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sábado, 21 de mayo de 2016

La trilogía Dupin


El proyector de sombras



(Emecé, Buenos Aires, 1943)
En la página 340 del póstumo y ladrillesco Borges. Una biografía literaria (FCE, México, 1987), el uruguayo Emir Rodríguez Monegal (fallecido el 14 de noviembre de 1985 a los 64 años) al bosquejar el contenido del legendario Los mejores cuentos policiales que Jorge Luis Borges (1899-1986) y Adolfo Bioy Casares (1914-1999) pergeñaron ex profeso para Emecé Editores (entonces una pequeña empresa que lo publicó, en 1943, en Buenos Aires), apunta que “algunos de los 16 cuentos de esa antología corresponden a nombres obvios como Edgar Allan Poe (‘La carta robada’), Robert Louis Stevenson (un fragmento de El mayorazgo de Ballantrae), Arthur Conan Doyle (‘La Liga de los Cabezas Rojas’), Gilberto Keith Chesterton (‘El honor de Israel Gow’), Ellery Queen (‘Filatelia’) y Georges Simenon (‘La noche de los siete minutos’)”. Este fragmento basta, junto con los demás datos, para que el lector del siglo XXI se percate —con asombro o desconcierto— que tal nómina difiere de la nómina que figura en la antología Los mejores cuentos policiales 1, sucesivamente coeditada por la argentina Emecé Editores y la española Alianza Editorial con el número 368 de la serie El libro de bolsillo. El ejemplar del reseñista es la sexta edición y data de 1985; y en la página legal el copyright de Emecé está datado en “Buenos Aires, 1962” y el de Alianza en “Madrid, 1972, 1976, 1979, 1981, 1982, 1985”.
(Alianza/Emecé, Madrid, 1985)
       Tal libro carece de prefacio y según Monegal la antología de 1943 tampoco tuvo alguno y anota: “aunque el libro no lleva prólogo, hay en la solapa algunas afirmaciones lapidarias: ‘Inventado en 1841 por el insigne poeta Edgar Allan Poe, el relato policial es el más reciente de los géneros literarios. Cabe, también, aseverar que es el género literario de nuestro tiempo.” Es decir, para los lectores de ahora, enterados de las muchas alusiones y críticas de Borges a Poe como inventor del género policíaco (en prólogos, entrevistas, conferencias, clases, misceláneas narrativas y textos a cuatro manos), no deja de extrañar la omisión de éste en Los mejores cuentos policiales 1, más aún si se considera que entre los 14 relatos seleccionados por los dedos flamígeros del dúo dinámico hay un cuento del flamante H. Bustos Domecq, pseudónimo de Georgie y Adolfito: “Las doce figuras del mundo”, transcrito del libro de ambos: Seis problemas para don Isidro Parodi (Sur, Buenos Aires, 1942), cuyo raciocinador y desfacedor de entuertos es un claro tributo y descendiente del arquetipo creado por Poe.

No obstante, pese a la ausencia de Edgar Allan Poe en Los mejores cuentos policiales 1, un lector podría decir lo mismo que Emir Rodríguez Monegal dijo sobre el libro de 1943: “la antología es menos el resultado de la erudición que el resultado del amor. Revela el grado en que Borges y Bioy Casares valoraban al cuento policíaco, el vasto conocimiento que tenían de quienes lo practicaban, y también la independencia de sus evaluaciones.”
Segunda serie
(Emecé, Buenos Aires, 1952)
        El intríngulis de tal aparente relegación radica en el hecho, muchas veces omitido u olvidado, de que en 1952, en Buenos Aires, Emecé Editores publicó una Segunda serie de Los mejores cuentos policiales, que tampoco tuvo prefacio, y cuya selección de 14 cuentos es la que ahora se conoce como Los mejores cuentos policiales 1. Y quizá para curarse en salud ante el aparente olvido o exclusión de Poe, Borges y Bioy reelaboraron la antología de 1943 (algunos relatos permanecieron y otros no) y es la selección de 15 narraciones que ahora se conoce como Los mejores cuentos policiales (2), libro coeditado en 1983, en Madrid, por Emecé Editores y Alianza Editorial con el número 950 de la serie El libro de bolsillo, el cual incluye el relato de Poe citado al inicio de la nota: “La carta robada”, que Borges también prologó y antologó en dos series dirigidas por él: La biblioteca de Babel y Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges; pero además comprende un “Prólogo” firmado por los antólogos en “Buenos Aires, 19 de octubre de 1981”, donde claramente reivindican la presencia y el aporte del norteamericano y por ende, para los azarosos y desocupados lectores de la aldea global, se pueden transcribir dos fragmentos donde esto ocurre: el primero es el pasaje inicial y el segundo se lee más o menos a la mitad del texto:

(Alianza/Emecé, Madrid, 1983)
         “A partir de 1841, fecha de la publicación de The Murders in the Rue Morgue, primer ejemplo y de algún modo arquetipo del género policial, éste se ha enriquecido y ramificado considerablemente. Edgar Allan Poe tenía el hábito de escribir relatos fantásticos; lo más probable es que al emprender la redacción del texto precitado sólo se proponía agregar, a una ya larga serie de sueños, un sueño más. No podía prever que inauguraba un género nuevo; no podía prever la vasta sombra que esa historia proyectaría. Esa historia para su autor no habrá sido muy distinta de The Fall of the House of Usher y de Berenice. Tal vez corrobora este acierto la circunstancia de que el crimen y su investigador hayan sido situados en París, lejana ciudad fuera del control de la mayoría de sus lectores [...]

“En The Murders in the Rue Morgue, en The Purloined Letter y en The Mystery of Marie Rogêt, Edgar Allan Poe crea la convención de un hombre pensativo y sedentario que, por medio de razonamientos, resuelve crímenes enigmáticos, y de un amigo menos inteligente, que refiere la historia. Esos dos personajes, meras abstracciones en los textos de Poe, se convertirán con el tiempo en Sherlock Holmes y en Watson, que todos conocemos y queremos. Algunos autores —baste recordar a A.E.W. Mason y a Agatha Christie— proponen un detective extranjero y un narrador inglés, que es más bien estólido.”
Borges palpa el rostro de Edgar Allan Poe
(Baltimore, 1983)
       
(Seix Barral, Barcelona, 2006)
   Viene a colación esto porque tales cuentos de Edgar Allan Poe (en los que descuella el pensamiento analítico y las estratagemas detectivescas del marisabidillo y “genio de la raciocinación” chevalier C. Auguste Dupin) fueron reunidos en el libro: La trilogía Dupin (Seix Barral, Barcelona, 2006), con un prólogo de Matthew Pearl (Nueva York, octubre 2 de 1975), virtuoso narrador egresado de literatura en Harvard y de derecho en Yale, y autor de un par de best selleres que saltaron las fronteras de más de 30 idiomas y 40 países —a los que se sumó El último Dickens (Alfaguara, México, 2009)—, obras en las que redime la novela negra y el thriller con cierto sustrato de pesquisa documental, histórica y literaria: El club Dante (Seix Barral, México, 2004) y La sombra de Poe (Seix Barral, México, 2006), donde escudriña y especula sobre los entresijos de la temprana y oscura muerte de Poe en Baltimore, sucedida, a sus 40 años, el 7 de octubre de 1849 en el hospital universitario Washington, tras haber sido hallado, cuatro días antes, en graves circunstancias en la taberna y hotel Ryan’s. Pero también, Matthew Pearl imagina la existencia de Quentin Hobson Clark, un joven abogado de Baltimore (fervoroso lector, admirador y contemporáneo de Poe), quien en 1851 se empeña en localizar en París al personaje de carne y hueso que puede desentrañar los misterios de tal fallecimiento y que no es otro que el individuo en que supuestamente se basó Poe para crear a su detectivesco raciocinador; pero en tal búsqueda se tropieza con dos candidatos que compiten entre sí para resolver el caso y, al parecer, por demostrar quién es el verdadero y único modelo inspirador: Auguste Duponte y el barón Claude Dupin.

Curiosamente, el título de la obra de Matthew Pearl: La sombra de Poe y la novela en sí evocan o remiten a unas líneas que se leen en “El cuento policial”, una de las conferencias de Borges oral (Emecé/Universidad de Belgrano, Buenos Aires, 1979): “Poe es un proyector de sombras múltiples. ¿Cuántas cosas surgen de Poe?”
Borges descansa en el mausoleo de Edgar Allan Poe
erigido en su homónima casa-museo (Baltimore, 1983).


“Nosotros, lectores contemporáneos de cuentos policiales,
somos criaturas de Poe
”, Borges dixit.
      
(Alianza, Madrid, 1984)
       La traducción al español de La trilogía Dupin: “Los crímenes de la calle Morgue”, “El misterio de Marie Rogêt (continuación de ‘Los crímenes de la calle Morgue’)” y “La carta robada” (cuyas primeras ediciones en inglés datan, respectivamente, de 1841, 1842 y 1844), también es legendaria e histórica porque la hizo (con notas y un prólogo sobre la “Vida de Edgar Allan Poe”) nada menos que el Gran Cronopio: el argentino Julio Cortázar (1914-1984). 

Es decir, tales traducciones provienen del tomo uno de los Cuentos de Edgar Allan Poe, número 277 de la serie El libro de bolsillo de Alianza Editorial, impreso en Madrid, en 1970 (la undécima edición data de 1984), donde se dice que para tal editora fue “revisada y corregida por el traductor”, pues en 1956 había sido impresa “por Ediciones de la Universidad de Puerto Rico, en colaboración con la Revista de Occidente, con el título Obras en Prosa 1. Cuentos de Edgar Allan Poe”.
El tomo dos de los Cuentos de Poe, traducido también por Cortázar, apareció por igual en 1970 con el número 278 de El libro de bolsillo. Y ambos libros, con las notas y el prefacio del traductor, fueron publicados por Aguilar en un solo volumen impreso en Madrid, en 2004, junto con la casi novela de Poe: Narración de Arthur Gordon Pym, traducida y anotada por el argentino, la cual también fue editada en 1956 por la Universidad de Puerto Rico y en 1968, en La Habana, a través del Instituto de Libro, con el título: Aventuras de Arthur Gordon Pym.
       
Julio Cortázar
       Dicho librote tipo Biblia (de pastas duras, con un coqueto listón de separador y tercermundistas hojas que se desprenden durante la lectura) pudo adquirirse en Xalapa, el mes de mayo de 2006, en ciertos estanquillos de periódicos y revistas.

Vale destacar que Vicente Villacampa, el traductor al castellano del prólogo a La trilogía Dupin y de La sombra de Poe, dice en una nota que la traducción al español de “todas las citas de cuentos de Poe” hechas por Matthew Pearl en su novela, las transcribió de los susodichos tomos traducidos por Julio Cortázar.




Edgar Allan Poe
(Boston, enero 19 de 1809-Baltimore, octubre 7 de 1849)

Edgar Allan Poe, La trilogía Dupin. Prólogo de Matthew Pearl traducido del inglés al castellano por Vicente Villacampa. Cuentos de Edgar Allan Poe traducidos del inglés al español por Julio Cortázar. Seix Barral. Barcelona, 2006. 160 pp.


jueves, 4 de octubre de 2012

Cartas de mamá



Instalado ya donde siempre había sido el amo

Cartas de mamá (Nórdica, 2012)
A estas alturas del siglo XXI, en el orbe del idioma español, circulan varias ediciones que reúnen la obra cuentística completa y las obras completas, tanto de Jorge Luis Borges (1899-1986), como de Julio Cortázar (1914-1984). Así que un librito con solapas como el publicado en el número 08 de la Colección Minilecturas de la editorial española Nórdica Libros (el cual “se acabó de imprimir en Salamanca el día 10 de febrero de 2012) es apenas un entremés, un aperitivo en el que, según se anuncia en el frontispicio, confluyen ambos. Es decir, con una excelente caricatura de Julio Cortázar trazada por Fernando Vicente, se pregona a los cuatro pestíferos vientos de la recalentada aldea global que a Cartas de mamá lo preludia un “Prólogo de Jorge Luis Borges”.
Y aparentemente es así, pues en el interior hay un prefacio dizque firmado por Borges en “Buenos Aires, 29 de noviembre de 1983”. Y según el copyright de éste (perteneciente a María Kodama, la heredera universal de los derechos de autor de Borges) es el “Prólogo de Jorge Luis Borges, recogido en Biblioteca personal”. Y es en tal aseveración donde empieza a descollar el bemol, el sonoro pedúnculo umbelífero, pues el preámbulo atribuido a Borges que precede a la presente edición de Cartas de mamá no es el “recogido en Biblioteca personal”. Y más aún: a todas luces es un texto apócrifo, quizá urdido por un oscuro plumífero que parafrasea y trata de emular a Borges, pero sin lograrlo. 
Los libros de la Biblioteca personal —“Colección dirigida por Jorge Luis Borges (con la colaboración de María Kodama)”— fueron editados por Hyspamérica a mediados de los años 80 del siglo XX, en España y en Argentina. Son libros de pastas duras, de color negro y dorados el logo, las letras y el recuadro. Borges seleccionó 100 títulos, pero, dada su muerte en Ginebra el 14 de junio de 1986, sólo 66 aparecieron con prólogo (4 de ellos en 2 tomos). Además del prólogo del libro elegido, cada título incluye un mismo retrato en blanco y negro de Borges sonriendo y el mismo prefacio que éste, con María Kodama como amanuense, escribió ex profeso para explicar y justificar la serie. Allí, después del tributo que le rinde a ella, concluye: 
“Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo, hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos. Ocurre entonces la emoción singular llamada belleza, ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica. La rosa es sin porqué, dijo Angelus Silesius; siglos después Whistler declararía El arte sucede.
“Ojalá seas el lector que este libro aguardaba.”
Los 66 prólogos de la Biblioteca personal de Borges y su prólogo general fueron publicados de manera conjunta, por primera vez, en 1988, en Madrid y en Buenos Aires, por Alianza Editorial, con el rótulo Biblioteca personal (prólogos). Allí figuran con una anónima y preliminar “Nota del editor” que empieza diciendo: “En 1984 [no en 1983], la editorial argentina Hyspamérica —dedicada a la venta de libros en quioscos de prensa— propuso a Jorge Luis Borges la selección de cien obras de lectura imprescindible que, prologadas por él mismo, formarían una colección cerrada con el título de ‘Biblioteca personal’”. Y en las páginas finales se lee un “Apéndice” en el que se enlista la “Relación de los títulos de su ‘biblioteca personal’ prologados por J.L. Borges”, los “Títulos que circularon sin prólogo de J.L. Borges” y la “Relación de títulos preseleccionados por J.L. Borges y eliminados de la selección definitiva”. En 1996, en el tomo IV de las Obras completas de Borges, publicado en Barcelona por Emecé, se compiló el libro Biblioteca personal (prólogos), pero sin el “Apéndice” y con otra anónima nota del editor que a la letra dice: “Biblioteca personal reúne los prólogos que Jorge Luis Borges escribió para los libros que integraron una colección de cien obras de lectura imprescindible que fue publicada por Hyspamérica en 1985. La selección de los títulos estuvo también a cargo de Borges que sólo llegó a escribir sesenta y cuatro prólogos, pues su muerte impidió que la colección prevista se completara. Hemos seguido aquí la edición de Biblioteca personal (prólogos), Alianza Editorial, Madrid, 1988, que reúne sesenta y seis prólogos, pero hemos omitido dos de ellos: “Wilkie Collins, La piedra lunar” y “Edward Gibson, Páginas de historia y autobiografía”, porque integran el libro Prólogo, con un prólogo de prólogos, Torres Agüero Editor, Buenos Aires, 1975, y se encuentran respectivamente en las páginas 48 y 66 de este volumen.” Vale observar que en la “Nueva edición revisada y corregida” de tal tomo IV de las Obras completas de Borges, publicada por Emecé en “abril de 2005”, en Buenos Aires, su correspondiente nota del editor figura en términos parecidos.
Cuentos, antología de Julio Cortázar, fue y es el número uno de la serie Biblioteca personal de Jorge Luis Borges; apareció en mayo de 1985 (el querido o vilipendiado cronopio había muerto en París el 12 de febrero de 1984). El primer párrafo del prólogo de Borges es celebérrimo porque comentaristas y biógrafos de ambos autores suelen aludirlo o citarlo; por ejemplo, Alejandro Vaccaro lo transcribe en la p. 458 de Borges. Vida y literatura (Edhasa, 2006). Y dice a la letra:
“Hacia mil novecientos cuarenta y tantos, yo era secretario de redacción de una revista literaria, más o menos secreta. Una tarde, una tarde como las otras, un muchacho muy alto, cuyos rasgos no puedo recobrar, me trajo un cuento manuscrito. Le dije que volviera a los diez días y que le daría mi parecer. Volvió a la semana. Le dije que su cuento me gustaba y que ya había sido entregado a la imprenta. Poco después, Julio Cortázar leyó en letras de molde ‘Casa tomada’ con dos ilustraciones a lápiz de Norah Borges. Pasaron los años y me confió una noche, en París, que ésa había sido su primera publicación. Me honra haber sido su instrumento.”  
Sólo el primer párrafo del prólogo que figura en el librito editado por Nórdica emula, varía y parafrasea el prólogo de Borges urdido para la serie Biblioteca personal; el resto es otra cosa y está encaminado a ponderar Las armas secretas (Sudamericana, 1959) —libro de Cortázar— y el cuento “Cartas de mamá”, donde fue recogido; pero el conjunto transluce que el autor no es Borges. De serlo y de haber aparecido en algún libro (no se dice que era inédito), hubiera sido compilado y datado en Textos recobrados 1956-1986 (Emecé, Buenos Aires, 2003), póstumo y misceláneo tomo de textos dispersos de Borges, con “Edición al cuidado de Sara Luisa del Carril y Mercedes Rubio de Socchi”.  
El párrafo inicial del apócrifo prólogo que precede a la presente edición de “Cartas de mamá”, dice a la letra:
“Hacia 1947 yo era secretario de redacción de una revista casi secreta que dirigía la señora Sarah de Ortiz Basualdo. Una tarde, nos visitó un muchacho muy alto con un previsible manuscrito. No recuerdo su cara; la ceguera es cómplice del olvido. Me dijo que traía un cuento fantástico y solicitó mi opinión. Le pedí que volviera a los diez días. Antes del plazo señalado, volvió. Le dije que tenía dos noticias. Una, que el manuscrito estaba en la imprenta; otra, que lo ilustraría mi hermana Norah, a quien le había gustado mucho. El cuento, ahora justamente famoso, era el que se titula ‘Casa Tomada’. Años después, en París, Julio Cortázar me recordó ese antiguo episodio y me confió que era la primera vez que veía un texto suyo en letras de molde. Esa circunstancia me honra.”
“Casa tomada” se incluyó en Bestiario (Sudamericana, 1951), el tercer libro de Cortázar y su primero de cuentos (impreso el año que emigró de Buenos Aires a París con una beca del gobierno francés). Y además de que fue antologado en la segunda edición de la Antología de la literatura fantástica (Sudamericana, 1965) —de Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo— es uno de los textos que se oyen en su voz en el disco compacto que editó Difusión Cultural de la UNAM en 1997, reedición del elepé editado, en 1968, con el número 9 de la serie Voz Viva de América Latina, en cuyo cuaderno adjunto, además de los textos de Cortázar, figura un ensayo preliminar de Carlos Monsiváis. 
En Cuentos, tomo uno de las Obras completas de Julio Cortázar, editado en Barcelona, en 2003, por Galaxia Gutenberg y Círculo de Lectores, Saúl Yurkievich apunta que “‘Casa tomada’ se publicó previamente en Anales de Buenos Aires (núm. 11, 1946) y ‘Bestiario’ en la misma revista (núm. 18-19, 1947). Mientras que “Cartas de mamá”, el cuento inicial de Las armas secretas —anota—, “se publica en 1959 en el segundo número de la revista Américas”.
Mario Goloboff, en Julio Cortázar. La biografía (Seix Barral, 1998), además de enumerar varios textos de ficción que Cortázar publicó antes de “Casa tomada”, debate la supuesta primicia en el número 11 de la revista Los Anales de Buenos Aires (diciembre de 1946) con un dejo de acritud: “Ya es casi un tópico hablar de este ‘primer cuento’ publicado a instancias de Borges, e ilustrado por su hermana. A decir verdad, Cortázar no pareció excesivamente contento con tales ilustraciones. Refiriéndose a ellas —eran dos—, dijo alguna vez, respondiendo a la pregunta [el biógrafo no acredita la fuente]: ‘¿Tan malos son los dibujos de Norah?’. ‘Me gusta el de los hermanos; el otro —la casa— no es lo que yo puse en el cuento. La casa es muy distinta, pero la imagen de los hermanos bajo la lámpara me parece bien.”
Emir Rodríguez Monegal, en Borges. Una biografía literaria (FCE, 1987), apunta que “Fue en marzo de 1946 cuando [Borges] aceptó una nueva tarea como director [no ‘jefe de redacción’] de la revista literaria Los Anales de Buenos Aires, lanzada [en la Argentina] por una institución similar a la Société des Annales de París”, presidida por la señora Sara Durán de Ortiz Basualdo. Edwin Williamson, en Borges, una vida (Seix Barral, 2004), reporta que “‘El Zahir’ fue el último texto sustancial que Borges escribiría para Los Anales de Buenos Aires. Unas semanas después de que apareció, en julio de 1947, renunció a la dirección de Anales luego de una discusión con la propietaria, y su actividad literaria disminuyó notablemente a partir de entonces: en los nueve meses siguientes, publicaría alguna traducción o prólogo ocasional y un puñado de reseñas breves y ‘notas’ literarias.”
Vale decir que tanto Monegal, como María Esther Vázquez en Borges. Esplendor y derrota (Tusquets, 1996), bosquejan una pizca de Los Anales y la difícil relación del escritor con la señora Ortiz Basualdo. 
En cuanto a “Cartas de mamá”, por fortuna está bien. Los argentinos Luis y Laura, después de un poco más de dos años de residir en París, aún continúan coexistiendo con el innombrable y pesadillesco fantasma de Nico, hermano de él, muerto de tisis cuando Luis y Laura vivían su luna de miel en un hotel de Adrogué. Nico era el novio de Laura cuando Luis empezó su galanteo. Una carta de mamá les informa que “Esta mañana Nico preguntó por ustedes”. Otra les anuncia que Nico viajará a Europa. 


Julio Cortázar, Cartas de mamá. Prólogo [dizque] de Jorge Luis Borges. Colección Minilecturas (08), Nórdica Libros. Salamanca, 2012. 76 pp.

Nota publicada en Punto y Aparte (septiembre 6 de 2012)




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Cartas de mamá (Nórdica, 2012), nota bene 
                                          

El pasado jueves 6 de septiembre de 2012, en Punto y Aparte reseñé el librito Cartas de mamá (Nórdica Libros, Colección Minilecturas núm. 08,  Salamanca, 2012. 76 pp.), cuento de Julio Cortázar (1914-1984), precedido por un prefacio, en cuyo correspondiente copyright se dice: “Del prólogo de Jorge Luis Borges, recogido en Biblioteca personal, 1995, María Kodama”. Como lo expuse en mi artículo, tal prefacio no es el prólogo de la celebérrima Biblioteca Personal. No obstante, hubiera desarrollado mi cuestionamiento de distinto modo si con antelación hubiera conocido un dato que recién hallé en la p. 123 del libro Jorge Luis Borges. Bibliografía completa (FCE, Col. Tezontle, Buenos Aires, 1997, 292 pp.), de Nicolás Helft. Allí se data que Cartas de mamá, con 43 páginas, fue publicado en Buenos Aires, en 1992, con el sello de Proa. Y su telegráfica notita informa: “Prólogo fechado ‘Buenos Aires, 29 de noviembre de 1983’. El prólogo le fue dictado a Roberto Alifano y debía ser incluido en el libro Cuentistas y pintores argentinos. Finalmente no fue incluido allí y Alifano lo publicó en esta plaqueta.”
Borges y su amanuense Roberto Alifano
      De tal aserto, se infiere que Roberto Alifano publicó el prólogo de Borges con la anuencia (o sin la anuencia) de María Kodama, su viuda y heredera universal de sus derechos de autor, quien judicialmente lo ha demandado por diversas causas relativas a la propiedad intelectual y literaria de Borges, entre ellas, según se informa en la página web del 11 de julio de 2012 de la revista Ñ del diario Clarín.com, “la de haber falsificado textos del escritor al conmemorarse 25 años de su muerte” (“‘Falsificaron 25 textos de Borges haciendo collage y los vendían como inéditos al extranjero’, había alegado entonces”). Y que esa curiosa plaqueta de 43 páginas tuvo un tiraje restringido y una distribución limitada. Es, entonces, un librito raro, del que numerosos lectores de la aldea global —por no decir la mayoría— no tienen noticia. 
En este sentido, el desacierto de los editores de Nórdica se restringe a dos faltas irrefutables: no haber acreditado (o reseñado en una nota) esa primera edición de Cartas de mamá y afirmar que se trata del prólogo “recogido en Biblioteca personal”. 
Cartas de mamá (Proa, 1992)
Vale reportar que, al parecer, aún es posible que algún privilegiado coleccionista del globo terráqueo adquiera uno de esos raros ejemplares de Cartas de mamá, pues en la página web de la Librería Helena de Buenos Aires, librería inscrita en la Asociación de Libreros Anticuarios de la Argentina, junto a la imagen de la portada, se datan sus flamantes características: 
Cartas de Mamá 
      Autor: Cortázar, Julio  
      Buenos Aires. Proa. 1992. 34,1 x 24,9 cm. 43 pp. Bellísima plaquete con prólogo de J. L. Borges, un dibujo y una viñeta de Guillermo Roux, acuarelado original. Edición bajo el cuidado de León Benarós y Roberto Alifano. Se han impreso 200 ejemplares en papel Conqueror Vergé Ivory, de 130 gramos, numerados del 1 al 200. 30 ejemplares numerados del I al XXX firmados por Guillermo Roux, siendo éste el ejemplar II/XXX .”
Por otro lado, en la página 114 de la susodicha Bibliografía completa se data ese otro raro libro con selección y prólogos de Borges, pese a que se omite la coedición con Círculo de Lectores: “Cuentistas y pintores argentinos. Buenos Aires: Ediciones de Arte Gaglianone, 1985. 280 p.”, cuya nota reporta: “Recopilación de los prólogos de folletos publicados individualmente por Ediciones de Arte Gaglianone. Cada uno con un prólogo de Borges y un cuento del autor.” 
Hay que decir, por último, que la edición de tal Bibliografía completa, impresa en “noviembre de 1997” en Buenos Aires, sólo constó de “2000 ejemplares”; y que su adjunto e interactivo CD-ROM, “compatible con computadoras tipo PC, con sistema operativo Windows 3.1 o superior (por ejemplo, Windows 95)”, rápidamente se tornó anacrónico y obsoleto, amén de que la bibliografía borgeana siguió aumentando.  



                                                                                                     Nota publicada en Punto y Aparte (septiembre 13 de 2012)