.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y si bien el “cibernético” Bernardo
logra salir del alcoholismo gracias a la terapia en una clínica y al apoyo
doméstico y afectivo de Clara, pese a que es considerado “el mejor del Clan”,
en realidad es un maleta y un perdedor por los cuatro cachetes. Y cuando se
muere de cáncer, Clara se queda sola en la casa de Fontanar, su laberinto, su inextricable
caracol imantado por la mítica piedra.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #2b00fe;">VI de
VII</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Irving,
de diseñador gráfico a tejedor de macramés en La Habana, pudo fugarse de la
mediocridad de Cuba, a los 36 años, y viajar a España en 1996, gracias al apoyo
del Clan (y en 1999 lo alcanzó Joel, con quien vive en un departamentico en el madrileño
barrio de Chueca); es decir, gracias a una visa conseguida a través de una
falsa invitación orquestada por Darío, y hasta el adolescente Ramsés puso sus
ahorros (de la venta de sus conejos y de otros enseres de su ingeniosa subsistencia)
para completar el costo del pasaje de avión a Madrid. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">En los fragmentarios vaivenes del desarrollo de la trama, además
de la mentira de que Elisa no le mentiría a él, destacan tres infundios que
translucen su personalidad chismosa, entrometida, deslenguada, venenosa, desleal,
traicionera y paranoide. Uno es afirmar que Walter se acostó con Elisa, pues no
le consta y no es cierto, dada la antipatía y el pique (incluso con magullones
en la piel de Elisa) que media entre la veterinaria y el pintor. Otro es cantar,
por aquí y por allá, que Guesty es la espía infiltrada en el Clan, inducido por
el hecho de que Walter sembró esa perniciosa calumnia y porque él mismo la vio
en la cárcel, o le pareció verla —no está seguro—, mientras, con angustia y
fóbico hasta el esfínter y las heces, estuvo preso 6 días y 5 noches,
investigado, presionado e interrogado por el presunto suicidio de Walter. Lo
que sucedió —y se narra en la obra—, fue que a María Georgina, alias Guesty —una
joven diez años menor del promedio treintañero de los demás—, la detuvieron un
día para interrogarla en torno al suicido de Walter (entonces los polis le
echaron en cara el supuesto de que ella se decía policía, esto porque <i style="mso-bidi-font-style: normal;">alguien</i> del Clan lo chivateó: ¿Irving?,
¿la cotorra arrabalera del solar?) y ese fugaz careo en la prisión, si fue
real, se infiere que no fue fortuito: sería una rudimentaria estrategia para
que, aún más aterrorizado, paranoico y fantasmagórico vomitara toda la sopa y aún
más. Pero en esa pesquisa policial el hermano de Guesty fue detenido y
encarcelado (¡dos años!) por la posesión de uno o dos pitillos de mota. Esto se
narra en las tensas discusiones que ella confrontó: una fue con Horacio, cuando
él la buscó a la salida de su trabajo (de auxiliar de economía) para tratar de
hablar con ella y saber si era espía o no. Guesty, obviamente, se indignó y lo
mandó a la cloaca junto a todo el chismoso grupúsculo del Clan. Y la otra fue
con Darío, durante su citado paseo turístico en Florencia del año 2000, donde
coincidieron por la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">música del azar</i>
(cada uno iba con su pareja). Pero en esa discusión lo que descuella es la
irracionalidad machista y vocinglera del doctor Darío Martínez, pues además de
que se empeña y le restriega en la cara que sí era la espía, otra cosa hubiera
sido si el bato le propina a otro bato —tan machote, majadero y nada perspicaz
como él—, los hirientes insultos con los que a gritos golpea y arrastra de los
pelos a la pobre Guesty. Pero lo paradójico y sorprendente es que Horacio la
buscara para tratar de despejar el supuesto de que era una espía encubierta,
pues con antelación a esa búsqueda, él mismo infiere lo inofensivo e
intrascendente de “la hermandad” del Clan, Guesty incluida: <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWMkIEpvT7aCWUdDTdvroVt0MFeQznhnbEs4LVoAE0HCLKu-7QdR5Au5R-SrN7KRp9w7pr6-vmjtYHcpJ2Yr7A7QyvvpL3Kj6eadTyLZBWDpi1NwFO9_DQ4udNH-VQnDw6GFGrM324IbKl82yAfaGYkKotRhBHgm3pNCInlCwiE1vDWmalpCAcUyb_N_du/s1846/Scafatti,%20ilustraci%C3%B3n%20(detalle).jpg" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1846" data-original-width="1196" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWMkIEpvT7aCWUdDTdvroVt0MFeQznhnbEs4LVoAE0HCLKu-7QdR5Au5R-SrN7KRp9w7pr6-vmjtYHcpJ2Yr7A7QyvvpL3Kj6eadTyLZBWDpi1NwFO9_DQ4udNH-VQnDw6GFGrM324IbKl82yAfaGYkKotRhBHgm3pNCInlCwiE1vDWmalpCAcUyb_N_du/w259-h400/Scafatti,%20ilustraci%C3%B3n%20(detalle).jpg" width="259" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;">Ilustración de Scafati (detalle</span>)</td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “El grupo, por lo demás, resultaba bastante inocente en sus
apreciaciones de la realidad político-social y, quizás con la excepción de los
desmanes de Walter, algún desahogo alcohólico de Bernardo, un chiste de Irving
o una salida cáustica de Elisa, poco se podía decir de ellos que todo el mundo
no conociera por ser parte de su vida y proyección pública. La falta de
‘densidad’ de las posibles inconformidades políticas del Clan hacía dudar a
Horacio de la filiación policial achacada a Guesty, pues, ¿para qué vigilar a
unos tipos tan poco interesantes que, en realidad, ni siquiera se merecían tal
empeño y de cuyas vidas cualquiera que lo deseara podía saber todo lo que
habría que saber? ¿El Ejército de Espionaje al Ciudadano (Orwell lo habría
llamado así, pensaba) tenía tantos efectivos disponibles como para dedicarles a
ellos un miembro profesional, asalariado y a tiempo completo?”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><span style="text-indent: 14.2pt;"> Y el tercer infundio de Irving radiografía su peor calaña de
cotorra arrabalera. Vale observar, primero, que en la página 316 narra la
omnisciente voz narrativa: “A fines de 1992 los escapados habían sido los
confiables, optimistas y militantes Fabio y Liuba. Enviados como delegación
oficial a un congreso de arquitectos en Buenos Aires, no participaron ni en una
sesión del evento: con la ayuda de un primo de Liuba radicado en Argentina se
esfumaron, dejando atrás a su hija Fabiola [futura esposa de Ramsés en Toulouse
y futura madre del nieto galo de Clara y Darío; </span><i style="mso-bidi-font-style: normal; text-indent: 14.2pt;">lo luminoso siempre genera luminosidad</i><span style="text-indent: 14.2pt;">, rebuznaría la Buda
‘iluminada’ de Tacoma], con la promesa incierta de sacarla del país en cuanto
les fuera posible, pues bien sabían que uno de los castigos a los desertores
radicaba en la retención por años de sus familiares.” En este sentido, en la
carta que Fabio le envía a Clara, datada en “Buenos Aires 22 de diciembre de
1994”, él, Watson, después de exactamente dos largos y morosos años de haberse
fugado de Cuba junto con su esposa Liuba (más aún por la nostalgia que los
abruma y cala, y por la marginalidad de extranjeros y seres invisibles y </span><i style="mso-bidi-font-style: normal; text-indent: 14.2pt;">no-personas</i><span style="text-indent: 14.2pt;"> con la que subsisten, con
bajos ingresos, ante las difíciles perspectivas de regularizar su extranjería y
el uso legal y bien remunerado de sus títulos profesionales de factura cubana),
no podría escribirle: “Desde que llegamos, ya hace catorce meses” (p. 366),
puesto que llegaron ¡hace veinticuatro!</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Esa carta de Fabio, a petición de Clara, es leída en voz alta
por Irving, ante ella y Joel. Están en la casa de Fontanar; es el 21 de enero
de 1995 (ese día Marcos, de 11 años, pegó el indeleble batazo de su fugaz vida de
pelotero aficionado) y celebraron los 35 años de la anfitriona con la matanza y
tragazón de uno de los conejos de Ramsés (hasta <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Dánger</i> mordisqueó y lamió los huesos). Pero el meollo es que
Irving, con mucha malaleche y sarcasmos, va cuestionado, ironizando y poniendo
en tela de juicio las líneas medulares de lo que Fabio le reporta y comparte a
Clara, cuyo punto neurálgico es cuando le revela las ocultas e íntimas razones
que los orillaron a desertar y exiliarse en Buenos Aires, luego de distanciarse
del Clan: “Porque sin nos alejamos de ustedes, y casi no volvimos a verte
después de lo que pasó con Walter y luego con Elisa, fue porque un día, como al
mes de desaparecer Elisa, el viceministro que tenía que ver con el trabajo de
nosotros citó a Liuba en su oficina, y cuando ella llegó había otra persona,
que no dijo quién era pero Liuba supo enseguida quién era, o más bien lo que
era, que le preguntó cosas sobre Walter, sobre Elisa, sobre Darío y su relación
con un diplomático checo [previo al pleito con el chismoso Irving y a su
presunto suicido, Walter quería, en la búsqueda de su inmediata fuga
clandestina, que Darío lo pusiera en contacto con ese diplomático checo], y
sobre Horacio..., sobre ti también, Clara. Le preguntó mil cosas. Dice ella que
el tipo lo sabía todo de todos, y cuando se iba a ir le dijo a Liuba que ella y
yo debíamos tener cuidado con las amistades que frecuentábamos, que la
situación del país era muy difícil y [...] no se podía admitir ningún tipo de
blandenguerías.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">En resumidas cuentas, esa advertencia o amenaza se aúna a lo que
a Fabio le formuló en corto el pintor y fotógrafo: “porque como dos o tres
meses antes de que pasara lo de Walter, él me había dicho que una persona que
él conocía (no me dijo quién, y creo que yo no quise ni saberlo, incluso en ese
momento tampoco quise creerle a Walter), pues esa persona [quizá el
gansterzuelo Roberto Correa, con quien tenía tratos delincuenciales] le había
dicho que se anduviera al hilo porque ‘están puestos para ti, te están
cazando’.” Y por el miedo a toda esa amenazante y pestilente viscosidad, Fabio
y Liuba decidieron alejarse del Clan. Y sin decirles nada (obviamente por ser
los del Clan unos reverendos chismosos) planearon exiliarse en la Argentina. Así
que Irving —quien parece que da por santurrona e inquebrantable verdad que él
es la única cajeta íntegra y químicamente puritanoide del Clan—, estalla
vocinglero, quizá envidioso y resentido en el trasfondo, dando por hecho que
los chivatos eran Fabio y Liuba:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “—¡Pero qué singao hijoeputa es este tipo!... ¿Saben qué? Que
todo es mentira. Inventó todo eso...<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—¿Por qué iba a inventar eso,
Irving? ¿Inventar que alguien nos chivateaba? Guesty, Walter, qué sé yo... No, Fabio
no tenía que escribirme esa carta ni inventar nada...<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—Sí tenía, Clara, sí tenía. Porque
es mejor tener un culpable que ser el culpable. [Quizá lo dice por él.] Porque
de todos nosotros ellos eran los que más miedo tenían porque podían perder las
cuatro mierdas que les habían dado [hasta entonces el borrachín de Bernardo ha
vivido, solitario desde la desaparición de Elisa, en una mansión de lujo en
Altahabana, otrora asignada a sus encumbrados padres, ya fugados, tras el
triunfo revolucionario; y Fabio y Liuba, al quedarse en Buenos Aires,
renunciaron a sus prebendas burocráticas, incluido el asignado coche soviético
que le envidiaba el neurocirujano Darío Martínez; además de que en Buenos Aires
subsisten en un cuarto trasero brindado por la hospitalidad de Oscar, el primo
hermano de Liuba, leyó Irving, pero hace como que no leyó: ‘Vivimos en lo que
fue su estudio de trabajo, un cuartón en el patio de su casa, con baño
independiente, calefacción y todo, pero, a pesar de las amabilidades de Oscar y
su mujer Camila, con la sensación de que somos unos huéspedes de paso’], miedo
a dejar de ser unos personajitos que se creían importantes. [Aquí el
personajito Irving hace caso omiso de lo que Fabio, militante ideológico hasta
su deserción, aludió líneas antes: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la
pérdida de las cosas en que creí, pienso que creí sinceramente, y en las que ya
no creo</i>.] Y cuando vieron que esas cuatro mierdas se les acababan y no
había más, y que el carro ruso ese que les asignaron era un pedazo de lata que
devoraba gasolina y siempre estaba roto y que de personajes no tenían de ni
carajo..., pues se fueron. Así de fácil es la cuestión, Clara, así de cínicos
son estos dos, como otra pila igualitos que ellos que se pasaban la vida
cantando <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La Internacional</i> y, cuando
les apretó el zapato, volaron... ¡Coño, yo siempre lo supe, siempre lo supe! ¡Y
ahora creo que ellos eran los que nos chivateaban! Y ahora dicen que se fueron
porque un seguroso les metió miedo... No me jodan...”<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #2b00fe;">VII
de VII</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Con
pasaporte español, en 2010, tras catorce años de exilio en Madrid, Irving
Castillo Cuesta, de 50 años, pudo regresar a Cuba, por unos días, para visitar
a su madre enferma. En este sentido, vale concluir la nota transcribiendo unos
pasajes del capítulo donde Irving regresa al entorno de “los altos edificios de
El Vedado, el barrio donde había nacido y vivido hasta que partió al exilio”. Unos
fragmentos que trazan el miserable y degradante <i style="mso-bidi-font-style: normal;">modus vivendi</i> de su madre y hermana, cuyos sórdidos detalles
visuales e intrínsecos evocan algunos de los videos que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">youtubers</i> cubanos suben a la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">web</i>,
quienes sin ser documentalistas de profesión, reportan, denuncian y detallan la
miseria y el abandono en que subsisten y sobreviven no pocos cubanos asentados
en La Habana y en otras ciudades y pueblos de la Cuba supuestamente
“socialista” del día de hoy:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “El reencuentro con su madre había
sido demoledor. Aunque la anciana solo se quejaba de achaques normales, como si
estuviera más allá de dolores y penas, de alivios y esperanzas, el ser
estrujado cuyas mejillas besó y mojó con sus lágrimas le pareció la imagen de un
cadáver todavía caliente (apenas caliente). Todo en ella se había reducido,
consumido, como si se hubiera gastado, y el hombre lloró, empujado por la culpa
de no haber compartido con ella los que iban a ser, eran, los últimos años,
quizá sus semanas finales.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnHpC3q8mHl27rnM9nLVhmrzrljCeK_3IpTDvP7BGeRehDpeXRn_JVQ01Mz7pFnik1f1KkHpaPosMkDnWK_zPdAe-awDg6ygXUCWi6Doe3zCzG4H_2nClEwN7NYb_aMXExsEdD2rIRvQCaUFulUXSetsRDVJzA9JdUfOHTg7r5AixEtiepqBPA2BRMgmL5/s955/Constantino%20Arias,%20Ama%20de%20casa%20(La%20Habana,%201952).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="955" data-original-width="913" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnHpC3q8mHl27rnM9nLVhmrzrljCeK_3IpTDvP7BGeRehDpeXRn_JVQ01Mz7pFnik1f1KkHpaPosMkDnWK_zPdAe-awDg6ygXUCWi6Doe3zCzG4H_2nClEwN7NYb_aMXExsEdD2rIRvQCaUFulUXSetsRDVJzA9JdUfOHTg7r5AixEtiepqBPA2BRMgmL5/w383-h400/Constantino%20Arias,%20Ama%20de%20casa%20(La%20Habana,%201952).jpg" width="383" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"><i>Ama de casa</i> (La Habana, 1952)<br />Foto: Constantino Arias</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “La impresión más devastadora, sin
embargo, se la entregó su única hermana, cuatro años mayor que él, que podía
pasar por la hermana gemela de su madre. Prematuramente envejecida, el pelo
blanco y escaso, la boca desdentada y medio contraída por el ictus sufrido dos
años antes, ahora sólo parecía en condiciones de proferir lamentos y quejas,
reclamos y maldiciones, acusaciones y carencias, amontonadas en unas frases
pastosas, envueltas en lluvias de saliva y vapores de mal aliento,
imprecaciones repetidas una y otra vez, como si la moviera una noria verbal
desequilibrada. Doscientos veinte pesos, doscientos veinte pesos, era lo que
más remachaba, refiriéndose al monto de su jubilación, equivalente a diez
dólares al mes... ¿Pasaban hambre su madre y su hermana?<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“La misma noche de su llegada Irving
tuvo la punzante impresión de que estaba viendo por última vez a dos seres
apenas reconocibles, que solo habían aguantado la respiración hasta allí, hasta
esa sumergida, braceando durante años de ausencia gracias a las ayudas que él
sacaba de sus magros bolsillos. Unos din</span></span><span style="font-family: georgia;">eros insuficientes que, no obstante,
les habían garantizado a las mujeres la supervivencia justa a la cual habían
llegado casi a rastras, confinadas en un apartamento que alguna vez tuvo un toque
de gracia, un aire de hogar, y ahora parecía un depósito de detritus:
desbordado de frascos vacíos de medicinas, aparatos inservibles, muebles
destripados, libros empolvados, paredes sin memoria de la última ocasión en que
recibieron una mano de pintura, oleadas de fetideces interiores y exteriores.
La que había sido su casa se le presentaba ahora como la antesala de todas las
muertes, el panteón de sus recuerdos [...]</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOAeEmt7ioirGJMjbaGeobHv8aafPSkJEy1zUWuyF6XPPLNi1ad1Gid-nu0QpkwPXWdXkkWXtGkL_JIkZZB-u9tU5GhaCx2sPG9WvaENudpsAIwkLEhmFHe7xMVh3Csm3Iu7OsJUMyLjvdDJdIgcqX1AGF1KoxWQcdp7N94NKQEvmqYsYkaicJi9V0zhpN/s1316/Constantino%20Arias,%20%20Hospital%20emergencia%20(La%20Habana,%201948).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1316" data-original-width="1305" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOAeEmt7ioirGJMjbaGeobHv8aafPSkJEy1zUWuyF6XPPLNi1ad1Gid-nu0QpkwPXWdXkkWXtGkL_JIkZZB-u9tU5GhaCx2sPG9WvaENudpsAIwkLEhmFHe7xMVh3Csm3Iu7OsJUMyLjvdDJdIgcqX1AGF1KoxWQcdp7N94NKQEvmqYsYkaicJi9V0zhpN/w396-h400/Constantino%20Arias,%20%20Hospital%20emergencia%20(La%20Habana,%201948).jpg" width="396" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"><i>Hospital de emergencia</i> (La Habana, 1948)<br />Foto: Constantino Arias</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Lo peor fue que él, cargado con la
experiencia de haber dormido en literas de campamentos agrícolas durante muchas
temporadas de su vida, con bastidores de sacos de yute, sobre colchonetas
llenas de pústulas, ahora descubrió que no podía evitar sentir asco al echarse
sobre la sábana agrisada de la cama que le habían preparado con lo mejorcito
que tenían, según le informó la boca desdentada de su hermana, ingeniera
nuclear graduada en Moscú y jubilada antes de tiempo por sus padecimientos
físicos (polineuritis generalizada, parálisis facial) y su deterioro mental
(ansiedades y depresiones alternas). Doscientos veinte pesos, doscientos veinte
pesos... Y lloró casi toda la madrugada, agobiado por sus mezquinas
pulcritudes, por el peso de una impotencia sideral que lo hacía sentirse
egoísta y descastado, un tipo de dolor repugnante que inauguraba con un tétrico
panorama filial la noche de su regreso a la patria, hasta que el agotamiento
físico y mental lo venció. En cuanto amaneció y abrió los ojos (doscientos
veinte pesos, doscientos veinte pesos...), huyó de su casa en un intento de
escapar de sí mismo para perderse en la ciudad, propia y ajena al mismo tiempo,
el territorio de sus mejores y peores recuerdos. La tierra agreste de su otra
vida, ya sin remedio muerta y enterrada, como otras vidas, literalmente muertas
y enterradas.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Frente a un hotel que no existía
cuando él salió de Cuba abordó un taxi.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—A Fontanar, por favor. ¿Cuánto
cuesta?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—Usté es cubano, ¿verdá?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—Sí...<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—A ver, por ser a usté... Diez
fulas... O doscientos veinte pesos...”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Leonardo
Padura, <b>Como polvo en el viento</b>.
Colección Andanzas s/n, Tusquets Editores. 8ª reimpresión. México, febrero de
2022. 672 pp</span></span><span lang="ES" style="font-family: "Garamond","serif"; mso-bidi-font-family: "Courier New";"><span style="font-size: x-small;">.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: center;"><span lang="ES" style="mso-bidi-font-family: "Courier New";"><span style="color: #2b00fe; font-family: georgia;"><b>*********</b></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1;"><span lang="ES" style="mso-bidi-font-family: "Courier New";"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://www.google.com/search?q=guantanamera+youtube&sca_esv=564199467&source=hp&ei=vyH-ZJzFMZOuqtsPy5-wuAI&iflsig=AD69kcEAAAAAZP4vz1YD3uyBRkuBrZ5xE0d2T2h8DYOt&oq=gunatanmera+y&gs_lp=Egdnd3Mtd2l6Ig1ndW5hdGFubWVyYSB5KgIIADIHEAAYDRiABDIHEC4YDRiABDIGEAAYHhgNMgYQABgeGA0yCxAAGB4YDRjxBBgKMgYQABgeGA0yBhAAGB4YDTIGEAAYHhgNMgYQABgeGA0yBhAAGB4YDUigPVDdDFjCKHABeACQAQCYAbsBoAGtDaoBBDIuMTG4AQHIAQD4AQGoAgrCAhAQLhgDGI8BGOUCGOoCGIwDwgIQEAAYAxiPARjlAhjqAhiMA8ICERAuGIAEGLEDGIMBGMcBGNEDwgIIEAAYgAQYsQPCAgsQABiABBixAxiDAcICCxAAGIoFGLEDGIMBwgILEC4YgAQYsQMYgwHCAgsQLhiKBRixAxiDAcICCBAuGIAEGLEDwgIOEC4YgAQYsQMYxwEY0QPCAgUQABiABMICBRAuGIAEwgIIEC4YsQMYgATCAgsQLhiDARixAxiABMICChAuGIAEGLEDGArCAg0QLhiABBjHARjRAxgKwgIKEAAYgAQYsQMYCsICDRAAGIAEGLEDGIMBGArCAgcQABiABBgKwgINEC4YgAQYsQMYgwEYCsICDRAuGIMBGLEDGIAEGArCAgcQLhiABBgKwgINEC4YgAQYxwEYrwEYCsICExAuGA0YgAQYsQMYgwEYsQMYgwHCAg0QLhgNGIMBGLEDGIAEwgINEAAYDRiABBixAxiDAcICDRAuGA0YgAQYxwEYrwE&sclient=gws-wiz#fpstate=ive&vld=cid:74f7c378,vid:blUSVALW_Z4,st:0">Guantanamera, como polvo en el viento.</a><br /></span></span></p></div>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-3384253718395368572024-01-07T19:00:00.000-08:002024-01-09T22:55:12.709-08:00Los que aman, odian<p> </p><p align="center" class="DefaultText" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="color: #c00000; font-family: "Georgia","serif"; font-size: 18pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Algo aulló en la penumbra<span style="mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p></o:p></span></span></i></p>
<p class="DefaultText" style="line-height: 150%;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-align: center; text-autospace: none;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES" style="color: #c00000; font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New";">I de V<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New";">En 1964, editado
e impreso en París, el cuarto número de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cahiers
de L’Herne</i> estuvo destinado a la vida y obra de Jorge Luis Borges
(1899-1986). </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: Georgia, serif;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_4V1d62cwsTc6Xn5j7jOHaDGW0gRzLRbYJ9fUpXgpmS_TYJvcDDFPeJZY0aVAMmnWBUu1h80B_2ROwUQtM0NM9miaYJL6sbhl50BzQrpZqacpcGo0WzkS40o6LLkknNXpH4Pq7kqxGhe_/s2048/Jorge+Luis+Borges%252CCahiers+de+L%25C2%25B4Herne+%2528Par%25C3%25ADs%252C+1964%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1238" data-original-width="2048" height="376" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_4V1d62cwsTc6Xn5j7jOHaDGW0gRzLRbYJ9fUpXgpmS_TYJvcDDFPeJZY0aVAMmnWBUu1h80B_2ROwUQtM0NM9miaYJL6sbhl50BzQrpZqacpcGo0WzkS40o6LLkknNXpH4Pq7kqxGhe_/w625-h376/Jorge+Luis+Borges%252CCahiers+de+L%25C2%25B4Herne+%2528Par%25C3%25ADs%252C+1964%2529.jpg" width="625" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="background-color: white;"><span style="color: #b45f06;">Cuarto número de <span style="font-size: 16px; text-align: left;"><i>Cahiers de L’Herne</i><br /></span>(París, 1964) </span></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: Georgia, serif;"><br /></span></span><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;"> Adolfo Bioy Casares (1914-1999) publicó allí, <i>ex profeso</i>, “Libros y amistad” (<i>Lettres
et amitié</i>), memorioso y celebérrimo texto que él compiló en su libro <b>La obra aventura</b> (Buenos Aires,
Galerna, 1968), antologado por Marcelo Pichon Rivi</span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">ère en <b>La invención y la trama</b>
(México, FCE, 1988) y por Sara Luisa del Carril y Mercedes Rubio de Zocchi en <b>Museo. Textos inéditos</b> (Buenos Aires,
Emecé, 2002), antología de textos de Borges y Bioy, que en su mayoría se deben
a <i>Biorges</i>, ese hipostático y evanescente
ser de cuatro manos y dos cabezas que, <i>ídem
</i>el genio de la botella, sólo se corporificaba durante las horas en que
Borges y Bioy escribían juntos. E incluso un fragmento de </span><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">“Libros y amistad”</span><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">preludia el voluminoso <b>Borges</b>
(Buenos Aires, Destino, 2006), la expurgada, retocada y ladrillesca compilación
y edición póstuma de los “diarios” de Adolfo Bioy Casares “al cuidado de Daniel
Martino”, quien con su controvertido y arbitrario criterio le mochó el título
de Bioy y le puso “1931-1936”, además de que al consabido apellido del doctor
Praetorius le “enmendó” una letra y por ende se lee “Preetorius”. Cosa que
anteriormente hizo con el entonces fragmento inédito de Bioy y Borges al
exhumarlo el “4 de noviembre de 1990” en <b>La
Nación</b>, periódico de Buenos Aires, con el título: “El joven Bustos Domecq”;
no obstante, en <b>Museo</b>, las editoras
ya le habían objetado: “Bioy Casares, que revisó las pruebas de <i>La otra aventura</i>, 1983 [edición de
Emecé], escribe ‘Praetorius’.” Además de que también así lo escribió en un memorioso
texto breve donde habla de “cómo vino al mundo Honorio Bustos Domecq”, intercalado,
en <b>Museo</b>, en una entrevista sobre la
personalidad y los vaivenes de H. Bustos Domecq que, a Borges y a Bioy, les
hizo Renée Salas, publicada en el número 629 de la porteña revista <b>Gente</b> el “11 de agosto de 1977” (por
ende se infiere que el texto breve de Bioy apareció en un recuadro junto a la
entrevista). Allí, en “Libros y amistad”, sobre el germen de los cuentos,
prosas breves, prólogos, antologías, traducciones y guiones de cine a cuatro
manos y dos cabezas, evoca Bioy:</span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYJAOKbXXpNCIZCTvAplMMAr1SLVGy2-sd3d11AWk2E2m-OSFhtu9E6kKzJA7Wv8ooFl90PZKNNfHeGN05-1SCuyZeyY1Q18BnnthJSYee_-DhUZKvQlJ2C5DyC4gKyfJLoxG7B9uFB5oR/s1954/Biorges%252C+retratos+y+superposici%25C3%25B3n+de+Gis%25C3%25A8le+Freund.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1505" data-original-width="1954" height="481" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYJAOKbXXpNCIZCTvAplMMAr1SLVGy2-sd3d11AWk2E2m-OSFhtu9E6kKzJA7Wv8ooFl90PZKNNfHeGN05-1SCuyZeyY1Q18BnnthJSYee_-DhUZKvQlJ2C5DyC4gKyfJLoxG7B9uFB5oR/w625-h481/Biorges%252C+retratos+y+superposici%25C3%25B3n+de+Gis%25C3%25A8le+Freund.jpg" width="625" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06; font-family: georgia;"><i>Biorges</i><br />Dos retratos y superposición de Gisèle Freund<span style="font-size: 12pt; line-height: 24px; text-align: left;"><br /><b>Album Borges</b> (París, Gallimard, 1999)</span></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> “En
1935 o 36 fuimos a pasar una semana a una estancia en Pardo [Rincón Viejo], con
el propósito de escribir en colaboración un folleto comercial, aparentemente
científico, sobre los méritos de un alimento más o menos búlgaro [<i style="mso-bidi-font-style: normal;">La leche cuajada de La Martona</i>, la
empresa lechera de la familia materna del joven Adolfito, fundada en 1888 por
Vicente Casares (1844-1910), cuyo vicepresidente, Miguel Casares, fue quien le
hizo el encargo a su sobrino]. Hacía frío, la casa estaba en ruinas, no
salíamos del comedor, en cuya chimenea crepitaban ramas de eucaliptos.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Aquel
folleto significó para mí un valioso aprendizaje; después de su redacción yo
era otro escritor, más experimentado y avezado. Toda colaboración con Borges
equivale a años de trabajo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"> “Intentamos también un soneto enumerativo, en
cuyos tercetos no recuerdo cómo justificamos el verso<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“<i style="mso-bidi-font-style: normal;">los molinos, los ángeles, las eles</i><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“y
proyectamos un cuento policial </span><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;">—las ideas eran de Borges— que trataba de un doctor
Praetorius, un alemán vasto y suave, director de un colegio, donde por medios
hedónicos (juegos obligatorios, música a toda hora), torturaba y mataba niños.
Este argumento, nunca escrito, es el punto de partida de toda la obra de Bustos
Domecq y Suárez Lynch.” <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5z-nb8gT06_E6OcjlG6mwJpwSPwYGGAqQWg78bXIaZG1cV_NiZWxx6dSxAX_wnQnDxGbrHka_96uu4XV5pI0kFgVMRMKY8w-XkxgM99DF4jg5D64kp1KtuQtp97uhz5PGGcVc51u3527P/s937/Museo%252C+Textos+in%25C3%25A9ditos+%25282002%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="937" data-original-width="627" height="500" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5z-nb8gT06_E6OcjlG6mwJpwSPwYGGAqQWg78bXIaZG1cV_NiZWxx6dSxAX_wnQnDxGbrHka_96uu4XV5pI0kFgVMRMKY8w-XkxgM99DF4jg5D64kp1KtuQtp97uhz5PGGcVc51u3527P/w335-h500/Museo%252C+Textos+in%25C3%25A9ditos+%25282002%2529.jpg" width="335" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #e69138;">(Buenos Aires, Emecé, 2002)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> De manera laudatoria, Borges,
el “2 de noviembre de 1940” prologó <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La
invención de Morel</b>, novela editada por Losada que Bioy le dedicó, de la que
en septiembre, en el número 72 de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Sur</b>,
se publicó un fragmento. Y el 15 de enero de ese año, en Las Flores, Provincia
de Buenos Aires, Bioy se casó con Silvina Ocampo (1903-1993) y Borges fue uno
de los testigos de la boda. Y los tres (“el trío infernal”, Victoria Ocampo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">dixit</i>) publicaron dos antologías en la
porteña Editorial Sudamericana: a fines de 1940, con un “Prólogo” de Bioy, la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Antología de la literatura fantástica</b>,
número 1 de la Colección Laberinto; y en 1941 el número 2 de ésta: la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Antología poética argentina</b>, con un “Prólogo”
de Borges que se puede leer en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Borges.
Textos recobrados 1931-1955</b> (Bogotá, Emecé, 2001), volumen urdido por </span><span style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;">Sara Luisa del Carril y Mercedes Rubio de Zocchi; quienes también
editaron y cuidaron la antología <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Borges
en Sur</b> (Buenos Aires, Emecé, 1999), donde se lee la elogiosa reseña que
hizo del segundo libro de Silvina Ocampo que al unísono era su primer poemario:
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Enumeración de la patria</b> (Buenos
Aires, Sur, 1942), publicada en el número 101 de la revista <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Sur</b> (febrero de 1943), en la que
pondera al final: “Hace mucho tiempo que las muchas literaturas cuyo idioma es
el español no producen un libro tan diverso y tan continuamente admirable.” </span><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;">—Ponderación que
se contrapone al categórico dardo venenoso que Alberto Manguel lanza en su
fragmentario <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Con Borges</b> (Buenos
Aires, Siglo XXI, 2006): “Borges nunca vio en Silvina a alguien de igual peso
intelectual: los intereses y los escritos de ella estaban lejos de los suyos.”—</span><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"> </span><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;">Si bien tales datos, más allá de la confluencia en la revista <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Sur</b> (iniciada en enero de 1931,
financiada y dirigida por Victoria Ocampo, la mayor de las cinco hermanas de
Silvina, en cuya editorial, en 1937, publicó su primer libro de cuentos: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Viaje olvidado</b>), son indicios de una
cercana amistad y colaboración intelectual, ante el susodicho intento de “cuento
policial” de Borges y Bioy (en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Museo</b>
se lee la transcripción del fragmento manuscrito que hasta 1990 se creyó
perdido) resulta revelador que el primer título que ambos publicaron con el
pseudónimo de H. Bustos Domecq sea, precisamente, un libro de cuentos
policiales: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Seis problemas para don
Isidro Parodi </b>(Buenos Aires, Sur, 1942). Y que el segundo de los seis
cuentos de éste: “Las doce figuras del mundo”, haya sido antologado por Borges
y Bioy en la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Segunda serie</i> de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los mejores cuentos policiales</b>, editado,
sin prólogo, en la capital argentina, en 1951, por Emecé.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOuqngGLEG6cOgF6Vxzln5LGZFsc3YMnShhrW0PqM5Eivhm-i3fo-5N48SdZyOg3ZdOp9KI52oAsqyoTeT6eLI3c5c2efjND9ks2Whm50cE6uzRcChb7oYxYOo1qQbDrOtdReKcphNAUA6/s1531/Los+mejores+cuentos+policiales+%2528Alianza%252C+Emec%25C3%25A9%252C+6a+ed.%252C+1985%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1531" data-original-width="981" height="625" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOuqngGLEG6cOgF6Vxzln5LGZFsc3YMnShhrW0PqM5Eivhm-i3fo-5N48SdZyOg3ZdOp9KI52oAsqyoTeT6eLI3c5c2efjND9ks2Whm50cE6uzRcChb7oYxYOo1qQbDrOtdReKcphNAUA6/w400-h625/Los+mejores+cuentos+policiales+%2528Alianza%252C+Emec%25C3%25A9%252C+6a+ed.%252C+1985%2529.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">(Madrid, Alianza/Emecé, 6ª ed., 1985)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /> Vale observar, entre paréntesis, que sucesivamente coeditada
en Madrid por Emecé y Alianza, esa <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Segunda
serie</i>, desde 1971 y sin prefacio, es el tomito 1, número 368 de la
colección El libro de bolsillo; mientras que el tomito <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">(2)</b> de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los mejores cuentos
policiales</b>, número 950 de la colección El libro de bolsillo, coeditado en
Madrid, en 1983, por Emecé y Alianza, con un canónico “Prólogo” que los
antólogos fecharon en “Buenos Aires, 19 de octubre de 1981”, deviene (pues no
es exactamente la misma antología original) de la que fue la primera serie editada
en Buenos Aires, sin prefacio, en 1943 por Emecé. En esa edición príncipe
antologaron “La muerte y la brújula”, cuento policial de Borges, sobreviviente
de la criba a cuatro manos y por ende prevaleció en el tomito <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">(2)</b>; magistral relato publicado por
primera vez en el número 92 de la revista <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Sur</b>
(mayo de 1942), incluido por él en la segunda parte de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Ficciones</b> (Buenos Aires, Sur, 1944) y luego en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La muerte y la brújula</b> (Buenos Aires, Emecé, 1951), antología de cuentos
de Borges “aparecidos anteriormente, revisados y corregidos para esta edición”,
con un “Prólogo” suyo que no se lee en el citado tomo: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Borges. Textos recobrados 1931-1955</b>, pero sí en el erudito
compendio de Antonio Fernández Ferrer: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Ficciones
de Borges. En las galerías del laberinto</b> (Madrid, Cátedra, 2009). Y de
Silvina Ocampo, para el tomito <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">(2)</b>
el dúo dinámico eligió “El vástago”, reunido por ella en su tercer libro de
cuentos: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La furia </b>(Buenos Aires,
Sur, 1959), donde si bien hay un inducido crimen (Labuelo niño mata a Labuelo
viejo), no es un cuento policial, ni en él hay una mente detectivesca o un
raciocinador a imagen y semejanza del cuarentón Isidro Parodi, quien en “Las
doce figuras del mundo”, otrora peluquero y preso desde hace 14 años en la
celda 273 de la Penitenciaría de Buenos Aires, con el tango <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Naipe Marcado</i> de fondo y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">leitmotiv</i>, desvela el trasfondo y el oscuro
tejemaneje del asesinato del doctor Abenjaldún, del que Aquiles Moliniari se
descubría culpable.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"> </span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgB27oNisYln9NHZQHNZVCyCs-mirRvbkMu-_a6uS3gkqa1mOBFo_XW7wHc_vsy6qYk0l-8VNT06dJX1gLFxPOwSD8n8LlZsJYTbctjiqrjyYb_WHl70Hd1Ctsw7XpZqtOpdgoYwsyvvYUd/s1980/Los+mejores+cuentos+policiales+%2528Sudamericana%252C+2a+ed.%252C+2020%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1980" data-original-width="1390" height="625" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgB27oNisYln9NHZQHNZVCyCs-mirRvbkMu-_a6uS3gkqa1mOBFo_XW7wHc_vsy6qYk0l-8VNT06dJX1gLFxPOwSD8n8LlZsJYTbctjiqrjyYb_WHl70Hd1Ctsw7XpZqtOpdgoYwsyvvYUd/w439-h625/Los+mejores+cuentos+policiales+%2528Sudamericana%252C+2a+ed.%252C+2020%2529.jpg" width="439" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #e69138;">(Buenos Aires, Sudamericana, 2ª ed., 2020)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /> Cabe observar que en “noviembre de 2019” (y en
“enero de 2020”) el todopoderoso consorcio transnacional Penguin Random House
Grupo Editorial, con el sello de Sudamericana, publicó en Buenos Aires el
título <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los mejores cuentos policiales</b>,
con una preliminar y anónima “Nota del editor” que pregona a los cuatro pestíferos
vientos de la recalentada y envirulada aldea global: “esta edición reúne en un
único volumen la selección de cuentos publicada originalmente en dos (1943 y 1951)
y en todos los casos sigue la última versión revisada por Jorge Luis Borges y
Adolfo Bioy Casares (1981)”. Esto explica que el citado “Prólogo” que Borges y
Bioy dataron en “Buenos Aires, 19 de octubre de 1981”, el cual preludia el
susodicho tomito <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">(2)</b> —también
compilado en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Museo</b>—, haya sido
dispuesto a modo de prefacio general. Pero si bien la “Segunda serie” comprende
los 14 cuentos (con sus correspondientes notas) que desde 1971 se leen en el
tomito <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">1</b> sucesivamente coeditado en
Madrid por Alianza y Emecé, la “Primera serie” agrupa 17 cuentos; es decir, a
los 15 cuentos que desde 1983 se leen en el tomito <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">(2)</b> se le añadieron un par: “El marinero de Ámsterdam”, de
Guillaume Apollinaire; y “La noche de los siete minutos”, de Georges Simenon.
No obstante, la antología de 1943, con sólo 16 cuentos, fue distinta a la
presente y a la del tomito <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">(2)</b>, según
lo testimonia y bosqueja el crítico uruguayo Emir Rodríguez Monegal entre las
páginas 340-341 de su póstumo libro <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Borges.
Una biografía literaria</b> (México, FCE, 1987). <o:p></o:p></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDkFWk74ysQDlrZZoWIPDvBMye4pY8HWKo-V82Ie_P2LSdT4w9UigVSFA1e_l-Fh80vkUaqlvf5wkKi1NDoZgWh7hL_X7FDNjVJsU-MFcEZqY3jTCIgQKX3O4louiD5xm_PL81ssUdHcFY/s929/Borges%252C+C%25C3%25A9sar+Fern%25C3%25A1ndez+Moreno+y+Emir+Rodr%25C3%25ADguez+Monegal+%2528Montervideo%252C+c.+1948%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="929" height="331" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDkFWk74ysQDlrZZoWIPDvBMye4pY8HWKo-V82Ie_P2LSdT4w9UigVSFA1e_l-Fh80vkUaqlvf5wkKi1NDoZgWh7hL_X7FDNjVJsU-MFcEZqY3jTCIgQKX3O4louiD5xm_PL81ssUdHcFY/w400-h331/Borges%252C+C%25C3%25A9sar+Fern%25C3%25A1ndez+Moreno+y+Emir+Rodr%25C3%25ADguez+Monegal+%2528Montervideo%252C+c.+1948%2529.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">Borges, César Ferández Moreno y Emir Rodríguez Monegal<br />(Montevideo, <i>c</i>. 1948)</span></td></tr></tbody></table><br /><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-align: center; text-autospace: none;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES" style="color: #c00000; font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;">II de V<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;">Para Emecé Editores, entre 1945 y 1955, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy
Casares dirigieron la legendaria colección de novelas policiales El Séptimo
Círculo (hasta el número 120). Sobre la serie, en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Museo</b> se compila la breve glosa titulada “El Séptimo Círculo”,
escrita entre Borges y Bioy, que además es una vindicación y declaración de
principios del género policíaco, publicada en el Tomo VIII del <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Repertorio Bibliográfico Emecé. Catálogo
General Perpetuo</b> (Buenos Aires, Emecé, 1946), cuyo título es homónimo de un
humorístico texto breve (escrito por el hipostático ser transfigurado en el
seudónimo B. Lynch Davis) que se lee en la sección “Museo” —originalmente
publicada en el número 5 de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los Anales
de Buenos Aires</b> (mayo de 1946)—, dizque transcrito “De <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Negations </i>(1893), de Edwin Soames”, y que tal vez el doctor
Humberto Huberman podría aprobar con beneplácito y una sonrisa autocomplaciente,
dada su preliminar e inveterada aversión “a la novela policial” (y a “la novela
fantástica”): “La lectura de novelas policiales no es conveniente. Todas las
novelas, después, parecen novelas policiales frustradas; las novelas policiales
también.” Y según dice Bioy en sus <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Memorias</b>
(Barcelona, Tusquets, 1994): “Borges dio el nombre, El Séptimo Círculo, el
círculo de los violentos en el infierno de Dante, a la colección, y también el
emblema del caballito de ajedrez. Es claro que al caballito lo había propuesto
cuando todavía teníamos un título que permitía ese emblema. El diseño de la
tapa, de Bonomi, nos gustó mucho y creo que le debemos buena parte del éxito.” <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfwgxCFadUOG66O3C2HcIs2Pl0c0OMnAWAtJPBra9kNmNUC8H8_1dD91mPur-PW4nlbMVSXiQDRICdZU9DRh3d-EWcn3szD1HgDzBhZ7kExbBM2rphO_ZZI1qhVcnA1QRymYkJBlSeKIXP/s684/Los+que+aman%252C+odian+%2528Emec%25C3%25A9%252C+1946%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="684" data-original-width="400" height="625" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfwgxCFadUOG66O3C2HcIs2Pl0c0OMnAWAtJPBra9kNmNUC8H8_1dD91mPur-PW4nlbMVSXiQDRICdZU9DRh3d-EWcn3szD1HgDzBhZ7kExbBM2rphO_ZZI1qhVcnA1QRymYkJBlSeKIXP/w366-h625/Los+que+aman%252C+odian+%2528Emec%25C3%25A9%252C+1946%2529.jpg" width="366" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">(Buenos Aires, Emecé, 1946)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> En El Séptimo Círculo,
el 8 de agosto de 1946, con el número 31 de la serie y una ilustración en la
tapa de José Bonomi, apareció la novela policíaca <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los que aman, odian</b>, la única obra que Adolfo Bioy Casares escribió
en tándem con Silvina Ocampo. Ese año, el 4 de junio, Juan Domingo Perón arribó
al poder de la Argentina; Borges, “el 15 de julio”, “por haber firmado unas
declaraciones antiperonistas”, fue “promovido a inspector de aves y conejos en
los mercados municipales” y por ende perdió su mísero y subterráneo empleo en
la Biblioteca Municipal Miguel Cané, con cuyo magro sueldo subsistían él y su
madre doña Leonor en el departamento B del sexto piso de Maipú 994. No
obstante, en marzo, había comenzado a dirigir la revista <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los Anales de Buenos Aires</b> (lo haría durante dos años); y con Bioy,
a través del hipostático y fugaz ser, publicó dos títulos en la editorial
apócrifa Oportet y Haereses: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Un modelo
para la muerte</b>, firmado con el pseudónimo de B. Suárez Lynch; y el segundo
librito atribuido a H. Bustos Domecq: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Dos
fantasías memorables</b>. Curiosamente, Daniel Martino no consideró relevante a
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los que aman, odian</b> como para
citarla en el año “1946” de su “Cronología” que se lee en el voluminoso y susodicho
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Borges</b>, donde además no hay ninguna
entrada en la que Bioy la mencione; aunque sí la nombra en su telegráfica
“Autocronología” compilada en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La
invención y la trama</b>: “En colaboración con Silvina Ocampo escribo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los que aman, odian</i>, novela policial”. De
la cual, en “Silvina Ocampo”, el “Diálogo efectuado el 14 de septiembre de
1998” que cierra el libro de Noemí Ulla: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Conversaciones
con Adolfo Bioy Casares</b> (Buenos Aires, Corregidor, 2000), éste comenta entre
lo poco o nada anecdótico que revela: “creo que salió muy bien, que es una
historia no muy importante, pero sí graciosa y agradable [...] Era en Mar del
Plata después de la temporada, nos quedamos allí. Hacía un frío terrible. Conteniendo
el frío, en un cuarto que yo tenía ahí, escribimos ese cuento [...] Lo
armábamos conversando y escribíamos conversando. Vale decir que yo no puedo
reconocer ‘esta frase es mía’ o ‘esta frase es de Silvina’.” En contraste, en
sus truncas y citadas <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Memorias</b> (libro
1, y a la postre único, que tuvo por amanuenses, transcriptores y urdidores a
Cristina Castro Cranwell y a </span><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New";">Marcelo
Pichon Rivi</span><span style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;">ère), Bioy es aún más parco y evasivo: </span><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;">“<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los que aman, odian</i>, que escribimos con
Silvina”, es todo lo que dice; además de que el célebre (y llevado y traído)
apellido del doctor Praetorius aparece “enmendado”: “Pretorius”, quizá para que
al unísono (de un modo subyacente o subliminal) remita a su probable origen: el
retintín del sonoro apellido del doctor Pretorios que figura en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La novia de Frankenstein</b> (1935), el
celebérrimo filme dirigido por James Whale. <o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKTq0I5cDM8CIUX3LPTxIK3K6RFX6e0nnYfirwzOBVqNgbz3gtVehL-Y0G_LQN8LWBv6ipDCHAkmwDZT9m6OssNyrz4dm4tqKJjlJgLCWiofQ2mJXwuARqMeJ5Z35cQVjyY67erZg0mG0D/s1031/La+hermana+menor.+Un+retrato+de+Silvina+Ocampo+%2528Buenos+Aires%252C+Anagrama%252C+2018%2529.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1031" data-original-width="656" height="500" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKTq0I5cDM8CIUX3LPTxIK3K6RFX6e0nnYfirwzOBVqNgbz3gtVehL-Y0G_LQN8LWBv6ipDCHAkmwDZT9m6OssNyrz4dm4tqKJjlJgLCWiofQ2mJXwuARqMeJ5Z35cQVjyY67erZg0mG0D/w319-h500/La+hermana+menor.+Un+retrato+de+Silvina+Ocampo+%2528Buenos+Aires%252C+Anagrama%252C+2018%2529.jpg" width="319" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">(Barcelona, Anagrama, 2018)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /> La narradora Mariana Enríquez, en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La hermana menor</b> (Santiago de Chile, Universidad
Diego Portales, 2014) —su anecdótico y rumoroso <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">retrato</b> [íntimo]<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"> de Silvina
Ocampo</b> (reeditado en 2018 por Anagrama de manera física y en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">iBook</i>)— apunta entre lo poco que dice de
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los que aman, odian</b>: “En 1946 había
escrito en Mar del Plata, y en menos de un mes, un libro en colaboración con
Bioy, el policial de enigma <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los que aman,
</i><i>odian</i> (Emecé). Todos los escenarios del thriller —que tiene un final muy ocampiano,
con niño perverso incluido— son marinos: los cangrejales de la boca del Río
Salado, un hotel parcialmente sepultado por una tormenta de arena. Escribe Bioy
en el prólogo a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los que aman, odian</i>:
‘Nosotros nos quedábamos en Mar del Plata hasta el final del verano, cuando ya
no había casi nadie, y en ese final de la estación empezamos y terminamos la
novela. El método de trabajo fue muy parecido al que empleábamos con Borges:
inventábamos episodios, alguien proponía una solución y yo escribía. Quisiera
agregar que nunca hubo una discusión ni una pelea, ni con Silvina ni con
Borges. Reconocíamos enseguida cuál era la mejor frase para el texto y la
aceptábamos sin discusiones... En cuanto a la originalidad de la novela, sólo
puedo decir que Silvina tenía una originalidad inevitable y que era un placer
trabajar con ella. La verdad es que lamento no haber escrito otro libro con
Silvina.’” Y, enseguida, Mariana Enríquez reprocha sentenciosa y lapidaria:
“Cuando se publicó, nadie, absolutamente nadie reseñó <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los que aman, odian</i>, precursora de la novela policial argentina.”
No obstante, en septiembre de 1946 la escritora española Rosa Chacel sí la reseñó entre las páginas
75 y 80 del número 143 de la revista <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Sur</b>.</span><div><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMSCSkkWhdt9Jgm8r69rvwP518aQ58IVjMubfGySuwIwYl-R0nn7uk6Kux0wRTX1oB2b_Kcn3TIJoY5SuGji3y-_yAjhXiykSANZOv5CT-kjVuurvKadbShalCRrixGVEXepTd_2YVbjFx/s1200/Sur+143+%2528septiembre%252C+1946%2529%252C+%25C3%258Dndice.webp" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="900" height="781" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMSCSkkWhdt9Jgm8r69rvwP518aQ58IVjMubfGySuwIwYl-R0nn7uk6Kux0wRTX1oB2b_Kcn3TIJoY5SuGji3y-_yAjhXiykSANZOv5CT-kjVuurvKadbShalCRrixGVEXepTd_2YVbjFx/w586-h781/Sur+143+%2528septiembre%252C+1946%2529%252C+%25C3%258Dndice.webp" width="586" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">Índice del número 143 de la revista <b>Sur</b> (septiembre de 1946)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /><br /> </span></span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt; text-indent: 14.2pt;">Por otro lado, Silvia Renée Arias, coautora, motor
y redactora de </span><b style="font-family: georgia, serif; font-size: 12pt; text-indent: 14.2pt;">Los Bioy</b><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt; text-indent: 14.2pt;"> (Buenos
Aires, Tusquets, 2002), obtuvo y aporta alguna información anecdótica y
relevante, pues sobre </span><b style="font-family: georgia, serif; font-size: 12pt; text-indent: 14.2pt;">Los que aman,
odian </b><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt; text-indent: 14.2pt;">apunta en su </span><b style="font-family: georgia, serif; font-size: 12pt; text-indent: 14.2pt;">Bioygrafía. Vida
y obra de Adolfo Bioy Casares</b><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt; text-indent: 14.2pt;"> (México, Tusquets, 2016): </span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt; text-indent: 14.2pt;"> </span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="font-family: Georgia, serif;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdr94DhbamAOL6iPqYixIK0XX7fGLXqRWhJ5DFl4JcPg6i-hMmNMtIJPzCC45-w-A6pkgAjHn6uuKaj7qY0mM2jYzE50y5BAL2jn8DUPzKKqzi-32S11Sn9jLAh5Jwo4TjpuMzpy_eFnX2/s1927/Byobraf%25C3%25ADa+%2528M%25C3%25A9xico%252C+Tusquets%252C+2016%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1927" data-original-width="1307" height="625" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdr94DhbamAOL6iPqYixIK0XX7fGLXqRWhJ5DFl4JcPg6i-hMmNMtIJPzCC45-w-A6pkgAjHn6uuKaj7qY0mM2jYzE50y5BAL2jn8DUPzKKqzi-32S11Sn9jLAh5Jwo4TjpuMzpy_eFnX2/w424-h625/Byobraf%25C3%25ADa+%2528M%25C3%25A9xico%252C+Tusquets%252C+2016%2529.jpg" width="424" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">(México, Tusquets, 2016)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="font-family: Georgia, serif;"><br /> “</span>Al año siguiente
[1946], en Mar del Plata, Bioy y Silvina decidieron quedarse hasta mayo.
Animados por el especial entorno que sugería el desolado paisaje otoñal,
imaginaron una historia a propósito de una anécdota que recordaban muy bien.
Una vez, su amigo Ernesto Pissavini les había contado que fue a veranear a un
pequeño balneario entre Mar del Plata y la boca del Salado. Se hospedó en un
hotel de tres pisos, y al volver, cuatro años después, se encontró con que el
mismo constaba de uno solo: los otros dos habían quedado enterrados en la
arena. Este hecho lo había impresionado mucho, y el efecto se trasladó a Bioy y
a Silvina. Así es que ese verano, hablando de eso en la desierta Mar del Plata,
de pronto Bioy mencionó un recuerdo que tenía de su infancia: cuanto tenía
alrededor de diez años, fue a la estancia Rincón de López, en la boca del
Salado, propiedad de su bella tía Juana Sáenz Valiente de Casares, y allí vio
unos cangrejales enormes. Sus sorprendidos ojos de niño vieron cómo las vacas y
los caballos seguían unos estrechos caminitos y no se equivocaban nunca, porque
de lo contrario se habrían hundido, con jinete y todo, en el fango de los
cangrejales.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiArse5L-qgCLdSxCSx9_09rbQjI5Z56_CTmYgmwOEhuHPf-kbbnKnMFJvMzYLY1iO_DXpG6tasLOtIUK9MEaHmkY9FrD3_dEgGOJJB3FEYqilB7RZi_Q91SlYne0ozb9OTVgb1B5WIm3c/s978/El+ni%25C3%25B1o+Adolfito+Bioy+Casares+en+la+estancia+paterna+Rinc%25C3%25B3n+Viejo+%2528Pardo%252C+Provincia+de+Buenos+Aires%252C+c.+1922%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="787" data-original-width="978" height="323" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiArse5L-qgCLdSxCSx9_09rbQjI5Z56_CTmYgmwOEhuHPf-kbbnKnMFJvMzYLY1iO_DXpG6tasLOtIUK9MEaHmkY9FrD3_dEgGOJJB3FEYqilB7RZi_Q91SlYne0ozb9OTVgb1B5WIm3c/w400-h323/El+ni%25C3%25B1o+Adolfito+Bioy+Casares+en+la+estancia+paterna+Rinc%25C3%25B3n+Viejo+%2528Pardo%252C+Provincia+de+Buenos+Aires%252C+c.+1922%2529.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">El niño Adolfito en Rincón Viejo<br />(Pardo, Provincia de Buenos Aires, <i>c</i>. 1922)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span>“Asociando todo esto,
Bioy y Silvina comenzaron a escribir una novela policial que introducía estos
elementos: ‘Y se abrió ante nosotros la horrenda y la más desesperada visión:
una playa estremecida de cangrejos, negra, viscosa, interminable’. El personaje
que cuenta la historia va en busca de la soledad para encontrarse a sí mismo.
El libro les demandó menos de un mes porque, en palabras de Bioy, ‘cuando dos
personas escriben juntas, las dificultades que pueden demorar a alguno de los
dos están salvadas por el otro; si yo no encuentro la palabra justa, se le
ocurre al otro y a la inversa’, y lo terminaron cuando volvieron a Buenos
Aires. El título era <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los que aman, odian</i>,
y a Bioy le gustaba recordarlo como un ejercicio del pensamiento, el fruto de
la creación y de su vida en común. A partir de ese momento, Silvina le
mostraría sus originales antes de mandarlos a la editorial (muchas veces se
enojaba porque él no leía los suyos y sí los de ilustres desconocidos), y él
haría lo mismo con sus textos.”<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9Qyxq2FrvfRkEEcO3zfK_DiwObW2ppDzHTD-tha2qLy8-0WzlQ3Zj2KecZ-2E-9o-70VHqagM0PvHjCBA2ru2TTsXGBZQerhBMFzXSN99Fulgl8oADVSn9HDqCj79EH3EXXj2N6f7Pv3C/s1009/Silvina+Ocampo+y+Adolfito+%2528Mar+del+Plata%252C+c.+1950%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="625" data-original-width="1009" height="310" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9Qyxq2FrvfRkEEcO3zfK_DiwObW2ppDzHTD-tha2qLy8-0WzlQ3Zj2KecZ-2E-9o-70VHqagM0PvHjCBA2ru2TTsXGBZQerhBMFzXSN99Fulgl8oADVSn9HDqCj79EH3EXXj2N6f7Pv3C/w500-h310/Silvina+Ocampo+y+Adolfito+%2528Mar+del+Plata%252C+c.+1950%2529.jpg" width="500" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares<br />(Mar del Plata,<i> c</i>. 1950)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> Vale observar, no
obstante, que el génesis de la escritura en la solitaria e íntima isla (el aislado
“cuarto” en el frío Mar del Plata del que habla Bioy —tácitamente Villa Silvina,
la mansión de los Bioy—, prolongado en el porteño departamento de Santa Fe 2606)
y el instante (o los instantes) de la creación, son un enigma perdido en la
noche de los tiempos (y en el laberinto de las hipótesis y de las difusas y
vaporosas chismografías locales) y que ese misterio (entre los misterios) evoca,
por ósmosis (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">algo como la sangre late y
circula en ella</i>), un arquetípico pasaje de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">El miedo a perder a Eurídice</b> (México, Joaquín Mortiz, 1979), esa fascinante
novela de la escritora cubana Julieta Campos que al unísono es un largo poema
en prosa signado (y recamado) por fragmentos y aforismos de autores angulares: <o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheaCVS7IQ0_bR3xMd-qvkZj_oydb_zY1mEeGuzOVIDPdNWfTJXjER7iMxKJo7FUieQGaqIJoIK581y-LyDFRhNPcJOhT9eUfRB5Lb348gf4tf8CVfYI_j5RccoUaIgiaXAlxNJOrX0tDR_/s1676/El+miedo+a+perder+a+Eur%25C3%25ADdice+%2528Joaqu%25C3%25ADn+Mortiz%252C+1979%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1676" data-original-width="1157" height="500" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheaCVS7IQ0_bR3xMd-qvkZj_oydb_zY1mEeGuzOVIDPdNWfTJXjER7iMxKJo7FUieQGaqIJoIK581y-LyDFRhNPcJOhT9eUfRB5Lb348gf4tf8CVfYI_j5RccoUaIgiaXAlxNJOrX0tDR_/w345-h500/El+miedo+a+perder+a+Eur%25C3%25ADdice+%2528Joaqu%25C3%25ADn+Mortiz%252C+1979%2529.jpg" width="345" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">(México, Joaquín Mortiz, 1979)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /><br /> </span>“La historia podría
comenzar en cualquier momento. Acaso así:<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“La isla surgió al
mismo tiempo en la fantasía de ambos, que irreflexivamente, decidieron en ese
instante convertirla en el espacio de su amor. Fue desde entonces el lugar del
encuentro soñado y el lugar soñado del encuentro.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“O bien:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Fue entonces cuando la
isla empezó a brotar dulcemente del mar como una Venus con los pies mojados por
las ondas. Engendrada en una noche tormentosa, nació predestinada. Sería
ingenuo evocar una aurora: la creación es un misterio y el paisaje de los
misterios es familiar de las tinieblas.” <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"> </span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEim8fcTrxQhCMTxJj5ET0yUORNRMyGQ2Lx1pfuXhFdGNcWf6orzl2e50w77TAlTaIY0vZmkKvQu_V297ugAFbTbINWNIy6_rSKGBtI8w4F7dBl9nNeB7a-6EVi_VbTP57xmBufUBE_CzGqn/s590/Villa+Silvina%252C+Mar+del+Plata.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="590" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEim8fcTrxQhCMTxJj5ET0yUORNRMyGQ2Lx1pfuXhFdGNcWf6orzl2e50w77TAlTaIY0vZmkKvQu_V297ugAFbTbINWNIy6_rSKGBtI8w4F7dBl9nNeB7a-6EVi_VbTP57xmBufUBE_CzGqn/s320/Villa+Silvina%252C+Mar+del+Plata.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">Villa Silvina, Mar del Plata</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /> Si el instante (o los instantes) de la creación (y
del más allá) son un misterio (entre los misterios), también lo es el hecho de
que de que Bioy y Silvina no hubieran gestado, concebido y procurado otra obra
en tándem (quizá lo proyectaron y tal vez lo intentaron). Y que pese a las
consecutivas infidelidades de Bioy (y a los sáficos y legendarios viajes a la solitaria
isla de Lesbos que, se dice, hizo Silvina) hayan permanecido juntos hasta el
final.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEU-QVg2P-EGt9LtJp82RQaVKEsZ64BT53hVRTXemezB3_0kPzhy-SlU-pFaPu3Fzs1T6E_5z-wQGAnhytPyQ_7_vCXO8-yWiwSNqiJ-nUJxIXUCXFZWri6E5la41LbFCjOOape2L9IrrX/s810/Silvina+Ocampo+y+Marta+Casares+en+Mar+del+Plata+%25281953%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="810" data-original-width="737" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEU-QVg2P-EGt9LtJp82RQaVKEsZ64BT53hVRTXemezB3_0kPzhy-SlU-pFaPu3Fzs1T6E_5z-wQGAnhytPyQ_7_vCXO8-yWiwSNqiJ-nUJxIXUCXFZWri6E5la41LbFCjOOape2L9IrrX/w364-h400/Silvina+Ocampo+y+Marta+Casares+en+Mar+del+Plata+%25281953%2529.jpg" width="364" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">Silvina Ocampo y Marta Casares, madre de Bioy<br />(Mar del Plata, 1953)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> Una
posible respuesta medular y angular (quizá el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">non plus ultra</i> de la quintaescencia) se logra entrever en un pasaje
compilado en las citadas <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Memorias</b> de
Bioy:<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“En el Rincón Viejo, un
día le anuncié a mi querido amigo Oscar Pardo [empleado y consejero suyo en esa
estancia paterna en la que Bioy fue un pésimo administrador]: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“</span><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New";">—Prepárate. Nos vamos a casar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Corrió a su cuarto y volvió con una
escopeta en mano. Entendió que íbamos a cazar. El casamiento fue en Las Flores
[se habían conocido en 1933 o en 1934] y los testigos, además del mencionado
Oscar Pardo, Drago Mitre [amigo de Bioy desde su infancia] y Borges. Ese día,
en el estudio fotográfico Vetere, de aquella ciudad, nos fotografiamos. A veces
me he preguntado, a lo largo de la vida, si no he sido muchas veces cruel con
Silvina, porque por ella no me privé de otros amores. Un día en que le dije que
la quería mucho, exclamó:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoGLcjIrB7uBB6HKNa_lppPbagzI9g6lJpAtXdJOOD0bbUqgLhBOUNrZtpVHDTKV5qKnREvJLb6HsrCLwNzD1s1H0koMppYyXKobjZKN2a7frIxIhl8XmQ8oWEdIBk8uDzuGF1bKZ4QjES/s777/Boda+de+Silvina+y+Bioy+%2528enero+15+de+1940%2529%252C+foto+en+Los+Bioy+%25282003%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="777" data-original-width="509" height="625" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoGLcjIrB7uBB6HKNa_lppPbagzI9g6lJpAtXdJOOD0bbUqgLhBOUNrZtpVHDTKV5qKnREvJLb6HsrCLwNzD1s1H0koMppYyXKobjZKN2a7frIxIhl8XmQ8oWEdIBk8uDzuGF1bKZ4QjES/w411-h625/Boda+de+Silvina+y+Bioy+%2528enero+15+de+1940%2529%252C+foto+en+Los+Bioy+%25282003%2529.jpg" width="411" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">Boda de Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares<br />Testigos: Borges, Enrique Drago Mitre y Oscar Pardo.<br />(Las Flores, enero 15 de 1940)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New";"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> “—Lo sé. Has tenido una infinidad de
mujeres, pero has vuelto siempre a mí. Creo que eso es una prueba de amor.”<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y otra prueba de amor, por
correspondencia biunívoca y recíproca, es el hecho de que Marta, la única hija
de ambos (fallecida a los 39 años, el 4 de enero de 1994, en un accidente
automovilístico) era, en realidad, la hija que Adolfo Bioy Casares tuvo con
María Teresa von der Lahr. </span><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><o:p> </o:p></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIqggWJfbDys3TvgCSOl-DRfYzdf9d21S5AO19PcQ54KuCviniyTbA83jMtq9s0H1CChjthpM2S8gsX9LWzXaaLI_j_AdjGub9n-w9BFMm0fzYhDH7DzPxSF4eH-BwmQS8M4mmLLupm8_v/s1266/Borges%252C+Mar%25C3%25ADa+Esther+V%25C3%25A1zqauez%252C+Silvina%252C+la+ni%25C3%25B1a+Marta+y+Bioy+%2528playa+San+Jorge%252C+Mar+del+Plata%252C+1964%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1266" data-original-width="1071" height="500" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIqggWJfbDys3TvgCSOl-DRfYzdf9d21S5AO19PcQ54KuCviniyTbA83jMtq9s0H1CChjthpM2S8gsX9LWzXaaLI_j_AdjGub9n-w9BFMm0fzYhDH7DzPxSF4eH-BwmQS8M4mmLLupm8_v/w424-h500/Borges%252C+Mar%25C3%25ADa+Esther+V%25C3%25A1zqauez%252C+Silvina%252C+la+ni%25C3%25B1a+Marta+y+Bioy+%2528playa+San+Jorge%252C+Mar+del+Plata%252C+1964%2529.jpg" width="424" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">Borges, María Esther Vázquez, Silvina Ocampo,<br />la niña Marta y Adolfo Bioy Casares.<br />(Playa San Jorge, Mar del Plata, 1964)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /></span><p></p>
<p align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-align: center; text-autospace: none;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES" style="color: #c00000; font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;">III de V<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;">Alguna vez el tecleador de marras pudo reseñar en el ciberespacio (o sea:
aquí en el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">blog</i>) algo de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los que aman, odian</b> en la edición que
Tusquets editó en septiembre de 1989, en Barcelona, con el número 101 de la
Colección Andanzas; en cuya primera solapa se observa una fotografía en blanco
y negro de Mariano Roca, donde, ya viejitos, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares
parecen dialogar en torno a una hoja mecanografiada o manuscrita (quizá por
ambos). <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrFonzemAWQuaQg5EZv3HFOf3586csFbkmLaDloR9d-56bzn-hS-JVP1xDaJ7DJqQm-rgO6Jk4VnlDBKWly0Lw_GurbJf9mCIE1h57f7tGGVjKHTe4y2-JU2bsXKof3ehNa2vgPp42u4bN/s704/Silvina+Ocampo+y+Adolfo+Bioy+Casares%252C+fotogra%25C3%25ADa+de+Mariano+Roca.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="704" data-original-width="704" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrFonzemAWQuaQg5EZv3HFOf3586csFbkmLaDloR9d-56bzn-hS-JVP1xDaJ7DJqQm-rgO6Jk4VnlDBKWly0Lw_GurbJf9mCIE1h57f7tGGVjKHTe4y2-JU2bsXKof3ehNa2vgPp42u4bN/w400-h400/Silvina+Ocampo+y+Adolfo+Bioy+Casares%252C+fotogra%25C3%25ADa+de+Mariano+Roca.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares<br />(Foto: Mariano Roca)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /> Entre las diversas ediciones que ha tenido <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los que aman, odian</b> se halla la que
ahora ocupa al reseñista, que, lamentablemente, no incluye el prólogo que
Mariana Enríquez alude en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La hermana
menor</b>. Se trata de una sobria edición impresa en Barcelona, en febrero de
2002, por Emecé, dentro de la serie Cruz del Sur, en cuyo cintillo se lee un
tóxico y adictivo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">slogan</i> que promete
un crimen (o quizá la muerte del lector tras o durante la lectura): “Ocampo y
Bioy/ Una pareja letal”.</span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipu_CJXpW374KKgkib9QAwK-t7pTOGludWlTb2GAs7VJO1Jb4p6pwBdgYWwH-hT-yIGFMj79CLkZxUGHdHQJ65hXqXrIYAXco4kOseWWA6tYSG-AGm7AoipdS40pTaz5lVGIqU-LqR9F9G/s1229/Los+que+aman+odian+%2528Emec%25C3%25A9%252C+2002%2529%252C+cintillo.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="534" data-original-width="1229" height="174" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipu_CJXpW374KKgkib9QAwK-t7pTOGludWlTb2GAs7VJO1Jb4p6pwBdgYWwH-hT-yIGFMj79CLkZxUGHdHQJ65hXqXrIYAXco4kOseWWA6tYSG-AGm7AoipdS40pTaz5lVGIqU-LqR9F9G/w400-h174/Los+que+aman+odian+%2528Emec%25C3%25A9%252C+2002%2529%252C+cintillo.jpg" width="400" /></a></span></div><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /> En el interior, al desplegar la solapa de la segunda
de forros se descubre un retrato en blanco y negro de la joven, atractiva y
seductora Silvina Ocampo, que Bioy tal vez le tomó en la estancia de Rincón
Viejo, donde ya vivían juntos años antes de casarse y donde había unos sillones
de mimbre; celebérrima fotografía que también ilustra la carátula del tomo I de
los <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Cuentos completos</b> de Silvina,
editado por Emecé en “junio de 2006”, y la portada del volumen único de éstos
editado en </span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16px;">“julio de</span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt;"> 2017</span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16px;">”</span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt;"> por la misma editorial (con un prólogo de Laura Ramos), y el frontis del susodicho libro de
Mariana Enríquez: </span><b style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt; mso-bidi-font-weight: normal;">La hermana menor</b><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt;">. </span></div><div><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgt3WzyxuwXKHFBoTj3wSifFsSpdVPfSy7EcQFy9V7Bj4i1qHlWSklJNwsgD2CLMtaSFiLLUMXHwao2B9iMmEROLZnLfeC6jbRjDxaj4oSQKemrlmS8xz7sPXo0IR-Kv8mzewUCT_8qkS4v/s2048/Los+que+aman%252C+odian+%2528Emec%25C3%25A9%252C+2002%2529%252C+Silvina+Ocampo.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1496" data-original-width="2048" height="366" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgt3WzyxuwXKHFBoTj3wSifFsSpdVPfSy7EcQFy9V7Bj4i1qHlWSklJNwsgD2CLMtaSFiLLUMXHwao2B9iMmEROLZnLfeC6jbRjDxaj4oSQKemrlmS8xz7sPXo0IR-Kv8mzewUCT_8qkS4v/w500-h366/Los+que+aman%252C+odian+%2528Emec%25C3%25A9%252C+2002%2529%252C+Silvina+Ocampo.jpg" width="500" /></a></span></div><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /> Y al desplegar la tercera de forros aparece un retrato en blanco y negro del sonriente
y cautivador <i style="mso-bidi-font-style: normal;">héroe de las mujeres</i>:
Adolfo Bioy Casares. Cada uno signado por la insondable e infinita noche (el
negro) y el enigma que implica la sugerencia de la Constelación de la Cruz del
Sur (el azul con estrellas blancas). <o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFwWz-onjevTynYJrtGROHwDJrCHKB22k_imkBbwiAzGrc_cmf5IUr3C-GE7cRdN4dLAPTp96ToCRpNtB97LUFnuPj388NZwV08W4u4W2_DS0aW26XUeAOrpmjjn6oFwjnB9HhlUdLffFp/s2048/Los+que+aman%252C+odian+%2528Emec%25C3%25A9%252C+2002%2529%252C+Adolfo+Bioy+Casares.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1455" data-original-width="2048" height="355" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFwWz-onjevTynYJrtGROHwDJrCHKB22k_imkBbwiAzGrc_cmf5IUr3C-GE7cRdN4dLAPTp96ToCRpNtB97LUFnuPj388NZwV08W4u4W2_DS0aW26XUeAOrpmjjn6oFwjnB9HhlUdLffFp/w500-h355/Los+que+aman%252C+odian+%2528Emec%25C3%25A9%252C+2002%2529%252C+Adolfo+Bioy+Casares.jpg" width="500" /></a></span></span></div><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> En su “Prólogo”, Borges
calificó de “perfecta” a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La invención de
Morel</b> (cuya trama Bioy vislumbró sentado en uno de los sillones de mimbre
de Rincón Viejo) y de ejemplo de “imaginación razonada”. <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los que aman, odian</b> quizá no sea “perfecta”, pero lo parece, y sin
duda es un modelo de “imaginación razonada”. Por todo lo que se dice parece que
en 1946 fue escrita con prontitud y editada con rapidez. Quizá sea así. Lo
cierto es que se advierte que fue redactada, revisada y pulida con mimo y esmero;
y en la urdimbre, pese al crimen, se transluce una intrínseca pulsión lúdica y
libresca, con engaños al lector, bromas, ironías y juguetones giros
sorpresivos; por lo que no es errado calificarla de feliz <i style="mso-bidi-font-style: normal;">divertimento</i> y por ende quizá no yerre suponer que Bioy y Silvina
se divirtieron imaginándola y escribiéndola de principio a fin, y no sólo por
las mofas y bufonadas, algunas sutiles y librescas </span><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New";">—como la fugaz alusión a Betteredge,
personaje de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La piedra lunar </b>(1868)—,</span><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"> y otras muy
obvias, como la que protagoniza la empleada del Hotel Central que el doctor
Humberto Huberman apoda “dactilógrafa” y “Muscarius, el dios que alejaba las
moscas de los altares”, pues, anciana y obesa, se dedica a perseguirlas por las
habitaciones blandiendo y azotando un matamoscas, dado que infestan el
asfixiante, claustrofóbico, caluroso y subterráneo hotel; quien llama a los
huéspedes al comedor haciendo sonar un gong y quien, ante los aullidos de los
perros del exterior y del ulular del viento que acompañan a la tormenta de
arena, vaticina sintiéndose pitonisa: “¡Esta noche va ocurrir algo! ¡Esta noche
va a ocurrir algo!” Y, efectivamente, ocurre. <o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"> </span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMHhRTx-VaXpdqmxSijm-w3Nm4WKEeuZRkXCIC0g4f25CW9_EdEj5wEDOe9i5ric1kKcq2gH7Z_o0gQEFyKuh3M0I9mUVC8UzOkWtk_HRsvU2LIFiuwkzHPRZ64JK1i4X1AVHZ83wJmcHQ/s944/La+otra+aventura+%2528Buenos+Aires%252C+Emec%25C3%25A9%252C+2004%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="944" data-original-width="586" height="625" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMHhRTx-VaXpdqmxSijm-w3Nm4WKEeuZRkXCIC0g4f25CW9_EdEj5wEDOe9i5ric1kKcq2gH7Z_o0gQEFyKuh3M0I9mUVC8UzOkWtk_HRsvU2LIFiuwkzHPRZ64JK1i4X1AVHZ83wJmcHQ/w389-h625/La+otra+aventura+%2528Buenos+Aires%252C+Emec%25C3%25A9%252C+2004%2529.jpg" width="389" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">(Buenos Aires, Emecé, 2004)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /> </span><span lang="ES" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="font-family: georgia;">El doctor Humberto Huberman es la evocadora voz
narrativa que (supuestamente) redactó “la historia del asesinato de Bosque del
Mar” (que es la legendaria novela policial que el desocupado, intrigado e
insomne lector tiene en sus manos). Y, según informa casi al término, la
escribió por petición de varias amigas de su madre, (las únicas amigas que
tiene), interesadas (y al parecer impresionadas) por su hablantina, presunta y
presuntuosa labor detectivesca. </span><span style="font-family: Georgia, serif;"><o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgP07vwqNS_BVCJbM50X5lZiAHRQfKOOXL2GzP8W0du1yftv1hox9T4bQKyhGTvEQlEi1oKu1phyB2sHiuRV9_QrglNh3BzSmpd292FxoCU85yNximmF6ssQAdHIukk3I_9zHWiKSUlF87O/s1824/Los+que+aman%252C+odian+%2528Barcelona%252C+Emec%25C3%25A9%252C+2002%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1824" data-original-width="1246" height="500" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgP07vwqNS_BVCJbM50X5lZiAHRQfKOOXL2GzP8W0du1yftv1hox9T4bQKyhGTvEQlEi1oKu1phyB2sHiuRV9_QrglNh3BzSmpd292FxoCU85yNximmF6ssQAdHIukk3I_9zHWiKSUlF87O/w343-h500/Los+que+aman%252C+odian+%2528Barcelona%252C+Emec%25C3%25A9%252C+2002%2529.jpg" width="343" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">(Barcelona, Emecé, 2002)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> Se entrevé que el
doctor Humberto Huberman (petulante, ridículo, solitario, maniático, citadino,
fetichista, hedonista, egocéntrico, engreído, dizque “erudito” y supuesto poseedor
de la “inteligencia dominante” en Bosque del Mar) es un consumado solterón, sin
ningún enredo amoroso que le pise los talones y le agrie la yerba mate, los
sueños o la fría tacita de cocoa (un día sí y otro también); quien en su “casa
de la Capital” cada mañana se despierta y comporta como todo un pachá
(repantigado en su otomana) atendido por sus añorados “enanos correntinos
trayendo la bandeja pajiza, el té aromático, las tostadas y los bizcochos, el
dulce y la miel”. Y, según revela con un dejo de intrínseca misantropía y quizá
androfobia: “En general, me entiendo mejor con las mujeres que con los hombres
[...] la sociedad que yo prefiero es la de mujeres maduras” (no la sociedad de
las mujeres jóvenes y por ende en la plenitud de su atractivo y belleza física).
No obstante, además de algún ancestral prejuicio misógino: menosprecia a las
pelirrojas, comparte ciertos atavismos machistas (con un tinte psiconalistoide):
“A las mujeres histéricas hay que dejarlas solas.” Admite y apunta: “Hay todo
un tratado por escribir sobre el llanto de las mujeres; lo que uno cree la
expresión de ternura es a veces una expresión de odio, y las más sinceras
lágrimas suelen ser derramadas por mujeres que sólo se conmueven ante sí
mismas.”<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Según apunta en su
relato, es un boyante médico homeópata, adicto a los glóbulos de arsénico,
quien ha viajado en el tren nocturno, de la capital a la calurosa Salinas, con
destino al balneario Bosque del Mar, donde se halla el Hotel Central, propiedad
de un matrimonio sin hijos (Esteban y Andrea), que son primos suyos y
distantes, custodios de un sobrino de ella (el niño Miguel, de unos diez o doce
años), a los que alguna vez les hizo un préstamo; lo que implica una postergada
deuda que le permite no pagar el alojamiento y tratar a sus parientes con
ciertas exigencias y contenida altanería. Su plan no es coincidir con nadie en
ese hotel que a todas luces nunca había visitado ni visto, sino instalarse
durante por lo menos dos meses de vacaciones en la playa, durante las cuales
pretende escribir, en ese supuesto “paraíso del hombre de letras”, un sesudo
guion cinematográfico, pues, según apunta, “la Gaucho Film Inc.” le ha pedido
adaptar el “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Satyricón</i>, de Cayo
Petronio”, “a la época actual y a la escena argentina”. Nada menos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5s9YaGF1X0n05gCWG_IHVnE9n_LfbUODTJLsQ9v_ECa2T_dzFCAdH3H52GmY3IAj5tQr2Davz3629ezOEGuXWHyFFCOJJdK7u1qc7UHo54Ym7RZD6etpWyhve6PyC_s-QGUeuJodm__Fm/s1779/Los+que+aman%252C+odian+%2528Barcelona%252C+Tusquets+Editores%252C+1989%2529%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1779" data-original-width="1258" height="500" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5s9YaGF1X0n05gCWG_IHVnE9n_LfbUODTJLsQ9v_ECa2T_dzFCAdH3H52GmY3IAj5tQr2Davz3629ezOEGuXWHyFFCOJJdK7u1qc7UHo54Ym7RZD6etpWyhve6PyC_s-QGUeuJodm__Fm/w354-h500/Los+que+aman%252C+odian+%2528Barcelona%252C+Tusquets+Editores%252C+1989%2529%2529.jpg" width="354" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">(Barcelona, Tusquets, 1989)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /></span> El doctor Humberto
Huberman viaja en el cómodo camarote del tren nocturno (al parecer a imagen y
semejanza del cinematográfico y novelesco <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Orient
Express</i>, pues, según dice: “no hay que olvidarlo: en los trenes el té es de
Ceylán”). Y tras su llegada a la solitaria estación del pueblerino Salinas
(7:02 am y ya hace un tremendo calor) y luego de encargar en la oficina de
correos que le remitan su correspondencia al Hotel Central del balneario Bosque
del Mar, como único pasajero y en compañía de su equipaje y de unas gallinas
enjauladas que llegaron con él en el tren, se desplaza encajado en un
peliculesco y anacrónico Rickenbacker conducido por un chofer que él llama <i style="mso-bidi-font-style: normal;">chauffeur</i>; indicio de su proclividad a
ciertos vocablos en franchute e inglés, (incluso alemán), a las frases en latín
y francés, a las evocaciones librescas y a los fantaseos detectivescos o
devaneos literarios (“he confundido la realidad con un libro”, llega a decir.) De
ahí que en su índole irrisoria y ridícula, como si se tratase de la arquetípica
y proustiana <i style="mso-bidi-font-style: normal;">madeleine</i> remojada en
té, el maloliente tufillo de las gallinas que lo acompaña en el Rickenbacker lo
remita a un grato e indeleble capítulo de su perdida niñez, pues según evoca:
esa “efímera sensación olfativa traía a mi memoria un feliz episodio de la
infancia, con mis padres, en los gallineros de mi tío, en Burzaco. ¿Confesaré
que durante algunos minutos logré refugiarme, en medio de los sacudones y del
calor, en la prístina visión de un huevo pasado por agua, en una taza de
porcelana blanca?” Así, durante ese viaje de largas y calurosas horas en las
que el Rickenbacker llega a cruzar, lentamente y sobre unos estrechos tablones,
unos arenales por los que el coche podría caer y hundirse (“Si una rueda se
desvía”), como ocurrió hace un año con “el caballo del farmacéutico”: “se metió
en el pajonal” y, ante los ojos de los circunstantes, “despareció en el barro”.
Pero el caso es que según dice el cantarín y “rapsoda” doctor Huberman trazando
su particular, instantánea y evanescente épica: “Yo buscaba el mar, como un
griego del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Anabasis</i>: ninguna pureza
en el aire parecía anunciarlo.” Pero el pedúnculo umbelífero (o minúsculo intríngulis)
de esa petulancia libresca es que la palabra <i style="mso-bidi-font-style: normal;">anábasis</i> refiere, por defecto y para el caso, una expedición de la
costa hacia el interior de un territorio. Y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">catábasis</i>
es la palabra que alude el viaje desde el interior a la costa. Y cuando aún
“heroicamente” montado en el Rickenbacker creer ver el mar (se trata de un
espejismo de huitlacoche) exclama, exultante, a modo de homérico saludo: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Thalassa!... Thalassa!</i> (como si además
del impetuoso y agitado océano viera emerger a la mitológica diosa del mar). Y
cuando de nuevo cree verlo al divisar “una mancha violeta” dice, rumiando para
sí, su particular, críptico y joyceano Ulises: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Epi oinopa ponton</i>. Pero como se trata de “flor morada”, según le
aclara el rústico chofer, bien hubiera podido recitar al didáctico profesor Borges
aludiendo la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Odisea</i>: “Los dioses les
tejen adversidades a los hombres para que las futuras generaciones tengan algo
que cantar.”<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Satisfecho consigo
mismo y con su pequeña imagen, el doctor Humberto Huberman, tras su arribo al
hotel, se autorretrata, envanecido y narcisista, para sus boquiabiertas lectoras
(algo caricaturesco y esperpéntico, dadas las titiriteras manos que lo trazan y
atildan): <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Me desperté en la
penumbra. No sabía dónde estaba ni siquiera qué hora era. Hice un esfuerzo,
como quien trata de orientarse. Recordé: estaba en mi cuarto, en el Hotel
Central. Entonces oí el mar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Encendí la luz. Vi en
mi cronógrafo —que yacía junto a los volúmenes de Chiron, de Kent, de Jahr, de
Allen y de Hering, sobre la mesita de pino— que eran las cinco de la tarde.
Pesadamente empecé a vestirme. ¡Qué descanso verme libre de la rigurosa
indumentaria que nos imponen los convencionalismos de la vida urbana! Como un
evadido de la ropa, me enfundé en mi camisa escocesa, en mi pantalón de
franela, en mi saco de brin crudo, en el plegadizo panamá, en los viejos
zapatones amarillos y en el bastón con empuñadura en cabeza de perro. Agaché la
cabeza, con no disimulada satisfacción examiné en el espejo mi abultada frente
de pensador, y otra vez convine con tanto observador imparcial: la similitud
entre mis facciones y las de Goethe es auténtica. Por lo demás, no soy un hombre
alto; para decirlo con un vocablo sugestivo, soy menudo —mis humores, mis
reacciones y mis pensamientos no se extenúan ni se embotan a lo largo de una
dilatada geografía—. Me precio de tener una cabellera agradable a la vista y al
tacto, de poseer unas manos pequeñas y hermosas, de ser breve en las muñecas,
en los tobillos, en la cintura. Mis pies, ‘frívolos viajeros’, ni cuando duermo
descansan. La piel es blanca y rosada; el apetito, perfecto.” <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsq5tktyoeRvg_9-wLz3EzEj43beQ-8GLO0F9xf_8d_Sve9ftqrIshf6TTJKqhWzfpI4aKsftZ3LT8wXp_j1wjki3juNUlaXGb-lq8rzMClia5amMp_2OJMn5pEpBpbIq7fdKnWgA8kD0T/s479/Goethe.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="479" data-original-width="420" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsq5tktyoeRvg_9-wLz3EzEj43beQ-8GLO0F9xf_8d_Sve9ftqrIshf6TTJKqhWzfpI4aKsftZ3LT8wXp_j1wjki3juNUlaXGb-lq8rzMClia5amMp_2OJMn5pEpBpbIq7fdKnWgA8kD0T/w351-h400/Goethe.jpg" width="351" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">Goethe</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span>Cercano al mar, próximo
a pantanosos médanos y a los peligrosos cangrejales, y no lejos del Hotel Nuevo
Ostende, el Hotel Central ha sido víctima frecuente de las tormentas de viento
y arena; de ahí que, pese al asfixiante y claustrofóbico calor, las ventanas de
las recámaras hayan sido selladas; y que el piso que hace un par de años era la
recepción, ahora es el sótano; y que los huéspedes, en vez de subir a sus
alcobas bajen a ellas, incluso al comedor, donde hay una larga mesa en la que
los pensionistas coinciden para la cena, amenizados con la música de la radio y
luego con el piano que toca Emilia en medio de la intrínseca neurosis y agresiva
rivalidad que la confronta y antagoniza con su hermana Mary.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;">Cuando a la mañana siguiente se descubre la
sorpresiva muerte de la joven Mary, envenenada por estricnina, según el
diagnóstico <i style="mso-bidi-font-style: normal;">a priori</i> del doctor
Humberto Huberman (quien añade “que el deceso había ocurrido dentro de las
últimas dos horas”) y aún no se sabe si se trata de un asesinato o de un
suicidio, y puesto que en ese momento de la mañana (y desde la noche anterior)
el Hotel Central sufre el furioso ataque de una furiosa y ululante tormenta de
arena, todo indica, si acaso es un asesinato, que se trata de un crimen
ocurrido en el oscuro vientre de esa “casa enterrada en la arena”, lo que
equivale al <i style="mso-bidi-font-style: normal;">crimen de cuarto cerrado</i> —circunstancia
clásica en una narración detectivesca y policial, aleccionó Borges, desde que
Edgar Allan Poe, en 1841, publicó su cuento “Los crímenes de la calle Morgue”—,
enfatizada cuando el doctor Huberman apunta: “Estábamos en ese caserón cerrado
como en un barco en el fondo del mar, o, más exactamente, como en un submarino
que se ha ido a pique.” Y por ende (indica el cliché) todos los habitantes del hotel,
incluidos quienes viven y trabajan en él, son probables sospechosos. Para
despejar el misterio, en un momento en que afloja la impetuosa y ululante tormenta
de viento y arena, envían el Rickenbacker por la policía. Es así que unas horas
después llegan al Hotel Central: el comisario Raimundo Aubry, memorioso
diletante y citador de novelas del siglo XIX (sobre todo de Victor Hugo), y el
doctor Cecilio Montes, “médico de la policía”, quien es un borrachín incurable,
pringoso, misántropo e irascible; dos gendarmes y el hombre de la funeraria;
más el ataúd, que instalan en el sótano.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"> Pese a cierto reparo inicial, el doctor Montes
coincide con el ojo clínico del doctor Huberman: la víctima murió envenenada
con una dosis de estricnina, que, al parecer, tomó (o le dieron a tomar) antes
de acostarse, pues solía beber una taza de chocolate frío antes de dormir; taza
que, misteriosamente, no se halla en el lugar del crimen o suicidio; es decir,
alguien la desapareció y por alguna razón dejó, según parece, “el frasco de los
glóbulos que tomaba todas las mañanas” y el corcho en el suelo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"> El comisario Raimundo Aubry, antes de interrogar a los
moradores del hotel, decide registrar sus habitaciones, empezando por la
recámara del doctor Humberto Huberman, quien se ofende al suponerse sospechoso
de algo o de esconder la estricnina; no obstante, en medio del escrutinio
policial logra escamotear su “tubo de arsénico” focalizando la ruda y enfática búsqueda
en los tubitos de su homeopático botiquín. El caso es que las pesquisas del
comisario lo llevan a inferir que Emilia, la hermana de Mary, es la asesina. Y
piensa detenerla y recluirla en la cárcel tan pronto amaine la tormenta de
arena. La razón: había un traicionero y subrepticio lío sexual entre Mary y Enrique
Atuel, el novio de Emilia. Esto lo refleja la pelea a gritos entre ambas, misma
que Huberman oyó por casualidad; y lo acentúa la tensión neurótica que esgrimen
entre sí durante la ríspida cena y durante el convivio entorno al piano,
preludio de la súbita salida de Emilia del hotel, pese a la oscuridad y al
peligro que implica la tormenta de viento y arena. Y más aún cuando el doctor Humberto
Huberman, también sin proponérselo, previo a la grupal búsqueda de Emilia en el
exterior, ve que Atuel y Mary se besan en lo oscurito; no obstante, puntualiza:
“Autel se resistía; Mary lo asediaba apasionadamente.” Ante tan desventurada y
lastimosa escena, comenta pomposo para sí: “‘¿Qué somos’, murmuré, ‘sino
osamentas besadas por los dioses’? Con el alma apesadumbrada, seguí mi camino.
Algo aulló en la penumbra. Era el niño. Yo había tropezado con él. Me miró un
instante —¿qué había en su expresión: desprecio, odio, terror?—; después huyó.”<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhp7IxuWzwDqguZF6WAxlAYGY-h9_prWFhdRf30oxSW-588sHF2dTh-0eT7L60VKfQFp5EGCYpOMZ4Je37LK7447b5ntiI-_ZNaMv0XvODyFDWA60I41zDiUFE1ZRgWf7Pxv4Q70XUBYv64/s760/Los+que+aman%252C+odian+%25282017%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="760" data-original-width="507" height="625" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhp7IxuWzwDqguZF6WAxlAYGY-h9_prWFhdRf30oxSW-588sHF2dTh-0eT7L60VKfQFp5EGCYpOMZ4Je37LK7447b5ntiI-_ZNaMv0XvODyFDWA60I41zDiUFE1ZRgWf7Pxv4Q70XUBYv64/w416-h625/Los+que+aman%252C+odian+%25282017%2529.jpg" width="416" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">Mary<br />(Luisana Lopilato)<br />Foto alusiva al filme <i>Los que aman, odian</i> (2017)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /> La muerta, la joven Mary, o sea: María Gutiérrez,
fue paciente del doctor Humberto Huberman dos o tres veces en su consultorio,
allá en la capital; y la recuerda por “el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">accrochecoerur</i>
en la frente”, porque él le dijo “somos almas gemelas”, dada su compartida
adicción a los glóbulos de arsénico, y porque le recomendó, ese año, unas
“vacaciones en Bosque del Mar”. Todo indica que coincidieron, sin premeditarlo,
en el Hotel Central, pues las hermanas Gutiérrez, con la infancia en Tres
Arroyos, pudieron hospedarse en el vecino, y no muy distante, Hotel Nuevo
Ostende, donde está registrado y tiene su recámara (quizá sólo protocolaria)
Enrique Atuel, cuya facha, al doctor Huberman, no le gusta nada. Según dice: es
“joven, amulatado. A despecho de cierta vulgaridad en el hablar y de una
apariencia que recordaba los cartelones del ‘tango en París’ [<i style="mso-bidi-font-style: normal;">remember </i>al icónico y popular Gardel y
su ‘estilo del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Alma que canta</i>’] —pelo
negro, lacio, ojos vivos, nariz aguileña— me pareció que ejercía sobre sus
compañeros [Mary, Emilia y el doctor Cornejo] —nada brillantes, por lo demás—
alguna superioridad intelectual.” Y de ninguna manera el doctor Huberman galantea
ni pretende a Mary, ni tiene íntimas ensoñaciones con su cuerpo, “demasiado
atlético para mi gusto”, dice y observa en ella “una animalidad que atrae a
ciertos hombres sobre cuyas aficiones prefiero no opinar”. Mary, además de su
sensualidad y magnetismo corporal (“alta, rubia”, “muy hermosa, con una
impresionante blancura, con manchas rosadas”) era una traductora notoriamente
fetichista y maniática: trajo consigo todos los libros traducidos por ella (que
son narraciones policiales con tapas arlequinadas), “los manuscritos de las
traducciones y los borradores de los manuscritos” e incluso “las pruebas de
imprenta”; tambache al que se suman “las páginas escritas a mano” de la última
traducción que estaba haciendo: “una novela de Michael Innes”. (Pseudónimo, cabe la digresión, del escocés John Innes McKintosch Steward, antologado por Borges y Bioy en la citada <i>Segunda serie</i> de <b>Los mejores cuentos policiales</b> con el relato <o:p></o:p></span><span style="font-family: Georgia, "serif"; font-size: 16px;">“La tragedia del pañuelo</span><span style="font-family: Georgia, "serif"; font-size: 16px;">” y de quien ambos editaron, en la legendaria serie policíaca El Séptimo Círculo, cuatro obras traducidas al español con los títulos: <b>Los otros y el rector</b>, <b>¡Hamlet, venganza!</b>, <b>La torre y la muerte</b>, y <b>El peso de la prueba</b>.) </span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEio3guXr-V4u2xrezw78W9c9ai3vvJiIBL_2Kr_4SXFjZqGhJfVHvR80hlOBfqSpWqUO-pWEwPGEtWBYpu-nmE4q1nzcoZyMtO6OCZkIW4PiIS2zfsMTT6FZbOLODxIFMzgaIwzGryesjf8/s320/Silvina+Ocampo+%2528verano+en+Mar+del+Plata%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="255" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEio3guXr-V4u2xrezw78W9c9ai3vvJiIBL_2Kr_4SXFjZqGhJfVHvR80hlOBfqSpWqUO-pWEwPGEtWBYpu-nmE4q1nzcoZyMtO6OCZkIW4PiIS2zfsMTT6FZbOLODxIFMzgaIwzGryesjf8/w319-h400/Silvina+Ocampo+%2528verano+en+Mar+del+Plata%2529.jpg" width="319" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">Silvina Ocampo<br />(verano en Mar del Plata)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /> Paralelo a la investigación policial del comisario
Aubry, el doctor Huberman hace su propia labor detectivesca que, de hecho,
empieza desde antes de la llegada de la policía y su comitiva. En tal
vertiente, cuando Emilia es la presunta asesina de su hermana, le sorprende y
alarma encontrar al doctor Manning y al galán Atuel muy despreocupados y
desentendidos leyendo: “Manning leía la novela inglesa que Atuel había robado
del cuarto de Mary [subrepticia y sospechosa sustracción que Huberman observó
oculto]. Atuel leía una de esas novelas de tapa arlequinesca, que Mary había
traducido. En una mesa interpuesta entre los lectores había papeles con
anotaciones y lápices.” Y más aún, según dice: “¡Redactaban apostillas y
notas a textos policiales!” El resultado de ese escrutinio lector, y de la
lectura de los papeles que dejó la muerta en su cuarto, es que el doctor
Manning le presenta al comisario Aubry la transcripción de una nota manuscrita,
originalmente redactada por Mary en una “hoja de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">block</i>”, donde anuncia su suicido y, según afirma categórico, “la
frase no figura en ninguno de los libros” traducidos por Mary. Ese fragmento
manuscrito, transcrito por Manning, parece eximir a Emilia de ser la presunta
asesina. Aún así el comisario piensa llevarla presa a Salinas y hacerla hablar.
<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"> No obstante, los posteriores giros sorpresivos y las
rápidas vueltas de tuerca revelan que esa nota suicida en realidad sí es un
fragmento de una novela policíaca traducida por Mary, que resulta ser otro libro
sustraído por el sigiloso Atuel (al parecer se trata de una narración policial
de Eden Phillpotts, otrora mentor de la joven y futura Agatha Christie), escondido
por él en su recámara del Hotel Nuevo Ostende (¿por qué no la destruyó el muy boludo
y listillo?), y luego localizado allí por el pálpito, la reflexión y las
veladas dilucidaciones del doctor Manning, que en algún momento debió
descubrirse manipulado por Atuel. Las razones que impulsaron a Atuel a hacer
tal oscuro tejemaneje —incluso abandona al doctor Huberman en el violento y
nebuloso arenal, y éste, desorientado, se alucina perdido en angustiosas y
fóbicas pesadillas que coinciden con el desierto y la arquitectura del filme
silente dirigido por Jacques Feyder: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">L’Atlantide</b>
(1921), y a expensas de los espeluznantes y horrorosísimos cangrejales— evidencian
que creía que Emilia era la asesina y con sus artimañas quería exculparla del
asesinato y de la condena carcelaria. Ante tales manipulaciones, vale
puntualizar que el galán Atuel reveló ser, sólo ante el comisario y Manning (y
no ante el ofendido Huberman), un famoso inspector de policía que vacaciona de
incognito, quien dice trabajar “en la Sección de Investigaciones”, allá en “la
Capital Federal”, y cuyo verdadero apellido es Atwell. Pero para que sus
subrepticios y ocultos propósitos no se estropeen, induce, además, el simulacro
de envenenamiento del doctor Cornejo con una dosis del tubo de veronal que
había robado del maletín del doctor Montes y señala al desparecido niño Miguel,
y al recién desaparecido doctor Manning, como al posible ladrón de las costosas
joyas de la muerta, recién hurtadas a Emilia. Las cuales, antes de marcharse de
Bosque del Mar de manera furtiva y sin despedirse de nadie y dado que se
descubrieron sus numerosos ardides, a través de La Bruna (“un hombre parecido a
Wagner”, según Huberman), quien es el dueño del vecino Hotel Nuevo Ostente,
devuelve, en el Hotel Central, las joyas robadas envueltas en un paquete.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLDBs6mNEbjnR0YZct-s8FS4afdgOF9s0ElwoeWXmDFNhQ4JXhTVPS7EB4CkFslHHLDLsc8IaQUaHd3tlLj69fbEjPVWiviAhP-5ftDziHZHEbm__Rtw3N0HITtWjnvaUZAbiJ4A8L-NCy/s1200/Wagner.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="750" data-original-width="1200" height="250" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLDBs6mNEbjnR0YZct-s8FS4afdgOF9s0ElwoeWXmDFNhQ4JXhTVPS7EB4CkFslHHLDLsc8IaQUaHd3tlLj69fbEjPVWiviAhP-5ftDziHZHEbm__Rtw3N0HITtWjnvaUZAbiJ4A8L-NCy/w400-h250/Wagner.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">Wagner</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /> No obstante, pese a las detectivescas indagaciones,
especulaciones y deducciones del doctor Manning, del doctor Huberman, del comisario
Aubry y a las meteduras de pata del supuestamente fogueado y célebre inspector
de policía Atwell (¿no se tratará de una impostura?), los puntos sobre las íes
del enredo y del crimen sólo se aclaran, para el corro (y para los lectores),
con la carta de despedida que el niño Miguel Fernández le dejó a su apreciado
amigo y mentor el farmacéutico Paulino Rocha (se lee casi al término de la
novela). Misiva que, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">motu proprio</i>, el
boticario lleva al Hotel Central para entregársela al comisario Aubry, una vez
que la tormenta de viento y arena pareció extinguirse por arte de birlibirloque.
Sólo entonces, ya desvelada la identidad del asesino y sus secretas y
peculiares razones, es cuando Emilia revela que ella desapareció la taza de
Mary, porque creyó que el asesino era Atwell y quiso protegerlo.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><o:p> </o:p></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtzsI7QnzGljLKME6sxB35U2aNOAtgrTzwkhScEkf93rVEy7fbLEIYscCURslW5pubKfsi5W5scJekxoOYWqq2msfcgX4VwIPFyfsh04g3qJ_QrWbj1V6cx_DBasmfO9DTbz8iXTL7nJIh/s558/Bustos+Domecq%252C+composiciones+fotogr%25C3%25A1ficas+de+Silvina+Ocampo%252C+basada+en+ideas+de+Francis+Galton.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="541" data-original-width="558" height="485" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtzsI7QnzGljLKME6sxB35U2aNOAtgrTzwkhScEkf93rVEy7fbLEIYscCURslW5pubKfsi5W5scJekxoOYWqq2msfcgX4VwIPFyfsh04g3qJ_QrWbj1V6cx_DBasmfO9DTbz8iXTL7nJIh/w500-h485/Bustos+Domecq%252C+composiciones+fotogr%25C3%25A1ficas+de+Silvina+Ocampo%252C+basada+en+ideas+de+Francis+Galton.jpg" width="500" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;"><i>H. Bustos Domecq</i><br />Composiciones fotográficas de Silvina Ocampo,<br />basadas en ideas de Francis Galton.</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /></span><p></p>
<p align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-align: center; text-autospace: none;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES" style="color: #c00000; font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;">IV de V<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;">En el Hotel Central el niño Miguel era un marginado y un desdichado, y,
al parecer, una molestia, un estorbo, y una penosa y despreciable carga para
sus tíos, que no lo querían ni comprendían. Según le dijo Andrea a Huberman:
“Miguel ha tenido una infancia triste. Es anémico, está mal desarrollado. Es
muy chico para su edad. Cavila todo el tiempo. Mi hermano creía que el mar
podía fortalecerlo...” No obstante, no le asignaron una adecuada habitación,
propia para un chaval con los hábitos e inclinaciones de un probable o futuro naturalista,
explorador y científico, sino que lo arrinconaron en el astroso y subterráneo cuarto
de los baúles, donde además no hay luz eléctrica y por ende se iluminaba con
una vela. No extraña, entonces, que no quiera a sus tíos y los desprecie, y que
haya hecho su refugio y su “casita” en el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Joseph
K</i>, el barco encallado y abandonado en la playa, donde pasaba mucho tiempo
solo y donde, antes de partir durante la tormenta y la subida de la marea, ya
tenía “allí muchas botellas de agua, bizcochos y una bolsita de yerba”. No
obstante, el destino de su errático viaje (lo deja ver en su carta) no es una
isla desierta con un tesoro enterrado por un pirata o un mundo utópico o mejor, sino el fondo
del mar. Y por ello, en su posdata, le pide al boticario que envíe a sus padres
el albatros embalsamado por él que dejó, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ex
profeso</i>, en el cuarto de los baúles, donde, antes de que apareciera su
reveladora carta, fue encontrado por el comisario Aubry: “Atada al pescuezo del
pájaro con una cinta verde, colgaba una fotografía del niño, con la
inscripción. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">A mis queridos padres,
recuerdo de Miguel</i>.” Lamentablemente no pudo llegar a tales manos, pues el
doctor Huberman, en una de sus equivocas conjeturas, supuso que Miguel era el
ladrón de las joyas de Mary y que las había escondido en el vientre del pájaro
y por ello las manos del comisario lo destrozan y despanzurran. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"> El caso es que el niño Miguel, a escondidas de sus
tutores, aprendió del boticario el modo de conservar las algas marinas, pues la
caza y la taxidermia las había aprendido de su padre. En el Hotel Central sus
tíos le habían prohibido la “crueldad” con los animales. Quizá Miguel no haya
sido cruel a la hora de cazar nutrias (con su padre) o el albatros. Eso se
ignora, pues la caza es un milenario deporte (o ancestral oficio de sobrevivencia) y un ave o animal disecado puede ser un trofeo de caza y de habilidad y orgullo taxidermista. Pero el doctor Huberman, que lo ve con “cara de laucha” y que trató de
evocar a Conrad para hablar de barcos con él, se alarma ante la rareza de
encontrar bajo su catre, en el cuarto de los baúles, el albatros ensangrentado.
Imprevisto descubrimiento que el niño rubrica pegando un grito, dándole a
Huberman un zarpazo en el rostro y huyendo de allí. Indicio de una potencia anímica,
neurótica, pasional, agresiva y mental que no controla ni domina, pese a la
corrección y al sosiego con que redactó su carta de despedida, donde se lee que
no está arrepentido de lo que hizo, ni de su decisión de borrarse del mapa: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Yo pensé: ‘Voy a hacer
una cosa terrible’. Ahora comprendo que hice lo que hubiera hecho cualquiera en
mi lugar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Bajé a mi cuarto,
busqué la estricnina, me fui al cuarto de Mary y eché la mitad del frasquito en
la taza de chocolate frío que ella tomaba antes de dormirse. Revolví la cuchara
para que el veneno se disolviera bien y cuando estaba secándola oí los pasos de
Mary. Al escaparme se me cayó el frasco. No tuve tiempo de recogerlo. Me fui
por el cuarto de Emilia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Al día siguiente volví
a buscar el frasco, pero no estaba. Yo quería tomar la estricnina, como la había
tomado Mary.”<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Vale añadir, para no
desvelar todo el carozo de la mazorca, que el niño Miguel se enamoró de Mary
hasta el tuétano y la locura; que le resultaba doloroso e intolerable el
maltrato que le endilgaba cuando estaban a solas, que rechazara y le disgustaran
los besos que él le daba o intentaba darle, y para el colmo: su traicionero y
subrepticio amorío con Atwell y las burlonas infidencias que, sobre el niño, se
permitía con su casanova y polígamo. No obstante, antes de irse al más allá, el
niño Miguel bajó al sótano, abrió el ataúd y besó en los labios el cadáver de
Mary. Al inesperadamente descubrir ese cuadro mortuorio, el doctor Cornejo se
impresionó y escandalizó e impresionó y escandalizó a los otros moradores del
Hotel Central. No pudo, y no podía ver, que el niño enamorado, con ese amoroso,
elegíaco y último beso, se despedía para siempre de su amada. Y sólo vio algo
anómalo e inquietante, quizá con indicios de cierta necrofilia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-align: center; text-autospace: none;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES" style="color: #c00000; font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;">V de V<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnXzVeGTpmtMx6C7AyVcnzRTTmxfOF0tbclfC5VQFEqqHlb_F2esQhW7D9R9p8YPMWlgx3kv1gb1kgBFaSdk0CgTsEZgwRLlqDcamrYTs01VDSrrJl7PDSK6qxskKnA-_tju0SXIs36pVt/s616/Los+que+aman%252C+odian+%25282017%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="616" data-original-width="616" height="500" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnXzVeGTpmtMx6C7AyVcnzRTTmxfOF0tbclfC5VQFEqqHlb_F2esQhW7D9R9p8YPMWlgx3kv1gb1kgBFaSdk0CgTsEZgwRLlqDcamrYTs01VDSrrJl7PDSK6qxskKnA-_tju0SXIs36pVt/w500-h500/Los+que+aman%252C+odian+%25282017%2529.jpg" width="500" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06;">Cartel de la película argentina <i>Los que aman, odian</i> (2017), basada<br />en la novela homónima de Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares.</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br />Vale añadir, a modo de corolario, que la novela <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los que aman, odian</b> ha sido adaptada al cine, de manera parcial y
no muy afortunada (y sin una pizca de la erudición y del humor de la obra
literaria) en la homónima y patética película de 2017, dirigida por el cineasta argentino Alejandro
Maci </span><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New";">—director del filme <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">El impostor</b> (1997), basado en el cuento
homónimo de Silvina Ocampo—,</span><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"> donde los lentes de sol que lucen las hermanas Fraga: Emilia y Mary, son
un implícito y tácito homenaje a los lentes oscuros, de grandes y pesados
armazones, que usaban las hermanas Ocampo: Victoria y Silvina. Entre los protagonistas
descuella la actriz Luisana Lopilato como Mary Fraga (<i>ese obscuro objeto del deseo</i>), notable, además, en la caracterización de Pipa (Manuela Pelari), policía de investigación criminal en dos <i>thrillers</i> argentinos dirigidos por Alejandro Montiel: <b>Perdida</b> (2018) y <b>La corazonada</b> (2020). Y, desde luego, Guillermo Francella en el papel del doctor Hubermann, muy recordado
por su brillante trabajo actoral en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">El
secreto de sus ojos</b> (2009), filme dirigido por Juan José Campanella, basado
en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La pregunta de sus ojos</b> (Buenos
Aires, Galerna, 2005), novela del escritor argentino </span><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New";">Eduardo Sacheri, quien, por razones
pecuniarias y de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">marketing</i>, le cambió
el título por el nombre de la película.</span><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"> <o:p></o:p></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoI15wcsBb5QQZrnDXJudXCLITmPfB8UqxiYZcLdzBUvwwBmQqjbAmaRfrv5GkQ2X6tlP331SO7EFHgsADzbKWoZbiyonF5hdYrr_UIxiC0qZwtlQSYWhMDouq2ofFO60WHCpAugTFJRq5/s512/Silvina+Ocampo%252C+Victoria+Ocampo+y+Borges.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="242" data-original-width="512" height="189" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoI15wcsBb5QQZrnDXJudXCLITmPfB8UqxiYZcLdzBUvwwBmQqjbAmaRfrv5GkQ2X6tlP331SO7EFHgsADzbKWoZbiyonF5hdYrr_UIxiC0qZwtlQSYWhMDouq2ofFO60WHCpAugTFJRq5/w400-h189/Silvina+Ocampo%252C+Victoria+Ocampo+y+Borges.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #b45f06; font-family: georgia;">Silvina y Victoria Ocampo con Borges</span></td></tr></tbody></table><br /><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New";"><br /></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los que aman, odian.</b> Cruz del Sur, Emecé Editores. Barcelona,
febrero de 2002. 136 pp.</span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="color: #b45f06; font-family: georgia; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"> *********</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br /></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><o:p><a href="https://www.youtube.com/watch?v=7MZehQRtC_8">Trailer de Los que aman, odian (2017), película dirigida por Alejandro Maci, basada en la novela homónima de Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares.</a></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; text-autospace: none;"><span lang="ES" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Courier New"; mso-fareast-language: ES-MX;"><o:p> </o:p></span></p></div>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-23373169656151989482023-12-25T10:00:00.000-08:002023-12-25T22:12:05.122-08:00Gaspar, Melchor y Baltasar<br />
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 18px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><i><br /></i></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 18px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px; text-align: center;">
<div style="text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><i><span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6; font-size: large;"> Nació de una ternera virgen </span></i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><i><span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6; font-size: large;">a la que fecundó un trueno</span></i></span></div>
</div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 18px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><i><br /></i></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px; text-align: center;">
<div style="text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><b>I de III</b></span></div>
</div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;">En 1980, Michel Tournier (París, diciembre 19 de 1924-Choisel, enero 18 de 2016), en Éditions Gallimard, publicó, en francés y en Francia, su novela <b>Gaspard, Melchior & Balthazar; </b>y traducida al español por Carlos Pujol en 1996 apareció en España editada por Edhasa. Se trata, como lo indica el sonoro título, de una obra sobre los legendarios y míticos tres Reyes Magos, cuyo punto nodal es la noche de la Adoración, en un humilde pesebre de Belén, prosternados a los pies de José, de María y del recién nacido Niño Jesús, a quien le entregan, signados por una deslumbrante estrella en el cielo, el oro, el incienso y la mirra.</span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSyvC-luoVGZPFQQevNKa6xPSZ17fIcB9C9Akb_SWNLnrfr1hDZMqH5lTD-XWanp-u4U0zHdaduKcFXkjwiwzqXOkOi_MkuMPCfGmKcnbHfEaZbp1Fr5mA6V_ARqa37TozPPsgdS65cTM/s1600/Gaspar,+Melchor+y+Basaltar.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSyvC-luoVGZPFQQevNKa6xPSZ17fIcB9C9Akb_SWNLnrfr1hDZMqH5lTD-XWanp-u4U0zHdaduKcFXkjwiwzqXOkOi_MkuMPCfGmKcnbHfEaZbp1Fr5mA6V_ARqa37TozPPsgdS65cTM/s640/Gaspar,+Melchor+y+Basaltar.jpg" width="420" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #3d85c6;">Narrativas Contemporáneas núm. 147, Edhasa</span><br />
<span style="color: #3d85c6;">Barcelona, mayo de 1996</span></span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> Michel Tournier, desde luego, no hizo una novela de acérrima fe católica o cristiana, sino una obra fantástica, extraordinaria, libre, caprichosa, repleta de minucias y episodios lúdicos, poéticos y palimpsésticos, en cuyo trasfondo y tesitura circulan y laten una serie de mitos, leyendas, tradiciones, atavismos, supercherías, usos, costumbres, faunas, floras, geografías, arquitecturas, ruinas arqueológicas, historias, libros sagrados y no, <b>Evangelios apócrifos</b>, <i>collages</i>; en este sentido, en su postrero “Post-<i>scriptum</i>” alude cierta bibliografía que alimentó su imaginación y trascribe los versículos de “San Mateo, capítulo 2”, los únicos pasajes de la <b>Biblia</b> donde escuetamente se habla de los Magos de Oriente y su ofrenda.</span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUKCGIRKXIIpuPTwXgPw7_WtcyK-axufcFdbL15zn_-2eZ9mK0hMqG6YBgNKZKp7LEESCcdIzSvsuwGQjy232_5fAwQTmqASpfEUGsZU28DyOi65IsDU9twHT5kQjJFtfXQjHsBpu703k/s1600/Michel+Tournier+(0).JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUKCGIRKXIIpuPTwXgPw7_WtcyK-axufcFdbL15zn_-2eZ9mK0hMqG6YBgNKZKp7LEESCcdIzSvsuwGQjy232_5fAwQTmqASpfEUGsZU28DyOi65IsDU9twHT5kQjJFtfXQjHsBpu703k/s400/Michel+Tournier+(0).JPG" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Michel Tournier</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Los tres primeros capítulos de la novela son: “Gaspar, rey de Meroe” (en el actual Sudán), “Baltasar, rey de Nippur” (en el actual Irak) y “Melchor, príncipe de Palmirena” (en la actual Siria). Cada uno traza los rasgos personales y las características biográficas e incidentales de cada majestad y las distintas e intrínsecas razones que los mueven y hacen viajar a Hebrón, donde coinciden —sin antes conocerse ni tener noticia uno de otro ni del Niño que pronto nacerá en un establo de Belén—. Y luego, ya juntos, se encaminan a Jerusalén, donde Herodes, rey de los judíos, los acoge en su palacio, opulento y espectacular lugar en el que impera una atmósfera de terror y sangrienta crueldad. </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Después de diez días de ser huéspedes en su gigantesco palacio, el viejo y enfermo Herodes por fin los recibe en una audiencia y con un fastuoso banquete, donde la voz narrativa y el propio monarca empiezan a esbozar las siniestras y macabras peculiaridades de su genocida, autoritario e intolerante poder (tiene 74 años de edad y 37 en el trono). Posee ojos y oídos por todas partes (incluso bajo las piedras y en los recodos de los caminos), por ende conoce la catadura y las secretas e íntimas pulsiones de los tres soberanos que lo visitan. Herodes ordena que “el narrador oriental Sangali”, con su laúd, les narre una historia sobre “un rey que ya es viejo y que se preocupa por su herencia”; pero ante todo lo amenaza con desorejarlo, si no lo hace reír o si delata “algún secreto de Estado”. Tal historia se titula “Barbadeoro <i>o la sucesión</i>”; es el cuarto capítulo de la novela y es un cuento maravilloso, urdido en la mejor tradición de las narraciones de origen oral compiladas en <b>Las mil y una noches</b> y por ende es sólo una gota de oro del excepcional talento narrativo de Michel Tournier. </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Prosigue el quinto capítulo de la novela: “Herodes el Grande”, que bosqueja el origen marginal y no judío del déspota, su cruento itinerario, su maligna entraña (“la ley del poder: ser el primero en matar a la menor duda”), la infeliz disgregación y eliminación de su consanguínea estirpe, y el hecho de que ya es un viejo achacoso y enfermo. Y dado que no confía en nadie de sus allegados y colaboradores, nombra, con su latente e implícita amenaza asesina, “plenipotenciarios del reino de Judea”, al negro Gaspar, al anciano y culto Baltasar y al joven y desposeído Melchor. Su misión: averiguar el secreto de su sucesión; pues Manahem, su nigromante, además de señalarle la aparición del “astro nuevo y caprichoso” (que desde sus respectivas e íntimas razones y vórtices geográficos siguen Gaspar y Baltasar, pero no Melchor), le habló de “una profecía de Miqueas que sitúa en Belén </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;">—pueblo natal de David— el nacimiento del salvador del pueblo judío.” </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“Id allí [les ordena], cercioraos de la identidad y del lugar exacto del nacimiento del Heredero. Prosternaos en mi nombre ante él. Y luego volved para contármelo todo. Sobre todo no dejéis de volver aquí [...] No se os ocurra traicionarme, ¿me oís? Creo haber hablado con mucha claridad esta noche, evocando para vosotros algunos episodios de mi vida. Sí, es cierto, tengo ya la costumbre de que me traicionen, siempre he sido traicionado. Pero ahora vosotros lo sabéis: cuando me engañan, me vengo, y aprisa, sin compasión. Os ordeno... no, os conjuro, os suplico: haced que en el umbral de mi muerte, una vez, una sola vez, no sea traicionado. Hacedme este último óbolo: un acto de fidelidad y de buena fe, gracias al cual no entraré en el más allá con un corazón totalmente desesperado.”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>El sexto capítulo de<b> Gaspar, Melchor y Baltasar</b> se titula “El asno y el buey” y es una especie de fábula. Se trata de dos animales privilegiados por Dios, pues a tal buey y a tal borrico les toca, allí en el improvisado y humilde establo de Belén, ser testigos del nacimiento del Niño Jesús (mientras en el pueblo se sucede el censo de los judíos y por lo tanto proliferan los numerosos y efímeros fuereños). “El buey”, su breve preludio, es una especie de proemio donde la omnisciente y ubicua voz narrativa comienza diciendo no sin translúcida, agnóstica y lúdica acritud: “El asno es un poeta, un literato, un charlatán. El buey no dice nada. Es un rumiante, un meditativo, un taciturno. No dice nada, pero eso no quiere decir que no piense. Reflexiona y recuerda. Imágenes inmemoriales flotan en su cabeza, pesada y maciza como una roca. La más venerable viene del antiguo Egipto. Es la del Buey Apis. Nació de una ternera virgen a la que fecundó un trueno. Lleva una media luna en la frente y un buitre en el lomo. Bajo su lengua está oculto un escarabajo. Le alimentan en un templo. Después de eso, ¿verdad?, un pequeño dios nacido en un establo de una doncella y del Espíritu Santo no va a sorprender a un buey.”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Pero el meollo de tal capítulo se lee en lo que “El asno dice”, pues allí, el hablantín y reportero burro, llamado Kadi Chuya (“el sabio que no es nada”), narra ciertos pormenores de la Natividad, como son la aparición del cometa que en el misterio de la bóveda celeste señala e ilumina el sitio exacto del nacimiento (porque en la novela de Michel Tournier la luminosa estrella tiene cauda):</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“Y bruscamente, en un momento, se produjo un acontecimiento formidable. Un estremecimiento de alegría irreprimible recorrió el cielo y la tierra. Un rumor de alas innombrables demostró que nubes de ángeles mensajeros se lanzaban en todas direcciones. La paja que nos cubría quedó iluminada por la deslumbrante luz de un cometa. Se oyó la risa cristalina de los arroyos y la majestuosa de los ríos. En el desierto de Judá un leve temblor de la arena cosquilleó los costados de las dunas. Una ovación que ascendía los bosques de terebintos se mezcló con los aplausos ahogados de los búhos. La naturaleza entera exultaba.</span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbpMxwopKmJszKgh1GxBzzcbdLebswoSyt-9aGd0nwxG8zSyUXw9e-GaXri8ZSre0ntMjhZBnNLeM7mt4eyLE76d0MAjMgmdlL_DiMURiblr18ggNSzXVIjvgL7VWqyjMqvT24cw4Df1s/s1600/Natividad+mi%CC%81stica+(temple+sobre+lienzo,+1500),+de+Botticelli.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbpMxwopKmJszKgh1GxBzzcbdLebswoSyt-9aGd0nwxG8zSyUXw9e-GaXri8ZSre0ntMjhZBnNLeM7mt4eyLE76d0MAjMgmdlL_DiMURiblr18ggNSzXVIjvgL7VWqyjMqvT24cw4Df1s/s640/Natividad+mi%CC%81stica+(temple+sobre+lienzo,+1500),+de+Botticelli.jpg" width="416" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">Natividad mística</i> (temple sobre lienzo, 1500)<br />Sandro Botticelli (1445-1510)<br /><br />Galería Nacional de Londres</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“¿Qué había pasado? Casi nada. Se había oído, saliendo de la cálida sombra de la paja un ligero grito, y desde luego aquel grito no era ni del hombre ni de la mujer. Era el dulce vagido de un niño pequeñísimo. Al mismo tiempo una columna de luz apareció en medio del establo, el arcángel Gabriel, el ángel de la guarda de Jesús, ya estaba allí, y en cierto modo tomaba la dirección de las operaciones. Además, la puerta no tardó en abrirse, y se vio entrar a una de las criadas de la posada vecina, que llevaba apoyado en la cadera un lebrillo de agua tibia. Sin vacilar, se arrodilló y bañó al niño. Luego lo frotó con sal, a fin de fortalecerle la piel, y una vez envuelto en pañales, lo tendió a José, quien se lo puso sobre las rodillas, señal de reconocimiento paternal.”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Y además de varias digresiones de sabiondo testigo y clarividente y de otras proverbiales y coloridas anécdotas relativas a la Natividad, el parlanchín borrico testimonia que fue el arcángel San Gabriel quien “convenció a los Reyes Magos para que no fueran a informar a Herodes, y además organizó la huida a Egipto de la pequeña familia”.</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><br /></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 18px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px; text-align: center;">
<div style="text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><i><span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6;">El azúcar salado es más azucarado que el azúcar azucarado</span></i></span></div>
</div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 14px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 14px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px; text-align: center;">
<div style="text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><b>II de II</b></span></div>
</div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;">“Taor, príncipe de Mangalore” es el séptimo y último capítulo de <b>Gaspar, Melchor y Baltasar</b> (Edhasa, Barcelona, 1996), novela de Michel Tournier, y se divide en dos partes. En la primera: “La edad del azúcar”, se narran las singularidades personales y biográficas de Taor, joven y caprichoso príncipe de veinte años, aficionado a los dulces y pasteles, cuya madre, la maharaní Taor Mamoré, procura mantenerlo frívolo y alejado del poder que ella ostenta y manipula. Siri Akbar, el esclavo y ambicioso consejero del príncipe Taor, le hace probar “un <i>rahat-lukum </i>de pistacho” (un laborioso cubito de azúcar con sabor a pistache), comprado en un cofrecillo a “unos navegantes árabes”. Tal dulcecillo encandila al joven e infantil Taor y quiere conocer la receta. Así que Siri, previsible, hizo que “dos hombre suyos” se embarcaran con los navegantes árabes en busca de la fórmula. Al cabo de varios meses de navegación y rastreo terrestre, los enviados regresan hasta la costa Malabar, al reino de Mangalore (en la actual India), sin la receta del<i> rahat-lukum </i>de pistacho, pero con dos cosas. Una es la noticia, oída entre los “anacoretas, estilistas y profetas solitarios” de “las tierras áridas de Judea y en los montes desolados de Neftalí”, de “la invención inminente de un manjar trascendente” que creará “el Divino Confitero”, a quien “Se le esperaba incesantemente en el pueblo de Judea, y algunos pensaban, apoyándose en ciertos textos sagrados, que nacería en Belén, un pueblo situado a dos días de camino al sur de la capital, donde había visto la luz el rey David.” La otra es un rústico tarro donde le trajeron al príncipe la golosina con que se alimentan tales ermitaños: “saltamontes confitados en miel silvestre”, que a Taor, tras catar y paladear, le hace decir y repetir en coro con sus rebuznantes súbditos: “El azúcar salado es más azucarado que el azúcar azucarado”. Es así que el joven Taor tiene la idea de una expedición (que aprueba su madre con tal de alejarlo del cetro y del trono) en busca de esas “maravillas que sólo se encuentran en el Occidente”, y de paso quizá hallen el “secreto del <i>rahat-lukum</i>” y algunos otros. Son cinco barcos, cada uno con un elefante, los que acometen esa travesía, esa miliunanochesca aventura que va del puerto de Mangalore al Mar Rojo y luego hasta el puerto idumeo de Elat, donde dejarán los navíos y en una caravana emprenderán la ruta a Belén. </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Son muchos los pormenores de esa aventura, no exenta de peligros y pérdidas (por ejemplo, un barco queda a la deriva con el paquidermo consumido por los quebrantahuesos; la elefanta albina se convierte en diosa de una tribu de baobalíes; otro elefante muere, en el camino a Belén, por el ataque de feroces avispas; y los dos últimos fallecen petrificados por las saladísimas aguas del Mar Muerto). Baste decir que en Etam, en torno a los estanques llamados <i>pilones de Salomón</i>, Taor se encuentra con Gaspar, Melchor y Baltasar, quienes le testimonian sobre quien aún supone “el Divino Confitero”: “Es un niño muy pequeño nacido sobre la paja de un establo, entre un buey y un asno”. Y además de que Melchor le dice que “el arcángel San Gabriel, que hacía de mayordomo del Pesebre”, les recomendó no regresar ni pasar por Jerusalén porque “Herodes albergaba intenciones criminales respecto al Niño”, cada uno le narra lo vivido ante el bebé, la entrega del correspondiente tributo (el oro, el incienso y la mirra) y la incidencia de su divino influjo en la secreta psique y código existencial de cada uno. De modo que tras oírlos, Taor colige que el Niño responde “con exactísima adivinación de nuestra íntima personalidad. Por eso lo que dice a uno en el secreto de su corazón es ininteligible para los demás.” </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Es así que el viejo, opulento y culto Baltasar, rey de Nippur, quien otorgó la mirra (un bloque guardado desde infancia que le regalara el entomólogo Maalek, especializado en mariposas) y quien en contra de la intolerante y violenta religión iconofóbica de su reino (ubicado en las inmediaciones del Éufrates, cerca de la actual Bagdad) por más de 50 años ha sido un coleccionista de arte al que sus fanáticos súbditos recién le destruyeron su museo (el Balthazareum), se propone reconstruirlo, pero no con “obras modernas”, sino con “las primeras obras maestras del arte cristiano”. Y “la primera pintura cristiana” será, le dice, “La Adoración de los Magos, tres personajes cargados de oro y de púrpura que vienen de un Oriente fabuloso para prosternarse en un miserable establo ante un niño recién nacido.” </span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMv6qltDaJjGzbpQehpCd6uZ4K8OrVPi3JiswqhjSM3c3kpHCq9-16DjIJaolgic_zjgjRTMGgeC5pPy6l_S6cNZllA6nqRb_XY6AlJBIidcMCHMjRaCzR3Pt63m1tywkUowga2X4oFP8/s1600/La+Adoracio%CC%81n+de+los+Reyes+Magos+(o%CC%81leo+sobre+tabla,+1504),+de+Alberto+Durero.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="553" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMv6qltDaJjGzbpQehpCd6uZ4K8OrVPi3JiswqhjSM3c3kpHCq9-16DjIJaolgic_zjgjRTMGgeC5pPy6l_S6cNZllA6nqRb_XY6AlJBIidcMCHMjRaCzR3Pt63m1tywkUowga2X4oFP8/s640/La+Adoracio%CC%81n+de+los+Reyes+Magos+(o%CC%81leo+sobre+tabla,+1504),+de+Alberto+Durero.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">La Adoración de los Reyes Magos </i>(óleo sobre tabla, 1504)<br />Alberto Durero (1471-1528)<br /><br />Galería de los Oficios de Florencia</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> El príncipe Melchor, veinteañero, despojado, desterrado y fugitivo, que depositó “a los pies del Niño la moneda de oro acuñada con la efigie” de su padre, el rey Teodemo (recién envenenado por su tío Atmar, príncipe de Hama), que además, le dice, “Era mi único tesoro, el único documento que atestiguaba mi calidad de heredero de Palmira” (en la actual Siria), le narra que renuncia a tal reino para ir en pos del reino que le “prometió el Salvador. Me retiraré al desierto con mi fiel Baktiar [su tutor y único acompañante a pie]. Fundaremos una comunidad con todos los que quieran unirse a nosotros. Será la primera ciudad de Dios, toda ella recogida en la espera del Advenimiento. Una comunidad de hombres libres cuya única ley común será la ley del amor...”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Por su parte, Gaspar, rey de Meroe (en el actual Sudán), que es de raza negra, muy rico, sujeto de epifanías y observador de secretas visiones fantásticas, quien emprendió el viaje desde su palacio-fortaleza con una caravana de camellos, le testimonia: </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“Al acercarme al Pesebre, deposité en primer lugar el cofrecillo de incienso a los pies del Niño, único ser en verdad que merece ese homenaje sagrado [‘El incienso armoniza con la corona, como el viento con el sol’]. Me arrodillé. Toqué con mis labios mis dedos, e hice ademán de enviar ese beso al Niño. Sonrió. Me tendió los brazos. Entonces supe lo que era el encuentro total del amante y del amado, esa veneración temblorosa, ese himno de júbilo, esa fascinación maravillada.</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“Y había algo más que para mí, Gaspar de Meroe, sobrepasaba a todo en belleza, una sorpresa milagrosa que la Sagrada Familia evidentemente había preparado pensando tan sólo en mi llegada.”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Y esto es que Gaspar, nativo de la desértica África negra en las inmediaciones del Nilo, ve un “Jesús negro”, un bebé africano de nariz chata, hijo de María y José, que son blancos. Pero el efecto es que inducido por esa “primera lección de amor cristiano”, decide brindarles la libertad a una pareja de rubios y blancos fenicios, esclavos suyos, prisioneros en su fortaleza (donde en su harén tiene 17 mujeres negras), tras descubrir que no eran hermanos y que ella, Biltina, lo engañaba y traicionaba con él. Doloroso y ferviente amor no correspondido (Biltina, además, vomita de asco tras la primera cópula), que fue el <i>leitmotiv</i> que le hizo emprender, como una especie de terapia, la expedición en pos del cometa, el <i>astro cabelludo</i>, con “melena dorada”, del que le habló y señaló Barka Mai, su astrólogo de cabecera, quien oyó el anuncio de un viajero llegado “de las fuentes del Nilo”. </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Al día siguiente, Taor, que dice entender poco de los propósitos de cada monarca (“El arte, la política y el amor”), toma el camino a Belén con su caravana, porque supone que el Niño tiene una respuesta sólo para él (“El Niño me espera con su respuesta ya preparada para el príncipe de lo azucarado, que acude a él desde la costa de Malabar”). Y ya en Belén, con su séquito (quedan dos elefantes que asombran a la alharaquienta prole de chiquillos callejeros), el posadero que dio cobijo a José y a María en un improvisado y aledaño establo le informa que, tras el “censo oficial”, la pareja, con el bebé, debió tomar el camino “a Nazaret, de donde habían venido”. Pero “la moza de la posada”, que asistió el parto, le dice que los oyó decir “que iban a descender hacia el sur, en dirección a Egipto, para escapar a un gran peligro del que alguien les había avisado”. Taor se acuerda de la amenaza de Herodes y Siri Akbar, a quien le urge el regreso, le recomienda tomar “a la vez la dirección de Elat y la de la huida de la Sagrada Familia”. </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Pero ya a esas alturas del viaje, Taor ha madurado lo suficiente para deducir que “El Salvador no es como nosotros suponíamos”, que no se trata del Divino Confitero al que iban a ofrendar con las golosinas que llevan consigo. Así que antes de partir, decide deshacerse de toda esa carga organizando un gran banquete para los niños de Belén mayores de dos años. “En el bosque de cedros que domina la ciudad”, levantan un campamento y sus pasteleros y confiteros preparan esa merienda nocturna, cuyo meollo de las delicias es el pastel gigante que transportan cuatro hombres en una camilla, “obra maestra de la arquitectura repostera”, pues “estaba formado por almendrado, mazapán, caramelo y fruta escarchada, una fiel reproducción en miniatura del palacio de Mangalore, con estanques de jarabe, estatuas de membrillo y árboles de angélica. Ni siquiera habían olvidado a los cinco elefantes del viaje, modelados en pasta almendrada con colmillos de azúcar cande.”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Cuando el festín está en su apogeo y los chiquillos se dan la gran vida, oyen “el eco lejano de un gran clamor doloroso que venía de la invisible aldea” de Belén. Y es el esclavo Siri Akbar, “irreconocible, manchado de ceniza y de sangre, con las vestiduras desgarradas”, el que llega y le informa: “Hace una hora que los solados de Herodes han invadido la aldea, y matan, matan, matan sin compasión”. “Parecen tener órdenes de no dar muerte más que a los niños varones de menos de dos años.” </span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvWs3SNO1YvbWkSTyEDFS0f1P3ABfIobgllmhE9ZKyarczcReCZGdZ694X20CUblEF87gjkbz0bGxYNsY9QHVFNZ835BP0ChaVcYsoHwySQR15rzyPLwrnWUPWOhlCDai9-PU6VtmvfXc/s1600/La+matanza+de+los+inocentes+(segu%CC%81n+un+co%CC%81dice+del+siglo+X).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="494" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvWs3SNO1YvbWkSTyEDFS0f1P3ABfIobgllmhE9ZKyarczcReCZGdZ694X20CUblEF87gjkbz0bGxYNsY9QHVFNZ835BP0ChaVcYsoHwySQR15rzyPLwrnWUPWOhlCDai9-PU6VtmvfXc/s640/La+matanza+de+los+inocentes+(segu%CC%81n+un+co%CC%81dice+del+siglo+X).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;"><br />La matanza de los inocentes</i>, según un códice del siglo X</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> Y con tal convite y sangrienta matanza concluye para Taor, príncipe de Mangalore, “el fin de una edad, la del azúcar”.</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px; text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px; text-align: center;">
<div style="text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><i><span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6;">Era agua dulce, la primera gota no salada que bebía</span></i></span></div>
</div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 14px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 14px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px; text-align: center;">
<div style="text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><b>III de III</b></span></div>
</div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;">La última y segunda parte del séptimo y último capítulo de<b> Gaspar, Melchor y Baltasar</b> (Edhasa, Barcelona, 1996), novela de Michel Tournier, se titula: “El infierno de la sal” y es un descenso al fondo del laberíntico, subterráneo, espeluznante, salino y oscuro infierno. “En Belén —dijo sombríamente Siri— franqueamos las puertas del Infierno. Desde entonces no dejamos de adentrarnos en el Imperio de Satán.”</span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIVcevWUgH4CamjGRbA_mL3b68dau7aE8p_pNT9J-l_y8DlkwmR_w37iX8pVc1jMZmclz79qadTZ_AnWUg-seilw45zzVWJD2Y8WpOvMBuUWFjksnINQujiS_pX4FRMCGWYFpsKg8hyphenhyphenZM/s1600/La+matanza+de+los+inocentes+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="624" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIVcevWUgH4CamjGRbA_mL3b68dau7aE8p_pNT9J-l_y8DlkwmR_w37iX8pVc1jMZmclz79qadTZ_AnWUg-seilw45zzVWJD2Y8WpOvMBuUWFjksnINQujiS_pX4FRMCGWYFpsKg8hyphenhyphenZM/s640/La+matanza+de+los+inocentes+(2).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6; font-family: georgia;"><b><i><br />La matanza de los inocentes</i></b></span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> Después de la sádica y horrenda matanza en Belén de los niños menores de dos años “ejecutada por la legión cimeria de Herodes, un cuerpo de mercenarios de roja pelambrera”, el esclavo Siri Akbar, ansioso por regresar al puerto de Elat (donde se hallan los restantes cuatro navíos de la expedición que partió de la costa de Malabar, precisamente del puerto de Mangalore), le sugiere al príncipe Taor, que para eludir “las guarniciones militares de Hebrón y de Beersheba”, tomen el camino hacia la “aridez del desierto de Judá y de las estepas del Mar Muerto”. </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Y es allí, en los saladares del Mar Muerto (“que el profeta llamó ‘el gran lago de la cólera de Dios’), donde erigen un efímero campamento y mueren, tras bañarse en las mortíferas y saladas aguas, los dos últimos paquidermos (“dos enormes hongos de sal en forma de elefante se habían añadido a las demás concreciones salinas que llenaban la playa”). </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Luego de varios días de caminar en tal ámbito solitario y deletéreo, llegan a un paraje de “acantilados gigantescos perforados por grutas, algunas de las cuales [tiempo ha] habían debido de estar habitadas.”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Y más adelante, donde las “orillas del lago [el Mar Muerto] se iban acercando”, arriban a una magnífica ciudad desierta que parece haber sido “fulminada en un instante”. “Ni un ruido, ni un movimiento despertaban a esa inmensa necrópolis”, que Siri califica como el “último círculo del infierno”. En el resto de un altar de piedra de un derruido templo, Taor ordena y proclama la libertad de su séquito: “Esclavos, os doy la libertad”. Y durante la noche, mientras duermen en los escombros de una quinta, Taor ve, entre el sueño y la vigilia, a un hombre alto, con ropas negras seguido por un hombre desnudo, despellejado y teñido de rojo sangre y con un “pesado bastón en la mano”. El hombre de negro los hojea con una linterna y les da la socarrona bienvenida. “¡Nobles extranjeros —dijo—, sed bienvenidos en Sodoma!” </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Tras el amanecer y haber percibido y oído una ferviente y apresurada actividad nocturna en las calles de Sodoma, Taor advierte que sus hombres, ahora libertos, se han marchado a hurtadillas y que sólo resta uno: Draoma, que también se hubiera ido, pero por ser el “tesorero-contable de la expedición”, tuvo que quedarse porque está obligado a rendir cuentas a la maharaní Taor Mamoré, madre del príncipe. </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Ya en camino y por “el sur de la ciudad” los atrae un rumor en una explanada donde, en una caravana de camellos que transportan sal, un hombre, a instancias a otro que lleva “anudado a la cintura el rosario de calcular de los mercaderes”, es detenido y llevado “ante el juez de los miércoles”, pues por sus deudas, será juzgado y condenado a las minas de sal. Taor y Draoma se introducen entre la multitud que mira el subterráneo y perentorio juicio. El príncipe observa que el acusado tiene mujer y cuatro hijos pequeños. Levanta la mano y solicita pagar la deuda. El juez y el mercader convienen en que 33 talentos la saldan. Taor ordena a Draoma que pague, pero el dinero resulta mínimo. La gente se ríe de él. Taor vuelve a pedir la palabra; y dado que es joven (tiene 20 años) y fuerte y no tiene familia, se ofrece para cumplir la condena. El juez acepta. El acusado celebra la libertad con sus seres queridos y los verdugos empiezan a colocar grilletes en los pies de Taor, quien se despide de Draoma y le indica que se lleve el resto del dinero y que allá, en el reino de Mangalore (en la actual India), no diga nada de lo ocurrido. Cuando éste ya se ha marchado, Taor, cándido e ignorante, le pregunta al juez, quien “ya estaba estudiando el legajo de otro asunto”, por el tiempo que necesita un preso salinero para pagar 33 talentos. La respuesta literalmente lo derrumba y deja inconsciente: “¡Pues nada más sencillo de calcular, treinta y tres años!”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>A partir de ese momento los días y las condiciones físicas de Taor se hacen auténticamente infernales. Michel Tournier, con su extraordinario poder imaginativo y narrativo (magnético, muy visual, y repleto de múltiples menudencias y detalles), cuenta las mil y una peripecias de ese avérnico y doloroso drama, salpimentado por las descripciones de las subterráneas galerías y de las orillas del Mar Muerto (en cuyas mortíferas aguas se realiza una letal pesca) y por los relatos de los atavismos, las costumbres y la vida social de los sodomitas (“la sodomía gozaba de particular favor entre las mujeres”). Primero porque ese subterráneo laberinto de minas salineras (97 minas, cuya carga transportan “las dos caravanas que cada semana salían de Sodoma”) se halla precisamente bajo las calles y construcciones de esa “ciudad maldita”, donde todos son sodomitas, “habitantes secretos”, ignorados por sus vecinos (en “virtud de una convención tácita”), “supervivientes de una población exterminada por el fuego del cielo mil años atrás”, quienes rinden culto a una fémina: “la esposa de Lot”, “aquel sodomita, que había renegado de su ciudad y elegido el bando de Yahvé, y que luego había sido embriagado y violado por sus propias hijas”.</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Taor, porque así es la regla carcelaria, es recluido en una celda individual para evitar “la gran crisis inicial de la desesperación”. Encierro que puede durar “de seis días a seis meses”; al preso, además, “Si era necesario, le alimentaban a la fuerza por medio de una cánula”. Y más aún, “el salinero no debía volver a ver la luz del sol antes de cinco años” y la dieta de siempre se limita a dos invariables cosas: “salazón de pescado y agua salobre”. Y es ahí donde “Taor, —el príncipe del azúcar— fue donde tuvo que hacer la reforma más penosa de sus gustos y costumbres. Desde el primer día tuvo la garganta inflamada por una sed ardiente, pero aún no era más que una sed de garganta, localizada y superficial. Poco a poco desapareció, pero para ser sustituida por otra sed, menos dolorosa quizá, pero más profunda, esencial. Ya no eran su boca y su garganta las que reclamaban agua dulce, era todo su organismo, cada una de sus células que sufrían una deshidratación fundamental y se reunían en un clamor silencioso y unánime. Sabía bien que esa sed, cuando la oía surgir en su interior, iba a necesitar todo el resto de su vida para saciarse, si le ponían en libertad antes de su muerte.”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“La mina”, dice la omnisciente y ubicua voz narrativa, “no deja fácilmente a los que la sirven. El fuerte sol, al cual aquellos hombres ya no estaban acostumbrados, les quemaba la piel y los ojos, y tenían que volver a la penumbra subterránea con lesiones cutáneas o una oftalmia incurables. El colmo de la degeneración era adaptarse a la degeneración hasta el punto de que cualquier mejora resultaba imposible. Bajo la acción permanente de la humedad saturada de sodio, algunos mineros veían cómo su piel de desgastaba, se hacía más delgada, hasta convertirse completamente diáfana —como la que recubre una herida recién cicatrizada—, y eso les hacía parecer despellejados. Les llamaban los hombres rojos, y uno de ellos era el que había visto Taor la noche en que llegó a Sodoma. Generalmente iban desnudos —porque no soportaban ninguna ropa, y menos aún las de la mina, que debido a la sal eran muy ásperas—, y si se aventuraban a salir al exterior era en plena noche, por horror al sol. Sin duda debido a sus orígenes indios, Taor no conoció esa excoriación general, pero sus labios se apergaminaron, la boca se le resecó, los ojos se le llenaron de purulencias que no dejaban de supurar a los largo de las mejillas. Al mismo tiempo veía desaparecer su vientre, y el cuerpo se le convirtió en el de un viejo encorvado y encogido.”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Pasan los años y durante una breve semana, Taor tiene por compañero de celda a un tal Cleofante, “oriundo de Antioquía de Pisidia, ciudad de la Frigia gálica”, quien se dice “confitero de oficio” y “especialista en dulces orientales”. Una noche, Taor le pregunta por el <i>rahat-lukum</i>; y Cleofante, que es hablantín y detallista, les explica el proceso de elaboración de esa delicia, incluida la variedad del “<i>rahat-lukum</i> con pistacho”, que otrora incitó al príncipe de Mangalore a emprender su lejana expedición en busca del Confitero Divino.</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Pero el encuentro trascendental en las infernales minas de Sodoma le ocurre a Taor cuando ya ronda los 33 años de su pena carcelaria. Dema, un pescador “oriundo de Merom, a orillas del pequeño lago Huleh que atraviesa el Jordán”, quien sólo estuvo allí un breve tiempo, “hizo una alusión incidental a cierto predicador al que había oído a orillas del lago de Tiberíades y en los alrededores de la ciudad de Cafarnaúm, y al que las gentes solían llamar el Nazareno”. Tras oírlo, Taor “comprendió que se trataba del mismo a quien no había podido encontrar en Belén, y por quien se había negado a regresar con sus compañeros”.</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>A través de las anécdotas que recita Dema con “las palabras del Nazareno”, Taor se entera de los milagros que ha hecho y oye los proverbios que ha esparcido y siente “que sin duda alguna era el mismo Jesús quien se dirigía a él por medio del pescador de Merom”. </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“Dijo: ‘Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra’.</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“—¿Qué más dijo? —preguntó Taor en voz baja.</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“—Dijo: ‘Bienaventurados quienes tienen sed de justicia porque ellos serán saciados’.</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“Ninguna frase podía dirigirse más personalmente a Taor, el hombre que sufría sed desde hacía tanto tiempo para que se hiciera justicia. Suplicó a Dema que repitiera una y otra vez aquellas mismas palabras en las que se contenía toda su vida. Luego dejó que su cabeza reposara hacia atrás, apoyándola en la pared lisa y malva de su nicho, y entonces se produjo un milagro. ¡Oh, un milagro discreto, ínfimo, del que sólo podía ser testigo Taor!: de sus ojos corroídos, de sus párpados purulentos cayó una lágrima, que rodó por su mejilla y luego cayó en sus labios. Y probó el sabor de aquella lágrima: era dulce, la primera gota de agua no salada que bebía hacía más de treinta años.”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Poco después muere Dema y Taor es liberado. Pobre, disminuido y maltrecho se dirige a pie en pos de Jesús. Al duodécimo día llega a Betania preguntando por él. Y aún le toma otro tiempo para llegar a Jerusalén de “noche cerrada”. Pero como era la noche en que los judíos celebran la Pascua, le abrieron las puertas donde tocó y preguntó por “la casa de José de Arimatea”, donde Jesús, con sus amigos, se había reunido. Pero Taor llegó tarde: “La sala estaba vacía”: “Sobre la mesa quedaban también pedazos de aquel pan si levadura que los judíos comen en esa noche en recuerdo de la salida de Egipto de sus padres.”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“Taor sintió vértigo: ¡pan y vino! Alargó una mano hacia una copa y la alzó hasta sus labios. Luego cogió un trozo de pan ácimo y lo comió. Entonces se precipitó hacia adelante, pero sin llegar a caer. Los dos ángeles que velaban por él desde su liberación lo sostuvieron con sus grandes alas, mientras el cielo nocturno se cubría de inmensos fulgores, se llevaron a aquél que después de haber sido el último, el que siempre llegaba con retraso, acababa de ser el primero en recibir la eucaristía.”</span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8zgauZ5Fwm7oJnIPagSGWs2HKy7JrKah_n0fvauM8rHfxeu4hWYr7ADGAuzSWYaV70QzInKcJdo1dh23y3u5i19v3fDP8fWDm95kRPqwBP9-FO4vy-Wraa7Yw7vJ6PWlyftfeliofY2g/s1600/Michel+Tournier+(1).JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="263" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8zgauZ5Fwm7oJnIPagSGWs2HKy7JrKah_n0fvauM8rHfxeu4hWYr7ADGAuzSWYaV70QzInKcJdo1dh23y3u5i19v3fDP8fWDm95kRPqwBP9-FO4vy-Wraa7Yw7vJ6PWlyftfeliofY2g/s400/Michel+Tournier+(1).JPG" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6;">Michel Tournier</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #3d85c6;">(París, diciembre 19 de 1924-Choisel, enero 18 de 2016)</span></span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">Michel Tournier, <b>Gaspar, Melchor y Baltasar</b>. Traducción del francés al español de Carlos Pujol. Serie Narrativas Contemporáneas núm. 147, Edhasa. Barcelona, mayo de 1996. 272 pp.</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<br /></div>
Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-48810392017803765522023-12-06T01:00:00.000-08:002023-12-25T09:47:33.796-08:00Smoke & Blue in the face<p style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe; font-family: georgia; font-size: large;">El
acto de leer y contar, el punto zen y lo único</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #2b00fe;">I de III</span></b><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;">El día de la Nochebuena de 1990, en San Francisco, California, Wayne
Wang, director de cine de origen chino, leyó en el <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">New York Times</b> el “Cuento de Navidad de Auggie Wren”, escrito por
el norteamericano Paul Auster, a quien no conocía ni como lector ni en persona.
Pero el texto lo emocionó y le gustó tanto, que se propuso leer sus libros y
sobre todo hacer una película basada en tal relato. En mayo de 1991, Wayne Wang
visitó a Paul Auster en su estudio de Park Slope, el barrio neoyorquino en
Brooklyn, donde entonces residía el novelista desde hacía más de quince años.
Tal visita incluyó un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tour</i> repleto de
relatos y leyendas que le contaba Paul Auster sobre la urbe, el barrio y su
gente. Un almuerzo en el Jack’s, el restaurante donde Auggie Wren le narra el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuento de Navidad</i> al Paul del relato que
publicó Paul Auster en el <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">New York Times</b>;
y entre otros ejemplos de futuras localizaciones extraídas del cuento, una
visita al verdadero estanco ubicado en el centro de Brooklyn que inspiró al verdadero
Paul, sitio donde el escritor suele adquirir sus latas de Schimmelpennincks,
los puritos holandeses que le place fumar. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"> </span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxmQu0K76BzSE4mVkszPfTe7z6ZAazKl1b3leXJBboM_-CWciN2vcKEs0eqlbr_5mM8YRM-tFmeFixc-0xem4BImlE1j_0ecLLDRNW8Ba153NGSDuUrGHFZzWCTovnNG6gq5rFDoo0AHHJz278xM3-k015WVZE7-P6RSDbn0iWEYoJao2ERd_8Ikags-2z/s1467/Schimmelpennincks.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1033" data-original-width="1467" height="281" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxmQu0K76BzSE4mVkszPfTe7z6ZAazKl1b3leXJBboM_-CWciN2vcKEs0eqlbr_5mM8YRM-tFmeFixc-0xem4BImlE1j_0ecLLDRNW8Ba153NGSDuUrGHFZzWCTovnNG6gq5rFDoo0AHHJz278xM3-k015WVZE7-P6RSDbn0iWEYoJao2ERd_8Ikags-2z/w400-h281/Schimmelpennincks.jpg" width="400" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> Pero lo más importante es que a
partir de tal encuentro empezaron a concebir el proyecto que, no sin
vicisitudes, derivaría en lo que es la película <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Smoke</b> (1995)<span lang="ES">,<span style="color: black; layout-grid-mode: line;"> guionizada por Paul Auster y dirigida por Wayne Wang </span>—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">filme</span> que en la Berlinale de
ese año obtuvo el Premio Especial del Jurado y al año siguiente el Premio
Independent Spirit al <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mejor primer guion</i>—
y<span style="color: black; layout-grid-mode: line;"> que suscitó el rodaje de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Blue in the face</b> (1995), codirigido por
Wayne Wang y Paul Auster, en base a ciertas “Notas para los actores” escritas
por éste, las cuales sirvieron de arranque para las libres interpretaciones y
espontáneas improvisaciones hechas por el reparto </span>—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">notable por los sucesivos e
instantáneos cameos</span>—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">, lo
que suscitó que Peter Newman, uno de los productores, la calificara de “un
proyecto en el que los internos asumen la dirección del manicomio”. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="color: black;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1hr02mnh6iiL1mrTpgbzB2ITCArUs0nOy4dNfi2hT3OnlS9eAs26BMRW-DqhrLAC56PE6BMdH6lXwauEsw_68bdlj7zQM3rvpWtG5vnxb1a3lNH6dFbS_8dhOqHDEwJZsiGErnSLfrHNlcb-FEh6Fk6Xu0Csker8Hu8yVPi35ySwG6-_5l-d0mu6K3Tx8/s885/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20208.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="567" data-original-width="885" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1hr02mnh6iiL1mrTpgbzB2ITCArUs0nOy4dNfi2hT3OnlS9eAs26BMRW-DqhrLAC56PE6BMdH6lXwauEsw_68bdlj7zQM3rvpWtG5vnxb1a3lNH6dFbS_8dhOqHDEwJZsiGErnSLfrHNlcb-FEh6Fk6Xu0Csker8Hu8yVPi35ySwG6-_5l-d0mu6K3Tx8/w400-h256/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20208.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"><span style="font-family: georgia;">Wayne Wang, Harvey Keitel y Paul Auster<br /><br /><b>Smoke & Blue in the face</b>, p. 208</span><br /></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="color: black;"><span style="font-family: georgia;"><br /> Entre el reparto de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Blue in the face</b> figura Harvey Keitel, quien en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Smoke</b> también caracterizó a Auggie
Wren, el dependiente de la tabaquería; Mel Gorham, repitiendo a Violet, que ya
no es la ligue latina de Auggie, sino la mujer con quien sale; Victor Argo, de
nuevo en el papel de Vinnie, el dueño del estanco donde despacha Auggie; y
entre los que no estuvieron en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Smoke</b>:
el guitarrista, compositor y cantante Lou Reed, monologando (en el sitio que le
corresponde a Auggie tras el mostrador) una serie de hilarantes razones y
sinrazones de índole existencialoide y pseudofilosóficas; Madonna, en un fugaz aleteo
de cantarina-mensajera; y el cineasta Jim Jarmusch, notorio en su papel de Bob,
el fotógrafo que asiste al estanco para fumarse con Auggie su último
cigarrillo; pero sobre todo por ser el director de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Extraños en el Paraíso</b> (1984), <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Bajo
el peso de la ley</b> (1986), <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Hombre
muerto</b> (1995), <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Coffee and Cigarettes</b>
(2003), entre otros filmes. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="color: black;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTrMWKWSZmeYTONIAVX0SxHt0WygImeCeYwxH-gLY6ZOq_hSxFzJCSJxc7DZjSsM_pB7-6b9by_9QoP2s4wRrVxnXuDnG7TLRznFcSVX8-L9koZBGPKIiQVXlwMW1_9Bvo4V5DO3Y0n9beH4Id34c6yYZjs-q3ofpGZpHekIkqqhu-wNwGtdYTOrkOmIbn/s898/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20245.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="569" data-original-width="898" height="254" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTrMWKWSZmeYTONIAVX0SxHt0WygImeCeYwxH-gLY6ZOq_hSxFzJCSJxc7DZjSsM_pB7-6b9by_9QoP2s4wRrVxnXuDnG7TLRznFcSVX8-L9koZBGPKIiQVXlwMW1_9Bvo4V5DO3Y0n9beH4Id34c6yYZjs-q3ofpGZpHekIkqqhu-wNwGtdYTOrkOmIbn/w400-h254/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20245.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #2b00fe;">Harvey Keitel y Jim Jarmusch</span><br /><br /><b style="color: #2b00fe;">Smoke & Blue in the face</b><span style="color: #2b00fe;">, p.245</span></span><br /></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="color: black;"><span style="font-family: georgia;"><br /> Y si una detallada enumeración de los
participantes implica citar a Harvey Wang, fotógrafo que filmó una serie de
secuencias documentales en video súper 8, de cuyas imágenes varios fragmentos
fueron insertados entre el total de fragmentarias secuencias que conforman la
película, tampoco es posible ignorar a Christopher Ivanov, el montador, a quien
Paul Auster reivindica diciendo: “Wayne y yo pasamos incontables horas en la
sala de montaje con Chris, probando docenas de ideas diferentes en una
conversación triangular continuada, y su energía y paciencia fueron
inagotables. En todos los sentidos de la palabra, él es coautor de la
película.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXp8CnV1P055A-45YWvuLQ3QW25XkXhh-xSjSclI0KuX7TB4sGjoKXqQB-CYRuicMm9EyS6s9xt78BkL_r2mlmpESh9qcH37ofrqDibQMZALRohmq94BlKrl2Hk_Pk-loT0RMEF35XWy84694iLFYIaCE_F1RNZWcWVRuaSeUJdDDeO1MGzm8WKOBAXKy_/s1939/Smoke%20&%20Blue%20in%20the%20face%20(Anagrama,%203a%20ed.,%201996).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1939" data-original-width="1414" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXp8CnV1P055A-45YWvuLQ3QW25XkXhh-xSjSclI0KuX7TB4sGjoKXqQB-CYRuicMm9EyS6s9xt78BkL_r2mlmpESh9qcH37ofrqDibQMZALRohmq94BlKrl2Hk_Pk-loT0RMEF35XWy84694iLFYIaCE_F1RNZWcWVRuaSeUJdDDeO1MGzm8WKOBAXKy_/w466-h640/Smoke%20&%20Blue%20in%20the%20face%20(Anagrama,%203a%20ed.,%201996).jpg" width="466" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe; font-family: georgia;">Panorama de narrativas núm. 339, Editorial Anagrama, 3ª ed.,<br />Barcelona, noviembre de 1996</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /> </span>En este sentido, el libro <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Smoke & Blue in the face</b>,
profusamente ilustrado con anónimas fotos y fotogramas en blanco y negro </span><span lang="ES">—cuya
primera edición de Anagrama data de noviembre de 1995 (el mismo año que en
Nueva York apareció en inglés coeditado por Hyperion y Miramax)— inicia<span style="color: black; layout-grid-mode: line;"> con un prólogo en el que Wayne Wang
alude su descubrimiento de Paul Auster, el inicio de la amistad, y su
consecuente y mutua colaboración en ambos filmes. Y enseguida el libro se
divide en los dos principales apartados: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Smoke</i>
y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Blue in the face</i>. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhStnHCUmtaDHLMYugXeCpWAewIs5i0WqG5PVmdE0QYAbNLv7hWc05gR0j8znc3vhKqT9DAkW7zXc3u25j3b3ZhNdUmX67YHiaBWvXtrXy-fegTA_0Y7obQHIqvs8gFedxiBBCRfUxaBUjRtBChRYOgu2sGAQNenE0QZPc2ozflX6w92XKw4n8tCSQdMput/s891/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20221.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="585" data-original-width="891" height="263" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhStnHCUmtaDHLMYugXeCpWAewIs5i0WqG5PVmdE0QYAbNLv7hWc05gR0j8znc3vhKqT9DAkW7zXc3u25j3b3ZhNdUmX67YHiaBWvXtrXy-fegTA_0Y7obQHIqvs8gFedxiBBCRfUxaBUjRtBChRYOgu2sGAQNenE0QZPc2ozflX6w92XKw4n8tCSQdMput/w400-h263/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20221.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #2b00fe;">Lou Reed<br /></span><br /><span style="color: #2b00fe;"><b>Smoke & Blue in the face</b>, p. 221</span></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"><br /> La sección de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Smoke</i> comprende tres partes: “Cómo se hizo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Smoke</i>”, una entrevista a Paul Auster realizada por Annette Insdorf,
“Catedrática del Departamento de Cine de la Escuela de las Artes de la
Universidad de Columbia y autora de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">François
Truffaut</i>”; <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Smoke</i>, el guion
escrito por Paul Auster, precedido por los créditos de la película, pese a que
el filme y el texto difieren; y el “Cuento de Navidad de Auggie Wren”, que el
narrador escribió en 1990 para el <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">New
York Times</b>.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3iOlHh0_Xv-pse6JY8qchVN2ebh2qKg01uK48tNjZjfHt6YztVyfPh_s4zRB62Az40qEu_La5tSUc4R59NPnWplVXVWfKLVnVVmaPMCPoJHpQD7t5EElL4bsvnv7a-l3b9_0LK6PHAyDP-ZpCA9vOrU_toaG_11LweDUQlDEExSCJ2qFKlzwMimtxKpMe/s1371/Smoke%20&%20Blue%20in%20the%20face%20(Anagrama,%203a%20ed.,%201996),%20cintillo.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="460" data-original-width="1371" height="134" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3iOlHh0_Xv-pse6JY8qchVN2ebh2qKg01uK48tNjZjfHt6YztVyfPh_s4zRB62Az40qEu_La5tSUc4R59NPnWplVXVWfKLVnVVmaPMCPoJHpQD7t5EElL4bsvnv7a-l3b9_0LK6PHAyDP-ZpCA9vOrU_toaG_11LweDUQlDEExSCJ2qFKlzwMimtxKpMe/w400-h134/Smoke%20&%20Blue%20in%20the%20face%20(Anagrama,%203a%20ed.,%201996),%20cintillo.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe; font-family: georgia;">Cintillo</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /> </span>La sección de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Blue in the face</i> también comprende tres
partes: “Esto es Brooklyn. No seguimos el reglamento”, un prefacio de Paul
Auster en el que bosqueja ciertos incidentes y anécdotas que dieron origen a
este <i style="mso-bidi-font-style: normal;">divertimento</i> fílmico que, sin
ser continuación de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Smoke</i>, está
intrínsecamente emparentado, tanto por el hecho de que el estanco </span><span lang="ES">—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">el sitio donde despacha Auggie Wren</span>—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;"> es la locación principal (el
interior o la esquina que da a la calle) y por ende donde se desarrollan la
mayoría de las azarosas, fragmentarias, delirantes y risibles secuencias que la
constituyen, como por la circunstancia (ya mencionada) de que varios de los
actores que estuvieron en el anterior reparto, repiten la caracterización que
les correspondió. En este sentido, si <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Blue
in the face</b> es “un buñuelo relleno de aire, una hora y media de canciones,
bailes y disparates”, “un himno a la gran República Popular de Brooklyn” </span>—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">según la define Paul Auster</span>—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">, la tabaquería donde despacha
Auggie, ubicada en la víscera cardiaca de tal sector neoyorkino, es una bufa y
distendida idealización de la vida cotidiana en Brooklyn y de los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">destinos cruzados</i> que se dan cita en el
estanco; es decir, sin la crudeza, la violencia y la marginación que se
fermenta y empantana por allí.<o:p></o:p></span></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="color: black; margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuC-IYrtY5p5ryE6CZ1B1barxY_ib4x1rZ24auhYVzz2rNheUo_oJIeiCm9uEI0Cm44KB1wy49cB1rJ2lZrvzip-N89ySLgfLlr8FA2H9iq6MtK8xJefnPhXveTEdZr56_qHl3gANRTEOZBADiFDFZWn4OIW8ScGhByhIU1ju5sdsTeoiM36pGXSTpLyuC/s899/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20303.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="590" data-original-width="899" height="263" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuC-IYrtY5p5ryE6CZ1B1barxY_ib4x1rZ24auhYVzz2rNheUo_oJIeiCm9uEI0Cm44KB1wy49cB1rJ2lZrvzip-N89ySLgfLlr8FA2H9iq6MtK8xJefnPhXveTEdZr56_qHl3gANRTEOZBADiFDFZWn4OIW8ScGhByhIU1ju5sdsTeoiM36pGXSTpLyuC/w400-h263/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20303.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe; font-family: georgia;"><b>Smoke & Blue in the face</b>, p. 303</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> La segunda parte correspondiente
a la sección <i style="color: black;">Blue in the face</i>, son
las “Notas para los actores” escritas por Paul Auster, divididas en dos
segmentos: “Julio” y “Octubre”; lo cual alude el hecho de que las escenas
fueron rodadas durante tres días de cada mes. Cada una de las “Notas para los
actores”, ya sea que haya sido suprimida en el filme o no, está acompañada, al
pie, por una serie de anecdóticos comentarios del mismo Auster, escritos
después de realizada la película. Y por último, con los créditos por delante,
figura la transcripción del filme <b style="color: black;">Blue
in the face</b>; es decir, de lo pergeñado entre el guionista (que aquí, pese a
él, se revela como un creador de <i style="color: black;">gags</i>),
los directores, actores, fotógrafos, montador, etcétera.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2IKXYZstLr6NLTC9LE0MzjjdjE-UWUa4WFp_va_vuEG6G6CeNr8bFabk-hP-vYNA6G2r4Cfq4a8sH8p1KvBRrwMwdez4BvVfpb7ZtqUu7HBT-w3djPY0YkX7-LumW7ETw2jaRLuQooMqMP7bB-9hiIGlqjq1Yzi1-79wfAtMWpymJNkIH5UjwlCZLvINz/s873/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20217.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="560" data-original-width="873" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2IKXYZstLr6NLTC9LE0MzjjdjE-UWUa4WFp_va_vuEG6G6CeNr8bFabk-hP-vYNA6G2r4Cfq4a8sH8p1KvBRrwMwdez4BvVfpb7ZtqUu7HBT-w3djPY0YkX7-LumW7ETw2jaRLuQooMqMP7bB-9hiIGlqjq1Yzi1-79wfAtMWpymJNkIH5UjwlCZLvINz/w400-h256/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20217.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #2b00fe;">Paul Auster y Wayne Wang<br /></span><br style="color: #2b00fe;" /><b style="color: #2b00fe;">Smoke & Blue in the face</b><span style="color: #2b00fe;"> (Anagrama, 1996)</span><br style="color: #2b00fe;" /><span style="color: #2b00fe;">p. 217</span></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /> </span>Es evidente que a través de la
entrevista a Paul Auster </span><span lang="ES">—Premio Príncipe de Asturias de las Letras
2006—,<span style="color: black; layout-grid-mode: line;"> de los prólogos, los
guiones, las notas y los comentarios, se desvelan y comprenden algunos
intríngulis que oscilan alrededor y detrás de los procesos de rodaje y montaje
y del resultado final de ambos filmes, como es, en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Smoke</b>, la relevante particularidad del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuento de Navidad</i> que en el Jack’s le narra Auggie Wren al escritor
Paul Benjamin (el <i>alter ego</i> de Auster que también tiene su estudio en Park Slope y
que fue caracterizado por William Hurt) para que éste lo publique en el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">New York Times</i>, cuyas retrospectivas
imágenes en blanco y negro y la voz en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">off</i>
de Auggie, serían, según el guion, intercaladas entre el diálogo que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">t</i></span></span><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="color: black;">ête à </span></i><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES" style="color: black;">t</span></i><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="color: black;">ête</span></i><span style="color: black;"> </span><span lang="ES" style="color: black;">sostienen
en el Jack’s. (Vale observar, entre paréntesis, que Benjamin es el segundo nombre de Paul Auster y el pseudónimo con que en 1976 publicó su primera novela: <b>Juego de presión</b>.) Pero luego las dificultades para sincronizar el alterno montaje
de los fragmentos de ambas secuencias paralelas, hizo que primero se montara la
secuencia de la charla en el restaurante y después </span><span lang="ES">—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">sin la voz en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">off</i> de Auggie, pero con una rolita de Tom Waits de fondo: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Innocent when you dream (78)</i></span>—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">, la retrospectiva secuencia en
blanco y negro de las escenas del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuento
de Navidad</i> que a Paul Benjamin le relata Auggie Wren.</span></span><span style="color: black;"><o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #2b00fe;">II de III</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES" style="color: black;"><span style="font-family: georgia;">Tanto Wayne Wang, como Paul Auster, narran que desde el primer día que se
vieron y deambularon por Brooklyn tuvieron la certeza de que iban a ser grandes
amigos. Quizá esto fue una especie de elemento premonitorio y de buen augurio
que signó el hecho de que en la trama de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Smoke</b>,
pero también en la de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Blue in the face</b>,
la calidez humana y el valor de la amistad tienen gran trascendencia. Si no
hubiera sido así, el papel de Auster en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Smoke</b>
hubiera concluido con su guion; es decir, en contra de la costumbre siguió de
cerca el rodaje y el montaje, tanto, que el hecho de estar ahí y de meter su
cuchara una y otra vez, es una de las razones por las que él y Wang empezaron a
pergeñar el plan y las notas de lo que luego sería <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Blue in the face</b>. La atmósfera amistosa, según Auster, se hizo
extensiva entre el equipo de producción y el reparto. (Daniel Auster, el hijo que el escritor y guionista tuvo con la escritora Lydia Davis, su primera esposa, hizo un fugaz cameo como ladrón de libros.) Así, cabe decir que la
cálida complicidad de Siri Hustvedt, la segunda esposa de Auster desde 1981, también está
presente en las ideas que dieron origen al primer guion de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Smoke</b> que escribió el novelista, y detrás del cuestionario de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Blue in the face</b> ubicado en la
secuencia denominada “Fundación Bosco”, concebida en un momento en que Paul
Auster sentía que el cansancio lo había dejado sin una gota de creatividad.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES" style="color: black;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZU-Q3cD2Pl3woQ0QrhoKq534TSGdNj3Ik0k6bcAjjI1qaOKW8hYyfoUu5BxrPSymYlaB6x9xjFHaKpNgFVxAoR2ylggPjFv4fhtS-LGCVW62K6Ga0NehEbhiYUmtNxG4-I_KDRGGbFjw3hCxE1HnIdvlhqULkMx3FJUSbixN8KC0kn6mLBjixpqLaWF30/s889/Smoke,%20p.%2049.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="575" data-original-width="889" height="259" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZU-Q3cD2Pl3woQ0QrhoKq534TSGdNj3Ik0k6bcAjjI1qaOKW8hYyfoUu5BxrPSymYlaB6x9xjFHaKpNgFVxAoR2ylggPjFv4fhtS-LGCVW62K6Ga0NehEbhiYUmtNxG4-I_KDRGGbFjw3hCxE1HnIdvlhqULkMx3FJUSbixN8KC0kn6mLBjixpqLaWF30/w400-h259/Smoke,%20p.%2049.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe; font-family: georgia;"><b>Smoke & Blue in the face</b>, p. 49</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="color: black;"><span style="font-family: georgia;"><br /> En principio <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Smoke</i> es una celebración del acto de fumar, marcada por la
circunstancia de que los personajes (no todos fumadores empedernidos) se dan
cita en ese minúsculo recodo de Brooklyn: el estanco donde despacha Auggie
Wren. Esto es así, pese a que no falta algún sesgo moralista en contra de tal
placentero y pernicioso hábito, como es, por ejemplo, el que encarna Vinnie, el
dueño de la tabaquería, que ya lleva dos infartos, pero que sin embargo no puede
dejar sus adorados puros. “Estos cabrones me matarán cualquier día”, dice,
llevándose una buena dosis. O el que corporifica el propio Auggie en una escena
que se lee en el guion (eliminada en la película), donde al disponerse a
proseguir su lectura de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Crimen y castigo</i>,
en obvia connotación con el título, sufre un ataque de “tos de fumador profunda
y prolongada. Se golpea el pecho. No le sirve. Se pone de pie, aporreando la
mesa mientras el ataque de tos continúa. Empieza a tambalearse por la cocina.
Maldiciendo entre jadeos. Movido por la rabia, tira todo lo que hay sobre la
mesa: vaso, botella, libro, restos de la cena. La tos se calma, luego vuelve a
empezar. Él se agarra al fregadero y escupe dentro.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEng7LeK-bqX-fnYaT5L-VsXbXoDpymt34Y6Xoimpc7TCLbZQ-W4dW6hguG6D-H5rG0kIQyOV2FFvbqTq36PWTH2ai-55HQy41MUTOlyQKWPxlVLaD9-3uAzTr51SzK77SO3ZTDA4D1FutMnIr9ImOsdTs26rATUPEXA-3uMYvc0DCx6aDSc7fsBOajsoB/s872/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20204.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="872" data-original-width="614" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEng7LeK-bqX-fnYaT5L-VsXbXoDpymt34Y6Xoimpc7TCLbZQ-W4dW6hguG6D-H5rG0kIQyOV2FFvbqTq36PWTH2ai-55HQy41MUTOlyQKWPxlVLaD9-3uAzTr51SzK77SO3ZTDA4D1FutMnIr9ImOsdTs26rATUPEXA-3uMYvc0DCx6aDSc7fsBOajsoB/w281-h400/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20204.jpg" width="281" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe; font-family: georgia;"><span>Mira Sorvino<br /><br /><b>Smoke & Blue in the face</b>, p. 20</span>4</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"><br /> En cuanto a que la calidez humana
y el valor de la amistad es un ingrediente cualitativo que se desliza y trasmina
a lo largo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Smoke</i>, esto se puede
observar en las siguientes particularidades: Auggie Wren no es un tipo del todo
ejemplar: hace alrededor de diecinueve años robó una alhaja para Ruby MacNutt,
su <i style="mso-bidi-font-style: normal;">único verdadero amor</i>; fechoría que
lo obligó a renunciar a la universidad, abandonándose, a través de la marina,
durante cuatro años en el azar de la guerra, con tal de no ir a la cárcel. Y
otro de sus latrocinios, según dice, data de 1976, cuando se hizo de su primera
y única cámara fotográfica; y en 1990 </span><span lang="ES">—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">el presente</span>—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;"> hace lo posible por vender al margen de la ley (o sea: de contrabando)
varias cajas de puros cubanos. No obstante es, con todo y su humor negro y su
cáustica lengua bífida y aceitada, un buenazo, un tipo de buen corazón y sin
grandes aspiraciones. Sin necesitarlo, tiene empleado a Jimmy Rose, un
disminuido mental que aporta ciertos cómicos matices. Por hacerle un gratuito
favor al escritor Paul Benjamin emplea, también sin necesitarlo, a Rashid, un
negro de diecisiete años. Ruby MacNutt, la citada ex mujer de Auggie que otrora
lo traicionara con otro, le llega, después de dieciocho años y medio de no
verla, con el cuento de que él es el padre de Felicity, una joven de dieciocho
años que subsiste en un mísero agujero no muy lejos de allí enfrascada con un
inepto y lo peor: con un embarazo de cuatro meses y sujeta al infierno del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">crack</i>. No obstante, Auggie, después de
varios estiras y aflojas, de ciertos giros inesperados y de intuir que Felicity
no es su hija, no duda en donarle a Ruby MacNutt cinco mil dólares en efectivo,
quizá para la efímera recuperación de la chica en una clínica de
desintoxicación; cantidad que representa la única fortuna que poseía, un ahorro
de tres años, con la que tal vez hubiera podido reactivar o potenciar su
contrabando de puros cubanos.<o:p></o:p></span></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU18YXzy7yEGa-PZfu-a7C2SQaAjH5lTtNPMGx8mByocSF3S9b06P7NtPTbv8x1J06hQHbNCdpsf0-YWajDFpAsZYFNb8bb2wYPljKsUoPb9Nis7DFlbDz0vU1NzYn5_bL1uTULKtdJ05jZXbkJNWmcyfmx8_0Mcq-dGLltzrPYqkL6N-tGP69qD0oWQxF/s905/Smoke,%20p.%2082.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="573" data-original-width="905" height="254" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU18YXzy7yEGa-PZfu-a7C2SQaAjH5lTtNPMGx8mByocSF3S9b06P7NtPTbv8x1J06hQHbNCdpsf0-YWajDFpAsZYFNb8bb2wYPljKsUoPb9Nis7DFlbDz0vU1NzYn5_bL1uTULKtdJ05jZXbkJNWmcyfmx8_0Mcq-dGLltzrPYqkL6N-tGP69qD0oWQxF/w400-h254/Smoke,%20p.%2082.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe; font-family: georgia;"><b>Smoke & Blue in the face</b>, p. 82</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"><br /> </span></span><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;">En este sentido, sólo por pasar
un buen rato y por celebrar y ayudar a un amigo que no halla el tema y la
resolución de un relato, Auggie Wren le narra a Paul Benjamin el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuento de Navidad</i> que éste necesita
escribir para su inminente publicación en el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">New York Times</i>. Y sea el relato verdad o mentira, o una mezcla de
ambas cosas, en éste, Auggie, donde también es protagonista, por igual es un
buenazo que no se raja con la policía cuando un negro mozalbete se roba del
estanco unas revistas de mujeres desnudas; esto sólo por el hecho de conmoverse
y deducir, a través de ciertas fotos infantiles y de la licencia de manejo que
halla en la cartera que el ladronzuelo dejó caer en su apresurada huida, que se
trata de “Un pobre chaval de Brooklyn sin mucha suerte”. </span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjN_QaUF8kstxv_orO86kjNN_HklZBgD6jipffrkWUdkAASqcqea3ztz6fIYDmVq4URB9WDjl-aZqj4v5T2MLMeWjHdME1iGN8TKBiaP-6xW1idiVBSUpy9frJt17Fm1vJ3g1zqzuYYQh1H5EC_8q-_mcY5ymm74tt1Xu_R6MuZPkgOcWlSbXjJez42a5op/s880/Smoke,%20p.%20157.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="563" data-original-width="880" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjN_QaUF8kstxv_orO86kjNN_HklZBgD6jipffrkWUdkAASqcqea3ztz6fIYDmVq4URB9WDjl-aZqj4v5T2MLMeWjHdME1iGN8TKBiaP-6xW1idiVBSUpy9frJt17Fm1vJ3g1zqzuYYQh1H5EC_8q-_mcY5ymm74tt1Xu_R6MuZPkgOcWlSbXjJez42a5op/w400-h256/Smoke,%20p.%20157.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><b style="color: #2b00fe;">Smoke & Blue in the face</b><span style="color: #2b00fe;">, p. 157</span></span><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"><br /> Y cuando el mero día
de Navidad por fin decide devolverle la cartera, guiándose por la dirección de
la licencia, y quien le responde desde el interior y le abre la puerta es la
abuela Ethel </span><span lang="ES">—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">una anciana ciega</span>—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">,
se deja llevar en un juego de mutua complicidad y mutuos aparentes engaños,
cuyo trasfondo implica hacer lo posible </span>—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">aportando víveres, calidez, ternura y muchos cuentos</span>—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;"> para que la abuela Ethel pase una
buena tarde y una agradable cena de Navidad, pese a que Auggie, al ver en el baño
un grupo de seis o siete cámaras fotográficas de 35 milímetros (robadas, sin
duda), no puede eludir la tentación de robarse una.<o:p></o:p></span></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES" style="color: black;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYr7o8SCQP8mmE-YNCjGqD9K6wir5vWbUc6eoKpXnhYpdswC1BBb3V5YzZimV3qXvlTx1wGhM7Q7Aoqwp9L99jUqxWoFS9dBjcX1dyNswKgf1GAmN4PAk12z2gC2ORAI2eHRqQkoZZxuC_QuPDtH0vu8DzDVUHy-QmTvhGF2MdGXyVyUjFl_JV3CCE8s7f/s883/Smoke,%20p.%2042.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="561" data-original-width="883" height="254" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYr7o8SCQP8mmE-YNCjGqD9K6wir5vWbUc6eoKpXnhYpdswC1BBb3V5YzZimV3qXvlTx1wGhM7Q7Aoqwp9L99jUqxWoFS9dBjcX1dyNswKgf1GAmN4PAk12z2gC2ORAI2eHRqQkoZZxuC_QuPDtH0vu8DzDVUHy-QmTvhGF2MdGXyVyUjFl_JV3CCE8s7f/w400-h254/Smoke,%20p.%2042.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><b style="color: #2b00fe;"><span style="font-family: georgia;">Smoke & Blue in the face</span></b><span style="color: #2b00fe;"><span style="font-family: georgia;">, p. 42</span><br /></span><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="color: black;"><span style="font-family: georgia;"><br /> </span></span><span style="font-family: georgia;">Rashid, el negro adolescente que
casi sin pensarlo hurtó el botín (¡cinco mil ochocientos catorce dólares!) de
un par de verdaderos y peligrosos delincuentes, sin que se lo pidan, salva al
distraído de Paul Benjamin de morir atropellado o de convertirse en un tullido
o en un imbécil vegetal. Paul Benjamin, para corresponderle, le invita unas
limonadas y le da cobijo en su departamento de Park Slope, pese a que después
de tres noches ya esté harto de que la presencia del negro trastoque su intimidad
y su tiempo de escritor. Sin embargo, más adelante no elude la posibilidad de
ayudarlo a resolver sus problemas personales y familiares, y ante los rateros
que de pronto, al buscar a Rashid para recuperar el botín, le propinan una
golpiza marca diablo; es decir, Paul Benjamin resiste el embate y no delata al
negro.</span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="color: black;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilMUuy95Y_2O2TRe_nIQn53KXod7Q87asmBhJZiLTbWOuED1Pk6BYbmQ3la21kB6tOj6zZ8XWHgaTQy94tJHBfpIYHu88hN5DhP0aQtmC0FR1hLWe8IsnPVn6cZeCwVD-ShKZhB9Pc5r-SCNsg_uzW1AD6PclE5u87_msTAKW8teaAkrrrpAfTzu9pkb9C/s884/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20305.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="557" data-original-width="884" height="253" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilMUuy95Y_2O2TRe_nIQn53KXod7Q87asmBhJZiLTbWOuED1Pk6BYbmQ3la21kB6tOj6zZ8XWHgaTQy94tJHBfpIYHu88hN5DhP0aQtmC0FR1hLWe8IsnPVn6cZeCwVD-ShKZhB9Pc5r-SCNsg_uzW1AD6PclE5u87_msTAKW8teaAkrrrpAfTzu9pkb9C/w400-h253/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20305.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe; font-family: georgia;"><b>Smoke & Blue in the face</b>, p. 305</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="color: black;"><span style="font-family: georgia;"><br /> Pero es ante el infortunio de Auggie Wren
donde se hace todavía más patente el valor de la amistad. Auggie, sin
necesitarlo y por apoyar a ambos, le dio empleo a Rashid en el estanco. El
negro, absorto en la contemplación de una revista porno, provoca que Auggie
pierda, por un derrame de agua, sus cajas de Montecristos, los puros cubanos con los
que pretendía doblar su inversión de cinco mil dólares, su única fortuna
ahorrada en tres años. Paul Benjamin, al enterarse y pese a que Rashid alega
que el botín confiscado a los vándalos constituye todo su futuro, lo induce a
entregarle a Auggie cinco mil dólares, de ese botín, para saldar la pérdida de
las cajas de puros. “Mejor conservar a los amigos que preocuparse por los
enemigos”, le dice. “Ahora tienes amigos, ¿recuerdas? Pórtate bien y todo
saldrá bien.”</span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES" style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #2b00fe;">III de III</span></b><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES" style="font-family: georgia;">
</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Pero también <i>Smoke</i> es una
celebración del acto de leer y contar en forma hablada y escrita. Auggie Wren,
pese a ser un simple empleado de un estanco de barrio, siempre está leyendo un
buen libro; el de Dostoievski, por ejemplo. Pero además, como pícaro y maestro
del improvisado y evanescente cuento oral, inventa eróticos prodigios sobre los
puros a un ingenuo e inminente papá (escena suprimida en la versión fílmica). “Una
mujer es sólo una mujer, pero un cigarro puro es fumar”, le recita al despedirlo
asegurándole que son “inmortales palabras de Ruyard Kipling”. “¿Qué quiere
decir eso?”, le pregunta el joven papá. “Ni puta idea. Pero suena bien, ¿no?”
Es la respuesta. </span><span style="font-family: Georgia, serif;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia; text-indent: 14.2pt;"> </span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEpKbtseeezHccecrmsz8WZ9U8fuJG3A9X6EI2KyhtKxmfVYu9f1fLbntjIKOLDCp54qsqVxT0KL6jbs9JA08s8R0-LXlCywSDXOT-eSMxgGSf5eCaQchSudBaoUwcY9ZgUbcl_74H98-SLVT7RIVu8CWNHssvNFjoV5V0i8g2XOYBt49-PhpogrjLuNZ9/s884/Smoke,%20p.%2036.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="572" data-original-width="884" height="259" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEpKbtseeezHccecrmsz8WZ9U8fuJG3A9X6EI2KyhtKxmfVYu9f1fLbntjIKOLDCp54qsqVxT0KL6jbs9JA08s8R0-LXlCywSDXOT-eSMxgGSf5eCaQchSudBaoUwcY9ZgUbcl_74H98-SLVT7RIVu8CWNHssvNFjoV5V0i8g2XOYBt49-PhpogrjLuNZ9/w400-h259/Smoke,%20p.%2036.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><b style="color: #2b00fe;">Smoke & Blue in the face</b><span style="color: #2b00fe;">, p. 36</span></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia; text-indent: 14.2pt;"><br /> Pero lo más notable es el </span><span style="font-family: georgia;"><i style="text-indent: 14.2pt;">Cuento de Navidad</i><span style="text-indent: 14.2pt;"> que Auggie Wren le
narra y le regala a Paul Benjamin en el Jack’s, cuyo origen e intríngulis, ya
lo apuntó el reseñista de marras, resulta ambiguo: entre la posible mentira y
la probable verdad. Ante tal equívoco, Paul Benjamin le canta: “La mentira es
un verdadero talento, Auggie. Para inventar una buena historia, una persona
tiene que saber apretar todos los botones adecuados. (</span><i style="text-indent: 14.2pt;">Pausa</i><span style="text-indent: 14.2pt;">) Yo diría que tú estás en lo más alto, entre los maestros.”
Calificación superlativa que no tarda en ganarse el negro Rashid, pues todo el
tiempo se la pasa cambiándose de nombre y contando mil y una mentiras que son
viles y vulgares cuentos de nunca acabar; pero además, como lector, se devora </span><i style="text-indent: 14.2pt;">Las misteriosas barricadas</i><span style="text-indent: 14.2pt;">, de Paul
Benjamin. Y dado que es un dibujante nato, el día que cumple sus 17 añotes
escoge de regalo varios libros con imágenes de Rembrandt y Edward Hopper, y las
cartas de Van Gogh. Cyrus Cole, por su parte, le narra a Rashid la historia de
la pérdida de su brazo izquierdo como si fuera una parábola religiosa y
moralista. Paul Benjamin, lector y escritor que había dejado de escribir desde
la trágica muerte de su esposa, recupera su voz: vuelve a entregarse a la
escritura, además de darle forma escrita al </span><i style="text-indent: 14.2pt;">Cuento
de Navidad</i><span style="text-indent: 14.2pt;"> que le narra Auggie. Pero también, en medio de ciertas charlas,
cuenta de manera oral algunas historias, como la de Sir Walter Raleigh y la
fórmula con que resuelve el modo de medir el peso del humo. La del joven que al
esquiar en los Alpes, por una inescrutable coincidencia, halla bajo el hielo el
cuerpo intacto de su progenitor extraviado hace veinte años y por ende ahora su
padre es más joven que él. La de Bajtín atrapado en Leningrado en 1942, con
mucho tabaco y sin papel para forjarlo; así, quizá en la antesala de la muerte,
poco a poco se fuma su libro: las hojas del manuscrito en el que había
invertido diez años de trabajo.</span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="color: black; margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnhPRbSWBxBWs9hPc3mWJPQcjwM0XD-fXMaZnssNPAnScAdBwDwcOUOB06y1MCY5nVUjd5mCGU0BT5wK76hDF26h619AWWhjrlw5uVu0WIJkwKN67cq2rZTUaRiTvL6sNJxbuxp0MLJZhttFxcF16qu7YoQA_QJnasAzeBDToHo6h5Xk5Ca6OKk0vjahvZ/s888/Smoke,%20p.%20155.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="560" data-original-width="888" height="253" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnhPRbSWBxBWs9hPc3mWJPQcjwM0XD-fXMaZnssNPAnScAdBwDwcOUOB06y1MCY5nVUjd5mCGU0BT5wK76hDF26h619AWWhjrlw5uVu0WIJkwKN67cq2rZTUaRiTvL6sNJxbuxp0MLJZhttFxcF16qu7YoQA_QJnasAzeBDToHo6h5Xk5Ca6OKk0vjahvZ/w400-h253/Smoke,%20p.%20155.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"><b>Smoke & Blue in the face</b>, p. 155</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES"><br /> Difícil es concebir de carne y
hueso a un empleado de una minúscula tabaquería de Brooklyn que lee atentamente
<i style="color: black;">Las investigaciones filosóficas</i> de
Ludwig Wittgenstein, mientras a su alrededor berrean y dicen burradas los vagos
y castradores de Cronos de la OTB (Oficina de apuestas). Y también resulta
dudoso que Auggie o Vinnie </span><span lang="ES">—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">el dueño del estanco, que es un vulgar comerciante</span>—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">, haya (o hayan) colocado entre la
estantería (como si tuvieran el ojo clínico de un decorador o escenógrafo de un
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">set</i> cinematográfico) varios retratos
de iconos fumando que rinden tributo al cine y al tabaco: “Groucho Marx, George
Burns, Clint Eastwood, Edward G. Robinson, Orson Welles, Charles Laughton, el
monstruo de Frankenstein, Leslie Caron, Ernie Kovacs.” En este sentido, quizá
hubiera sido mucho más coherente que los retratos fueran de los legendarios
peloteros de los Brooklyn Dodgers (tal vez en pose de fumadores) que habitaron
en el barrio. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhboOkk1JDcJ-u-tkgG7XD58jhMt25DTtM5lj1PTULvq4NQdHlda7sAOVb_3z2xUYKHherCyNqV3vMjYFbddw4WliUovoDlXL5lCDrdpRom_9z0s4n29O3osQdH60olssfSUjvX388xP_IjtU8hxgiUd_H5DW4t9-2SYFM_HdU5U3EbWpp5CHaAmWH_mfxe/s885/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20209.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="587" data-original-width="885" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhboOkk1JDcJ-u-tkgG7XD58jhMt25DTtM5lj1PTULvq4NQdHlda7sAOVb_3z2xUYKHherCyNqV3vMjYFbddw4WliUovoDlXL5lCDrdpRom_9z0s4n29O3osQdH60olssfSUjvX388xP_IjtU8hxgiUd_H5DW4t9-2SYFM_HdU5U3EbWpp5CHaAmWH_mfxe/w400-h265/Blue%20in%20the%20face,%20p.%20%20209.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><b style="color: #2b00fe;">Smoke & Blue in the face</b><span style="color: #2b00fe;">, p. 209</span><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES" style="color: black;"><br /> </span></span><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMxZS0oFFcuzcBLDbxBhlDClUUtyL7fOTSjNRHSc6bmHe_z71fTD9TdA9hq-Zk7sXgsVnzVW26VjqkCZM8Drs0qKW24UazAPuev6sKRmvZX3DEggRoKYPrg63APdICx0e6CvASAknt6F08BJMuMHz-J6G7kx66ANHND1O5pCT_JWoT3Hidp0B5_vW5JLKE/s876/Smoke,%20p.%2066.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="876" data-original-width="621" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMxZS0oFFcuzcBLDbxBhlDClUUtyL7fOTSjNRHSc6bmHe_z71fTD9TdA9hq-Zk7sXgsVnzVW26VjqkCZM8Drs0qKW24UazAPuev6sKRmvZX3DEggRoKYPrg63APdICx0e6CvASAknt6F08BJMuMHz-J6G7kx66ANHND1O5pCT_JWoT3Hidp0B5_vW5JLKE/s320/Smoke,%20p.%2066.jpg" width="227" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> Pero lo que sí persuade y descuella es el
singular rasgo de Auggie Wren: su curiosa afición fotográfica. No hace la foto
de cualquier cosa, ni es un disparador locuaz, compulsivo e incontinente. Todos
los días coloca el trípode y su cámara fotográfica frente a “la esquina de la
calle 3 con la Séptima Avenida”, el sitio <span lang="ES">—<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="color: black; layout-grid-mode: line;">su sitio</span></i>—<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">
donde se ubica el estanco. Enfoca; espera que den las ocho de la mañana y hace
una única toma. Corre el año 1990 y tal afición la empezó en 1977. Tiene ya
catorce álbumes. En cada página coloca seis fotos, cada una con la fecha en una
etiqueta colocada en la parte superior derecha. Esto lo hace día a día: llueva,
nieve o truene. “Es mi proyecto”, dice, “la obra de mi vida”. “Por eso no puedo
cogerme vacaciones nunca. Tengo que estar en mi sitio todas las mañanas. Todas
las mañanas en el mismo sitio a la misma hora.” </span></span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES"><span style="color: black; layout-grid-mode: line;"> </span></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTV89PBJ6HWNJk-8MbterFT059wmTliFGBsJ9Imteai8-R_F1jOO4ySAvZprw7Gyr2egBI_3KeV9vIipX0EAyb_5J6w6N1jJLx6as3R_Y-KQNgtWvM2Btd2cCTYsMctwOdCVi1m1DImivh1QwBFO29W5JRR_Oi7IWXeG6DlKboJwdH-0CO7w6my16bZl_U/s881/Smoke,%20p.%20161.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="881" data-original-width="613" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTV89PBJ6HWNJk-8MbterFT059wmTliFGBsJ9Imteai8-R_F1jOO4ySAvZprw7Gyr2egBI_3KeV9vIipX0EAyb_5J6w6N1jJLx6as3R_Y-KQNgtWvM2Btd2cCTYsMctwOdCVi1m1DImivh1QwBFO29W5JRR_Oi7IWXeG6DlKboJwdH-0CO7w6my16bZl_U/s320/Smoke,%20p.%20161.jpg" width="223" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> Aparentemente se trata, siempre,
de la misma imagen: “más de cuatro mil fotos del mismo sitio”. Pero en realidad
plantea y desarrolla, desde un mismo encuadre directo y minimalista, un sutil y
obsesivo registro de los casi imperceptibles cambios del tiempo natural y del
tiempo humano, e incluso de sí mismo y de las conjunciones del azar en un punto
fijo, que lo hace parecer un poeta lírico (por lo que dice del sentido de su
trabajo), pero también una especie de mutación infraterrenal de un maestro zen
inclinado al panteísmo (por aquello de la arcana e inescrutable metempsicosis):
le basta estar concentrado en un mismo punto, el mismo y distinto, para estar
en todos lados y en ninguno. </span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES"><span style="color: black; layout-grid-mode: line;"> </span></span></span></p><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES"><span style="color: black; layout-grid-mode: line;"><br /> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirJVBgrUMl4F_QoSfS6nlyfF-emkOzh_yHpQAGECFKo8RbN5RnOrWdZD5LLm0TP_iJUmO7XVMN5ChcoTTZu3xQ0ePjWT_oZjbkKs9xzVcjCmAo_YbGiR6lJiFsxJXVA48Ta6NThRWQqi00xcNz2bZ8jVGOAphz-pB8cYprDOPlI4RHS78iqQVyw0kj3juv/s883/Smoke,%20p.%2054.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="567" data-original-width="883" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirJVBgrUMl4F_QoSfS6nlyfF-emkOzh_yHpQAGECFKo8RbN5RnOrWdZD5LLm0TP_iJUmO7XVMN5ChcoTTZu3xQ0ePjWT_oZjbkKs9xzVcjCmAo_YbGiR6lJiFsxJXVA48Ta6NThRWQqi00xcNz2bZ8jVGOAphz-pB8cYprDOPlI4RHS78iqQVyw0kj3juv/w400-h256/Smoke,%20p.%2054.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"><b>Smoke & Blue in the face</b>, p. 54</span></td></tr></tbody></table><br /> Y son lo suficientemente distintas y únicas esas
imágenes que parecen un absurdo, incomprensible y abrumador delirio de la
repetición, que al ir hojeando despacio las fotos de 1987, Paul Benjamin se
encuentra, de pronto, con una imagen de Ellen con paraguas cruzando por allí:
su dulce, entrañable y querida amada, muerta trágicamente en una balacera </span>(dolorosa <span style="color: black; layout-grid-mode: line;">pérdida que lo dejara con un vacío
existencial, con un hueco en el estómago y en el corazón, más solo que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la hez de la canalla</i>, y sin su voz de
escritor</span>)<span style="color: black; layout-grid-mode: line;">, cuya fotogénica
presencia lo conmueve hasta las lágrimas (Ellen iba embarazada) y le hace comprender el sentido de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">lo único</i> y de la imagen <i style="mso-bidi-font-style: normal;">única</i> e irrepetible.<o:p></o:p></span></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES" style="color: black;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDy6cdHP22E3E8XIv4xvCLVvUVgXeSjQuYVSfvE2sRv26IR8OlL69HL24r88Yssgy5a5LY6Lm2LX-30_2HnD0mPr92LbeJQYhVjL6dTJmmre__cpviW9DGSTUm9jsb8sKfTLtwF2tNV-zC6lQm3ha1Bc5JujmfnSYmky0cM7KaPzZYRon08Pa8Oo2omjuc/s894/Smoke,%20p.%2057.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="581" data-original-width="894" height="260" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDy6cdHP22E3E8XIv4xvCLVvUVgXeSjQuYVSfvE2sRv26IR8OlL69HL24r88Yssgy5a5LY6Lm2LX-30_2HnD0mPr92LbeJQYhVjL6dTJmmre__cpviW9DGSTUm9jsb8sKfTLtwF2tNV-zC6lQm3ha1Bc5JujmfnSYmky0cM7KaPzZYRon08Pa8Oo2omjuc/w400-h260/Smoke,%20p.%2057.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><b style="color: #2b00fe;">Smoke & Blue in the face</b><span style="color: #2b00fe;">, p. 57</span></span><span style="color: #2b00fe;"><br /></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES" style="color: black;"><span style="font-family: georgia;"><br /> <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="font-size: x-small;">Paul Auster, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Smoke & Blue in the face</b>. Prólogo
de Wayne Wang. Traducción del inglés al español de Maribel de Juan. Iconografía
anónima en blanco y negro. Panorama de narrativas núm. 339, Editorial Anagrama.
3ª edición. Barcelona, noviembre de 1996. 312 pp.</span><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> <span style="color: #2b00fe;"><b>*********</b></span></span></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #2b00fe;"><b><a href="https://www.google.com/search?q=smoke+1995+trailer&sca_esv=588490409&source=hp&ei=3OpwZeG-KeDEkPIP0sCkgAs&iflsig=AO6bgOgAAAAAZXD47Hak_oYgDg0dbufNJbdpflTdsdvt&ved=0ahUKEwjhnNfd4_uCAxVgIkQIHVIgCbAQ4dUDCAo&oq=smoke+1995+trailer&gs_lp=Egdnd3Mtd2l6IhJzbW9rZSAxOTk1IHRyYWlsZXIyBxAAGIAEGBMyCBAAGBYYHhgTMggQABgWGB4YEzIIEAAYFhgeGBNI5ktQ6QZY6z9wAXgAkAEAmAHMAaAB3BCqAQYzLjE0LjG4AQzIAQD4AQGoAgrCAhoQABiABBiKBRjlAhjlAhjqAhi0AhiKAxi3A8ICHRAAGIAEGIoFGOUCGOUCGOoCGLQCGIoDGLcDGNQDwgIQEAAYAxiPARjlAhjqAhiMA8ICEBAuGAMYjwEY5QIY6gIYjAPCAgoQLhhDGIAEGIoFwgIKEC4YgAQYigUYQ8ICERAuGIAEGLEDGIMBGMcBGNEDwgIKEAAYgAQYigUYQ8ICERAuGIMBGMcBGLEDGNEDGIAEwgIOEAAYgAQYigUYsQMYgwHCAggQABiABBixA8ICCxAAGIAEGLEDGIMBwgIOEC4YgAQYsQMYxwEY0QPCAhAQABiABBiKBRhDGLEDGIMBwgIFEAAYgATCAg0QABiABBiKBRhDGMkDwgILEAAYgAQYigUYkgPCAggQLhiABBixA8ICDhAAGIAEGLEDGIMBGMkDwgIFEC4YgATCAgwQLhgWGB4YxwEY0QPCAgYQABgWGB4&sclient=gws-wiz#fpstate=ive&vld=cid:f71abe27,vid:uem9TbvQpFk,st:0">Trailer de Smoke (1995), película dirigida por Wayne Wang con guion de Paul Auster.</a><br /></b></span></span></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #2b00fe;"><a href="https://www.youtube.com/watch?v=Tuc9c0JVC4s">“Cuento de Navidad de Auggie Wren”, pasaje de Smoke (1995) doblado al español.</a><br /></span></span></o:p></span></p>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-33118063863802521892023-12-03T12:15:00.000-08:002023-12-11T10:49:24.619-08:00Proverbios del Infierno y Hombre Muerto<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #990000; font-size: large;"><i>La voz del Diablo</i></span><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #990000;">I de VII</span></b><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiS9MCkv2SA9cbr-4VDSi3E_wRfQEaMe8OkeOQilLAd4bbMhQR1GTOn-hYI8yAvUmYHqpvjIUDytZlE3VPw3uMCS4uC_5cY34Te1CCI2skQkVXKBpEE9cZIyJk0kLhyYYNI1Nl1IxROZRRtTaTnK3Boyxc8BnUcNDm0MQKXgmRpGZW7KA0WWtyY39DZl179/s2181/Emanuel%20Swedenborg.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2181" data-original-width="1711" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiS9MCkv2SA9cbr-4VDSi3E_wRfQEaMe8OkeOQilLAd4bbMhQR1GTOn-hYI8yAvUmYHqpvjIUDytZlE3VPw3uMCS4uC_5cY34Te1CCI2skQkVXKBpEE9cZIyJk0kLhyYYNI1Nl1IxROZRRtTaTnK3Boyxc8BnUcNDm0MQKXgmRpGZW7KA0WWtyY39DZl179/w251-h320/Emanuel%20Swedenborg.jpg" width="251" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Emanuel Swedenborg<br />(1688-1772)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br />Una y otra vez el
argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) recordó que el sueco Emanuel Swedenborg
(1688-1772) solía recorrer las regiones de los cielos y de los infiernos y
conversar con los muertos, con los demonios y con los ángeles. Precedido por
premoniciones oníricas, todo comenzó una fría y brumosa noche de 1745 en las
calles de Londres, cuando Swedenborg fue seguido por un desconocido que luego
apareció en su cuarto. Allí el desconocido le dijo que era <i>el Señor</i> (Jesús o Dios) y le encomendó la tarea de rehabilitar la
decadencia de la Iglesia fundando una tercera: la Nueva Jerusalén. Arduo empeño
al que Swedenborg se dedicó el resto de sus días estudiando en hebreo los libros
sagrados y escribiendo en latín toda su extensa y voluminosa obra basada en
tales lecturas, en sus oníricos y visionarios viajes, y en sus conversaciones
metafísicas. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieVgz_1Vwkw3TwTrpj9PhZmHexuchadmDnHEbcLZfaKkFn4YNTqPWLRyjnBkbzL9bo3aTvnW_5AUFOMrWghaa3iPBZXiRtxhYCzKnV_leR0VGPAAyFJVUj5K7cwhzynVwd7MzOyxAPZaJo0LIlPeHvQ-GZPbKJIG-LP2cjUiHPyYhF0eZHKMtXuYxaUFZL/s1898/Jorge%20Luis%20Borges,%20Obras%20completas%20IV%20(Barcelona,%201996).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1898" data-original-width="1353" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieVgz_1Vwkw3TwTrpj9PhZmHexuchadmDnHEbcLZfaKkFn4YNTqPWLRyjnBkbzL9bo3aTvnW_5AUFOMrWghaa3iPBZXiRtxhYCzKnV_leR0VGPAAyFJVUj5K7cwhzynVwd7MzOyxAPZaJo0LIlPeHvQ-GZPbKJIG-LP2cjUiHPyYhF0eZHKMtXuYxaUFZL/w456-h640/Jorge%20Luis%20Borges,%20Obras%20completas%20IV%20(Barcelona,%201996).jpg" width="456" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Emecé Editores España<br />(Barcelona, 1996)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><br /> El “camino de salvación”
signado por Swedenborg implica la práctica de una vida ética e intelectual, a
lo que el británico William Blake (1757-1827), “discípulo rebelde de
Swedenborg”, añadió “el ejercicio del arte”, dice Borges. De Swedenborg </span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—además de “una iglesia, que es muy linda”:
“una suerte de invernáculo, como de cristal”—,</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;"> </span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">“Quedan algunos
testimonios de sus últimos días, de su anticuado traje negro de terciopelo y de
una espada con una empuñadura de forma extraña. Su régimen de vida era austero;
el café, la leche y el pan eran su alimento. A cualquier hora de la noche o del
día, los sirvientes lo oían caminar por su habitación, hablando con sus
ángeles.” Esculpe Borges con <i>la sierra y
el martillo</i> en “Emanuel Swedenborg”, su prefacio a <i>Mystical Works</i> (edición neoyorquina, sin fecha, de la New Jerusalem
Church), compilado en su libro <b>Prólogos
con un prólogo de prólogos</b> (Buenos Aires, Torres Agüero, 1975), póstumamente
reunido en el volumen <b>Obras completas IV</b>
(Barcelona, Emecé editores, 1996), donde también figura <b>Borges, oral</b>, libro que reúne la transcripción de las cintas
magnetofónicas, a cargo de Martín Müller, de las cinco conferencias que Borges
dictó, en junio de 1978, en la Universidad de Belgrano, en Buenos Aires; la
tercera de ellas también se titula “Emanuel Swedenborg”, <i>ídem </i>el poema de Borges que cierra su citado prefacio a <i>Mystical Works</i>. Pero también en ese tomo
<b>IV</b> figura el libro <b>Biblioteca Personal. Prólogos</b>,
previamente publicado en Buenos Aires, en abril de 1988, por Alianza Editorial
con el número 7 de la serie Alianza Literatura, y por ende allí se halla el
prólogo de Borges a la <b>Poesía completa</b>
de William Blake, libro coeditado en Barcelona, en 1986, por Hyspamérica y
Orbis, con el número 4 de la Colección Biblioteca Personal de Jorge Luis
Borges.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW90qZ36zAE3806kvS0a1glZvHyEfxlZXVGl1_tcXkJIvRt4rqryG6z_KXpVQBMhmTY_nINrLiHuCi0zZhGW_fhE6eP4CQIg01oFL7F5grR7QheCL2mcxKmCRhtkdEq3GIcygNYYuBd4ejWf-yr4LOfeVo2MOrV6a5Y-CR5nKWvBIDIOkOO98voNsk7QzO/s1027/William%20Blake%20(1807),%20retrato%20de%20Thomas%20Phillips.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1027" data-original-width="800" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW90qZ36zAE3806kvS0a1glZvHyEfxlZXVGl1_tcXkJIvRt4rqryG6z_KXpVQBMhmTY_nINrLiHuCi0zZhGW_fhE6eP4CQIg01oFL7F5grR7QheCL2mcxKmCRhtkdEq3GIcygNYYuBd4ejWf-yr4LOfeVo2MOrV6a5Y-CR5nKWvBIDIOkOO98voNsk7QzO/w311-h400/William%20Blake%20(1807),%20retrato%20de%20Thomas%20Phillips.jpg" width="311" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">William Blake (1807)<br /><br />Retrato de Thomas Phillips</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> El conocimiento
heterodoxo de Swedenborg que tuvo William Blake comenzó con el hecho de que su
padre era un “no conformista de tendencia swedenborgiana”, anota el poeta
español Luis Cernuda (1904-1963) en su preámbulo a la edición bilingüe que en
1983 hizo la madrileña Colección Visor de Poesía de <b>Matrimonio del Cielo y del Infierno</b> (<i>c.</i> 1790-1793), <b>Cantos de
inocencia</b> (1789) y <b>Cantos de
experiencia</b> (1789-1794), libros de William Blake, traducidos del inglés al
castellano por Soledad Capurro. Conocimiento no exento de crítica, antagonismo,
acritud, sosa cáustica y bilis negra de predicador gesticulante y callejero, como
bien puede leerse, por ejemplo, en una página del citado <b>Matrimonio del Cielo y del Infierno</b>: <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguMI_C6ihURpXrtsLJPBL8Ien2ImG4zI7kE_6X1V80jkVdAtGiOmjlqmjL3QpGyfa2RGWnQFJ8Zkjgur_WSlUgWC03bM8r9nN9n2a6CxMQ72qmiZ_oQVJrZ7TBr-Ut8xA8pmu4Y72Qd7Ged21-SUHn6S_k8-w_0giJxQlFEMtKM9qkfAEeVbqnbJf1xLVy/s1715/Matrimonio%20del%20Cielo%20y%20el%20Infierno%20(Visor,%201983).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1715" data-original-width="1213" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguMI_C6ihURpXrtsLJPBL8Ien2ImG4zI7kE_6X1V80jkVdAtGiOmjlqmjL3QpGyfa2RGWnQFJ8Zkjgur_WSlUgWC03bM8r9nN9n2a6CxMQ72qmiZ_oQVJrZ7TBr-Ut8xA8pmu4Y72Qd7Ged21-SUHn6S_k8-w_0giJxQlFEMtKM9qkfAEeVbqnbJf1xLVy/w452-h640/Matrimonio%20del%20Cielo%20y%20el%20Infierno%20(Visor,%201983).jpg" width="452" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Colección Visor de Poesía, Volumen LXXXVII<br />Madrid, 1983</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Siempre me ha
parecido que los Ángeles tienen la vanidad de hablar de sí mismos como los
únicos sabios; lo hacen con una confiada insolencia nacida del razonamiento
sistemático.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Así Swedenborg alardea de que lo
que escribe es nuevo, aunque sólo es un Índice o Catálogo de libros ya
publicados.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Un hombre llevaba consigo un mono
para mostrarlo, y como era algo más sabio que el mono, se envaneció y se
consideró a sí mismo más sabio que siete hombres. Así es con Swedenborg: él
muestra la idiotez de las iglesias y denuncia a los hipócritas, hasta que imagina
que todos son religiosos y que él es el único sobre la tierra que nunca rompió
una red.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Ahora escucha un hecho claro:
Swedenborg no ha escrito una verdad nueva.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Ahora escucha otro: ha escrito
todas las viejas falsedades.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Y ahora escucha el motivo. Él
conversaba con los Ángeles, que son todos religiosos, y no conversaba con los
Demonios que odian todos la religión, porque él era incapaz por sus engreídos
conceptos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Así, los escritos de Swedenborg son
una recapitulación de todas las opiniones superficiales y un análisis de las
más sublimes, pero nada más.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “He aquí otro hecho evidente:
cualquier hombre de talento mecánico puede sacar de las obras de Paracelso o
Jacob Böhme diez mil volúmenes de igual valor que los de Swedenborg, y de las
de Dante o Shakespeare un número infinito.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Pero cuando lo haya hecho no le
dejéis que diga que sabe más que su maestro, porque sólo sostiene una vela en
pleno sol.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: center; text-indent: 0cm;"><span style="font-family: georgia; text-indent: 0cm;"><b><span style="color: #990000;">II de VII</span></b></span></p>
<p class="MsoBodyTextIndent" style="text-indent: 0cm;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">Mas si Swedenborg visitaba los cielos y los
infiernos y discutía con los demonios y con los ángeles e incluso con Cristo,
William Blake tuvo sus propias visiones: “ocho años tenía cuando vio un árbol
poblado de ángeles”. Y antes o después, Dios mismo asomó su rostro a la ventana
de su cuarto y miró al niño Blake. Y cuando ya “es alumno del grabador Basire,
con el cual estudia siete años, durante los cuales traza copias de las tumbas y
esculturas yacentes en la abadía de Westminster”, en ésta tiene “otra de sus
visiones: un día ve a Cristo y los doce apóstoles recorriendo una de las naves”.
<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7AEXxvyUMGFlBIDGqGqvkK07-OTNY8r1ZXtAOpZprxLb_zT0q06xIa9svBgEZ59_otnsI_ijMla4LpvwDQmq77acmbPcVFOmvhh_f347JzFJh1m5iAp8Dufd076mdzP4i62t6aS0CIyj1tWXErWSmux0gS84Ck-aJvl58ECI8S_xXC1FcTQjthPSGHUD6/s862/Libro%20del%20Cielo%20y%20del%20Infierno%20(Emec%C3%A9,%201999),%20p.%2096.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="481" data-original-width="862" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7AEXxvyUMGFlBIDGqGqvkK07-OTNY8r1ZXtAOpZprxLb_zT0q06xIa9svBgEZ59_otnsI_ijMla4LpvwDQmq77acmbPcVFOmvhh_f347JzFJh1m5iAp8Dufd076mdzP4i62t6aS0CIyj1tWXErWSmux0gS84Ck-aJvl58ECI8S_xXC1FcTQjthPSGHUD6/w400-h224/Libro%20del%20Cielo%20y%20del%20Infierno%20(Emec%C3%A9,%201999),%20p.%2096.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;"><b>Libro del Cielo y del Infierno</b> (Emecé, 1999)<br />p. 96</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> Siendo las cosas
así de tangibles y fehacientes (<i>ídem </i>el
beso de la princesa que transformó en príncipe al horrorosísimo sapo de las
cavernas de ultratumba), no sorprende que también visitara las regiones del más
allá y retornara convertido en el incontestable cartógrafo de los cielos y de
los infiernos: “No salió nunca de Inglaterra, pero recorrió, como Swedenborg,
las regiones de los muertos y de los ángeles. Recorrió las llanuras de ardiente
arena, los montes de fuego macizo, los árboles del mal y el país de tejidos
laberintos. En el verano de 1827 murió cantando. Se detenía a ratos y explicaba
‘¡Esto no es mío, no es mío!’ para dar a entender que lo inspiraban los
invisibles ángeles. Era fácilmente iracundo.” Cincela Borges en su citado
prólogo a la <b>Poesía completa</b> de
William Blake. De ahí que se tenga la mórbida impresión de que William Blake
era un gruñón marca Diablo que descubrió la gnóstica fórmula para<i> </i>llegar a la <i>Isla Perdida</i> después mordisquear el prohibido fruto del Árbol del
Conocimiento, y entonces supo, para decirlo con Umberto Eco, <i>cómo atrapar un basilisco con la sola ayuda
de un espejuelo de bolsillo y de una fe inconmovible </i>[tanto] <i>en el Bestiario</i>, como en la <i>Biblia</i>. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgImuU4qL7Ysw8G3Z_izEvUv-O2di-5SAkLCcBqKorYAmt76OYRKDLwcCUBoH46LCBE9M9A5HTMiBuuQBO06mxrbHrit-ZdXHdF3Y_0bs19tZWFE1moOK3Uqusbh5ac5wNx5ojCW8H2gB_ZjD_BKZL34AFsFwcCmMsj73sdqkNprD6J1UTM-hgSmwUCgIv4/s1063/Proverbios%20del%20Infierno%20(Verdehalagao,%201994).jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1063" data-original-width="695" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgImuU4qL7Ysw8G3Z_izEvUv-O2di-5SAkLCcBqKorYAmt76OYRKDLwcCUBoH46LCBE9M9A5HTMiBuuQBO06mxrbHrit-ZdXHdF3Y_0bs19tZWFE1moOK3Uqusbh5ac5wNx5ojCW8H2gB_ZjD_BKZL34AFsFwcCmMsj73sdqkNprD6J1UTM-hgSmwUCgIv4/w261-h400/Proverbios%20del%20Infierno%20(Verdehalagao,%201994).jpg" width="261" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> Uno de los títulos más célebres de
William Blake es <b>Matrimonio del Cielo y
del Infierno</b> (<i>c</i>. 1790-1793). A
tales páginas pertenecen los <b>Proverbios
del Infierno</b> que tradujo al español el poeta mexicano Xavier Villaurrutia
(1903-1950), reeditados en abril de 1994 por Fósforos, colección dirigida por
Raúl Renán y Alfredo Herrera. Se trata de una pequeña caja, cuyo diseño, a
partir de la idea original del poeta Carlos Isla, semeja ser una cajilla de
cerillos de cocina, con hojas sueltas y sin número de páginas, coeditada en la
Ciudad de México por <i>Verdehalago</i>, <i>Revista quincenal de poesía</i> y <i>La Máquina Eléctrica</i>.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span> <o:p></o:p></span></span><span style="text-indent: 14.2pt;"> Aunque no se
apunta en la minúscula edición de Fósforos, los setenta </span><b style="text-indent: 14.2pt;">Proverbios del Infierno</b><span style="text-indent: 14.2pt;"> traducidos por el autor de </span><b style="text-indent: 14.2pt;">Nostalgia de la muerte</b><span style="text-indent: 14.2pt;"> (Buenos Aires,
Sur, 1938) aparecieron por primera vez, en la capital mexicana, en el número 6
de la revista </span><b style="text-indent: 14.2pt;">Contemporáneos</b><span style="text-indent: 14.2pt;">
(noviembre de 1928), junto a otros textos iniciales de </span><b style="text-indent: 14.2pt;">Matrimonio del Cielo y del Infierno</b><span style="text-indent: 14.2pt;">.</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdd5cf2-2rCn6Nl3QyEcxPySRTV4Hwo4DP7TxlLSAS2ZiGWuW2qzw3gT7qJ5_4TGtKeMWeIIH1kMPB139UwzL6eLWV60Xv0lmlQLGUgFTC3XNFbA6BkVyAsNFHZL7fDxN0ERO-Kyc1U1uF8hFUlGHG6kNkPOLFfz6P2g8rfwzLFPOGaQ3e-qfVRXj99Zuh/s2056/Contempor%C3%A1neos%206%20(noviembre%20de%201928).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2056" data-original-width="1531" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdd5cf2-2rCn6Nl3QyEcxPySRTV4Hwo4DP7TxlLSAS2ZiGWuW2qzw3gT7qJ5_4TGtKeMWeIIH1kMPB139UwzL6eLWV60Xv0lmlQLGUgFTC3XNFbA6BkVyAsNFHZL7fDxN0ERO-Kyc1U1uF8hFUlGHG6kNkPOLFfz6P2g8rfwzLFPOGaQ3e-qfVRXj99Zuh/w476-h640/Contempor%C3%A1neos%206%20(noviembre%20de%201928).jpg" width="476" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Edición facsimilar <br />Col. Revistas Literarias Mexicanas Modernas, Vol. II, FCE<br />México, 1981</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> En la “Visión
memorable” que precede a los <b>Proverbios</b>
<b>del Infierno</b> traducidos por Xavier Villaurrutia
para la revista <b>Contemporáneos</b>,
William Blake reporta su viaje al Infierno y el origen de éstos: <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Mientras paseaba
entre las llamas del Infierno, deleitado con los goces del genio que a los
ángeles parece tormento y locura, recogí algunos de sus proverbios pensando
que, así como los dichos de un pueblo llevan el sello de su carácter, los
proverbios del Infierno muestran la naturaleza de la Sabiduría Infernal mejor
que ninguna descripción de edificios o vestiduras.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgam3d_jEERTkSBZbD5dW6Bm-G-BvoTNauIBJVhL9q-18-ufALyKC9EomDfCtVRhcL64ZnYhqSHZr_LN_UDY1U8sOxdaFIrTSsoYPEzw89JOcPaAGtjtoQkrqtNGdFz-9NE8FdebKrAPb6QS5voMW_lNJzuZvtxRQK9s8nglISr0uaETpi8QHuUaHqktna_/s1475/Libro%20del%20Cielo%20y%20del%20Infierno%20(Emec%C3%A9,%201999),%20p.%20163.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1475" data-original-width="942" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgam3d_jEERTkSBZbD5dW6Bm-G-BvoTNauIBJVhL9q-18-ufALyKC9EomDfCtVRhcL64ZnYhqSHZr_LN_UDY1U8sOxdaFIrTSsoYPEzw89JOcPaAGtjtoQkrqtNGdFz-9NE8FdebKrAPb6QS5voMW_lNJzuZvtxRQK9s8nglISr0uaETpi8QHuUaHqktna_/w255-h400/Libro%20del%20Cielo%20y%20del%20Infierno%20(Emec%C3%A9,%201999),%20p.%20163.jpg" width="255" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;"><b>Libro del Cielo y del Infierno</b> (Emecé, 1999)<br />p. 163</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> Uno
de tales <b>Proverbios</b> describe los
rasgos de lo que parece un fantástico, espeluznante y luciferino ser del
averno, un diablo hediondo a azufre: <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Los ojos de
fuego, la nariz de aire, la boca de agua, la barba de tierra.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> Lo que imanta,
con los pelos de punta a la ponketa de huitlacoche, la enigmática imagen de un
demonio que traza William Blake en la citada “Visión memorable”:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDm52IAMJ8Hxe0PYTYfFgQHN2iiESm_Vqf2B-6dMoQ6bLg_-JQfAgD3tQX7TipxbRro1459jp29FuZ27L4VZmFuuTty8Kj06B-JLIz5Z9CuLUqdGGrgJ3lBV4aHdyRIgiMUU_g-5dgnfwpaOZm_b_GZKoMyTOIu-yhRUUuVip2Y3fUn7dJZwzS6IXQU7nS/s1122/Poes%C3%ADa%20completa%20(Hyspam%C3%A9rica,%201986),%20p.%20234.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1122" data-original-width="839" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDm52IAMJ8Hxe0PYTYfFgQHN2iiESm_Vqf2B-6dMoQ6bLg_-JQfAgD3tQX7TipxbRro1459jp29FuZ27L4VZmFuuTty8Kj06B-JLIz5Z9CuLUqdGGrgJ3lBV4aHdyRIgiMUU_g-5dgnfwpaOZm_b_GZKoMyTOIu-yhRUUuVip2Y3fUn7dJZwzS6IXQU7nS/w478-h640/Poes%C3%ADa%20completa%20(Hyspam%C3%A9rica,%201986),%20p.%20234.jpg" width="478" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;"><b>Poesía completa</b> (Hyspamérica, 1986), de William Blake<br />p. 234</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Cuando volví a
mi casa, sobre el abismo de los cinco sentidos, allá donde una doble llanura se
desploma sobre el presente mundo, vi un poderoso demonio envuelto en nubes
negras, aleteando en las paredes de las rocas; con llamas corrosivas escribió
la sentencia siguiente, comprendida por el cerebro de los hombres y leída por
ellos en la tierra: ¿No comprendes que cada pájaro que hiende el camino del
aire es un mundo inmenso de delicias cerrado para tus cinco sentidos?”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #990000;">III de VII</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">Quizá el
desocupado lector, lectora o <i>lectore</i>,
haya visto en la pantalla grande, en DVD, en <i>Blue-Ray</i> o en <i>streaming</i>,
la película <b>Dead Man</b> (1995), en español: <b>Hombre Muerto</b>, wéstern guionizado y dirigido por el cineasta
norteamericano Jim Jarmusch (Akron, Ohio, 1954), cuyo epígrafe de Henry Michaux
reza: “Es preferible no viajar con un hombre muerto.” Sugestiva y por instantes
distorsionada y estridente música de Neil Young con su lira eléctrica, en cuyo <i>soundtrack</i> en CD se llega a oír fundida
al estruendo del oleaje marino, e incluso se llega a escuchar la voz del
contadorcito William Blake (Johnny Depp) recitando unos versos del poeta
maldito William Blake. Magnética fotografía en blanco y negro de Robby Müller.
Sugerentes localizaciones, escenarios, vestuarios, y tipología de indos pieles
rojas y hombres blancos (caras pálidas). Persuasivas actuaciones de Johnny Depp
(William Blake) y Gary Farmer (el piel roja Xebeche, alias <i>Nobody</i> o sea: <i>Nadie</i>), etc.; en cuyo reparto descuella
la breve aparición de Robert Mitchum corporificando al duro, autoritario y
vengativo John Dickinson, dueño de la metalistería de Machine, avérnico e
inmoral pueblo extraviado en lo profundo del salvaje y lejano Oeste, que le
pone precio a la cabeza de William Blake (homónimo del poeta, pintor y grabador
inglés), el joven contadorcito de Cleveland atildado como payaso de circo,
quien tras un largo viaje en tren, ingenuamente llega a Machine (al término de
la línea ferroviaria) en busca de empleo en las oficinas de la Dickinson Metal
Works (lleva consigo una inútil carta de aceptación datada hace dos meses).
Pero al enredarse en un inesperado y sorpresivo crimen en un cuarto del hotel
(mueren baleados el hijo del señor Dickinson y la ex amante del vástago, ex
prostituta y vendedora de flores de papel en la cantina del pueblo), se
transforma <i>ipso fact</i>o en un asesino y
en un perseguido.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9VTMa2_gdSmzWlfW1ThQIRnJiBqA6cs5HB7DfL25jdzQ1QRgdN9olZZJ-WB6mPRzjepx4ik_VXYZvAEg52lX007iPOoVxjQBxHSwaxrHBYuoISSwVGipEe95M0kL6xhmRHcmO8W8pbMX6nBBUSMq8D6pxWVRnz7r75PgHkNdPPrfGDdHUGvl_zYLFPpkN/s1713/Dead%20Man%20(Film%20House,%202006).jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1713" data-original-width="1338" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9VTMa2_gdSmzWlfW1ThQIRnJiBqA6cs5HB7DfL25jdzQ1QRgdN9olZZJ-WB6mPRzjepx4ik_VXYZvAEg52lX007iPOoVxjQBxHSwaxrHBYuoISSwVGipEe95M0kL6xhmRHcmO8W8pbMX6nBBUSMq8D6pxWVRnz7r75PgHkNdPPrfGDdHUGvl_zYLFPpkN/w500-h640/Dead%20Man%20(Film%20House,%202006).jpg" width="500" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> Pues bien, el
regordete y bufonesco piel roja Xebeche alias <i>Nobody</i>, como prefiere llamarse, está muy lejos del retorcido o
convencional raciocinio de un colono sin escrúpulos de origen europeo, de esos
que se mueven bajo las pulsiones de la codicia, del exceso, y de la azarosa y
cruenta ley del revólver: o matas o te matan. Su idiosincrasia y psique es la
de un esquizoide cuyo pensamiento y cosmovisión oscilan entre lo mágico, supersticioso,
ritual, poético y mítico. Piénsese, por ejemplo, que cuando tropieza con el
cuerpo de William Blake, herido por una bala cerca del corazón, trata de
rehabilitarlo con el poder de sus canturreos, malabares, sahumerio y rudos
apretujones sobre la herida: como hundiéndole la bala, en vez de sacársela con
la punta de un arma blanca y unos tragos de aguardiente, según presupone el consabido
canon cinematográfico. “Hay metal de los blancos cerca del corazón”, le dice.
“Traté de sacarlo, pero está muy profundo. Mi cuchillo cortaría tu corazón y
sacaría el espíritu de ahí. Estúpido, maldito hombre blanco.” <o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> Después de
consultar la omnisciente sabiduría de las piedras, el indio piel roja, con un
matiz de vidente y médium, le dice a William Blake: “Las piedras redondas bajo
la tierra han hablado a través del fuego. Las cosas que son parecidas crecen
así por naturaleza. Las piedras que hablan vieron mucho el sol. Unos creen que
bajan con el rayo. Yo creo que están en la tierra y el rayo las hunde más.” Y luego,
no menos enigmático, da por hecho que el contadorcito es un <i>hombre muerto</i>: “¿Mataste al hombre
blanco que te mató?”. Lo cual se agudiza <i>in
extremis</i> al enterarse, con asombro y un susto que lo catapulta hacia atrás,
que el contadorcito se llama William Blake, pues <i>ipso facto</i> supone que corporifica al poeta y grabador inglés (una
sombra, un fantasma de carne y hueso). “Tú fuiste poeta y pintor. Y ahora eres
asesino de hombres blancos”, le receta; dado que en su niñez conoció, en
Inglaterra, la biografía, los poemas y las imágenes del artista y poeta William
Blake, luego de que unos soldados ingleses se lo llevaron de Norteamérica a
Europa encerrado en una jaula en calidad de criatura salvaje para exhibición, observación
y tipificación.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoBodyTextIndent"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> De
ahí que empiece a parlotearle al contadorcito William Blake citando los
proverbios del poeta William Blake (que el cara pálida ignora y no comprende):
“Cada noche y cada mañana algunos nacen para la miseria”. “Cada mañana y cada
noche, unos nacen para un dulce placer. Otros nacen para la noche eterna.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> Y más adelante,
el indio piel roja, con su olfato de perro de caza, le advierte a William Blake
que lo están siguiendo para matarlo (pese a que según él ya es un <i>hombre muerto</i>): “Muy seguido, el hedor
del hombre blanco lo antecede.” Y entonces el contadorcito lo interroga sobre
lo que deben hacer y <i>Nobody</i> le
responde manipulando uno de los <b>Proverbios
del Infierno</b>: “El águila perdió mucho cuando se conformó con aprender del
cuervo”, que Xavier Villaurrutia tradujo así: “Nunca perdió más tiempo el
águila que cuando escuchó las lecciones del cuervo”. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"> Ironía a la que
el piel roja vuelve a recurrir después de abandonarse </span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—oculto </span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">bajo una enorme,
negra y peluda piel de oso o de búfalo</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">, a una fiera comunión sexual con una voraz y feraz india:
“Levántate y guía tu carreta y tu arado sobre los huesos de los muertos”
(“Conduce tu carro y tu arado sobre los huesos de los muertos”, según Villaurrutia),
proverbio precedido por una de sus paródicas lisuras de autor de sus propios
proverbios: “No dejes al sol hacer un hoyo en tu trasero”. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoBodyText"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZ8Z_spCKq0iQrQXfT2mlVq1-ibGj1yD79FDixlRUE59aonb9vfxHVwuGJcjhFwRa5ByF8BGtp2bJQuoLN7qcfIoOeGss2pgXjQdEqg3NcPyNoqWEoN42xLFjlUqePa4kN5o2dyq8dhRSjJ0EZkZDq08Xi80xNX8ONDWiH8q3oDfp3zOKYySyhFAU3Gc09/s561/Dead%20Man%20(1995).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="536" data-original-width="561" height="382" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZ8Z_spCKq0iQrQXfT2mlVq1-ibGj1yD79FDixlRUE59aonb9vfxHVwuGJcjhFwRa5ByF8BGtp2bJQuoLN7qcfIoOeGss2pgXjQdEqg3NcPyNoqWEoN42xLFjlUqePa4kN5o2dyq8dhRSjJ0EZkZDq08Xi80xNX8ONDWiH8q3oDfp3zOKYySyhFAU3Gc09/w400-h382/Dead%20Man%20(1995).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Fotograma de <b>Hombre muerto</b> (1995)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> Al inicio del vínculo con el indio, el
contadorcito William Blake ignora la destreza de las armas de fuego, pese a que
por un reflejo, defensivo y de autoconservación, mató al hijo del señor
Dickinson. Y aunado a su presunta amnesia o dizque modesto olvido de sus versos
que Xebeche le atribuye, el indio piel roja le vaticina la cifra de su destino
de <i>hombre muerto</i>: “Esa arma
sustituirá tu lengua. Aprenderás a hablar con ella y tu poesía se escribirá
ahora con sangre.” Cosa que William Blake cumple al pie de la letra sin
evitarlo y con la eficacia que pergeña su meteórica leyenda negra: destino de
poeta maldito (muerto y sin espíritu) extraviado en el infierno del salvaje y
lejano Oeste, donde escribe con sangre sus rápidos y onomatopéyicos
asesinatos-poemas; incluso, en un pasaje, esgrime como suya la borrosa e
inasible identidad del verdadero poeta: “¿Eres William Blake?”, le rebuzna uno
del par de marshals, calvos y cazarrecompensas, que lo rastrean para matarlo. Y
él responde: “Sí, lo soy. ¿Conocen mis poemas?”. Y ¡pum! ¡pum!, truenan los
balazos que los borran del mapa del tesoro andante, lo cual el contadorcito
rubrica con uno de los proverbios de William Blake que le oyó al vociferino
Xebeche: “Algunos nacen para la noche eterna”.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJaPa3jiZ9fREqAZy2Uhjb_Sv15v8m80ntIDYU2JYccXRDNrcLBprnYPzj8CYYTe-tUsQcefnb1sokB8kClXSGzm3ExKtRx0IDn1vzuZqJOHjhc4i9B9f-Ck3wa04cnnKH7xqUhlzG_aR-2esUbuVvcBSAgw7k5I0y5x2k2dt9M0hkFE3bHlBl3tloGRjj/s1342/Dead%20Man%20(Vapor%20Records,%201996).jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1209" data-original-width="1342" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJaPa3jiZ9fREqAZy2Uhjb_Sv15v8m80ntIDYU2JYccXRDNrcLBprnYPzj8CYYTe-tUsQcefnb1sokB8kClXSGzm3ExKtRx0IDn1vzuZqJOHjhc4i9B9f-Ck3wa04cnnKH7xqUhlzG_aR-2esUbuVvcBSAgw7k5I0y5x2k2dt9M0hkFE3bHlBl3tloGRjj/w400-h360/Dead%20Man%20(Vapor%20Records,%201996).jpg" width="400" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> En el wéstern de
Jim Jarmusch el lejano y salvaje Oeste es un infierno, una laxa e inmoral
tierra de nadie donde los pieles rojas, los caras pálidas y los negros son unos
demonios, recíprocamente desconfiados y mezquinos, que se embriagan, fornican,
engañan, insultan, maldicen, manipulan, hacen trampas, roban y matan por la
menor causa, precio, equívoco, capricho, orden o provocación. Recuérdese, entre
otras cosas, lo relativo a Johnny <i>The
Kidd</i> Pickett, un jovencillo pistolero de raza negra, con una cicatriz de
arma blanca en el lado izquierdo del rostro, que ya ha <i>matado a 14 personas</i>; pero sobre todo lo que concierne a Cole
Wilson, el diabólico pistolero antropófago que asesinó y se comió a sus propios
padres (y que luego asesina y devora, incluso chupándose los dedos, al
pistolero hablantín que dormía con un osito de peluche), vestido de negro (con
botonadura plateada, balas de plata y cacha de nácar) como dicta al canon del más
malo y maldito del Oeste, quien además conlleva al demoníaco ángel exterminador
que le clava la última bala a la leyenda negra del contadorcito William Blake,
ya en la canoa de su viaje al más allá. </span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgr42KU7bUIgPMgtJVlJBwP715LQLeoHScVBWOXs-XWeLeJkZPhKM3OFVUGum_fFNfyuLGHghYh5wf91whKrKKZxDoWI3SaxBAUW9u1xddmiAce_FFZQSIkGiKiSqDaoE_TlzkIOI2-DS-ZLKEtV-eJ2Oy8YEZLHy2kVq4BqKnOEpARkATV_dq6YMEk0p9v/s1600/Dead%20Man%20(1995).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1052" data-original-width="1600" height="263" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgr42KU7bUIgPMgtJVlJBwP715LQLeoHScVBWOXs-XWeLeJkZPhKM3OFVUGum_fFNfyuLGHghYh5wf91whKrKKZxDoWI3SaxBAUW9u1xddmiAce_FFZQSIkGiKiSqDaoE_TlzkIOI2-DS-ZLKEtV-eJ2Oy8YEZLHy2kVq4BqKnOEpARkATV_dq6YMEk0p9v/w400-h263/Dead%20Man%20(1995).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Fotograma de <b>Hombre Muerto</b> (1995)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> O el nocturno asesinato de los tres tramperos
en un claro del bosque que incita Xebeche con el contadorcito como carnada,
donde una de las víctimas, el ridículamente travestido de tosca mujer, relata,
alrededor de la hoguera y mientras cocina y sirve en platos metálicos, varias
visiones del infierno dentro del infierno: <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiErPcdhtp8JP03bLpItOO1j2hgUZTk8X3lVGVlAY3VIw1Hq5IUKKsyPjwfQvrwkW_8qU_Kp-dXQppxL9QYUZAfs-U4oPw_-vYcSAcL9-UyPpKjoFfcmwYOR_gTACwTIM3bZe6w9PKBEyEAb3-qb_R0nwoFTqVjcX6bJbTv68os8-nfjFrPnFFh-d1sfwlL/s1920/Arthur%20Rackham,%20Ricitos%20de%20Oro%20y%20los%20tres%20osos.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1920" data-original-width="1552" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiErPcdhtp8JP03bLpItOO1j2hgUZTk8X3lVGVlAY3VIw1Hq5IUKKsyPjwfQvrwkW_8qU_Kp-dXQppxL9QYUZAfs-U4oPw_-vYcSAcL9-UyPpKjoFfcmwYOR_gTACwTIM3bZe6w9PKBEyEAb3-qb_R0nwoFTqVjcX6bJbTv68os8-nfjFrPnFFh-d1sfwlL/w324-h400/Arthur%20Rackham,%20Ricitos%20de%20Oro%20y%20los%20tres%20osos.jpg" width="324" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Ilustración de Arthur Rackham para<br /><i>Ricitos de Oro y los tres osos</i></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> “...con el
cabello dorado [mamá osa] le hizo un suéter al osito”, dice al contar, frente a
la hoguera, una chusca versión de <i>Ricitos
de Oro y los tres osos</i>. Y luego relata un sangriento pasaje pseudohistórico,
extirpado de la noche de los tiempos, que evoca el legendario y encarnizado
festín caníbal de Vlad Tepes El Empalador:
“Hoy recuerdo al emperador del mal, Nerón Augusto. Iba a arrasar con todos los
cristianos.” “Para entretener a sus invitados, Nerón iluminaba su jardín con cuerpos
de cristianos quemándose vivos en aceite atados en cruces flamantes;
crucificados. Y durante la cena ordenaba que frotaran a los cristianos con
hierbas de olor y ajo. Les cortaban el sexo y en costales los arrojaban a los
perros salvajes.” Lo cual es signado por la cruenta y negra bendición a los frijoles
sazonados con especias, leída heréticamente dizque de la Biblia, que resulta el presagio y preámbulo del asesinato a balazos
de los tres tramperos: “Este día Dios te entregará en mis manos y yo te destruiré
y decapitaré y daré el cadáver del anfitrión de los filisteos a las aves del
aire y a las bestias de la tierra. Amén.” <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifkdc9p0-V8QcDAV-EdcU7CblpzVK3UsOXE2ez98yoPAPSBmDCXlUS34rAHQUjjjjPcnFMdfbfte5IgwVxIStRdJhfo8rQ75JIUuw6MAow0aGXZioLvB2Lf2XRqprLHUckvH7UhbaJaZeORcbjLsEHfabzVKtOfVztpS5jWHUDUj85t3SITx9K1L_WKOoV/s919/Vlad%20Tepes%20almuerza%20rodeado%20de%20empalados.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="919" data-original-width="719" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifkdc9p0-V8QcDAV-EdcU7CblpzVK3UsOXE2ez98yoPAPSBmDCXlUS34rAHQUjjjjPcnFMdfbfte5IgwVxIStRdJhfo8rQ75JIUuw6MAow0aGXZioLvB2Lf2XRqprLHUckvH7UhbaJaZeORcbjLsEHfabzVKtOfVztpS5jWHUDUj85t3SITx9K1L_WKOoV/w501-h640/Vlad%20Tepes%20almuerza%20rodeado%20de%20empalados.jpg" width="501" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i><span style="color: #990000;">Vlad Tepes almuerza rodeado de empalados</span></i></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> En este sentido,
el asesinato no riñe y hace íntimas migas (y danza de cachetito la macabra danza
de la muerte) con algunos de los <b>Proverbios
del Infierno</b> que parecen una apología o incitación al asesinato y a
considerar <i>el asesinato como una de las
bellas artes</i>, para deglutirlo y rumiarlo con el llevado y traído título de
las memorias de Thomas de Quincey (1784-1859). “El asesinato exige, en su
opinión, ser tratado <i>estéticamente</i> y
apreciado desde un punto de vista cualitativo a la manera de una obra plástica
o de un caso médico”, pontifica el heresiarca surrealista André Breton sobre De
Quincey en su <b>Antología del humor negro</b>,
urdida y prologada en 1939 e impresa al año siguiente en París, en francés, por
Les Editions du Sagittaire. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUbow0uVfhmbswTynxt5m6b693z6On-CAGgFDsdhRxIPOuETxf5MXetZ2LD52JYk3YdX_F2rr6clRujMKHoEuIqtduVNiGeWN15dsvOQOK9NOQUAlcavxItszPvzy58ydJh7y3y_scQeVhdrmX9vjqmtQ2OYsPYuLMk3A7VcQq-okraLJFI13HDwrsGx86/s1200/Dead%20Man%20(1995).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="675" data-original-width="1200" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUbow0uVfhmbswTynxt5m6b693z6On-CAGgFDsdhRxIPOuETxf5MXetZ2LD52JYk3YdX_F2rr6clRujMKHoEuIqtduVNiGeWN15dsvOQOK9NOQUAlcavxItszPvzy58ydJh7y3y_scQeVhdrmX9vjqmtQ2OYsPYuLMk3A7VcQq-okraLJFI13HDwrsGx86/w400-h225/Dead%20Man%20(1995).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Fotograma de <b>Hombre Muerto</b> (1995)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> ¡Ha llegado <i>el tiempo de los asesinos</i>!, podría
gritarse a los cuatro pestíferos y deletéreos vientos bajo los efectos de
varias onzas de Rimbaud y <i>Diablo Verde</i>,
sintiéndose, obviamente, el más malo y maldito pistolero del viejo, lejano y
salvaje Oeste, echando bala en las inmediaciones de la cantina de Machine.
Véanse, si no, algunos maléficos y atronadores ejemplares de los <b>Proverbios del Infierno</b> de William Blake traducidos por
Xavier Villaurrutia, publicados en el número 6 de la revista <b>Contemporáneos</b> (noviembre de 1928),
junto con otros textos iniciales del libro al que pertenecen: <b>Matrimonio del Cielo y del Infierno</b> (<i>c.</i> 1790-1793): <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEphNBm8_DmeofNsgSvXIgfELGG774R-wJq7qtzvmmI3Dun1_lVOgg0JXsXK2ulfyWfpQaUzsdYefdeSeYNp5T0Q3wTu6SObhQLTHsd0XbgjJdfMf95mHOAfzSp6E_QNV4hgW7TzmaFW_oKpsHU15OTp9LIpyZiy1D6gKoxw2a5vspJZ5ctV6k3FLGONI7/s551/Xavier%20Villaurrutia%20(c.%201930),%20foto%20de%20Manuel%20%C3%81lvarez%20Bravo.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="551" data-original-width="431" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEphNBm8_DmeofNsgSvXIgfELGG774R-wJq7qtzvmmI3Dun1_lVOgg0JXsXK2ulfyWfpQaUzsdYefdeSeYNp5T0Q3wTu6SObhQLTHsd0XbgjJdfMf95mHOAfzSp6E_QNV4hgW7TzmaFW_oKpsHU15OTp9LIpyZiy1D6gKoxw2a5vspJZ5ctV6k3FLGONI7/w313-h400/Xavier%20Villaurrutia%20(c.%201930),%20foto%20de%20Manuel%20%C3%81lvarez%20Bravo.JPG" width="313" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Xavier Villaurrutia (<i>c</i>. 1930)<br /><br />Foto: Manuel Álvarez Bravo</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Un cuerpo muerto
no venga las injurias”; “Antes asesina a un niño en su cuna que nutras deseos
que no ejecutes”; “Sumerge en el río a aquel que ama el agua”; “El gusano
perdona el arado que lo aplasta”; “Del agua estancada espera veneno”; “Nunca
pregunta el manzano o el haya cómo crecer, ni el león al caballo cómo coger su
presa”; “Los tigres de la cólera son más sabios que los caballos del saber”;
“La cólera del león es la sabiduría de Dios”. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Era fácilmente
iracundo”, vale repetir que sigue puntualizando Borges de William Blake en el
susodicho prólogo a su <b>Poesía completa</b>. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglhXJ5l7xXbGCQ3Fk-9wlR6aHkrNagu_VNVYK4vEPicVz9_Q6UzTzSz3MnMNppWMOLodKAdTP-ePOqRlY34_nwf__-tw0wTP2LNpjBoZtCuEz9lxJ8BH7dubbsUl2uoY7tJ5I22uXFgjLb-PYnDrjG2tQ6bb8zVgnSXsMXGron3J_96YnClmyp4WaW6IOm/s1794/Poes%C3%ADa%20completa%20(Hyspam%C3%A9rica,%201986).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1794" data-original-width="1283" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglhXJ5l7xXbGCQ3Fk-9wlR6aHkrNagu_VNVYK4vEPicVz9_Q6UzTzSz3MnMNppWMOLodKAdTP-ePOqRlY34_nwf__-tw0wTP2LNpjBoZtCuEz9lxJ8BH7dubbsUl2uoY7tJ5I22uXFgjLb-PYnDrjG2tQ6bb8zVgnSXsMXGron3J_96YnClmyp4WaW6IOm/w458-h640/Poes%C3%ADa%20completa%20(Hyspam%C3%A9rica,%201986).jpg" width="458" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges núm. 4<br /><br />Hyspamérica Ediciones Argentina/Ediciones Orbis<br />Barcelona, 1986</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> Pero como tan
solo en unas cuantas líneas de William Blake apenas corrieron algunos
chorreantes baldes de sangre, tal vez quepa sacar de la chistera un <i>cuchillo sin hoja al que le falta el mango</i>
de Geor Christoph Lichtenberg (1742-1799), traducido del alemán por Juan
Villoro en el breviario <b>Aforismos</b>
(México, FCE, 1989): “Siempre es preferible darle el tiro de gracia a un
escritor que perdonarle la vida en una reseña”. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #990000;">IV de VII</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Al vaticinio que
el indio piel roja Xebeche, alias<i> Nobady,</i>
le cifra al contadorcito de Cleveland (homónimo del poeta y grabador inglés
William Blake) sobre el destino que lo arrastra en el infierno del salvaje y
lejano Oeste (<i>hombre muerto</i>, sin
espíritu, que escribirá sus poemas con sangre) </span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">mientras el impoluto
cara pálida viaja en tren observando las mutaciones del desolado paisaje (mira
grandes y solitarias estructuras rocosas en lontananza, carretas deshilachadas
y tipis abandonados) y las características de los cambiantes pasajeros que lo
observan a él</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—,</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;"> </span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">lo preludia el
presagio que al inicio del wéstern, sin decir aguas negras van, le recita, casi
como un acertijo, el fogonero analfabeta maquillado de hollín, el mismo que le
señala que esos cazadores del vagón (ataviados con ásperos gorros y abrigos de
pieles peludas) que de pronto por las ventanas disparan sus fusiles Winchester,
ya han masacrado un millón de búfalos el año pasado y que Machine es el
infierno y que tal vez allí halle su tumba: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Mira hacia la
ventana”. “¿No recuerdas esto cuando vas en un barco? Y más tarde en la noche,
estabas recostado viendo el cielo y el agua en tu cabeza no era distinta del
paisaje y piensas: ¿por qué será que el paisaje se mueve pero el barco está
inmóvil?”. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> Palabras-espejo
(en lo futuro), pero un galimatías para el pálido y lampiño contadorcito
William Blake que tampoco las entiende mirándose la nariz y parando las orejas,
y cuyo sentido se explica por sí solo al término del filme, cuando Xebeche ha
dispuesto bocarriba, en una canoa que evoca la mítica barca de Caronte, el cuerpo
moribundo del contadorcito. Canoa india preparada por el piel roja con ramas de
cedro, tabaco, un retrato en miniatura del <i>hombre
muerto</i> y otros enseres, que transportará a William Blake por el Gran Mar al
ámbito donde se halla su espíritu, el sitio de donde supuestamente vino. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0nnhvy5INPID7f7hkwi72OpeOCjRdYydqkyvhkzwp4xLB83ws2WbFFzsI4kc7PG9eMMA5fDA48yQjZ5hlk4WrWhPdra3O0o8pp_fUjTH5-QCvAi7_kHq_2YFPd4-BgQ3SspEgP4kIxzeqgdCb1cIUGJ9hgJjkqeh2WEiSJip3f5oQEgxZU_MXrSv9KERH/s1280/Dead%20Man%20(1995).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="1280" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0nnhvy5INPID7f7hkwi72OpeOCjRdYydqkyvhkzwp4xLB83ws2WbFFzsI4kc7PG9eMMA5fDA48yQjZ5hlk4WrWhPdra3O0o8pp_fUjTH5-QCvAi7_kHq_2YFPd4-BgQ3SspEgP4kIxzeqgdCb1cIUGJ9hgJjkqeh2WEiSJip3f5oQEgxZU_MXrSv9KERH/w400-h225/Dead%20Man%20(1995).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Fotograma de <b>Hombre Muerto</b> (1995)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> Sin embargo, el
sentido de las palabras-espejo empieza a prefigurarse mucho antes; por ejemplo,
cuando ambos van a caballo en el bosque y se encuentran, clavados en los
troncos de varios árboles, los primeros retratos hablados del rostro de William
Blake con el clásico: “Se busca”, “500 dólares”. Pero ante el desconcierto y
berrinche del contadorcito, Xebeche le cifra uno de sus propios proverbios: “No
pararás las nubes construyendo un barco”. Lo cual irrita aún más al contadorcito
cara pálida, harto de las para él ininteligibles frases (los <b>Proverbios del Infierno</b> de William
Blake), junto con los retruécanos y proverbios de su autoría con que el piel
roja le parlotea. Pero éste sólo remata, burlándose, con el repetitivo, variado
y bufo estribillo del tabaco (que incluso reitera casi al término de la
película): “¿Seguro que no tienes tabaco?”</span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><b>V de VII</b></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">El indio piel roja Xebeche, alias </span><i><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Nobody</span></i><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">, le narra al
joven William Blake su índole mestiza y marginal, y el significado de su nombre
y sobrenombre, y la causa de que vague solo por el solitario bosque: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5deMxKw-R_4QTkcMCnKHpKq4K38gbst8CqNfcQ59qKTsgFAF5HpXhfU0UGxp9_gMWW3AdwZs6mlfV8p-F7vtTLEynfA-bRqK84wdanVDz39Ce-ZYkiU0-BgDRgGVqfLWOf62gARL_Y1Z3pbJ2wiV5WSMpGVZzaaaqbxPHbAP484M3BvkeCBEY840aOA1H/s942/Dead%20Man%20(1995).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="535" data-original-width="942" height="228" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5deMxKw-R_4QTkcMCnKHpKq4K38gbst8CqNfcQ59qKTsgFAF5HpXhfU0UGxp9_gMWW3AdwZs6mlfV8p-F7vtTLEynfA-bRqK84wdanVDz39Ce-ZYkiU0-BgDRgGVqfLWOf62gARL_Y1Z3pbJ2wiV5WSMpGVZzaaaqbxPHbAP484M3BvkeCBEY840aOA1H/w400-h228/Dead%20Man%20(1995).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Fotograma de <b>Hombre Muerto</b> (1995)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Mi sangre está
mezclada. Mi madre era Ungumpe Piccana. Mi padre Absolucca. Esta mezcla no fue
respetada. De niño, seguido me dejaban solo, así que pasé meses acechando a la
gente alce para probar que sería buen cazador. Un día, mis parientes alces, se
compadecieron y un joven alce me dio su vida. Sólo con mi cuchillo le quité su
vida. Cuando iba a cortar la carne vinieron hombres blancos a mí. Eran soldados
ingleses. Corté a uno, pero me dieron en la cabeza con un rifle. Todo se volvió
negro. Mi espíritu pareció dejarme. Luego me llevaron al Este. En una jaula. Me
llevaron a Toronto [en tren], luego a Filadelfia y luego a Nueva York. Y cada
vez que llegaba a otra ciudad de algún modo, el blanco, había pasado a su gente
allá, adelante de mí. Cada ciudad nueva tenía la misma gente que la anterior y
no podía entender cómo una ciudad de gente podía moverse tan rápido. Finalmente,
me llevaron en barco a través del Gran Mar a Inglaterra. Me pasearon ante ellos
como un animal cautivo. Una exhibición. Entonces yo los remedé imitando sus
modales, esperando que perdieran interés en ese joven salvaje. Pero su interés
sólo aumentó. Así que me metieron a una escuela de blancos. Y ahí fue que
descubrí las palabras que tú, William Blake, escribiste. Eran palabras
poderosas y me hablaron. Pero hice planes cuidadosos y finalmente escapé. Una
vez más crucé el gran océano. Vi muchas cosas tristes de camino a la tierra de
mi pueblo. Cuando se dieron cuenta de quién era, los relatos de mis aventuras
los enojaron. Me dijeron mentiroso: <i>Xebeche</i>.
<i>El que habla fuerte sin decir nada</i>.
Me ridiculizaron. Mi propio pueblo. Me dejaron vagar solo por la tierra. Soy <i>Nadie</i>.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoBodyTextIndent"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> Pero
el sentido nodal y <i>nom plus ultra</i> del
filme de Jim Jarmusch, es el que gira en torno al hecho quintaesencial de que
para el indio piel roja Xebeche, el contadorcito de Cleveland es un <i>hombre muerto</i>, un muerto sin espíritu
que es el poeta, pintor y grabador inglés William Blake. Así, la misión que el
indio colige y se impone a sí mismo hasta las últimas consecuencias (jugarse la
vida en todo momento e incluso renunciar a ella) es conducir al <i>hombre muerto</i> al lugar “de donde
vinieron todos los espíritus. Y a donde todos los espíritus vuelven.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoBodyTextIndent"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> Su
asumida misión de guía al más allá empieza a cobrar un rumbo más definido
cuando en uno de sus personales ritos de brujo sabio, visionario y vidente,
ingiere peyote, que él llama <i>el Abuelo Peyote</i>,
<i>el alimento del Gran Espíritu</i>: “los
poderes de la medicina te dan visiones sagradas que no son para ti, William
Blake”, le dice. Y en tales visiones le mira el rostro, al <i>hombre muerto</i>, como si fuera el cráneo de un esqueleto, en cuyas
mejillas le traza un par de símbolos semejantes a rayos, cuya críptica índole
sólo entiende el indio. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoBodyTextIndent"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> No
obstante, Xebeche induce al contadorcito al ayuno: “Buscar la visión es una
bendición. Para hacerlo, debemos ir sin comida, ni agua, pues todos los
espíritus sagrados reconocen a aquellos que ayunan. Es bueno prepararse así
para un viaje.” Ayuno, tácita e implícitamente salpimentado y reforzado con
peyote, lo que explica las alucinaciones pesadillescas que luego tiene William
Blake: mientras desde su diálogo y fantaseo consigo mismo se prepara para
aclararle el equívoco al señor Dickinson (el dueño de la metalistería de
Machine que le puso precio a su cabeza), oye aullidos y ve a hieráticos y
dispersos pieles rojas maquillados de mapaches que lo observan confundidos y
ocultos entre las ramas de la floresta; pero luego, en el mismo follaje, como
si se tratara de un móvil y cambiante trampantojo, sólo mira a un solitario mapache
que se aleja entre las matas. Más tarde halla, abandonado en un claro del
bosque, a un pequeño ciervo con el sangrante y cauterizado orificio de una bala
en el corazón, casi su espejo o <i>su doble</i>,
puesto que imita su postura y <i>sueño
eterno</i> al dormir junto al animal.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjO906G2fqnpWae7zUpVA5pf3memqCQRUqWhxRLexFIgjxxCoK84gFHi8uJxDOkP_SwS_V9_Twd_5XrRI7b_rSbGDK3YPQccdITcLp-thNU-jhMb71wqYxREDQXcEFJBiexWC9u-4qeN8ht5sTGyFItQ3Rc3VUpj0idfIMir8ajV1KJTsIqfKs_4rY-zvcw/s800/Dead%20Man%20(1995).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="600" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjO906G2fqnpWae7zUpVA5pf3memqCQRUqWhxRLexFIgjxxCoK84gFHi8uJxDOkP_SwS_V9_Twd_5XrRI7b_rSbGDK3YPQccdITcLp-thNU-jhMb71wqYxREDQXcEFJBiexWC9u-4qeN8ht5sTGyFItQ3Rc3VUpj0idfIMir8ajV1KJTsIqfKs_4rY-zvcw/w300-h400/Dead%20Man%20(1995).jpg" width="300" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Fotograma de <b>Hombre Muerto</b> (1995)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> Pero el instante
climático de las vertientes míticas y poéticas de la película empieza a
entreverse en las palabras que Xebeche le dice al <i>hombre muerto</i> al cruzar, cada uno montado en su caballo, un paraje
de árboles inmensos, luego de canturrear para sí una cantaleta, con soniquete
de vocalización india, que parece un sarcástico <i>blues</i>: “No me importa si te casaste 17 veces. Aún te amo”. Chispa
que es una minucia de toda la dosis de comedia y humor (muchas veces negro) que
el filme también tiene. “Te llevaré al puente hecho de aguas”, le dice Xebeche.
“El espejo. Te llevarán al siguiente nivel del mundo. El lugar de donde vienes,
William Blake. Donde debe estar tu espíritu. Debo ver que pases por el espejo
donde el mar se une al cielo.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #990000;">VI de VII</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">Que había en
William Blake una buena pócima de veneno, una negra toga y un matiz de vidente,
oráculo de las tinieblas, herético profeta, psicótico y tóxico poeta maldito,
ni duda cabe. Los <b>Proverbios del
Infierno</b> lo refrendan. E incluso él mismo, en cierto modo (y de muchos
modos) lo dijo. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjO50WI2m8c4Wy7wV2pth71Fxtl5jfikraSQHHUViHRlyUd6QjdMdiiAG-ZWwoNfM5xrgsznW8vBNHQskNjL5MnPhhQFEgEOY6hCI5qkxkVgriff8aaObBaOp5BUizYJw2YIu6soCqrG2me3nTz_aB-2jPexjF3_40cn6Fx6tPEZwC8JmjCcXcG6I-HPZ1Z/s898/Libro%20del%20Cielo%20y%20del%20Infierno%20(Emec%C3%A9,%201999),%20p.%2061.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="895" data-original-width="898" height="399" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjO50WI2m8c4Wy7wV2pth71Fxtl5jfikraSQHHUViHRlyUd6QjdMdiiAG-ZWwoNfM5xrgsznW8vBNHQskNjL5MnPhhQFEgEOY6hCI5qkxkVgriff8aaObBaOp5BUizYJw2YIu6soCqrG2me3nTz_aB-2jPexjF3_40cn6Fx6tPEZwC8JmjCcXcG6I-HPZ1Z/w400-h399/Libro%20del%20Cielo%20y%20del%20Infierno%20(Emec%C3%A9,%201999),%20p.%2061.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;"><b>Libro del Cielo y del Infierno</b> (Emecé, 1999)<br />p. 61</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> En una nota de William Blake al “Discurso VIII” de Sir Joshua
Reynolds (director de la Royal Academy a la que el poeta, pintor y grabador
ingresó en 1778) que cita Luis Cernuda en su citado prólogo a la edición
conjunta de <b>Matrimonio del Cielo y del
Infierno, Cantos de Inocencia</b> y<b>
Cantos de Experiencia</b>, se lee: “Sentía el mismo desprecio y aborrecimiento
que siento ahora. Se burlan de la inspiración y la visión. Inspiración y visión
eran entonces, son ahora, y espero que sean para siempre, mi elemento, mi
morada eterna. ¿Cómo podría oír que las condenan sin devolver desprecio por
desprecio?”. Intrínseca, visceral y ortodoxa declaración de principios,
equivalente a la milenaria <i>ley del talión</i>,
que ineludiblemente remite a uno de sus <b>Proverbios</b>
(traducido por Villaurrutia): “Como el aire al pájaro o el agua al pescado, así
el desprecio al despreciable.” <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf-cb0CftldVN3AvPzCYbXCFflAswCxbbtV101nStO003FlAkVLynblR_3EaE821yrWqUKNl6Cg0UOLGf8ABTDoyMJurP6Dxk6M-_HkLhc6RswpxowAO2feDytyGKVpHYllN_XKH_zdMdzKZ06yTLzZgiX8JjhkGZp9HB8JQw4Smhz1AFzDlWHwmrNZvqs/s893/Libro%20del%20Cielo%20y%20del%20Infierno%20(Emec%C3%A9,%201999),%20p.%2055.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="893" data-original-width="845" height="399" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf-cb0CftldVN3AvPzCYbXCFflAswCxbbtV101nStO003FlAkVLynblR_3EaE821yrWqUKNl6Cg0UOLGf8ABTDoyMJurP6Dxk6M-_HkLhc6RswpxowAO2feDytyGKVpHYllN_XKH_zdMdzKZ06yTLzZgiX8JjhkGZp9HB8JQw4Smhz1AFzDlWHwmrNZvqs/w379-h399/Libro%20del%20Cielo%20y%20del%20Infierno%20(Emec%C3%A9,%201999),%20p.%2055.jpg" width="379" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;"><b>Libro del Cielo y del Infierno</b> ((Emecé, 1999)<br />p. 55</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><br /> Y si otros <b>Proverbios del Infierno</b> implican una apología o incitación al
asesinato (y por ende a reflejar, en un espejo de piedra, que el verdadero
culpable y asesino es el <i>hipócrita lector</i>),
citados en la segunda parte de la presente cibernota, y a considerar (por
capricho o sin él) <i>el asesinato como una
de las bellas artes</i> </span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">“Tenía ganas de
envenenar a un monje”, apostilló Umberto Eco sobre la <i>idea seminal</i> que daría cosmológico origen a <b>El nombre de la rosa</b> (1980)</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—,</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;"> </span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">su petulancia de inspirado, visionario y vidente, también se transluce
en el que postula: “El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría.” (Parecido
al que reza: “Nunca sabrás lo que es suficiente a condición de que sepas lo que
es más que suficiente”, según Villaurrutia.) Cuyo sentido evoca un fragmento de
la carta que el <i>enfant terrible</i>
Arthur Rimbaud (1854-1891) le dirigió, el 15 de mayo de 1871, a Paul Demény: <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiW35Qxw3zuiaeXhaCzJly7gu1YQiNJc2HAHeCfLd27upTlhUkBhP4dqep3DPfwJ889f1BIjVhKgWsIkoNZIqcOzFyvXB3EufhE7dCGcer3ubCH0T4ur0zfhTA1wtCuYGbuxI3jpYZY3Of4UoU8wMrOIyYcyVHYv8TrdGI56ZgFF4oY_mouRiJZclJoOzri/s1859/Una%20temporada%20en%20el%20Infierno%20(Premi%C3%A0,%203a%20ed.,%201981).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1859" data-original-width="1215" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiW35Qxw3zuiaeXhaCzJly7gu1YQiNJc2HAHeCfLd27upTlhUkBhP4dqep3DPfwJ889f1BIjVhKgWsIkoNZIqcOzFyvXB3EufhE7dCGcer3ubCH0T4ur0zfhTA1wtCuYGbuxI3jpYZY3Of4UoU8wMrOIyYcyVHYv8TrdGI56ZgFF4oY_mouRiJZclJoOzri/w418-h640/Una%20temporada%20en%20el%20Infierno%20(Premi%C3%A0,%203a%20ed.,%201981).jpg" width="418" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">La nave de los locos núm. 27, Premi<span style="line-height: 24px; text-align: left;">à editora<br />Tercera edición, México, 1981</span></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Digo que es
preciso ser <i>vidente</i>, hacerse <i>vidente</i>.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"> “El Poeta se hace <i>vidente</i> por un largo, inmenso y razonado <i>desarreglo de todos los sentidos</i>. Todas las formas de amor, de
sufrimiento, de locura; él busca por sí mismo, agota en él todos los venenos
para conservar sólo las quintaesencias. Inefable tortura en la que hay
necesidad de toda la fe, de toda la fuerza sobrehumana, en la que él llega a
ser entre todos el gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito </span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">¡y el supremo
Sabio!</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;"> </span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">Porque él llega a
lo <i>desconocido</i>: ¡Puesto que él ha
cultivado su alma, ya rica, más que ningún otro! Llega a lo desconocido, y
cuando, loco, termina por perder la inteligencia de sus visiones, ¡él las ha
visto! ¡Que reviente en su salto por las cosas inauditas e innombrables:
vendrán otros horribles trabajadores: ellos comenzarán por los horizontes en los
que el otro se ha desplomado!” (Versión del francés al español de Marco Antonio
Campos, incluida en la edición bilingüe de <b>Una
temporada en el Infierno</b>, publicada en México, por Premi</span><span style="line-height: 150%;">à, en </span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">1979, con
traducción, prólogo, una nota y un poema suyos.)</span><span style="line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #990000;">VII de VII</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">En los <b>Proverbios del Infierno </b>de William Blake (traducidos por Xavier
Villaurrutia) late una visión maldita, anarca y herética de la vida
terrestre, entendida como <i>una temporada
en el Infierno</i>, donde el hombre, ser infinitesimal, efímero, contradictorio,
y plagado de debilidades y defectos, apenas vislumbra una minucia de lo
cosmogónico e inescrutable que lo rodea: “El rugido de los leones, el aullido
de los lobos, la cólera del mar tempestuoso y la espada destructora son
porciones de eternidad demasiado grandes para el ojo del hombre.” La religión
(católica y protestante), dueña y manipuladora del pensamiento (de los anhelos
de trascendencia, de los sueños, de las pesadillas), y los hipócritas
religiosos (feligreses y prelados), son una despreciable ralea digna de su
flagelo y de la condenada eterna a las llamas del averno: “Las prisiones están
construidas con piedras de la Ley; los burdeles con piedras de la Religión”;
“Así como la oruga elige las hojas más hermosas para poner sus huevos, el sacerdote
deposita su maldición sobre los mejores goces”; “La Prudencia es una vieja
solterona rica y fea cortejada por la Incapacidad”. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhenZfuxcQLnKCPj-F097CwfCSDRkE6-uBj62GiDSaoGiN9yNETmX4s850pmgUGMuQgEjXURST4t9xM4GDKQEz5dURy-T_43AfUAM14F_FK5XU_5c6GUzs7IOUP0JBjncgnYdzVibNNyNM0wdAOg7e2IiGD8tFXgp28zCkAT4Ojebwvfr3KDm1rnrvAVpM_/s806/Dead%20Man%20(1995).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="537" data-original-width="806" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhenZfuxcQLnKCPj-F097CwfCSDRkE6-uBj62GiDSaoGiN9yNETmX4s850pmgUGMuQgEjXURST4t9xM4GDKQEz5dURy-T_43AfUAM14F_FK5XU_5c6GUzs7IOUP0JBjncgnYdzVibNNyNM0wdAOg7e2IiGD8tFXgp28zCkAT4Ojebwvfr3KDm1rnrvAVpM_/w400-h266/Dead%20Man%20(1995).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Fotograma de <b>Hombre Muerto</b> (1995)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> Y aquí se podría
recordar un pasaje del wéstern <b>Hombre Muerto</b>,
donde un vendedor de municiones (estereotipo de religioso que manosea la
religión a su antojo como si fuera el coño de una prostituta) le dice al
contadorcito William Blake que las balas que vende están bendecidas por un
obispo de Detroit (cosa posible); así, cuando el piel roja Xebeche asoma la
cabeza y entra al tendajón con su enorme penacho de plumas y el vendedor de
municiones le niega el tabaco que exhibe frente a sus narices (al blanco se lo
regala), esgrime el persignarse a modo de escudo protector y su verborrea religiosa
a modo de flamígera, corrosiva y xenofóbica arma infalible: “Que Jesús lave la
tierra con su santa luz y lave los sitios más oscuros de salvajes y filisteos”.
<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYIpx-xSTbYjW1JPQUyJ0I7UejXiDJSM0AF0JeQpkKxJY-cwixIsgcRf7ztnah5rOWTbDeI_fw8IqlHQGNuVoKfH28CfkHp5UUBifpNArxYNUk4ISX8SfgOCOUIHiFmKkdaGi38KGQymdqHwcJ_enwH03kp8OjWLSgdRNT9HJ5CPmp_FmWRRJ8-qQu72bC/s1440/Dead%20Man%20(1995).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="810" data-original-width="1440" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYIpx-xSTbYjW1JPQUyJ0I7UejXiDJSM0AF0JeQpkKxJY-cwixIsgcRf7ztnah5rOWTbDeI_fw8IqlHQGNuVoKfH28CfkHp5UUBifpNArxYNUk4ISX8SfgOCOUIHiFmKkdaGi38KGQymdqHwcJ_enwH03kp8OjWLSgdRNT9HJ5CPmp_FmWRRJ8-qQu72bC/w400-h225/Dead%20Man%20(1995).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Fotograma de <b>Hombre Muerto</b> (1995)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> Y en el intento
de frustrar su inminente asesinato por parte de William Blake que lo apunta de
frente con su revólver (después de que primero el vendedor de municiones
intentara matarlo a traición de un balazo), le dispara y vocifera su última
maldición dizque creyente y religiosa: “Que Dios condene tu alma al fuego del
Infierno”.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> Sin embargo, pese a lo antes dicho, otros <b>Proverbios del Infierno</b> de William
Blake (oh paradoja) parecen un <i>allegro</i>
de palpitación angelical y divina: las sabias y cantarinas consejas de una
tierna abuela en tiempos de Navidad; o las observaciones de un benévolo y recto
moralista con pulsiones puritanas y religiosas de hueso colorado (¡aleluya!): “Jamás
se convertirá en estrella aquel cuyo rostro no irradie luz”; “El acto más
sublime consiste en colocar otro delante de ti”; “El alma llena de dulce placer
no puede ser manchada”; “El necio no ve el mismo árbol que el sabio”; “En
tiempo de siembra, aprende; en tiempo de cosecha, enseña; en invierno, goza”;
“Usa número, pesa y medida en un año de escasez”; “Como el arado obedece las
palabras, Dios recompensa las plegarias”; “La abeja laboriosa no tiene tiempo
para la tristeza”; “El que agradece lo que recibe soporta el peso de su
abundante cosecha”; “Aquel que desea pero no obra, engendra peste”; “El pájaro,
un nido; la araña, una tela; el hombre, la amistad”; “Está pronto a decir
siempre tu opinión, y el ruin te evitará”; “El reloj cuenta las horas de la
locura, pero ningún reloj puede contar las horas de la sabiduría”; “Exceso de
pena, ríe. Exceso de alegría, llora”; “Piensa por la mañana, obra al mediodía,
come por la tarde y duerme por la noche”; “Ningún pájaro se eleva demasiado
alto, si vuela con sus propias alas”; “Las plegarias no aran; las alabanzas no
maduran”; “El orgullo del pavo real es la gloria de Dios”; “La zorra se provee;
pero Dios provee al león”; “Lubricidad del chivo, generosidad de Dios”.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> Por otro lado, el que reza: “La maldición,
fortifica; la bendición relaja”, parece recordar el carozo de la mazorca de la
vulgarizada apología del <i>hombre fuerte</i>
atribuida a Friedrich Nietzsche: “Lo que no me mata, me fortalece”. (Que Efraín
Huerta reviraría, quizá, con el consabido refrán a modo de poemínimo: “Lo que
no mata, engorda.”)<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> Pero también,
entre los setenta <b>Proverbios del Infierno</b> que Xavier Villaurrutia tradujo
al español para el número 6 de la revista <b>Contemporáneos</b>
(noviembre de 1928), hay algunos (verdaderas <i>illuminations</i>, quizá cantaría exultante algún Rimbaud de vecindario
perdido en el ciberespacio) que más o menos (o totalmente) reconfortan y
reconcilian al ateo de a pie, al panteísta en el laberinto, al agnóstico de
bolsillo, o al esteta intelectual, con lo efímero e inescrutable de la
existencia no siempre placentera ni divina: “La desnudez de la mujer es la obra
de Dios”; “La Eternidad está enamorada de las obras del tiempo”; “Crear una
sola flor es trabajo de siglos”; “Un pensamiento llena la inmensidad”.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #990000; font-size: x-small;"><b>Audiovisual</b></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Jim Jarmusch, <b>Dead Man</b>/<b>Hombre Muerto</b>. DVD. Film House, México, 2006.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Neil Young, <b>Dead Man</b>. CD. <i>Soundtrack</i> de <i>Dead Man</i>
(1995), largometraje en blanco y negro con guion y dirección de Jim Jarmusch.
Cuadernillo adjunto con textos e iconografía. Vapor Records. New York, 1996.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;"><b><span style="color: #990000;">Bibliografía</span></b><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Bioy, Casares
Adolfo y Borges, Jorge Luis, <b>Libro del
Cielo y del Infierno</b>. Antología de textos de Emanuel Swedenborg y otros
autores. Prólogo de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares fechado en <i>Buenos Aires, 27 de diciembre de 1959</i>.
Iconografía anónima y sin datar en blanco y negro. Emecé Editores. Buenos
Aires, junio de 1999. 192 pp.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Blake, William,
“El matrimonio del Cielo y del Infierno”, “Proverbios del Infierno”, etcétera.
Traducción del inglés de Xavier Villaurrutia, en <i>Contemporáneos</i> núm. 6, noviembre de 1928, en <b>Contemporáneos</b>, tomo<b> II</b>
(de <b>XI</b>), <b>Septiembre-Diciembre de 1928, </b>p. 213-243. Edición facsimilar.
Colección Revistas Literarias Mexicanas Modernas/FCE. México, abril 15 de 1981.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Blake, William, <b>Matrimonio del Cielo y el Infierno. Los
cantos de Inocencia. Los cantos de Experiencia. </b>Traducción del inglés de
Soledad Capurro. Prólogo de Luis Cernuda. Colección Visor de Poesía, Volumen
LXXXVII. Madrid, 1983. 212 pp.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Blake, William, <b>Poesía completa</b>. Traducción del inglés de
Pablo Mañé Garzón. Prefacio de la serie y prólogo de Jorge Luis Borges. Ilustraciones
anónimas en blanco y negro. Colección Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges
núm. 4, Hyspamérica Ediciones Argentina/Ediciones Orbis. Barcelona, 1986. 256
pp.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Blake, William, <b>Proverbios del infierno</b>. Traducción del
inglés de Xavier Villaurrutia. Cajita con hojas sueltas s/n de páginas. Colección
Fósforos. Verdehalago/Revista quincenal de poesía/La Máquina Eléctrica. Ciudad
de México, abril de 1994.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Borges, Jorge
Luis, <b>Biblioteca personal (prólogos).</b>
Alianza Literatura núm. 7, Alianza Editorial. Buenos Aires, abril de 1988. 136
pp.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Borges, Jorge Luis,
<b>Obras completas IV</b>. Emecé Editores España.
Barcelona, 1996. 550 pp.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Borges, Jorge Luis
y Ferrari, Osvaldo, <b>Diálogos</b>.
Editorial Seix Barral. Barcelona, abril de 1992. 384 pp.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Breton, André, <b>Antología del humor negro</b>. Traducción
del francés de Joaquín Jordá. Compactos núm. 33, Editorial Anagrama. Barcelona,
1991. 406 pp.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Eco, Umberto,
“Apostillas a <i>El nombre de la rosa</i>”,
p. 631-664, en <b>El nombre de la rosa</b>.
Traducción del italiano de Ricardo Pochtar. Traducción de los textos en latín
de Tomás de la Ascensión Recio García. Colección Palabra Seis núm. 2, Editorial
Lumen. 2ª reimpresión de la 3ª edición mexicana. México, diciembre de 2001. 672
pp.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Lichtenberg, Geor
Christoph, <b>Aforismos</b>. Antología,
prólogo, notas y traducción del alemán de Juan Villoro. México, febrero de
1989. 304 pp.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Märtin, Ralf-Peter, <b>Los “Drácula”. Vlad Tepes, el
Empalador y sus antepasados</b>. Traducción del alemán de Gustavo Dessal.
Iconografía en blanco y negro. Fábula núm. 150, Tusquets Editores. Barcelona,
noviembre de 2000. 232 pp.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Miller, Henry, <b>El tiempo de los asesinos. Un estudio sobre
Rimbaud</b>. Traducción del inglés de Roberto Bixo. El libro de bolsillo núm.
975, Alianza Editorial. Madrid, 1983. 128 pp.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: x-small;">Rimbaud, Arthur, <b>Una temporada en el infierno</b>. Edición
bilingüe. Prólogo, antología, poema, y traducción del francés de Marco Antonio
Campos. Ilustraciones en blanco y negro. La nave de los locos núm. 27, Premi</span></span><span style="line-height: 150%;"><span style="font-size: x-small;">à editora. 3ª ed.,
segundo semestre de 1981. 120 pp. </span><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span style="line-height: 150%;"><span style="color: #990000;"><b>*********</b></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="line-height: 150%;"><span style="color: #990000;"><b><a href="https://www.google.com/search?q=hombre+muerto+1995+trailer&sca_esv=587515418&sxsrf=AM9HkKkfRT1Eg6x-gxSOtPXkgBLV6kzG_w%3A1701635512939&source=hp&ei=uOVsZci1NsCeqtsP9ZWwgAQ&iflsig=AO6bgOgAAAAAZWzzyP9TxXmpagcLc92Ky2VElrC2j9vX&ved=0ahUKEwjI8aGijvSCAxVAj2oFHfUKDEAQ4dUDCBI&oq=hombre+muerto+1995+trailer&gs_lp=Egdnd3Mtd2l6Ihpob21icmUgbXVlcnRvIDE5OTUgdHJhaWxlcjIFECEYoAEyBRAhGKABSK9SUJgIWO5BcAF4AJABApgBxgOgAe4oqgELMC4xNC4xMC4xLjG4AQzIAQD4AQGoAgrCAgcQIxjqAhgnwgIQEAAYAxiPARjlAhjqAhiMA8ICEBAuGAMYjwEY5QIY6gIYjAPCAgsQABiABBixAxiDAcICERAuGIAEGLEDGIMBGMcBGNEDwgIOEC4YgAQYigUYsQMYgwHCAg4QLhiABBixAxjHARjRA8ICCBAAGIAEGLEDwgIFEAAYgATCAg4QABiABBiKBRixAxiDAcICFBAuGIAEGLEDGIMBGMkDGMcBGNEDwgILEC4YgAQYxwEYrwHCAgsQABiABBiKBRiSA8ICERAuGIAEGIoFGLEDGIMBGNQCwgILEC4YgAQYsQMYgwHCAggQLhiABBixA8ICBRAuGIAEwgIEEAAYA8ICCxAuGIMBGLEDGIAEwgIGEAAYFhgewgIEECEYFcICCBAhGBYYHhgdwgIKECEYFhgeGA8YHQ&sclient=gws-wiz#fpstate=ive&vld=cid:f1ec0156,vid:g7uhqSc8GYo,st:0">Trailer de Hombre Muerto (1995), wésterm con guion y dirección de Jim Jarmusch.</a><br /></b></span></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Georgia","serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-family: "Courier New";"> </span></p>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-25250464066406161632023-11-16T10:58:00.000-08:002023-11-16T11:47:27.140-08:00Los mares del Sur<p style="text-align: center;"><span style="color: red; font-family: georgia; font-size: large;"><i>La angustia
en un puñado de ceniza</i></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES"><span style="color: red; font-family: georgia;"><b>I de VI<o:p></o:p></b></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Publicada en Barcelona,
en noviembre de 1979, por Editorial Planeta, con un tiraje de 153 mil
ejemplares, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los mares del Sur</b>,
novela negra del polígrafo español Manuel Vázquez Montalbán (nacido en la
Ciudad Condal el 14 de junio de 1939 y fallecido en Bangkok el 18 de octubre de
2003), “obtuvo el Premio Planeta 1979, concedido por el siguiente jurado:
Ricardo Fernández de la Reguera, José Manuel Lara, Antonio Prieto, Carlos Pujol
y José María Valverde.” Quien, curiosamente, en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Poesías reunidas 1909-1962</b>, volumen de T.S. Eliot publicado en
Madrid, en 1978, por Alianza Editorial, tradujo (y anotó) “La Tierra Baldía” (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">The Waste Land</i>, 1922), de cuyo primer
poema el asesinado Carlos Stuart Pedrell había extirpado y transcrito un verso
en inglés: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">I read, much of the night, and
go south in the winter</i>. Que Pepe Carvalho, el detective que investiga el trasfondo
de su desaparición y muerte, traduce “mentalmente: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Leo hasta entrada la noche/ y en invierno viajo hacia el sur</i>”.
Mientras que Valverde lo hizo así: “Yo leo, buena parte de la noche, y en
invierno me voy al sur.” En este sentido, no asombra que el verso traducido por
Valverde del Premio Nobel de Literatura 1948: “te enseñaré el miedo en un
puñado de polvo” (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">I will show you fear in
a handful of dust</i>), Sergio Beser —el políglota ratón de biblioteca que
consulta Carvalho— lo traduzca así, diciéndole: “Es el verso que más me gusta
de todo el poema: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Te enseñaré la angustia
en un puñado de ceniza</i>.”<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW1cRySHIW-WA52qRZMmYsAGr7BAZjd_in2EV9Coi60AX4QLpE7xgxJXziavgQOuaQ5G8pCdCJFsRmFVOAYz37HSax5CNK9849Dy70qDyr-czh97ZRYPQtbhvEiMew9brTgJ0RCpKTj8EIcYmNBn9Y1p1rSZpzQE3jANvBN1wYljvnDchYVSVUERJMzOAJ/s1835/Poes%C3%ADa%20reunida%201909%201962%20(Alianza%20Tres,%203a%20ed.,%201981).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1835" data-original-width="1260" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW1cRySHIW-WA52qRZMmYsAGr7BAZjd_in2EV9Coi60AX4QLpE7xgxJXziavgQOuaQ5G8pCdCJFsRmFVOAYz37HSax5CNK9849Dy70qDyr-czh97ZRYPQtbhvEiMew9brTgJ0RCpKTj8EIcYmNBn9Y1p1rSZpzQE3jANvBN1wYljvnDchYVSVUERJMzOAJ/w440-h640/Poes%C3%ADa%20reunida%201909%201962%20(Alianza%20Tres,%203a%20ed.,%201981).jpg" width="440" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: red; font-family: georgia;">Alianza Tres núm. 40, Alianza Editorial<br />Tercera edición, Madrid, 1981</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span>La novela <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los
mares del Sur</b> —la cuarta de la Serie Carvalho— comprende 43 breves
capítulos sin números ni rótulos, signados por un epígrafe del poeta italiano
Salvatore Quasimodo, Premio Nobel de Literatura 1959: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">pi</i></span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">ù nessuno mi porterà nel sud</i> (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">ya nadie me
llevará al sur</i>). En este sentido, vale observar que al cadáver del
cincuentón y riquísimo empresario barcelonés Carlos Stuart Pedrell, presuntamente
asesinado a cuchilladas y aparecido, en enero de 1979, “en un descampado de la
Trinidad”, “Le habían vaciado los bolsillos” y sólo le dejaron un papel, según
se entera el detective (y el desocupado lector) en la primera entrevista que,
un día de marzo, tiene con el abogado Jaime Viladecans Riutorts (“voz de lord
inglés con acento de pijo de la Diagonal”) y Mima, la viuda (“una mujer de
cuarenta y cinco años que hizo daño en el pecho a Carvalho”): “La viuda había
sacado del bolso una arrugada hoja de agenda erosionada por mil manos. Alguien
había escrito sobre ella con un rotulador: <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES">pi</span></i><i style="mso-bidi-font-style: normal;">ù nessuno mi porterà nel sud</i>.” Cuyo sentido y ubicación bibliográfica en un viejo
poemario de posguerra de Salvatore Quasimodo: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La vita non é sogno</i> (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">La vida
no es sueño</i>, 1949), le es vertida a Pepe Carvalho por el parlanchín,
erudito e histriónico Sergio Beser, cuyo piso en San Cugat es una enorme, nutrida
y alta biblioteca (“Parecía un Mefistófeles pelirrojo con acento valenciano”),
quien hace un gastronómico, teatral y etílico dúo dinámico con un tal Enric Fuster,
su compinche y paisano del Maestrazgo.</span><div><span style="font-family: georgia;"><br /></span><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHCu4zDYjjKN8ReAOnr0fd1Fv7fxCAEhFcyN9-B1SmHFREipdMugs28tKYKYFreSc4swOm7HtJRlp0JEsNwJp2tDJN7CFJBpOKnZL-znc-9btnMgpL5CqCVtb3JmQhZ1m9vMaDt90pnwAa3_NHGOpIG1g4PbORuLcv9_VvjB4Ke8kTT0m7hak5Lc_WF2H2/s800/Salvarote%20Quasimodo.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="598" data-original-width="800" height="299" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHCu4zDYjjKN8ReAOnr0fd1Fv7fxCAEhFcyN9-B1SmHFREipdMugs28tKYKYFreSc4swOm7HtJRlp0JEsNwJp2tDJN7CFJBpOKnZL-znc-9btnMgpL5CqCVtb3JmQhZ1m9vMaDt90pnwAa3_NHGOpIG1g4PbORuLcv9_VvjB4Ke8kTT0m7hak5Lc_WF2H2/w400-h299/Salvarote%20Quasimodo.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: red; font-family: georgia;">Salvatore Quasimodo <br />(1901-1968)<br />Premio Nobel de Literatura 1959</span></td></tr></tbody></table><br /><span style="font-family: georgia;"><br /></span><div><span style="font-family: georgia;"><br /></span><span style="font-family: georgia;"><o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: red;">II de VI</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">La trama
detectivesca de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los mares del Sur</b> <span lang="ES">—ganadora
en París del Prix International de Littérature Polici</span>ère 1981<span lang="ES">— gira en torno al hallazgo del acuchillado
cadáver del empresario Carlos Stuart Pedrell tras un año de su misteriosa y
paradójica desaparición (pues nunca salió de España ni de Barcelona), tanto del
ámbito familiar (dejó esposa y cinco pirrurris: un joven en Bali aún
dependiente, dos chavales que hacen trial de montaña, un pequeño a punto de ser
expulsado de un colegio jesuita, y una erógena adolescente en crisis existencial
y ebullición erótica), como del alto pedorraje donde se movía con su estigma de
donjuán irredento, pues según el testimonio de Francesc Artimbau, su <i style="mso-bidi-font-style: normal;">pintor de cámara</i>, los Stuart Pedrell
“Podían cenar ahí donde estás tú [aplatanado y bebiendo en el estudio del
artista], conmigo y con mi mujer algo que yo había guisado, o recibir en su
casa a invitados como [Gregorio] López Bravo o [Laureano] López Rodó [distinguidos
trepadores franquistas], o cualquier ministro del Opus, ¿entiendes? Eso da
mucho poso. Esquiaban con el rey [Juan Carlos] y fumaban porros con poetas de
izquierda en Lliteras.” (De ahí que entre los recortes de periódicos que Pepe Carvalho
observa entre los libreros del despacho preferido del occiso se lean, pegadas
con chinchetas, casi de cachetito: “las declaraciones de [Santiago] Carrillo
sobre el abandono del leninismo por el PC español” y “la noticia de la boda de
la duquesa de Alba con Jesús Aguirre, director general de Música”, sonoro y
rimbombante bodorrio de nota rosa y de la chismografía del corazón, sucedido el
16 de marzo de 1978.) Urdimbre narrativa no exenta de peliculescos episodios de
violencia: el preliminar robo de un auto de alta gama (no falta allí la chica
noctámbula que se sopla “el flequillo a lo Oliva Newton-John”) y la trepidante
persecución policíaca; la pela callejera que confronta Pepe Carvalho con tres
mozalbetes cuchilleros de la barriada de San Magín; y el subrepticio y cruel
degollamiento de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Bleda</i>, su perra, en
su casa particular en Vallvidrera, donde el investigador privado, proclive a
los excesos de la buena mesa, del buen tabaco y del buen alcohol, se dedica a
condenar y a extinguir, en el fuego de la chimenea, los libros de su
biblioteca. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxwaY90TKAgKu85laVBMRAJq82WmE1H7RoB04LPYs_D2MEAa4Qy-QoJBaFDgAU-NftztpqFOWYra_yRWqYAliYV4C6ecbsYePIRQeNalFR4HrFejOhYrmyPop3YJ6ErjF9l85GQgt5My43S_hqkESiMpLR4hopHidfpFX0hs8uzWQ8T1pvfAJmV24AwAmJ/s1615/Los%20mares%20del%20Sur%20((Planeta,%201979).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1615" data-original-width="1247" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxwaY90TKAgKu85laVBMRAJq82WmE1H7RoB04LPYs_D2MEAa4Qy-QoJBaFDgAU-NftztpqFOWYra_yRWqYAliYV4C6ecbsYePIRQeNalFR4HrFejOhYrmyPop3YJ6ErjF9l85GQgt5My43S_hqkESiMpLR4hopHidfpFX0hs8uzWQ8T1pvfAJmV24AwAmJ/w494-h640/Los%20mares%20del%20Sur%20((Planeta,%201979).jpg" width="494" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: red; font-family: georgia;"><b>Premio Planeta 1979</b><br /><br />Autores Españoles e Hispanoamericanos, Editorial Planeta<br />Primera edición, Madrid, noviembre de 1979</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span>No obstante, inextricable a lo ameno, a los matices del
léxico y de cierta oralidad, a la erudición no sólo literaria, pictórica,
melómana, etílica y gastronómica, al registro social, idiosincrásico y político
de las postrimerías del franquismo, de la reciente transición (aún
consolidándose entre soterradas nostalgias dictatoriales después de “las
elecciones de junio de 1977”) y del afán democrático de la época (marcado por
los asesinatos de la ETA y de los GRAPO), se advierte sobremanera que el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">nom plus ultra</i> que trasmina cada página es
una pulsión lúdica y libertaria, de popular y docto contador de cuentos en la
plaza pública, lo cual se transluce en el gozoso <i style="mso-bidi-font-style: normal;">divertimento</i> que marca la tónica y el modo de narrar, que comprende
no sólo la conducta sexual y desinhibida de Pepe Carvalho, y, desde luego, la
manera desembarazada, un tanto informal e hilarante en que investiga, observa, conjetura
e interactúa con los otros, en particular con Biscuter, su escuálido y conmovedor
cocinero y asistente que subsiste en la estrechez de su despacho; con su recién
adquirida perra; con Charo, la puta del Barrio Chino con la que sostiene un
eventual vínculo erótico y afectivo que ya lleva ocho años; e incluso con Yes,
la adolescente rubia de ojos grises, hija de los Stuart Pedrell, consumidora de
mota y cocaína, que prácticamente se arroja sobre el detective para que la
desnude y con quien sostiene un breve y entreverado desliz lascivo, que le hace
recordar un episodio de su otrora espionaje para la CIA en los Yunaites: “Una
vez en su vida se había acostado con una muchacha así, en San Francisco, veinte
años atrás. Era una puericultora a la que él estaba vigilando en relación con
la infiltración de agentes soviéticos entre los primeros movimientos
contraculturales norteamericanos.” <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwCWhM395Lx5Ss4CZu1JvKATwCrwkwJzJT2dC4QxrqOEWCzZmisSQCRusHbOC8Pa3_dUv0ZLWIhrgAbwoQOvjouVYh3IAWUTn4UY6HgjJiB6zHjlLzK5tGYMMq9IWM_11Olkhf82p7Pi5mZDpajkvbeh5aJcmKNp3bxjaA-Ec0eT7aVcQt74DdwS7BaerI/s850/Manuel%20V%C3%A1zquez%20Montalb%C3%A1n.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="624" data-original-width="850" height="294" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwCWhM395Lx5Ss4CZu1JvKATwCrwkwJzJT2dC4QxrqOEWCzZmisSQCRusHbOC8Pa3_dUv0ZLWIhrgAbwoQOvjouVYh3IAWUTn4UY6HgjJiB6zHjlLzK5tGYMMq9IWM_11Olkhf82p7Pi5mZDpajkvbeh5aJcmKNp3bxjaA-Ec0eT7aVcQt74DdwS7BaerI/w400-h294/Manuel%20V%C3%A1zquez%20Montalb%C3%A1n.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: red; font-family: georgia;">Manuel Vázquez Montalbán</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /></span> Paralelo a la investigación del caso Stuart Pedrell, el
detective privado, por solicitud de un panadero, compungido y llorón que acude
a su despacho en el ámbito de las Ramblas, localiza, en un tris, a su mujer,
huida con un vasco a la Pensión Piluca; y de un modo locuaz y bufo, en el
mugriento baretucho Jou-Jou (“Vengo de parte de la ETA”, le canta), incide en
el alejamiento del hercúleo amante (quien para salvar el pellejo huye timorato
y castañeteando la quijada) y en el regreso de ella al hogar, dulce hogar, donde
la esperan sus dos niñas abandonadas, el lacrimoso cornudo, y las actividades domésticas
de la panadería. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: red;">III de VI</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">Por influjo del
abogado Viladecans y de los intereses empresariales de la familia y de sus poderosos
socios <span lang="ES">(</span>el estrambótico, homosexual y setentón marqués
de Munt y el cincuentón Isidro Planas Ruberola, candidato y luego vicepresidente
de la Patronal, la CEOE)<span lang="ES">,</span><span lang="ES"> </span>la policía hizo mutis ante el acuchillado cadáver de
Carlos Stuart Pedrell y por ello no dio con el presunto asesino o asesinos.
Según el testimonio de un policía que dizque indagó el caso (contactado por
Viladecans para que en privado hable con Carvalho): “La familia ha hecho lo
imposible para que no siga. Dejó un tiempo prudencial y luego se movió para
detener las cosas. El prestigio familiar y todo ese rollo.” Pero tres meses
después del hallazgo del cadáver en un descampado de la Trinidad, Mima, su
viuda, quien es la que paga al detective privado, quiere saber, le dice: “Qué
hizo mi marido durante un año, durante ese año en que le creíamos en los mares
del Sur y estaba quién sabe dónde y quién sabe qué burradas hacía.” Y sobre el
presunto asesino, el abogado Viladecans le indica: “Bueno. Si sale el asesino,
pues venga el asesino. Pero lo que nos interesa es saber qué hizo durante ese
año. Comprenda que hay muchos intereses en juego.” <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigvKbK_09PI8z92UxlAqeR_m5ulV53XW0y5bUaYA4fMelIMlrk09oYViIy3JP4vIEApn2eY_Ss5g-kksFll0x_iwXddyTMHf85rmHbE9C7sDQNJUjdwxTRwRnF4VhzefKIDz9o5eQm_ts8sM1divuu9HqXl6SauyDaf0e-8If7RSdsNew6Md0IJptmsktW/s991/Gauguin,%20Autorretrato%20(1893).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="991" data-original-width="800" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigvKbK_09PI8z92UxlAqeR_m5ulV53XW0y5bUaYA4fMelIMlrk09oYViIy3JP4vIEApn2eY_Ss5g-kksFll0x_iwXddyTMHf85rmHbE9C7sDQNJUjdwxTRwRnF4VhzefKIDz9o5eQm_ts8sM1divuu9HqXl6SauyDaf0e-8If7RSdsNew6Md0IJptmsktW/w323-h400/Gauguin,%20Autorretrato%20(1893).jpg" width="323" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: red;"><br /><span style="font-family: georgia;"><i>Autorretrato</i> (1893)<br />Paul Gauguin</span></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><br /> <table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0UyOskJPuPqXYwasWmDU2iC81sqClsA4TmjeyZFpwFW_yr6i2SmT2OMHS6_IxjtyG1cqRTiAWIRloC9-fCkZFg4pow1nvDFpaDLAdXC35nO7RaSpRkZbu4qsoebWwhdAVw_jiJ4bDTRMPCRbqxIW5MTErgdjtGGjyhoNjH5eDsx5Q3Bu1WPaXZahEUSJM/s2000/Paul%20Gauguin%20en%201891.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2000" data-original-width="1566" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0UyOskJPuPqXYwasWmDU2iC81sqClsA4TmjeyZFpwFW_yr6i2SmT2OMHS6_IxjtyG1cqRTiAWIRloC9-fCkZFg4pow1nvDFpaDLAdXC35nO7RaSpRkZbu4qsoebWwhdAVw_jiJ4bDTRMPCRbqxIW5MTErgdjtGGjyhoNjH5eDsx5Q3Bu1WPaXZahEUSJM/w314-h400/Paul%20Gauguin%20en%201891.jpg" width="314" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: red;">Gauguin en 1891</span></td></tr></tbody></table><br /> Vale resumir que lo primero que Pepe
Carvalho escucha sobre Carlos Stuart Pedrell es su obsesión por la vida y obra
de Gauguin y su mítico y legendario viaje a los mares del Sur. “Él quería ser
Gauguin”, le dice Mima. “Dejarlo todo y marcharse a los mares del Sur. Es
decir, dejarme a mí, a sus hijos, sus negocios, su mundo social, lo que se dice
todo.” Así que a través de diversos testimonios el detective constata esa
obsesión; incluso al inspeccionar su despacho preferido: el “santuario” donde
se recluía “A escuchar música. A leer. A recibir amigos intelectuales y
artistas.” Donde observa, “pinchadas sobre las tablas [de los libreros], tarjetas
postales con reproducciones de Gauguin. Y en la pared, alternados los cuadros
de firma, mapas oceánicos, un inmenso Pacífico lleno de banderillas de alfiler,
jalonando una ruta soñada.” Y en su abigarrado y singular escritorio de
supuesto dibujante y calígrafo, además de que localiza algunos reveladores
apuntes poéticos sobre esa obsesión, halla entre los “recortes de artículos”,
“un poema recortado de una revista poética: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Gauguin</i>.
[Que] Cuenta mediante verso libre la trayectoria de Gauguin desde que abandona
su vida de burgués empleado de banca hasta que muere en las Marquesas rodeado
del mundo sensorial que reprodujo en sus cuadros”. De ahí que pretendiera que
el pintor <span lang="ES">Francesc</span><span lang="ES"> </span>Artimbau realizara un
mural en su finca de Lliteras, donde “quería que le pintara algo muy primitivo,
con el falso candor de Gauguin cuando pintaba a los canacos, pero trasladado a
todo lo aborigen del Empordà, donde está Lliteras.” Y que en su recámara
de “solitario” (desde “Hace tres años”), en la regia mansión familiar de fines
del siglo XIX (heredada de una tía, incluido el elegante, flemático y culto
mayordomo, conservador del inmueble que semeja un lujosísimo museo que
resguarda valioso mobiliario y costosísima decoración y una repleta biblioteca
de libros antiguos), exhibiera, sólo para él y su ombligo, “una excelente
reproducción pintada de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">¿Qué somos?
¿Adónde vamos? ¿De dónde venimos?</i>”, óleo sobre lienzo de Gauguin: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">D’où venos-nous? Que sommes-nous? Où
allons-nous?</i> (1897). Lo cual explica que la portada del libro editado por
Planeta reproduzca un detalle de ese cuadro, datado así en la página legal: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿Adónde
vamos?</i>, de Paul Gauguin, Museo de Bellas Artes, Boston (foto Oronoz)”. <o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"> </span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNhPZPAA0Wf4X4wuF7xPPOqHatpGyqvu50zF_1ecimtSMNt5ua58OZ0HbEh2gcAPDOG-vzSyPwhAD8rCm-KyZzPwFZ50vp2YcwAgcO9WYgV-L0AMjDBhs31Q6EvRZ25TuC6yBWvPsgUfo_-Q5axY3T6UGQPV2T9Xx8lp5-CW0XYGoncjukVHQ5jV-q5Or4/s1200/Gauguin,%20D%E2%80%99o%C3%B9%20venos-nous,%20Que%20sommes-nous,%20O%C3%B9%20allons-nous%20(1897).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="450" data-original-width="1200" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNhPZPAA0Wf4X4wuF7xPPOqHatpGyqvu50zF_1ecimtSMNt5ua58OZ0HbEh2gcAPDOG-vzSyPwhAD8rCm-KyZzPwFZ50vp2YcwAgcO9WYgV-L0AMjDBhs31Q6EvRZ25TuC6yBWvPsgUfo_-Q5axY3T6UGQPV2T9Xx8lp5-CW0XYGoncjukVHQ5jV-q5Or4/w640-h240/Gauguin,%20D%E2%80%99o%C3%B9%20venos-nous,%20Que%20sommes-nous,%20O%C3%B9%20allons-nous%20(1897).jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><span style="color: red;"><i><br /><span style="font-family: georgia;">¿Qué somos? ¿Adónde vamos? ¿De dónde venimos?</span></i></span></span><span style="text-align: left;"><span style="color: red; font-family: georgia;"> (1897)<br />Paul Gauguin</span></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><br /> Pero además de la idílica <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ruta soñada</i> y marcada con banderas en el mapa del océano Pacífico:
“Abu Dhabi, Ceilán, Bangkok, Sumatra, Java, Bali, las Marquesas...”, la
secretaria de ese despacho preferido, con su disfraz “de ex alumna de monjas”,
le informa que su patrón tenía planeado “Un viaje a Tahití.” “A través de Aerojet.
Una agencia.” Y que incluso había “solicitado cheques de viaje por una cantidad
muy importante”, que “cubría los gastos de un año o más fuera del país”.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: red;">IV de VI</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">Pepe Carvalho
descubre, en su indagatoria de sabueso rastreador y callejero, que el empresario
Carlos Stuart Pedrell <span lang="ES">—miembro de la “Sociedad Anónima Tablex,
dedicada a la producción de contraplacado, Industrial Lechera Argumosa,
Construcciones Ibéricas S.A., consejero del Banco Atlántico, vocal de la cámara
de Comercio e Industria, consejero de Construcciones y Desguaces Privasa...” y
de “Quince sociedades más”—,</span> al que se le “atribuían
un buen puñado de especulaciones, pero sobre todo la de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">San Magín, barrio de</i>”, llevó, oculta, una marginal vida de topo gris
con el nombre de Antonio Porqueres, precisamente en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La ciudad satélite de San Magín</i>, inaugurada por Franco <i style="mso-bidi-font-style: normal;">el 24 de junio de 1966</i>. Según ve
mientras avanza a pie: “San Magín crecía al fondo de una calle desfiladero
entre acantilados de edificios diferenciables, donde coexistía el erosionado
funcionalismo arquitectónico para pobres de los años cincuenta con la colmena
prefabricada de los últimos años.” Se trata de una “urbanización de doce
manzanas iguales, diríase que colocadas por el prodigio de una grúa
omnipotente.” Y según lee en “el libro que le había prestado el morellense”
Sergio Beser: “A fines de los años cincuenta, y dentro de la política de
expansión especulativa del alcalde Porcioles, la sociedad Construcciones
Iberisa (ver Munt, marqués de, Planas Ruberola, Stuart Pedrell) compra a bajo
precio descampados, solares donde se ubicaba alguna industria venida a menos y
huertos familiares del llamado <i style="mso-bidi-font-style: normal;">camp de
Sant Magí</i>, zona dependiente del municipio de Hospitalet. Entre el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">camp de Sant Magí</i> y los límites urbanos
de Hospitalet quedaba una amplia zona de terreno libre con lo que se demuestra
una vez más la tendencia anular de la especulación del suelo. Se compra terreno
urbanizable situado bastante más allá de los límites urbanos para revaluar la
zona que queda entre las nuevas urbanizaciones y el anterior límite urbano.
Construcciones Iberisa construyó un barrio entero en Sant Magí y al mismo
tiempo adquirió también a bajo precio los terrenos que quedaban entre el nuevo
barrio y la ciudad de Hospitalet. En un segundo plan de construcciones, esa
tierra de nadie también fue urbanizada y multiplicó por mil la inversión
inicial de la Constructora...” “San Magín fue mayoritariamente poblado por
proletariado inmigrante. El alcantarillado no quedó totalmente instalado hasta
cinco años después del funcionamiento del barrio. Falta total de servicios
asistenciales. Reivindicación de un ambulatorio del seguro de enfermedad. De
diez a doce mil habitantes. Menuda pieza estabas hecho, Stuart Pedrell.”
Comenta para sí el reflexivo detective, que también evoca un episodio de su humilde
infancia cuando la topografía de la zona era un rústico territorio de
contrabandistas de comestibles (y de quizá algo más).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En su indagatoria en el barrio de
San Magín, Pepe Carvalho descubre que ese mujeriego y sibarita de la alta
burguesía que participó (y sacó provecho) del hacinamiento y de las
deficiencias de la urbanización franquista, con la falsa identidad de Antonio
Porqueres vivió en uno de esos patéticos departamentuchos, donde todavía están
las cosas que dejó y por ende el detective las examina y olfatea, e incluso
duerme allí una noche. Que al local de las <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Comisiones
Obreras de San Magín</i> <span lang="ES">—no muy distante de la iglesia donde cunden
los “carteles petitorios de ya inutilizadas y superadas amnistías” (quizá entre
ellos el que reza: “Libertad para Carrillo”) y “un cartel en italiano anunciado
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cristo se detuvo en Éboli</i>” (1979)—</span><span lang="ES"> </span>el tal Antonio Porqueres
solía acudir con una joven del barrio; que allí le decían <i style="mso-bidi-font-style: normal;">el Contable</i> (porque hacía la contabilidad en el almacén “casa
Nabuco”); y que a esa joven (activista, antinuclear, contestaria<span lang="ES">)</span><span lang="ES"> </span>y obrera del metal
en la SEAT, le dijo que “Él estaba en contra de los Pactos de la Moncloa”. Y
pese a que físicamente esa joven, bajita y cuerpo de uva, es la antípoda de las
bellísimas féminas de clase alta que solía seducir y frecuentar (entre más
jóvenes, mejor), ella, Ana Briongos, que allí en San Magín comparte
departamento con dos amigas, todavía está embarazada del que creía se llamaba
Antonio Porqueres y que pese a que por Carvalho se entera de su dramático
asesinato y de que en realidad era “el constructor de San Magín”, ella ya,
desde antes, estaba dispuesta a prescindir del apoyo económico y filial de él:
“Yo soy la madre y el padre”, le canta sobre su notorio embarazo. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"> Y, desde luego, allí en el laberinto de San Magín, el
detective da con la identidad del par de rijosos ejemplares del
lumpemproletariado que acuchillaron al tal Antonio Porqueres, amante de Ana
Briongos y progenitor del bebé nonato. Pero, ojo, no lo mataron ni tiraron su
cadáver “en un solar, en la otra punta de la ciudad”: “Nadie le dejó tirado en
ningún solar. Lo dejamos malherido y él se fue.” Puntualiza el lidercillo. Y
por ende, Pepe Carvalho, quien es muy ducho para atar cabos, barajar hipótesis
e inferir, supone que tal vez solicitó auxilio por teléfono. Y entre varias
posibilidades opta por la más sonada de sus amantes: Lita Vilardell <span lang="ES">—acaudalada
y treintañera belleza ojiazul de rancia y legendaria ascendencia esclavista—, </span>con quien sostuvo una relación de casi diez años. Por
ende, a eso de las tres de la madrugada, Carvalho la llama y de manera
perentoria le solicita hablar con ella en ese preciso momento, quien, ¡oh
sorpresa!, está en la cama nada menos que con Jaime Viladecans Riutorts, el elegante
y exquisito abogado de la familia Stuart Pedrell, otrora condiscípulo y amigo
del occiso. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"> </span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0nsynL1k7yWHo03lb2NgQGML3v0H3YJEWMuL5P3kodKW9fhul1Boe7quTMDDFMMgj7K1PLn8MG3-PuCrz2jVWBsuJyJ5a0w34JZooMVDeFf30Tqs9xfpo8jvQWI_mkNJ0K6LAO0XOBHv5LqHP7DnmPQonYYz1r2gm7jXbsL_4qNaQYuuapvGkuE7Ha4o6/s559/Gauguin,%20Mujeres%20en%20la%20playa%20(1892).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="393" data-original-width="559" height="281" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0nsynL1k7yWHo03lb2NgQGML3v0H3YJEWMuL5P3kodKW9fhul1Boe7quTMDDFMMgj7K1PLn8MG3-PuCrz2jVWBsuJyJ5a0w34JZooMVDeFf30Tqs9xfpo8jvQWI_mkNJ0K6LAO0XOBHv5LqHP7DnmPQonYYz1r2gm7jXbsL_4qNaQYuuapvGkuE7Ha4o6/w400-h281/Gauguin,%20Mujeres%20en%20la%20playa%20(1892).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: red;"><i><br /><span style="font-family: georgia;">Mujeres en la playa</span></i><span style="font-family: georgia;"> (1892)<br />Paul Gauguin</span></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><br /> Y en la charla con el detective, Lita Vilardell suelta
la sopa, pese al reparo del abogado: “No se podía hacer nada”, dice. “¿Qué más
da? Lo sabe todo y no sabe nada. Es su palabra contra la nuestra. No se ha
equivocado en nada [...] Estábamos juntos. En la cama por más señas cuando
llegó su llamada. Si me hubiese llamado desde los mismísimos mares del Sur no
me habría parecido una llamada más lejana, más absurda. Primero no quise ir.
Pero su voz era preocupante. Fuimos los dos a buscarle. No quería ir a ningún
hospital. Le hicimos la oferta de dejarlo en la puerta y que nos diera tiempo
de marcharnos. No quiso. Pedía un médico amigo. Pensamos a quién podíamos
llamar. No nos dio tiempo. Se murió.”<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"> </span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSjUf9QEAojJT9u90EZyUyEyqsbe7_LKJ1hVtifnn0shVQtJfhn4prCAGig9-v7II51S5bRwwzg0VWsgUM17va_-TBB7aVbeGyEE6kw7700xFdj0ZKuabaIYVfmRVxWnYOScoEXJHg9j8ZoTSvmEEPVXPmnPZN2q_9xjBYYV6utwWeSU3TnPQkRJ-F37w4/s539/Gauguin,%20Mujeres%20tahitianas%20con%20flores%20de%20mango%20(1899).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><i><img border="0" data-original-height="539" data-original-width="420" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSjUf9QEAojJT9u90EZyUyEyqsbe7_LKJ1hVtifnn0shVQtJfhn4prCAGig9-v7II51S5bRwwzg0VWsgUM17va_-TBB7aVbeGyEE6kw7700xFdj0ZKuabaIYVfmRVxWnYOScoEXJHg9j8ZoTSvmEEPVXPmnPZN2q_9xjBYYV6utwWeSU3TnPQkRJ-F37w4/w311-h400/Gauguin,%20Mujeres%20tahitianas%20con%20flores%20de%20mango%20(1899).jpg" width="311" /></i></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i><br /></i><span style="color: red; font-family: georgia;"><i>Mujeres tahitianas con flores de mango</i> (1899)<br />Paul Gauguin</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><br /> Así que entre ambos, compinchados para eludir el
escándalo mediático que podría salpicar su imagen pública y sus intereses
individuales y sociales, acordaron abandonar el cadáver acuchillado (ya
desangrado) en un solar de la Trinidad y dejarle en las ropas (que no eran las
suyas) esa enigmática e irónica línea en italiano: <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES">pi</span></i><i style="mso-bidi-font-style: normal;">ù nessuno mi porterà nel sud</i> (ya nadie me llevará al sur: ¿la escribió Lita o
Viladecans?), que quizá implique un resentimiento y una venganza personal que
encubre algo comprometedor (tal vez lo dejaron morir o se les murió al no
actuar con la prontitud y la decisión que requería la gravedad del herido),
pues Lita Vilardell le dice al detective, en corto y cuando el abogado
Viladecans ya se ha ido (luego de que proponerle un pago a cambio de que los
borre de la historia): “Tal vez le sorprenda. Pero una amante puede sentirse
más humillada que la mujer propia cuando se convierte en la olvidada y vieja
concubina de un harén.”<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: red;">V de VI</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">Pepe Carvalho
redacta y le entrega su informe a Mima, la viuda. (Vale puntualizar que el
detective privado nunca accede al informe forense de la policía y sólo se
entera que a Stuart Pedrell “Le clavaron varios navajazos. Parecían haber
actuado dos manos. Una mano blanda, indecisa. Una mano firme, asesina.” Lo cual
más o menos embona con la confesión del medio hermano de Ana Briongos: “El <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Quisquilla</i>, el chiquito al que usted le
rompió el brazo, le dio una cuchillada. A mí de pronto se me escapó el brazo y
le di otra.” No obstante, no se sabe en qué partes del cuerpo le encajaron las
hojas, si fueron sólo dos cuchilladas o más, si tocaron órganos vitales y si
murió por esas heridas que nadie atendió: <span lang="ES">¡ni
siquiera el herido!,</span> o por otra
negligencia o daño colateral.) Y además de los pormenores que le resume de
manera oral (donde salen a relucir los hechos clandestinos de Adela Vilardell y
del abogado Viladecans), le dice sobre el cobro: “Hay una factura razonada en
la última hoja. En total trescientas mil pesetas y a cambio tiene usted la seguridad
de que nadie va a tocarles ni un céntimo del patrimonio.” Y esto parece que se
lo dice como si hubiera pactado, por una buena cantidad, el silencio de Ana
Briongos embarazada de Carlos Stuart Pedrell, media hermana del imprudente
cuchillero principal, un mozalbete que empezó su carrera delictiva a los 14
años con el robo de una moto. Delincuente juvenil de poca monta y atavismos
machistas, cuya media hermana y padre, “acomodador de un cine en La Bordeta” (cuya
esposa hace la limpieza en el mismo lugar) y vecino de la barriada de San Magín,
tratan de protegerlo de la policía (y del probable juicio y condena) durante la
indagatoria del detective privado. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“<span lang="ES">—Es un
buen negocio [le dice la viuda a Carvalho], sobre todo si la chica no reclama
la paternidad de mi marido.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—No reclamará por la cuenta que le trae. A no ser que
usted quiera poner este informe en manos de la policía y vayan en busca de su
hermano. Entonces saldrá todo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—Es decir...<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“—Es decir que </span>si quiere tener la
fiesta, la honra y la fortuna en paz tendrá que dejar impune este crimen.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“<span lang="ES">—Aunque
no hubiera aparecido lo de la chica, yo no habría movido ni un dedo para que la
policía encontrara al asesino.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfJkuh5ThPYVuMYFrJRr8TKtkSIxuJdaq3Rh_6mySHDJV_QefEAf-l96hGZyxN2894Hh26jVSK-L-8Hv7X38ckrUPIX9OhlTIC6ui_zsOWGHzfxrhgpLCKaFDOoMG8zjy30p-5oJNzSyrJkYArqoohD8f2xTG8JH-5wPjQnQearWKvaKjccsmy3S1CNart/s642/Maria%20Montez.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="493" data-original-width="642" height="308" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfJkuh5ThPYVuMYFrJRr8TKtkSIxuJdaq3Rh_6mySHDJV_QefEAf-l96hGZyxN2894Hh26jVSK-L-8Hv7X38ckrUPIX9OhlTIC6ui_zsOWGHzfxrhgpLCKaFDOoMG8zjy30p-5oJNzSyrJkYArqoohD8f2xTG8JH-5wPjQnQearWKvaKjccsmy3S1CNart/w400-h308/Maria%20Montez.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: red; font-family: georgia;">Maria Montez</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAK1z6G9aC3XXO8jUwguKqzrMUkzBt0dYuFio_81MMtRcGFaZCvDqEZf-yMXhcNOrOiREEZXZgFnHoGurQrM2aWuEOSuo3u6D3KNCXGFRW0hHXz8P4Kw8n_cF_RUZ5foBjo4FU3XFtFUx5dZYWbxO4J_G4zoz8Y0R8S6jBvbT6ISFjZZKcOEHKHiiF6HaT/s1440/Jeanne%20Moreau.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="810" data-original-width="1440" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAK1z6G9aC3XXO8jUwguKqzrMUkzBt0dYuFio_81MMtRcGFaZCvDqEZf-yMXhcNOrOiREEZXZgFnHoGurQrM2aWuEOSuo3u6D3KNCXGFRW0hHXz8P4Kw8n_cF_RUZ5foBjo4FU3XFtFUx5dZYWbxO4J_G4zoz8Y0R8S6jBvbT6ISFjZZKcOEHKHiiF6HaT/w400-h225/Jeanne%20Moreau.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: red;">Jeanne Moreau</span></td></tr></tbody></table><br /> Pero quizá lo más llamativo de ese diálogo es que la
viuda (con un “parecido compartido por Maria Montez y Jeanne Moreau”) le
anuncia que viajará a los mares del Sur (en Bali aún está el mayor de sus hijos
gastándose lo que ella le envía), que hará la ruta que su marido dejó trazado
en el mapa. “Y en una agencia de viajes. El recorrido estaba muy bien
estudiado. Conseguí que se me pasara a mí el abono y así salvé el anticipo.” Y
la lúbrica cereza del pastel es que invita a Pepe Carvalho a viajar con ella.
Viaje que él rechaza (pese a las comuniones onanistas donde la convoca) y que implica
que no pocas féminas aprecian en él algún tipo de atractivo y refuerzo
afrodisíaco. “Pon un poco de Gary Cooper en tu vida, chica, pensó Carvalho”,
espejeándose en la estrella de cine al saludar de mano a la hija de los Stuart
Pedrell por primera vez.</span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9Qrf4PBGm5l6QAexI0X-OQQgKedAwJvjRsJORiFtb__WU7yfSjm2K4xyWjhL0TupfHKHh6sPhkR-uZp_yQ1gStIVL5Hx6emSAOPjsUZcWwWA8yLb_AG2Xjq0yvFKV7hrUX4SL6jG365CxLMEbw3wD1g573NV8dwqgEyxacHWEizFcAyii9FFCl-u1VVEs/s1600/Gary%20Cooper.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9Qrf4PBGm5l6QAexI0X-OQQgKedAwJvjRsJORiFtb__WU7yfSjm2K4xyWjhL0TupfHKHh6sPhkR-uZp_yQ1gStIVL5Hx6emSAOPjsUZcWwWA8yLb_AG2Xjq0yvFKV7hrUX4SL6jG365CxLMEbw3wD1g573NV8dwqgEyxacHWEizFcAyii9FFCl-u1VVEs/w400-h224/Gary%20Cooper.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: red; font-family: georgia;">Gary Cooper</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Recuérdese, por ejemplo, la entrega sexual y el
asedio de la adolescente Yes en busca de la incestuosa figura paterna (“¿sabes
que se te parece?”, le dice hojeando unas fotos de su progenitor al que supone
víctima sobre todo de su odiada madre, a quien no duda en quemarle su libro
favorito: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La balada del café triste</i>);
o la ansiosa, desesperada y neurótica cachondería de Charo; o a Teresa Marsé, quien
luego de verlo entrar en su <i style="mso-bidi-font-style: normal;">boutique</i>
en busca de información, colgó sus “brazos del cuello de Carvalho y le introdujo
la lengua hasta la campanilla”. Teresa Marsé, además de la lengua de tirabuzón
y de proporcionarle algunos rumores, datos y detalles, le habla de la época en
que ella “era una virtuosa esposa de honrado industrial” y asistía, al igual
que el acaudalado matrimonio Stuart Pedrell, “a reuniones de matrimonios
católicos dirigidos por un tal Jordi Pujol”, el célebre político y luego corrompido
presidente de la Generalitat de Cataluña entre el 8 de mayo de 1980 y el 20 de
diciembre de 2003. <o:p></o:p></span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXlpSeixxxBxpqjFdyD3RLJm0LaI0OsW2K-Yaow0i2gMwidxphdd2VdPC3F163cZz6YARsGf82KfloTvxVdXVeeLRsoWpECTz6sXWZh5B5A6V-FUOwcHuW0nhWY8rGU2ggbhVajuj_SE6T_hdXWYG6MN87LomP8vH_s3KErLAHNm3_Va7HOh-ewOr6sozx/s834/Jordi%20Pujol.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="549" data-original-width="834" height="211" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXlpSeixxxBxpqjFdyD3RLJm0LaI0OsW2K-Yaow0i2gMwidxphdd2VdPC3F163cZz6YARsGf82KfloTvxVdXVeeLRsoWpECTz6sXWZh5B5A6V-FUOwcHuW0nhWY8rGU2ggbhVajuj_SE6T_hdXWYG6MN87LomP8vH_s3KErLAHNm3_Va7HOh-ewOr6sozx/s320/Jordi%20Pujol.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: red; font-family: georgia;">Jordi Pujol</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><br /><span style="font-family: georgia;"><br /></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: red;"><b>VI de VI</b></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">Vale observar que
el curso de los acontecimientos y de la indagatoria de la muerte de Carlos
Stuart Pedrell sugiere varios interrogantes: ¿por qué su instinto de
autoconservación y sobrevivencia no funcionó y no fue, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">motu proprio</i>, a un hospital? ¿Por qué, siendo un pachá
extraordinariamente rico, sibarita y libertino, no contaba con un médico de
confianza que lo auxiliara, tras bambalinas, con urgencia y discreción? ¿Ese
semental y promiscuo cincuentón estaba exento del miedo a la muerte, a los
padecimientos venéreos y a la crónica enfermedad? “Tenía demasiado tiempo de
contemplarse el ombligo e ir de aquí para allá detrás de las mujeres”, le
testimonia el marqués de Munt, el socio más opulento e incisivo de la triada
(Munt-Planas-Stuart Pedrell) desde hace un cuarto de siglo, y al igual que
Planas, muy interesado en que la indagatoria y el informe del detective no los
raspe ni salga a la luz pública. ¿Por qué no hizo ese <i style="mso-bidi-font-style: normal;">viaje soñado</i> a los mares del Sur, si era su obsesión existencial de
larga data y lo tenía todo meticulosamente planificado? ¿Por qué llevar esa
subterránea vida gris, de topo de alcantarilla, en el paupérrimo barrio obrero
de San Magín? Pues, al parecer, durante esa incógnita estancia de un año no
hizo ninguna labor reivindicativa ni filantrópica. Y en ese último renglón, en
la indagatoria inicial de sus actividades empresariales en más de quince
sociedades, sólo descuella, como escuálidos y paupérrimos frijolillos en la
sopa de letras catalanas, lo que Pepe Carvalho les comenta a Biscuter y a Charo
durante la cena en el Túnel: “Lo más sorprendente es que dos de ellas son
editoriales de mala muerte: una se dedica a los libros de poemas y la otra a
una revista de la izquierda cultural. Por lo visto, le gustaban las obras de
caridad.” Labor que el pintor Artimbau le matiza: “Stuart Pedrell ayudaba a dos
editoriales de mala muerte, pero no demasiado. Cubría los déficits anuales. Una
miseria para él.” Pero además le dice: “Me consta que escribía versos que nunca
publicó”. ¿Acaso sería el verdadero autor del citado poema <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Gauguin</i>, “recortado de una revista poética”, “cuyo nombre no le
dijo nada a Carvalho”? <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQbM0N4izGS4vIdblmQuvfbsKsMjdQKqsg89BAydnBxAXQdNTYFajwmPOgPwoB6oUNT7ouRBvBwBfzJk3DE3y8O7ieuEJ8qSvcV939w21khTT2_BCsecEm6lyYMn8QJWg-7lPVEbzi-kTHG6dIJw4FR243socm2snnTVt7FkCv3yr6_9MQpodlzF_bpHt5/s417/Gauguin,%20Autorretrato%20(1893).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="417" data-original-width="340" height="399" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQbM0N4izGS4vIdblmQuvfbsKsMjdQKqsg89BAydnBxAXQdNTYFajwmPOgPwoB6oUNT7ouRBvBwBfzJk3DE3y8O7ieuEJ8qSvcV939w21khTT2_BCsecEm6lyYMn8QJWg-7lPVEbzi-kTHG6dIJw4FR243socm2snnTVt7FkCv3yr6_9MQpodlzF_bpHt5/w326-h399/Gauguin,%20Autorretrato%20(1893).jpg" width="326" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><br /><span style="color: red;">Paul Gauguin<br /><i>Autorretrato</i> (1893)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><br /> Pese a la íntima planificación del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">viaje soñado</i>, quizá en un momento
decidió no hacerlo por cierta frustración (y quizá implícita angustia) que la novela no ahonda pero sí toca
brevemente, al parecer, pues el detective Pepe Carvalho, al entrevistar a Nisa
Pascual <span lang="ES">—“</span>la última <i style="mso-bidi-font-style: normal;">teenager</i> [adolescente] en la vida conocida de Stuart Pedrell”,
quien toma una “clase de Meditación Artística” y es alta y rubia, “delgada y
pecosa, con una larga trenza que le llegaba hasta las raíces del culo y un
candor de virgen en los ojos grandes y azules rodeados de tantas pecas que eran
pura mancha”<span lang="ES">—</span>, le dice que
Carlos no se puso en contacto con ella durante su desaparición, que ella creía
que se había ido de viaje a los mares del Sur... “y luego apareció muerto”. Y
no contactó con ella porque, le dice: <o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"> “[...] La verdad es que estaba muy enfadado conmigo.
Me propuso que la acompañara y me negué. Si hubiera sido un viaje corto, de dos
meses, yo habría ido. Pero era un viaje por tiempo indefinido. Yo le quería
mucho. Era tierno, desvalido. Pero no entraba en mis planes buscar el paraíso
perdido.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"> “<span lang="ES">—Cuando usted no quiso acompañarle, ¿varió
el proyecto?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES"> “—Llegó
a decir que no se iba. Pero de pronto desapareció y supuse que finalmente se
había decidido. Necesitaba aquel viaje. Era su obsesión. Había días en que era
inaguantable [...]”</span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Manuel Vázquez Montalbán,
<b>Los mares del Sur</b>. Premio Planeta
1979. Autores Españoles e Hispanoamericanos, Editorial Planeta. Primera
edición: noviembre de 1979. Barcelona, 288 pp</span><span style="font-family: georgia;">.</span></p></div></div></div>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-64352094813925023462023-11-14T09:23:00.000-08:002023-11-22T09:18:25.717-08:00La cola de la serpiente<p style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: georgia; font-size: large;">Entre cuentos
chinos te veas</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><i><span style="font-family: georgia;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="color: #990000;">(Aé,
yambó, aé)</span></span><o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">Dispuesta en once capítulos numerados con
arábicos y publicada por Tusquets Editores en noviembre de 2011, en España y en
México, con el número 690/7 de la Colección Andanzas, <b>La cola de la serpiente</b>
es la séptima novela del escritor cubano Leonardo Padura (La Habana, octubre 9
de 1955) ubicada, por la editorial, en la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Serie
Mario Conde</i>, en cuyo pequeño recuadro en la portada: el logo <i>ex profeso</i><span style="mso-bidi-font-style: italic;">,<i> </i></span>se aprecia un humeante
habano y un cenicero; es decir, es una novela negra o policíaca que ocurre en
Cuba, cuyo protagonista es el detective Mario Conde. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh79BTdHHuzrPCXOq54flobL_leqT9vKSDD5jRygfsS_F24St1_JunuBjQQxoA1FpSoJvHuwp3vW9kG3vmgUXnqGGh2sO5gl5g9PoMWNPWQXat4DsfM8x2JvY_EtiCQCuM6XFOY0OeIrp8LdrQ5Vtjn-MTnvnM2VPuXdeA4hxGtpiIV9c5K05kLeiJLwLy5/s1861/La%20cola%20de%20la%20serpiente%20(Tusquets,%202011).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1861" data-original-width="1364" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh79BTdHHuzrPCXOq54flobL_leqT9vKSDD5jRygfsS_F24St1_JunuBjQQxoA1FpSoJvHuwp3vW9kG3vmgUXnqGGh2sO5gl5g9PoMWNPWQXat4DsfM8x2JvY_EtiCQCuM6XFOY0OeIrp8LdrQ5Vtjn-MTnvnM2VPuXdeA4hxGtpiIV9c5K05kLeiJLwLy5/w470-h640/La%20cola%20de%20la%20serpiente%20(Tusquets,%202011).jpg" width="470" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Colección Andanzas núm. 690/7, Tusquets Editores<br />México, noviembre de 2011</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /> </span>En su postrera “Nota del autor”, datada en
“Mantilla, enero de 2011”, Leonardo Padura dice que <b>La cola de la serpiente</b>
fue “escrita en 1998” y “publicada en Cuba” “como complemento de un volumen que
abría la novela <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Adiós, Hemingway</span></i>” (obra revisada
por el novelista y reeditada por Tusquets en “marzo de 2006” y por ende es el
quinto libro de la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Serie Mario Conde</i>);
y que “doce años después”, cuando decidió publicar <b>La cola de la serpiente</b>
en Tusquets (“mi editorial española”, dice), la sometió a una serie de
enmiendas y actualizaciones: “resultaba evidente que el argumento tenía un
tratamiento demasiado estricto, mientras varios personajes y situaciones pedían
a gritos un mayor desarrollo y la escritura mayor desenfado, más a tono con la
forma del resto de las obras protagonizadas por mi personaje Mario Conde.”<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh57Bguyv1gOoXisnylzSB62JnVBYQ8H83cBEaLKCIzUlqlaIMMHOm0arlvoeX6Sc3Pf7i8OjX4ZlsPC7jPaRinuDzVub84Izo9i3shjor7FzgEfYzUMv673loX3zAIgUP5XpOZ-J16k6k43DZ05lU-N9bt9IZPQnCg9lerGQ62dGPkGFLGVXM6-7fU08Ww/s450/Leonardo%20Padura%20con%20habano.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="374" data-original-width="450" height="333" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh57Bguyv1gOoXisnylzSB62JnVBYQ8H83cBEaLKCIzUlqlaIMMHOm0arlvoeX6Sc3Pf7i8OjX4ZlsPC7jPaRinuDzVub84Izo9i3shjor7FzgEfYzUMv673loX3zAIgUP5XpOZ-J16k6k43DZ05lU-N9bt9IZPQnCg9lerGQ62dGPkGFLGVXM6-7fU08Ww/w400-h333/Leonardo%20Padura%20con%20habano.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Leonardo Padura con Montecristo</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> Vale observar que en este sentido, y
como recurso mercadotécnico, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Tusquets
Editores (o quizá el autor), entre las páginas de <b>La cola de la serpiente</b>
insertó cuatro asteriscos al pie de página, cuyas notas remiten a tres obras de
la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Serie Mario Conde</i>: <b>La neblina
del ayer</b> (2005), <b>Pasado perfecto</b> (2000) y <b>Vientos de Cuaresma</b>
(2001); estas dos últimas, además, junto con <b>Máscaras</b> (1997) y <b>Paisaje
de otoño</b> (1998), forman parte de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las
cuatro estaciones</i>, conjunto que se desarrolla en la Cuba de 1989,
denominado así por Leonardo Padura y adaptado al cine por él y su esposa Lucía
López Coll para la miniserie <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Cuatro
estaciones en La Habana</b> (2016), merecedora en 2017 del Premio Platino a la
Mejor Miniserie o Teleserie Cinematográfica Iberoamericana.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><b>La cola de la serpiente</b>, al
unísono de novela negra o policial es un <i>divertimento</i>, un artilugio
narrativo, ligero, hilarante y muy ameno, pese al depresivo crimen y al mezquino
escenario, cuyas pesquisas encabeza Mario Conde, y pese al decadente y
miserable ámbito social y a los sucios embrollos que rodean al sucio hecho, los
cuales remiten a un pasado repleto de otros embrollos no menos sucios, donde
también figuran varias muertes y asesinatos a mansalva.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Al igual que innumerables películas
y novelas policiales, <b>La cola de la serpiente</b> casi inicia con la
descripción en que se halla el cuerpo del presunto asesinado (con indicios
crípticos, macabros y escatológicos) y, paulatinamente, no sin digresiones y
vueltas de tuerca (que van cambiando las probabilidades, el sentido de los
hechos y los engaños al lector), se van despejando casi todas las hipótesis y
conjeturas, pues casi siempre o en este caso (como en otros), algo queda oscuro,
oculto y sin resolver. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCNdWB6bx7V0Ky1uacIllZP_vjIaOrMjE1b1QpH_sjWFCcz1aJB5BQlh9oP271PdHB1KS2-kQevkIDZRIbqmSxEyoAB7OXb8Od3iEJwhX4m3IC0b-5KdfA8SvddtmBFLHS9WGKSlJo4j5_nJMlLhusWwSix22wRsLmtxaPES4jn0tubpCRNMmQ9ZtBkd3d/s1787/Fiebre%20de%20caballlos%20(Verbum,%202014).jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1787" data-original-width="1367" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCNdWB6bx7V0Ky1uacIllZP_vjIaOrMjE1b1QpH_sjWFCcz1aJB5BQlh9oP271PdHB1KS2-kQevkIDZRIbqmSxEyoAB7OXb8Od3iEJwhX4m3IC0b-5KdfA8SvddtmBFLHS9WGKSlJo4j5_nJMlLhusWwSix22wRsLmtxaPES4jn0tubpCRNMmQ9ZtBkd3d/w306-h400/Fiebre%20de%20caballlos%20(Verbum,%202014).jpg" width="306" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Editorial Verbum<br />(Madrid, 2014)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /></span> Mario Conde, escritor frustrado o
latente, y lector empedernido desde el Pre de La Víbora (relee una y otra vez
los mismos libros en calidad de “parásito de otros escritores que sabían
hacerlo bien”, dice, entre ellos: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Islas
en el Golfo, Conversación en la Catedral, El guardián en el trigal, El siglo de las luces</i> y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Fiebre de caballos</i>, ¡la
primera novela que Leonardo Padura publicó en Cuba en 1988!), con una
perspectiva de dos décadas después, cuando ya no es policía (“ser policía era
un trabajo sucio”) y se dedica a la ambulante y vocinglera compra y venta de
libros antiguos y de segunda mano (<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La
neblina del ayer</b>), en una nueva incursión por los paupérrimos residuos de
lo que alguna vez fuera el muy vivo, boyante y muy habitado Barrio Chino de La
Habana, evoca el caso de un anciano chino muerto en mayo de 1989, quien vivía
en el cuartucho de una astrosa, maloliente y misérrima vecindad con retretes y lavaderos
comunitarios, y misérrima luz eléctrica plagada de largos e intermitentes
apagones: “un solar de la calle Salud, casi esquina a Manrique, en el mismo
corazón del Barrio Chino” (y de la capital cubana). Entonces tenía 35 años y
era el flamante teniente investigador Mario Conde —con diez años de antigüedad en la policía—, adscrito a la Unidad Central de Investigaciones
Criminales, precedida por el mayor Antonio Rangel, inveterado fumador de
habanos.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Mario Conde estaba de vacaciones y
no se hubiera involucrado en tal pesquisa policial si la china mulata Patricia
Chion, “teniente de policía especializada en delitos económicos”, no hubiera
ido a su casa a pedirle que indagara el caso, como un favor personal, pues, le
dice, “el muerto era amigo de mi padrino, Francisco..., y estoy segura de que
mi papá lo conocía, aunque me dijo que no.” <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En la lúdica y deslenguada urdimbre
narrativa, la presencia de Patricia Chion, mezcla de china y mulata, y con un
tremendo y tentador cuerpo de pecado (herencia de su finada madre, nativa de
Camagüey: la negra Micaela, “una negra oscura, de pasas duras y culo
inconcebible para todo el Lejano Oriente”), implica dos cosas. Una: ella
corporifica los matices erógenos del arquetipo de la mujer cubana y el clímax
del erotismo, pues la novela también boga por ciertos devaneos lúbricos e
íntimos de Mario Conde, en los que, no obstante, también comparece la evocación
de Karina, la ingeniera pelirroja y perversa saxofonista, “con capacidad para
desaparecer justo cuando Conde más la necesitaba” (<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Vientos de Cuaresma</b>), y, desde luego, la imprescindible y siempre
añorada y deseada Tamara (con un hijo en Italia y viuda de Rafael Morín, un ex
trepador del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">statu quo</i> revolucionario
y oportunista profesional), la jimagua de ojos verdes recién desempacada de
Milán con “el movimiento de trapiche moledor de caña de su retaguardia
prodigiosa que enloqueció, enloquecía y enloquecería a Conde”, a quien conoce
desde los 14 y 15 años de ella, cuando ambos eran condiscípulos del Pre de La
Víbora (<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Pasado perfecto</b>). Dos: el
oculto intríngulis de la petición indagatoria de esa escultural Venus de La
Habana, con el visto bueno del mayor Antonio Rangel, se despeja casi por
completo al término de la obra. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjghQCg51t8xUnhZN5hYMfE1JeApT38YCKzmQBOwpiO-U-Q37HMSqeIZzcDvVfNKHJbXsCoYoOYH5VwkTkTPEIwB9c9-LfPbtKmqQsdXnyJVowEoUYaW_ihDKzkPNUqwaUpm7pBKp3dVjO1GUb4xdKO-7ByEsJ8MouTrP4ZFVZMfRiFQ7S-LvZvJ1NyHW3e/s1430/La%20cola%20de%20la%20serpiente%20(Tusquets,%202011),%20cintillo.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="541" data-original-width="1430" height="151" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjghQCg51t8xUnhZN5hYMfE1JeApT38YCKzmQBOwpiO-U-Q37HMSqeIZzcDvVfNKHJbXsCoYoOYH5VwkTkTPEIwB9c9-LfPbtKmqQsdXnyJVowEoUYaW_ihDKzkPNUqwaUpm7pBKp3dVjO1GUb4xdKO-7ByEsJ8MouTrP4ZFVZMfRiFQ7S-LvZvJ1NyHW3e/w400-h151/La%20cola%20de%20la%20serpiente%20(Tusquets,%202011),%20cintillo.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Cintillo de <b>La cola de la serpiente</b> (Tusquets, 2011)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><br /> En su misérrimo cuartucho (con visos
de un magro síndrome de Diógenes), el raquítico cadáver de Pedro Cuang, de 78
años y “natural de Cantón”, “seguía colgado de una viga del techo” cuando lo
observa el policía Mario Conde, con cuya cuerda también le ahorcaron al
perruchito mestizo. “Le habían cortado el dedo índice de la mano izquierda y en
el pecho, con una cuchilla o con una navaja muy afilada, le habían hecho un
círculo con dos flechas que formaban una cruz, y en cada cuadrícula habían
puesto unas cruces más pequeñas, como si fueran signos de sumar”. Pero además —le
muestra en una bolsita el sargento Manuel Palacios, su adjunto en la
investigación—, en su “mano derecha” tenía “dos chapillas de cobre” (cayeron al
suelo cuando el vecino de al lado lo descubrió y tocó), cada una con “la misma
marca que le habían hecho a Pedro Cuang en el cuerpo. Un círculo con dos
flechas y cuatro cruces más pequeñas.”<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En el rastreo del culpable (o culpables)
y de la comprensión del hermético significado de tales signos, el teniente Mario
Conde y el sargento Manuel Palacios, con el chino Juan Chion (apelativo de Li
Chion Tai), el padre de Patricia, oriundo de una remota aldea de Cantón, quien
es cocinero de oníricos delirios chinos de un auténtico mandarín salido de una
página de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Las mil y una noches</b>
(“Codornices cocidas al jugo de limón y gratinadas con pulpa de albahaca,
berza, jengibre y canela, por ejemplo. O masas de puerco revueltas con huevos, manzanilla,
zumo de naranja y dulce y finalmente doradas a fuego lento en una sartén
insondable llamada <i style="mso-bidi-font-style: normal;">wok</i>, sobre una
capa de aceite de coco, por otro ejemplo.” “Ternera guisada en salsa agridulce,
con lascas de mango, polvo de ajonjolí y trozos de piña, por ejemplo.” “Berenjenas
rellenas con pato hervido en salsa de bambú y verdolaga, rociadas con maní
molido y crocante, por si todavía hicieran falta más ejemplos.”) y amigo del
insaciable, pantagruélico, escuálido y conmovedor Mario Conde, quien para resolver
ese <i style="mso-bidi-font-style: normal;">caso chino</i> (que está en chino) lo
auxilia de cicerone (y en calidad del “cabo Chion”) por los arcanos misterios
del Barrio Chino (sugerido e inducido por su hija), y por ello van a la
desvencijada casona del chino Francisco Chiú, en cuya planta alta se hallan los
restos y rescoldos de la decrépita y polvorienta Sociedad Lung Con Cun Sol, de
antiguo origen mítico y legendario (casi de ancestral impronta Shaolin Kung Fu):
creada en tiempos remotos para que “por siempre jamás todos sus hijos, los que llevaran
los apellidos ilustres de Lao, Cuang, Chion y Chiú, se protegieran mutuamente
bajo la tutela divina” de sus “dioses combatientes”: “Cuang Con, Lao Pei, Chu
Chi Lon y Chu Fei”. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjR0ZxMtI52rEUR53VFIcKCukAR-BfcCnwh6viIk3B4YZE71uyW4yhumOu4kHCFkILl_c2ySNS2KhnzKws6cBm5l0iI3x7e24OyPPFNmpXazVmhCcXwk4thdbSspxOwySaCQCYVKu7wRH7xQ159WwigEjwFXB9rGimhDrXeEWU63V2kEaQ8wPWMDNud_tG5/s356/Shaolin.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="356" data-original-width="336" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjR0ZxMtI52rEUR53VFIcKCukAR-BfcCnwh6viIk3B4YZE71uyW4yhumOu4kHCFkILl_c2ySNS2KhnzKws6cBm5l0iI3x7e24OyPPFNmpXazVmhCcXwk4thdbSspxOwySaCQCYVKu7wRH7xQ159WwigEjwFXB9rGimhDrXeEWU63V2kEaQ8wPWMDNud_tG5/w378-h400/Shaolin.jpg" width="378" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /><o:p></o:p></span><span style="font-family: georgia;"> Señalando el tapiz que los ilustra, Francisco Chiú les
dice: “El de las balbas lalgas y la cala cololá... Ése es Cuang Con, o san Fan
Con, como le pusielon aquí.” Es decir, es “el santo chino, el gran capitán”. O
sea: se trata de una figura cubanizada y adulterada, pues “también es”, le
dice, “Changó, Santa Bárbara bendita, con su manto rojo y la espada en la
mano”. (<i>Pala</i> </span><span style="font-family: georgia;"><i>maltal usa espada y colta
pescuezo</i><span>, previamente le dijo Juan Chion.) “Mientras, sin dejar de sonreír,
Francisco había tomado de la repisa que asemejaba un ara una caña de bambú
cortada como un largo vaso. Dentro descansaban unas tablillas finísimas,
también de bambú, con un número y una inscripción en el extremo, grabadas con
tinta... ¡china!, coño, y ya las hacía sonar como una maraca para música
concreta. Francisco explicó que Cuang Con era el dueño de la fortuna: cada
tablilla indicaba un camino en la vida y la que llevaba un círculo con una cruz
formada por dos flechas era el peor camino: el del infierno, adonde iban los
traidores, los homicidas y las mujeres adúlteras. En Cuba alguna gente decía
que aquél era el signo más negativo de san Fan Con y que el hombre marcado por
él sólo podía esperar todas las desgracias de los dos mundos: el de los vivos y
el de los muertos.” Mario Conde le pide la tablilla “que tiene la cruz” para
observarla y Manuel Palacios le señala que “se parece pero no es igual” a la
que le trazaron en el pecho al raquítico Pedro Cuang, pues le faltan las
“cruces chiquitas”. “Con cuatlo cluces así no hay... ¿Tá extlaño, veldá,
Juan?”, dice el patriarca Francisco. No obstante, el Conde, en esa atmósfera en
la que su nariz de perro rastreador captura el “olor a chino” (pese a lo
estropeado del sentido del olfato por su pernicioso hábito de fumador), se la
pide prestada para dizque fotografiarla y porque el viejo Chiú le dijo del
crimen: “Eso es cosa de paisanos que hacen blujelías de neglos y de neglos que
hacen blujelías con cosas de chinos. ¿Tú vas a entendel? Pedlo Cuang la debía y
alguien se la cobló, y por eso le puso la filma de san Fan Con.”</span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlFCMMZ_JiUUYqdOn10I1jRqpLNGhheWKvThY-O_j26sgqc89hNTU-Q1Ufqyedx4yNtYGFgQxTC0N8idqGb7xQOpKeXCho7WiOj-N55oobxCJWDg6mcEd3Fd7HPaeTylzq_yqPrDMWOxEa4OGEQjBUHdsU4stOV7SEhR8W7MwDO-TWCChPX1szocROwMQH/s300/Leonardo%20Padura%20achinado.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="205" data-original-width="300" height="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlFCMMZ_JiUUYqdOn10I1jRqpLNGhheWKvThY-O_j26sgqc89hNTU-Q1Ufqyedx4yNtYGFgQxTC0N8idqGb7xQOpKeXCho7WiOj-N55oobxCJWDg6mcEd3Fd7HPaeTylzq_yqPrDMWOxEa4OGEQjBUHdsU4stOV7SEhR8W7MwDO-TWCChPX1szocROwMQH/w400-h273/Leonardo%20Padura%20achinado.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Leonardo Padura achinado<br /><br />(“A Lucía, que me entiende <br />incluso cuando hablo en chino”)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> Mario Conde, quebrándose la cabeza
por lo intrincado del crimen del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">caso
chino</i>, mientras extinguen un par de botellas de Chispa’e Tren, un alcohólico
brebaje, con matiz de orujo, destilado en la clandestinidad en el tugurio del
químico Jacinto el Mago (antípoda de su ideal e inasible “ron Santiago de tres
años” de la destilería Bacardí de Santiago de Cuba, servido por el onírico
barman “en un vaso grande, con algunas gotas de limón y apenas una pequeña
piedra de hielo”), se lo parlotea a dos de sus compinches de siempre: el Flaco
Carlos (precisamente en su casa, donde subsiste en silla de ruedas, atendido
por su madre Josefina) y el mulato Candito el Rojo, el supuesto “teólogo de la
tribu”, quien ve indicios de malas artes: “las flechas, el círculo y las cuatro
cruces eran una firma de palo mayombe, la brujería conga, y el dedo que le
habían cortado al muerto debía ser para usarlo en una <i style="mso-bidi-font-style: normal;">nganga</i>”. Y por ende, crudo el Conde y engullendo Duralginas, van
juntos en lancha, desde el embarcadero de la Avenida del Puerto hasta el pueblo
de Regla, a consultar “a Marcial Varona, el viejo ngangulero más sabio y
respetado entre todos los brujos de Regla, la meca de la brujería cubana”,
donde “fungía como babalao de la Regla de Ocha y muchos lo consideraban el
mejor conocedor de las prácticas de la santería yoruba”. Por si fuera poco el
mejunje, el “Conde vio colgado de una pared, junto al altar católico presidido
por un crucifijo y por la virgen de Regla, la santa cubana de rostro negro,
aquel diploma del Gran Consistorio del Grado 33 de la masonería cubana, a favor
del hermano Marcial Varona.” <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"> En este sentido, además de que los poderes y
atributos de tal brujo están aún más repletos de aleaciones y proverbiales
mixturas y mixtificaciones, según él lo que le grabaron al chino en el pecho,
junto al dedo que le cortaron, es “una firma de Zarabanda”. “Zarabanda”, dice,
“es <i>nganga</i> de brujo congo, pero también es de Oggún lucumí, o de la
santería yoruba, como se dice ahora. Oggún es el dueño del monte y de los
hierros, y es san Pedro, el que tiene las llaves del cielo, que también son de
hierro, ¿no? Por eso Zarabanda no es palo auténtico, sino una mezcla criolla,
¿entiendes?”</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqC-xD28UD1l-btjLt_Z1y_RhCzpcXusVW16lmsupmCVzSHWzEA7Laf1NBnzSpGFx35jonIjItxTr9Cq6a6pGs56B5VbaLK1f_YAll8fkUBMZUAtehV4simRDTCAuGHNy5PzLamyNfatDJmZMFlILotsSvp4rbOxPhd_Y-rta3v_xglz7UoWMmY0_JYIAE/s480/Nicol%C3%A1s%20Guill%C3%A9n.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="480" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqC-xD28UD1l-btjLt_Z1y_RhCzpcXusVW16lmsupmCVzSHWzEA7Laf1NBnzSpGFx35jonIjItxTr9Cq6a6pGs56B5VbaLK1f_YAll8fkUBMZUAtehV4simRDTCAuGHNy5PzLamyNfatDJmZMFlILotsSvp4rbOxPhd_Y-rta3v_xglz7UoWMmY0_JYIAE/w320-h320/Nicol%C3%A1s%20Guill%C3%A9n.jpg" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> O sea, para percutirlo con lego tambó y maracas carnavalearas, y
cantarlo con Nicolás Guillén —tal si tratase
de un abstruso, maléfico, ritual y ocultista ideograma chino—: recontra <i style="mso-bidi-font-style: normal;">sóngoro
consongo</i>: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">congo solongo del Songo</i>/
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">baila yambó sobre un pie</i>.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Mario Conde y su adjunto acceden a
varias revelaciones en torno al triste pasado y a las sigilosas actividades de
Pedro Cuang en el ilícito negocio de las apuestas en el Barrio Chino: “trabajó
como colector de apuestas” para Amancio Valdés, el banquero de un ilegal “banco
de apuntación desmantelado el año anterior”, quien “tuvo un ataque al corazón y
se murió a los tres días de estar preso”, junto con otros dos banqueros que
cayeron en la misma redada, quienes tras ese infarto soplaron que “Amancio era
el jefe del negocio y quien guardaba el dinero”. Pero también se enteran que
“Pedro Cuang fue a China cuando empezó el lío y regresó cuando se murió Antonio
Valdés”, quien “hasta 1959 tuvo un garito de juego en el Barrio Chino y la
tapadera era un tintorería”, donde el ahorcado “trabajó treinta años hasta que
se retiró en 1968”. Pero además —le informa el sargento al teniente—: “Dice
el forense que a Pedro Cuang le dio un hemiplejía y que fue después cuando lo
colgaron. Parece que no querían matarlo, pero cuando le dio la sirimba a lo
mejor se asustaron y pensaron que era preferible callarle la boca de una vez.”
Por ende, colige o intuye el Conde: “El viejo era el camino hacia el dinero de
Amancio...” <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"> Pero también el dúo dinámico de La Habana se entera
del pasado de Juan Chion y de Francisco Chiú, oriundos de la misma aldea de
Catón, ya viejos y emparentados por el hecho fraterno e inextricable de que
éste, como si fuera su progenitor, le financió el permiso y el viaje para
viajar en barco a Cuba, y vueltos entrañables compadres porque Francisco es
padrino de Patricia y Juan es padrino del homónimo hijo de Francisco. No obstante,
el caso sigue en chino y más oscuro que el culo del negro Vito Manué. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"> </span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV-jp2XrFzx4MTWZS7uECaPJfnKMDAa0bSuBsCufwnPhjtZ4LCgwsUSYz98RvjuEmgpT5VvyENTnH6Jdvq4GRKTaGqgTR4LPWrZeY4SsgEkb1cmx2ld0dxr3QyvU8zBJ7EviD5TjGCP-_GShpw27VwzOjJ4J_ZgnS88F2fwZ_hR7Co9dxUmzeT59WIa7vY/s905/Confucio.jpg" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="905" data-original-width="640" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV-jp2XrFzx4MTWZS7uECaPJfnKMDAa0bSuBsCufwnPhjtZ4LCgwsUSYz98RvjuEmgpT5VvyENTnH6Jdvq4GRKTaGqgTR4LPWrZeY4SsgEkb1cmx2ld0dxr3QyvU8zBJ7EviD5TjGCP-_GShpw27VwzOjJ4J_ZgnS88F2fwZ_hR7Co9dxUmzeT59WIa7vY/s320/Confucio.jpg" width="226" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Confucio</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><br /> “La selpiente
tiene cola y tiene cabeza. Pol la cabeza se llega a la colita, y pol la colita
se llega a la cabeza. Hala la selpiente. Siemple se llega a la otla punta del
animal. Pelo con cuidado..., si la coges pol la cabeza, la selpiente muelde.” Le
predica Juan Chion al Conde como si le recitara un milenario, aleccionador,
sabio e infalible proverbio taoísta, o una de las analectas caligrafiadas en
papel china por el propio Confucio. Mientras el Conde sospecha del esquelético
Francisco Chiú, pese a que es muy anciano (más anciano que Juan Chion) y parece
enfermo: tenía “un color amarillento en su piel que, pensó Conde, no tenía
origen étnico, sino seguramente hepático”. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> Vestida con su
uniforme de oficial de policía</i>, la muy
cachonda y escultural Patricia Chion visita al Conde con un impensable desayuno
y poderes afrodisíacos que<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> ipso facto</i>
resucitan no sólo al muerto de hambre: “El asombro del Conde se disparó cuando
Patricia, luego de poner lejos el cenicero atestado, fue sacando provisiones de
la bolsa y colocándolas sobre la mesa: un pan que olía a pan recién horneado,
un pedazo de queso, unas lascas de jamón curado, unos pasteles (¿de coco o de
guayaba?) y un termo del cual serviría dos tazas grandes de café con leche.
¿Todavía existían aquellas cosas? Conde no lo hubiera creído si no lo hubiera
visto...”</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGJIo0C8-37COkYFRRplza5AhFYHrSUg6wtlxH_18SQfJmAqaWNLTHO60zZbHQkhXvvQlS1kEicNlecWzQwItkXSElBXe6JyCu-YLZuhLIsaoBunQ2zN9zDEfPqi5xyAdfsMBalsn0IUaBnjoh9IGm9GdYkfDkpNH7b9M0SLvNYEt79vTzYWsKEDKnLDmo/s314/Shaolin.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="314" data-original-width="236" height="314" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGJIo0C8-37COkYFRRplza5AhFYHrSUg6wtlxH_18SQfJmAqaWNLTHO60zZbHQkhXvvQlS1kEicNlecWzQwItkXSElBXe6JyCu-YLZuhLIsaoBunQ2zN9zDEfPqi5xyAdfsMBalsn0IUaBnjoh9IGm9GdYkfDkpNH7b9M0SLvNYEt79vTzYWsKEDKnLDmo/s1600/Shaolin.jpg" width="236" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> Y además de que en esa visita sorpresa ocurre el candente encuentro
sexual, ella le revela que a su padre y a su padrino los vincula de por vida
una secreta y lejana venganza de sangre: ultimaron a cuchilladas, allí en La Habana,
a un griego traficante, capitán de un barco, que en un asesinato múltiple de 32
chinos engañados, robados, congelados en el frigorífico y lanzados al mar
Caribe, mató a Sebastián (Fu Chion Tang), el entrañable primo de Juan Chion (y su
único pariente consanguíneo en Cuba), y al hermano de Francisco Chiú. Pero
además le pide, desnuda y a quemarropa, que resuelva el crimen y cuide que “no
haya demasiados daños colaterales”.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El caso comienza a desenredarse
cuando, al preguntar al Narra, un chino contrabandista del Barrio Chino que
oficia de chivato del Gordo Contreras —capitán y jefe de la Sección de Divisas—,
le delata que Panchito Chiú, el hijo del anciano Francisco y sobrino de Juan
Chion, además de cargar “un cuchillo chino”, de dárselas de “karateca octavo
dan”, y de decirse “palero” (o sea: brujo o babalao) —“anda todo el día con que
si Siete Rayos lo protege”—, lo oyó hablar de que “el chino viejo” (el
asesinado) “tenía la pasta de Amancio el banquero”. Tras detenerlo, además de
que sus huellas estaban impresas en la cuerda del ahorcado, Panchito Chiú habla
del crimen. Esto desvela varios puntos oscuros: Panchito fue la silueta que a
hurtadillas y con la agilidad de un trapecista huyó durante la charla con el
viejo Francisco Chiú y que éste y Juan Chion escamotearon acusando un supuesto
gato (fantasma o invisible); quien le dio al Conde el golpe que lo dejó
inconsciente en el camastro del asesinado; que el crimen no fue una venganza o
un ajuste de cuentas de la mafia que trafica cocaína, ni implicó ningún embrujo
o “cazuela de palo monte”. Se trató de un vulgar e involuntario asesinato al
intentar con violencia y amenazas (“Panchito le ahorcó al perro para
presionarlo”) que Pedro Cuang revelara el sitio exacto donde escondía el dinero
del banquero Amancio Valdés, muerto en la cárcel, en marzo de 1987, tras la
redada policíaca en el Barrio Chino que desmanteló el negocio ilegal de
apuestas en el que estaba involucrado. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQdysEsyOuQtQF-g3EYilfc8iO0U5sHRO9DvTIyXLZDv3rteEiimxllnNQcLMr3UF3nIkEwJGFOtQMEa8-p3ZDnwQc2J4VvRxuXVTWTc7ZoAUuwITtWCvD3U54jIIAlg8VOQ38eIcgzNrzGHDUjeRUKOPJ6S62OWlxl45v5C9z3jBjGDE5uC6W21Qg82eF/s600/Shaolin.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="512" data-original-width="600" height="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQdysEsyOuQtQF-g3EYilfc8iO0U5sHRO9DvTIyXLZDv3rteEiimxllnNQcLMr3UF3nIkEwJGFOtQMEa8-p3ZDnwQc2J4VvRxuXVTWTc7ZoAUuwITtWCvD3U54jIIAlg8VOQ38eIcgzNrzGHDUjeRUKOPJ6S62OWlxl45v5C9z3jBjGDE5uC6W21Qg82eF/s320/Shaolin.jpg" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> Pero el meollo del meollo es el dilema ético de
Mario Conde, quien, pese a su tolerancia ante ciertas corruptelas, no es un policía
duro (piensa que “el acto de aplicar la fuerza” “lo degradaba a él como ser
humano”) y llega a sentirse inepto para tal rol; no obstante, en el cerco al
tigresco y ágil experto en artes marciales Pachito Chiú, quien reta y empuña su
cuchillo chino, el Conde, más rápido que Harry el Sucio, no duda en dispar su
pistola y por ello lo hiere en una pierna, siendo la segunda vez que dispara
contra alguien en su carrera de diez años de policía. Las huellas del anciano
Francisco Chiú —aquejado de un terminal cáncer hepático—, impresas en la prestada tablilla de san Fan Con,
revelan su presencia en el escenario del crimen. Pero el Conde, que ahora
entiende el trasfondo del intríngulis de la manipulación y seducción de
Patricia Chion y su encargo de que no hubiera “demasiados daños colaterales”, a
través de Juan Chion le devuelve al viejo Francisco Chiú la tablilla de san Fan
Con y destruye el análisis forense de las inculpatorias huellas y se muerde la
viperina envenenada por la cola de la serpiente. “Aquí todos navegamos en la
mierda y nadie sale ileso, nadie...”, le aguijoneó el Gordo Contreras su
radiográfico apotegma existencial y policíaco.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"> Lo que queda sin descubrir, no obstante, es la
persona (quizá chino o china) a quien estaba destinada la fortuna del banquero Amancio
Valdés —si es que estaba destinada a alguien—, pues para alguien que lee los caracteres chinos
fue caligrafiado el mapa del tesoro; o sea: el plano hallado por Mario Conde en
el cuarto del muerto, y que reveló el sitio exacto del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cementerio chino</i> donde estaba enterrado el cofre del tesoro que
parece de estirpe pirata (y literaria): un cofre metálico repleto de “cadenas,
pulseras, anillos, aretes y monedas de oro”.<span style="mso-spacerun: yes;">
</span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: georgia;">Leonardo Padura,
</span><b style="font-family: georgia;">La cola de la serpiente</b><span style="font-family: georgia;">. Serie Mario Conde. Colección Andanzas número
690/7, Tusquets Editores. Ciudad de México, noviembre de 2011. 192 pp.</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><o:p><span style="font-family: georgia;"><b> </b><span style="color: #990000;">*********</span></span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><o:p><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #990000;"><a href="https://www.youtube.com/watch?v=a5_FKtVUMOQ">Leonardo Padura: una historia escuálida y conmovedora (2019), documental de Náyare Menoyo Florián.</a><br /></span></span></o:p></p>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-25630890325057083282023-11-14T08:23:00.000-08:002023-11-14T08:27:21.844-08:00El complot mongol<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span><span style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">El gatillo y los competones de la alta política</span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Nacido en la Ciudad de México el 28 de junio de 1915 y muerto en Berna, Suiza, el 17 de septiembre de 1972, el escritor y diplomático Rafael Bernal tiene en su legado varios libros de distintos géneros; pero el más famoso, en el contexto mexicano, es su novela negra <b>El complot mongol</b>, cuya edición príncipe, editada por Joaquín Mortiz, data de 1969; la cual fue adaptada al cine en una homónima y gris película, de 1978, dirigida por el vasco Antonio Eceiza (1935-2011), quien la guionizó junto al mexicano Tomás Pérez Turrent (1935-2006). Y luego en otra, de 2019, también homónima y más lograda, con guion y dirección del cineasta fracomexicano Sebastián del Amo (París, 1971).</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrj5Ets1yrdFMnH3YEj2ICbMFXusED3W3_gG3nJ5hglmAFw7JNq6rFZsmfnXq3rHAzz_JalC2Wmm4KI1bR-AfmMMQ52xSALVGetaEjmOkkJa0LGBvslH-RwTszh-FHfa1SXLgNh25OF1J_/s1600/El+complot+mongol+%25281978%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrj5Ets1yrdFMnH3YEj2ICbMFXusED3W3_gG3nJ5hglmAFw7JNq6rFZsmfnXq3rHAzz_JalC2Wmm4KI1bR-AfmMMQ52xSALVGetaEjmOkkJa0LGBvslH-RwTszh-FHfa1SXLgNh25OF1J_/s640/El+complot+mongol+%25281978%2529.jpg" width="442" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">DVD de <b>El complot mongol</b> (1978), película dirigida por<br />Antonio Eceiza, basada en la novela homónima de Rafel Bernal.</span></td></tr>
</tbody></table>
</span><span style="white-space: pre;"> </span>Dividida en VI capítulos, los veloces acontecimientos de <b>El complot mongol</b> se desarrollan, en menos de tres días, en varios reconocibles sitios y calles del Centro Histórico de la Ciudad de México. Corre alguno de los años 60 del siglo XX; a nivel mundial se está en el contexto de la Guerra Fría y de la ruptura y beligerancia entre la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y la China comunista de Mao Tse-tung; no se menciona la frustrada invasión a la Cuba de Fidel Castro y los barbudos, a través de Bahía de Cochinos (sucedida entre el 15 y el 19 de abril de 1961), ni la crisis de los misiles en territorio cubano (cuyo tenso clímax ocurrió entre el 15 y el 28 de octubre de 1961); pero el asesinato de John F. Kennedy, presidente de Estados Unidos, sucedido en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963, sí es un hecho tangencialmente citado y parafraseado en las páginas. (En un cuarto del hotel Magallanes, por ejemplo, aparece un rifle con mira telescópica, arma que delata al francotirador gringo que evoca al controvertido Lee Harvey Oswald, el presunto asesino de Kennedy). </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5K-Q_0uA7yEy5dUaea7mz_jTh3VSw1GfbVVvYzEu6Kc8YqVukHrk4y910MazTtNuKb7WzMSNiB15FD5apoZLZvPiONM1jIBmc5FmliBUg2_EGJnzHGSpLh1_U9bDlhL9E3SgL6akmG4En/s1600/Kedenny+%252814%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="310" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5K-Q_0uA7yEy5dUaea7mz_jTh3VSw1GfbVVvYzEu6Kc8YqVukHrk4y910MazTtNuKb7WzMSNiB15FD5apoZLZvPiONM1jIBmc5FmliBUg2_EGJnzHGSpLh1_U9bDlhL9E3SgL6akmG4En/s400/Kedenny+%252814%2529.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">John F. Kennedy y su esposa Jackie el día de su asesinato en<br />Dallas, Texas, noviembre 22 de 1963.</span></td></tr>
</tbody></table>
</span><span style="white-space: pre;"> </span>No obstante, <b>El complot mongol</b> no es una novela de intriga política ni de análisis sociológico ni de introspección psicológica ni realista en sentido estricto ni con pretensiones de gran obra artística; es, ante todo, un artilugio literario, bufo y sarcástico pero crítico; un ágil e hilarante <i>divertimento</i> repleto de humor negro, caricaturesco y folletinesco, donde bullen los apócopes, las palabrotas, los modismos, los chistes y los dichos del popular habla mexicano, a lo que se agrega la hilarante parodia del modo de hablar de los chinos que habitan en las calles de Dolores, el barrio chino de la Ciudad de México, donde, en la semiclandestinidad, hay casas de juego y fumaderos de opio, y donde, al parecer, se prepara nada menos que el inminente asesinato del presidente de los Estados Unidos, que en tres días estará de visita en México, y quien con el presidente mexicano inaugurará, en una plaza pública que es un parque, una “estatua de la Amistad”.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>El sucesor de Kennedy fue Lyndon B. Johnson, quien fue presidente de Estados Unidos entre el 22 de noviembre de 1963 y el 20 de enero de 1969, y por ende podría ser el modelo del anónimo presidente gringo de la novela. En este sentido, el modelo del anónimo presidente mexicano podría ser el nefando Gustavo Días Ordaz, quien fue presidente de México entre 1 de diciembre de 1964 y el 30 de noviembre de 1970; pero también podría serlo Adolfo López Mateos, su predecesor, que fue presidente entre el 1 de diciembre de 1958 y el 30 de noviembre de 1964. <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>En cualquier caso, el probable e inminente asesinato de un presidente de Estados Unidos en territorio mexicano, sería indagado, en primera instancia y de un modo encubierto y semiencubierto, por el Servicio Secreto gringo, por la CIA y el FBI; y en México, dado que el magnicidio ocurrirá a un lado del presidente mexicano, por la policía política, es decir, por la Dirección Federal de Seguridad, cuyo titular, entre 1964 y 1970, era el veracruzano Fernando Gutiérrez Barrios (“el hombre más informado de México”, <i>vox poluli</i> <i>dixit</i>), cuyos inicios en los sótanos de tal oscuro y negro aparato de espionaje e inteligencia, en calidad de jefe de Control e Información, se remonta a 1952. Pero en la novela de Rafael Bernal el asunto no va por ahí. Un Coronel, jefe de la policía, bajo el mando de un copetón de la alta política: el presidenciable don Rosendo del Valle, citan, con conocimiento de sus actos, a Filiberto García, un policía que en realidad es un matón, un pistolero duro y sin escrúpulos de 60 años, para que en menos de tres días indague y resuelva el caso, junto con otros dos policías, cuya declaración de principios y complicidad de sangre reza: “No se puede gobernar sin matar [...] Eso lo han aprendido ya todos los pueblos. Por eso existimos nosotros.”: Iván Mikailovich Laski, agente del Servicio Secreto de la Unión Soviética, y Richard P. Graves, agente del FBI, de quien Filiberto García dice para sus adentros, quizá evocando un filme o caricatura protagonizada por James Bond, el agente 007 con licencia para matar: “Tiene dentadura postiza. Capaz y de una muela saca una pistola en miniatura y de la otra un transmisor de radio, como en las películas de la tele.” Esto es así porque “Un alto funcionario de la embajada rusa” soltó el rumor de que desde la República Popular China se pergeñó el asesinato del presidente de Estados Unidos y que para perpetrarlo “tres terroristas al servicio de China” ya están en México. Y Filiberto García es el idóneo para el caso, puesto que además de que es asiduo y conocido en las tiendas, restaurantes, fumaderos de opio y casas de juego del barrio chino de las calles de Dolores, es un gatillero (“un fabricante de pinches muertos”) con un largo y colorido currículum. “Maté a seis posibles diablos, los únicos seis que formaban el gran cuartel comunista para la liberación de las Américas. Iban a liberar las Américas desde su cuartel en las selvas de Campeche. Seis chamacos pendejos jugado a los héroes con dos ametralladoras y unas pistolitas.” Se dice. Lo cual evoca la subterránea, clandestina y diseminada estrategia de los focos guerrilleros, bajo la férula de la URSS y Cuba, que harían la revolución comunista en América Latina, y en particular el foco guerrillero sembrado y encendido en Bolivia que derivó en la ejecución del Che Guevara el 9 de octubre de 1967.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiP0516Mtm3QDTsLyOMZm9BOaHO2yN46HxkB7BhRREYrCcYqZwNrRn3MLfMO3hAqJP1Oixri9MD3UuZM5646O42-esnODv_D8ZPM53tANMmKs7s1P6wx3_d3z8Ld9phypAG0q2VlpgsxPAC/s1600/El+complot+mongol+%25282011%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiP0516Mtm3QDTsLyOMZm9BOaHO2yN46HxkB7BhRREYrCcYqZwNrRn3MLfMO3hAqJP1Oixri9MD3UuZM5646O42-esnODv_D8ZPM53tANMmKs7s1P6wx3_d3z8Ld9phypAG0q2VlpgsxPAC/s640/El+complot+mongol+%25282011%2529.jpg" width="404" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">(<span style="font-size: x-small; text-align: start;">Joaquín Mortiz, México, abril de 2013)</span></span></td></tr>
</tbody></table>
</span><span style="white-space: pre;"> </span>Vale puntualizar, para no desgranar todas las menudencias del carozo de la mazorca, que la novela <b>El complot mongol</b>, además de varios asesinatos y de los episodios de violencia, está repleta de vueltas de tuerca, giros inesperados y sorpresas. El derrotero de la investigación que protagoniza Filiberto García toma varios cauces y desenmascara, sin buscarlo ni quererlo, una cruenta y camuflada trama urdida por un par de copetones de la alta política, un dúo de ambiciosos arribistas, oriundos de Tamaulipas, incrustados en el epicentro del gobierno federal mexicano, tipificados con la patriotera labia de la más ramplona y hueca demagogia nacionalista, que, con las supuestas manos limpias, buscan adueñarse, sucesivamente, de la todopoderosa silla del águila de la presidencia de la república del partido hegemónico emanado de la Revolución Mexicana. Es decir, aprovechando el rumor surgido de la embajada rusa, planearon y maicearon, al unísono, el maquiavélico asesinato del presidente de México.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Y también sin buscarlo ni quererlo, Filiberto García colige, dados ciertos indicios en los hechos de sangre, un complot en ciernes para “llevar a Cuba dentro de la órbita de Pekín”. A lo que se añade el postrero hecho de que, acompañado por Laski, el políglota agente ruso, en una tienda del barrio chino encuentran los dólares, ocultos en latas de té, destinados a tal presunto golpe de estado en la Cuba socialista.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfvuVBVtxyRWzJbinnCxajCHgWzJiyOtxMJPRK6_k4lvfYWMNXlrj7bymK_EPMEDknz9osXI4jFHdPHORpLi5tf4-yHyROq8idwG1Lwo0tA7E9_slC3F0Ge_7REsXbMLqwBRj7lkDRfOB4/s1600/Rafael+Bernal+%25281915-1972%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="252" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfvuVBVtxyRWzJbinnCxajCHgWzJiyOtxMJPRK6_k4lvfYWMNXlrj7bymK_EPMEDknz9osXI4jFHdPHORpLi5tf4-yHyROq8idwG1Lwo0tA7E9_slC3F0Ge_7REsXbMLqwBRj7lkDRfOB4/s400/Rafael+Bernal+%25281915-1972%2529.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Rafael Bernal<br />(1915-1972)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span><span style="white-space: pre;"> </span>Pero paralelo a los asesinatos y a la investigación policíaca y sus sorpresas, la novela <b>El complot mongol</b> también narra y bosqueja detalles y aspectos de la persona y personalidad de Filiberto García (prieto de ojos verdes, con una cicatriz en el rostro), de su arraigado ideario de macho redomado y corrupto a más no poder, de su roma perspectiva y popular verborrea para cuestionar, pitorrearse, descalificar e insultar lo que lo rodea, ve y oye. Es decir, entre la voz narrativa y los diálogos, Filiberto García monologa episodios de su infancia y adolescencia en Yurécuaro, Michoacán, donde a su madre le decían la Charanda; de su paso en las huestes de la Revolución Mexicana (“la Revolución se hizo a balazos”, dice); de sus inicios como policía con órdenes de matar pollos gordos o flacos de cualquier color; de varios asesinatos del pasado en los que descuella su facilidad para asesinar fríamente y sin remordimientos; de que suele ir a la cantina La Ópera donde su reúne con el Licenciado, un abogado andrajoso y borrachín que lo auxilia, pago de por medio, en ciertas pesquisas y que lo acompaña para rezar en un postrero, solitario y patético velorio; de que vive en un inmaculado departamento de un edificio de su propiedad; de su cartera repleta de billetes; de que constantemente, en sus andanzas policíacas, está al acecho para robarse toda “la fierrada” que pueda, como es el medio millón de dólares, en billetes de cincuenta, que, según informa el agente ruso, es dinero de la República Popular China que salió de Hong Kong, la colonia británica, precisamente del Hong Kong Shangai Bank, y que ya está en México para subsidiar y operar el inminente atentado contra el presidente de Estados Unidos.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"></span></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSBM9znGdjFIzMm10q8EuGSg_xBEIoSbFUPSawL_7QdXY09-UR9WeLn05sA6aP_kK9wo8qfQdgCGkgR0Bwr8oTgcgy5BPn4GAEeM-1-F_q6G9_kLwVBmnz6xQyT59Lv1ovQqoWWttVrSuu/s1600/Rafael+Berna+y+su+alter+ego.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="223" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSBM9znGdjFIzMm10q8EuGSg_xBEIoSbFUPSawL_7QdXY09-UR9WeLn05sA6aP_kK9wo8qfQdgCGkgR0Bwr8oTgcgy5BPn4GAEeM-1-F_q6G9_kLwVBmnz6xQyT59Lv1ovQqoWWttVrSuu/s400/Rafael+Berna+y+su+alter+ego.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Rafael Bernal y su <i>alter ego</i></span></td></tr>
</tbody></table>
</span><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Es así que pese a su vulgar y machista concepto de la mujer (“Una mujer es como cualquier otra. Todas con agujerito.” “A las viejas hay que tomarlas una vez o dos y dejarlas. ¡Pinches viejas”!) y a que nunca se le ha hecho con una china, a partir de que Marta se instala en su departamento (Marta es una china de 25 años que era dependiente en una tienda del barrio chino), a imagen y semejanza de un adolescente ante su primera noviecita, escucha su triste historia de china huérfana susceptible de ser deportada y empieza a encandilarse por ella como si estuviera en una sentimental telenovela Palmolive, a gastar y a cavilar con lo que ocurrirá en los días después del atentado (no la toca, pese a algunos picoretes; le deja seis mil pesotes para que se vista y atilde en El Palacio de Hierro y le compra un rutilante reloj de cuatro mil morlacos) y fantasea con lo que el par de tortolitos podrán hacer si se hace con el botín de medio millón de dólares en billetes de cincuenta. En el coche se irán “a Cuautla, al Agua Hedionda o hasta Acapulco”, etcétera. Pero el inesperado asesinato de la fémina en su departamento (“Estaba en el suelo, junto a la cama, cubierta de sangre, las piernas encogidas, los ojos abiertos”) trunca esos planes. Y después de meditarlo unas horas, lo catapulta a tomar feroz venganza, la cual lo lleva a descubrir la susodicha y maquiavélica intriga para asesinar al presidente de México. Y luego, junto al agente ruso, a localizar el sitio donde se escondían los dólares para convertir a Cuba en satélite de la China comunista de Mao Tse-tung.</span><br />
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">Rafael Bernal, <b>El complot mongol</b>. 2ª edición de la 1ª presentación de julio de 2011. Joaquín Mortiz. México, abril de 2013. 224 pp.</span><br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: #990000;">*********</span></b><br />
<b><span style="color: #990000;"><br /></span></b></div>
<span style="font-family: "georgia";"><a href="https://www.youtube.com/watch?v=kGTwvrfljd0">Enlace a El complot mongol (1978), película dirigida por Antonio Eceiza, basada en la novela homónima de Rafael Bernal.</a></span></div><div><div style="text-align: center;"><br />
<span style="color: #990000; font-family: "georgia";"><br /></span>
</div>
</div>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-79846114828986615272023-11-07T11:58:00.000-08:002023-11-07T11:58:32.923-08:00Así en la Tierra como en el Cielo<br />
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px; text-align: center;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <span style="color: #bf9000; font-size: large;">El gabinete de la doctora Polidori</span></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #bf9000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">(<i>Sombras suele vestir de bulto bello</i>)</span></div>
<div style="min-height: 19px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgczUQo0HnhtaaIgjowERud8z1i43pxmcLjXpLS_pl-MLmTMKnzhOLpJrEsrWOsXGUWYBraF56TwMgv15cGqQ6w7eozFfB0eKAmlpjEAJ6B0BUk-RDJuwXtc99pmpPgOdr6af8m0WG3yuk/s1600/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(VIII).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgczUQo0HnhtaaIgjowERud8z1i43pxmcLjXpLS_pl-MLmTMKnzhOLpJrEsrWOsXGUWYBraF56TwMgv15cGqQ6w7eozFfB0eKAmlpjEAJ6B0BUk-RDJuwXtc99pmpPgOdr6af8m0WG3yuk/s640/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(VIII).jpg" width="328" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">Así en la Tierra como en el Cielo</i>, 1991-1992.<br />Ensamblaje. Fotografías en blanco y negro con intervención manual,<br /><i>collage</i>, terciopelo, tijeras, hierro, madera y vidrio.<br />Díptico (127.8 x 61.5 cm)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><i><br /></i></span><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><i>Fragmentum</i> es el título de la serie de fotos construidas de Ambra Polidori (México, 1954) que se vieron, en 1994, en la Galería Nina Menocal de la Ciudad de México. En tales fotos en blanco y negro, a veces coloreadas a mano en algún punto, descuellan los encuadres de fragmentos de cuerpos desnudos y de esculturas grecorromanas con detalles derruidos, y, particularmente, el diálogo visual implícito en su colocación alterna, fragmentaria e intercalada en una misma imagen. <span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Cada una tiene dos fechas: en un ángulo: “IV a. C.”, y en el contrapuesto: “1993” o “1994”; dos márgenes temporales que inciden en las posibles interpretaciones. Así, tales fotos parecen decir que en la eterna y simultánea fragmentación y yuxtaposición del instante hay un continuo, un eterno poema de formas corporales y texturas, siempre inextricable, en el que comulgan la carne y la piedra, Eros y Thánatos, el tiempo terrestre y el tiempo cósmico, el tiempo finito y el tiempo infinito, lo esculpido por la naturaleza y la escultura hecha por el hombre seducido por la desnudez natural y su representación naturalista y clásica (polvo serán, mas polvo no siempre enamorado, se colige parafraseando en palimpsesto a Góngora). </span><div><span style="font-family: georgia, times new roman, serif;"><br /></span>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiytSQzvh3pQyOrk81tS4x0bnJJhBs7oIBl0USVUv39Ff6jPuSx6Xdf9uTcldWI71b75EmnEvA6-YIlhujHxJI1ZWB6epYkY2zBjjdGriT2MP5EZune_xCeKpOIeT8EKqMs7XaqxkUhFtY/s1600/Fragmentum+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiytSQzvh3pQyOrk81tS4x0bnJJhBs7oIBl0USVUv39Ff6jPuSx6Xdf9uTcldWI71b75EmnEvA6-YIlhujHxJI1ZWB6epYkY2zBjjdGriT2MP5EZune_xCeKpOIeT8EKqMs7XaqxkUhFtY/s400/Fragmentum+(2).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">Fragmentum</i>, 1993<br />(Políptico, técnica mixta)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Una antología de la serie <i>Fragmentum</i> fue de los 326 trabajos que participaron, en 1993, en la VI Bienal de Fotografía convocada por el INBA y el CONACULTA, certamen en el que Ambra Polidori ganó una de las siete menciones honoríficas (las otras las obtuvieron Laura Anderson, Marco Antonio Cruz, Raúl Ortega, José Raúl Pérez, Gustavo Prado y Vida Yovanovich).</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Algunas fotos de <i>Fragmentum</i> aparecieron en el suplemento <b>sábado</b> 888 (octubre 8 de 1994), número en el que también figuró una entrevista que Gonzalo Vélez le hizo a Ambra Polidori, precisamente sobre tal serie y su exposición en la Galería Nina Menocal, más el artículo que sobre la misma muestra escribió el mismo crítico y narrador. </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><i>Fragmentum</i>, además, es el nombre de un libro de artista, editado en 1994, “con un ensayo en español e inglés de Giuliana Scimé y una fotografía en blanco y negro coloreada a mano, impresa, numerada y firmada por A. Polidori en estuche hecho a mano. Edición limitada de 40 ejemplares sobre papel Hahnemühle impresa por Sintesi en Maingraf, Milán, Italia”. Es decir, es un libro-objeto, inaccesible para los simples mortales de a pie y con agujeros en los bolsillos. </span></div><div><span style="font-family: georgia, times new roman, serif;"><br /></span>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMghFHP7ANyG-czCRt2F6RbdSHD7GoaUj5j3jjSu1RMzweRqY1ZKXwQM7cpK_-s_uuMrEK1him-_wlqbja6jRtJLozHUzlSqk0Ea3GmFhEx9rbppT6N8UJuhzVfBGot_bpm9EWYEcVxPk/s1600/Ambra+Polidori+(1).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMghFHP7ANyG-czCRt2F6RbdSHD7GoaUj5j3jjSu1RMzweRqY1ZKXwQM7cpK_-s_uuMrEK1him-_wlqbja6jRtJLozHUzlSqk0Ea3GmFhEx9rbppT6N8UJuhzVfBGot_bpm9EWYEcVxPk/s400/Ambra+Polidori+(1).jpg" width="302" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000; font-family: georgia;">Ambra Polidori</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Algo más o menos semejante ocurrió con <i>Así en la Tierra como en el Cielo</i>, serie exhibida en el Museo Universitario del Chopo, en la Ciudad de México, durante diciembre de 1994 y enero de 1995. Cada una de las XIII piezas homónimas que la integran es una obra única (varias son dípticos y polípticos), sólo adquiribles por coleccionistas, marchantes, galerías y museos. En este sentido, tal si se tratara de una serie de postales parecidas a las que publicaba el Consejo Mexicano de Fotografía o Casa de las Imágenes, el simple mortal, si quiere y aunque no haya peregrinado hasta el Museo Universitario del Chopo, puede consolarse con la contemplación del homónimo libro-catálogo (mil ejemplares), el cual incluye la reproducción, a escala y a color, de las XIII piezas, más una imagen, también homónima, incluida a manera de viñeta inicial. La misma Ambra Polidori realizó el diseño gráfico; y ella y Lourdes Almeida hicieron la fotografía de las obras.</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> La elaboración de las piezas que se reproducen a color en el libro-catálogo <b>Así en la Tierra como en el Cielo</b> (23 x 25.9 cm) se ubica entre 1980 y 1994. Es decir, algunas señalan un solo año: la I es de 1993, por ejemplo; pero otras enuncian dos; la IV lo indica así: 1984-1990. </span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhl8A7dlvnR-VSU4afmIR_awHK4jl6iSl1MDoyucpDQkZ3omKj_D46bWXsd6dHZfRMafPb8BO4jo2C4C1p3gO4HKwS5GwHvnEOSUOlLF_NYWXntD0qS4umA5Wre8hDcKZ9bmBUBAQzwDy8/s1600/Asi%CC%81+en+la+Tiera+como+en+el+Cielo+(I).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="598" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhl8A7dlvnR-VSU4afmIR_awHK4jl6iSl1MDoyucpDQkZ3omKj_D46bWXsd6dHZfRMafPb8BO4jo2C4C1p3gO4HKwS5GwHvnEOSUOlLF_NYWXntD0qS4umA5Wre8hDcKZ9bmBUBAQzwDy8/s640/Asi%CC%81+en+la+Tiera+como+en+el+Cielo+(I).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">Así en la Tierra como en el Cielo</i>, 1993.<br />Ensamblaje. Fotografías en blanco y negro y color con intervención manual,<br />objetos varios, madera y vidrio.<br />Díptico (112 x 144.2 cm)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Su particularidad de únicas estriba en que las piezas originales son obras construidas, con técnica mixta y gran formato. En este sentido, se aprecia la estampa de una fotolitografía en cuya factura la artista usó hierro, madera y vidrio. Así, en las imágenes de los fotomontajes y ensamblajes (dípticos, trípticos, polípticos) suele observarse una o más fotografías en blanco y negro, la mayor de las veces intervenidas con color manual; pero además su composición original abarca otros objetos y materiales, como tela, hierro, <i>collage</i>, madera, vidrio, terciopelo, plomo, óleo y hoja de oro, y otros componentes. </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Es decir, el volumen, las dimensiones, las mixturas, las texturas y los minúsculos matices y detalles, no pueden apreciarse ni disfrutarse debidamente en las planas y diminutas reproducciones del presente libro-catálogo, en cuya portada, con fondo negro y sobre las letras amarillas del nombre de la artista, se aprecian dos pies desnudos (de hombre o de escultura, uno sobre otro y con tonos y pátina en sepia), que parafrasean el arquetipo de los pies desnudos de Jesús en la cruz.</span></div><div><span style="font-family: georgia, times new roman, serif;"><br /></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1VM_xWkFaOvcmrSdKhv37vyGVuLPK5fuoexb8GIP3UmeFPctTcUYIXA9ubIIeJjyA428BTjaEuj48kGoYZFnJ6J9tjFoD3HqTR7nZuW3Ag0AJrO3WFfb1ABIPVXwEX-DJdc8hRr_HHq4/s1600/Asi%25CC%2581+en+la+Tiera+como+en+el+Cielo+%25280%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="326" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1VM_xWkFaOvcmrSdKhv37vyGVuLPK5fuoexb8GIP3UmeFPctTcUYIXA9ubIIeJjyA428BTjaEuj48kGoYZFnJ6J9tjFoD3HqTR7nZuW3Ag0AJrO3WFfb1ABIPVXwEX-DJdc8hRr_HHq4/s400/Asi%25CC%2581+en+la+Tiera+como+en+el+Cielo+%25280%2529.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">Así en la Tierra como en el Cielo</i> (1994)<br />Portada del libro-catálogo editado por el Museo Universitario del Chopo<br />Ciudad de México</span></td></tr>
</tbody></table>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Tal vez algún lector del extinto y revulsivo <b>sábado</b> (que dirigía y editaba Huberto Batis en el periódico <b>unomásuno</b>) recuerde que el número 848 (enero 1 de 1994) fue ilustrado con imágenes de Ambra Polidori, cuyos pies de foto rezan: <i>Performance Nuditas Virtualis</i>. La fotografía que aparece en la página uno fue integrada a la pieza III de <i>Así en la Tierra como en el Cielo</i>: un hombre y una mujer desnudos, él negro, ella blanca, en inequívoca postura y reminiscencia edénica. Es decir, en su marmórea perfección naturalista y clásica, de tentadores cuerpos de pecado y alegoría de todas las razas y mestizajes habidos y por haber, configuran, otra vez, a Adán y a Eva al pie del ancestral y mítico Árbol del Conocimiento (que está y no está, pues los rodea un fondo negro enmarcado en madera). Son el arquetipo de la inescrutable y eterna dualidad biológica de la estirpe humana ante el erótico goce del fruto prohibido, ineludible, por los siglos de los siglos, para que así se cumpla la regeneración de los ciclos de su fatalidad y gracia terrenal. Lo cual evoca, por libre asociación, un proverbio o adagio de Juan José Arreola (1918-2001) que se lee en <b>Bestiario</b> (UNAM, 1959): “Cada vez que el hombre y la mujer tratan de reconstruir el Arquetipo, componen un ser monstruoso: la pareja.”</span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiih6XFNcNC3VqzwZWpyl8o-smlsgWnloi-UNQBS9Hq8VOvtve6eEpIyt-bDRwoKkcIMjeSkHuUOKQjifskgg-J9qsNJX6-5-p42kDi36uexqTEi7g_VjQjQeLSZpzDYhzKFrqZxHc_WyU/s1600/Asi%25CC%2581+en+la+Tiera+como+en+el+Cielo+%2528III%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="490" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiih6XFNcNC3VqzwZWpyl8o-smlsgWnloi-UNQBS9Hq8VOvtve6eEpIyt-bDRwoKkcIMjeSkHuUOKQjifskgg-J9qsNJX6-5-p42kDi36uexqTEi7g_VjQjQeLSZpzDYhzKFrqZxHc_WyU/s640/Asi%25CC%2581+en+la+Tiera+como+en+el+Cielo+%2528III%2529.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">Así en la Tierra como en el Cielo</i>, 1993-1994.<br />Fotografía. Hierro, madera y Vidrio.<br />(89 x 121.5 cm)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Esto no es fortuito. <i>Así en la Tierra como en el Cielo</i> es una desacralización más (lúdica, reflexiva, poética) de ciertos consabidos iconos religiosos de la cristiandad, específicamente de los que adora, publicita y comercializa el dogma católico (con sus tradiciones, ritos, cantos y rezos). En este sentido, la serie resulta un minúsculo y contrapunto en sordina, casi monocorde y atonal, ante el gigantesco devenir que traza la perpetua fragmentación y yuxtaposición del catolicismo y su constante e ineludible disolución histórica y cósmica.</span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmys12q5RQNgXHmBQUYLyxa-n7GLPr8bFZJ1Fj0hYRkruyqlGw3QNT1x_nhNsR6BloA9njGjFkFABjcGe2haEjsFGZ_MqWZi1UyE4sJC0AGpEo-3EkJnf0hK0IzaEBYM1PmJjeFWByDKU/s1600/Asi%CC%81+en+la+Tiera+como+en+el+Cielo+(IX).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmys12q5RQNgXHmBQUYLyxa-n7GLPr8bFZJ1Fj0hYRkruyqlGw3QNT1x_nhNsR6BloA9njGjFkFABjcGe2haEjsFGZ_MqWZi1UyE4sJC0AGpEo-3EkJnf0hK0IzaEBYM1PmJjeFWByDKU/s640/Asi%CC%81+en+la+Tiera+como+en+el+Cielo+(IX).jpg" width="328" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">Así en la Tierra como en el Cielo</i>, 1993-1994.<br />Ensamblaje. Fotografías en blanco y negro con intervención<br />de color manual, terciopelo, hierro, madera y vidrio.<br />(133 x 66 cm)</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHjdLTMJJrw7f5IxsbXsHBdU8ZNpASzrG57V0epnbsmVBuYC-PvGAEsm-QUVkOl2oI9OAlt5wAMJg-JVn8hdBimI-hZUlcXFW0TO0RMjCn_VlMi9IdRJfpPl1a_QRpfOILbcgZSqCNMTI/s1600/Asi%CC%81+en+la+Tiera+como+en+el+Cielo+(X).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="368" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHjdLTMJJrw7f5IxsbXsHBdU8ZNpASzrG57V0epnbsmVBuYC-PvGAEsm-QUVkOl2oI9OAlt5wAMJg-JVn8hdBimI-hZUlcXFW0TO0RMjCn_VlMi9IdRJfpPl1a_QRpfOILbcgZSqCNMTI/s640/Asi%CC%81+en+la+Tiera+como+en+el+Cielo+(X).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">Así en la Tierra como en el Cielo</i>, 1987-1993.<br />Fotomontaje. Fotografías en blanco y negro, hierro, madera y vidrio.<br />(74 x 141 cm)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Ciertas obras de arte (no sólo religiosas), implican o provocan un acto contemplativo, de recogimiento, de comunión con uno mismo y con el convulso e insondable todo. Esto puede ser, simple y llanamente, un acto de fe o un estadio catártico, de sinestesia, que puede negar o bloquear o impedir la divagación de la conciencia por los linderos del raciocinio. El que contempla, remite lo que ve al inconsciente, quizá divague con cierta libre asociación (cognitiva o no); o tal vez, con celeridad, no se pregunte ni trate de indagar qué es lo que lo seduce o hechiza ante determinada obra, cuyo simbolismo y cualidades intrínsecas puede no comprender ni dilucidar del todo. Esto suele ocurrir frente a la pintura abstracta e incluso ante el críptico barroco religioso. Y puede suceder ante las piezas de <i>Así en la Tierra como en el Cielo</i>, y no sólo porque algunos de sus detalles son abstractos y surrealistas, sino también porque sus cifras y símbolos implican diversas analogías y todo un abanico de significados, lo cual, en mayor medida, codifica y descodifica el inconsciente, la imaginación y el pensamiento de cada quien.</span></div><div><span style="font-family: georgia, times new roman, serif;"><br /></span>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuxq6I4u_YR11jQGyf4TpLt3pe4XsFizmLiXbdewNKh4tyAkGPybIeWSPIN5P6ICOangbeHDUpSJv-W1ZtLrTzMsYfneKJehGeJqju8i2Na5jQFyY4jGsMrNKNR2DbmmoDIGA9bTobscI/s1600/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(IV).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="601" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuxq6I4u_YR11jQGyf4TpLt3pe4XsFizmLiXbdewNKh4tyAkGPybIeWSPIN5P6ICOangbeHDUpSJv-W1ZtLrTzMsYfneKJehGeJqju8i2Na5jQFyY4jGsMrNKNR2DbmmoDIGA9bTobscI/s640/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(IV).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">Así en la Tierra como en el Cielo</i>, 1984-1990.<br />Fotomontaje. Fotografías en blanco y negro con intervención<br />de color manual, plumas, hierro, madera y vidrio.<br />(118 x 128.5 cm)</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEib4-QjIhwvPQ9N14lp0gqH0et_eH0Zs2ePsDJVZWusNWvYH9n461QbuHtgUpUSlWF5FRj9fteApgWwo_JhErxomJs6YFLmBxH6Bq1kf7Lkgv3Kx0F1o2yPJPE5RmcPQQDYVHYPXExsZlU/s1600/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(V).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="608" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEib4-QjIhwvPQ9N14lp0gqH0et_eH0Zs2ePsDJVZWusNWvYH9n461QbuHtgUpUSlWF5FRj9fteApgWwo_JhErxomJs6YFLmBxH6Bq1kf7Lkgv3Kx0F1o2yPJPE5RmcPQQDYVHYPXExsZlU/s640/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(V).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">Así en la Tierra como en el Cielo</i>, 1984-1990.<br />Fotomontaje. Fotografías en blanco y negro con intervención<br />de color manual, hierro, madera y vidrio.<br />(124 x 130.6 cm)</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEge9913A_AaEgq5AmvyeQnSPNl7GyzzUDxvHya-rcHTa2n2pApqmAAMLKpcag9WgSCuNPIrTerVYFqKiCxlktTJ7iIbkYl9CX1wqIqbpsZsY5WWKGOcCF8fmnZbSJuu_WwUOYNVZqdO2jE/s1600/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(VI).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="552" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEge9913A_AaEgq5AmvyeQnSPNl7GyzzUDxvHya-rcHTa2n2pApqmAAMLKpcag9WgSCuNPIrTerVYFqKiCxlktTJ7iIbkYl9CX1wqIqbpsZsY5WWKGOcCF8fmnZbSJuu_WwUOYNVZqdO2jE/s640/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(VI).jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">Así en la Tierra como en el Cielo</i>, 1991-1992.<br />Fotografías en blanco y negro con intervención de color<br />manual, tela, hierro, madera y vidrio.<br />Díptico (111.5 x 131.8 cm)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> La dualidad erótica es una constante en estas obras de Ambra Polidori: niño/niña, hombre/mujer, vida/muerte/ sueño/vigilia, cuya apoteosis la constituye una paráfrasis de la cruz y el crucificado. La pieza XI es, precisamente, una cruz trazada por un políptico espaciado, es decir, por seis fotografías que la conforman, cada una de las cuales argumenta el yuxtapuesto y deconstruido fragmento de un cuerpo en la cruz; por ejemplo, en la foto de los pies la postura es semejante al modo como por antonomasia se representan los pies clavados de Jesús. Pero los detalles que aluden la dualidad implican un cuerpo andrógino (o llanamente: la fragmentación de ambos géneros que comulgan en un solo cuerpo: el de la representación de Cristo): en la foto superior se ve el rostro de un hombre con barba y los ojos cerrados, cuya cabeza caída parafrasea a la de Jesús ya muerto o martirizado en la cruz; y debajo de ésta se observa la imagen de unos pechos femeninos y bajo ésta la foto del sexo cubierto de un hombre velludo.</span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxB1zGim6MLNpsfwq6zPD9y6L1lLvOVkYCZrb4HoygOq8kR9RCfCOgPUxzfO08o1iNcWB2v46-Am8pTPRB-dTBwYXyZu5XftfU-fKaTgbNOcpYIYhGW5FECgreypubGjMKhGrOW1pSYjA/s1600/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(XI).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxB1zGim6MLNpsfwq6zPD9y6L1lLvOVkYCZrb4HoygOq8kR9RCfCOgPUxzfO08o1iNcWB2v46-Am8pTPRB-dTBwYXyZu5XftfU-fKaTgbNOcpYIYhGW5FECgreypubGjMKhGrOW1pSYjA/s640/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(XI).jpg" width="610" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;"><i style="font-weight: bold;">A<span style="font-family: georgia;">sí en la Tierra como en el Cielo</span></i><span style="font-family: georgia;">, 1994.<br />Fotografías en blanco y negro, hierro, madera y vidrio.<br />Políptico (220 x 220 cm)</span></span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Una pintura, un filme, una escultura, una foto o un poema visual, puede ser, <i>a</i> <i>priori</i>, un sueño pintado, filmado, esculpido, fotografiado o escrito, ya sea que el artista parta o no de la evocación de un sueño, o porque realice la representación imaginaria o simbólica de uno e incluso del flujo onírico. Sin duda, <i>ab origine</i> y con la voz de Góngora: “El sueño, (autor de representaciones),/ En su teatro, sobre el viento armado,/ Sombras suele vestir de bulto bello.” </span></div><div><span style="font-family: georgia, times new roman, serif;"> <br /></span>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6yCz80EwrtlpVTXvCvZhihnjFmCs0qTCS1hbl2pXoTHuxMiO8A7Y9WaOwhK947D0OziCEiyqaBzGiWbxpSuxHQscpwruWCj9Awb_7bQNA0z-EKadrISZvSnD2GnfvasO4UXZO6eKJF7g/s1600/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(VII).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6yCz80EwrtlpVTXvCvZhihnjFmCs0qTCS1hbl2pXoTHuxMiO8A7Y9WaOwhK947D0OziCEiyqaBzGiWbxpSuxHQscpwruWCj9Awb_7bQNA0z-EKadrISZvSnD2GnfvasO4UXZO6eKJF7g/s640/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(VII).jpg" width="588" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">Así en la Tierra como en el Cielo</i>, 1984-1993.<br />Fotomontaje. Fotografías en blanco y negro con intervención<br />de color manual, tela, hierro, madera y vidrio.<br />(106.5 x 100.3)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> En este sentido, en <i>Así en la Tierra como en el Cielo</i>, al unísono de la dualidad cósmica y del consubstancial erotismo, el sueño y la pesadilla son elementos esenciales de la construcción figurativa. Tanto las imágenes con los modelos con los ojos cerrados, cubiertos o en posturas durmientes o mortuorias, e incluso los que los tienen abiertos, evocan o remiten a diferentes tipos de sueño, cuya lectura implica detenerse a escudriñar e hilar minucia tras minucia onírica. </span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjihoj_KN9-t7MvY6-F4K-PoRhC4XeWYai9esd1YmpCxn9Ni4AZksIWAx2VB373XBc0fStiBX1IRmr7HmsaNaLTz2Wj1SRQ5QZICzq3pNPxf4aZd3IZGDhFLmLo7F2Gv1TIpG8ODt4KjpQ/s1600/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(XII).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjihoj_KN9-t7MvY6-F4K-PoRhC4XeWYai9esd1YmpCxn9Ni4AZksIWAx2VB373XBc0fStiBX1IRmr7HmsaNaLTz2Wj1SRQ5QZICzq3pNPxf4aZd3IZGDhFLmLo7F2Gv1TIpG8ODt4KjpQ/s640/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(XII).jpg" width="438" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">Así en la Tierra como en el Cielo</i>, 1994.<br />Ensamblaje. Fotografía en blanco y negro<br />plomo, hierro, madera y vidrio.<br />(129 x 87 cm)</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2013KVLvA1ZIxJDpBuh7kl5WYpDSwsQBQvgrXio0e1GUzHb4OKtOhlq8gfpdz0YQlcfpju_yK2SZrDdkNimOf_SzWi6j9BAqftRcrp1_y8c5v8DsqbhyphenhyphenNsUayIG31fPrcfJQObhB6c2E/s1600/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(XIII).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2013KVLvA1ZIxJDpBuh7kl5WYpDSwsQBQvgrXio0e1GUzHb4OKtOhlq8gfpdz0YQlcfpju_yK2SZrDdkNimOf_SzWi6j9BAqftRcrp1_y8c5v8DsqbhyphenhyphenNsUayIG31fPrcfJQObhB6c2E/s640/Asi%CC%81+en+la+Tierra+como+en+el+Cielo+(XIII).jpg" width="606" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000; font-family: georgia;"><i style="font-weight: bold;">Así en la Tierra como en el Cielo</i>, 1990-1993.<br />Ensamblaje. Fotografías en blanco y negro con color<br />manual, tela, hierro, madera y vidrio.<br />Díptico (138 x 131 cm)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Quizá no es aventurado decir que cada imagen que se observa en el presente libro-catálogo es un sueño construido.</span><br />
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">Ambra Polidori, <b>Así en la Tierra como en el Cielo</b>. Iconografía a color. Ensayos de Néstor A. Braunstein y Osvaldo Sánchez. Aforismos de Eligio Calderón. Edición bilingüe. Traducción del español al inglés de Sara Silver. Museo Universitario del Chopo. México, 1994. 48 pp.</span><br />
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: right;">
<br /></div>
<div style="min-height: 14px;">
<br /></div>
</div></div>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-20683347411776233212023-11-03T22:28:00.000-07:002023-11-03T22:28:57.314-07:00Creencias de nuestros antepasados<p> </p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><i><span style="color: #45818e; font-size: large;">El corazón casi zen de las
cosas</span></i><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">En el quinto número de la revista fotográfica <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Luna Córnea</b> (CONACULTA, 1994) </span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">dedicado a la fotografía de las cosas</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">, aún se pueden apreciar las ocho fotos en blanco y
negro tomadas por la indígena chiapaneca Maruch Sántiz Gómez (sólo dos de ellas
figuran con sus correspondientes textos en tzotzil y en español: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">No comer tronco de repollo</i> y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">No pegar con rastrojo y carrizo</i>) que
ilustraron el artículo “Caligrafía de las cosas”, del poeta y periodista
Hermann Bellinghausen, precedidas por el retrato que Carlota Duarte le tomó a
Maruch, en 1994, en la puerta de su casa de madera situada en un rincón del
campo chamula; más una nota sobre ella en la que se lee: “Maruch (María) Sántiz
Gómez nació en Cruztón, Chiapas. Con sus escasos 19 años, Maruch es actriz y
escritora en lengua tzotzil. Las imágenes que presentamos a continuación forman
parte de su proyecto de investigación de 47 <i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">creencias</span></i> ancestrales. El objetivo último, asegura Maruch, es
lograr que estos conocimientos no se extingan.” </span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm9BZra7zRQ_sVGPqBMowkZu4ifSY8kNUGmQ-TVEmk-ksAnl9dpmtrUtBI7q2Tf9ZmIQReEkzEUc7zxPUAyj49-cmqAzAGScABii77Za6dgpnRaMzjnGJJ9NeH47NCaFQHqoqldxaw9Wn9/s1803/Luna+C%25C3%25B3rnea+5+%25281994%2529%252C+p.+6.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1803" data-original-width="1224" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm9BZra7zRQ_sVGPqBMowkZu4ifSY8kNUGmQ-TVEmk-ksAnl9dpmtrUtBI7q2Tf9ZmIQReEkzEUc7zxPUAyj49-cmqAzAGScABii77Za6dgpnRaMzjnGJJ9NeH47NCaFQHqoqldxaw9Wn9/w434-h640/Luna+C%25C3%25B3rnea+5+%25281994%2529%252C+p.+6.jpg" width="434" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">Maruch Sántiz Gómez en 1994<br /><br />Foto: Carlota Duarte</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><br /> En este sentido, para
ejemplificar por dónde va la danza del bolonchón y la cadencia coral de los
versículos, se pueden transcribir el par de citados textos en español; o sea:
los textos de las dos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">creencias</i> que
se leen allí. La que se rotula <i style="mso-bidi-font-style: normal;">No comer
tronco de repollo</i> </span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">cuya
correspondiente foto es un canasto, con repollos en el interior, que descansa
en el suelo de tierra</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">, le
aconseja al atragantado: “Es malo comer tronco de repollo; dicen que no va uno
a poder tumbar luego el árbol que va costar mucho y que cada rato se brinca los
pedazos en los ojos [<i style="mso-bidi-font-style: normal;">sic</i>].”</span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVsJNn58z0mJSCLgRnUPou0MI0YEuYuzwfA9yEVKQLA6zj-RRTv7cuUscBaavWHOiHSMTDvfz3juDFStn_LLJQFKDkN5EtdFbCir0hI3d2hRjr6w8keIHpWmhQEn4NJ9a2F1xmbeTvvYIa/s1202/Luna+C%25C3%25B3rnea+5+%25281994%2529%252C+p.+8.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1202" data-original-width="777" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVsJNn58z0mJSCLgRnUPou0MI0YEuYuzwfA9yEVKQLA6zj-RRTv7cuUscBaavWHOiHSMTDvfz3juDFStn_LLJQFKDkN5EtdFbCir0hI3d2hRjr6w8keIHpWmhQEn4NJ9a2F1xmbeTvvYIa/w259-h400/Luna+C%25C3%25B3rnea+5+%25281994%2529%252C+p.+8.jpg" width="259" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;"><i>No comer tronco de repollo<br /><br /></i>Foto: Maruch Sántiz Gómez<br /></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><br /> Y la
conseja que se titula: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">No pegar con
rastrojo y carrizo</i> </span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">cuya
correspondiente foto son siete varas de carrizo depositadas en el suelo de
tierra</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">, advierte al que mide con esa vara: “Es malo pegar
a una persona con rastrojo y carrizo, esa persona se enflaquece, ya que el
rastrojo y carrizo no tiene humedad y lo mismo queda nuestro cuerpo, pero no a
la gente le provoca mal [<i style="mso-bidi-font-style: normal;">sic</i>] si no
también los borregos [<i style="mso-bidi-font-style: normal;">sic</i>].”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHoOPa7HTTZBYnMFr-LV-UPjOUk_SdsQolGfe1vOK3YEAyD4BaQ58Y_E7FSYmwUf-Ecm9kdXey3U1LywKF3VmlPRe2CVjDWKdHQN-RfGhxUdBzaga17yTmlSPlBcyNuIrL_gDH-pQp6fTW/s1198/Luna+C%25C3%25B3rnea+5+%25281994%2529%252C+p.+9.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1198" data-original-width="789" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHoOPa7HTTZBYnMFr-LV-UPjOUk_SdsQolGfe1vOK3YEAyD4BaQ58Y_E7FSYmwUf-Ecm9kdXey3U1LywKF3VmlPRe2CVjDWKdHQN-RfGhxUdBzaga17yTmlSPlBcyNuIrL_gDH-pQp6fTW/w264-h400/Luna+C%25C3%25B3rnea+5+%25281994%2529%252C+p.+9.jpg" width="264" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e; font-family: georgia;"><i>No pegar con rastrojo y carrizo<br /></i><br />Foto: Maruch Sántiz Gómez </span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> <br /> </span> Dos
años después, en el número 9 de la revista <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Luna
Córnea</b> (CONACULTA, 1996) </span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">dedicado
a los retratos de niños</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">, se
incluyó un artículo de Hermann Bellinghausen sobre los chiquillos zapatistas:
“Su fragilidad actual”, ilustrado con excelentes imágenes (inextricables al
drama social e individual que documentan) tomadas por conocidos
fotorreporteros: Raúl Ortega, Darío López-Mills, Francisco Mata, Ángeles
Torrejón y Marco Antonio Cruz. </span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"> </span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCvpXVYvBCYATYAZQdZC9Jp4n_cNZ-lsgHCgP66iixk6Fd15YvEecFJON3bZ_unRMzQ0HSTmOxSzjMTGjul9Il8xW_yLAsSxoyT9wpIH4Pw7WfPNhjiYykviZuzn7co5urZG-rKlm6wb_s/s604/Luna+C%25C3%25B3rnea+9+%25281996%2529%252C+p.+24%252C+2.jpg" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="604" data-original-width="387" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCvpXVYvBCYATYAZQdZC9Jp4n_cNZ-lsgHCgP66iixk6Fd15YvEecFJON3bZ_unRMzQ0HSTmOxSzjMTGjul9Il8xW_yLAsSxoyT9wpIH4Pw7WfPNhjiYykviZuzn7co5urZG-rKlm6wb_s/w256-h400/Luna+C%25C3%25B3rnea+9+%25281996%2529%252C+p.+24%252C+2.jpg" width="256" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">Niños zapatistas (1995)<br /><br /><span style="font-size: x-small;">Foto: Raúl Ortega</span></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><br /> Cuyo conjunto parece concluir con un texto del
indígena Genaro Sántiz Gómez y una foto tomada por su hermana Maruch, confusión
inducida por el hecho de que tales páginas no figuran en el registro del
índice. “Nuestro señor y los demonios”, el texto del entonces joven Genaro
Sántiz Gómez (en español, tzotzil e inglés) </span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">nacido en 1979, en Cruztón, Chiapas</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">, es una fábula naíf y fantástica en la que narra,
con brevedad y cierta impronta mítica y cosmológica, el trasfondo de los eclipses
solares y lunares: <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">“Cuentan que cuando nuestros antepasados no
veneraban al Sol ni a la Luna, los demonios se multiplicaron demasiado y fueron
a rodear al Sol, y ya no dejaban pasar sus rayos a la Tierra para que nos
alumbre.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">“Entonces, nuestros antepasados empezaron a gritarle
al Sol para que alumbre, porque salieron muchos animales a tratar de comerse a
la gente aprovechando la obscuridad, pero que al escuchar el grito de la gente
los demonios se asustaron y se alejaron como los monos, y que desde ese
entonces empezaron a adorar al Sol. Y como una seña de lo que pasó vemos
todavía los eclipses del Sol y de la Luna.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGG28AoIARNNkSWMMT5ZIT0Z0NVdUx6gAO5_8aFtwSJcr914R8pQrFleFrEdzODk01Mdom2s-vJ14kqGYNHdYHia9prGuRMDeTHN1vZg5jHHs__glYY1drA5IzP-CI8ePdlr9ufHVxOWgf/s595/Luna+C%25C3%25B3rnea+9+%25281996%2529%252C+p.+24%252C+1.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="595" data-original-width="371" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGG28AoIARNNkSWMMT5ZIT0Z0NVdUx6gAO5_8aFtwSJcr914R8pQrFleFrEdzODk01Mdom2s-vJ14kqGYNHdYHia9prGuRMDeTHN1vZg5jHHs__glYY1drA5IzP-CI8ePdlr9ufHVxOWgf/w250-h400/Luna+C%25C3%25B3rnea+9+%25281996%2529%252C+p.+24%252C+1.jpg" width="250" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">Niño zapatista (1995)<br /><br /><span style="font-size: x-small;">Foto: Raúl Ortega</span></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /> </span>Y la imagen
que lo acompaña, concebida por Maruch Sántiz Gómez y que se halla en la página
de al lado, es una prueba más de su talento fotográfico. Ante la dificultad de
comprimir en palabras el magnetismo o el encanto del inefable retrato del
pequeño indígena que se ve allí, baste citar el telegráfico pie de foto de la
autora: “Mi hermanito Domingo tiene una canasta en la mano. Chiapas, 1994-95.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgl1Ahle-lHQCdUpWkI7Wc5U30GfP82PCck70po5SCxYNKvo58A_br6nMBdpBX2KdOqzu-UuJwE1POcFpcyDbFhmd6ttLEz65pn5Jx-Jwb0T5PZ-ZGw9SDDwZxb5d3uBeIYTiRakBc8q4ql/s1243/Luna+C%25C3%25B3rneaa+9+%25281996%2529%252C+p.+31.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="876" data-original-width="1243" height="283" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgl1Ahle-lHQCdUpWkI7Wc5U30GfP82PCck70po5SCxYNKvo58A_br6nMBdpBX2KdOqzu-UuJwE1POcFpcyDbFhmd6ttLEz65pn5Jx-Jwb0T5PZ-ZGw9SDDwZxb5d3uBeIYTiRakBc8q4ql/w400-h283/Luna+C%25C3%25B3rneaa+9+%25281996%2529%252C+p.+31.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;"><i>Mi hermano Domingo tiene una canasta en la mano</i><br />(Chiapas, 1994-95)<br /><br />Foto: Maruch Sántiz Gónez</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span>El
proyecto de Maruch Sántiz Gómez esbozado en el quinto número de la revista <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Luna Córnea</b> fue objeto, cuatro años después,
de un reconocimiento más. (Proyecto que no deja de romper la regla, si se
piensa que lo “normal” es que el indígena sea el fotografiado y no el fotógrafo.)
Con el patrocinio de la Fundación Ford, y coeditado por el Centro de la Imagen,
el CIESAS y Casa de las Imágenes, apareció, “el 5 de febrero de 1998”, el
título <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Creencias</b> (así se denomina en
la portada, en el lomo y en el colofón, pero en el interior se amplía a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Creencias de nuestros antepasados</b>),
donde Maruch Sántiz Gómez exhibe 43 fotografías en blanco y negro, cuyos
encuadres o construcción escénica comprende objetos de la vida cotidiana,
personas indígenas, paisaje y fauna. Cada foto, con título, está precedida por
un texto breve en tres idiomas: tzotzil, español e inglés. Esto es así porque
sus imágenes ilustran los textos que ella transcribió (o articuló) de la
tradición oral comunitaria.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheThyphenhyphenK30tgoBdwsgY4Bjq9pPDplDppEbaNv2CPcHyO-ooaEDWM61EmjMC0PIQRxM2v82NzCokjo0gTjM3y2gY4PzkGJkxikBzUJCOf20aZMaL8OMCXWEMcjwfxvdMgjY8faf8mjuSizqnz/s1908/Creencias+%25281998%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1699" data-original-width="1908" height="572" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheThyphenhyphenK30tgoBdwsgY4Bjq9pPDplDppEbaNv2CPcHyO-ooaEDWM61EmjMC0PIQRxM2v82NzCokjo0gTjM3y2gY4PzkGJkxikBzUJCOf20aZMaL8OMCXWEMcjwfxvdMgjY8faf8mjuSizqnz/w640-h572/Creencias+%25281998%2529.jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #45818e;">Fundación Ford/Centro de la Imagen/CIESAS/Casa de las Imágenes<br /> (México, febrero 5 de 1998)</span></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /></span> La
edición de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Creencias</b>, de dos mil
ejemplares, fue diseñada y cuidada por Pablo Ortiz Monasterio, fotógrafo y
editor que fundó y dirigió la revista <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Luna
Córnea</b> (hasta el número 15, correspondiente a mayo-agosto de 1998). En la solapa
de la contraportada se observa un detalle del espléndido retrato que a Maruch
le tomó Carlota Duarte (es el mismo retrato que se aprecia, con un encuadre más
amplio, en el quinto número de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Luna Córnea</b>),
junto a una nota (en español e inglés) que da visos sobre el origen y las
actividades de la escritora y fotógrafa indígena: “Maruch Sántiz Gómez nació en
1975 en Cruztón, un paraje del municipio chamula. Comenzó su trabajo
fotográfico en 1993, a los 17 años, como participante en el Proyecto
Fotográfico de Chiapas y como miembro de <i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Sna Jtz’ibajom</span></i>/La Casa del Escritor, una asociación indígena
de escritores en San Cristóbal de las Casas. Unos meses después empezó la serie
de las <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Creencias</i>, en la que continúa
trabajando. Actualmente forma parte del equipo del Archivo Fotográfico
Indígena. Está casada y vive con su esposo y su hijo en Romerillo, un paraje
chamula cerca de Cruztón.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-iKZLomrylod8yngSBHttajjDWDzPn_dIziLWGfrGBIamptI6lE2kRvJo2MkqFz2xVtik4rJYIEAyNtAOjvAG6OoC0TYHSPMgo8ie-DQKDzC9iJeS079EMCir39sKZY5reTI863Z0oWg5/s1129/Luna+C%25C3%25B3rnea+9+%25281996%2529%252C+p.+24%252C+3.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="730" data-original-width="1129" height="414" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-iKZLomrylod8yngSBHttajjDWDzPn_dIziLWGfrGBIamptI6lE2kRvJo2MkqFz2xVtik4rJYIEAyNtAOjvAG6OoC0TYHSPMgo8ie-DQKDzC9iJeS079EMCir39sKZY5reTI863Z0oWg5/w640-h414/Luna+C%25C3%25B3rnea+9+%25281996%2529%252C+p.+24%252C+3.jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;">Niños zapatistas (1994)<br /><br /><span style="font-size: x-small;">Foto: Darío López-Milles</span></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> </span><span style="font-family: georgia;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Creencias de nuestros antepasados</b>
incluye dos prólogos (en español e inglés). El primero es de Carlota Duarte,
directora del Archivo Fotográfico Indígena del CIESAS (Centro de Investigaciones
y Estudios Superiores en Antropología Social) y creadora, en 1992, del Proyecto
Fotográfico de Chiapas, en cuya férula y cobijo Maruch Sántiz Gómez aprendió el
uso de la cámara y los procedimientos técnicos del cuarto oscuro, y que empieza
diciendo:<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “En enero de 1993, Maruch me pidió una cámara para
usar durante el fin de semana. Pocos días después, cuando ya había procesado la
película y me mostró las hojas de contacto, me conmovieron profundamente su
visión y sus ideas. También me alegré de haber permanecido fiel a mi intención
original de no intervenir o influir en las imágenes de aquéllos a quienes yo
estaba enseñando fotografía.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">“Mi propósito al crear el Proyecto Fotográfico de
Chiapas, en 1992, fue </span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—y continúa siendo— el de facilitar a la gente
indígena el acceso a implementos y materiales fotográficos, ayudándoles a
adquirir habilidades en el uso de la cámara y el cuarto oscuro. Quería
animarlos a que utilizaran la fotografía para sus propios fines, y que se
sintieran libres de escoger sus propios temas y acercamientos.”</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;"> </span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOBi4ZwmyXzfj-W7J0iZ58SrJrphlU2Wg7-fM5rqEj9Xbt1YX2R0t6IK62KLhIMXHur5wDtrkQnNTt16k1VmFkIq_LVMj5uVgbsJzN0XfshNtSaecyUNAgPrVi6F5zYSdLP3zqpXBxrwmy/s1418/Creencias+%25281998%2529%252C+p.+51.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="965" data-original-width="1418" height="435" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOBi4ZwmyXzfj-W7J0iZ58SrJrphlU2Wg7-fM5rqEj9Xbt1YX2R0t6IK62KLhIMXHur5wDtrkQnNTt16k1VmFkIq_LVMj5uVgbsJzN0XfshNtSaecyUNAgPrVi6F5zYSdLP3zqpXBxrwmy/w640-h435/Creencias+%25281998%2529%252C+p.+51.jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #76a5af;"><i>No mencionar el nombre de la hoja de bejao al hacer tamales</i><br /><br />Foto: Maruch Sántiz Gómez</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> El segundo prólogo es de Gabriela Vargas Cetina,
investigadora del CIESAS-Sureste. Y enseguida se reproduce el mismo artículo
(en castellano e inglés) que Hermann Bellinghausen escribió <i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">ex profeso</span></i> para el número 5 de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Luna Córnea</b>; de ahí que su reflexión
gire, centralmente, en torno a la manera en que Maruch fotografió <i style="mso-bidi-font-style: normal;">las cosas</i> vinculadas a las creencias y
consejas que de un modo oral preserva y cultiva su comunidad tzotzil. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-qkV1W6ozX5pa5hmy4gLN49TIiXC7JzrmPEesP2f5csfllwwmtYXmhgRh20AddRBn_D6TLlvPojDM335SqHlC_ZF6etoTQBXp98_kmip8QGlDhRIHrzwOJxzOt_o3m8n7fIl5Ox_QuazJ/s1417/Creencias+%25281998%2529%252C+p.+29.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="968" data-original-width="1417" height="438" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-qkV1W6ozX5pa5hmy4gLN49TIiXC7JzrmPEesP2f5csfllwwmtYXmhgRh20AddRBn_D6TLlvPojDM335SqHlC_ZF6etoTQBXp98_kmip8QGlDhRIHrzwOJxzOt_o3m8n7fIl5Ox_QuazJ/w640-h438/Creencias+%25281998%2529%252C+p.+29.jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;"><i>No tomar agua de donde se lavan las manos al tortear<br /></i><br />Foto: Maruch Sántiz Gómez</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><br /> Para
un agnóstico y racionalista urbano, los textos y las fotos de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Creencias</b> pueden dar idea e indicios de
los atavismos, la miseria y el pensamiento mágico (plagado de supercherías y
supersticiones) de una etnia indígena rezagada y anclada en el pasado, que
además se hallaba en la olla del conflicto beligerante que desencadenó la
aparición del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) en enero de 1994
y que aún ahora, en septiembre de 2021, pese al paso del tiempo, a los ineludibles
cambios, a las peligrosas variantes del </span><span style="line-height: 150%;">virus
SARS-CoV-2,</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"> y a la distensión
parcial que suponen las sucesivas e inconclusas o abortadas políticas
gubernamentales (incluida la demagógica 4T y el predador y antiecológico trenecito Maya), pugna, con su persistencia y con
sus actos, por el reconocimiento de la cultura y de los derechos indígenas en
territorio mexicano.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiq1YHA_p3-jV_sJ9TH-u4MToCW6UTUAce9azz9D-WfSlUYlYxyfffdwpL45dT71GTpdP-K-KfLBayz-tCNpqqQWR_gPECUEPy3hM7YMD5CfBLfuvxM0MiDfe8_Cz8HJsmeMXn6OHZBGVc0/s772/Luna+C%25C3%25B3rnea+9+%25281996%2529%252C+p.+25.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="772" data-original-width="533" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiq1YHA_p3-jV_sJ9TH-u4MToCW6UTUAce9azz9D-WfSlUYlYxyfffdwpL45dT71GTpdP-K-KfLBayz-tCNpqqQWR_gPECUEPy3hM7YMD5CfBLfuvxM0MiDfe8_Cz8HJsmeMXn6OHZBGVc0/w442-h640/Luna+C%25C3%25B3rnea+9+%25281996%2529%252C+p.+25.jpg" width="442" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #76a5af;">Niña de Chiapas (1994)<br /><span style="font-size: x-small;">Foto: Francisco Mata</span></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><br /> Algunas fotos de Maruch pueden mirarse como <i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">poesía visual</span></i>, sobre todo las de
los objetos (de minimalista <i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">representación
casi zen</span></i>); pero otras resultan previsibles <i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">clisés</span></i> que coinciden o responden
al viejo canon de la llevada y traída <i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">estética de la pobreza</span></i>, entre cuyos objetivos y epígonos) destaca
el fotografiar, y muchas veces idealizar, a los indios de México. (Si no se
apunta que las tomó una indígena tzotzil, podría suponerse que las captó una
alumna de la Escuela Nacional de Antropología e Historia o un <i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">globalifóbico</span></i> de la UV o de la
UNAM haciendo <i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">tour</span></i> de
hijito de papi en Chiapas tras su regreso sin gloria de los garitos y congales
de Cancún). Y los textos compilados por Maruch, pese a su índole documental y
etnográfica, pueden leerse como minúsculas formas de la literatura fantástica y
de la poesía, más aún si se considera que la propia Maruch se tomó sus
libertades, según deja ver Carlota Duarte: “Como artista visual, las
fotografías de las <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Creencias</b> me
intrigan porque además de preservar las tradiciones, tienen el poder de
cambiarlas, debido a la manera en que Maruch ha representado ciertos elementos
de las creencias mismas. Me pregunto si las cosas que ha incluido en las
imágenes que no pertenecían a la creencia original </span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">por ejemplo, la canasta (en la que ella ha puesto el
tronco de la col)</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"> podrían entrar de
algún modo a formar parte de la tradición oral. Me pregunto cuál es el poder
real de las imágenes.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEIp_cc5DREmB_lDNzmbtLQ7U1b5YBNiE5yxXppZv0XKqtwy4NtBKtqEE7Q_hPIycoxXsDvT5NHf6Nts_Rwl_a0ScaymXfZXundJFvUYxp023-SPga941Vhnri4CsyzrDkSh8oZmIq50k4/s1418/Creencias+%25281998%2529%252C+p.+23.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="964" data-original-width="1418" height="272" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEIp_cc5DREmB_lDNzmbtLQ7U1b5YBNiE5yxXppZv0XKqtwy4NtBKtqEE7Q_hPIycoxXsDvT5NHf6Nts_Rwl_a0ScaymXfZXundJFvUYxp023-SPga941Vhnri4CsyzrDkSh8oZmIq50k4/w400-h272/Creencias+%25281998%2529%252C+p.+23.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;"><i>Labrando en sueños</i><br /><br />Foto: Maruch Sántiz Gómez</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span>La
advertencia o prohibición ancestral que inicia la serie de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Creencias</b>: “No barrer la casa en la tarde”: “Es malo barrer la casa
por la tarde, porque puede desaparecer la suerte hasta que uno se quede sin
dinero.” Revela que la magnética imagen que la ilustra, cuyo encuadre y
composición comprende piso de tierra, atado de ramas y tablones de madera, fue
editada de cabeza (o patas arriba) en el número 5 de la revista <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Luna Córnea</b> (o sea: la parte inferior
está en la superior). </span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyrbP-YDiO2C2PSlv7FGppwWpIKjCXFN_rUOc-m32lvd19RZ5ylbaGmTKfPziYMZxt2SE2u8iOOR9XCnWvYCtak3_w8Nk-sc6cN4x1t4pPwhI8dP70wd2aWIObsP-vlZ8XXTOje0HA0646/s1198/Luna+C%25C3%25B3rnea+5+%25281994%2529%252C+p.+11.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="963" data-original-width="1198" height="514" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyrbP-YDiO2C2PSlv7FGppwWpIKjCXFN_rUOc-m32lvd19RZ5ylbaGmTKfPziYMZxt2SE2u8iOOR9XCnWvYCtak3_w8Nk-sc6cN4x1t4pPwhI8dP70wd2aWIObsP-vlZ8XXTOje0HA0646/w640-h514/Luna+C%25C3%25B3rnea+5+%25281994%2529%252C+p.+11.jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;"><b>Luna Córnea</b> 5, p. 11<br />(México, 1994)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> Tal humor involuntario no riñe con el humor involuntario
de la mayoría de los textos (suscitan la sonrisa y quizá <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la última carcajada de la cumbancha</i>), que pueden ser prohibiciones
para eludir lo fatal, conjuros mágicos, hechizos contra algún daño o
desavenencia, augurios naturales o no, y profecías oníricas. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> Para un humanoide e infinitesimal citadino del siglo
XXI (quizá aislado en las catacumbas de la recalentada y envirulada aldea
global) no es fácil elegir, pero entre los textos humorísticos figuran los
siguientes: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Si uno come cualquier alimento que muerda un gato,
se queda uno ronco.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “No se debe tomar agua de donde se lava uno las
manos al tortear. Si toma, uno puede quedar muy risueño, como loco.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Si come directamente de la olla, se puede uno
quedar muy comelón.” “Si los puercos bailan, es que va a llover ese día.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Es malo acariciar la palma del pie de un niño, porque
si no al caminar caerá muy seguido, porque se va a debilitar.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “No se debe comer chayote gemelo o cualquier fruta
gemela, porque pueden nacer gemelos.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “No se deben sonar las semillas de chile, porque al
abrazar a un niño llora mucho.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Es malo soplar en la boca de un niño porque nos
muerde.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “No es bueno sentar a los niños en un tronco o en
una piedra. Si así lo hacen, se volverán muy haraganes, como el tronco y la
piedra, que no se mueven.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Es malo comer la punta de alas de pollo, porque se
vuelve uno celoso.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Es malo comer los pedazos de tortilla quemada que
salen del comal, y lo mordido por el ratón de cualquier alimento, porque la
gente nos va a calumniar.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Es malo comer la punta del corazón del pollo,
porque se vuelve uno muy llorón.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Al cortar hoja de bejao para envolver tamales, no
se debe mencionar su nombre, porque no se cuecen bien los tamales: salen
pedazos cocidos y pedazos crudos.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> “Al sacar del fuego el comal, no se deben ver las
chispitas que se forman, porque nos crecen granos en la cara, así como se ve en
el comal.”<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; text-indent: 18.9333px;">“Secreto para evitar que caigan granizos grandes: se recogen trece granizos y se empiezan a moler en el metate, utilizando como mano de metate el palo de tejer."</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjmU8e9NhzbGFx-OxF6jPbrnGjat0chsMoCo6nl62g75Vgu60JQeuAYtMWnmkrHBxIAT7H1xX46Z7hUS-mkYtPvX49QxAoLkUdXE7q-6-SSmFlzSkgqNn92hZaNGQu_beO1ftI26mM8g3i/s1400/Creencias+%25281998%2529%252C+p.+105.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="963" data-original-width="1400" height="275" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjmU8e9NhzbGFx-OxF6jPbrnGjat0chsMoCo6nl62g75Vgu60JQeuAYtMWnmkrHBxIAT7H1xX46Z7hUS-mkYtPvX49QxAoLkUdXE7q-6-SSmFlzSkgqNn92hZaNGQu_beO1ftI26mM8g3i/w400-h275/Creencias+%25281998%2529%252C+p.+105.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;"><i>Para evitar que caigan granizos grandes</i><br /><br />Foto: Maruch Sántiz Gómez</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Si una persona ronca mucho al dormir, se le da un
pequeño golpe con huarache en la nariz, o se le introduce la cola de una
pequeña lagartija en una de sus fosas nasales. Hecho alguno de estos remedios,
ya no volverá a roncar, porque tiene que sobresaltar cuando despierte.”<o:p></o:p></span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><span> </span><span>No
obstante, algunas </span><b>Creencias</b><span> implican
vaticinios terribles y espeluznantes, casi de pitonisa o hechicera (quizá con
su caldero en el fuego y rodeada de yerbas, talismanes y pócimas):</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">“Si la culeca dijo kikirikí, es porque alguien
llegará a enfermarse que puede ser hasta la muerte.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">“Es malo peinarse en la noche, porque se dice que
morirá nuestra madre.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">“No debemos sentarnos en el camino, porque puede
morir nuestra madre.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">“Si uno sueña que está labrando, es que alguien va a
morir.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">“Es malo quemar primero la punta de la leña, se
puede uno morir muy flaco. También a las mujeres embarazadas se para el bebé.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Otras
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Creencias</b> son poéticas, casi cuentos
breves o fábulas. Por ejemplo, “El estambre de lana”: “Es malo jugar con el
estambre de lana como pelota. Si se juega así, no va a salir completa una
prenda, aunque se haya contado cuántos pares lleva, porque se dice que al
espíritu de la lana se lo lleva el viento.” O “Elote”: “Si uno está desgranando
elote, es malo dejar el trabajo a la mitad, porque puede aparecer al ratito un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tzucumo</i> en la ropa.” O “El colibrí de la
noche” (pese al mal augurio): “Si pasa chiflando un colibrí en la noche, es un
aviso que alguien se va a enfermar.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> La creencia titulada “Espejo” resulta una borgeana
pesadilla: “Es malo vernos en el espejo en la noche, porque se tapa uno la
vista.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgS3dUDeoKqtBSrHfrjpRaOqx9WyELs9NENL4n5rgiQL4SITi_M3ejW4ETq2WPTxJGzQpduIno7GqvXsaCKXY15Tdm_di8YAvLfYb0P6aSfCFZHPdwYJ_DgBiS1oKnMN0F2AUFcQwsaGfzq/s1420/Creencias+%25281998%2529%252C+p.+77.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1420" data-original-width="926" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgS3dUDeoKqtBSrHfrjpRaOqx9WyELs9NENL4n5rgiQL4SITi_M3ejW4ETq2WPTxJGzQpduIno7GqvXsaCKXY15Tdm_di8YAvLfYb0P6aSfCFZHPdwYJ_DgBiS1oKnMN0F2AUFcQwsaGfzq/w261-h400/Creencias+%25281998%2529%252C+p.+77.jpg" width="261" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;"><i>Espejo</i><br /><br />Foto: Maruch Sántiz Gómez</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> Y si Juan Rulfo tiene un dramático cuento titulado
“No oyes ladrar los perros”, aquí hay varias <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Creencias</b> cuyos rótulos, con perros, parecen títulos de un
recetario benigno y brujeril: “Para que no nos ladren los perros”, “Para que no
le pegue la rabia a un perro” y “Para llamar a casa a un perro perdido”: “Para
que regrese a casa un perro perdido, se asienta un jarrito de barro en medio de
la puerta, se le pega a la boca del jarrito, se le dice tres veces el nombre
del perro: ¡Ven, aquí está tu casa! ¡Ven, aquí está tu casa! ¡Ven, aquí está tu
casa!, se le dice. El perro regresará al día siguiente o al tercer día. Si no
hay un jarrito, se le puede soplar tres veces un tecomate.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlhmZEPZnugetb1iD91z8j68rkjMp_aaWGu2m-SRw7MThGN_FOJ4cCpmJlOFh4d1r5slrc0_8hUil3x0WwzE2sf0RrCU-5yhaUefGCcREnfpsjus46puDGivbKRp4PS4Vaa-ibwNin55rb/s1417/Creencias+%25281998%2529%252C+p.+33.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="970" data-original-width="1417" height="275" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlhmZEPZnugetb1iD91z8j68rkjMp_aaWGu2m-SRw7MThGN_FOJ4cCpmJlOFh4d1r5slrc0_8hUil3x0WwzE2sf0RrCU-5yhaUefGCcREnfpsjus46puDGivbKRp4PS4Vaa-ibwNin55rb/w400-h275/Creencias+%25281998%2529%252C+p.+33.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #45818e;"><i>Para llamar a casa a un perro perdido</i><br /><br />Foto: Maruch Sántiz Gómez</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /> </span>Y ya para
concluir la caprichosa nota (sin glosar la minimalista <i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">representación casi zen</span></i> con que
Maruch Sántiz Gómez construyó algunas de sus poéticas imágenes), por puro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">festín de Esopo</i> se puede citar el lúdico
texto donde se indica la receta para “Remediar a un niño si le sale mucha
saliva”: “Si a un niño le sale mucha saliva, se hace lo siguiente: la mamá del
niño va a conseguir tres libélulas, se pasan por la boca del niño las libélulas
diciéndole: ‘¡Traga tu saliva! ¡traga tu saliva! ¡traga tu saliva!’. Pero sólo
se debe decir tres veces, porque si le dicen cuatro veces, se empeora.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Maruch Sántiz Gómez, <b>Creencias de nuestros antepasados</b>. Textos y fotografías en blanco y
negro de Maruch Sántiz Gómez. Prólogos de Carlota Duarte, Gabriela Vargas
Cetina y Hermann Bellinghausen. Fundación Ford/Centro de la Imagen/CIESAS/Casa
de las Imágenes. México, febrero 5 de 1998. 108 pp. </span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></span></p>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-5199993527876263672023-11-02T11:41:00.000-07:002023-11-02T11:41:32.133-07:00Cárcel de los sueños<p style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"> <i><span style="color: #783f04; font-size: large;">La
muerte siempre presente</span></i></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;">Con
elitista y privilegiado “apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes”
de México, y a través de Casa de las Imágenes, el Centro de la Imagen y la
Dirección General de Publicaciones del CONACULTA (el extinto Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes), “el 2 de noviembre de 1997” se terminó de
imprimir <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Cárcel de los sueños</b>, un
libro con formato de cuaderno escolar (17 x 24 cm), con sobrecubierta y pastas
duras con tela café y el título repujado, que reúne un conjunto de imágenes en
blanco y negro de la fotógrafa mexicana Vida Yovanovich. Prologado por la
narradora y periodista Elena Poniatowska, la tipografía se debe a Claudia
Rodríguez Borja, y el diseño y la puesta en página al fotógrafo y editor Pablo
Ortiz Monasterio. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; tab-stops: 14.2pt;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmE0MwItujg_GrUnWd3o87j_0NA7IRBrgajrrdb26zQIdnke640ah11sZytEeEgW_jQp6MbcMW_LuhimgSu7v1m0-gl2IMeum0SR5d2r6CKmfG0PmZBRsgvXdS9j47q4X8-gC4_47e-P-g/s2048/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os+%25281997%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1483" data-original-width="2048" height="464" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmE0MwItujg_GrUnWd3o87j_0NA7IRBrgajrrdb26zQIdnke640ah11sZytEeEgW_jQp6MbcMW_LuhimgSu7v1m0-gl2IMeum0SR5d2r6CKmfG0PmZBRsgvXdS9j47q4X8-gC4_47e-P-g/w640-h464/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os+%25281997%2529.jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #783f04;">Casa de las Imágenes/Centro de la Imagen/ DGP del CONACULTA<br />México, noviembre 2 de 1997</span></span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /></span> Hace un buen rato que Vida Yovanovich palpita
en el ajo de la foto que se factura en México (al parecer desde principios de
los años 80 del siglo XX, tras acercarse al Consejo Mexicano de Fotografía,
entonces encabezado por el fotógrafo Pedro Meyer); esto lo saben los curadores,
críticos e historiadores de la fotografía, las sucesivas generaciones de
fotógrafos, y los que ven imágenes en galerías, museos, libros, diarios, revistas
y en la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">web</i>. Por ejemplo, en 1989, en
el Museo de San Carlos, estuvo entre quienes conformaron la muestra <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mujer x Mujer/22 fotógrafas</i>, organizada
por el CONACULTA y el INBA como parte de la conmemoración y celebración de los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">150 años de la fotografía</i>. Pero sobre
todo tienen celebridad sus autorretratos construidos y la serie de imágenes de
ancianas abandonadas en un mísero asilo ubicado en algún rincón de la Ciudad de
México. Verbigracia, varios autorretratos reunidos en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Cárcel de los sueños</b> fueron parte de la serie <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Interior/Autorretrato</i> (1986-1992) con que en 1994 obtuvo una de las
seis menciones honoríficas de la VI Bienal de Fotografía; y seis fotos de la
serie <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Autorretrato interior</i> (1993) con
que en 1996 participó en la Muestra de Fotografía Latinoamericana se ven en el presente
título. Y según se lee en la página 122 del número 13 de la revista fotográfica
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Luna Córnea</b> (CI/CNCA, sep-dic de
1997) </span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">dedicado
a la “Identidad y Memoria”</span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">, la
serie <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cárcel de los sueños</i> (homónima
del libro), “integrada por 46 fotografías”, se vio en la Galería de Artes y
Ciencias de la Universidad de Sonora: “del 4 al 30 de septiembre de 1997”.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; tab-stops: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por aquel entonces, en el Centro de la
Imagen y con el mismo tema de las ancianas en la antesala de la muerte, Vida
Yovanovich exhibió una instalación: una especie de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">memento mori</i> o círculo concéntrico signado por una música de antaño
que emergía del entorno y por el espejo de un tocador-altar que reflejaba el
cadavérico rostro del efímero visitante.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; tab-stops: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiq-u6Bx_Sy5LJ84lkziIpTSJ7UWrdf0jfCzA7LGYPEm3qfmbcW1EUS-0AChxqOQcKy-aFZSFc_CaMeoz7sIC7OSpb1gKFQsX1tUhAg1cvVZydkn4a1MoGwX0jzh6Pyqr5mPOeDIxOiLWy4/s1632/Vida+Yovanovich%252C+Autorretrato.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1297" data-original-width="1632" height="254" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiq-u6Bx_Sy5LJ84lkziIpTSJ7UWrdf0jfCzA7LGYPEm3qfmbcW1EUS-0AChxqOQcKy-aFZSFc_CaMeoz7sIC7OSpb1gKFQsX1tUhAg1cvVZydkn4a1MoGwX0jzh6Pyqr5mPOeDIxOiLWy4/s320/Vida+Yovanovich%252C+Autorretrato.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Vida Yovanovich:<br /><i>Autorretrato</i> (detalle)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> Sin embargo, quizá buena parte de los dispersos
lectores (de la aldea mexicana) que agotaron los dos mil ejemplares de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Cárcel de los sueños</b> (cuya edición
cuidó la fotógrafa) desconocen su origen (sus padres eran yugoslavos y nació La
Habana, en 1949), aprendizaje, ideas, actividades e itinerario, entre ello lo
que concierne a las fotos del libro. De ahí que sea una descortesía para el
lector que adquirió el libro (muchos años antes del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">boom</i> de la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">web</i> y de las chismosas
y amarillistas redes sociales) que no se haya incorporado una ficha informativa
sobre Vida Yovanovich y su trabajo fotográfico. Oquedad e interrogantes que
ahora pueden sustanciarse con la entrevista que cierra el libro de Claudi
Carreras: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Conversaciones con fotógrafos
mexicanos</b> (Barcelona, FotoGGrafía, Editorial Gustavo Gili, 2007), donde las
respuestas están complementadas con fotos de los 22 fotógrafos entrevistados
por él (9 mujeres y 13 hombres), con retratos que a éstos les hizo Ernesto
Peñaloza, y con las postreras y enciclopédicas “Notas biográficas de los
fotógrafos”, resultado de la investigación y redacción de Estela Treviño. En la
nota que le corresponde a Vida Yovanovich se lee:<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; tab-stops: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4uQSi2ScUPBdAwgTKQPhNkpqdbcAum-4aZmQ3C-8oy-yEeiMhxG44A-9oj4WjWnpfkDEj10Pj-9JN4TuI8g297AZDdIrQJ2fLxcmTJFlUWLTNwuETM9dA7QHiqADGHskoFtUvaDchyYbT/s2048/%2528Gustavo+Gili%252C+2007%2529.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1566" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4uQSi2ScUPBdAwgTKQPhNkpqdbcAum-4aZmQ3C-8oy-yEeiMhxG44A-9oj4WjWnpfkDEj10Pj-9JN4TuI8g297AZDdIrQJ2fLxcmTJFlUWLTNwuETM9dA7QHiqADGHskoFtUvaDchyYbT/w306-h400/%2528Gustavo+Gili%252C+2007%2529.jpg" width="306" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">(Gustavo Gili, 2007)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span>“Originaria de La Habana, reside en México
desde la infancia. Su trabajo ha abordado la situación de la mujer, prestando
especial interés al paso del tiempo, la soledad y el abandono. Su ensayo
fotográfico <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cárcel de los sueños</i> es
una referencia clave para acercarse al trabajo de esta autora. Este trabajo fue
objeto de una exposición itinerante en la República Mexicana y se editó en un
libro prologado por Elena Poniatowska. También realizó la muestra itinerante <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Fragmentos completos</i> a finales de los
años noventa en España, Holanda, Austria, Eslovenia, República Checa y
Dinamarca.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; tab-stops: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>“Como fotógrafa, ha expuesto
individualmente en Cuaba, Austria, Yugoslavia, Estados Unidos, España y México.
Desde 1983 ha participado en más de noventa exposiciones colectivas de todo el
mundo, y ha recibido diversas becas y distinciones, como el reconocimiento de
la Fundación Guggenheim a su trayectoria en el año 2000. Su obra figura en las
colecciones del Museo de Bellas Artes de Houston (EE UU), en la Caja de Ahorros
de Asturias (España) y en el Salón Fotografije Belgrado (Yugoslavia), entre
otras.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; tab-stops: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Cárcel
de los sueños</b> las imágenes no tienen título y no acreditan las técnicas
empleadas por la fotógrafa, ni el lugar ni la fecha, ni el nombre ni la edad de
las ancianas. El único rótulo es el nombre del libro. Y los únicos comentarios
sobre Vida Yovanovich y sus fotos son los que vierte Elena Poniatowska en su
prólogo; entre ello algunas palabras de la fotógrafa, al parecer recogidas en
una entrevista, como ese fragmento que da ligeros visos del tiempo que duró su
pesquisa fotográfica “en el único asilo en el que le permitieron trabajar”: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; tab-stops: 14.2pt;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT14mu9-Ehl0OYzwW0EUpp8EjWhoOsfWQQ_8yl4BRL8ZRZ9W12unyVmbNZUef2Ef68Q6sK4sgVmba_Ir2Iu0FlbDjlXMssJymcpEvTUwLrnvpVrH3CH3w6UEctkv_k8ksfWwqQnRkU5xlP/s1606/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1086" data-original-width="1606" height="270" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT14mu9-Ehl0OYzwW0EUpp8EjWhoOsfWQQ_8yl4BRL8ZRZ9W12unyVmbNZUef2Ef68Q6sK4sgVmba_Ir2Iu0FlbDjlXMssJymcpEvTUwLrnvpVrH3CH3w6UEctkv_k8ksfWwqQnRkU5xlP/w400-h270/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;"><i>Cárcel de los sueños</i></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span>“A través de los años me volví
transparente. Me volví una de ellas, me volví parte del lugar. Era
impresionante quedarse allí durante la noche. En la oscuridad, las mujeres que
durante el día habían sido mis amigas, se convertían en mis enemigas y me
gritaban que me fuera. Pasaron tres años antes de que yo fotografiara un cuerpo
desnudo. Tomar a una anciana desnuda fue una maravilla, fue mi liberación,
porque como mujer, ver el de otra destruido por el tiempo es muy impactante.
Fue para mí un verdadero examen de conciencia. Me acostumbré a la decrepitud y
dejó de aterrarme.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoBodyText"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2VSZ0jk6aFi1JH1QmYpgqouqK_WcamZKWQp6ie0jg63-9oZZ4hXwq4IiPLslC-iwSLatpbFXq_jiZHwfA5To6h_-zwbEWHKqWRjFuqROQDRRuz7u-0FjBvMkBGIf0d38r5j-zBGG1TMs-/s1617/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1089" data-original-width="1617" height="270" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2VSZ0jk6aFi1JH1QmYpgqouqK_WcamZKWQp6ie0jg63-9oZZ4hXwq4IiPLslC-iwSLatpbFXq_jiZHwfA5To6h_-zwbEWHKqWRjFuqROQDRRuz7u-0FjBvMkBGIf0d38r5j-zBGG1TMs-/w400-h270/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i><span style="color: #783f04;">Cárcel de los sueños</span></i></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /> </span>En <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Cárcel
de los sueños</b> las fotos se dividen en dos series. La primera, entre el
ensayo y el testimonio fotográfico, la integran las imágenes de las anónimas
ancianas. Así, el hecho de no acreditar el asilo, ni el nombre ni la edad de
las abuelas, ni el tiempo en que realizó su trabajo, implica </span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">—inextricable al
trastoque visual de varias de sus tomas—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">
que, más que documentales, son subjetivas, dramáticas, atemporales y
arquetípicas; lo cual parece responder a esa premisa que le confesó a Claudi
Carreras: “He redescubierto que la fotografía sí es pintar con luz.” Se
observa, además, que pocas veces son imágenes esteticistas. En este sentido,
cobra notable relevancia el caso de la foto que ilustra la portada, donde una
anciana de espaldas, sentada ante su plato de comer, recibe la visita (¿o la
anunciación?) de dos palomas que posan en el quicio de la entreabierta ventana.
O sea: parece o resulta una terrenal, instantánea, volátil y poética epifanía.
En torno a esa foto, Vida Yovanovich le dice a Claudi Carreras:<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoBodyText"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRdApi9BfMkh-A2Njnh7_j3XNkkbwFx5ht8Y-iZS85FL-iKvhrCY3ku78GA4gGfV4ecZig9P4Bjqif0rrkP8SpIMi8RgD7Ucj8H9kxNwn0cGkx-1i5mV4yeEtsvr4TvuFAHKY8gYbmffY8/s1610/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1103" data-original-width="1610" height="273" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRdApi9BfMkh-A2Njnh7_j3XNkkbwFx5ht8Y-iZS85FL-iKvhrCY3ku78GA4gGfV4ecZig9P4Bjqif0rrkP8SpIMi8RgD7Ucj8H9kxNwn0cGkx-1i5mV4yeEtsvr4TvuFAHKY8gYbmffY8/w400-h273/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i><span style="color: #783f04;">Cárcel de los sueños</span></i></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span> “[...] en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cárcel de
los sueños</i> la muerte está muy presente. Las palomas no solamente son la
libertad de forma simbólica sino que, de alguna manera, son la representación
de esa muerte, la muerte siempre presente. La primera vez que llegué al asilo
estaba lleno de palomas. Sólo me dejaban estar durante una hora, cuando las
mujeres tomaban el sol en el jardín. La vejez es tan lenta que las palomas iban
y venían, se detenían en los brazos de las sillas o, sin mayor susto en los
regazos de las mujeres mismas. La fotografía de la portada del libro fue un
regalo que me dio la vida. Llevaba yo ya tiempo de visitar el asilo. La mujer
comía en el mismo sitio todos los días, las palomas por la ventana se acercaban
y comían de su plato, o a veces ella les daba un poco de tortilla. Un día
llegué como siempre y con mi tripié me paré justo detrás, las palomas se
espantaron... Estuve inmóvil mucho tiempo, por fin las palomas empezaron a
entrar y, con emoción, suavemente, empecé a tomar una y otra fotografía, 36 del
mismo rollo y, como siempre pasa, la última fue la mejor. Justo al tomarla
sentí cómo el rollo se atoraba. ‘¡No puede ser!’, me dije... Salí corriendo a
casa para revelar el rollo y asegurarme de que sí la tenía. El rollo
definitivamente se había terminado, pero la imagen alcanzó a entrar en el
cuadro con la pequeña parte nebulosa al final de la película. Funcionó muy bien
para la portada, lo nebuloso remitiendo a los sueños del título.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHw5dOZC1VJdE0RKsj1-BTIq8VUwfUQKar85fBC1mFYAGbh_4DJc2mnfNUqSaUcGvU6VaaBgSpfxU8nQ5iKsh7yRhvCkiwy0GtO5TuPKHVkwn1FAZAYpQUIFizvaHxuRZjfNcudY-UVRtC/s1574/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1114" data-original-width="1574" height="282" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHw5dOZC1VJdE0RKsj1-BTIq8VUwfUQKar85fBC1mFYAGbh_4DJc2mnfNUqSaUcGvU6VaaBgSpfxU8nQ5iKsh7yRhvCkiwy0GtO5TuPKHVkwn1FAZAYpQUIFizvaHxuRZjfNcudY-UVRtC/w400-h282/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i><span style="color: #783f04;">Cárcel de los sueños</span></i></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /></span><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> La
muerte toma siempre la forma de la alcoba</i>/ <i style="mso-bidi-font-style: normal;">que nos contiene</i>, reza Xavier Villaurrutia al inicio del “Nocturno
de la alcoba”, uno de sus poemas de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Nostalgia
de la muerte</b> (1938). Y tal fragmento podría ser el epígrafe del libro, dado
que la mayoría de las ancianas se halla en la recámara-antesala-de-la-muerte,
con los cuerpos decrépitos, enfermos, seniles, lastimosos, desahuciados; e
incluso, entre las yacentes en la cama, no faltan las que reproducen posturas
mortuorias y rasgos y rictus cadavéricos; por lo que posiblemente sea una negra
y macabra ironía (como pelarle los dientes a la pelona </span><span lang="ES" style="line-height: 150%;">—un humor muy mexicano—</span><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;">) que
el libro se haya terminado “de imprimir el 2 de noviembre de 1997”. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Se ven tan patéticas, tan dolorosas,
tan abandonadas, tan solitarias, tan restos de naufragios, que difícilmente
ante ellas se puede pensar en un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">arte de
bien morir</i> y mucho menos suponer que sus estertores preludian la eterna e
infinita comunión amorosa que se idealiza, se sueña y se canta en los dos
últimos endecasílabos de “Amor más allá de la muerte”, soneto de Góngora: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">serán ceniza, mas tendrán sentido</i>;/ <i style="mso-bidi-font-style: normal;">polvo serán, más polvo enamorado</i>. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCXx7D-1sK6myvyEeOqc8tTStkUGkJJMxo8Tbopwa1y67cGCUsumvUXC-41muG3qe0DcWca8QTAHB-j7_pM5KO-Xhzk6d01X3lpRh8wu8Kgmj91pxhRY1YGgReeRr_R2OhW8JrlOn67eBr/s1619/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1087" data-original-width="1619" height="268" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCXx7D-1sK6myvyEeOqc8tTStkUGkJJMxo8Tbopwa1y67cGCUsumvUXC-41muG3qe0DcWca8QTAHB-j7_pM5KO-Xhzk6d01X3lpRh8wu8Kgmj91pxhRY1YGgReeRr_R2OhW8JrlOn67eBr/w400-h268/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;"><i>Cárcel de los sueños</i></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /> </span>Cada una, prisionera en el laberinto
de sus rasgados sueños, parece susurrar con palabras de Villaurrutia: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">estoy muerta de sueño</i>/ <i style="mso-bidi-font-style: normal;">en la alcoba de un mundo en el que todo ha
muerto</i> (de “Nocturno de la estatua” y “Nocturno amor”). Así, o si acaso es
así, cifran su propia <i style="mso-bidi-font-style: normal;">nostalgia de la
muerte</i>, no sólo con su penosa vejez, a veces terrible y obscena (como un
escupitajo al rostro del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">voyeur</i> o del
fortuito intruso que observa sin pudor por el ojo de la cerradura... o de la
cámara), sino también con un fragmento que se lee en la contraportada y que
representa (quizá) la voz de todas ancianas habidas y por haber: “Yo ya me
quiero morir... pero Dios no me quiere llevar, es porque estoy pagando mis
culpas pero, ¿sabes qué?... Ya ni me acuerdo cuáles son.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhA67S-yw-MzdbfHOUoQCIoc69CCY5tNs5VUA3q8VqWvunCf9seq79VrNI_CobV89otpm9nA2BDRr5NPEnKTIyGWJ2w3CpDeg_MeL2cntAQr-ZfkFOIyAdVZIBaPNexOFHsrkVeMEFoDMfw/s2048/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os+%25281997%2529%252C+contraportada.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1553" data-original-width="2048" height="304" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhA67S-yw-MzdbfHOUoQCIoc69CCY5tNs5VUA3q8VqWvunCf9seq79VrNI_CobV89otpm9nA2BDRr5NPEnKTIyGWJ2w3CpDeg_MeL2cntAQr-ZfkFOIyAdVZIBaPNexOFHsrkVeMEFoDMfw/w400-h304/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os+%25281997%2529%252C+contraportada.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;"><i>Cárcel de los sueños</i> (1997)<br />Contraportada</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> <table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6zsEukwwrS0FyykS0subJJeGEDk0Qpg6qa2GMbWJYX5sB4wgCp7dmQBebUnHPAaYh6hui5GPro67D_RwB9zowZ-PtmcJGz-AHGI3n1iMtGWPMaPwRnn_OdX-hlRPm5OyGF6TlALG4sIea/s861/Rosario+Castellanos+%25281962%2529%252C+foto+de+Kati+Horna.jpg" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="861" data-original-width="834" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6zsEukwwrS0FyykS0subJJeGEDk0Qpg6qa2GMbWJYX5sB4wgCp7dmQBebUnHPAaYh6hui5GPro67D_RwB9zowZ-PtmcJGz-AHGI3n1iMtGWPMaPwRnn_OdX-hlRPm5OyGF6TlALG4sIea/s320/Rosario+Castellanos+%25281962%2529%252C+foto+de+Kati+Horna.jpg" width="310" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Rosario Castellanos (1962)<br />Foto: Kati Horna</span></td></tr></tbody></table><br /> ¿<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Qué se
hace a la hora de morir</i>?, se sigue interrogando Rosario Castellanos desde
la ventana del más allá. ¿<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuál es el rito
de esta ceremonia</i>?/ ¿<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Quién vela la
agonía</i>? ¿<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Quién estira la sábana</i>?/
¿<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Quién aparta el espejo sin empañar</i>?/
/<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Porque a esta hora no hay madre y deudos</i>./
/<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ya no hay sollozo. Nada más que un
silencio atroz</i>. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y lo mismo (al parecer) se pregunta
y afirma Vida Yovanovich al espejearse en las ancianas de sus retratos, de
quien dice Elena Poniatowska: “Ella quiso verse a sí misma vieja antes de
tiempo. Quiso mirarse en el espejo, quiso volverse una anciana en un asilo
dejado de la mano de Dios. Quiso retratarse al retratar a otras.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero también se lo formula y poetiza
en los construidos y teatralizados autorretratos que conforman la segunda serie
de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Cárcel de los sueños</b>, más
sugestiva y magnética que la primera. Está allí, por ejemplo, el fragmento de
su rostro que prefigura el rictus de su futuro cadáver; su rostro cubierto con
la mortaja de un trozo de gasa-máscara; su evanescente fantasma difuminado en
la pared del baño; su onírica silueta que deambula sonámbula en medio de una
escarapelada recámara; el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ensayo de un
crimen</i> que es su imaginario y simbólico suicidio al pseudocolgarse del
techo de la alcoba; su cabeza enterrada en una pared derruida; llegando
incorpórea por la ventana (como proyección de linterna mágica) a una pieza
donde una cadavérica anciana, acostada en el camastro, conjura los últimos
suspiros al pie de dos dramáticos tanques de oxígeno; con un espejo en la mano,
cuyo reflejo, que no se ve, contrasta su rostro y las arrugas de la borrosa
anciana que la acompaña; su evanescente faz, en medio de un fondo negro, con un
grito congelado, desgarrado y silencioso, de claustrofóbica pesadilla, que
implica la angustia, el dolor y el miedo ante la existencia y el deceso, y cuya
circundante negrura supone y prefigura lo oscuro e insondable de la vida y de la
muerte, esas formas de la inasible y abstrusa eternidad, que ha estado allí cifrando
un enigma, desde siempre.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlFnqZCnnM9i2Wn09tTStIuQ8OS2qgn0N10XmK4jr2waAKGg12xr7PSdSRnN8dc69lyLSwO-93IrC1IVNN5YA8W1scMt6liuUul4Tsm8DRjQ4DA_xUx2KvHqIp-d5zZ0VGY2cjempQAO0y/s1767/Vida+Yovanovich%252C+Autorretrato.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1255" data-original-width="1767" height="227" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlFnqZCnnM9i2Wn09tTStIuQ8OS2qgn0N10XmK4jr2waAKGg12xr7PSdSRnN8dc69lyLSwO-93IrC1IVNN5YA8W1scMt6liuUul4Tsm8DRjQ4DA_xUx2KvHqIp-d5zZ0VGY2cjempQAO0y/s320/Vida+Yovanovich%252C+Autorretrato.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;"><i>Autorretrato</i> de Vida Yovanovich</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /> En fin, siempre la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">muerte sin fin</i>; la muerte no siempre catrina
(de hecho, en un autorretrato el cabello de Vida Yovanovich y su cortado rostro
sin ojos parafrasean a la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Calavera
Catrina</i>, el celebérrimo y popular grabado de Posada), la misma muerte que
se refleja en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la gastada inscripción</i>
escrita en el cráneo de un esqueleto, según se lee en “Inscripciones en una
calavera”, poema de José Emilio Pacheco: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Este
cráneo se vio como hoy nos ve/ Como hoy lo vemos/ nos veremos un día</i>.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIRgPWay5gF0atKr4qB20cKh3Y62RvwRMqA9ABaagMdVpoHUbplLtXlNeJ7M-Yzq8HhmEsTKnI1S9bZtD5PzJb2xYhDAdfNWI4GpTZO_YorCUU4yTjbbgde2cZAtdyPnNh8wUjAZFYJaGt/s1761/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1253" data-original-width="1761" height="285" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIRgPWay5gF0atKr4qB20cKh3Y62RvwRMqA9ABaagMdVpoHUbplLtXlNeJ7M-Yzq8HhmEsTKnI1S9bZtD5PzJb2xYhDAdfNWI4GpTZO_YorCUU4yTjbbgde2cZAtdyPnNh8wUjAZFYJaGt/w400-h285/C%25C3%25A1rcel+de+los+sue%25C3%25B1os.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;"><i>Cárcel de los sueños</i></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /></span> Tiene razón Elena Poniatowska cuando dice que
“Vida Yovanovich nos regala una visión desencantada de la etapa final de la
vida. La muerte prematura suele considerarse trágica. Vida lo contradice y nos
hace cuestionarnos acerca del drama que significa vivir solo, pachucho y
abandonado en un asilo donde la muerte es tan atroz como la que les toca a los
que mueren de hambre. Aquí los ancianos mueren de sí mismos, de necesidad, de
desamor. Solos se matan y solos se van muriendo. Ya no se hacen falta y se
dejan ir. No pueden más que abandonarse a la muerte. Sus cuerpos, esa materia
fofa, blanda, extinguida, son una envoltura de desecho, feos, listos para la
basura. En el asilo, los ancianos ya no entienden nada y han perdido la
habilidad de decirle sí a la vida. Acorralados, es imposible levantarse de la
cama, de la silla, del banco bajo la regadera. La muerte es un gran escándalo.
Aúlla. La vida también es cruel, pero menos que la cámara que revela las
arrugas, ensancha los poros de la piel, las manchas cafés que son señal
inequívoca de agotamiento. La misión de la cámara no es estética ni moralista.
Vida nos muestra el camino, enseña con toda crudeza lo que nos espera.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoBodyText"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCuyfGtbXxBRlkshuXpNJUT91-J0rUCk6tdq0SctEHtPEcyArEMAe1aKyfRONFMgolEvbcfbTByBSKV4UkUxurWRbZX7GbCGk-PLoCm_Lrc2kb8ZL6okgRWY1UyHKDf6T-pQmuRbjmRFXK/s594/Elena+Poniatowska+%25281962%2529%252C+foto+de+Kati+Horna.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="594" data-original-width="487" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCuyfGtbXxBRlkshuXpNJUT91-J0rUCk6tdq0SctEHtPEcyArEMAe1aKyfRONFMgolEvbcfbTByBSKV4UkUxurWRbZX7GbCGk-PLoCm_Lrc2kb8ZL6okgRWY1UyHKDf6T-pQmuRbjmRFXK/s320/Elena+Poniatowska+%25281962%2529%252C+foto+de+Kati+Horna.jpg" width="262" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Elena Poniatowska (1962)<br />Foto: Kati Horna</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /> </span>Pero lo que resulta improbable es que las
ancianas de las fotos, tan ruinosas y hasta en silla de ruedas, sin una pierna o condenadas a
cama perpetua, se tiren una azarosa canita al aire bailando mambo, danzón y
chachachá (“algunos se mueven como si fuera cumbia y quebradita”, dice <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la Poni</i>), durante el bailongo (¿otra
forma de la subyacente, ineluctable y medievalesca <i style="mso-bidi-font-style: normal;">danza de la muerte</i>?) que año con año organizaba el entonces Instituto
Nacional de la Senectud con el jocoso y freudiano rótulo: “Una cana al aire”. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoBodyText"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero sí: para algunas es justo y necesario mover el
esqueleto al bailar “de vez en cuando un pasito tun-tun en el Salón Colonia o
en el California Dancing Club” o en otro sitio donde no las tomen por locas de
atar. No obstante, en caso de hacerlo, las decrépitas y enclenques viejecitas
no cometerían un delito y tal vez ni siquiera un deleite (que sería lo de menos
y lo más apropiado para <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la última
carcajada de la cumbancha</i>), sino un suicidio <i style="mso-bidi-font-style: normal;">por bailar el chachachá</i>.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;">Vida
Yovanovich, <b>Cárcel de los sueños</b>.
Fotografías y autorretratos en blanco y negro de Vida Yovanovich. Prólogo de
Elena Poniatowska. Casa de las Imágenes/Centro de la Imagen/ Dirección General
de Publicaciones del CONACULTA. México, noviembre 2 de 1997. 100 pp. </span><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></span></p>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-51310439993418012802023-11-01T15:03:00.000-07:002023-11-01T15:03:40.299-07:00El séptimo sello<br />
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px; min-height: 16px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px; min-height: 16px; text-align: center;">
<div style="text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Danza macabra </span></div>
</div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 14px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px; text-align: center;">
<div style="text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"> (Para huesos, guadaña, reloj de arena y lira)</span></div>
</div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Times New Roman"; margin: 0px; min-height: 15px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: left;">
</div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8mJa3fTYRVp4F87YKO74ohtiLztNG5BpbSisCRqChP1XBq_awq8FvWldudemLBbR0CtoPSU-GXVpNEj_OriPrCH5kndDwUblq8d9IWFH23ltpwl9AchgeYXGJcqj8Hwf3OHstdQQ8TfE/s1600/El+se%25CC%2581ptimo+sello+%2528portada%2529.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8mJa3fTYRVp4F87YKO74ohtiLztNG5BpbSisCRqChP1XBq_awq8FvWldudemLBbR0CtoPSU-GXVpNEj_OriPrCH5kndDwUblq8d9IWFH23ltpwl9AchgeYXGJcqj8Hwf3OHstdQQ8TfE/s400/El+se%25CC%2581ptimo+sello+%2528portada%2529.jpg" width="280" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: georgia;">(DVD, portada)</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; min-height: 15px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;">Si el día de Todos Santos y el Día de Muertos y de los no siempre Fieles Difuntos (o sea el 1 y el 2 de noviembre) el pensativo y desocupado lector quiere ver una danza macabra en la comodidad de su tercermundista casa, puede rentar <b style="font-style: normal;">El séptimo sello</b> (1956), o adquirirla en DVD o en <i>Blue-ray</i>, rudimentaria película de 96 minutos que ha recorrido “el mundo como un incendio desbocado”, dirigida y guionizada por el sueco Ingmar Bergman (1918-2007) “a partir de su pieza teatral en un acto <i style="font-style: normal;"><em>Pintura sobre madera</em></i>”, que él escribió para “la primera promoción de alumnos de la escuela de teatro de Malmö” donde era profesor. El filme, estrenado en Röda Kvarn el 16 de febrero de 1957, se sitúa en el Medioevo, cuando la peste negra mata como moscas a pueblos enteros y proliferan como asquerosas ratas los maleantes y las supersticiones de toda ralea; y las calamidades, la ignorancia y los excesos de todo tipo hacen creer a la población que se vive el último día del mundo.</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-indent: 14.2px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;"> Además de que <b>El séptimo sello</b> puede ser considerada como una variante cinematográfica de la danza de la muerte, descuellan en su trama varias alusiones a tal antigua tradición. El caballero Antonius Block (Max von Sydow) y su escudero Jöns (Gunnar Björnstrand) acaban de regresar derrotados de Tierra Santa después de diez años de haber partido de su pueblo con la tropa de una Cruzada. Tirado en la arena de la playa frente al vaivén y estruendo de las olas, el caballero Antonius Block medita en silencio signado por unos versículos del <i>Apocalipsis</i>: “Y cuando el Cordero abrió el séptimo sello, hubo silencio como por espacio de media hora. Y vi a los siete ángeles parados frente a Dios; a ellos les fueron entregadas siete trompetas.” </span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-indent: 14.2px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhh1xbrwcYodm6JX1TF_-KfIU0uu3L58w0ivb0tIXUXyV7Li5XWYhpX5nS6tYGtW1s09twT_4HknyrcWxpDWWGCjqR5_mH4e8uv4bSoHsz-S62FGIYFNO53gpB6kJupobq96NQzgMIF3aI/s1600/El+se%CC%81ptimo+sello+(5).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhh1xbrwcYodm6JX1TF_-KfIU0uu3L58w0ivb0tIXUXyV7Li5XWYhpX5nS6tYGtW1s09twT_4HknyrcWxpDWWGCjqR5_mH4e8uv4bSoHsz-S62FGIYFNO53gpB6kJupobq96NQzgMIF3aI/s400/El+se%CC%81ptimo+sello+(5).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: georgia, "times new roman", serif; font-size: small;"> </span><span style="font-family: georgia; font-size: x-small;"> </span></span><span class="Apple-style-span" style="color: #990000; font-family: georgia; font-size: x-small;">El caballero Antonius Block (Max von Sydow) <br />y su escudero Jöns (Gunnar Björnstrand)</span></span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-indent: 14.2px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-indent: 14.2px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;"> Luego reza de rodillas en silencio y con las palmas de las manos juntas a la altura del pecho; la Muerte (Bengt Ekerot), ataviada con el negro hábito de un monje católico y con el rostro maquillado de blanco, se le aparece de la aparente nada; ha venido por él. Pero Antonius Block la reta jugándose la vida en una entreverada justa de ajedrez que sólo concluye al término de la película. </span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-indent: 14.2px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrIlOEubu8ihNPla3hsFAZwZOc9kmD9zuJzaOq5jbvjELtitjSmg2cfNmdUshezSEdWu6SE891lm-3P4MLW8xs2L9yDLRgaex3-XK-CvlqvKSyjoPJJOJcZD2vHlD-4oQ11YvcBOjAv7Y/s1600/El+se%CC%81ptimo+sello.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrIlOEubu8ihNPla3hsFAZwZOc9kmD9zuJzaOq5jbvjELtitjSmg2cfNmdUshezSEdWu6SE891lm-3P4MLW8xs2L9yDLRgaex3-XK-CvlqvKSyjoPJJOJcZD2vHlD-4oQ11YvcBOjAv7Y/s400/El+se%CC%81ptimo+sello.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="color: #990000; font-family: georgia;">El caballero Antonius Block (Max von Sydow)<br />y la Muerte (Bengt Ekerot)</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-indent: 14.2px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-indent: 14.2px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> No muy lejos de allí, en la campiña, hay un campamento de un trashumante y reducido grupo de tres cómicos de la legua que se dirigen a Elsinore para escenificar una danza de la muerte durante el Festival de Todos los Santos (de ahí la máscara de calavera y las imágenes de la danza macabra trazadas en el toldo de la rústica carreta), precisamente en la escalinata de la iglesia, pues son los curas quienes los han contratado. El bufón Jof (Nils Poppe) duerme dentro de la carreta con su esposa Mia (Bibi Andersson) y Mikael, el simpático y rubicundo bebé de ambos, más el bufón Skat (Erik Strandmark). Dado que Jof es un hombre puro e ingenuo y tiene la virtud de componer poemas y canciones y de tocar la lira y de oír voces y ver escenas que los demás no oyen ni ven, al despertarse y salir de la carreta y luego de hacer unas acrobacias, bufonadas y malabares, le es dada una visión angélica, una epifanía: ve que entre los arbustos la Santa Virgen María enseña a caminar al Niño Jesús. </span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-indent: 14.2px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg91U2waATARsMSkhGdxxT306at6LJr5hwGkljv8Jk0V1RuZVDw3Ls1Nb2hPnhrprRBBwVZChd-OzdzME6dmaZUAmXM1Dzk7CP3O78AJyBM4p5WRY0JjN3-jhofSuCbJYiKHeN42uvyIWo/s1600/El+se%CC%81ptimo+sello+(6).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="176" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg91U2waATARsMSkhGdxxT306at6LJr5hwGkljv8Jk0V1RuZVDw3Ls1Nb2hPnhrprRBBwVZChd-OzdzME6dmaZUAmXM1Dzk7CP3O78AJyBM4p5WRY0JjN3-jhofSuCbJYiKHeN42uvyIWo/w400-h176/El+séptimo+sello+(6).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="color: #990000; font-family: georgia;">El bufón Jof (Nils Pope) y su esposa Mia (Bibi Andersson)<br />con el caballero Antonius Block (Max von Sydow)</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-indent: 14.2px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span style="font-size: 12px;"> </span></span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-indent: 14.2px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span><span style="font-family: georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">En el interior de la iglesia, un pintor (Gunnar Olsson) plasma en los muros las terroríficas imágenes de una danza macabra (un auténtico <i>memento mori</i>), mientras con el escudero Jöns bebe ginebra y habla de la muerte, de los horrores de la peste negra, de las torturas de los peregrinos flagelantes, de las mujeres, del trasero y de las condenas del Infierno. Palabras e imágenes pintadas en los muros de la iglesia que tienen consonancia con la avérnica y patética procesión de flagelantes cuyo arribo interrumpe el acto de música y lúdicas coplas que sobre un escenario improvisado, Skat, Jof y Mia, ejecutan frente a las grotescas y procaces palabrotas y pitorreos de la burda gentuza del pueblo. La manada de flagelantes, algunos enfermos y minusválidos, deambula en cortejo con cruces y crucificados; se castigan a sí mismos o entre sí; chillan, gritan, se quejan, cantan rezos en latín y queman incienso; y uno de ellos (Anders Ek), quizá el líder </span><span style="text-indent: 14px;">—</span><span>con tonos, miradas y gestos de ira y odio, asco y burla</span><span style="text-indent: 14px;">—</span><span>, le predica y vocifera un sermón a la gente que los observa persignándose o azorados o poseídos en histéricos frenesís y cuyas palabras implican el recordatorio moral, religioso y condenatorio de una tradicional y espeluznante danza macabra:</span></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-indent: 14.2px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;"> “Dios nos envió como castigo. Todos debemos morir a través de la Muerte Negra. Usted, que está parado boquiabierto como un animal bovino y usted, que está sentado sobre su hinchada complacencia, ¿saben que ésta puede ser su última hora? La Muerte está detrás de ustedes, puedo ver su calavera brillar en el sol. Su guadaña destella cuando la levanta sobre sus cabezas. ¿A quién de ustedes va a pegar primero? Usted, allá, con los ojos saltones como cabra, ¿se le distorsionará la boca en su último bostezo antes del anochecer? Y usted, mujer floreciente en fecundidad y lujuria, ¿palidecerá y se marchitará antes del anochecer? Y usted, el de la nariz hinchada y la ridícula mueca, ¿le queda todavía un año para deshonrar a la tierra con su rechazo? </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-indent: 14.2px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;"> “Saben, tontos insensibles, que morirán hoy o mañana o el día después, ya que todos están condenados. ¡¿Me escuchan?! ¡¿Escuchan la palabra?! ¡Condenados! ¡Condenados! ¡Condenados! </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-indent: 14.2px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;"> “Oh, Señor, ten piedad de nosotros en nuestra humillación; no nos quites tu apoyo, sino ten piedad por el bien de tu hijo Jesucristo.”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"> </span><span><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Pero también el diálogo del escudero Jöns y el pintor, y la danza macabra que plasma en los muros de la iglesia, se vinculan con el vacío interior y la crisis religiosa (el silencio de Dios y su carácter inasible) que angustia y aqueja al caballero Antonius Block; con la quema en la hoguera de una joven viva (Maud Hansson) acusada de tener comercio carnal con el Diablo y de ser la bruja que propagó la peste negra </span><span><span style="text-indent: 14.2px;">—</span>mal</span><span> que en otro episodio en el bosque consume y mata a Raval (Bertil Anderberg), convertido en un vulgar ladrón y picapleitos, pero otrora el docto erudito del Colegio Teológico de Poskilde, predicador y organizador de la Cruzada que diez años antes hizo embarcarse al caballero Antonius Block y a su escudero Jöns</span><span style="text-indent: 14px;">—</span><span>; con la arbitraria decisión de la Muerte de serrar el tronco del árbol en cuyas altas ramas se esconde un hombre sano, pícaro y en la flor de la edad: el bufón Skat, quien se había ido al bosque con Lisa (Inga Gill), la coqueta y lúbrica mujer del herrero Plog (</span><span>Åke </span><span>Fridell); y cuando la Muerte </span><span style="text-indent: 14px;">—que </span><span>la mayoría de las veces sólo la puede ver el caballero Antonius Block</span><span style="text-indent: 14px;">— </span><span>llega al castillo de éste para rubricar el movimiento final de la justa de ajedrez, que es el preámbulo de la última visión que tiene el bufón Jof: ve que en lontananza la negra silueta de la Muerte con su guadaña se aleja danzando hacia el País de las Tinieblas, llevándose en cadena la negra silueta del caballero Antonius Block y las negras siluetas de otras cinco personas ya muertas, que en rigor deberían ser las siluetas de la Muerte y de las seis personas que departían en la mesa del solitario castillo de Antonius Block: éste y su esposa Karin Block (Ingra Landgre) </span><span style="text-indent: 14px;">—</span><span>quien era la única habitante del castillo, abandonado por la servidumbre debido al horror de la peste</span><span style="text-indent: 14px;">—</span><span>, el herrero Plog y Linda, su mujer, y el escudero Jöns y la solitaria mujer muda (Gunnel Lindblom) que salvó de las garras del ladrón Raval. </span></span></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-indent: 14.2px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;"> Minutos antes de que se haga presente la Muerte, la esposa de Antonius Block lee variaciones de algunos de los versículos del <i>Apocalipsis</i> que hablan de <i>El séptimo sello</i> y que en el contexto del filme parecen un preámbulo y un presagio (la primera, la segunda y la tercera llamada) del catastrófico y horrorísimo fin de los tiempos (“Y cuando el Cordero abrió el séptimo sello, hubo silencio como por espacio de media hora. Y vi a los siete ángeles parados frente a Dios; a ellos les fueron entregadas siete trompetas. El primer ángel tocó y le siguió granizo mezclado con fuego y sangre y fuego fueron arrojados a la tierra; una tercera parte de los árboles fue quemada y todo el césped fue quemado. Y el segundo ángel tocó y fue como si una gran montaña ardiendo en fuego fuese arrojada al mar; una tercera parte del mar se convirtió en sangre. Y el tercer ángel tocó y cayó una gran estrella del cielo ardiendo como si fuese una llamarada y el nombre de la estrella Amargura.”) </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-indent: 14.2px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;"> Mientras el grupo se alimenta alrededor de la mesa, se oye que tocan la puerta. El escudero Jöns va abrir; regresa (con el miedo bajo su rostro impávido) y anuncia que no es nadie. Pero luego, cuando la mujer del caballero les lee los citados versículos del <i>Apocalipsis</i>, al unísono, sin que se vea en la pantalla, se advierte el paulatino acercamiento de la Muerte y los últimos segundos que al corro les son dados vivir (entonces la mujer muda le sonríe y le habla a la Muerte).</span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-indent: 14.2px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQPXDnMxgthWgaHuLjw9UEW2MWYuOC_Q1t-w-R2Fe54pitmt70uYEpJf8Eef65nAI-LPo97g6mRLuHRuHZPGD2HP7-jvRGcvH8RljUcMGC1ZRkqKOHikFgZJgjThS3WhyphenhyphenDpDHhcsg7aag/s1600/El+se%CC%81ptimo+sello+(4).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="306" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQPXDnMxgthWgaHuLjw9UEW2MWYuOC_Q1t-w-R2Fe54pitmt70uYEpJf8Eef65nAI-LPo97g6mRLuHRuHZPGD2HP7-jvRGcvH8RljUcMGC1ZRkqKOHikFgZJgjThS3WhyphenhyphenDpDHhcsg7aag/s400/El+se%CC%81ptimo+sello+(4).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="color: #990000; font-family: georgia;">Ante el arribo de la Muerte</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-indent: 14.2px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-indent: 14.2px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> En un rincón del nocturno bosque es quemada viva la mujer acusada de bruja y demás supercherías. Minutos antes, Antonius Block trata de que ella le hable del Diablo y la ayuda, con una pastilla, a abreviar el dolor y el pánico ante las llamas y el morir. Luego, en otro recodo de la arboleda, el bufón Jof ve al caballero y a la Muerte enfrentados ante el tablero del ajedrez (Mia sólo ve al caballero), lo cual lo hace huir despavorido con los suyos (mujer, hijo, carreta y caballo), mientras sopla un extraño y feroz viento que él interpreta como el paso del Ángel de la Destrucción. A la mañana siguiente de salir airoso de esto, tiene su última visión: las siete siluetas negras en la lejanía: la danza de la muerte del caballero Antonius Block y de quienes estaban con él en el castillo; el bufón Jof se la describe a Mia, quien no la puede ver, dibujando su propio poema e interpretación: </span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-indent: 14.2px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> “¡Mia! ¡Los veo, Mia! Allá frente al oscuro y tempestuoso cielo. Allí están, todos ellos, el herrero y Lisa, el caballero y Raval y Jöns y Skat. Y el severo amo, la Muerte, los invita a la danza. Quiere que se tomen las manos y que sigan la danza en una larga fila. Hasta adelante va el severo maestro con su guadaña y su reloj de arena. Skat se balancea al final con su lira. Se alejan bailando, se alejan de la salida del sol en una danza solemne, se alejan hacia las tierras oscuras mientras la lluvia lava sus rostros, limpia sus mejillas, deja sus lágrimas saladas.”</span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; text-indent: 14.2px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihyrBA5AdWC85XXvBAcfxb26RCGYjB9qsAEHaYUASKWwnYxxo2dMpvRuHV3lyi14DviX1739-iTFbz60ppR4nynAn7BvGiM0fWmPokHv81puOsLDsRWIbTFLmMQz7Htf3K7yfFcjvzBFs/s1600/El+se%CC%81ptimo+sello+(0.1).jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihyrBA5AdWC85XXvBAcfxb26RCGYjB9qsAEHaYUASKWwnYxxo2dMpvRuHV3lyi14DviX1739-iTFbz60ppR4nynAn7BvGiM0fWmPokHv81puOsLDsRWIbTFLmMQz7Htf3K7yfFcjvzBFs/s400/El+se%CC%81ptimo+sello+(0.1).jpg" width="400" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFWoz8BzxqUmKimAdqZIPUCDiKyvAjkUwXjQ_YwYjuWgNh-7Ub_Od8-xgjyPd1zY4ouJOlEaGGtrOwHAo8-ylI3l2JxXnH-qmMf18zGuSGLbseCUKjT33syZEzBjurtSwylYFXgdWYECI/s1600/El+se%CC%81ptimo+sello+(0.2).jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="206" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFWoz8BzxqUmKimAdqZIPUCDiKyvAjkUwXjQ_YwYjuWgNh-7Ub_Od8-xgjyPd1zY4ouJOlEaGGtrOwHAo8-ylI3l2JxXnH-qmMf18zGuSGLbseCUKjT33syZEzBjurtSwylYFXgdWYECI/s400/El+se%CC%81ptimo+sello+(0.2).jpg" width="400" /></a></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLt9PwjyGoH5WHomwY4tAGVhTJ90gVfyuGzB18Yn3byb0j6NoglTGDKIk42QvxaKlV5I3uQPtDxlXXuIOpED-omrzI7OyW7ZmJ5_iSoDzeH1pl-bpjBJSUgnZ-biUtFbe6wHYOVFjnFDM/s1600/El+se%CC%81ptimo+sello+(0.3).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="298" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLt9PwjyGoH5WHomwY4tAGVhTJ90gVfyuGzB18Yn3byb0j6NoglTGDKIk42QvxaKlV5I3uQPtDxlXXuIOpED-omrzI7OyW7ZmJ5_iSoDzeH1pl-bpjBJSUgnZ-biUtFbe6wHYOVFjnFDM/s400/El+se%CC%81ptimo+sello+(0.3).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: georgia;">Fotogramas de <i style="font-weight: bold;">El séptimo sello</i> (1956)</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "courier new"; margin: 0px; text-indent: 14.2px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "courier new"; margin: 0px; text-indent: 14.2px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> Sobre tal secuencia de la danza de la muerte, una de las más memorables de <b>El séptimo sello</b>, Ingmar Bergman escribió en <b>Imágenes</b> (Tusquets, Barcelona, 1990), uno de sus libros de memorias: “La escena final, en la que la Muerte se lleva bailando a los caminantes, surgió en Hovs-hallar. Era tarde, habíamos recogido todo, se acercaba una tormenta. De repente vi una extraña nube. Gunnar Fischer sacó la cámara. Varios de los actores ya se habían ido al hotel. Unos cuantos ayudantes y algunos turistas bailaron en su lugar sin tener ni idea de lo que se trataba. La imagen que iba a hacerse tan famosa se improvisó en unos minutos.”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "courier new"; margin: 0px; text-indent: 14.2px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span>
</div>
<div style="font-style: normal; font-variant: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-align: center; text-indent: 14.2px;">
<div style="font-size: 12px;">
<div style="font-size: 12px;">
<span style="color: #990000; font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><b>*********</b></span></div>
</div>
</div>
<div style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; text-align: right;">
<div style="font-family: "courier new"; font-size: 12px;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;"><a href="https://www.youtube.com/watch?v=pP3MmieVVmE"><span style="font-family: georgia;">El séptimo sello (1956), película de Ingmar Bergman (subtítulos en español).</span></a><br /></div>
</div>
Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-32705361665277630682023-10-12T10:01:00.010-07:002023-10-27T11:48:22.492-07:00El pájaro pintado<p style="text-align: center;"><span style="text-indent: 0cm;"><span style="color: #783f04; font-family: georgia; font-size: large;"><i>Una pulguita negra como yo</i></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #783f04;">I de IX</span></b><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Sin duda <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">El pájaro pintado</b> (2019), largometraje
de 169 minutos, rodado en 35 milímetros y en blanco negro, del guionista,
productor y director checo Václav Marhoul, revitalizó, a nivel global y en
diversos idiomas, la novela homónima del escritor polaco Jerzy Kosinski. No
obstante, con su espléndida fotografía y sugestivas localizaciones (y un notable
reparto en el que figuran estrellas de Hollywood), y hablada en checo, ruso,
intereslavo y alemán, es sólo una resumida adaptación, con aleaciones y variantes,
de la riqueza anecdótica y de los innumerables matices e intríngulis que se leen
en la trama del libro que Kosinski, asentado en Nueva York desde 1957, escribió
en inglés.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrfVkxeto5y7eC3IV2Fm6cIX3af9zacp8vS8PReWAIWiFCkQW_Cs8zJt1to8PNK7bctqk-izfmb1DqpbcptPylA1xbJohT7FxaI0Ood-UXSbwYS06Or97PHFBt4Y9T_xcvomDQ_fr4hm3ohKevA8ye31FM6NnZ8xX7Cj3wjtUs_BFbsPBSQKC8QlYjXJMS/s1161/The%20painted%20bird%20(Houghton%20Mifflin,%201965).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1161" data-original-width="726" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrfVkxeto5y7eC3IV2Fm6cIX3af9zacp8vS8PReWAIWiFCkQW_Cs8zJt1to8PNK7bctqk-izfmb1DqpbcptPylA1xbJohT7FxaI0Ood-UXSbwYS06Or97PHFBt4Y9T_xcvomDQ_fr4hm3ohKevA8ye31FM6NnZ8xX7Cj3wjtUs_BFbsPBSQKC8QlYjXJMS/w400-h640/The%20painted%20bird%20(Houghton%20Mifflin,%201965).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Houghton Mifflin<br />Boston, diciembre 15 de 1965</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /></span></span><p></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> De 1965 data la edición príncipe de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">The Painted Bird</b>, impresa en Boston por
la editorial Houghton Mifflin. Y de 1976 data la edición revisada y aumentada
por el propio Kosinski. De ahí que en la traducción al español de Eduardo
Goligorsky, editada en la Península Ibérica por Pomaire (con pastas duras,
guardas y sobrecubierta), cuyo tiraje se terminó de imprimir en Badalona “el
día 26 de octubre de 1977”, se lea una nota que reza: “Esta nueva edición de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El pájaro pintado</i> incorpora algunos
materiales que no aparecieron en la primera.” Y que esté precedida por un
prefacio que el narrador fechó en “Ciudad de Nueva York, 1976”.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEHpT72SEpcPPhk2Iq9WujImF62JsIkXG0g1qGKZfEQ3-WIugzVUDsiWP8zBBOSGQxqscyreUEB1QCP-Wu-u1SzhkpqnCCpSnESnjneFZn2xQ2n4sbvXxd_9y3iGclqUPr3rgz92HjVsxANRp0ZNzTt_LxJwnKqHVyWXm-clJglBse6o1Od2MG8UgAAEZb/s1903/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(Pomaire,%201977).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1903" data-original-width="1359" height="639" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEHpT72SEpcPPhk2Iq9WujImF62JsIkXG0g1qGKZfEQ3-WIugzVUDsiWP8zBBOSGQxqscyreUEB1QCP-Wu-u1SzhkpqnCCpSnESnjneFZn2xQ2n4sbvXxd_9y3iGclqUPr3rgz92HjVsxANRp0ZNzTt_LxJwnKqHVyWXm-clJglBse6o1Od2MG8UgAAEZb/w458-h639/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(Pomaire,%201977).jpg" width="458" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Editorial Pomaire<br />Badalona, octubre 26 de 1977</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Vale apuntar que por entonces la extinta Editorial
Pomaire tenía distribución en Argentina, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador,
España, Estados Unidos, México, Uruguay y Venezuela. Y que la traducción de
Eduardo Goligorsky resulta tan lograda, envolvente y persuasiva que se tornó
canónica. De ahí que Debolsillo, sello editorial del consorcio transnacional
Penguin Random House, la haya reeditado, en 2011, en formato físico e iBook. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #783f04;">II de IX</span></b><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaett1drL9L57i4WdsqK7o2JBsIUwaD1VOrDBtKUQRVNNBTHfiYSMgtdFQhjkd04Uv2n4XfL4nKXk07-IlCJbAL0eUtBEAInOf2QwqIwJqW1ke3cYRvWihETmwKk038f6aP0opUGMGwU8JnEoN24SQNAnq2GvwJ9BjHeXGIyP8D7sIXn3hfwhUWaPRBOfi/s1852/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(Pomaire,%201977),%203ra%20de%20forros.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1852" data-original-width="958" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaett1drL9L57i4WdsqK7o2JBsIUwaD1VOrDBtKUQRVNNBTHfiYSMgtdFQhjkd04Uv2n4XfL4nKXk07-IlCJbAL0eUtBEAInOf2QwqIwJqW1ke3cYRvWihETmwKk038f6aP0opUGMGwU8JnEoN24SQNAnq2GvwJ9BjHeXGIyP8D7sIXn3hfwhUWaPRBOfi/w208-h400/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(Pomaire,%201977),%203ra%20de%20forros.jpg" width="208" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;"><b>El pájaro pintado</b><br />(Pomaire, 1977)<br />3a de forros</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br />En su prefacio, Jerzy
Kosinski, de manera mínima y somera, pero muy ilustrativa, esboza la censura y
proscripción de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">El pájaro pintado</b> en
su país natal y en los países del bloque “socialista” dominado por la bota
militar y totalitaria de la URSS. “Nunca se publicó en mi patria”, dice, “ni se
permitió su introducción”. Pero eso sí: “algunos diarios y revistas de Europa
oriental emprendieron una campaña contra la obra”. Por ejemplo, afirma:
“Indignados artículos de fondo de publicaciones controladas por el Estado
denunciaban que las autoridades norteamericanas me habían ordenado escribir <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El pájaro pintado</i> con fines políticos
ocultos.” E incluso esa campaña le pisó los talones en su departamento de
Manhattan, pues, dice, un día “Dos hombres robustos, vestidos con gruesas
gabardinas”, se presentaron con “el artículo del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">New York Times</i> sobre los ataques contra <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El pájaro pintado</i>” y con un par “de tubos de acero envueltos en periódicos”.
Los hombretones nunca lo habían visto y por ello no pudieron correlacionar la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">reproducción borrosa</i> de una vieja foto
suya que acompañaba el artículo, con la persona que tenían enfrente, quien se
hizo pasar por un primo de Kosinski y los instó a esperarlo. Ese par de matones
estaban allí, le dijeron, para “castigar a Kosinski por <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El pájaro pintado</i>, un libro que injuriaba a su país y ridiculizaba
a sus habitantes”. Maldecían al escritor y hablaban entre sí <i style="mso-bidi-font-style: normal;">utilizando el dialecto rural</i> que él entendía.
Según dice: “Permanecí callado, estudiando sus anchos rostros campesinos, sus
cuerpos rechonchos, sus gabardinas demasiado holgadas. Aunque separados por una
generación de las chozas con techo de paja, de la fétida vegetación de las
ciénegas y de los arados tirados por bueyes, continuaban siendo los campesinos
que había conocido. Parecían haber salido de las páginas de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El pájaro pintado</i>.” Así que con unos
tragos de vodka, un revólver oculto en el librero, varios disparos de la cámara
fotográfica, y una buena dosis de astucia y teatralización, Kosinski logró que
se largaran sin tocarle un pelo.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW3c8uVp9bJR7N0SF_k71uPgWfV3j4BGvhDC8n1-CLbvatGbOdKTP3e1i3vcAHGk-8mQySUWLB7dN3yjw5wwicc4P2A1MJMOOGy_Aad-hKq89QIvqjT6w3_o9GhkRpPM9CAX4tLbqUP57th2NbRvKjTtP0hRqPlnHMLquNmztuwZ8ioIOFwfQM7T7710hh/s1131/The%20painted%20bird%20(Houghton%20Mifflin,%201965).jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1131" data-original-width="733" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW3c8uVp9bJR7N0SF_k71uPgWfV3j4BGvhDC8n1-CLbvatGbOdKTP3e1i3vcAHGk-8mQySUWLB7dN3yjw5wwicc4P2A1MJMOOGy_Aad-hKq89QIvqjT6w3_o9GhkRpPM9CAX4tLbqUP57th2NbRvKjTtP0hRqPlnHMLquNmztuwZ8ioIOFwfQM7T7710hh/w259-h400/The%20painted%20bird%20(Houghton%20Mifflin,%201965).jpg" width="259" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Jerzy Kosinski</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Según reporta el novelista: “La campaña
contra el libro, que había sido generada en la capital del país [polaco], no
tardó en difundirse por toda la nación. En el curso de pocas semanas,
aparecieron varios centenares de artículos y un alud de chismes. La red de
televisión controlada por el Estado presentó una serie, ‘Sobre los pasos de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El pájaro pintado</i>’, con entrevistas a
personas que supuestamente habían estado en contacto conmigo o con mi familia
durante los años de la guerra. El director del programa leía un pasaje de la
novela, y luego presentaba al individuo que, según él decía, había inspirado al
personaje ficticio. Estos testigos ofuscados, a menudo analfabetos, estaban
despavoridos por lo que hipotéticamente habían hecho, y a medida que desfilaban
se les oía despotricar coléricamente contra el libro y su autor.” <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Y por lo que relata, esa campaña mediática también
proliferó en el mundillo intelectualoide prohijado y apapachado por el establishment
polaco, pues, según narra, por instancias del PEN Club, en la Gran Manzana le
sirvió de traductor y cicerón a una joven poeta que había llegado de Polonia
para una cirugía cardíaca. Ya de regreso en su país, dice, “me envió una carta,
por intermedio de otra persona, en la que me advertía que la unión nacional de
escritores había descubierto nuestra amistad y le exigía que escribiera un
cuento corto basado sobre su encuentro en Nueva York con el autor de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El pájaro pintado</i>. En la historia yo
aparecía como un hombre desprovisto de moral, un pervertido que había jurado
denigrar todo lo que su madre patria representaba. Al principio se había negado
a escribirla, explicando que como no sabía inglés no había leído la novela, y
que nunca había hablado de política conmigo. Pero sus colegas siguieron
recordándole que la unión de escritores había sufragado la operación y le
pagaba toda la atención médica postoperatoria. Insistieron en que, como era una
poetisa descollante y ejercía considerable influencia sobre los jóvenes, tenía
el deber de cumplir con su obligación patriótica y atacar, por escrito, al
hombre que había traicionado a su país.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Unos amigos me enviaron la revista
literaria semanal donde publicó el relato difamatorio solicitado. Yo intenté
comunicarme con ella por intermedio de nuestros amigos comunes para hacerle
saber que comprendía que la habían colocado en un compromiso ineludible, pero
nunca contestó. Pocos meses más tarde me enteré de que había sufrido una crisis
cardíaca que había producido su muerte.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcm9gO5bxav4qAIye5Le1SXlgwQ64VxWGHdVwmVrOS4HaYnT6zkgE6LZH2pZGzuUjzevIT0j5_B6tLu7wdwpt85H812XkFVTRfPxU5eESnxCFBuDvqYJbhUVxs5v7PQdsx6ioBhwionl_IJtsL13MCC5emUY0-IK6kAJ9vaK_LF9V5tZXgJGJW4oC3iLcK/s3274/L'oiseau%20bariol%C3%A9%20(Flammarion,%201966).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="3274" data-original-width="2532" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcm9gO5bxav4qAIye5Le1SXlgwQ64VxWGHdVwmVrOS4HaYnT6zkgE6LZH2pZGzuUjzevIT0j5_B6tLu7wdwpt85H812XkFVTRfPxU5eESnxCFBuDvqYJbhUVxs5v7PQdsx6ioBhwionl_IJtsL13MCC5emUY0-IK6kAJ9vaK_LF9V5tZXgJGJW4oC3iLcK/w494-h640/L'oiseau%20bariol%C3%A9%20(Flammarion,%201966).jpg" width="494" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">(Editions Flammarion, París, 1966)<br /><i><span style="text-align: left;">Prix du Meilleur Livre Étranger</span><span style="text-align: left;"> 1966</span></i></span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> No menos patético y sintomático sobre la
carencia de libertades, el control ideológico, la intolerancia, la manipulación,
la coerción y la represión impuesta en ese sistema autoritario y
antidemocrático, es el caso del notable escritor que elogió la novela y luego
se vio obligado a desdecirse. Jerzy Kosinski, sin precisar, alude la versión
francesa, traducida por Maurice Pons, editada en París, en 1966, por Flammarion,
con el título <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">L’oiseau bariolé</b>, que ese
año mereció el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Prix du Meilleur Livre
Étranger</i> (Premio al mejor libro extranjero): “Uno de los mejores y más
respetados autores de Europa oriental leyó la versión francesa de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El pájaro pintado</i> y elogió la novela en
su reseña bibliográfica. Pronto la presión gubernamental lo obligó a
retractarse. Publicó su opinión revisada y luego la completó con una ‘Carta
abierta a Jerzy Kosinski’ que apareció en la revista que él mismo dirigía. En
ella, me advertía que yo, como otro novelista premiado que había traicionado su
lengua nativa para adoptar un idioma extranjero y alabar al decadente
Occidente, terminaría mis días suicidándome en un sórdido hotel de la Riviera.”
(Vale contrastar que Kosinski sí terminó suicidándose, pero por otros motivos.
Lo hizo a los 58 años el 3 de mayo de 1991. Según se lee en Wikipedia, tomó “una
dosis mortal de barbitúricos, su habitual ron con Coca Cola y asegurándose del
resultado introduciendo su cabeza en una bolsa de plástico”. Y de irónico colofón
“Dejó una nota” que se publicó el siguiente 13 de mayo en el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Newsweek</i>: “Me he ido a dormir por un
rato mayor de lo habitual. Llamad Eternidad a ese rato.”)<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Pero el acoso a su madre, en Lodz —la
ciudad polaca donde el escritor nació el 14 de junio de 1933— sin duda lo
trastocó sobremanera. Según narra en su prefacio: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Cuando se publicó <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El pájaro pintado</i>, mi madre, que era mi único familiar consanguíneo
sobreviviente, ya frisaba los sesenta y había sido operada dos veces de cáncer.
Al descubrir que aún vivía en la ciudad donde yo había nacido, el principal
diario local publicó artículos injuriosos en los que la acusaban de ser la
madre de un renegado, al mismo tiempo que instigaba a los fanáticos y a las
multitudes de vecinos enardecidos a arremeter contra su casa. La policía se
presentó a la llamada de la enfermera de mi madre, pero se limitó a permanecer de brazos cruzados, simulando controlar a quienes se autoerigían en defensores de la justicia. </span></span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: georgia;"> </span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS1cmQpheyBROCfAgBKX5ecMQ-O81YNbV1vBTX1OroCfaV02pFe6pCVoOoakYYiFh7qL5odhcVJ_kIpIKVpvADnEPaMyegs6kJXVSylsgSBkimgkU1xDEXMWSywAXdwusiFS1JMXOzu1O15cKepAdkONbTw5E25thjEvjrEF7z3RIolgH2Og0fycsbsFt-/s1149/Jerzy%20Kosinski%20en%201973,%20foto%20de%20Rob%20Mieremet.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1149" data-original-width="862" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS1cmQpheyBROCfAgBKX5ecMQ-O81YNbV1vBTX1OroCfaV02pFe6pCVoOoakYYiFh7qL5odhcVJ_kIpIKVpvADnEPaMyegs6kJXVSylsgSBkimgkU1xDEXMWSywAXdwusiFS1JMXOzu1O15cKepAdkONbTw5E25thjEvjrEF7z3RIolgH2Og0fycsbsFt-/s320/Jerzy%20Kosinski%20en%201973,%20foto%20de%20Rob%20Mieremet.jpg" width="240" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Jerzy Kosinski en 1973<br />(Foto: Rob Mierment)</span></td></tr></tbody></table><span style="font-family: georgia;"><br /> “Cuando un viejo condiscípulo me telefoneó
a Nueva York para comunicarme, furtivamente, lo que sucedía, movilicé todo el
apoyo que pude obtener de organizaciones internacionales, pero durante meses
mis esfuerzos parecieron vanos, porque los vecinos coléricos, ninguno de los
cuales había leído realmente mi libro, continuaron sus ataques. Por fin, los
funcionarios gubernamentales, fastidiados por las presiones que ejercían las
organizaciones extranjeras interesadas en el problema, ordenaron a las
autoridades municipales que trasladaran a mi madre a otra ciudad. Permaneció
allí durante algunas semanas, hasta que amainaron las agresiones, y después se
trasladó a la capital, dejando todo atrás. Con la ayuda de algunos amigos pude
mantenerme al tanto de su paradero y enviarle dinero regularmente.</span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Aunque la mayor parte de su familia había
sido exterminada en el país que ahora la perseguía, mi madre se negaba a
emigrar, e insistía en que deseaba morir y ser sepultada junto a mi padre, en
la tierra donde había nacido y donde todos los suyos habían sucumbido. Cuando
falleció, su muerte se utilizó como medio para abochornar e intimidar a sus
amigos. Las autoridades no permitieron publicar ningún anuncio del funeral y la
simple noticia de su fallecimiento sólo apareció varios días después del
entierro.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: center;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span><span style="font-family: georgia; text-indent: 0cm;"><b><span style="color: #783f04;">III de IX</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgFbBFRU42Inf9dM9asGuqIGvTClnVz8jzrPyPyPdy9KFMPsM_fb3UMvw7wKdRAYEBrj-EH_TLqPfCMfd62B9Tt-tWtr1juTUDHGz3fuE1jmCS2swmOdERjbVfHFB1HkD5FCJI6QuHCeCt63ED-5Ui7dXmidrkBWjezOwrYI1kepUPTT4xBah2ZGxtxqTU/s588/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="331" data-original-width="588" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgFbBFRU42Inf9dM9asGuqIGvTClnVz8jzrPyPyPdy9KFMPsM_fb3UMvw7wKdRAYEBrj-EH_TLqPfCMfd62B9Tt-tWtr1juTUDHGz3fuE1jmCS2swmOdERjbVfHFB1HkD5FCJI6QuHCeCt63ED-5Ui7dXmidrkBWjezOwrYI1kepUPTT4xBah2ZGxtxqTU/s320/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Fotograma de <i>El pájaro pintado</i> (2019)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br />En su prefacio, Jerzy
Kosinski refiere “una costumbre campesina que había observado durante mi
infancia. El entretenimiento favorito de uno de los aldeanos consistía en
atrapar aves, pintarles las plumas, y soltarlas luego para que se reunieran en
bandadas. Cuando dichos pájaros refulgentes de colores buscaban la protección
de sus semejantes, éstos los veían como intrusos amenazadores, atacaban a los
descastados hasta matarlos. Resolví enmarcar yo también mi obra en un
territorio mítico, en el presente ficticio intemporal, libre de las ataduras de
la geografía y la historia. Mi novela se titularía <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El pájaro pintado</i>.” Vale objetar, no obstante, que si bien la obra
se sucede en un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">territorio mítico</i> e
imaginario: el de la novela contada por la omnisciente, minuciosa e ingenua voz
de un niño, su <i style="mso-bidi-font-style: normal;">presente ficticio</i> no
resulta <i style="mso-bidi-font-style: normal;">intemporal</i>, ni <i style="mso-bidi-font-style: normal;">libre de las ataduras de la geografía y la
historia</i>. Esto se advierte desde el primer párrafo del primer capítulo,
pues la obra inicia los veinte capítulos que la integran con un breve proemio
en cursiva, que es la única parte en la que narra una impersonal voz narrativa
que sitúa al lector en el tiempo y en el espacio: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Durante las primeras semanas de la Segunda Guerra Mundial, en el otoño
de 1939, los padres de un niño de seis años de una gran ciudad de la Europa
oriental, lo enviaron, como a miles de otras criaturas, al abrigo de una lejana
aldea</i>. Lo cual se complementa con el hecho contundente de que la novela (con
sus mil y un sucesos y minucias) concluye seis años después, en 1945, cuando el
protagonista ya tiene doce años y los nazis han sido expulsados y derrotados
por el ejército soviético, quien ahora controla ese territorio de la Europa
oriental e impone la ideológica comunista y atea, deificando la emblemática figura
de Stalin; y lo que se observa en el entorno donde ahora se mueve y narra el
niño son los desastres de la postguerra; o sea, para decirlo con Andrezj Wajda:
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">el paisaje después de la batalla</i>. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXO8yzQX1qy3z0qhnXYzytDagjfi4Wr77gTZiEbTpWEomOcmE6Wpl5oSEM-TIIOOpaEBCrTljdVKjZeb0YQugfEmNjXm9oXQdX46amIydn_LxmgvovQoqpE2RkDh2x5BJ5b4L1mX9Hzsb_ijN3YBseNQFRUqFP2-iveWaKlLXcTLlVLgkBVQtnGMxRBV1s/s225/Jerzy%20Kosinski%20con%20Daniel%20Olbrychski.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="225" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXO8yzQX1qy3z0qhnXYzytDagjfi4Wr77gTZiEbTpWEomOcmE6Wpl5oSEM-TIIOOpaEBCrTljdVKjZeb0YQugfEmNjXm9oXQdX46amIydn_LxmgvovQoqpE2RkDh2x5BJ5b4L1mX9Hzsb_ijN3YBseNQFRUqFP2-iveWaKlLXcTLlVLgkBVQtnGMxRBV1s/w400-h400/Jerzy%20Kosinski%20con%20Daniel%20Olbrychski.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Jerzy Kosinski con el actor polaco Daniel Olbryschki,<br />protagonista de <i>Paisaje después de la batalla</i> (1970),<br />película dirigida por el cineasta polaco Andrzej Wajda.</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Y en lo que corresponde a la transposición
novelada de esa costumbre campesina de pintar un pájaro y soltarlo para que en
el aire lo ataquen y maten sus congéneres, esto ocurre en el capítulo cinco,
cuando el niño protagonista convive con el pajarero Lej. Lej, que imita el silbido
de los pájaros y los atrapa con trampas para intercambiarlos por víveres y
utensilios, sostiene un vínculo sexual con la Estúpida Ludmila; una mujer
semidesnuda, alta y esbelta, de grandes pechos y fuertes pantorrillas,
ninfómana y deficiente mental, que sobrevive escondida en el bosque aledaño a la
aldea, acompañada por un enorme perro. Ludmila desparece un tiempo; y Lej, para
atraerla hacia él, pinta un pájaro con pestilentes colores que él elabora y lo
suelta al vuelo para que sus congéneres lo maten a picotazos en el aire. Esto
lo repite varias veces y varios días sin que Ludmila se haga presente; mientras
Lej, ansioso y deprimido, se pierde en el bosque para aturdirse con el vodka
casero. Cuando reaparece Ludmila, a la fuerza y con algún cintarazo, intenta
que el niño de siete años la fornique. Esto lo observan varios campesinos que
dejan sus labores para desfogarse con ella. Un grupo de mujeres (quizá madres,
esposas, hermanas o novias de esos aldeanos) se acercan a la fornicación
armadas con rastrillos, palas y palos. Los hombres se alejan a la carrera y
observan a la distancia. Las mujeres matan al perro con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">golpes salvajes de pala</i> y someten y golpean a Ludmila: <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqFBCcPkLeicoWH1B-u1qTT9kh_QyoT7Oa4aiZq5hS-0c9Xj9zW0dI7dFQaOi3BPVZNg-GbE7xQUSfcMK79-10Dln98R3jCBQiOaOiyxTup0OENoBk31uZoNZyUR6ea0SAp8j0NWs_Q0n6Kj8vzpMBntLZjxRxjeALHwFkb9vFIRzOg415PFRejh96pFvb/s1920/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="804" data-original-width="1920" height="269" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqFBCcPkLeicoWH1B-u1qTT9kh_QyoT7Oa4aiZq5hS-0c9Xj9zW0dI7dFQaOi3BPVZNg-GbE7xQUSfcMK79-10Dln98R3jCBQiOaOiyxTup0OENoBk31uZoNZyUR6ea0SAp8j0NWs_Q0n6Kj8vzpMBntLZjxRxjeALHwFkb9vFIRzOg415PFRejh96pFvb/w640-h269/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Fotograma de <i>El pájaro pintado</i> (2019)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “La Estúpida Ludmila sangraba profusamente.
Sobre su cuerpo atormentado aparecieron hematomas azules. Gemía con voz
potente, arqueaba la espalda y temblaba, esforzándose en vano por liberarse.
Entonces se acercó una de las mujeres, empuñando una botella tapada y llena de
estiércol negruzco. En medio de las risas roncas y los gritos de estímulo de
sus compañeras, se arrodilló entre las piernas de Ludmila e insertó la botella
dentro de la vagina maltratada y ultrajada, mientras ella chillaba como una
bestia. De pronto, una de ellas pateó con todas sus fuerzas el fondo de la
botella que asomaba por el bajo vientre de la Estúpida Ludmila. Se oyó el ruido
apagado de vidrios que se hacían añicos dentro de ella. Luego todas las mujeres
asestaron puntapiés y la sangre saltó a borbotones alrededor de sus botas y sus
pantorrillas. Cuando acabaron con ese ejercicio, Ludmila estaba muerta.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> En el suceder de la novela, esto es sólo un
botón de muestra de la crudeza, crueldad, deshumanización e impunidad que
pulula entre los romos habitantes de las aldeas (supersticiosas, xenofóbicas, rezagadas,
incultas y analfabetas) entre las que se desplaza y subsiste el menor. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia; text-indent: 0cm;"><b><span style="color: #783f04;">IV de IX</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfKzgkhc_s7DySWUzVupMsSzTGOp6owST6aTFYzboQmlMhc6BfL1AJ_h7Km5chucgM79sYVhS5UUDxINqiHWuYPKXIsjnLeIdvBmXqW_keT_NhV27gacBwuTe9yZ0EwvbkfqMiFGo5BJnZpfeP83hY8Ykca6GItaLVslQj4YsE3igtiM4rO8nZd2Ughsi0/s271/Jerzy%20Kosinski%20de%20ni%C3%B1o.jpg" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="271" data-original-width="186" height="271" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfKzgkhc_s7DySWUzVupMsSzTGOp6owST6aTFYzboQmlMhc6BfL1AJ_h7Km5chucgM79sYVhS5UUDxINqiHWuYPKXIsjnLeIdvBmXqW_keT_NhV27gacBwuTe9yZ0EwvbkfqMiFGo5BJnZpfeP83hY8Ykca6GItaLVslQj4YsE3igtiM4rO8nZd2Ughsi0/s1600/Jerzy%20Kosinski%20de%20ni%C3%B1o.jpg" width="186" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Jerzy Kosinski</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br />A parecer, Jerzy
Kosinski, quien era un niño durante la Segunda Guerra Mundial, también fue
alejado de sus padres y escondido en una aldea para protegerlo de los nazis.
Pero esto no significa que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">El pájaro
pintado</b> sea una novela autobiográfica, testimonial y realista en sentido
estricto; suponerlo, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">a priori</i>, además
de entrar en un debate desenfocado, anacrónico y caduco, implica plantear una
perogrullada, un inútil bizantinismo. No obstante, desde la imaginación y el
cruento y cruel drama imaginario y literario, sí es una exploración de las
zonas más oscuras y controvertidas que signan el comportamiento y la psique
humana desde la noche de los tiempos. Y para lograrlo y condensarlo, se
transluce que Kosinski se documentó en mil y una minucias relativas a la flora
y fauna y a la geografía de la Europa oriental, a las creencias, cuentos
populares, supersticiones y supercherías de los aldeanos fanáticos, xenofóbicos
y de pocas luces; y no sólo en anécdotas, testimonios y documentos históricos
concernientes a lo ocurrido en la zona durante la ocupación nazi, como son los
campos de concentración y los crematorios distribuidos en el territorio; las
casamatas militares abandonadas por los alemanes y los puestos artillados de éstos en los puentes de los
ríos y en las estaciones del ferrocarril; más los trenes de carga, atestados de
gitanos y judíos, que cruzaban los campos y las inmediaciones de las chozas de
piso de tierra y sin luz eléctrica; y la satanización y persecución de gitanos
y judíos ocultos en algún sitio de las aldeas.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Sobre este último abrevadero, por ejemplo,
en su prefacio transcribe el testimonio de “una sobreviviente de diecinueve
años que describió el castigo aplicado a una aldea de Europa oriental que había
concedido asilo a un enemigo del Reich: ‘Vi cómo los alemanes llegaban junto
con los calmucos para pacificar la aldea —escribió la joven—. Fue una escena
pavorosa, que perdurará en mi memoria hasta que muera. Después de rodear la
aldea, empezaron a violar a las mujeres, y luego dieron la orden de quemarla
junto con todos sus habitantes. Fuera de sí, aquellos salvajes acercaron teas a
las casas, y quienes huían eran acribillados a tiros o arrojados nuevamente a
las llamas. Les arrebatan los hijos a las madres y los lanzaban al fuego. Y
cuando las mujeres desconsoladas corrían para salvar a sus niños, les pegaban
un tiro primero en una pierna y luego en la otra. Sólo las mataban cuando
consideraban que ya habían sufrido bastante. Esa orgía duró todo el día. Al
anochecer, cuando los alemanes se fueron, los aldeanos regresaron lentamente
para rescatar los despojos. Lo que vimos fue horrible: los maderos humeantes y
los restos de los incinerados en las proximidades de las cabañas. Detrás de la
aldea, los campos estaban cubiertos de cadáveres; aquí, una madre con su hijo
en brazos y con la cara salpicada por los sesos de la criatura; más allá, un
niño de diez años con su libro de lectura en la mano.’ Todas las aldeas de
Europa oriental conocieron episodios de esa naturaleza, y centenares de
comunidades corrieron una suerte parecida.” Comenta Jerzy Kosinski, quien en su
prefacio dice: “Tal vez la mejor prueba de que no exageré la brutalidad y la
crueldad que caracterizaron a los años de guerra en Europa oriental, la
constituye el hecho de que algunos de mis antiguos compañeros de escuela, que
consiguieron ejemplares clandestinos de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El
pájaro pintado</i>, escribieron luego que la novela era un relato bucólico
cuando se la comparaba con las experiencias que tantos de ellos y sus familias
padecieron durante la conflagración.” Y en el capítulo quince narra, a través
de los ojos del niño y de un modo muy visual, descarnado e impresionante, el brutal
y feroz ataque a una aldea. </span></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5fotf3DSoGJ3glBAxjCxbplirRYirJ558phIpWNqtA4j5u-POjipGYctCIhbdFMsbWnnf3vm9XnyEWSZ83vPTiAJ2DjXvzf8_TT3ZtYnd766HcVHCv3pi3cuRtttz6_YX7pNKuUwBZ4yhN69OanIWuN4tA1zOW1p0WCy7amewfdXC2G-83GEkkAKxa_UP/s1800/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1800" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5fotf3DSoGJ3glBAxjCxbplirRYirJ558phIpWNqtA4j5u-POjipGYctCIhbdFMsbWnnf3vm9XnyEWSZ83vPTiAJ2DjXvzf8_TT3ZtYnd766HcVHCv3pi3cuRtttz6_YX7pNKuUwBZ4yhN69OanIWuN4tA1zOW1p0WCy7amewfdXC2G-83GEkkAKxa_UP/w400-h266/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Fotograma de <i>El pájaro pintado</i> (2019)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> En la película de Václav Marhoul lo hace una horda
de cosacos a caballo. Pero en la novela de Kosinski se trata de una caterva de
jinetes, llamados calmucos por sus rasgos mongoles, quienes arriban a galope
tendido después de la huida de los nazis ante el avance y la inminente llegada
del ejército soviético. Esos calmucos, armados de rifles y sables, portan
“uniformes alemanes verdes con botones brillantes y quepis calados hasta los
ojos”. Y según narra la cronista voz del niño: “Los campesinos decían que
cuando el hasta entonces invencible ejército alemán había ocupado un vasto
territorio soviético, se le habían sumado muchos calmucos, la mayoría de ellos
voluntarios, y desertores del ejército ruso. Como odiaban a los soviéticos se
aliaron a los alemanes, que les permitían saquear y violar según lo estipulado
por sus costumbres guerreras y sus tradiciones varoniles. Por eso enviaban a
los calmucos a las aldeas y ciudades a las que querían castigar por alguna
transgresión, y sobre todo a aquellas que se levantaban en los lugares por
donde debía pasar en su avance el ejército rojo.” Y de hecho, los asesinatos,
torturas, destrozos, incendios de las chozas, y las frenéticas y delirantes
violaciones de las mujeres (incluida una niña de unos cinco años) son
interrumpidas por la llegada del ejército soviético. Los calmucos tratan de
huir y esconderse. Y quienes no son ejecutados al rendirse, son colgados de los
árboles. Según narra el niño:<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWSfa99_ovWaR_zTAUoCWOlgc44z8STKMq9CLLGDcJ736ZGEjkwe73CNJQrWGKGGCDIm2RJ1oPikcKYOSgnyooBanB3FMkK5nfaPYld9r4rnl06OXJyUb4iLj1l5CiQcAsGK14I8hXUTaYQVAldU5qBc-y-9DUMYV1pemGTrjjR5DZWIJe2jP00f9rLSTS/s600/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="398" data-original-width="600" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWSfa99_ovWaR_zTAUoCWOlgc44z8STKMq9CLLGDcJ736ZGEjkwe73CNJQrWGKGGCDIm2RJ1oPikcKYOSgnyooBanB3FMkK5nfaPYld9r4rnl06OXJyUb4iLj1l5CiQcAsGK14I8hXUTaYQVAldU5qBc-y-9DUMYV1pemGTrjjR5DZWIJe2jP00f9rLSTS/w400-h265/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Fotograma de <i>El pájaro pintado</i> (2019)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “A los calmucos se les veía desde lejos:
colgaban de los árboles como piñas gigantescas, desprovistas de savia. Cada uno
ocupaba un árbol distinto, suspendido por los tobillos, con las manos atadas
detrás de la espalda. Los soldados soviéticos, de rostros cordiales y
sonrientes, se paseaban liando cigarrillos con trozos de periódico. Aunque los
soldados no permitían que los campesinos se acercaran, algunas mujeres, que
reconocieron a sus martirizadores, empezaron a maldecirlos y a arrojar pedazos
de madera y puñados de tierra contra los cuerpos que pendían fláccidamente.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZqfKLgfjb-qd4A2w857NYsMM8L141V68bAdsCzsuOXhWq0c0QwThjVBzAYV8-abkzSJ3Hc6RkiUlVK6coijZ4okkIlQ8XVOGQPuEEfigZo7H1iq1zc4c18hlJfVbeHv7scxOg1N_fNu2a-KBA5_cCcTm3Con-Uo6VrTeOAawNgT5fJBuiwwBOnirF02UJ/s1200/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="503" data-original-width="1200" height="269" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZqfKLgfjb-qd4A2w857NYsMM8L141V68bAdsCzsuOXhWq0c0QwThjVBzAYV8-abkzSJ3Hc6RkiUlVK6coijZ4okkIlQ8XVOGQPuEEfigZo7H1iq1zc4c18hlJfVbeHv7scxOg1N_fNu2a-KBA5_cCcTm3Con-Uo6VrTeOAawNgT5fJBuiwwBOnirF02UJ/w640-h269/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Fotograma de <i>El pájaro pintado</i> (2019)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Las hormigas y las moscas se paseaban
sobre los calmucos colgados. Se metían en sus bocas abiertas, en sus fosas
nasales y en sus ojos. Anidaban en sus orejas y pululaban sobre su pelo.
Llegaban por millares y se disputaban el lugar más apetecible.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Los hombres se mecían a merced del viento
y algunos de ellos giraban lentamente, como salchichas que se estuvieran
ahumando sobre el fuego. Otros se estremecían y emitían un chillido o un
susurro ronco. Varios parecían muertos. Colgaban con los ojos muy abiertos, sin
parpadear, y las venas del cuello se les habían hinchado monstruosamente. Los
campesinos encendieron una fogata cerca de allí, y familias íntegras miraban a
los calmucos suspendidos, recordando sus crueldades y regocijándose ante el fin
que habían encontrado.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia; text-indent: 0cm;"><b><span style="color: #783f04;">V de IX</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">En el citado proemio en
cursiva se lee sobre el itinerario inicial del niño, quien corporifica la voz
de un arquetipo infantil del que nunca se sabe su nombre: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Los
pueblos donde habría de pasar los cuatro años siguientes pertenecían a un grupo
étnico distinto de su región natal. Los campesinos locales, aislados y unidos
entre sí por lazos de consanguinidad, eran de tez blanca, rubios y de ojos
azules o grises. El niño tenía la piel cetrina, pelo oscuro y ojos negros.
Hablaba el lenguaje de la clase culta, apenas inteligible para los campesinos
del Este.<o:p></o:p></span></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: georgia;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES"> Pensaban
que era un gitano o un judío fugitivo, y los individuos y las comunidades que
daban asilo a gitanos o judíos, a quienes les estaban reservados los ghettos y
campos de exterminio, corrían el riesgo de ser implacablemente castigados por
los alemanes</span></i><span lang="ES">.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Vale apuntar que debido a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">las actividades antinazis que el padre había
protagonizado antes de la guerra</i>, él y su mujer tuvieron que esconderse <i style="mso-bidi-font-style: normal;">para evitar que los enviaran a un campo de
trabajos forzados en Alemania o que los encerraran en un campo de concentración</i>.
Así que, para proteger al hijo se lo encomendaron, por una suma, a un hombre
que le encontró refugio con una mujer (Marta) que muere dos meses después (al
parecer de un infarto), dejando al chiquillo a la deriva tras el accidental
incendio de la cabaña que él mismo provoca. Pero hay que objetar que el niño
sobrevive más de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cuatro años</i> entre
las aldeas, los bosques y las marismas, pues en la última aldea donde estuvo
fue donde ocurrió el arribo de los calmucos, seguido del arribo de los
soviéticos, quienes a la vera del río, donde estuvo un puente y una guarnición
nazi, montan una posta de comunicaciones, dado que conforman un “regimiento de
comunicaciones”. En el hospital de ese regimiento el niño convalece unas
semanas, debido a la herida interior que le causó un calmuco con un culatazo en
el pecho y lo dan de alta cuando ya “corría el otoño de 1944”. Los militares soviéticos
lo protegen y son amistosos con él, sobre todo sus cercanos mentores: Gavrila,
un oficial político del regimiento; y Mitka el Cuclillo, un experto francotirador
e instructor de tiro que ostenta “el título de Héroe de la Unión Soviética”, y
secreto y camuflado oficiante de la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ley
del talión</i>. Gavrila es quien le enseña a leer el ruso, pese a su traumática
mudez, cuando “ya tenía más de once años”. Al momento de despedirse, porque el
regimiento se va y a él lo destinan a un orfanatorio ubicado en una “ciudad
industrial, la mayor del país”, “la misma donde había vivido antes de la
guerra” (quizá Lodz), le encarga ser un buen comunista y leer los libros rusos
que le regala y el periódico <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Pravda</i>;
cosa que él hace con fidelidad, día a día —ataviado con su uniforme de soldado
soviético a la medida (incluida “una pequeña pistola de madera, con el retrato
de Stalin a un lado y el de Lenin al otro”)— para enterarse de las andanzas y
avances del ejército de la URSS, entreviendo la promesa y la ilusión de que
cuando termine la contienda, si nadie reclama su paternidad, Gavrila vaya por
él al orfanatorio y se lo lleve a vivir al “paraíso humanitario” de la Unión
Soviética. Según dice: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh15XzRBcyObkrnPGb1w1LC6LxO3GhSGHrPu5C2JpaBC_yOjXXTIMudSd-M7U7hsUle1xQA3Ok6YEy2Q_Pi6CDzKNJBHpVak8P_7i2iXGVK2qgqkQ2PF5Wu6QSszqHbQAEbqVYeN_v705eaPHgLbGUDSdNizBgWbTyiCa-dLETmlTMRdRhrztTiXWqIaYuL/s1148/Le%C3%B3n%20Tolst%C3%B3i%20y%20M%C3%A1ximo%20Gorki%20(1900).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1148" data-original-width="800" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh15XzRBcyObkrnPGb1w1LC6LxO3GhSGHrPu5C2JpaBC_yOjXXTIMudSd-M7U7hsUle1xQA3Ok6YEy2Q_Pi6CDzKNJBHpVak8P_7i2iXGVK2qgqkQ2PF5Wu6QSszqHbQAEbqVYeN_v705eaPHgLbGUDSdNizBgWbTyiCa-dLETmlTMRdRhrztTiXWqIaYuL/w279-h400/Le%C3%B3n%20Tolst%C3%B3i%20y%20M%C3%A1ximo%20Gorki%20(1900).jpg" width="279" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">León Tolstói y Máximo Gorki</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Mi primer libro lo leí con ayuda de
Gravila. Se titulaba <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mi infancia</i>, y
su protagonista, un niño como yo, perdía a su padre en la primera página. Leí
el libro varias veces y me llenó de esperanza. Su protagonista tampoco había
tenido una vida fácil. Después de la muerte de su madre quedó totalmente solo,
pero, a pesar de las múltiples dificultades se convirtió, según dijo Gavrila,
en un gran hombre. Se trataba de Máximo Gorki, uno de los mejores escritores
soviéticos. Sus libros llenaban muchos estantes de la biblioteca del regimiento
y eran conocidos en todo el mundo.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: center;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span><span style="font-family: georgia; text-indent: 0cm;"><b><span style="color: #783f04;">VI de IX</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Si bien el niño tiene <i style="mso-bidi-font-style: normal;">aspecto de gitano</i>, al parecer no lo es,
dado que no posee ni recuerda nada de la cultura y las tradiciones gitanas (ni
de las judías). No obstante, los virulentos, obtusos y supersticiosos aldeanos
lo tildan, fóbicos y con desprecio, de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">bastardo
gitano</i> o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">expósito gitano</i>, y temen
el supuesto poder maléfico y diabólico de sus ojos negros, y no dudarían en
entregarlo a los nazis para que lo encierren o exterminen. De hecho, hay un
episodio en el capítulo diez donde un par de aldeanos son comisionados, por un
grupo guerrillero que expolia esa aldea robando cerdos, gallinas y otros
víveres (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">ídem</i> los nazis), para que lo
trasladen atado en un carromato, junto a un judío ex terrateniente que estuvo
oculto, y lo entreguen a un cuartel alemán. Allí el niño ve por primera vez a
un rutilante y rubio oficial de las SS <i style="mso-bidi-font-style: normal;">vestido
con un uniforme negro como el hollín</i>: “su rostro estaba iluminado por el
sol, y era de una belleza prístina y cautivadora. Su tez tenía el color de la
cera, y su pelo rubio era tan suave como el de un bebé. En otro tiempo, en una
iglesia, había visto un rostro igualmente delicado. Estaba pintado sobre un
muro, bañado en la música del órgano, y sólo lo acariciaba la luz de las
vidrieras.” Al judío lo ejecutan <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ipso
facto</i> por gritarle “cerdo” al oficial de las SS; y el niño, por una extraña
misericordia de ese oficial nazi, es expulsado del cuartel y prácticamente cae
en los brazos del cura que minutos antes había defendido, al judío y al niño,
de los insultos, golpes, escupitajos, basuras y piedras lanzados por la
desarrapada e <i style="mso-bidi-font-style: normal;">infame turba de nocturnas
aves</i> de rapiña. Y en el capítulo siete, el niño ha estado escondiéndose en
la cabaña de un herrero para el que trabaja, cuando no hay moros con
tranchetes, por la comida y el techo de paja; quizá hubo un chivatazo, pues un
grupo guerrillero llega y hace un registro en la vivienda; golpean y torturan
al herrero, a su esposa, a su hijo y a los dos jornaleros; y al niño, tras
descubrirlo oculto en el desván, lo atan de pies y manos. Y en un carromato, por
orden de esos guerrilleros, dos campesinos lo llevan hasta la posta alemana
ubicada en la estación del tren. El joven oficial que lo observa, le ordena algo
a un viejo soldado nazi, quien lo desata del carromato y atado se lo lleva de
allí andando por las vías del tren, junto a una lata de gasolina que le
entregaron. El niño, dice, “estaba seguro de que el soldado tenía la orden de
pegarme un tiro, empapar mi cuerpo de gasolina y quemarlo”. Pero de eso se
salva porque, a la mera hora, el viejo soldado nazi lo insta a que huya hacia
el bosque y él lo hace corriendo a pata pelada (va descalzo). Y según dice: <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><o:p></o:p></i></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgl65YnvtyZZIZVjCubx3IYfSRBt8FEShWMRmBIcPHKpikGQ8hNVBlGKphQoxN4ImbM5LtVqhHGSbIxPghYw8zt1ciJ2X2mMOHa-mk3Dq6gNnwOEKYUsDaxlR9wFnVdAv8uxxsZc4bZWNZrx1bRsRdx9Yeq6FQ2cfiK69wNpFN48jFFBLJh06JYvDHV_zo3/s695/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="463" data-original-width="695" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgl65YnvtyZZIZVjCubx3IYfSRBt8FEShWMRmBIcPHKpikGQ8hNVBlGKphQoxN4ImbM5LtVqhHGSbIxPghYw8zt1ciJ2X2mMOHa-mk3Dq6gNnwOEKYUsDaxlR9wFnVdAv8uxxsZc4bZWNZrx1bRsRdx9Yeq6FQ2cfiK69wNpFN48jFFBLJh06JYvDHV_zo3/w400-h266/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Fotograma de <i>El pájaro pintado</i> (2019)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Mientras yacía escuchando los ruidos del
bosque, oí dos detonaciones que provenían de la vía del ferrocarril. Al
parecer, el soldado simulaba mi ejecución.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Los pájaros se despertaron y empezaron a
agitarse entre el follaje. Una lagartija saltó de una raíz, junto a mí, y me
miró atentamente.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Podría haberla
reventado de un manotazo, pero estaba demasiado cansado.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Y sólo hasta el capítulo nueve, cuando ya
ha corrido mucha tinta, el niño menciona que su padre <i style="mso-bidi-font-style: normal;">era rubio y de ojos azules</i> y su <i style="mso-bidi-font-style: normal;">madre
era morena</i>. Es decir, es mestizo, si acaso no fue adoptado o quizá sólo es
hijo biológico de ella. Y se infiere que sus padres antinazis tenían una
posición acomodada, atea y culta, dada las características del apartamento
familiar donde vivían antes de la guerra, y por los relatos y poemas que le
leían y contaban su madre y alguna niñera. De ahí que en el capítulo ocho, pese
que en esa aldea lo maltratan y menosprecian por suponerlo un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">bastardo gitano</i>, su “amo” a veces lo utiliza
de loro negro, o negro rapsoda, y por ello lo embriaga para que recite los
poemas y cuentos que se sabe de memoria. Según narra:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Mi amo era muy respetado y le invitaban a
menudo a las bodas y festejos locales. A veces, cuando los niños estaban de
buen talante y ni su esposa ni su suegra se oponían, me llevaba también. En
esas recepciones me ordenaba que hablara a los huéspedes en mi jerga urbana, y
que recitara los poemas y las narraciones que mi madre y las niñeras me habían
enseñado antes de la guerra. Comparado con el dialecto local, suave y
arrastrado, mi lenguaje ciudadano, lleno de consonantes duras que tableteaban
como fuego de ametralladoras, sonaba como una parodia. Antes de la función, mi
granjero me obligaba a beber de un solo trago un vaso de vodka. Yo me
tambaleaba, enredándome en los pies, y a duras penas conseguía llegar al centro
de la estancia.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Iniciaba el espectáculo inmediatamente,
esforzándome por no mirar<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>los ojos o los
dientes de los invitados. [Creen que puede causarles algún mal y cada diente
contado dizque significa un año menos de vida.] Siempre que recitaba poesías a
toda velocidad, los campesinos abrían desmesuradamente los ojos, atónitos, y
pensaban que yo estaba loco y que mi discurso atropellado era el síntoma de una
dolencia.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg70AhrrfKa7LeBg6OZFMMblo7mO-9CDBv5HRU14IBd7CR8_-Cf2kF3D9hkQzQ_Qk7tDBmIkcUP8KEcenBVcvvGRzSlfYV8RDcS5rTLUgUJd6deeGdrwepsBI85TBk7ZtpzeMG34MmQb2ZlVrCpb744WnDqMV8EUkW1XurZJhgbgEVssF_JlpTx8PSdNZ1D/s251/Mickey%20Mouse.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="201" data-original-width="251" height="160" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg70AhrrfKa7LeBg6OZFMMblo7mO-9CDBv5HRU14IBd7CR8_-Cf2kF3D9hkQzQ_Qk7tDBmIkcUP8KEcenBVcvvGRzSlfYV8RDcS5rTLUgUJd6deeGdrwepsBI85TBk7ZtpzeMG34MmQb2ZlVrCpb744WnDqMV8EUkW1XurZJhgbgEVssF_JlpTx8PSdNZ1D/w200-h160/Mickey%20Mouse.jpg" width="200" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> “Las fábulas y las historias en verso de
animales les hacían prorrumpir en carcajadas. Cuando escuchaban la historia de
la cabra que recorría el mundo en busca de la capital de Chivolandia, o las del
gato con botas de siete leguas, del toro Ferdinando, de Blanca Nieves y los
Siete Enanitos, el ratón Mickey y de Pinocho, los invitados reían, se
atragantaban con la comida y espurreaban vodka.”<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><b><span style="color: #783f04;">VII de IX</span></b><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">En el primer capítulo,
cuando el niño convive con Marta —una supersticiosa, maloliente, harapienta e
insalubre anciana solitaria—, es la primera en la obra que le restriega en el
rostro el estigma de sus características físicas y el peligro que ello implica
ante los atavismos y crueldades de los aldeanos blancos, rubios y ojiazules que
infestan el entorno, por lo que debe procurar mantenerse alejado de ellos. Eso
se lo vocifera cuando le niño le sugiere, que para aliviarse del dolor agudo
que padece bajo las costillas (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">allí donde
el corazón palpita eternamente enjaulado</i>), cambie de piel, igual que lo
hizo la serpiente que mantiene en una pequeña madriguera de piedra:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Cuando se lo sugerí se encolerizó y me
maldijo por ser un asqueroso blasfemo gitano, pariente del Diablo. Dijo que la
enfermedad ataca al ser humano cuando éste menos lo espera. Puede estar sentada
detrás de ti en una carreta, o puede saltarte sobre los hombros cuando te
inclinas para recoger bayas en el bosque, o pude reptar fuera de las aguas
cuando atraviesas un río en un bote. La enfermedad se infiltra en el cuerpo
subrepticia y taimadamente, a través del aire, del agua, o del contacto con un
animal u otra persona, o incluso —al decir esto me miró con desconfianza— a
través de un par de ojos negros engarzados junto a una nariz ganchuda. Esos
ojos, conocidos por el nombre de ojos gitanos o de bruja, pueden producir la
invalidez, la peste o la muerte. Por ello me prohibió que mirara directamente
sus ojos y los de los animales domésticos. Me ordenó que si alguna vez miraba
accidentalmente sus ojos o los de un animal, escupiera en seguida tres veces y
me santiguara.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Marta, dice: “A menudo se enfurecía cuando
la masa que sobaba para el pan se agriaba [dizque porque él la miró] y me
dejaba dos días sin pan para castigarme.” También dice que “nunca bebía
líquidos ni sonreía en mi presencia. Pensaba que si lo hacía, yo podría
contarle los dientes, y cada diente contado restaría un año de su vida.”
“Siempre dormía vestida”, dice. “Según ella, las ropas eran la mejor defensa
contra la amenaza de las múltiples enfermedades que el aire fresco podía
introducir en la habitación.” Y “Para proteger la salud, afirmaba, había que
bañarse solamente dos veces al año, en Navidad y Pascua, y aun entonces muy
superficialmente y sin desvestirse. Sólo utilizaba el agua caliente para
reducir los infinitos callos, juanetes y uñeros de sus pies nudosos. Ésa era la
única razón por la que los humedecía una o dos veces por semana.” Y al igual
que otras mujeres que pueblan las aldeas de la zona, actúa de curandera y por
ello, dizque para conjurar el dolor que periódicamente la aqueja bajo las
costillas, “cogía un trozo de carne cruda, lo reducía a un picadillo fino, y lo
colocaba en una vasija de barro. Luego vertía en su interior el agua extraída
de un pozo poco antes del amanecer. La vasija la enterraba a mucha profundidad
en un rincón de la choza. Gracias a este procedimiento, los dolores se
mitigaban durante algunos días, según afirmaba, hasta que se descomponía la
carne. Pero después, cuando reaparecían los dolores, repetía la trabajosa
operación.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioIO9aP-8UusAOOpzqDjkSK2jbGaWfI2fjTXxHOhmkGXWQ3W9pHK8qEsxjZo78Ub_IzzTY0tD8TM8i4K5nlIPlTpM0-frxsibkiy2CpYEkRsd4L2leLJi_V6w2yYiYK9jQ_uGYzI0dbVeTUtT0caN7fpyp39Wqzlq6ySeVfNhrke74r2TVkKlAMxJ3wvY7/s800/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="445" data-original-width="800" height="223" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioIO9aP-8UusAOOpzqDjkSK2jbGaWfI2fjTXxHOhmkGXWQ3W9pHK8qEsxjZo78Ub_IzzTY0tD8TM8i4K5nlIPlTpM0-frxsibkiy2CpYEkRsd4L2leLJi_V6w2yYiYK9jQ_uGYzI0dbVeTUtT0caN7fpyp39Wqzlq6ySeVfNhrke74r2TVkKlAMxJ3wvY7/w400-h223/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Fotograma de <i>El pájaro pintado</i> (2019)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Pero es Olga la Sabia —una curandera
comarcal que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">hablaba un dialecto extraño</i>
que el niño no comprende muy bien, cuya choza semeja el repleto cuchitril de
una bruja salida de un cuento de hadas tradicional (o de un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">set</i> de Hollywood o Disneylandia) y que
lo compra a un campesino que lo fustigaba con ferocidad ante la diversión de
otros—, quien le brinda mayores datos sobre el tenebroso entorno de supuestos
seres invisibles, latentes y maléficos que los rodean, y sobre el supuesto
poder de sus ojos negros. Según narra el niño: “Me llamaba el Negro. Ella fue
la primera que me enseñó que yo estaba poseído por un espíritu maligno, y que
se agazapaba dentro de mí como un topo en su madriguera profunda, y cuya
presencia yo desconocía. A un moreno como yo, poseído por este espíritu
maligno, se le identificaba por sus ojos negros embrujados que no parpadeaban
cuando miraba otros ojos claros brillantes. Debido a ello, afirmaba Olga, yo
podía mirar a los demás y hechizarlos inconscientemente.” Creencia que explica
por qué los campesinos blancos, rubios y de ojos azules o grises, además de
insultarlo, maldecirlo y atacarlo a voces o físicamente, escupen y se persignan
al verlo. No obstante, Olga la Sabia, en misiones requeridas, utiliza el
supuesto poder de sus ojos negros para “curar” algún padecimiento. Poder que
parece nulo cuando una epidemia (que llaman peste) empieza a diezmar a la
población de una aldea, que incluso, al parecer, contagia al niño, a quien ella
supone un vampiro. Según cuenta el chaval:<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Una noche empezó a arderme la cara y me vi
sacudido por convulsiones incontrolables. Olga me miró fugazmente los ojos y
apoyó su mano fría sobre mi frente. Luego, me arrastró rápida y silenciosamente
hasta un campo apartado. Allí excavó un hoyo profundo, mi quitó las ropas y me
ordenó que saltara dentro.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Una vez estuve dentro del hoyo, temblando
de fiebre y de frío, Olga volvió a llenarlo de tierra y me sepultó hasta el
cuello. A continuación pisoteó la tierra en derredor y la golpeó con la pala
hasta dejar la superficie perfectamente lisa. Después de asegurarse de que no
había hormigueros en las cercanías, encendió tres humeantes hogueras de turba.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Así plantado en el suelo helado, mi cuerpo
se enfrió por completo en poco tiempo, como la raíz de una hierba marchita.
Perdí toda conciencia. Como una col abandonada, pasé a formar parte de la
tierra.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5LfUzOBiFNEYkcw4DY_cxlyZ72Q9L9Uh5W_jwNaQQHqXqYu3bSbJPtj9uD3coT6LafCe3_PeyJRpMMsX1cGQxonmqRdLlSYLUt0SeRJdd6jCx-q9RA_TZZYUkaQwD8OTnppsQlt4pjq9JTSdzXoF50cg-PB2FuWUq625xMt4PiFJRudhgF4ROx3yS20J6/s860/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="573" data-original-width="860" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5LfUzOBiFNEYkcw4DY_cxlyZ72Q9L9Uh5W_jwNaQQHqXqYu3bSbJPtj9uD3coT6LafCe3_PeyJRpMMsX1cGQxonmqRdLlSYLUt0SeRJdd6jCx-q9RA_TZZYUkaQwD8OTnppsQlt4pjq9JTSdzXoF50cg-PB2FuWUq625xMt4PiFJRudhgF4ROx3yS20J6/s320/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Fotograma de <i>El pájaro pintado </i>(2019)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Ese episodio de la novela casi concluye con
el ataque a picotazos de una parvada de negros cuervos que aletea y brinca en
torno a su cabeza; espeluznante escena que la homónima película de Václav
Marhoul, con su particular narrativa y mediática publicidad, tornó icónica. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjA6z4B1ZLqbWq44ABmURwTwcpbDFs4V9VE-I-05JQMHzCIrOXH5DS8ujckcX-Y5pWP5_WJcFQjn10m3GuOqR-4zYpvql703ZM5jf5qh98jCcZ2bJW5B70teIwUyFoZintPRgDJ21bbGxpAm-QvGBI0YwM9jwDW-ub6SnqHYSSX1rHnNrlyYY2m8j08VM90/s1200/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="847" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjA6z4B1ZLqbWq44ABmURwTwcpbDFs4V9VE-I-05JQMHzCIrOXH5DS8ujckcX-Y5pWP5_WJcFQjn10m3GuOqR-4zYpvql703ZM5jf5qh98jCcZ2bJW5B70teIwUyFoZintPRgDJ21bbGxpAm-QvGBI0YwM9jwDW-ub6SnqHYSSX1rHnNrlyYY2m8j08VM90/w283-h400/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" width="283" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /> No menos sorprendente (o quizá más) resulta
el procedimiento de otra curandera, ya mayor, para conjurar el bocio de un
grupo de campesinos de otra aldea. Allí, durante la celebración de una boda en
la que el niño hizo el citado papel de rapsoda, agazapado en un rincón cercano
a la mesa de la cena para eludir la impertinencia de los briagos, ve que un par
de amigos que se cuentan entre “los granjeros más prósperos de la aldea”,
entran a mordisquear y compartir. Y “tal como lo estipulaba la costumbre,
evitaron mirarse a los ojos y conversaron con talante serio”. Pero uno de
ellos, mientras muerde un pedazo de salchicha, saca “un cuchillo de larga hoja
puntiaguda” y se lo clava al otro en la espalda. El asesino “Abandonó la
estancia sin mirar atrás, saboreando la salchicha con deleite.” Además de que
el frío y traicionero asesino no fue desvelado (cabe suponer un complot para usar
el cadáver), días después siguió entrando y saliendo y comiendo allí, tal si
fuera Pedro en su bacinica. Y según cuenta el niño:<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “El cadáver del hombre asesinado no fue
retirado de la casa inmediatamente después de la boda. Lo colocaron en uno de
los aposentos laterales, mientras la familia del difunto se congregaba en la
sala principal. Entre tanto, una de las mujeres más ancianas de la aldea
desnudó el brazo izquierdo del cadáver y lo lavó con un mejunje marrón. Los
hombres y las mujeres enfermos de bocio desfilaban por el aposento, de uno en
uno, con las repugnantes protuberancias de carne tumefacta colgando bajo el
mentón y extendiéndose sobre el cuello. La anciana los acercaba al cadáver,
ejecutaba unos pases complicados sobre la zona enferma, y luego levantaba la
mano sin vida para tocar siete veces la hinchazón. El paciente, pálido de
miedo, debía repetir con ella: ‘Haz que la enfermedad vaya a donde irá esta
mano’.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Después del tratamiento, los pacientes le
pagaban a la familia del muerto por la cura. El cadáver permaneció en la
habitación. La mano izquierda descansaba sobre el pecho, y en la diestra rígida
le habían colocado un cirio sagrado. Al cabo de cuatro días, cuando en la
estancia empezó a flotar un olor más intenso, llamaron a un sacerdote e
iniciaron los preparativos para el entierro.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia; text-indent: 0cm;"><b><span style="color: #783f04;">VIII de IX</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">En el decurso de la
novela, el niño es testigo de brutales y crueles episodios; por ejemplo: ve cómo
un celoso molinero con una cuchara de hierro le saca los ojos a un muchacho que
era su empleado. Ve cómo un carpintero, en el oscuro fondo de una casamata
militar abandonada, es devorado por <i style="mso-bidi-font-style: normal;">un
mar negro y efervescente de ratas</i> (caída que el niño propicia con astucia para
librarse del maltrato, de los golpes y del inminente asesinato dentro de un
saco). Ve el violento acto sexual entre un aldeano y una judía (huida de un
tren) que iba a ser entregada a los nazis: extrañamente, el tipo no puede
librarse de la vagina y mandan a llamar a una <i style="mso-bidi-font-style: normal;">comadrona bruja</i> para que los separe; la judía es asesinada y
abandonan el cadáver en las vías del tren para que lo recoja la patrulla nazi.
Ve, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">con horror</i>, el ayuntamiento de
una mujer desnuda que se mete debajo de un hediondo macho cabrío; orgiástico
bestialismo en el que participan, desnudos, el hermano de ella y el supuesto
padre de ambos. Por entonces, el jefe de esa aldea, tras ver que “no tenía
llagas ni úlceras en el cuerpo” y que “sabía hacer el signo de la cruz”, le
encontró acomodo (casi de esclavo) en la alejada granja de conejos del tal
Makar, quien vive con sus hijos: Anton, de 20 años, y Ewka, de 19. Según narra
el niño, a Makar no “le conocían muy bien en la aldea. Había llegado hacía
pocos años y le trataban como a un forastero. Pero circulaban rumores de que
evitaba a los demás porque pecaba tanto con el muchacho que pasaba por su hijo
como con la chica que pasaba por su hija.” A lo que se añade el bestialismo que
el pelirrojo Makar practica con la más grande y hermosa de sus conejas de ojos
rosados; pero esto, por ingenuo, no lo infiere el niño. Según dice: a Ewka el
“bocio empezaba a desfigurarle el cuello”; “Era alta, rubia y delgada, con
pechos semejantes a peras aún no maduras y caderas que le permitían deslizarse
fácilmente entre las estacas de una cerca.” Y antes de descubrir el secreto bestialismo
con el apestoso macho cabrío y de alejarse de allí con la convicción de que se
trata de un “pacto con el Diablo”, con Ewka, al margen de Anton y Makar, vive
sus primeras y placenteras experiencias sexuales; e incluso fantasea enamorado:
“No había nada que no estuviera dispuesto a hacer por Ewka. Olvidé mi destino
de gitano mudo condenado a la hoguera. Dejé de ser un duende hostigado por los
pastores, un duende que arrojaba maleficios sobre niños y animales. En sueños
me convertía en un hombre alto, apuesto, de tez blanca y ojos azules, con una
cabellera del color de las pálidas hojas otoñales. Me convertía en un oficial
alemán de uniforme negro, ceñido. O en un cazador de pájaros, familiarizado con
todos los senderos secreto de los bosques y las marismas.” Ve que un grupo de
chavales patinadores lo persiguen y le dan alcance; al desvelar de cerca sus
características físicas lo toman por “Un gitano”, por “Un bastardo gitano”; no
obstante, intentan violarlo: “Alguien me aprisionó las piernas y los otros
empezaron a arrancarme los pantalones. Sabía qué era lo que se proponían hacer.
Había visto cómo una pandilla de pastores violaba a un chico de otra aldea que se
había internado por azar en territorio ajeno. Comprendí que sólo un
acontecimiento imprevisto podría salvarme.” Así que espera con astucia el
instante del contraataque con los toscos patines que él se hizo y lleva puestos.
“Puse los músculos en tensión, encogí ligeramente una pierna, le asesté una
patada a uno de los muchachos que se inclinaban sobre mí. Algo crujió en su
cabeza. Al principio pensé que había sido el patín, pero cuando lo despegué de
su ojo estaba entero. Otro intentó asirme por las piernas, y le pequé con el
patín en el cuello. Los dos gallitos cayeron sobre el hielo, sangrando
profusamente. Sus compañeros se espantaron, y la mayoría de ellos empezaron a
remolcar a los dos heridos hacia la aldea, dejando un reguero de sangre sobre
el hielo. Cuatro de ellos se quedaron atrás.” Quienes son los que se orquestan,
lo balancean y arrojan a un hueco en el hielo para que, sumergido, se ahogue o
muera congelado. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Pero el suceso más traumático para él
ocurre cuando a los diez años de edad pierde la voz. Vale observar, primero,
que el niño es bastante permeable e influenciable ante a lo que va viviendo y
absorbiendo su idiosincrasia. (Casi lo último que aprende, previo a un sosegado
pensamiento nihilista y misántropo, es el ideario ateo y comunista de la URSS
de Stalin.) Por ejemplo, luego de que la vieja Marta le revela el supuesto
poder aojador de sus ojos negros, él, además de que lo cree a pie juntillas de
ahí en adelante, dice: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Con el afán de complacer a Marta y no
mirarla a los ojos, caminaba por la choza con los míos cerrados, tropezando con
los muebles y volcando cubos, y afuera pisoteaba los macizos de flores,
llevándome todo por delante como una polilla enceguecida por un resplandor
súbito. Mientras tanto, Marta recogía plumones de oca y los dispersaba sobre
las brasas. El humo que desprendían lo aventaba por toda la habitación,
entonando sortilegios para exorcizar el maleficio.”</span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjun9jMuikLfdUPydye2QE0dKj2jcY-omqz3qSF3V7LedIdNSBybRStSUGbD878wPt8vOBsxgJpMg9rcq0Kf-rfjDa5xFbssnhYZc13dPfzeEyFqzvCD46AoGnNu1tR51HwaWAMubbgqf6rv8OgwJFvUZPCbovCevb7j9MBUQdq7mAUmRm6r4_UxsGkE9OU/s1024/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="1024" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjun9jMuikLfdUPydye2QE0dKj2jcY-omqz3qSF3V7LedIdNSBybRStSUGbD878wPt8vOBsxgJpMg9rcq0Kf-rfjDa5xFbssnhYZc13dPfzeEyFqzvCD46AoGnNu1tR51HwaWAMubbgqf6rv8OgwJFvUZPCbovCevb7j9MBUQdq7mAUmRm6r4_UxsGkE9OU/s320/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Fotograma de <i>El pájaro pintado</i> (2019)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> En este sentido, y en ese idiosincrásico contexto
de supersticiones medievalescas y mistificada religiosidad, en el capítulo
once, cuando subsiste en la cabaña de Garbos, un granjero racista, endemoniado
e irascible, que posee un enorme y agresivo perro de ojos inyectados llamado
Judas, además de que lo tilda de “bastardo gitano sin bautizar” al verlo por
primera vez, día a día lo tortura colgándolo y golpeándolo con un látigo,
mientras el niño, por las amenazas y el terror, no se atreve a revelarle al
cura el castigo y las humillaciones al que es sometido. Ese sacerdote es el que lo rescata tras el
indulto del rutilante y rubio oficial de las SS. Y de ahí lo traslada en su
carreta a otro caserío, dizque a protegerlo y a trabajar (de esclavo) en la
aledaña granja del “amo” Garbos. Y más tarde lo inicia de monaguillo en la
parroquia de la cercana aldea; donde, por su piel morena, pelo negro y ojos
negros, es víctima de los atavismos y de la fanática xenofobia desde el primer
día que el cura lo lleva en su carreta:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCbw4bWTEzX3OdhmwKD8L0Fa2D7kpJUg1Jp9v2WS5AJ2uq6kntK0JE40H2E5WDi3unUCD9FvqYnor39uKvpDVgBRyVAfQU8eZLgfdUEKvGlW0J1VmnDxmOH-1-EQx5HZ9Rak1vLHiszF7de41KP3QTD42JrB0puTHXWQ8XjsHOmjTKqeEdZWg_N1RtNXAg/s1200/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="503" data-original-width="1200" height="168" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCbw4bWTEzX3OdhmwKD8L0Fa2D7kpJUg1Jp9v2WS5AJ2uq6kntK0JE40H2E5WDi3unUCD9FvqYnor39uKvpDVgBRyVAfQU8eZLgfdUEKvGlW0J1VmnDxmOH-1-EQx5HZ9Rak1vLHiszF7de41KP3QTD42JrB0puTHXWQ8XjsHOmjTKqeEdZWg_N1RtNXAg/w400-h168/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Fotograma de <i>El pájaro pintado</i> (2019)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Bajo la luz creciente del alba, una
multitud de ancianas esperaban frente a la iglesia. Tenían los pies y el cuerpo
envueltos en tiras de tela y extraños embozos, y susurraban plegarias
incesantes mientras sus dedos entumecidos por el frío hacían correr las cuentas
del rosario. Al ver aproximarse al cura se pusieron torpemente en pie,
balanceándose sobre sus bastones nudosos, y marcharon rápidamente a su
encuentro, arrastrando los pies, y disputándose el honor de ser las primeras en
besar su manga pringosa. Me mantuve a un lado tratando de pasar inadvertido.
Pero las que tenían mejor vista me miraron con asco, me insultaron llamándome
vampiro o expósito gitano, y escupieron tres veces en dirección a mí.” <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Durante ese duro y tormentoso período de
tortura y catequización, el niño se esmera, inocente y crédulo, por ganarse,<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> post mortem</i> y para toda la Eternidad,
los inescrutables favores de Dios. Pero todo se hace añicos cuando durante la
misa de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Corpus Christi</i>, pese a que lo
suponen un gitano sirviendo en el altar del Altísimo, le toca desplazar un pesado
misal sobre un pesado atril. De pronto pierde el equilibrio y “El misal y su
atril rebotaron por los escalones”. Según narra: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSpnK7SPbXibZzPVwKWVqvkonBBRQHtCoI8WyBNBekgYvd0-8YKJID0taDcpVgcJw4zjJpMLmmGyg7GpfdqgYz45VBDpVyihUMN7_jnQr-50zW6PiExmmNBueQ5L4urvv7t8IYC9wR7MM9rmg_L8grtECPYBpJhL3gHVlMcPEUQ7h7brcOCPQL8G1DMvuB/s700/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="293" data-original-width="700" height="168" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSpnK7SPbXibZzPVwKWVqvkonBBRQHtCoI8WyBNBekgYvd0-8YKJID0taDcpVgcJw4zjJpMLmmGyg7GpfdqgYz45VBDpVyihUMN7_jnQr-50zW6PiExmmNBueQ5L4urvv7t8IYC9wR7MM9rmg_L8grtECPYBpJhL3gHVlMcPEUQ7h7brcOCPQL8G1DMvuB/w400-h168/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Fotograma de <i>El pájaro pintado</i> (2019)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Unas manos toscas me levantaron del suelo
y me empujaron hacia la puerta. La muchedumbre abrió paso, estupefacta. Desde
el coro, una voz masculina aulló ‘¡Vampiro gitano!’, y otras repitieron el
estribillo. Las manos atenazaron mi cuerpo con feroz violencia, desgarrándome
la carne. Ya en el exterior quise gritar e implorar misericordia, pero de mi
garganta no brotó ningún sonido. Repetí el intento. Me había quedado sin voz.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Según colige: “Estaban convencidos de que
yo era un vampiro y de que la interrupción de la Santa Misa sólo podría traer
desgracias a la aldea.” Así que con insultos y a la fuerza lo llevan a la única
fosa séptica de la comarca, atestada, pestilente, mefítica y aledaña a la
parroquia. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Nos detuvimos junto al borde del pozo. Su
superficie marrón, ondulada, despedía una fetidez semejante a la que se
desprende de la horrible película que se forma sobre un cuenco de sopa de
alforfón caliente. Sobre aquella superficie bullía una miríada de gusanillos
blancos, que tenían más o menos la longitud de una uña. Por encima revoloteaban
nubes de moscas que zumbaban monótonamente, dotadas de bellos cuerpos azules y
violetas que refulgían bajo el sol, entrechocándose, precipitándose fugazmente
hacia el pozo, para luego volver a remontarse el aire.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Tuve arcadas. Los campesinos me
columpiaron por las manos y los pies. Las nubes pálidas del cielo azul flotaron
ante mis ojos. Caí en el centro mismo de la inmundicia marrón, que se abrió
bajo de mi cuerpo para devorarme.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “La luz del día desapareció sobre mí y
empecé a ahogarme. Me debatí instintivamente en el espeso elemento, manoteando
y pataleando. Toqué el fondo y reboté tan rápidamente como pude. Una tromba
esponjosa me empujó hacia la superficie. Abrí la boca y aspiré una ráfaga de
aire. Me sentí nuevamente succionado y volví a tomar impulso en el fondo. La
boca del pozo medía poco más de un metro cuadrado. Reboté nuevamente, esta vez
hacia el borde. En el último momento, cuando la onda de rechazo estaba a punto
de tragarme, me aferré a un zarcillo de las fuertes y largas malezas que creían
alrededor del pozo. Luché contra la succión de las fauces devoradoras y salí a
duras penas, casi cegado por el légamo que me cubría los ojos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Me arrastré fuera del cieno y casi
inmediatamente me acometieron los calambres del vómito. Me sacudieron durante
tanto tiempo que perdí todas mis fuerzas y me desplomé completamente exhausto
sobre los matorrales cáusticos y quemantes de cardo, helechos y ortigas.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">“Oí la música lejana del órgano y los
cánticos humanos, y consideré que era probable que después de la misa los
feligreses, al salir de la iglesia volvieran a ahogarme en el pozo si me veían
vivo entre los arbustos. Debía huir y en consecuencia corrí hacia el bosque. El
sol endureció la costra marrón que me cubría, y me acosaban nubes de
moscardones y otros insectos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Apenas me encontré a la sombra de los
árboles comencé a rodar sobre el musgo fresco y húmedo, friccionándome con
hojas frías. Raspé con trozos de corteza los restos de inmundicia. Me froté el
pelo con arena y después me revolqué en la hierba y volvía a vomitar.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“De pronto comprendí que algo le había
sucedido a mi voz. Traté de gritar, pero la lengua aleteó infructuosamente en
mi boca abierta. No tenía voz. Estaba despavorido y, cubierto de sudor frío, me
negué a creer que esto fuera posible e intenté convencerme de que recuperaría
el habla. Esperé un momento y repetí el ensayo. No sucedió nada. Sólo el
zumbido de las moscas que me rondaban rompía el silencio del bosque.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 0cm;"><span style="font-family: georgia; text-indent: 0cm;"><b><span style="color: #783f04;">IX de IX</span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="tab-stops: 92.0pt; text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">Sin aludir numerosos matices e intríngulis de la obra y otras anécdotas y episodios del chiquillo (como lo relativo a las linternas que llaman </span></span><span style="font-family: georgia;">“cometas</span><span style="font-family: georgia;">” y </span><span style="font-family: georgia; text-indent: 0cm;">al catálogo de niñas y niños recluidos en el orfanatorio, con daños físicos y mutilaciones y trastornos psíquicos postraumáticos, entre quienes descuella su compinche delincuencial el Silencioso), vale
resumir, para concluir la nota, que al final del capítulo veinte y de
la novela, el chaval, que aún tiene doce años (quizá cercano a los trece) y ya está con sus padres y un hermano menor adoptado, de pronto, al intentar
responder una llamada telefónica, recupera la voz y es algo que le place y
disfruta oyéndose a sí mismo. Según dice:</span></p>
<p class="MsoNormal" style="mso-mirror-indents: yes; tab-stops: 92.0pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Abrí
la boca e hice un esfuerzo. Los sonidos treparon dificultosamente por mi
garganta. Tenso y concentrado empecé a ordenarlos en sílabas y palabras. Oí
claramente que brotaban de mí unos y otros, como gigantes de una vaina reventada.
Dejé el auricular a un lado, casi sin poder convencerme de que eso era cierto.
Empecé a recitar palabras y oraciones, fragmentos de las canciones de Mitka. La
voz perdida en la iglesia de una aldea remota había vuelto a encontrarme y
llenaba la estancia. Hablé en voz alta e incesantemente como los campesinos, y
después como la gente de la ciudad, fascinado por los sonidos que estaban
grávidos de significado como la nieve húmeda lo está de agua, convenciéndome
una y otra vez de que ya era dueño del habla y de que ésta no pretendía escapar
por la puerta del balcón.”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="mso-mirror-indents: yes; tab-stops: 92.0pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> No
obstante, a esto se aúna la previa certidumbre de la soledad del individuo y de
la orfandad cosmogónica del ser humano, articulada cuando todavía es un
doceañero mudo y por acuerdo de sus padres que buscan que crezca y dejé atrás
su delgadez extrema, lo entrena un maestro con quien con vive en una cabaña
entre las altas montañas:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="mso-mirror-indents: yes; tab-stops: 92.0pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “Todas
las mañanas nos levantábamos muy temprano. El profesor se arrodillaba para
rezar mientras yo le miraba con indulgencia. Tenía ante mí a un hombre maduro,
educado en la ciudad, que se comportaba como un palurdo y no se resignaba a
aceptar que estaba solo en el mundo y que no podía esperar la ayuda de nadie.
Todos estábamos solos, y cuanto antes se diera cuenta de que todos los
Gavrilas, Mitkas y Silenciosos eran prescindibles, tanto mejor sería para él.
Poco importaba la mudez: de todas maneras los seres humanos no se entendían.
Chocaban con sus prójimos o los seducían, se abrazaban o se pisoteaban los unos
a los otros, pero cada uno sólo se conocía a sí mismo. Sus emociones, recuerdos
y sentidos los separaban de los demás tan nítidamente como el espeso juncal
separa la corriente del río de la ribera cenagosa. Nos mirábamos como los picos
montañosos que nos circundaban, separados por valles, demasiado altos para
pasar inadvertidos, demasiado bajos para tocar el cielo.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="mso-mirror-indents: yes; tab-stops: 92.0pt; text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Pero, páginas antes, cuando
en el capítulo diecinueve tiene doce años y sus progenitores lo localizan en el
orfanatorio (se infiere que estuvieron ocultos en la URSS, porque el niño oye
que su padre habla el ruso con fluidez) y se niega, pese a su mudez, a aprender
a leer y escribir el idioma de su país (se deduce que el polaco) y a quitarse,
o a que le quiten a la fuerza, el uniforme de soldado soviético, dice: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="mso-mirror-indents: yes; tab-stops: 92.0pt; text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeWn1UPwUXVYfa-xc_YxZkn9rqHO8vXrZtwti3vO34NDoHmYALtUyJCj7HwE6rrk7cjgf_H30CkDlX8dzJUefi6TTnVZnmi2ZICJfXf_ksSXL7HH6tO9ptGiRZqv-SeQJdJ8HAPL4jovi9ttJJZqyjXj6yC2J2O4zUQfkHsSvzc26lBQVfzf7ACYeqyXT5/s422/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="280" data-original-width="422" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeWn1UPwUXVYfa-xc_YxZkn9rqHO8vXrZtwti3vO34NDoHmYALtUyJCj7HwE6rrk7cjgf_H30CkDlX8dzJUefi6TTnVZnmi2ZICJfXf_ksSXL7HH6tO9ptGiRZqv-SeQJdJ8HAPL4jovi9ttJJZqyjXj6yC2J2O4zUQfkHsSvzc26lBQVfzf7ACYeqyXT5/s320/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Fotograma de <i>El pájaro pintado</i> (2019)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Sabía que el
reencuentro con mis padres implicaba el fin de todos mi sueños de convertirme
en un gran inventor de espoletas para cambiar el color de la gente, de trabajar
en el país de Gavrila y Mitka, donde el hoy ya era mañana.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="mso-mirror-indents: yes; tab-stops: 92.0pt; text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Es decir, además de
idealizar, entonces, el imperio totalitario de la Unión Soviética de Stalin y
la supuesta hermandad de los camaradas comunistas (casi semejante al culmen de
los alados y mofletudos coros proletarios de un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Himno a la alegría</i> idéntico al de Miguel Ríos), en su inocencia aún
alberga la quimera de convertirse en el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">gran
inventor de espoletas para cambiar </i>el color de su piel, de su pelo y de sus
ojos, que acuñó, casi al final del capítulo ocho, previo a la agresión que un
domingo le propinan un grupo de niños rubios, blancos y ojizarcos, más altos
que él, que volvían de la iglesia andando en suecos de madera y de la que se
defiende, descalzo, con violencia y sagacidad; y que es el preludio de un
linchamiento multitudinario (con guadañas, rastrillos, palos y palas) que se
avecina en pos de él, del que se escabulle y salva metiéndose en el bosque y
alejándose a la carrera de esa infausta aldea, porque, oculto en el granero y
con astucia, hace estallar tres minas antipersona con una espoleta de acción
retardada. Por entonces narra:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="mso-mirror-indents: yes; tab-stops: 92.0pt; text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhg-8eaXXZUhxLyn0nzeLXD-SN3Zhyla0KbmUedxtfhsyTFauj-iO5DqUYqFBM5vsz-NdP7DguEjOE0nKSY7DdJnNP7T-zFaiTiiQiyIFqEBDHuMyZX6-bu5d2G9d6wFC4Cqn2LHuu_7OgtcTBf9tvCmr1GXQijkcTF2Jnt3vAXGGlYdUePnhYh8o0FVZ2C/s936/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="616" data-original-width="936" height="211" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhg-8eaXXZUhxLyn0nzeLXD-SN3Zhyla0KbmUedxtfhsyTFauj-iO5DqUYqFBM5vsz-NdP7DguEjOE0nKSY7DdJnNP7T-zFaiTiiQiyIFqEBDHuMyZX6-bu5d2G9d6wFC4Cqn2LHuu_7OgtcTBf9tvCmr1GXQijkcTF2Jnt3vAXGGlYdUePnhYh8o0FVZ2C/w320-h211/El%20p%C3%A1jaro%20pintado%20(2019).jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Fotograma de <i>El pájaro pintado</i> (2019)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Me adormecí pensando en
los inventos que me habría gustado realizar. Por ejemplo, una espoleta para el
cuerpo humano que, una vez encendida, trocara la piel vieja por otra nueva y
alterara el color de los ojos y el cabello. Una espoleta que, insertada entre
materiales de construcción, pudiera edificar en un día una casa más bella que
cualquiera de las de la aldea. Una espoleta que sirviera para proteger a todo
el mundo del mal de ojo. De esa forma, nadie me temería y mi existencia sería
más fácil y agradable.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="mso-mirror-indents: yes; tab-stops: 92.0pt; text-indent: 0cm;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="mso-mirror-indents: yes; tab-stops: 92.0pt; text-indent: 0cm;"><span style="font-family: georgia; text-indent: 0cm;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="mso-mirror-indents: yes; tab-stops: 92.0pt; text-indent: 0cm;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: georgia; text-indent: 0cm;">Jerzy Kosinski, </span><b style="font-family: georgia; text-indent: 0cm;">El pájaro
pintado</b><span style="font-family: georgia; text-indent: 0cm;">. Prólogo del autor. Traducción del inglés al español de Eduardo
Goligorsky. Editorial Pomaire. Badalona, octubre 26 de 1977. 332 pp.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="mso-mirror-indents: yes; tab-stops: 92.0pt; text-align: center; text-indent: 0cm;"><span><span style="color: #783f04; font-family: georgia; text-indent: 0cm;"><b>*********</b></span></span></p><p class="MsoNormal" style="mso-mirror-indents: yes; tab-stops: 92.0pt; text-indent: 0cm;"><span><span style="font-family: georgia; text-indent: 0cm;"><b><a href="https://www.youtube.com/watch?v=GxX5MSZC9C0">Trailer de El pájaro pintado (2019), película dirigida por Václav Marhoul, basada en la novela homónima de Jerzy Kosinski.</a><br /></b></span></span></p>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-34000592408972404732023-10-07T01:12:00.000-07:002023-10-09T01:21:26.871-07:00El gato negro y otros relatos de terror<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: georgia; font-size: large;">Con la lengua de fuera y los ojos al revés</span></p></blockquote>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><o:p><span style="font-family: georgia;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;">No pocos lectores (de la recalentada y envirulada aldea global)
recordarán la infantil cantaleta de ese <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cuento
de nunca acabar</i> que se repite y repite hasta la consumación de todos los
tiempos: “Éste era un gato con su colita de trapo y sus ojos al revés. ¿Quieres
que te lo cuente otra vez? Éste era un gato con su colita de trapo...” Y así <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ad infinitum</i>. Esto evoca los mil y un
libros de nunca acabar dedicados a contar y a volver contar —o sea: a explotar
y a difundir en español— aspectos o vertientes de la inmortal obra del
norteamericano Edgar Allan Poe, quien, fallecido a los cuarenta años el 7 de
octubre de 1849 en Baltimore (precisamente en una desolada, fría y oscura celda
del Washington College Hospital), parece estar más vivo que nunca con su
controvertida y vaporosa leyenda negra. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNvgUKIv5JQIEmpCrtFqjVvmSUmmeAptbSWgYJTxmks-wZ6XJ7vzsw1FojO6dogrC7_2aIrul9F_KJJtpgsTgaKv7d1XNSVmgcxJBnMCf4cvk2HMMRVmGkSt4-sBRVCqPwodOmwUmx5Lh_/s1878/%2528Libros+del+Zorro+Rojo%252C+2021%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1625" data-original-width="1878" height="554" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNvgUKIv5JQIEmpCrtFqjVvmSUmmeAptbSWgYJTxmks-wZ6XJ7vzsw1FojO6dogrC7_2aIrul9F_KJJtpgsTgaKv7d1XNSVmgcxJBnMCf4cvk2HMMRVmGkSt4-sBRVCqPwodOmwUmx5Lh_/w640-h554/%2528Libros+del+Zorro+Rojo%252C+2021%2529.jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Libros del Zorro Rojo<br />(China, febrero de 2021)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><span style="mso-tab-count: 1;"><br /></span> Uno de esos
insaciables y numerosos títulos de nunca acabar es <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">El gato negro y otros relatos de terror</b>. Se trata de una
preciosista antología impresa en China en “febrero de 2021”, editada con mucho
mimo por Libros del Zorro Rojo (presente en Barcelona, Buenos Aires y Ciudad de
México), “Con la colaboración del Institut Català de les Empreses Culturals” y
espléndidas ilustraciones en blanco y negro del artista gráfico Luis Scafati
(Mendoza, 1947), quien también ilustró la celebérrima <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Narración de Arthur Gordon Pym</b> (Libros del Zorro Rojo, 2015), con
prólogo y traducción de Julio Cortázar. De 2005 data la primera edición en
formato más o menos bolsillo con pastas blandas y solapas; pero la presente
(quizá una especie de libro objeto no sólo para bibliófilos y fetichistas) es más
grande: mide 21.01 x 24.01 centímetros. Y además de que fue encuadernada en
cartoné con tela negra en el lomo y de que las ilustraciones se aprecian mucho
mejor (debido a la amplitud del libro y pese a que a varias las fracturan las
líneas divisorias de las páginas), luce unas viñetas y dibujos de gatos en las
guardas rojas, más otras en el interior y en la página aleñada a la destinada a
los retratos y a los créditos del escritor y del artista gráfico.<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_YQ-PgPCQ0Kw_qnQW2STkqB2vw582gJyCkAtKcbfrncQ9BfQZ_Xm56UKAZzNSR2PdE-K080OQQN4Wcf5zEyGoEoKnNLakjtosBgCgzrJs33zfFaMF-fayTfU18a-b28UxIj7X3J6m8eIM/s1726/Vi%25C3%25B1etas+de+Luis+Scafati.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1570" data-original-width="1726" height="364" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_YQ-PgPCQ0Kw_qnQW2STkqB2vw582gJyCkAtKcbfrncQ9BfQZ_Xm56UKAZzNSR2PdE-K080OQQN4Wcf5zEyGoEoKnNLakjtosBgCgzrJs33zfFaMF-fayTfU18a-b28UxIj7X3J6m8eIM/w400-h364/Vi%25C3%25B1etas+de+Luis+Scafati.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: georgia;">Viñetas de Scafati</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Quizá por privilegiado antojo, el anónimo
antólogo de la presente <i style="mso-bidi-font-style: normal;">antojolía</i> optó
por reunir sólo tres de los 67 cuentos de Edgar Allan Poe: “El gato negro”, “El
pozo y el péndulo” y “El entierro prematuro”, traducidos del inglés por Elvio
E. Gandolfo. Y dado que en el libro únicamente se lee una brevísima ficha
anónima sobre la vida y obra del autor de “El cuervo” (y otra sobre Luis
Scafati), el nocturno e insomne bibliófago, aterrorizado y con los pelos de
punta a la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">punketa</i> de huitlacoche, se
ve inducido a buscar algunos datos biográficos y bibliográficos. Muy útil, para
ese desvelo con un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">candelabro de siete
brazos</i>, puede ser el volumen de Edgar Allan Poe editado por Cátedra en la
Bibliotheca AVREA: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Narrativa completa </b>(Madrid,
2011), que comprende las celebérrimas traducciones que Julio Cortázar hizo de los
67 cuentos y de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La narración de Arthur
Gordon Pym</i>; más <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Julius Rodman</i>,
traducido por Margarita Rigal Aragón, quien además es la erudita autora del muy
documentado y extenso aparato crítico: “Edición, introducción y notas”, etc. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoYDR1p5QmR6MwLKvw_99dNtxRccTRlnngSlV-6tikninrhGSm8iua7SO17HFRf7fRAmhbUR8Tw4ZU8EzEi2-m-N_-MV2GWaW4OjjGakTyD9fd-3YYO0TV_tI8AKdnm03S-39CSkm-71es/s1923/%2528C%25C3%25A1tedra%252C+2011%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1923" data-original-width="1441" height="399" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoYDR1p5QmR6MwLKvw_99dNtxRccTRlnngSlV-6tikninrhGSm8iua7SO17HFRf7fRAmhbUR8Tw4ZU8EzEi2-m-N_-MV2GWaW4OjjGakTyD9fd-3YYO0TV_tI8AKdnm03S-39CSkm-71es/w300-h399/%2528C%25C3%25A1tedra%252C+2011%2529.jpg" width="300" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Bibliotheca AVREA, Ediciones Cátedra<br />(Madrid, octubre 7 de 2011)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Con el título “The Black Cat” —apunta
Margarita—, “El gato negro” se publicó el “19 de agosto de 1843” en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">United States Saturday Post</i>. Y según
reporta: “Algunos críticos han apuntado la presencia de elementos
autobiográficos en este magistral cuento de Poe, pues de niño mató a palos un
cervatillo, propiedad de Mrs. Allan”; quizá un desquite o neurótica y
transpuesta descarga, pues ese míster era su autoritario, opulento, desamorado,
intolerante y odioso padrastro durante su infancia, adolescencia y primera
juventud. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> Con el título “The Pit and the Pendulum”, “El
pozo y el péndulo”, —anota Margarita—, se publicó en “Octubre de 1842” en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">The Gift: A Christmas and New Year’s Present
for 1843</i>. Pero además tradujo el epígrafe en latín que lo preludia;
fragmento que normalmente los traductores pasan por alto (incluidos Gandolfo y
Cortázar), pues suelen limitarse a la apostilla de Poe que lo prosigue; mismo
que Elvio E. Gandolfo colocó al pie de página y que a la letra reza: “Cuarteto
compuesto para las puertas de un mercado que debía alzarse sobre el
emplazamiento del Club Jacobino de París.” Mientras que Cortázar lo colocó a la
cabeza: después de las líneas en latín y entre paréntesis: “(Cuarteto compuesto
para las puertas de un mercado que había de ser erigido en el emplazamiento del
Club de los Jacobinos en París.)” En este sentido, Margarita Rigal Aragón
traduce y apunta: “‘Aquí la malvada muchedumbre, insaciable, desde hacía mucho
tiempo anhelaba el derramamiento de sangre inocente. Ahora que la patria ha
sido salvada y la gruta de la muerte destruida, allí donde reinaba la nefasta
muerte, florecen ahora la salud y la vida’. (Según Baudelaire, el mercado al
que alude Poe es el de St. Honoré, pero no tuvo puertas y tal inscripción.)”<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM1kaTznvBfqciuDlXJOmjQCCXHZQw7-m_xxHG4SwCw9p492Oqa6QovcttXIBcaVljtYDepnDkoodeXgGIi9KeTl6m1kc0e5ZbFo_G8rW5KTQXt3Arr6uzK6oToK1xP63UXR6Yu236-zsI/s688/Charles+Baudelaire.jpg" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="688" data-original-width="414" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM1kaTznvBfqciuDlXJOmjQCCXHZQw7-m_xxHG4SwCw9p492Oqa6QovcttXIBcaVljtYDepnDkoodeXgGIi9KeTl6m1kc0e5ZbFo_G8rW5KTQXt3Arr6uzK6oToK1xP63UXR6Yu236-zsI/s320/Charles+Baudelaire.jpg" width="193" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Baudelaire</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Dejando de lado al decimonónico introductor
de la obra de Poe en el imaginario y habla francófona (nada menos que el
demiurgo de <i>Las flores del mal</i> y de los poetas malditos), vale añadir y contrastar que Félix Martín, en
la antología crítica de trece <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Relatos</b>
de Poe (traducidos por Doris Rolfe y Julio Gómez de la Serna) que hizo para
Cátedra (Letras Universales, 1988; Mil Letras, 2009), también se lee una
traducción de ese “(Cuarteto compuesto para las puertas del mercado que había
de ser construido en el emplazamiento del Club de los Jacobinos de París.)”
Pero no de él, sino del “traductor” y con arbitrarias perpendiculares: “Aquí la
turba impía de verdugos/ alimentó con sangre de inocentes/ su gran furor y no
quedó nada./ Salvada ya la patria, quebrantado/ el antro de la muerte,/ donde
reinaba el crimen monstruoso/ la vida y la salud ahora florecen.” Y entre sus
eruditas notas destaca la novena y última de ese relato, pues si bien se trata
de un cuento fantástico en el que se narran y descuellan los pavorosos
tormentos del condenado en Toledo por la sádica e inhumana Inquisición y al
unísono (o quizá sobre todo) el subterráneo, pesadillesco e inaudito artilugio
de paulatina tortura y muerte, brinda contexto histórico a los sucesos sólo al
puntualizar una alusión que puede pasar desapercibida. Apunta telegráficamente
el crítico: “El general Antonine Lasalle (1775-1809), conde de Lasalle, entró
en Toledo durante la campaña de Napoleón en España, en 1808.” </span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2fQDOEVchOj7BmCzz5kWqgnSFPVW4SxSrecXpGsyUlrTxBe6jFrA4kwQq68iT2gVfJFqIGy40vG3j9rsShJKQ1IOp5U7otHdiFd9Mow7bnUPfxBS_9I27e9KtT6RF7Qx3bXio8z6SSS50/s1876/%2528C%25C3%25A1tedra%252C+2009%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1876" data-original-width="1338" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2fQDOEVchOj7BmCzz5kWqgnSFPVW4SxSrecXpGsyUlrTxBe6jFrA4kwQq68iT2gVfJFqIGy40vG3j9rsShJKQ1IOp5U7otHdiFd9Mow7bnUPfxBS_9I27e9KtT6RF7Qx3bXio8z6SSS50/w285-h400/%2528C%25C3%25A1tedra%252C+2009%2529.jpg" width="285" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Mil Letras, Ediciones Cátedra<br />(Madrid, 2009)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Es decir, cuando
casi al final todo parece perdido y el réprobo (quien es la angustiada y
atormentada voz narrativa) está punto de morir quemado y despanzurrado por las
ardientes paredes metálicas que de cuadradas poco a poco se han ido cerrando en
un rombo, reporta repleto de aleluyas y exultación:<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> “¡Y escuché un zumbido discordante de voces
humanas! ¡Resonó un fuerte toque de muchas trompetas! ¡Oí un áspero chirriar como
de mil truenos! ¡Las ardientes paredes retrocedieron! Una mano extendida cogió
la mía, cuando, desvanecido, caía al abismo. Era la del general Lasalle. El
ejército francés acaba de entrar en Toledo. La Inquisición había caído en manos
de sus enemigos.” <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaW4bt7YE-SH19lPZjFVFTcZzX6peon0D6R12oqhB5RaPoe88HeBAXLeLO0exVy2715k-AL9eOzQ5qCYVodec-Bc32uLjrjFlGuvufNdnukyJqKoKISrjTCc2BXi5cKfR7MXvl_uBGCIGx/s1826/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1574" data-original-width="1826" height="345" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaW4bt7YE-SH19lPZjFVFTcZzX6peon0D6R12oqhB5RaPoe88HeBAXLeLO0exVy2715k-AL9eOzQ5qCYVodec-Bc32uLjrjFlGuvufNdnukyJqKoKISrjTCc2BXi5cKfR7MXvl_uBGCIGx/w400-h345/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Ilustración de Luis Scafati</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Y a propósito de los incesantes <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cuentos de nunca acabar</i>, Borges, en el
prólogo que preludia su antología de relatos de Poe publicada en 1985, en Madrid,
con el número 18 de La Biblioteca de Babel de Ediciones Siruela, sigue diciendo
sobre “El pozo y el péndulo”: <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLr0ovxvgv_CjpBj6QX9h3m5-D8pF9pHhLh_Cz9moVpnZ32Cg-a7WJaulJMqqt7tMvdNNcgUaxTD8zWdidRi-Nt9o_wC2tpb4GmjPf6rROHoW5Cb4mzXBVIsfOr1Ha-8DfIDgGUijdnKXk/s875/Borges+palpando+la+l%25C3%25A1pida+de+Edgar+Allan+Poe+%2528Baltimore%252C+1983%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="551" data-original-width="875" height="250" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLr0ovxvgv_CjpBj6QX9h3m5-D8pF9pHhLh_Cz9moVpnZ32Cg-a7WJaulJMqqt7tMvdNNcgUaxTD8zWdidRi-Nt9o_wC2tpb4GmjPf6rROHoW5Cb4mzXBVIsfOr1Ha-8DfIDgGUijdnKXk/w400-h250/Borges+palpando+la+l%25C3%25A1pida+de+Edgar+Allan+Poe+%2528Baltimore%252C+1983%2529.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Borges palpando la lápida de Poe<br />(Baltimore, 1983)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “Hace casi setenta años, sentado en el último
peldaño de una escalera que ya no existe, leí ‘The Pit and the Pendulum’; he
olvidado cuántas veces lo he releído o me lo he hecho leer; sé que no he
llegado a la última y que regresaré a la cárcel cuadrangular que se estrecha y
al abismo del fondo.” <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOR4nIqC3ePsJpFt5OBsJK0VVeU7AKXHhxAbHGqFMCv3mPjwiqta5g4e8m3O81IvFo3eaB00twUKPLOxSfw8t0QPbgNHd7TubDHW_8O3LXhlQX7td49zSL995zK45XSjNkQvzeNZToV3YT/s1831/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1574" data-original-width="1831" height="343" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOR4nIqC3ePsJpFt5OBsJK0VVeU7AKXHhxAbHGqFMCv3mPjwiqta5g4e8m3O81IvFo3eaB00twUKPLOxSfw8t0QPbgNHd7TubDHW_8O3LXhlQX7td49zSL995zK45XSjNkQvzeNZToV3YT/w400-h343/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Ilustración de Luis Scafati</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> <table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiigf1xcB19Xw84nCBJE5-jjx_-oIQzG0zWPfMLYpjJrWIA0XCxJafX4Ti30ErhA3SrKe0v0Iv2SldbzsYStp_PjuJW_YxkNK-iBrSKjqq02q8j5WSeT9yMGgx5B5prX8HS2r8Inx4lTyq4/s1590/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1590" data-original-width="895" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiigf1xcB19Xw84nCBJE5-jjx_-oIQzG0zWPfMLYpjJrWIA0XCxJafX4Ti30ErhA3SrKe0v0Iv2SldbzsYStp_PjuJW_YxkNK-iBrSKjqq02q8j5WSeT9yMGgx5B5prX8HS2r8Inx4lTyq4/w225-h400/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" width="225" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Ilustración de Scafati</span></td></tr></tbody></table><br /> Cabe mencionar, por otro lado, que en lo que
corresponde a “El gato”, Félix Martín, entre sus notas, aporta una que brinda
un significativo y singular matiz que trasmina los oscuros y sobrenaturales
acontecimientos del relato. El reo que narra el cuento (preso por el asesinato
de su esposa y enfático para que no lo tomen por loco) dice haber sido familiarmente
aficionado a los animales y mascotas desde la infancia; noble, tierna y
conmovedora inclinación que pudo enriquecer y afectivamente compartir y
cultivar con la mujer que se casó con él, quien, dice, “hacía alusiones
frecuentes a la antigua idea popular, según la cual todos los gatos negros eran
brujas disfrazadas”. Quizá el enorme gato negro, la mascota preferida del
narrador, no sea una bruja transmutada en gato (¿o tal vez sí?). Y quizá de
ninguna manera ese gato negro, vuelto tuerto por el sadismo y la locura de su
dueño y luego ahorcado por éste, tampoco sea una reencarnación o corporificada transmutación
en el cuerpo del segundo gato negro —tuerto, enorme y con una gran mancha
blanca en el pecho que semeja una acusatoria horca— que inesperada e
inexplicablemente aparece sobre el cráneo del emparedado cadáver de su
asesinada esposa, y cuyos terroríficos y delatores maullidos ante la policía
que rastrea a su desaparecida mujer, suscitan el descubrimiento del crimen y su
caída en la cárcel. El amante de los animales y del par de enormes gatos
negros, si bien se dice inclinado al trago y a los nocturnos tugurios y bares
de baja estofa (igual que Poe, quien además iba a los fumaderos de opio de los
bajos fondos) y proclive al <i style="mso-bidi-font-style: normal;">demonio de la
perversidad</i>, cosa que puede interpretarse como cierta psicosis que lo
induce a la incontenible crueldad y al asesinato, también, quizá (¿por qué no?)
puede ser víctima e instrumento de poderosas e inescrutables fuerzas infernales.
Y esto se advierte (o se sospecha) no sólo porque el día que el beodo ahorcó
(con remordimientos y sentimientos encontrados) al primer gato negro, su casa,
donde cohabitaba con su mujer y sus mascotas, fue devorada por el fuego durante
la noche; y en el único muro que quedó en pie, donde otrora se ubicaba el
respaldo de su cama, apareció una inculpatoria y terrorífica imagen (o sea: la
rúbrica o el ideográfico mensaje de la maligna <i style="mso-bidi-font-style: normal;">vendetta</i> desde el más allá). Según narra el asesino: “Me acerqué y
vi, como si estuviera gravada en bajorrelieve sobre la superficie blanca, la
figura de un gigantesco gato. La impresión era transmitida con una precisión
maravillosa. Una cuerda rodeaba el cuello del animal.” De ahí que el signo
definitorio de esas fuerzas oscuras, insondables, malignas y malévolas, esté
cifrado en el nombre con que el ebrio bautiza a su querido primer gato negro: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Pluto</i>; pues sobre tal apunta Félix
Martín en su tercera nota al pie de página: “Nombre referido al rey de los
infiernos o Hades en la antigüedad clásica.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAqnaFoCpTDjYl2Y76PKyYBCDNERSxcuz0ZOMwvwgYZPrLtEZAkg3GmCKf8uhx5B7RT100ZNy_p7KroOmA-1pILnQ5xN1mQQUjsVVz7FZ0IVqDqCwXTXbRPRR6m_YBSp830ZOpQT55Rzn0/s742/Vi%25C3%25B1eta+de+Scafati.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="527" data-original-width="742" height="227" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAqnaFoCpTDjYl2Y76PKyYBCDNERSxcuz0ZOMwvwgYZPrLtEZAkg3GmCKf8uhx5B7RT100ZNy_p7KroOmA-1pILnQ5xN1mQQUjsVVz7FZ0IVqDqCwXTXbRPRR6m_YBSp830ZOpQT55Rzn0/s320/Vi%25C3%25B1eta+de+Scafati.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Viñeta de Scafatti</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> No obstante, ese implícito, subterráneo y
casi inadvertido matiz quizá se pierde en las traducciones de Cortázar y
Gandolfo, pues ambos tradujeron <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Plutón</i>
por <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Pluto</i>. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqhbcJlEtvZPZmA46RT6oL555TiaZjquC7-29LcSZosafJlwzfHLhh09Cxt2GOoEygsVE5N9wQPf2U_4KBzYJFStvDkq8tc-Tq987_RYpZsATv0rRfuBtta3ItrirdMf2NMYz8YDfTXfbR/s729/Vi%25C3%25B1eta+de+Scafati.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="697" data-original-width="729" height="306" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqhbcJlEtvZPZmA46RT6oL555TiaZjquC7-29LcSZosafJlwzfHLhh09Cxt2GOoEygsVE5N9wQPf2U_4KBzYJFStvDkq8tc-Tq987_RYpZsATv0rRfuBtta3ItrirdMf2NMYz8YDfTXfbR/s320/Vi%25C3%25B1eta+de+Scafati.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Viñeta de Scafati</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Por otra parte, con el rótulo “The Premature
Burial”, “El entierro prematuro” —dice Margarita Rigal Aragón—, se publicó el
“31 de julio de 1844” en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Dollar Neswpaper</i>.
Y anota: “Puede que una muestra (que tuvo lugar durante la feria anual del
‘American Institute’ de Nueva York en 1843) sirviese a Poe como fuente de
inspiración de esta historia; se mostraba allí un ataúd, diseñado por Christian
Henry Eisenbrandt, que estaba preparado para que la persona enterrada pudiese
liberarse, en caso de seguir viva, con un simple movimiento de su cabeza.” <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> La crítica y editora formula esa hipótesis
porque en “El entierro prematuro”, cuento narrado por la voz de un paranoico
que padece una extrema y delirante fobia debido a la posibilidad de sumergirse
en un estado cataléptico (cosa que ya le ha ocurrido) y que ninguna persona de
su entorno (fortuito o no) lo perciba; es decir, sería enterrado vivo porque lo
creerían muerto; y luego se despertaría, para morir de asfixia (pataleando,
arañando y gritando) dentro del oscuro, estrecho, horrorosísimo y
claustrofóbico ataúd. Y para eludir esa terrorífica experiencia que preludiaría
su horrorosísima e irremediable muerte, se hace construir un féretro con comodidades,
mecanismos y vías de escape, por si acaso. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVz-VfDi2ddW8h9wlQG1yfNcnTNztbOUk5byIfAZ2MMVbJxHdC9bGirNGjY4NtpYYeYnOxU7faOTHZ29qvGV8fCmaaSW309Bvs69P26VgQiBL-GO6O8wGGodWywpeY2cLxbnG8Gs4I36FN/s1831/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1568" data-original-width="1831" height="343" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVz-VfDi2ddW8h9wlQG1yfNcnTNztbOUk5byIfAZ2MMVbJxHdC9bGirNGjY4NtpYYeYnOxU7faOTHZ29qvGV8fCmaaSW309Bvs69P26VgQiBL-GO6O8wGGodWywpeY2cLxbnG8Gs4I36FN/w400-h343/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Ilustración de Luis Scafatti</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Y si Margarita Rigal Aragón desliza la
legendaria posibilidad de que Poe, para escribir “El gato negro”, se “inspiró”
en la masacre a palos del cervatillo de su odioso y maltratador padrastro, si
se piensa en la legendaria y novelesca imagen del adolescente Poe enamorado de
Jane Stanard, la madre de un condiscípulo escolar en Richmond, quien murió
pronto y cuya tumba <i style="mso-bidi-font-style: normal;">visitaba a diario</i>,
esa supuesta <i style="mso-bidi-font-style: normal;">aventura romántica nocturna</i>
quizá subyace en el germen de la imagen (no menos romántica, nocturna,
novelesca, poeniana y cuasi necrófila) del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">pobre
litterateur</i>, joven y desdichado que, en Francia, va a medianoche (sin duda
vestido de negro) al sepulcro de su amada (que lo menospreció, desdeñó y se casó
con un ruco con poder y dinero) y descubre que aún está viva dentro del ataúd.
Tal anécdota es uno de los cuatro casos de catalepsia que el narrador de “El
entierro prematuro” evoca antes de contar el aleluya de su curativa pero
terrorífica y onírica vivencia cataléptica: <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUJZiX1BwUrGYpTOHhj7LrtLRoWT1l5Oj00A0WnvWJ-wS9W-VLB7QIZ5O8WrBrKUICtTnwEdc0dHUFC3nm5ZTEt197itE8xu8xZ0lVaOKkK66yZtH5DHh1SGXtMWL3YBdqiU14D26bh0L3/s1714/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1564" data-original-width="1714" height="364" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUJZiX1BwUrGYpTOHhj7LrtLRoWT1l5Oj00A0WnvWJ-wS9W-VLB7QIZ5O8WrBrKUICtTnwEdc0dHUFC3nm5ZTEt197itE8xu8xZ0lVaOKkK66yZtH5DHh1SGXtMWL3YBdqiU14D26bh0L3/w400-h364/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Ilustración de Luis Scafati</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> “En el año 1810 ocurrió un caso de inhumación
en vida en Francia, acompañado de circunstancias que confirman en gran medida
que lo verdadero es, por cierto, más extraño que la ficción. La heroína de la
historia fue una tal Mademoiselle Victorine Lafourcade, una joven muchacha de
familia ilustre, rica y de gran belleza personal. Entre sus numerosos
pretendientes estaba Julien Bossuet, un pobre <i style="mso-bidi-font-style: normal;">litterateur</i> [‘Literato. En francés en el original.’], o periodista,
de París. Sus talentos y amabilidad general habían llamado la atención de la
heredera, por quien parece haber sido realmente amado; pero su orgullo de cuna
parece haberla decidido finalmente a rechazarlo y a casarse con un tal Monsieur
Rénelle, banquero y diplomático de cierta nota. Después del casamiento, sin
embargo, este caballero la descuidó y, tal vez, incluso llegó a maltratarla.
Después de pasar con él algunos años desdichados, la muchacha murió: al menos
su condición se asemejaba con tanta cercanía a la muerte como para engañar a
todos lo que la vieron. La enterraron, no en un panteón sino en una tumba común
en la aldea donde había nacido. Lleno de desesperación, y aún inflamado por el
recuerdo de un apego profundo, el amante viaja a la remota provincia donde está
la aldea, con el propósito romántico de desenterrar el cadáver y hacerse dueño
de sus trenzas espléndidas. Llega a la tumba. A medianoche desentierra el
ataúd, lo abre, y está ocupado en la tarea de cortar el cabello, cuando lo
detienen los ojos de ella al abrirse. En concreto, la dama había sido enterrada
viva. La vitalidad no había partido por completo; y las caricias de su amante
la despertaron del letargo que habían confundido con la muerte. El muchacho la
llevó frenético a sus habitaciones en la aldea. Empleó ciertos restaurativos
sugeridos por sus considerables conocimientos médicos. Por fin, ella revivió.
La mujer reconoció a su protector. Se quedó con él hasta que, poco a poco,
recobró la salud original. Su corazón femenino no se mantuvo inflexible, y
aquella última lección de amor bastó para ablandarlo. Lo otorgó a Bossuet. No
regresó con su marido, sino que ocultó su resurrección y huyó con el amante a
América. Veinte años después, los dos regresaron a Francia, convencidos de que
el tiempo había cambiado tanto la apariencia de la dama que sus amigos serían
incapaces de reconocerla. Se equivocaron, sin embargo, porque en el primer
encuentro, Monsieur Rénelle reconoció y reclamó a su esposa. Ella rechazó el
reclamo; y un tribunal judicial la apoyó, decidiendo que las circunstancias
peculiares, más el largo período transcurrido, habían extinguido no solo de
modo natural sino también legal la autoridad del esposo.”<o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHABjbWR_4dfhFO2xq9KlWkZE_SwiCSMXUZMHuMGi_IxL98OaOVE6XVtwqFZtiQOFBSakbrVTcVAuUoWUj0x_mCDoeOmUZhYXOSOLgH8_imRUq7_rpB4t5Zi0sresY41TfoI1yqn0gKTyu/s1749/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1586" data-original-width="1749" height="363" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHABjbWR_4dfhFO2xq9KlWkZE_SwiCSMXUZMHuMGi_IxL98OaOVE6XVtwqFZtiQOFBSakbrVTcVAuUoWUj0x_mCDoeOmUZhYXOSOLgH8_imRUq7_rpB4t5Zi0sresY41TfoI1yqn0gKTyu/w400-h363/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Ilustración de Luis Scafatti</span></td></tr></tbody></table><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"> </span></span><span style="font-family: georgia;">Y aquí vale comentar que a un lado de ese trasnochado y romántico
episodio (casi de folletín) figura, <i>ex
profeso</i>, una ilustración de Luis Scafati en la que el pobre literato está
sacando a su amada del ataúd. Y esto es así porque el artista gráfico hizo,
precisamente, ilustraciones relativas a lo que se narra en el cuento; pero al
unísono bosqueja interpretaciones, dialoga con el texto.<span style="text-indent: 14.2pt;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGRYoj-UfzDIYVXa1H8KtJDtfEBI5djHQXZNK4mf1yl-k8aoRuX-ODk3xbX588vcM6qYMXKfW700_srCzQfUuUzsRUlf-WDO5_U43RpGxgBabVh7697n9zAFH_RDNXK26hqtxknWhy7hFe/s1815/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1585" data-original-width="1815" height="349" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGRYoj-UfzDIYVXa1H8KtJDtfEBI5djHQXZNK4mf1yl-k8aoRuX-ODk3xbX588vcM6qYMXKfW700_srCzQfUuUzsRUlf-WDO5_U43RpGxgBabVh7697n9zAFH_RDNXK26hqtxknWhy7hFe/w400-h349/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Ilustración de Luis Scafati</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Valdría citar la estampa donde tres rostros observan el
rostro de un cadáver: uno de ellos es la inequívoca figura de la esquelética
calaca con su guadaña, cabeza de calavera y capucha de monje loco y envilecido. </span></span><span style="font-family: georgia; text-indent: 14.2pt;">O sea: Scafati va más allá de lo que se narra. </span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"></span></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqoefc-TSe-YhurZjeF8f4HSkHosBpCVGMnWzvvQUOCMcRC88d9kQjstnWGfYzp3fUmbUmc0qDtPSMUof_vuoRNLGD0uppTudBdFynP1NIFLyLyPt3T3gw4-EFwHJbKWk1-i4JPfVlgmpf/s2048/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1393" data-original-width="2048" height="436" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqoefc-TSe-YhurZjeF8f4HSkHosBpCVGMnWzvvQUOCMcRC88d9kQjstnWGfYzp3fUmbUmc0qDtPSMUof_vuoRNLGD0uppTudBdFynP1NIFLyLyPt3T3gw4-EFwHJbKWk1-i4JPfVlgmpf/w640-h436/Ilustraci%25C3%25B3n+de+Luis+Scafati.jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Ilustración de Luis Scafati<br />(detalle)</span></td></tr></tbody></table><span lang="ES"><span style="font-family: georgia;"><br /> Por ejemplo, obsérvese la imagen
del muerto con bombín quien, agarrándose dentro de su ataúd e incorporando la
cabeza, observa la kilométrica fila de un fantasmagórico y larguísimo cortejo
fúnebre signado al final por el réquiem de una trompeta, que es, al unísono, un
artístico <i style="mso-bidi-font-style: normal;">memento mori</i>, una
reminiscencia de la ancestral danza macabra de la antigua tradición europea. <o:p></o:p></span></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: georgia;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: georgia;">Edgar Allan Poe, </span><b style="font-family: georgia;">El gato
negro y otros relatos de terror</b></span><span style="font-family: georgia;"><span style="font-size: x-small;">. Traducción del inglés de Elvio E.
Gandolfo. Ilustraciones y viñetas de Luis Scafati. Libros del Zorro Rojo.
China, febrero de 2021. 64 pp</span>.</span></p>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-33399786166682774302023-10-02T08:50:00.001-07:002023-10-02T09:22:21.843-07:00La noche de Tlatelolco<br />
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 18px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px; min-height: 25px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><b></b><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 18px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span></b></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 14px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px; text-align: center;">
<div style="text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #990000; font-size: large;">Un fantasma recorre México: </span></span></div>
</div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 14px / 23px "Comic Sans MS"; margin: 0px; text-align: center;">
<div style="text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">el fantasma del 2 de octubre</span></div>
</div>
<div style="font-family: "courier new"; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px; min-height: 14px;">
<div style="font-size: 12px; font-style: normal;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: right;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;"><span style="font-size: 12px;"> </span><i><span style="font-size: x-small;">In memoriam </span></i></span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-style: normal; line-height: normal; text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">Luis González de Alba </span></span></div>
<div style="font-size: 12px;">
<span style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small; font-style: normal; line-height: normal; text-align: center;"><br /></span></div>
<div style="font-size: 12px;">
<span style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small; font-style: normal; line-height: normal; text-align: center;"><br /></span></div>
</div>
<div style="text-align: right;">
</div>
<div style="font-style: normal; font-variant: normal; line-height: 23px; margin: 0px;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; font-family: "Courier New"; font-size: 12px; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgs6fQw7rpnG-mQEPipDCpu3RN__5jtoItZjkmJmjk3aTeRdwPE79RcIapYGJEQBe8qHZWqBpxEC3qSlOT4bcWte7F7X_cSWYavxb259ZkGLDLF1-li7dtndqz7uaZso2Jb5XyMzyhtqbxz/s1600/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C+octubre+2+de+1968.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="944" data-original-width="644" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgs6fQw7rpnG-mQEPipDCpu3RN__5jtoItZjkmJmjk3aTeRdwPE79RcIapYGJEQBe8qHZWqBpxEC3qSlOT4bcWte7F7X_cSWYavxb259ZkGLDLF1-li7dtndqz7uaZso2Jb5XyMzyhtqbxz/s400/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C+octubre+2+de+1968.jpg" width="272" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Tlatelolco, octubre 2 de 1968</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: georgia;"><span style="font-size: small;">El viernes 27 de septiembre de 2014 murió, por el cáncer, Raúl Álvarez Garín, legendario luchador social y visible político de izquierda, quien, como alumno del Instituto Politécnico Nacional, fue delegado de Consejo Nacional de Huelga del Movimiento Estudiantil de 1968 y como tal fue detenido la trágica noche del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco y hecho preso en el Palacio Negro de Lecumberri. Pese a que Raúl Álvarez Garín es autor del libro </span><b>La estela de Tlatelolco. Una reconstrucción histórica del movimiento estudiantil del 68</b><span style="font-size: small;"> (Editorial Ítaca, 2002), todo indica que entre la extensa y creciente bibliografía sobre el Movimiento Estudiantil de 1968, el libro de Elena Poniatowska: </span><b>La noche de Tlatelolco</b><span style="font-size: small;">, cuya primera edición data de “febrero de 1971”, es el más emblemático, el más reeditado, el más popular, y tal vez el más trágico, espeluznante y doloroso que incide en la llama viva de un hecho fehaciente y contundente: la masacre del 2 de octubre no se olvida, su tétrico fantasma recorre México, está vivo en la luctuosa, histórica y democrática memoria colectiva del país.</span></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrV9N1MD37F69KJbPJ_prvV4pGdSuw_iiF5-th54ehB6aUJanMEwClATeHWpDFvjlq-jFHPXPhLRPHvEX9NuT4msehSWwkLFI9Z0Jk-F7SDH4WQqXviukYvSmklUrZnOHUE3OtXky1wD_q/s1600/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C++primeras+fotos.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="944" data-original-width="1269" height="476" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrV9N1MD37F69KJbPJ_prvV4pGdSuw_iiF5-th54ehB6aUJanMEwClATeHWpDFvjlq-jFHPXPhLRPHvEX9NuT4msehSWwkLFI9Z0Jk-F7SDH4WQqXviukYvSmklUrZnOHUE3OtXky1wD_q/s640/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C++primeras+fotos.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #990000;"><b>La noche de Tlatelolco</b> (Era, </span><span style="color: #990000; line-height: 23px;">37ª ed., México, 1980)<br />Primeras fotos del libro</span></span></td></tr>
</tbody></table>
</span> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;">El miércoles 2 de octubre de 1968, en la Plaza de las Tres Culturas de la Unidad Habitacional Nonoalco-Tlatelolco, ya pasadas las 17:30, poco después de que desde el tercer piso del edificio Chihuahua los oradores en la tribuna dieran por concluido el mitin y de que anunciaran que, debido a la presencia militar en la zona, no se haría la manifestación al Casco de Santo Tomás del IPN (tomado por el ejército desde el 23 de septiembre), se vieron en lo alto unas luces de bengala e inició el asedio y los disparos, cundió el terror, la refriega y la estampida de la gente (“aproximadamente diez mil personas”: jóvenes, adultos, adolescentes, niños, mujeres, ancianos). Los soldados y policías de civil y guante y blanco (el Batallón Olimpia) salieron de apartamentos del edificio Chihuahua y de su camuflaje entre la multitud; detuvieron a los estudiantes de la tribuna y bloquearon los accesos al edificio. Hubo tal gritería, tal turbulencia de masas y tal confusión entre los destacamentos armados que fue ineludible el cruce de balas entre los de guante blanco, los militares, los granaderos, los policías y los francotiradores.</span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2Aq8th7UCl-5bTSNVyvwbmwWjnFj7yi17-qIVd7CmUGPT-QcZXG2_eipG8mL4ONbLQ8G7MIgc54Df749eRRLAyHiuaFAX9bYLTvKFaZpRjgeSrT-ETsJYvdFepWhC6Dlvb-bKMLKGoOQ/s1600/septiembre+13+de+1968.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="280" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2Aq8th7UCl-5bTSNVyvwbmwWjnFj7yi17-qIVd7CmUGPT-QcZXG2_eipG8mL4ONbLQ8G7MIgc54Df749eRRLAyHiuaFAX9bYLTvKFaZpRjgeSrT-ETsJYvdFepWhC6Dlvb-bKMLKGoOQ/s400/septiembre+13+de+1968.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="color: #990000; font-family: georgia;">Javier Barros Sierra, rector de la UNAM, a la cabeza</span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="font-family: "Courier New"; font-size: 12px; white-space: pre;"> </span><span style="font-family: georgia;">El Movimiento Estudiantil de 1968 tenía apenas dos meses y pico de haberse gestado <i>in crescendo</i> (con amplias adhesiones y repercusiones sociales en todo el país y protestas en el extranjero), debido a la constante represión policíaca y militar (exacerbada con la toma de CU el 18 de septiembre), a los asesinatos, y a las detenciones y secuestros de alumnos, maestros, militantes de izquierda y gente ajena, y a la relevante incapacidad política de las autoridades (empezando por el presidente Gustavo Díaz Ordaz y por el secretario de gobernación Luis Echeverría Álvarez) para establecer el diálogo público, los acuerdos en torno a los 6 puntos del pliego petitorio y por ende la paz. Lo ocurrido y los testimonios del libro sugieren que la matanza y el encarcelamiento masivo estaban planeados para tal día y en ese lugar, pues el 12 de octubre iniciarían los XIX Juegos Olímpicos y había que descabezar el movimiento y evitar que los disturbios estudiantiles (dizque de una conjura internacional comunista) continuaran durante éstos. </span></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span> Mercedes Olivera, antropóloga, lo resume: “obviamente todo estaba preparado, el gobierno sabía lo que iba hacer. Se trataba de impedir cualquier manifestación o brote estudiantil antes y durante las Olimpiadas. Las luces de bengala fueron la orden de tirar y se disparó de todas partes y los supuestos francotiradores —y te lo digo, porque los que estuvimos allí y lo vimos podemos decirlo con toda conciencia sin temor a equivocarnos— los francotiradores eran parte de la organización gubernamental.”</span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-size: 12px; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="font-family: "Courier New"; white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiATv0CAVX05gB9gIkghUXRUDJbdIqOCtzj_NFISDII04MEkXGZq5htY5HpM408by1N9qdqaOVvCqD20eC3n3LEOKaVXkIvJ0233wp9wfuZ0UdCaC8xDvfSoXUDA-L9g1XqJL1waBXyZfqo/s1600/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="944" data-original-width="696" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiATv0CAVX05gB9gIkghUXRUDJbdIqOCtzj_NFISDII04MEkXGZq5htY5HpM408by1N9qdqaOVvCqD20eC3n3LEOKaVXkIvJ0233wp9wfuZ0UdCaC8xDvfSoXUDA-L9g1XqJL1waBXyZfqo/s640/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529.jpg" width="470" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">(Ediciones Era, <span style="line-height: 23px;">37ª ed., México, 1980)</span></span></td></tr>
</tbody></table>
</span><b><span style="font-family: Courier New;"> </span><span style="font-family: georgia;">La noche de Tlatelolco</span></b><span style="font-family: georgia;"> es un libro fragmentario, polifónico, colectivo, de ahí que se subtitule <b>Testimonios de historia oral</b>; pero fue Elena quien compiló, matizó y urdió el conjunto durante dos años. Hay en él trozos de entrevistas (muchos con terribles testimonios de asesinatos, torturas y vejaciones); panfletos transcritos de pancartas, de volantes, de pintas y de los coros durante las manifestaciones y mítines; versos de poemas; capitulares y fragmentos de artículos publicados en periódicos y revistas; pasajes de actas militares; declaraciones en contra, declaraciones a favor; voces anónimas; saldos de muertos, de heridos, de humillados y violentados en lo más elemental de sus libertarias garantías individuales y en lo más esencial de sus derechos humanos.</span></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrR4A9_5-NVwRGnyv8ChHivWJxX-6CmPvGQw9YI5PnDtDw9moOpeVFOlpVqCbeZJ9ZL9fMIozva285MLWHhPt1Ec8axn6SmVtT9FKwzh9LbMxsljYWj7MrfEPGlvrHkMR8txyBevB4auE/s1600/Elena+Poniatowska%252C+foto+de+Rogelio+Cue%25CC%2581llar.jpg" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrR4A9_5-NVwRGnyv8ChHivWJxX-6CmPvGQw9YI5PnDtDw9moOpeVFOlpVqCbeZJ9ZL9fMIozva285MLWHhPt1Ec8axn6SmVtT9FKwzh9LbMxsljYWj7MrfEPGlvrHkMR8txyBevB4auE/s400/Elena+Poniatowska%252C+foto+de+Rogelio+Cue%25CC%2581llar.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span class="Apple-style-span" style="color: #990000;">Elena Poniatowska</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #990000;">(foto: Rogelio Cuéllar)</span></span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;">De nobiliario origen polaco, Elena nació el 19 de mayo de 1932 en París, pero hizo de México su patria, sus entrañas más entrañables donde nació y creció como periodista y narradora. De ahí que si su libro es de <i>Todo México</i>, también es muy suyo, muy de sus intimidades más íntimas. Ella lo dedicó “A Jan”, cuyas fechas de nacimiento y muerte, “1947-1968”, representan al joven asesinado el 2 de octubre o durante el Movimiento Estudiantil, pese a que se trata de su hermano “Jan Poniatowski Amor, estudiante de la Preparatoria Antonio Caso”, muerto en un accidente automovilístico el 8 de diciembre, en cuya segunda aparición afirma: “EL PRI no dialoga, monologa.”</span></div>
<div style="margin: 0px;">
<div style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px;">
<div style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; white-space: pre;"><span style="font-family: "courier new"; font-size: 12px;"> </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_TdwMIr8AmulIDw3-qEPHvVi6tp6LpIsqA6I1tgXW_tQgwvoWjRYgLlZMPgtRfBUbtEiMztr-u7z1BMWjD7MpL8_z9qVTMhHnPAR2I7RfciYgYnOckXT36EaBDHLxlpGUv3vnoheGe9xy/s1600/Jan+Poniatowski+Amor+%25281947-1968%2529+2.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="571" data-original-width="408" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_TdwMIr8AmulIDw3-qEPHvVi6tp6LpIsqA6I1tgXW_tQgwvoWjRYgLlZMPgtRfBUbtEiMztr-u7z1BMWjD7MpL8_z9qVTMhHnPAR2I7RfciYgYnOckXT36EaBDHLxlpGUv3vnoheGe9xy/s400/Jan+Poniatowski+Amor+%25281947-1968%2529+2.jpg" width="285" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: georgia;">Jan Poniatowski Amor<br />(1947-1968)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span></span><span><span style="font-family: georgia, "times new roman", serif; white-space: pre;"> </span><span style="font-family: georgia;">También incluyó un par de pasajes, críticos y reflexivos, de dos cartas que el astrónomo Guillermo Haro, su marido, le envió desde Armenia, una el “22 de julio de 1970” y la otra el “28” del mismo mes. En el primer pasaje </span></span></span><span><span style="font-family: georgia; line-height: normal;">refiere su disgusto y desacuerdo con la prisión, en la cárcel de Lecumberri, de Demetrio Vallejo y Valentín Campa, líderes ferrocarrileros, sindicalistas y comunistas; y en el segundo pasaje le habla sobre la hipocresía y responsabilidad ética del científico mexicano en el contexto de la arcaica, consubstancial y sistémica corrupción política y gubernamental del PRI:</span></span></div>
<div style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2nOQUbu1pfHKKKwZJAYoaktHhwl7v6TaakbUB8yheHYWIulMXnRczMwS2p1zEp_vkILs_nGFj8x0IduWHqqMiTRZl1eKuvHOiBbpSIRpbBx5azI05xABCGcWkWsx_yBh_d902UH1Qe4AZ/s1600/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C+se%25CC%2581ptima+foto.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="944" data-original-width="659" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2nOQUbu1pfHKKKwZJAYoaktHhwl7v6TaakbUB8yheHYWIulMXnRczMwS2p1zEp_vkILs_nGFj8x0IduWHqqMiTRZl1eKuvHOiBbpSIRpbBx5azI05xABCGcWkWsx_yBh_d902UH1Qe4AZ/s640/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C+se%25CC%2581ptima+foto.jpg" width="446" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: georgia; text-indent: 0px;"><b>La noche de Tlatelolco</b> (Era, </span><span style="color: #990000; line-height: 23px; text-indent: 0px;"><span style="font-family: georgia;">37ª ed., México, 1980)</span><br /><span style="font-size: x-small;">En el cartel se ve el rostro de Demetrio Vallejo</span></span></td></tr>
</tbody></table>
</span></div><div style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; text-indent: 14.2px;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span><span style="font-family: georgia;">“...Y me lleno de furia y pienso cómo se puede vivir sin ser furioso. Cómo se le puede entrar a la política mexicana y retenerte y modularte y repartir sonrisitas y quedar bien con todo el mundo y lograr puestecitos y puestezotes. No estoy de acuerdo con las declaraciones periodísticas de mis amigos; que el hombre de ciencia debe intervenir en la política. Sé lo que quieren decir. Piensan que intervenir en la política es ocupar puestos, ser influyente, tener éxito. Eso no es política, eso es estiércol, es ser mercader en el más vil sentido. A que no le entran a la política de oposición, a la política que no da puestos seguros, a la que pone en peligro tu vida y tu libertad. Claro que no se le puede pedir a un hombre, a otro hombre, que se sacrifique. Pero que tampoco nos vengan a señalar como deber sacrosanto y necesario el participar en ‘nuestra’ política priísta. No hay en ello nada noble, nada desinteresado, nada honesto. Y si uno le entra por pura conveniencia personal, por lo menos ser discreto, ser un honrado bandolero, no tratar de hacer comulgar a los demás con ruedas de molino. Nuestro deber como científicos es simplemente tratar de hacer buenos científicos, ayudar a los jóvenes, formar cuadros competentes, hacer verdadera política aunque esto implique —y lo implica— estar peleado a muerte con los ‘políticos’ burócratas. Claro que el no cortejar a los ‘políticos’, el no estar bien con ellos, dificulta la tarea. Pero en el fondo lo mismo da...</span></div>
<div style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: georgia;"> “No es cierto que puedas ser un buen político cuando dejas de ser un buen médico. No es cierto que es preferible ser presidente de Chalchicomula que un mediocre ginecólogo. Si no puedes hacer bien una cosa que durante años has aparentado amar, no podrás hacer ninguna otra cosa mejor que la primera. Lo contrario es mentira, es la prueba más contundente de tu fracaso íntimo, de tu verdadera mediocridad. Pero, claro, existe el sagrado derecho de ser tan mediocre o tan pendejo como se quiera o como se pueda y eso independientemente de todos los éxitos o las glorias aparentes.”</span></div>
<div>
<span style="line-height: 23px;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_O1_84paacdbu6tbB9d1H2KUiAnWEluMSaDONcYsDZcZPZ0qwvQ_JZ8IMniqWrwbCIJIho8-yHSNOuRkWtw3HNmM1w0F6ZNSMJxlFl1Q6dwZtAwa6-ELl7KvMc0e2ti7X5maxS881QiU2/s1600/Guillermo+Haro+y+Elena+Poniatowska+con+su+hijo+Felipe.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="529" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_O1_84paacdbu6tbB9d1H2KUiAnWEluMSaDONcYsDZcZPZ0qwvQ_JZ8IMniqWrwbCIJIho8-yHSNOuRkWtw3HNmM1w0F6ZNSMJxlFl1Q6dwZtAwa6-ELl7KvMc0e2ti7X5maxS881QiU2/s400/Guillermo+Haro+y+Elena+Poniatowska+con+su+hijo+Felipe.jpg" width="275" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: georgia;">Guillermo Haro y Elena Poniatowska<br />con su hijo Felipe</span></td></tr>
</tbody></table>
</span></div><div><span style="line-height: 23px;"> <span style="font-family: georgia;">Pero Elena Poniatowska </span></span><span style="font-family: georgia;"><span><span style="line-height: 23px;">también incluyó un fragmento de su madre Paula Amor de Poniatowski, donde habla de los muchachitos que vio el 13 de septiembre de 1968 durante la Marcha del Silencio que fue del Bosque de Chapultepec, frente al Museo Nacional de Antropología, al Zócalo (“300 mil personas”): </span></span><span style="text-indent: 14.2px;">“¿Sabes?, me gustaron, me cayeron bien, por hombrecitos. Muchos tenían esparadrapo en la boca, casi todos parecían gatos escaldados con sus suéteres viejos, sus camisas rotas pero decididos. Les eran simpáticos a la gente que estaba en las banquetas viéndolos, y muchos, además de aplaudirles, se les unían y cuando no se les daba propaganda la pedían, e incluso el público se ponía a repartir de mano en mano. Nunca había visto antes una manifestación tan vasta, tan de a de veras, tan hermosa. Toma, te traje unos volantes.</span><span style="line-height: 23px;">”</span></span></div>
</div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjn6djO7z_lbYTa2GnybZivIvIairPHpOaEbS9BPmidvat0OUh_IqViES_AJAGh6HMlbDkAg6pdYG_a9S8Eshg7MkrJO1bKDY1bo0eoNRSCwmvIk1PF1yzunzN4WbQMNl4rjCKCpj2YqbdL/s1600/Elena+y+Kitzia+con+su+madre+Paula+Amor+de+Poniatowski.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="708" data-original-width="856" height="330" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjn6djO7z_lbYTa2GnybZivIvIairPHpOaEbS9BPmidvat0OUh_IqViES_AJAGh6HMlbDkAg6pdYG_a9S8Eshg7MkrJO1bKDY1bo0eoNRSCwmvIk1PF1yzunzN4WbQMNl4rjCKCpj2YqbdL/s400/Elena+y+Kitzia+con+su+madre+Paula+Amor+de+Poniatowski.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: georgia;">Las hermanas Elena y Kitzia <br />con su madre Paula Amor de Poniatowski</span></td></tr>
</tbody></table>
</span></span></div><div style="margin: 0px;"><span><span class="Apple-style-span" style="font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px;"><span style="font-family: georgia, times new roman, serif;"> </span><span style="font-family: georgia;"> Si tal testimonio es desde afuerita, el de Luis González de Alba, alumno de Filosofía y Letras de la UNAM y delegado del CNH (Consejo Nacional de Huelga) </span></span><span style="font-family: georgia;"><span style="line-height: 23px;">—fallecido a los 72 años el 2 de octubre de 2016</span><span style="line-height: 23px;">—</span><span style="line-height: 23px;">, es desde dentro y más crítico que el pasaje parecido que se lee en su libro </span><span style="line-height: 23px;">Los días y los años</span><span style="line-height: 23px;"> (Era, 1971): </span></span></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVA6EuyCnvr2RxxcELXbFsVHgpS-kjhNSLAoQLZryPzNEWeWk1ov-15HtAxVj1cps6K7-qwgvWrDkXJTZc1rxDhirIIbnqKZE3eGFznvrlUSVNXBEFFuItCYijojyZRvRX7uFspCD9sJE/s1600/3.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="253" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVA6EuyCnvr2RxxcELXbFsVHgpS-kjhNSLAoQLZryPzNEWeWk1ov-15HtAxVj1cps6K7-qwgvWrDkXJTZc1rxDhirIIbnqKZE3eGFznvrlUSVNXBEFFuItCYijojyZRvRX7uFspCD9sJE/s400/3.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span class="Apple-style-span" style="color: #990000;">Cabeza de Vaca, Hernández Gamundi y Luis González de Alba,</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #990000;">tres líderes del Consejo Nacional de Huelga detenidos</span></span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span></span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;">“El helicóptero seguía volando casi al ras de las copas de los árboles. Finalmente, a la hora señalada, a las cuatro, se inició la marcha en absoluto silencio. Ahora no podrían oponer ni siquiera el pretexto de las ofensas. En el CNH habíamos discutido muchísimo. Unos delegados decían que de hacerse la manifestación no podría ser silenciosa porque le quitaría combatividad. Otros, que nadie guardaría silencio. ¿Quién se siente capaz de controlar y llevar callados a varios cientos de miles de muchachos escandalosos acostumbrados a cantar, gritar y echar porras en cada manifestación? ¡Es una tarea imposible y si no lo logramos el CNH mostrará debilidad! Por eso los más jóvenes llevaron esparadrapo en la boca. Ellos mismos lo eligieron: los unos a los otros se pusieron la tela adhesiva sobre los labios para asegurar su silencio. Les dijimos: ‘Si alguno falla, fallamos todos.’</span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJdg1C_CsIBJMvAjiE9EnWycjmJUbn_ksVZy33ilFSCYQGr5AerDrKyKeuwnTeQd_89EznQIwFBP1OdU8APXVGtrx-ht0YXNjsIeZfiMjBVol8cjHbMhRKejjvKwPFoaqkSZfq0qnGr5Q/s1600/Marcha+del+Silencio+%2528001%2529.JPG" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJdg1C_CsIBJMvAjiE9EnWycjmJUbn_ksVZy33ilFSCYQGr5AerDrKyKeuwnTeQd_89EznQIwFBP1OdU8APXVGtrx-ht0YXNjsIeZfiMjBVol8cjHbMhRKejjvKwPFoaqkSZfq0qnGr5Q/s400/Marcha+del+Silencio+%2528001%2529.JPG" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span class="Apple-style-span" style="color: #990000;">Marcha del Silencio</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #990000;"><br /></span>
<span style="color: #990000;">Septiembre 13 de 1968</span></span></td></tr>
</tbody></table>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: small;">“Salíamos apenas del Bosque, habíamos caminado sólo unas cuadras cuando las filas comenzaron a engrosarse. Todo el Paseo de la Reforma, banquetas, camellones, monumentos y hasta los árboles estaban cubiertos por una multitud que a lo largo de cien metros duplicaba el contingente inicial. Y de aquellas decenas y después cientos de miles sólo se oían los pasos... Pasos, pasos sobre el asfalto, pasos, el ruido de muchos pies que marchan, el ruido de miles de pies que avanzan. El silencio era más impresionante que la multitud. Parecía que íbamos pisoteando toda la verborrea de los políticos, todos sus discursos, siempre los mismos, toda la demagogia, la retórica, el montonal de palabras que los hechos jamás respaldan, el chorro de mentiras; las íbamos barriendo bajo nuestros pies... Ninguna manifestación me ha llegado tanto. Sentí un nudo en la garganta y apreté fuertemente los dientes. Con nuestros pasos vengábamos en cierta forma a Jaramillo, a su mujer embarazada, asesinados, a sus hijos muertos, vengábamos tantos años de crímenes a mansalva, silenciados, tipo gángster. Si los gritos, porras y cantos de otras manifestaciones les daban un aspecto de fiesta popular, la austeridad de la silenciosa me dio la sensación de estar dentro de una catedral. Ante la imposibilidad de hablar y gritar como en otras ocasiones, al oír por primera vez claramente los aplausos y voces de aliento de las gruesas vallas humanas que se nos unían, surgió el símbolo que pronto cubrió la ciudad y aun se coló a los actos públicos, a la televisión, a las ceremonias oficiales: la V de ‘Venceremos’ hecha con los dedos, formada por los muchachos al marchar en las manifestaciones, pintada después en casetas de teléfonos, autobuses, bardas. En los lugares más insólitos brotaba el símbolo de la voluntad inquebrantable, incorruptible, resistente a todo, hasta a la masacre que llegó después. Aún reciente Tlatelolco, la V continuó apareciendo hasta en las ceremonias olímpicas, en las manos del pueblo.”</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "Courier New"; font-size: 12px; white-space: pre;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJlnq8ih2R7l6J9tFgFMvNGIyRDomH_GJz79KlGci5ew3C_w9rSno5ulQhmCneR-PHRZ3W92N4qV34y7dmeCla1rfjcsrxz8IzkQOWJPcuKdw1PI8UMitr9p-EFHTAPKUxnj1AjMKGTQc/s1600/Los+di%CC%81as+y+los+an%CC%83os+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJlnq8ih2R7l6J9tFgFMvNGIyRDomH_GJz79KlGci5ew3C_w9rSno5ulQhmCneR-PHRZ3W92N4qV34y7dmeCla1rfjcsrxz8IzkQOWJPcuKdw1PI8UMitr9p-EFHTAPKUxnj1AjMKGTQc/s640/Los+di%CC%81as+y+los+an%CC%83os+(2).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Primera edición en Lecturas Mexicanas</span><br />
<span style="color: #990000;">Segunda Serie número 41<br />(Ediciones Era/SEP, 1986)</span></td></tr>
</tbody></table>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJUrK0GxLL98Oj4G7XQ3tw5eNFX2wiNs_zInSBhTJLLoR6kljTAFeEBmlYccKERWdcMrFnwSgho2NvJTWV68Ffp8FxIA9fUkxSVt3tcb0MGM_-RAN1x9XJVwfCOvuxueQU09wMipmg81c/s1600/Los+di%CC%81as+y+los+an%CC%83os+(3).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJUrK0GxLL98Oj4G7XQ3tw5eNFX2wiNs_zInSBhTJLLoR6kljTAFeEBmlYccKERWdcMrFnwSgho2NvJTWV68Ffp8FxIA9fUkxSVt3tcb0MGM_-RAN1x9XJVwfCOvuxueQU09wMipmg81c/s640/Los+di%CC%81as+y+los+an%CC%83os+(3).jpg" width="403" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;"><b>Los días y los años</b></span><br />
<span style="color: #990000;">1<span>ª</span> edición en Lecturas mexicanas, 2<span>ª Serie, núm. 41</span><br />(Ediciones Era/SEP, 1986)<br />Contraportada</span></td></tr>
</tbody></table>
</span><b><span style="font-family: Courier New; font-size: 12px;"> </span><span style="font-family: georgia;">La noche de Tlatelolco</span></b><span style="font-family: georgia;"> abre con 49 fotos en blanco y negro que dan visos de varios episodios que van de la confusa bronca del 22 de julio de 1968 en la que se mezclaron pandilleros (“Los ciudadelos” y “Los arañas”) y alumnos de la preparatoria Isaac Ochotorena y estudiantes de la Vocacional 2 del IPN (Instituto Politécnico Nacional), y que a la postre significó, dada la arbitraria golpiza emprendida por los granaderos, el inicio de la represión (exacerbada entre el 23 y el 26 de julio) y por ende del Movimiento Estudiantil. Y se culmina con una imagen nocturna en la que se observa a un grupo (hombres, mujeres, niños y jóvenes) de pie y arrodillados frente a veladoras y ofrendas mortuorias, en cuyo pie se lee: “El 2 de noviembre, día de los muertos, depositamos cempasuchitl y veladoras en la Plaza de las Tres Culturas... Muchos soldados nos vigilaban pero pronto se prendieron miles de veladoras y surgieron gentes de entre los árboles que comenzaron a rezar por sus hijos masacrados el 2 de octubre en Tlatelolco…”</span></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="font-family: "Courier New"; font-size: 12px; margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgxU1NsNvN4_-eweXnThhRUcEiGZrw0Y9sFWEj804AbTa2YJUnfYT2I4FhKruz_amdvhUF0GlpCLsd766oU9IQf4SKnuuZh7wx6PGi1_V5YwdiUGZ-FfIwcXATmKHCDBdJjeEbJ7q15say/s1600/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C+quintas+fotos.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="944" data-original-width="1270" height="474" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgxU1NsNvN4_-eweXnThhRUcEiGZrw0Y9sFWEj804AbTa2YJUnfYT2I4FhKruz_amdvhUF0GlpCLsd766oU9IQf4SKnuuZh7wx6PGi1_V5YwdiUGZ-FfIwcXATmKHCDBdJjeEbJ7q15say/s640/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C+quintas+fotos.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia; font-size: small;"><span style="color: #990000;"><b>La noche de Tlatelolco</b> (Era, </span><span style="color: #990000; line-height: 23px;">37ª ed., México, 1980)</span></span></td></tr>
</tbody></table>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px;">
<div style="text-align: left;">
</div>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTd5-C91ozFOn6sYqlQGmWozjnIcq6A16TNrNwBPmNz04hrma0E275vLGSpK9SpZBBJqc6kGD8odNhZ3PdDSSiGpeOl_HYl83HKYYNXvGRUuz7FyLPWmYHnt74L3rYoOeof2HQ1WXFSEky/s1600/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C+quinceavas+fotos.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="944" data-original-width="1263" height="478" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTd5-C91ozFOn6sYqlQGmWozjnIcq6A16TNrNwBPmNz04hrma0E275vLGSpK9SpZBBJqc6kGD8odNhZ3PdDSSiGpeOl_HYl83HKYYNXvGRUuz7FyLPWmYHnt74L3rYoOeof2HQ1WXFSEky/s640/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C+quinceavas+fotos.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span style="color: #990000;">Cadáveres en la morgue y niño asesinado en la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre de 1968</span><br />
<span style="color: #990000;"><br /></span>
<span style="color: #990000;"><b>La noche de Tlatelolco</b> (Era, </span><span style="color: #990000; line-height: 23px;">37ª ed., México, 1980)</span></span></td></tr>
</tbody></table>
</span></div><div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"> </span><span style="font-family: georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Entre el conjunto de fotografías, si bien hay algunas muy dramáticas y violentas, como la hilera de cadáveres en la morgue o el niño muerto aún tirado en las piedras del suelo de la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, contrastan dos: una es la del par de alegres jóvenes vestidos de blanco dándole a una campana de la Catedral de México y que ineludiblemente remite al 13 de agosto de 1968, cuando la multitudinaria manifestación (unas “150 mil personas”) llegó por primera vez al Zócalo (el epicentro de los poderes y simbólico corazón del país mexicano) </span><span style="font-size: small;">—</span><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">pero también a la del 27 de agosto (“más de 400 mil personas”)</span><span style="font-size: small;">—</span><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">; dice el pie: “¡Entramos al Zócalo! ¡Estaban repicando las campanas de catedral! </span><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Dos estudiantes de medicina subieron con el permiso del padre Jesús Pérez y también encendieron todas las luces de la fachada. Todo el mundo aplaudía sin parar.”</span></span></div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px; margin: 0px;">
<div style="font-family: "Courier New"; font-size: 12px; text-align: left;">
</div>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgn_kiIbWJ81pbWQqIIHTi2bg1sFOrTdYL7d5QWCSqCSe1Oc4FIbbi85aNiHkp5bWgvShJ4ON56qrhMtij0vSkf0-7FrK0go1UF3ZqAG6KsXFX5jjyWhcYgkSkVYqUsp7K65zk06JvlESgj/s1600/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C+Iglesia+de+Santiago+Tlatelolco.jpg" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="921" data-original-width="587" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgn_kiIbWJ81pbWQqIIHTi2bg1sFOrTdYL7d5QWCSqCSe1Oc4FIbbi85aNiHkp5bWgvShJ4ON56qrhMtij0vSkf0-7FrK0go1UF3ZqAG6KsXFX5jjyWhcYgkSkVYqUsp7K65zk06JvlESgj/s400/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C+Iglesia+de+Santiago+Tlatelolco.jpg" width="253" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Iglesia de Santiago Tlatelolco<br />Octubre 2 de 1968</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> </span><span style="font-family: georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">La otra fotografía resulta un artero, masivo y cruento golpe de bayoneta o de bala expansiva, muy semejante a los golpes y proyectiles con que, según testimonios que se leen en el libro, se hirieron y mataron a jóvenes, a mujeres, a niños y ancianos durante la larga noche que duró el sitio y el acoso, militar y policíaco, en la Plaza de las Tres Culturas y en los edificios circunvecinos. Se trata de una panorámica en la que desde lo alto se observa a una multitud frente a la antigua Iglesia de Santiago Tlatelolco; </span><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">el pie de Elena Poniatowska consigna: “Junto a la vieja Iglesia de Santiago Tlatelolco, se reunió confiada una multitud que media hora más tarde yacería desangrándose frente a las puertas del Convento que jamás se abrieron para albergar a niños, hombres y mujeres aterrados por la lluvia de balas...”</span></span></div>
<div style="margin: 0px;">
<div style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: 23px;">
<span style="font-family: georgia;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"><span> </span> </span>La </span><span>“Primera parte” </span><span>de </span><b>L</b><b>a noche de Tlatelolco</b><span style="font-size: small;"> se titula “Ganar la calle” y la “Segunda” es homónima del libro y por ende los testimonios ponen mayor énfasis en lo ocurrido durante la masacre del 2 de octubre de 1968; pero también en ciertas secuelas inmediatas, como la angustiosa y desesperada búsqueda de los hijos desaparecidos (incluso niños) y la situación y el destino de los prisioneros, particularmente en el Campo Militar Número 1 y en el Palacio Negro de Lecumberri. Y se concluye con una breve “Cronología basada en los hechos a que se refieren los estudiantes en sus testimonios de historial oral”, la cual va del lunes 22 de julio de 1968 al siguiente jueves 31 de octubre, y que se puede completar con la información, los análisis y la angular y crítica bibliografía con la que ahora se cuenta, en 2023, 55 años después, incluida una ritual vista al Memorial del 68 en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, ubicado en la histórica Plaza de las Tres Culturas. </span></span></div>
<div style="font-variant: normal; line-height: 23px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "courier new"; font-size: 12px; font-style: normal;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuISAd9wAJu61AunBwpOt-Xq4DJjqmqVa2vOEbOky_uTEd5jSHFkttTS7fhyphenhyphenMpKnSKFb13CLcxT4mGfL6sq9lsRIBEbLEpmI47JW4gQC3xJRzS4w2DJT3PWkwGcLmeUbj7CYimbCdWNm0W/s1600/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C+catorceavas+fotos.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="944" data-original-width="1261" height="478" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuISAd9wAJu61AunBwpOt-Xq4DJjqmqVa2vOEbOky_uTEd5jSHFkttTS7fhyphenhyphenMpKnSKFb13CLcxT4mGfL6sq9lsRIBEbLEpmI47JW4gQC3xJRzS4w2DJT3PWkwGcLmeUbj7CYimbCdWNm0W/s640/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C+catorceavas+fotos.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><b>La noche de Tlatelolco</b> (Era, </span><span style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; line-height: 23px;">37ª ed., México, 1980)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span></div>
</div>
<div style="margin: 0px; min-height: 14px;">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small; font-style: normal; font-variant: normal; line-height: 23px;"> </span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
</div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">Elena Poniatowska, </span><b style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif; font-size: small;">La noche de Tlatelolco. Testimonios de historia oral</b><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">. Iconografía en blanco y negro. Ediciones Era. Ejemplar 1019 de la 37ª edición. México, marzo 24 de 1980. 288 pp.</span></div>
<div style="margin: 0px; min-height: 14px;">
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New";">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="font-style: normal; font-variant: normal; line-height: 23px; text-align: center;">
<span style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><b>*******</b></span></div>
<div style="font-variant: normal; line-height: 23px; text-align: left;">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi32vyb14H97Fwf9YUOnCQZT4NvkDKAJwktDHkmAd69DqgkGP1rr6nMtGLEW9U326Mr15PtI8d8SDk1uhapVJ1CgXrKIQntTGSJMUAIKI77aBTbLp45wBiI7Ak2uMTe0PEp5b1a8oR1eM76/s1600/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C+novenas+fotos.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="945" data-original-width="1271" height="474" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi32vyb14H97Fwf9YUOnCQZT4NvkDKAJwktDHkmAd69DqgkGP1rr6nMtGLEW9U326Mr15PtI8d8SDk1uhapVJ1CgXrKIQntTGSJMUAIKI77aBTbLp45wBiI7Ak2uMTe0PEp5b1a8oR1eM76/s640/La+noche+de+Tlatelolco+%2528Era%252C+37a+ed.%252C+1980%2529%252C+novenas+fotos.jpg" width="640" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><b>La noche de Tlatelolco</b> (Era, </span><span style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; line-height: 23px;">37ª ed., México, 1980)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-style: normal;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span><span style="font-style: normal;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span><span style="font-family: georgia;">Vale añadir que en agosto de 2012 Ediciones Era publicó una Edición Especial de <b>La noche de Tlatelolco</b>, con un </span></span><span style="font-family: georgia;"><span style="font-style: normal;">“Prólogo</span><span>” <i>ex profeso</i> de Elena Poniatowska, un nuevo y mejor diseño y mayor tamaño, 104 fotos en blanco y negro (con buena resolución) distribuidas a lo largo de las páginas (más dos postreras páginas de </span><span>“Créditos de las fotografías</span><span>”) y la ampliación de la </span><span>“Cronología</span><span>” hasta el viernes 13 de diciembre de 1968.</span></span></div><div style="font-variant: normal; line-height: 23px; text-align: left;"><span style="font-family: georgia, times new roman, serif;"><br /></span>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: left;">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-WZi0yS28aAXDd5V-oV2pVPFdX35yrdwBawga7yfRyszrYFXqQYg7Udu1cCB3amh-KMkQybmwkjrnUOgK6PYSk69o80E6-wuV40X2WWw1k2DG5pT9Y-ycugjfn7EWK9zL87G07ThDZnU/s1600/La+noche+de+Tlatelolco+(5).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-WZi0yS28aAXDd5V-oV2pVPFdX35yrdwBawga7yfRyszrYFXqQYg7Udu1cCB3amh-KMkQybmwkjrnUOgK6PYSk69o80E6-wuV40X2WWw1k2DG5pT9Y-ycugjfn7EWK9zL87G07ThDZnU/s1600/La+noche+de+Tlatelolco+(5).jpg" width="418" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">(Era, México, agosto 20 de 2012)</span></td></tr>
</tbody></table>
</div>
<div>
<span style="line-height: 23px;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; font-family: "Courier New"; font-size: 12px; font-style: normal; font-variant: normal; line-height: 23px; text-align: center;">
<br /></div>
<span style="font-style: normal; font-variant: normal; line-height: 23px;"><span style="font-family: "courier new"; font-size: 12px;"> </span><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="font-family: "Courier New"; font-size: 12px; margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlvAVXa1x09UqaW8-SbzRGnB5dWVaq_gL4qCfXCp87AXIVfXulnFzDu1NVX-NZ5O05JB0RVLLX_dkJQONAuRR6WfiqvRjd5UNi4jT1v-VQXLcueQyiSait3GXBQB4yHF_-RY7WxJ6Dx2Q/s1600/La+noche+de+Tlatelolco+(6).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlvAVXa1x09UqaW8-SbzRGnB5dWVaq_gL4qCfXCp87AXIVfXulnFzDu1NVX-NZ5O05JB0RVLLX_dkJQONAuRR6WfiqvRjd5UNi4jT1v-VQXLcueQyiSait3GXBQB4yHF_-RY7WxJ6Dx2Q/s1600/La+noche+de+Tlatelolco+(6).jpg" width="412" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">(Contraportada)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span><br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-style: normal; font-variant: normal; line-height: 23px;"><span style="font-family: "courier new"; font-size: 12px;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-style: normal; font-variant: normal; line-height: 23px;"><span style="font-family: "courier new"; font-size: 12px;"> </span><span style="color: #990000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><b>*********</b></span></span></div>
</div>
<div style="font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 12px / 23px "Courier New"; margin: 0px; min-height: 14px;">
<div style="text-align: center;">
</div>
</div>
<div style="font-family: "times new roman"; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; margin: 0px; min-height: 15px;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: small;"><a href="https://www.youtube.com/watch?v=A28fsY4qnZE">Testimonio de Elena Poniatowska sobre su libro La noche de Tlatelolco.</a><br /></span></div>
<br />Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-4253994217409492182023-08-24T14:50:00.000-07:002023-08-24T14:50:00.985-07:00La máquina del tiempo<div style="min-height: 14px; text-align: center;">
<span style="color: #bf9000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Viaje al centro de las tinieblas</span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Signadas por un par de históricos preámbulos del autor de “El Aleph” (el prefacio de la colección y el breve prólogo del libro), con el número 14 de la serie Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges, en 1985 se publicó en Madrid y en Buenos Aires, por Hyspamérica, la edición conjunta —plagada de erratas— de <b>La máquina del tiempo</b> (1895) y de <b>El hombre invisible</b> (1897), celebérrimas novelas del escritor británico Herbert George Wells (1866-1946), uno de los precursores de la literatura de ciencia-ficción del siglo XX. Obras que en esa edición conjunta (de tapas negras, letras doradas y logo dorado con el croquis del perfil de Borges) circularon en los estanquillos y puestos de periódicos y revistas de España e Hispanoamérica; y que, casi resulta tautológico decirlo, han sido el punto de partida, o parte de la médula o la referencia, de varios argumentos cinematográficos que pueblan los sueños y el imaginario colectivo de la populosa aldea global. </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiruggVhVT4ChPMhhxHfoEUO7u4YfYitCgYHjXG8fH9UIxxW8bqvQpTs7D8_VUGPi4WvQr8V-JqsQmNfJY0V5btFvWJc9IlqvDODguZenMlaqSxgPnLFDjfq8wgXfZCXwAym-6lad83r6cK/s1600/La+ma%25CC%2581quina+del+tiempo%252C+El+hombre+invisible+%25281985%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiruggVhVT4ChPMhhxHfoEUO7u4YfYitCgYHjXG8fH9UIxxW8bqvQpTs7D8_VUGPi4WvQr8V-JqsQmNfJY0V5btFvWJc9IlqvDODguZenMlaqSxgPnLFDjfq8wgXfZCXwAym-6lad83r6cK/s640/La+ma%25CC%2581quina+del+tiempo%252C+El+hombre+invisible+%25281985%2529.jpg" width="428" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges número 14<br />Hyspamérica Ediciones<br />Madrid, 1985</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> Con traducción al español de Nellie Manso, <b>La máquina del tiempo</b> se divide en dieciséis capítulos con números romanos y rótulos, más un “Epílogo”. Si bien el epicentro de la novela es la narración del reciente viaje en la Máquina del Tiempo que en primera persona el protagonista les hace a un grupo de comensales reunidos en el salón de fumar de su casa en Richmond, tal relato está enmarcado, al principio y al final, por la voz de otro narrador, quien además de ser uno de los comensales, es quien recoge la historia del viajero y la matiza con el postrero hecho de que “hace tres años” desapareció con su Máquina en su último viaje por el tiempo (el artilugio partió del laboratorio ubicado en el sótano de la casa del viajero), el cual emprendió en busca de pruebas fehacientes que lo acreditaran frente a sus escépticos amigos y conocidos. La última vez que lo vio, el viajero le dijo que volvería en “media hora”, que lo esperara allí en su casa, a la que recién llegó en una visita imprevista. Para traer esas pruebas del futuro, el viajero llevaba consigo “un pequeño aparato fotográfico”, que con probabilidad es la cámara Kodax que echó de menos en su primer viaje, precisamente cuando accede al siniestro y espeluznante Mundo Subterráneo de la supuesta “Edad de Oro”, y que probablemente es un modelo de la Kodax 100 Vista que empezó a popularizarse en 1888. </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_wnp7A4St8AUYUOd8d-KGrbnOwgit7Svrme8HzDNC1kz1fFjVExqokSsWdC4X9K8PtIFqiFa_ZAA4qAp5omT-XNX9HgofFOnvqprPUjfiMJb5eUqGVjzk-7wLqslSxb0DG1dUtdEEEUNA/s1600/Kodax+100+Vista.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="270" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_wnp7A4St8AUYUOd8d-KGrbnOwgit7Svrme8HzDNC1kz1fFjVExqokSsWdC4X9K8PtIFqiFa_ZAA4qAp5omT-XNX9HgofFOnvqprPUjfiMJb5eUqGVjzk-7wLqslSxb0DG1dUtdEEEUNA/s400/Kodax+100+Vista.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Kodax 100 Vista</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> Según apunta el narrador, él y los otros oyentes guardaron silencio, sin interrumpir, para escuchar la historia del viajero recién llegado. Y la oyeron en la penumbra, como en una pequeña sala de cine, cuya pantalla circular, en la que ven correr las proyectadas imágenes de la película (con la voz en <i>off</i>), es el iluminado rostro del viajero: “...Y con esto el Viajero a través del Tiempo comenzó su relato tal como lo transcribo a continuación. Se echó hacia atrás en su sillón al principio, y habló como un hombre rendido. Después se mostró más animado. Al poner esto por escrito siento tan sólo con mucha agudeza la insuficiencia de la pluma y la tinta y, sobre todo, mi propia insuficiencia para expresarlo en su valor. Supongo que lo leerán ustedes con la suficiente atención; pero no pueden ver al pálido narrador ni su franco rostro en el brillante círculo de la lamparita, ni oír el tono de su voz. ¡No pueden ustedes conocer cómo su expresión seguía las fases de su relato! Muchos de nosotros sus oyentes estábamos en la sombra, pues las bujías del salón de fumar no habían sido encendidas, y únicamente la cara del periodista y las piernas del Hombre Silencioso, desde las rodillas para abajo, estaban iluminadas. Al principio nos mirábamos de cuando en cuando, unos a otros. Pasado un rato dejamos de hacerlo, y contemplamos tan sólo el rostro del Viajero a través del Tiempo.”</span><br />
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkQBzLS9n0_wMkmGeOWtUiSeDChYIBl7BOCDY0KcRHtKR33FJdkmQKB6l-eIOy3RHe9pAlbm_a995JGApKyX7_XSiymGXGs_8DAY9aHYex3kaU874G0zx8EngCpx9EOPKaFDLyLPMXF6Ua/s1600/Kodax+100+Vista.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="395" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkQBzLS9n0_wMkmGeOWtUiSeDChYIBl7BOCDY0KcRHtKR33FJdkmQKB6l-eIOy3RHe9pAlbm_a995JGApKyX7_XSiymGXGs_8DAY9aHYex3kaU874G0zx8EngCpx9EOPKaFDLyLPMXF6Ua/s400/Kodax+100+Vista.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Un viajero con una Kodax 100 Vista</span></td></tr>
</tbody></table>
Ni ese narrador ni el viajero dicen su nombre ni precisan sus estudios ni su profesión, pese a que casi al término el narrador alude una inminente cita con un tal “Richardson, el editor”. Pero lo que sí es obvio es que el viajero posee hábitos, costumbres, porte, maneras, lenguaje e idiosincrasia de un elegante <i>gentleman</i> victoriano y una holgada posición económica de buen burgués: se viste de etiqueta para cenar en su casa con sus informales y azarosos invitados y llama con un timbre a la servidumbre que encabeza la señora Watchett, el ama de llaves. Y ante todo le sobra inventiva e intelecto: aparte de la ingeniosa Máquina del Tiempo (“rechoncha, fea”, “un artefacto de bronce, ébano, marfil y cuarzo translúcido y reluciente”), diseñó los sillones donde conversan, y dice ser autor de “diecisiete trabajos sobre física óptica”, y de ciertas investigaciones sobre la “geometría de Cuatro Dimensiones”, donde “el Tiempo es únicamente una especie de Espacio” donde se puede ir y venir.</span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJWm7NgonCVXamtu1iY4gJlJo-m8T8le-AOyBHkdT_VFJY4Wd5tWZKaKdWceOJI176u91HyGZC0FGLgHcLNgGvjJJ4tMSwA-J2VW3OLrL-g2KMN-v9zUSl3gn_U5uQ3lqsywA_1dy-y6NS/s1600/Time+after+time+%25281979%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJWm7NgonCVXamtu1iY4gJlJo-m8T8le-AOyBHkdT_VFJY4Wd5tWZKaKdWceOJI176u91HyGZC0FGLgHcLNgGvjJJ4tMSwA-J2VW3OLrL-g2KMN-v9zUSl3gn_U5uQ3lqsywA_1dy-y6NS/s400/Time+after+time+%25281979%2529.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Fotograma de <i>Time after time</i> (1979)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span><span style="white-space: pre;"> </span>Un jueves, ante el grupo de caballerosos comensales reunidos frente al fuego de la chimenea, el viajero les muestra un modelo a escala de la Máquina del Tiempo, la cual activa (bajando una palanquita con el dedo del psicólogo) y desaparece, casi como un número de ilusionista de salón, ante la incredulidad del corro. En su laboratorio ya tiene casi concluida la Máquina del Tiempo, que tardó dos años en construir, la cual les muestra tomando una lámpara y guiándolos al sótano de su casa. Así que el siguiente jueves, ya pasadas las 19:30, los comensales han sido convocados para cenar con el viajero. Del grupo reunido el anterior jueves sólo están de nuevo el doctor, el psicólogo y el narrador; y se han incorporado el director de un periódico, un periodista y un joven silencioso, quienes no estuvieron presentes en la primera reunión. Minutos después de que el doctor tocara el timbre para iniciar la degustación de la espléndida cena sin el viajero, llega éste con claros visos de haber deambulado en la intemperie, casi a imagen y semejanza de un vagabundo. Según reporta el narrador:</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“Aparecía nuestro anfitrión en un estado asombroso. Su chaqueta estaba polvorienta y sucia, manchada de verde en las mangas, y su pelo enmarañado me pareció gris, ya fuera por el polvo y la suciedad o porque estuviese ahora descolorido. Tenía la cara atrozmente pálida; y en su mentón un corte oscuro, a medio cicatrizar; su expresión era ansiosa y descompuesta, como por un intenso sufrimiento. Durante un instante vaciló en el umbral, como si lo cegase la luz. Luego entró en la habitación. Vi que andaba exactamente como un cojo que tiene los pies doloridos de vagabundear. Lo miramos en silencio, esperando a que hablase.” </span><br />
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Y luego de un breve diálogo, de beber con rapidez un par de copas de vino y de anunciarles que volverá para cenar y hablar con ellos del viaje después de asearse, añade el narrador sobre su anfitrión: “Dejó su copa, y fue hacia la puerta de la escalera. Noté de nuevo su cojera y el pesado ruido de sus pisadas y, levantándome en mi sitio, vi sus pies al salir. No llevaba en ellos más que unos calcetines harapientos y manchados de sangre. Luego la puerta se cerró tras él.”</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4jc5vKgCD2JTrmRMi7yIN0Gbx7mZVK9Y13eZ-RbVC1YE77m6LoaOmejVljzN0xpIZLlGk-_GNuDnXuCDM6j0epTdxh5Q5d6xtW35r0lQ0VShyphenhyphengc4KciXnel15bxM_tDbX8XH7cXlhD4gZ/s1600/H.G.+Wells+en+1901%252C+foto+de+Ellioot+%2526+Fry.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="293" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4jc5vKgCD2JTrmRMi7yIN0Gbx7mZVK9Y13eZ-RbVC1YE77m6LoaOmejVljzN0xpIZLlGk-_GNuDnXuCDM6j0epTdxh5Q5d6xtW35r0lQ0VShyphenhyphengc4KciXnel15bxM_tDbX8XH7cXlhD4gZ/s400/H.G.+Wells+en+1901%252C+foto+de+Ellioot+%2526+Fry.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">H.G. Wells en 1901</span></td></tr>
</tbody></table>
“Si el Tiempo es tan sólo una cuarta dimensión del Espacio” y en ese ámbito se puede viajar “indistintamente en todas las direcciones” a la velocidad de un pestañeo, en cámara lenta o un instantáneo tris (casi como si volara a la velocidad de la luz sobre una miliunanochesca alfombra mágica), el viajero lo hace hacia el futuro a “más de un año por minuto”. Según lo indican los diminutos cuadrantes de la Máquina, el viajero arriba al “año ochocientos dos mil setecientos uno”. Y el entorno geográfico donde aterriza y se halla, según observa, es el perímetro del Támesis y de la otrora capital inglesa de fines del siglo XIX. Y en las peripecias y angustias de sus inesperadas y azarosas aventuras llega a pie (en compañía de una mujercita-niña llamada Weena) hasta un ciclópeo edificio que denomina “Palacio Verde de Porcelana”, que resulta ser las vetustas y abandonadas ruinas de lo que en una lejana época fue un museo: “algún South Kensington”, dice; y que según el correspondiente pie de página de la traductora es “El famoso Museo londinense de Bellas Artes, Antropología, Arte Decorativo, etc.”; mientras que el traductor de la edición de Valdemar (impresa en Madrid, en “marzo de 2001”) apunta que “South Kensington” es una “Alusión al conjunto de museos (Natural History Museum, Victoria and Albert Museum) situados en esa zona de Londres. Junto a ellos está el Imperial College en el que estudió Wells y donde sitúa varios de sus relatos.”</span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6X91d5tDQmi03OVFvvN8lvExMBQuToAKuzmDHC-bhR-Qj9D9-SnBRw8-8vMik8htcbRB4Iqu9M935MJeIzMMVB1d4YI4zsd-DAVcKLmNgXfPNnStcDtPNTajPFPBykbgrUJ4vGskj7i5O/s1600/La+ma%25CC%2581quina+del+tiempo+y+otros+relatos+%2528Valdemar%252C+2001%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6X91d5tDQmi03OVFvvN8lvExMBQuToAKuzmDHC-bhR-Qj9D9-SnBRw8-8vMik8htcbRB4Iqu9M935MJeIzMMVB1d4YI4zsd-DAVcKLmNgXfPNnStcDtPNTajPFPBykbgrUJ4vGskj7i5O/s640/La+ma%25CC%2581quina+del+tiempo+y+otros+relatos+%2528Valdemar%252C+2001%2529.jpg" width="452" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">(Valdemar, Madrid, 2001)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> Las sorpresivas e inesperadas aventuras y zozobras de esa breve estancia en esa zona, en el año 802 701, son las que ocupan la mayor parte de la novela. El viajero las relata en primera persona y sus pormenores y observaciones están matizadas por sus comentarios y falaces interpretaciones, conjeturas e hipótesis sobre lo que social, histórica y biológicamente pudo haberle ocurrido a la humanidad para llegar a ese estadio de decadencia que primero denomina “Edad de Oro”. Esto es así porque la psique, el intelecto y la conducta de los Eloi, la tribu de los uniformados habitantes que pueblan el supuesto Mundo Superior, se ha vuelto muy ingenua e infantil, a tal extremo que todos parecen niños con deficiencia mental, incapaces de ver más allá de sus narices, de sus fobias y de su terror a la noche, a la oscuridad y a las sombras, incapaces de retener nada en la memoria, incapaces de leer y de escribir, incapaces de interesarse por el arte y el conocimiento, incapaces de dialogar y de comunicarse con el extraño, e incapaces de realizar ninguna actividad que no sea reír y jugar en manada, de comer en manada y de dormir en manada en grandes edificios abandonados que semejan palacios. Al parecer, todos son rubicundos: bellísimas niñas y bellísimos niños ataviados con túnicas y sandalias. No hay viejos ni achacosos entre ellos, ni indicios de cremación ni de sepulturas. No hay talleres ni maquinaria ni herramientas y al parecer ninguno trabaja ni cultivan absolutamente ningún fruto ni hortaliza, ni siquiera las flores con que suelen juguetear. Son vegetarianos y la naturaleza silvestre, al parecer genéticamente modificada y mejorada (no vuela ni zumba un zancudo ni una mosca), les provee los alimentos. Y pulula allí cierta paradójica ambigüedad e indefinición en el hecho de que no parece haber diferencia entre quienes son adultos y quienes son escuincles. No obstante, pudiera ser que todos los preservados en ese “paraíso” artificial: los Eloi, sean chiquillos y chiquillas. </span><br />
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Weena, la pequeña mujercita que sigue al viajero, se hace amiga de él cuando está a punto de ahogarse ante la indiferencia de los Eloi, que la hubieran dejado morir sin inmutarse ni chistar; pero él la rescata. El viajero le toma afecto (y viceversa) y la protege; e incluso, ante las incertidumbres y los peligros del entorno, divaga en la posibilidad de regresar con ella a su presente. No obstante, lo único que trajo consigo, sin proponérselo, fueron las dos extrañas flores blancas (llegaron marchitas) que Weena, jugando, le introdujo en uno de sus bolsillos. Según el doctor, que las observa, “El gineceo es raro” e ignora “a qué género pertenecen”. Flores que a la postre el narrador resguarda, aún después de que “hace tres años” el viajero desapareciera con su cámara fotográfica y su Máquina del Tiempo. </span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOLa0hbNVNy3_-RZGIolmkjvhWqnKC4n_pKdAAVVtXgSBDUxodooHbJVnd_x3Z1Rxq4Yqkn5Hp7qdUs9YzuNrjd-2h5bZR1ItKoC6g4SKddzcDzEmJuZIoE9JFm79wlwvUTi1Nf_vOaq9j/s1600/The+time+machine+%25281960%2529+.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOLa0hbNVNy3_-RZGIolmkjvhWqnKC4n_pKdAAVVtXgSBDUxodooHbJVnd_x3Z1Rxq4Yqkn5Hp7qdUs9YzuNrjd-2h5bZR1ItKoC6g4SKddzcDzEmJuZIoE9JFm79wlwvUTi1Nf_vOaq9j/s400/The+time+machine+%25281960%2529+.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Fotograma de <i>The time machine</i> (1960)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span><span style="white-space: pre;"> </span>La furtiva ocultación de su artilugio, al pie de la marmórea Esfinge Blanca, lugar donde aterrizó con cierta brusquedad, es el primer hecho que trastoca ese paradójico y onírico <i>statu quo</i> que semeja un anodino, aséptico, pacífico y perdido Jardín del Edén. Según infiere, su Máquina fue movida e introducida dentro del pedestal de bronce de la marmórea Esfinge Blanca a través de las semicamufladas puertas. Infructuosamente intenta abrirlas e infructuosamente intenta que los Eloi le den alguna pista y lo ayuden a recuperarla. </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Un día antes de salvar a Weena, en el difuso amanecer, le “pareció divisar una criatura solitaria, blanca, con el aspecto de un mono, subiendo más bien rápidamente por la colina”. Y luego, pese a que los supone “fantasmas” (lúdica y quizá no tan sorprendente conjetura en la mentalidad racional de un científico que cree en Dios), vio “tres de aquellas figuras arrastrando un cuerpo oscuro”. Según les reporta a sus atentos, silenciosos y fumadores escuchas: “Se movían velozmente. Y no pude ver qué fue de ellas. Parecieron desvanecerse entre la maleza. El alba era todavía incierta, como ustedes comprenderán. Y yo tenía esa sensación helada, confusa, del despuntar del alba que ustedes conocen tal vez. Dudaba de mis ojos.”</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Pero esa duda se torna certidumbre cuando en una oscura y “estrecha galería” se topa con “una extraña figurilla de aspecto simiesco”, “de un blanco desvaído”, con “unos grandes y extraños ojos, de un gris rojizo”, y “unos cabellos rubios que le caían por la espalda”, que al parecer “corría a cuatro pies, o tan sólo manteniendo sus antebrazos muy bajos”. Se trata de un menudo ejemplar de un ser que parece una “araña humana”, semejante a un Lémur blancuzco, que, no sin tropiezos, huye de él y rápidamente desciende por la pared de un pozo, donde hay “una serie de soportes y de asas de metal formando una especie de escala, que se hundía en la abertura”. </span><br />
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Según deduce, ese pozo es parte de la serie de dispersos pozos y de dispersas altas torres de ventilación que ya había observado por el territorio de los diversos palacios abandonados y que conectan el Mundo Superior con el Mundo Subterráneo. Se formula, entonces, nuevas preguntas y deducciones, con falacias y silogismos con tintes más o menos sociológicos y biológicos, sobre el aciago destino de la humanidad dividida en dos especies o razas contrapuestas: los angelicales, tontorrones, bellos e infantiles Eloi, habitantes del Mundo Superior; y los subterráneos, aviesos, feos y nocturnos Morlocks, habitantes del Mundo Inferior.</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Para recuperar su artefacto y poder irse de allí a la velocidad de un segundo, el viajero, pese a sus inseguridades y miedos, baja por uno de los pozos ante la desaprobación y la fobia que refleja y manifiesta Weena. Ese breve descenso a las tinieblas y profundidades del pozo le brinda terribles y macabros indicios sobre el horror y la violencia que predomina y prolifera en ese mundo de pesadilla y barbarie que para nada es una aséptica y candorosa “Edad de Oro”. </span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Según las observaciones, reflexiones e inferencias del viajero, y para glosar sintéticamente esa antagónica dicotomía, los Eloi descienden de los amos, de la clase patronal, de los dueños y poseedores de la infraestructura productiva; mientras que los Morlocks descienden de la esclavizada clase trabajadora, de quienes sometieron sus subterráneas fuerzas y vidas al dominio y servicio de los primeros. Pero alguna sublevación y degeneración atávica y biológica ocurrió en el transcurrir del tiempo, pues según deduce, los infantiles Eloi, como si fueran vacas o suculentas gallinas de Guinea o exquisitos lechones Pata Negra, son mantenidos y criados en esos rebaños por los carnívoros y animalescos Morlocks, quienes los acosan y cazan por las noches. Según entrevió dentro del pozo, además de los indicios de que devoran carne cruda y fresca, allí ronronea y resuena maquinaria, por lo que deduce que los Morlocks son quienes confeccionan las túnicas y las sandalias que visten los Eloi. Y puesto que los Morlocks algo entienden de mecánica, cuando a modo de señuelo para atraparlo, aparentemente le facilitan el acceso a su Máquina del Tiempo dejando abiertas las puertas de bronce del pedestal de la Esfinge Blanca, el viajero observa que “había sido cuidadosamente engrasada y limpiada”. Y por ende, luego colige que “los Morlocks la habían desmontado en parte, intentando a su insegura manera averiguar para qué servía”. </span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghbWDYM2awQ6CiHHXAnIq_lzpL1uFhBO7RNu4UnzV8Wi_P6jsAC3tSGHKsS9O1dxUM4U6_Wbf60cDBI57QBgEgnPKhzR5miOiTi0kgrZNJrAu69DMy3d_vvlwCpdGky97ON1sWz3Z23iAo/s1600/The+time+machine+%25281895%2529+8.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghbWDYM2awQ6CiHHXAnIq_lzpL1uFhBO7RNu4UnzV8Wi_P6jsAC3tSGHKsS9O1dxUM4U6_Wbf60cDBI57QBgEgnPKhzR5miOiTi0kgrZNJrAu69DMy3d_vvlwCpdGky97ON1sWz3Z23iAo/s640/The+time+machine+%25281895%2529+8.jpg" width="428" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;"><b>The time machine</b> (London, 1895)</span></td></tr>
</tbody></table>
Pero a pesar de sus habilidades en la mecánica y de poseer un idioma propio distinto al idioma de los Eloi, los Morlocks tampoco son muy listos y su conducta animalesca y salvaje, más que humanoide, es más bien instintiva y no racional, impregnada de fantasmagoría, quizá mítica. Además de su agilidad y de su apariencia de pequeño mono encorvado, un rasgo que los caracteriza es el hecho de que por vivir en la oscuridad y en las tinieblas sus ojos son “de un tamaño anormal y muy sensibles, como lo son las pupilas de los peces de los fondos abisales”, y por ende pueden ver muy bien en lo oscuro, pero se ciegan y no puedan ver nada ante la luz del sol. Otro rasgo, sorprendente en unos seres tan mezquinos, malvados y de nula empatía, es que se asustan con la inofensiva llama de una cerilla, tal si fueran bárbaros supersticiosos o niños idiotas que por el miedo defecan y se hacen pipí. Esto accidentalmente lo descubre el viajero, quien supone que “En aquella época de decadencia, además, el arte de hacer el fuego había sido olvidado en la tierra.” De modo que la llamita de un cerillo o la llama de un papel se convierten en una volátil arma para asustar a los temerosos Morlocks; mientras que la llama de una cerilla, como si fuese chisporroteo y la festiva pirotecnia de Navidad, asombra y divierte a los Eloi. Y cuando el viajero hace una fogata en el bosque cercano al Palacio Verde de Porcelana, dice que “Las rojas lenguas que subían lamiendo mi montón de leña eran para Weena una cosa nueva y extraña por completo.” “Quería cogerlas y jugar con ellas. Creo que se hubiese arrojado dentro de no haberla yo contenido. Pero la levanté y, pese a sus esfuerzos, me adentré osadamente en el bosque.”</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> No obstante, esa incidental fogata, hecha para asustar y ahuyentar a los Morlocks, no hubiera sido abandonada con tal descuido por un primerizo niño explorador (una especie de <i>boy scout</i> británico, <i>¡siempre listo!</i>), de modo que provoca un tremendo y voraz incendio que se transforma en una terrible pesadilla donde el viajero corre y huye con Weena, donde lo hostigan los Morlocks (mientras otros sucumben cegados por la luz y en zafarrancho), donde él mata a varios con golpes, no sólo de su garrote de metal (sustituto del rupestre basto del ancestral troglodita de las cavernas), y donde finalmente pierde a la pequeña Eloi. Según supone, los Morlocks “habían abandonado su pobre cuerpecillo en la selva.”</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> Otra característica animal y brutal de los Morlocks, indicio de su mínima y funesta inteligencia, es el hecho de que si bien son pequeños en relación a la estatura del viajero y su fuerza física es muy menor, los monoides son muchos: una numerosa y alharaquienta tribu que podría cazar y matar al extraño, quien sólo es uno. Es decir, si bien ligera y violentamente lo acosan, manosean y atacan, no logran atraparlo ni vencerlo, pese que no hubiera sido muy difícil. No obstante, hay que reconocerlo, la susodicha trampa donde simulan rendirse y devolverle la Máquina del Tiempo, falla por un pelo de rana calva en la oscuridad del interior del pedestal de bronce de la Esfinge Blanca (allí estuvieron a punto de atraparlo y convertirlo en nutritivo fiambre) porque el viajero logra colocar las palancas, que llevaba consigo, en las conexiones de la Máquina, y por ende la pone en marcha y, medio acomodado en el sillín, se fuga desapareciendo en un santiamén. Según les dice a sus oyentes: “Las manos que me asían se desprendieron de mí. Las tinieblas se disiparon luego ante mis ojos. Y me encontré en la misma luz grisácea y entre el mismo tumulto que ya he descrito.”</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnmbud8Vk7LoAGak2dPO1AmiyWVITlDIa20YZcbQS48_91T90WrlPOBQ-UKtXmM-cgtQjlP2L8TRQOIGH4-sqwMUOlKEU93gID41nyyOoIc8ZyUiHWZBqLSqZplT3luMc9tabZiGjtnPn2/s1600/Time+after+time+%25281979%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnmbud8Vk7LoAGak2dPO1AmiyWVITlDIa20YZcbQS48_91T90WrlPOBQ-UKtXmM-cgtQjlP2L8TRQOIGH4-sqwMUOlKEU93gID41nyyOoIc8ZyUiHWZBqLSqZplT3luMc9tabZiGjtnPn2/s400/Time+after+time+%25281979%2529.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Fotograma de <i>Time after time</i> (1979)</span></td></tr>
</tbody></table>
Según reflexiona ante sus escuchas: “He pensado después lo mal equipado que estaba yo para semejante experiencia. Cuando la inicié con la Máquina del Tiempo, lo hice en la absurda suposición de que todos los hombres del futuro debían ser infinitamente superiores a nosotros en todos los artefactos. Había llegado sin armas, sin medicinas, sin nada que fumar —¡a veces notaba atrozmente la falta de tabaco!—; hasta sin suficientes cerillas.” E incluso emprendió el viaje sin la ropa y el calzado apropiado para explorar, pues cuando va por el valle del Támesis rumbo al Palacio de Porcelana Verde en busca de refugio con “Weena como una niña sobre mi hombro”, dice: “perdí el tacón de una de mis botas, y un clavo penetraba a través de la suela —eran una botas viejas, cómodas, que usaba en casa—, por lo que cojeaba. Y fue largo rato después de ponerse el sol cuando llegué a la vista del palacio, que se recortaba en negro sobre el amarillo pálido del cielo.” Y más aún: tampoco llevó una elemental lámpara sorda ni una elemental brújula, pese a que dice haber hecho un “ensayo de montañismo”; de modo que en medio de las tinieblas del humo, del ataque de los Morlocks y del fragor del susodicho incendio, descubre que en vez de alejarse de allí, ha andado en círculo. </span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxG2PPpgvqSTN2NsTrqVbbKmGZRWR_Vd0PMMy9eBJqgGx3NZBpGMrjvRQnNR4lpuDjk2XQoqTA5kqlsSGmFsvTtf3co8cvQOAbsGCOJtZMA_jSEAvKcNGNbx8W0L1-fmRUw0NxVI6I7eKV/s1600/The+time+machine+%25282002%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="398" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxG2PPpgvqSTN2NsTrqVbbKmGZRWR_Vd0PMMy9eBJqgGx3NZBpGMrjvRQnNR4lpuDjk2XQoqTA5kqlsSGmFsvTtf3co8cvQOAbsGCOJtZMA_jSEAvKcNGNbx8W0L1-fmRUw0NxVI6I7eKV/s400/The+time+machine+%25282002%2529.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #bf9000;">Fotograma de <i>The time machine</i> (2002)</span></td></tr>
</tbody></table>
Antes de retornar al confort de su casa en Richmond, donde lo esperan sus comensales para la cena y para oír sus asombrosas aventuras, el viajero todavía hace otras breves incursiones a través del espacio-tiempo de la Cuarta Dimensión. Primero, en la pavorosa huida de los Morlocks, en vez de dar marcha atrás, fue con celeridad hacia adelante. Se detiene en una época del futuro donde no vislumbra vida humana ni vestigios humanos, pero sí un insólito y enorme sol rojo, minúscula y rara flora en las rocas, y monstruosa fauna en el aire y a la orilla de una playa (parece el extraño paraje de otro planeta). Luego avanza un mes; ve el mismo inquietante paisaje y viaja cien años más y sucede algo parecido. Entonces se va, siempre hacia el futuro, “a zancadas de mil años o más”, hasta arribar “a más de treinta millones de años de aquí”, según dice. Además del sangriento y cercano sol y del légamo verde, observa un peculiar eclipse. Y pese a la rápida oscuridad que propicia éste, al frío, a la extrema desolación, a la dificultad para respirar y a las grandes tinieblas del entorno, baja de la Máquina y observa aún más ese excepcional horizonte y ese misterioso panorama frente al mar (también parece otro planeta), donde entrevé una horrorosísima forma de vida que le provoca un terrible pánico que lo induce a regresar de inmediato, antes de caer desmayado:</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> “...Al final, rápidamente, uno tras otros, los blancos picachos de las lejanas colinas se desvanecieron en la oscuridad. La brisa se convirtió en un viento quejumbroso. Vi la negra sombra central del eclipse difundirse hacia mí. En otro momento sólo las pálidas estrellas fueron visibles. Todo lo demás estaba sumido en las tinieblas. El cielo era completamente negro.</span></div>
<div style="text-indent: 14.2px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> “Me invadió el horror de aquellas grandes tinieblas. El frío que me penetraba hasta los tuétanos y el dolor que sentía al respirar, me vencieron. Me estremecí, y una náusea mortal se apoderó de mí. Entonces, como un arco candente en el cielo, apareció el borde del sol. Bajé de la máquina para reanimarme. Me sentía aturdido e incapaz de afrontar el viaje de vuelta. Mientras permanecía así, angustiado y confuso, vi de nuevo aquella cosa movible sobre el banco [de arena] </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; text-indent: 14.2px;">—no había ahora equivocación posible de que la cosa se movía— resaltar contra el agua roja del mar. Era una cosa redonda, del tamaño de un balón de fútbol, quizás, o acaso mayor, con unos tentáculos que la arrastraban por detrás; parecía negra contra las agitadas aguas rojo sangre, y brincaba torpemente de aquí para allá. Entonces sentí que me iba a desmayar. Pero un terror espantoso a quedar tendido e impotente en aquel crepúsculo remoto y tremendo me sostuvo mientras trepaba sobre el sillín.”</span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">Herbert George Wells, <b>La máquina del tiempo. El hombre invisible</b>. Traducción del inglés al español de Nellie Manso y Julio Gómez de la Serna. Prólogos de Jorge Luis Borges. Colección Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges núm. 14, Hyspamérica Ediciones. Madrid, 1985. 300 pp.</span><br />
<span style="font-family: "georgia"; font-size: x-small;"></span><br />
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #bf9000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><b><span style="font-family: "georgia"; font-size: x-small;"></span>*********</b></span></div>
<br />
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><a href="https://www.youtube.com/watch?v=36UQCZEsY9g">Trailer de The time machine (1960), película dirigida por George Pal, basada en la novela homónima de H.G. Wells.</a></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><a href="https://www.youtube.com/watch?v=huziaaaEd1s">Trailer de Time after time (1979), película dirigida por Nicholas Meyer, inspirada en The time machine (1895), la novela de H.G. Wells.</a></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<a href="https://www.youtube.com/watch?v=90T7iLuzFgg"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Trailer de The time machine (2002), película dirigida por Simon Wells.</span></a></div>
<div style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12px; min-height: 15px;">
<br /></div>
<span id="goog_1692097161"></span><a href="https://www.blogger.com/"></a><span id="goog_1692097162"></span>Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1116771704875393368.post-24144626691533594042023-08-24T14:25:00.000-07:002023-08-24T14:45:42.051-07:00El Golem<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <span style="color: #783f04; font-size: large;"><i>El nombre es arquetipo de la cosa</i></span></span></div>
<div style="min-height: 19px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: #783f04; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">I de II</span></b></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Sucesivos y numerosos lectores, ocultos en las catacumbas de la recalentada aldea global (y de distintos idiomas), acceden por primera vez a <b>El Golem</b> (“en hebreo significa terrón de tierra, así como Adán quiere decir arcilla”) —legendaria novela del vienés Gustav Meyrink (1868-1932) escrita en alemán y editada en 1915, en Leipzig, por Kurt Wolff, en un libro ilustrado con ocho litografías de Hugo Steiner-Prag— inducidos por las breves y dispersas alusiones que de tal obra hace el argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) y al unísono sobre la antigua y epónima leyenda popular judeocabalística.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvwGxgmPiCXucBpWkEU0lpaBWoxpqFWcCGENRweXrkg_J0-YweEIEYfSBZmuY7P9Z1FWa8jJq2F_spOEApbdkqM_ebMUFQCT5x5Kd5yyO0OuSyJhWdl1lXcg_jorB5lQgCHvHGHbhdNaA/s1600/Margarita+Guerrero+en+1945,+foto+de+Grete+Stern.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvwGxgmPiCXucBpWkEU0lpaBWoxpqFWcCGENRweXrkg_J0-YweEIEYfSBZmuY7P9Z1FWa8jJq2F_spOEApbdkqM_ebMUFQCT5x5Kd5yyO0OuSyJhWdl1lXcg_jorB5lQgCHvHGHbhdNaA/s1600/Margarita+Guerrero+en+1945,+foto+de+Grete+Stern.jpg" width="295" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Margarita Guerrero en 1945<br />Foto: Grete Stern</span></td></tr>
</tbody></table>
</span><span style="white-space: pre;"> </span> Por ejemplo, en uno de los textos breves del célebre <b>Manual de zoología fantástica</b> (FCE, México, 1957), urdido con la inasible y evanescente <i>Margot</i>: Margarita Guerrero; en su poema “El Golem”, fechado en 1958 e incluido en <b>El otro, el mismo</b> (Emecé, Buenos Aires, 1964); en su conferencia “La cábala”, de <b>Siete noches</b> (FCE, México, 1980), en cuya transcripción y corrección participó el periodista y diplomático argentino Roy Bartholomew; en su prólogo a <b>El cardenal Napellus</b>, narraciones de Gustav Meyrink (La Biblioteca de Babel núm. 3, Siruela, Madrid, 1984); en dos brevísimas notas publicadas en la revista de señoras elegantes <b>El Hogar</b>, es decir, en un par de los llamados <b>Textos cautivos</b> (Tusquets, Barcelona, 1986) por Emir Rodríguez Monegal y Enrique Sacerio-Garí: la reseña, del “16 de octubre de 1936”, sobre <b>El ángel de la ventana occidental</b>, novela de Gustav Meyrink, de 1920, que Borges leyó en alemán, y la biografía sintética que le dedicó el “29 de abril de 1938”. Y en un minúsculo comentario dicho por Borges que se puede oír en todo el globo terráqueo en <i>YouTube</i> y en <b>Borges por él mismo</b>, disco compacto editado con un libro en 1999, en Madrid, con el número 128 de la Colección Visor de Poesía, Serie El poeta en Su Voz; grabación hecha originalmente a través de “un convenio entre la Universidad Autónoma de México y AMB Discográfica de Buenos Aires”, que cierta élite asentada en la capital mexicana otrora pudo escuchar, pues en 1968 el Departamento de Voz Viva, de Difusión Cultural de la UNAM, la publicó con el número 13 de la serie Voz Viva de América Latina —la segunda y última edición data de 1982—, cuyo elepé incluye un cuaderno adjunto con los comentarios, prosas y versos que el poeta ciego de Buenos Aires dijo de memoria, más un prólogo que Salvador Elizondo firmó en “Oberengadin, Suiza, 15 de febrero, 1968”.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBOeGbx91tldKN6oQdmGviken9zGzSB_dWKS9ahCgJAm7AqCgLmwk8K2H80oIPuJNnC-aqkb5IPRddXAQ6pfaT6bznIkedA6Rjp7293FNpk94d66FoJLAQ0tWwNiHtPvKrbrY6UNKck9g/s1600/Borges,+Octavio+Paz+y+Salvador+Elizondo+en+1981.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="272" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBOeGbx91tldKN6oQdmGviken9zGzSB_dWKS9ahCgJAm7AqCgLmwk8K2H80oIPuJNnC-aqkb5IPRddXAQ6pfaT6bznIkedA6Rjp7293FNpk94d66FoJLAQ0tWwNiHtPvKrbrY6UNKck9g/s1600/Borges,+Octavio+Paz+y+Salvador+Elizondo+en+1981.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Jorge Luis Borges, Octavio Paz y Salvador Elizondo<br />Capilla del Palacio de Minería<br />México, abril de 1981</span></td></tr>
</tbody></table>
Tal comentario de Borges, al parecer improvisado, precede a su recitación de “El Golem” y dice a la letra: “El primer libro que leí en alemán, que descifré en alemán, mejor dicho, fue la novela <b>Der Golem</b> de Gustav Meyrink. El tema, el tema de un hombre fabricado por los cabalistas, me impresionó. Después leí el libro de </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">[Gershom</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">]</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Scholem, al cual hago alusión en el texto y el libro de Frachtenberg </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">[Abraham von </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Franckenberg</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">] </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">sobre supersticiones judías. Mi amigo Adolfo Bioy Casares dice que este poema es el mejor de los muchos, de los demasiados poemas que he perpetrado. Creo que tiene razón, ya que este poema, si no me engaña la vanidad, se aúnan lo patético y lo humorístico. El Golem es al rabino que lo creó, lo que el hombre es a Dios y es también lo que el poema es al poeta.”</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiJQOvvKsqMnwJO_FZ5O5zVTJtMXtFL4muE9Vk1VW29yN6ksEYThA-Rl_Rn-g7L0aNfdWbyVX947z1iM7ClcTIExjFf8hhbjWOLkGrDMwqtKGFBUzAR98xDT3VKi-6TQ3uJq4TMdmZQRI/s1600/Borges+y+familia+(Ginebra%2C%2Babril%2Bde%2B1914)%2B2.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiJQOvvKsqMnwJO_FZ5O5zVTJtMXtFL4muE9Vk1VW29yN6ksEYThA-Rl_Rn-g7L0aNfdWbyVX947z1iM7ClcTIExjFf8hhbjWOLkGrDMwqtKGFBUzAR98xDT3VKi-6TQ3uJq4TMdmZQRI/s1600/Borges+y+familia+(Ginebra%2C%2Babril%2Bde%2B1914)%2B2.jpg" width="435" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">La familia Borges tras su llegada a Ginebra a mediados de abril de 1914<br />Los papás: Jorge Guillermo Borges y Leonor Rita Acevedo<br />Los hijos: Norah y Georgie</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> Esto remite al hecho (esbozado por todos los biógrafos habidos y por haber) de que los Borges vivieron en Ginebra entre 1914 y 1918 (los aciagos años de la Gran Guerra), y que durante tal período, en 1916, el joven <i>Georgie</i> empezó a enseñarse a sí mismo el germano con el auxilio de un diccionario alemán-inglés y “los primeros poemas de Heine, el <i>Lyrisches Intermezzo</i>”. Esto también lo menciona el propio Borges en su parcial y polémico <i>Autobiographical Essay</i>, escrito en inglés con el norteamericano Norman Thomas di Giovanni de amanuense, publicado el 19 de septiembre de 1970 en la revista <b>The New Yorker</b>, e incluido en el libro antológico <b>The Aleph and other stories, 1933-1969</b> (Dutton, New York, 1970); <b>Ensayo autobiográfico</b> póstumamente prologado y traducido al español por Aníbal González, precisamente para la edición conmemorativa del centenario del nacimiento del argentino, impresa en España, en 1999, por Galaxia Gutenberg, Círculo de lectores y Emecé, con un epílogo de María Kodama y numerosas fotos en blanco y negro. Allí, en la página 40 dice Borges: “Poco a poco, y dado el sencillo vocabulario de Heine, descubrí que podría prescindir del diccionario. Pronto me abrí camino entre los encantos de ese idioma. También conseguí leer <b>El Golem</b>, la novela de Meyrink. (En 1969, estando yo en Israel, hablé sobre la leyenda bohemia del Golem con Gershom Scholem, destacado erudito del misticismo judío, cuyo apellido utilicé dos veces como única rima adecuada en mi poema sobre el Golem.)” Vale recordar, entre paréntesis, que en Israel, el 19 de abril de 1971, Borges recibió la cuarta entrega del “Premio Jerusalén, dotado de 2.000 dólares”.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizZh7u1EJSyQGjQq8kNEhk5oMbsFD9njmGON2k3PVfNOd-PLMKKDP8CwWBPg7bTWWJhlEqS_B-TY8nI4Sf6WG0XBMWZ4IWzY7jhTsmokfjIHwDfluL78yIc86amA_VEjb0ed_M-IoPC-A/s1600/Borges+y+Norman+Thomas+di+Govanni+(3).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizZh7u1EJSyQGjQq8kNEhk5oMbsFD9njmGON2k3PVfNOd-PLMKKDP8CwWBPg7bTWWJhlEqS_B-TY8nI4Sf6WG0XBMWZ4IWzY7jhTsmokfjIHwDfluL78yIc86amA_VEjb0ed_M-IoPC-A/s1600/Borges+y+Norman+Thomas+di+Govanni+(3).jpg" width="261" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Norman Thomas di Giovanni y Borges</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> Curiosamente, en la página 174 de <b>La cábala y su simbolismo</b> (impreso en alemán en 1960, traducido al español por Juan Antonio Pardo y desde 1978 sucesivamente reeditado en México por Siglo XXI), Gershom Scholem </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">—cuyo libro más célebre es <b>Las grandes corrientes de la mística judía </b>(FCE, México, 1993), cuya primera edición en inglés data de 1941</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">—</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">transcribe una versión tardía de la antigua leyenda judaica, “tal como la describió con visión penetrante Jakob Grimm [uno de los celebérrimos Hermanos Grimm] en el romántico <b>Periódico para eremitas</b>, del año 1808 [‘Según Rosenfeld’].</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">”</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2zEZ40IP10JtwIaIstwZw9k1Z_fjH-SubGF_68FwLxziRU4GXPKn3-Wo_1z_uHZ-wHUBanzHeERLi4YpoP1z8Z45EawcvY1A94m6XwfTuni-enVK7jdBdmKap47C7U_7HcJek3VVyCBQ/s1600/Gershom+Scholem+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2zEZ40IP10JtwIaIstwZw9k1Z_fjH-SubGF_68FwLxziRU4GXPKn3-Wo_1z_uHZ-wHUBanzHeERLi4YpoP1z8Z45EawcvY1A94m6XwfTuni-enVK7jdBdmKap47C7U_7HcJek3VVyCBQ/s1600/Gershom+Scholem+(2).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Gershom Scholem<br />(Berlín, diciembre 5 de 1897-Jerusalén, febrero 21 de 1982)</span></td></tr>
</tbody></table>
“Los judíos polacos modelan, después de recitar ciertas oraciones y de guardar unos días de ayuno, la figura de un hombre de arcilla y cola, y una vez pronunciado el <i>šem hameforáš</i> [‘el nombre divino’] maravilloso sobre él, éste ha de cobrar vida. Cierto que no puede hablar, pero entiende bastante lo que se habla o se le ordena. Le dan el nombre de Gólem, y lo emplean como una especie de doméstico para ejecutar toda clase de trabajos caseros. Sin embargo, no debe salir nunca de casa. En su frente se encuentra escrito <i>emet</i><b> </b>[‘verdad’], va engordando de día en día y se hace enseguida más grande y fuerte que todos los demás habitantes de la casa, a pesar de lo pequeño que era al principio. De ahí que, por miedo de él, éstos borren la primera letra, de forma que queda sólo <i>met</i> [‘está muerto’], y entonces el muñeco se deshace y se convierte en arcilla. Pero hubo una vez uno que, por un descuido, dejó crecer tanto a su Gólem que ya no podía llegarle a su frente. Movido por un gran miedo, ordenó a su criado que le quitase las botas, pensando que, al doblarse, le podría llegar a la frente. Ocurrió tal como pensaba el dueño, y éste pudo felizmente borrar la primera letra, pero toda la carga de arcilla cayó sobre el judío y lo aplastó.”</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBz-zK-f1QpaTIZiMu26B8nQOaPTykjfEMxJNxr8fcnG8L89MILe8er8tbenGuou6MDxIM13giglKNzrQXH2GQElxkOiVMh_K9vR5G9fC72U1tsW41OK9qta5vV2jUUd70T5ClFWo3Cr8/s1600/Borges+y+Mari%CC%81a+Esther+Va%CC%81zquez+(2).jpg" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBz-zK-f1QpaTIZiMu26B8nQOaPTykjfEMxJNxr8fcnG8L89MILe8er8tbenGuou6MDxIM13giglKNzrQXH2GQElxkOiVMh_K9vR5G9fC72U1tsW41OK9qta5vV2jUUd70T5ClFWo3Cr8/s1600/Borges+y+Mari%CC%81a+Esther+Va%CC%81zquez+(2).jpg" width="277" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Borges y María Esther Vázquez<br />(Rosario, Argentina, 1983)</span></td></tr>
</tbody></table>
</span> La argentina María Esther Vázquez, colaboradora de Borges en <b>Introducción a la literatura inglesa</b> (Columba, Buenos Aires, 1965) y en <b>Literaturas germánicas medievales </b>(Falbo, Buenos Aires, 1965) y autora de la biografía <b>Borges. Esplendor y derrota</b> (Tusquets, Barcelona, 1996) y, entre otros libros, de las entrevistas <b>Borges, sus días y su tiempo</b> (Punto de lectura, Madrid, 2001), colaboró con él en <i>La Biblioteca di Babele</i>, serie de 33 libros de literatura fantástica que Borges dirigió y prologó (en su mayoría) a petición de Franco Maria Ricci, adinerado y exquisito editor europeo que la publicó en italiano, en Parma y Milán, entre 1975 y 1985; la cual, entre 1983 y 1988 apareció en español editada en Madrid por Ediciones Siruela —la editorial fundada por el adinerado y exquisito Conde de Siruela—, precedida por los seis títulos de la colección editados en Buenos Aires, entre 1978 y 1979, por Ediciones Librería de la Ciudad. En el citado prefacio a <b>El cardenal Napellus </b></span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">—</span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">número 3 en Siruela (Madrid, 1984) y número 4 en Ediciones Librería de la Ciudad (Buenos Aires, 1979)—, que además del relato que le da título al librito incluye los cuentos “J.H. Obereit visita el país de los devoradores del tiempo” y “Los cuatro hermanos de la luna. Un documento” (trilogía traducida del germano por María Esther Vázquez), Borges, al inicio, vuelve a recordar su aprendizaje del alemán en Ginebra, en 1916, y su descubrimiento de </span><b style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">El Golem</b><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">, y más adelante dice: “Hacia 1929 yo vertí al español el primer texto de este volumen, que procede del libro de relatos </span><b style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Fledermäuse</b><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">, y lo publiqué en un diario de Buenos Aires, que envié a Meyrink. Éste me contestó con una carta en la que, a través del desconocimiento de nuestro idioma, ponderaba mi traducción. Me envió a sí mismo su retrato. No olvidaré los finos rasgos del rostro envejecido y doliente, el bigote caído y el vago parecido con nuestro Macedonio Fernández. En Austria, su patria, los muchos acontecimientos de la literatura y de la política casi han borrado su memoria.”</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjy16gCslAvHqVUlJIqN2arv9OH11xyAEoL4UpKq6FrD3deM-vU-HynqETmrF-aLdNW88PcXMJMVOWhYonPbvd_dkADjUrQqIS2-GTc4PkNfsKyNJRvYzz71UQ8qYLUS4253IV5eo_XV28/s1600/Gustav+Meyrink+(14).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjy16gCslAvHqVUlJIqN2arv9OH11xyAEoL4UpKq6FrD3deM-vU-HynqETmrF-aLdNW88PcXMJMVOWhYonPbvd_dkADjUrQqIS2-GTc4PkNfsKyNJRvYzz71UQ8qYLUS4253IV5eo_XV28/s1600/Gustav+Meyrink+(14).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Gustav Meyrick<br />(Viena, enero 19 de 1868-Starnberg, diciembre 4 de 1932)</span></td></tr>
</tbody></table>
Y bueno, otra indeleble referencia que Borges hizo sobre el Golem y la novela homónima de Gustav Meyrink, es el prólogo que escribió (dictando y corrigiendo de oído) cuando incluyó a ésta en el número 41 de la serie Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges, que él pergeñó y codirigió con María Kodama (quien era su secretaria, lazarilla y amanuense), libro impreso por Hyspamérica Ediciones, en 1985, en Madrid. (Vale observar que tal colección de 75 números, tres de ellos sin prólogo de Borges, editados por Hyspamérica entre 1985 y 1986, tuvo la particularidad de que se distribuyó a través de estanquillos de periódicos de España y América Latina). En tal prólogo dice Borges:</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“Los discípulos de Paracelso acometieron la creación de un homúnculo por obra de la alquimia; los cabalistas, por obra del secreto nombre de Dios, pronunciado con sabia lentitud sobre una figura de barro. Ese hijo de una palabra recibió el apodo de Golem, que vale por el polvo, que es la materia de que Adán fue creado. Arnim y Hoffmann conocieron esa leyenda. En el año 1915, el austríaco Gustav Meyrink la renovó para la escritura de esta novela. Harta de sonoras noticias militares, Alemania acogió con gratitud sus fabulosas páginas, que le permiten olvidar el presente. Meyrink hizo del Golem una figura que aparece cada treinta y tres años en la inaccesible ventana de un cuarto circular que no tiene puertas, en el ghetto de Praga. Esa figura es a la vez el otro yo del narrador y un símbolo incorpóreo de las generaciones de la secular judería. Todo en este libro es extraño, hasta los monosílabos del índice: Prag, Punsch, Nacht, Spuk, Licht. Como en el caso de Lewis Caroll, la ficción está hecha de sueños que encierran otros sueños. Hacia esa fecha, Meyrink había dejado la fe cristiana por la doctrina del Buddha.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>“Antes de ser un buen terrorista de la literatura fantástica, Meyrink fue un buen poeta satírico. Su <b>Cornucopia del burgués alemán</b> data de 1904. En 1916 Meyrink publicó <b>El rostro verde</b>, cuyo protagonista es el Judío Errante, que en alemán se llama Judío Eterno; en 1917 <b>La noche de Walpurgis</b>; en 1920 una novela que hermosamente se titula <b>El ángel de la ventana occidental</b>. La acción ocurre en Inglaterra, los personajes son alquimistas. Gustav Meyrink, cuyo prosaico nombre era Meyer, nació en Viena en 1868 y murió en Starnberg, Baviera, en 1932.”</span><br />
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div style="min-height: 14px;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><b></b><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: #783f04; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">II de II</span></b></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Pero si seducido e inducido por las fragmentarias referencias borgeseanas (no exentas de crítica y de algún yerro), el novicio lector de las catacumbas de la recalentada aldea global piensa que en la novela de Gustav Meyrink accederá a los desvelos y afanes de un erudito rabino empeñado en dar vida a un Golem de barro mediante el dominio de los secretos de la supuesta mística judía, es decir, de la cábala; y más aún: que será testigo del destino del Golem, de sus torpezas en la sinagoga al ejecutar las rudas labores domésticas para las que fue creado, de su incapacidad para hablar y comprender más allá de su frente y nariz (quizá a imagen y semejanza del Herman Monster televisivo o del Frankenstein cinematográfico corporificado por Boris Karloff), de su constante y descomunal crecimiento, y de algunos otros meollos que según la antigua tradición suscita, como aplastar y despanzurrar al rabino en el instante en que éste determine su fin, hay que decirle que el asunto no va por allí, y que ante el trazo, reescritura y transformación que hizo Gustav Meyrink, Gershom Scholem, en el citado libro <b>La cábala y su simbolismo</b> (Siglo XXI, México, 1978), antes de iniciar el análisis de “La idea del Gólem en sus relaciones telúricas y mágicas”, dice, entre otras cosas, que en <b>El Gólem</b> de Meyrink “queda poco de la tradición judía”; que en su “cabalística hipotética [...] se presentan unas ideas de salvación más de corte hindú que judaico”; y que pese a “su desordenada y caótica confusión”, los “elementos de una profundidad —e incluso grandeza— incontrolable se confunden con una extraña facilidad para la charlatanería mística y para el <i>épater le bourgeis</i>”, lo cual, dado que en la lengua de Cervantes significa “espantar al burgués”, quizá pudo haber regocijado al joven <i>Georgie</i>, en Ginebra, quien en tanto alumno del Colegio Calvino (el Collège de Gèneve fundado por Juan Calvino en 1559), donde estuvo inscrito entre 1914 y 1917 (“su última experiencia académica como alumno”), con su condiscípulo y amigo judío Simon Jichlinski hacía largas caminatas y excursiones, mientras que con Maurice Abramowicz, su otro amigo judío, a quien al parecer conoció en 1917 —el año en que Borges empezó a escribir sonetos en francés e inglés, pero no en español—, compartía también el descubrimiento filosófico y literario (los simbolistas franceses, el expresionismo alemán, Henri Barbusse, Romain Rolland, Johannes Becher, Walt Whitman, Gustav Meyrink, etc.), andanzas nocturnas y tabernarias, y recitaciones de poemas frente al Ródano (<b>Les fleurs du mal</b> de Baudelaire y <i>Le bateau ivre</i> de Rimbaud, etc.), e incluso se tiraban clavados y nadaban a brazo batiente, más una óptica antibelicista, antimilitar, anticapitalista, revolucionaria, maximalista y pro bolchevique.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_ZkM7sCU1PnnAxkd7_86ym_2Mf7mZirLYXUHGwJHJS4F5sF6a2HPQgB7ywX3UZ_MJzIZXho0x-7-kTYof36GQK7DgjB4ldYmpK9Yl1OBuqZHm6rf3ZA3qV3f6QufSZu7JQpyr8MH2n8g/s1600/Borges,+curso+1916-1917+en+el+Colle%CC%80ge+de+Ge%CC%80neve+de+Ginebra+(2).jpg" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="325" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_ZkM7sCU1PnnAxkd7_86ym_2Mf7mZirLYXUHGwJHJS4F5sF6a2HPQgB7ywX3UZ_MJzIZXho0x-7-kTYof36GQK7DgjB4ldYmpK9Yl1OBuqZHm6rf3ZA3qV3f6QufSZu7JQpyr8MH2n8g/s1600/Borges,+curso+1916-1917+en+el+Colle%CC%80ge+de+Ge%CC%80neve+de+Ginebra+(2).jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04; font-size: x-small;">Curso escolar 1916-1917 del Colegio Calvino de Ginebra<br />(el <span style="text-align: -webkit-auto;">Collège de Gèneve fundado por Juan Calvino en 1559)</span></span><br />
<span style="color: #783f04; font-size: x-small;"><span style="text-align: -webkit-auto;">“</span><span style="text-align: -webkit-auto;">Borges, en la fila superior, en el centro, con los brazos cruzados y sin corbata.</span></span><br />
<span style="color: #783f04; font-size: x-small;"><span style="text-align: -webkit-auto;">Su amigo, Simon Jichlinski, en la tercera fila, el tercero por la derecha.</span><span style="color: #783f04; font-size: xx-small; text-align: -webkit-auto;">”</span><span style="text-align: -webkit-auto;"><br /></span></span></td></tr>
</tbody></table>
</span><span style="white-space: pre;"> </span>En la novela de Gustav Meyrink —cuya primera edición por entregas apareció en diciembre de 1913, en Leipzig, en <b>Die Weissen Blätter</b>, revista del expresionismo alemán, donde en octubre de 1915 se editó <i>La metamorfosis </i>de Franz Kafka (que Kurt Wolff llamaba <i>la historia de la chinche</i>)—, Zwakh, un viejo marionetista y cuentero ambulante, narra pormenores de la leyenda oral del Golem, la cual, según él, se gestó en el siglo XVI en la calle de la Antigua Escuela del añejo gueto de Praga, sitio donde viven y dialogan los personajes en un tiempo onírico ubicado a fines del siglo XIX o a principios del XX. Desde entonces, cada 33 años (la edad de Cristo) aparece el Golem, homúnculo que súbitamente se suele ver en las callejas del gueto o en un alto cuarto de la Antigua Escuela: aquel cuyo único acceso es una ventana enrejada que da a la calle.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Así, las premoniciones oníricas y los presagios en la vida cotidiana se suceden y anuncian la inminente aparición del Golem. Por ejemplo, Zwakh, quien habla con otros tres alrededor del ponche (Prokob, músico; Vrieslander, pintor; y Pernath, tallador de piedras preciosas), dice que supo del Golem hace 66 años, en su infancia, cuando sus rasgos faciales aparecieron al fundir plomo; y hace 33, cuando inesperadamente tropezó con él en una calle del gueto. </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>En este sentido, en el ojo del huracán de la cabalística fecha y de tal atmósfera premonitoria y propiciatoria, casi al concluir la charla, Pernath y Zwakh ven que los rasgos del Golem se esbozan por sí mismos en la cabeza de la marioneta que Vrieslander talla en madera, los cuales Zwakh había reconocido en los rasgos de un tipo que Pernath vio en un sueño, ámbito donde al parecer le entregó el libro de <b>Ibbur</b> que, oh paradoja, posee en la supuesta realidad.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Athanasius Pernath, el protagonista, sujeto de señales y presagios que anuncian la aparición del Golem, se introduce, desde su cuarto y sin proponérselo, en un oscuro laberinto subterráneo bajo el gueto que lo conduce a la alta habitación que sólo tiene una ventana enrejada, donde halla la túnica medieval que identifica al Golem y un juego del tarot (que dentro de la superstición de la novela significa lo mismo que la <b>Torá</b>, la ley judaica), cuyos 22 arcanos mayores son el mismo número de las letras del alfabeto hebreo; es decir, según la novela se trata de una especie de libro donde está cifrada la cábala, la mística judía para concebir al Golem. Pero Pernath —quien habla alemán, ignora el hebreo y el significado de los arcanos del tarot— sólo extrae y guarda en su bolsillo la carta del <i>fou</i> (el loco), tras sufrir una pesadillesca y recíproca magnetización ante tal imagen; la cual se enfatiza aún más si se piensa que el <i>fou</i> representa su <i>alter ego</i> y a sí mismo, puesto que estuvo en el manicomio, no recuerda su pasado ni cómo aprendió su oficio de tallista de piedras preciosas; y en el gueto, pese a su fama de hacedor de rutilantes gemas, lo tildan de loco. </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>En tales circunstancias, dos veces encarna el fantasma del Golem, dos posibles vaticinios de su verdadera aparición en el gueto de Praga: cuando unas ancianas lo oyen y lo ven gritar encerrado en lo alto del cuarto sin acceso; y cuando en la calle, todavía ataviado con la túnica medieval, suscita pánico entre quienes creen ver al auténtico, horrorosísimo y espeluznante Golem.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Shemajah Hillel, archivero en el ayuntamiento y en la sinagoga Altneus (cercana a la Antigua Escuela) donde se guarda la “figura de barro de la época del emperador Rodolfo” (los restos de un Golem, dicen algunos), es un individuo bondadoso y desprendido que inspira respeto y que mediante la hipnosis conjura la catalepsia que ataca al angustiado, fóbico y amnésico de Pernath. Por sus conocimientos del hebreo, del tarot, de la cábala y por ende del <b>Libro del Esplendor</b> o <b>Zohar</b>—la obra central de la mística judía o tradición de las cosas divinas, urdida en el siglo XIII por Moisés de León (quien se la atribuye a Shimon bar Yojai)—, pese a que no es un rabino (de hecho en la novela no actúa ninguno), podría ser el que ante un montón de arcilla moldeada con la figura de un hombre convocara el surgimiento del Golem tras escribir en su frente la palabra <i>emet</i> (verdad) y al pronunciar la cifra divina: “el Nombre que es la Clave” (concebido al combinar y permutar “las letras de los inefables nombres de Dios”); es decir, el que día a día, mientras el Golem engorda y crece, lo activara colocándole detrás de los dientes la secreta inscripción que atrae “las libres fuerzas siderales del universo”; y el que pudiera dictar su necesario e irremediable fin tras borrar la primera letra de la citada palabra, de modo que quedaría <i>met</i> (muerto).</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Sin embargo, el Golem nunca aparece corporificado en una figura de barro, sino sólo aludido como un terrorífico fantasma acuñado por la tradición y el inconsciente colectivo, ante el cual, cuando alguien se encontrara con él, según rezan las anécdotas sin que ocurra ningún caso que lo compruebe, sentiría el vértigo y la certeza de hallarse frente a sí mismo, ante su propia alma, frente a un doble que es él y todos los individuos a la vez.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZR7oShK4kKua3cu0g8-azLp5Y5Tjv13bLfcajJruKXSo_f-GGfeJw9OimfBd6qj-Jucoh781l80ZpRgnFc_eYn8UMlH4jpB9d4Z8Sxk2ONd3w_hsLHT7_QZp6lXt3GcJOo_K9EQxt6oY/s1600/El+Golem+(2).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZR7oShK4kKua3cu0g8-azLp5Y5Tjv13bLfcajJruKXSo_f-GGfeJw9OimfBd6qj-Jucoh781l80ZpRgnFc_eYn8UMlH4jpB9d4Z8Sxk2ONd3w_hsLHT7_QZp6lXt3GcJOo_K9EQxt6oY/s1600/El+Golem+(2).jpg" width="394" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #783f04;">Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges núm. 41<br />Hyspamérica Ediciones<br />Madrid, 1985</span></td></tr>
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</span><span style="white-space: pre;"> </span>En su citado prólogo a <b>El Golem,</b> Borges dice que se trata de una novela onírica: “Como en el caso de Lewis Carroll, la ficción está hecha de sueños que encierran otros sueños”. Es cierto. La obra inicia con una serie de sueños y pesadillas que pertenecen a Athanasius Pernath (imágenes repletas de símbolos que denotan la pagana y abigarrada afición del vienés Gustav Meyrink por la fantasía hermética y esotérica, por las antiguas religiones, por la videncia onírica, y por la moda del subconsciente, del psicoanálisis y de la interpretación de los sueños). </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Pero sólo al término se sabe que el total de lo soñado y vivido por el bueno de Athanasius Pernath (incluidas las videncias y confluencias oníricas y lo evocado, vivido, leído, escrito y soñado por los otros personajes) en realidad ha sido soñado en el lapso de una hora por un hombre que por equivocación tomó, en la catedral de Hadschrim, el sombrero de Pernath, el cual suscitó <i>tooooooodo</i> el sueño (que es todos los sueños) y le reveló las pistas que lo guían para devolvérselo a éste, quien aún vive, pese a que el viejo gueto del sueño ya no existe como tal.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>Ahora que si el sombrero de Athanasius Pernath es una especie de objeto mágico, sosias o doble del protagonista, cabe añadir que la novela de Gustav Meyrink es, además, una apología y deificación de las supuestas virtudes trascendentales y cósmicas del amor, dado que Pernath y Miriam (quien en su pobreza esperaba milagros) encarnan la fusión místico-erótica de la dualidad (el retorno a la dualidad primigenia), <i>la rosa sin por qué</i> que para ellos —“espejos de Dios”, “profetas”— es representada por la imagen de un semidiós hermafrodita, dizque del antiguo culto egipcio a Osiris, no como “una meta final”, sino “como principio de un nuevo camino, eterno... <i>sin</i> fin”. </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>De ahí que los detalles de tal culto se encuentren plasmados a lo largo de los mosaicos azul turquesa con frascos dorados que cubren toda la muralla del jardín de la casona de ambos, y que la gran puerta de ésta, como si fuera el grueso y alto portón de un antiguo templo sagrado, esté adornada con el regio y barroco hermafrodita: una hoja es la figura femenina y la otra es la masculina.</span><br />
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<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;">Gustav Meyrink, <b>El Golem</b>. Traducción del alemán al español de Celia y Alfonso Ungría. Prefacio de la serie y prólogo de Jorge Luis Borges. Colección Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges núm. 41, Hyspamérica Ediciones. Madrid, 1985. 280 pp.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;"><br /></span>
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<span style="color: #7f6000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><b>***</b></span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;"><br /></span>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><i>Nota bene</i>: Recién he leído la edición de <b>El gólem</b> (Letras Populares núm. 11, Ediciones Cátedra, Madrid, 2013), traducida del alemán, anotada y prologada por Isabel Hernández (quizá la mejor entre las distintas versiones que circulan en el mercado del idioma español), donde, entre las previsibles variantes de la traducción, descuella el hecho de que cuando Athanasius Pernath se introduce en el cuarto (sin puertas y con una sola ventana enrejada) donde la leyenda reza que aparece el gólem cada 33 años, la primera carta del tarot que observa y que al salir de allí guarda en su bolsillo, no es la del <i>fou</i> (el loco), como sucesivamente se lee en la traducción de Celia y Alfonso Ungría, sino la del mago, lo cual implica otro sentido y las subsiguientes repeticiones, acepciones y consonancias.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><br /></span>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: x-small;"><br /></span>
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<span style="color: #7f6000; font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><b>*********</b></span></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><a href="https://www.youtube.com/watch?v=iYHLa38rtO0">Enlace a "El Golem", poema de Jorge Luis Borges comentado y recitado por él mismo. </a></span><br />
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Omar Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/17503476105522534382noreply@blogger.com1