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jueves, 11 de octubre de 2018

Cuentos de imaginación y misterio

Las mil y una andanzas de la versión cortazariana

En el diseminado ámbito global del idioma español son celebérrimas y canónicas las traducciones que el argentino Julio Cortázar (1914-1984) hizo de buena parte de la obra del norteamericano Edgar Allan Poe (1809-1849). Vale recordar que 67 relatos de Poe, traducidos por Cortázar, desde 1970 han sido sucesivamente reeditados en Madrid por Alianza Editorial en dos tomitos titulados Cuentos 1 y Cuentos 2, números 277 y 278 de la serie El libro de bolsillo; acopios que circulan en España, en Iberoamérica e Hispanoamérica (y aún más allá) signados por una nota anónima que a la letra dice: “Esta obra fue publicada en 1956 por Ediciones de la Universidad de Puerto Rico, en colaboración con la Revista de Occidente, con el título Obras en Prosa I. Cuentos de Edgar Allan Poe. La actual edición de Alianza Editorial ha sido revisada y corregida por el traductor.”  
 
El libro de bolsillo núm. 277, Alianza Editorial, 11ª edición
Madrid, 1984
        Pero además de arbitrariamente reordenarlos ex profeso por cierto sentido temático (y no sujeto al orden cronológico), Cortázar los precedió con un novelesco esbozo biográfico: “Vida de Edgar Allan Poe”, dividido en cinco partes: “Infancia”, “Adolescencia”, “Juventud”, “Madurez” y “Final”. Sobre tal bosquejo, entre las páginas 95-96 del volumen Narrativa completa (Madrid, Bibliotheca AVREA, Ediciones Cátedra, 2011), de Edgar Allan Poe, Margarita Rigal Aragón cuestiona que “se trata de una biografía hoy día obsoleta”; según repite (siguiendo una nota al pie de página): “la fuente usada por Cortázar es la legendaria biografía de Hervey Allen, 1926” (vale repetir que también usó la no menos legendaria de Arthur Hobson Quinn, 1941); no obstante, pondera: “es de una importancia singular para dar a conocer la figura de Poe en España.” Ante tal corsé o atavismo endogámico, casi resulta tautológico puntualizar que el esbozo biográfico de Poe, escrito por Cortázar, también ha sido relevante en Hispanoamérica y en los remotos y dispersos rincones de la aldea global donde el español se habla y es moneda corriente.  
   
El libro de bolsillo núm. 278, Alianza Editorial, 8ª edición
Madrid, 1983
       Y al final del tomo 2 de los Cuentos de Poe, en el apartado “Notas”, el propio Cortázar resume el criterio de su ordenación de los relatos que Poe publicó entre el “14 de enero de 1832” y el “9 de junio de 1849”, e incluye 67 apostillas (una por cada narración) sobre las que apunta: “En las notas siguientes, luego del título original de cada cuento, se menciona la primera publicación del mismo. La cifra entre paréntesis indica el orden cronológico de cada publicación con referencia al total (67 cuentos). Así, William Wilson, publicado en 1840, es el vigésimo tercer relato publicado de Poe. Este dato puede servir para situar aproximadamente la fecha de composición de los cuentos, aunque esto último es materia de abundante controversia.”
El libro de bolsillo núm. 341, Alianza Editorial, 13ª edición
Madrid, 1998
       Con menos reediciones que el par de tomitos que reúnen los 67 cuentos de Poe traducidos por Cortázar, en 1971, con el número 341 de la serie El libro de bolsillo, Alianza Editorial publicó en Madrid la Narración de Arthur Gordon Pym de Nantucket (The Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket, el cuarto libro publicado por Poe en 1838), con prólogo y traducción de Julio Cortázar, en cuya página legal también figura una nota anónima del editor donde se canturrea: “Esta obra fue publicada en 1956 por Ediciones de la Universidad de Puerto Rico, en colaboración con la Revista de Occidente, con el título Obras en Prosa II. Narración de A.G. Pym, Ensayos y críticas, Eureka. La actual edición de Alianza Editorial ha sido revisada y corregida por Julio Cortázar.”

El libro de bolsillo núm. 384, Alianza Editorial, 6ª edición
Madrid, 1997
         En este sentido, Alianza Editorial, con esa misma nota en su correspondiente página legal, publicó, en 1972 y con el número 384 de la serie El libro de bolsillo, el ensayo de Poe: Eureka, con la traducción y un breve prefacio de Julio Cortázar. Y en 1973, con el número 464 de El libro de bolsillo, Alianza editó el título antológico Ensayos y críticas, de Edgar Allan Poe; pero la nota anónima se achicó: “Esta obra fue publicada en 1956 por Ediciones de la Universidad de Puerto Rico, en colaboración con la Revista de Occidente, con el título Obras en Prosa II. Ensayos y críticas. La actual edición de Alianza Editorial ha sido revisada y corregida por el traductor.” En contraste con tal achicamiento, Julio Cortázar precede su traducción con una nota “Al lector”, seguida de una “Introducción” titulada “El poeta, el narrador y el crítico”, un largo y sesudo estudio y análisis de la obra de Edgar Allan Poe (y sus nexos), que resulta el particular breviario poemaníaco del Gran Cronopio, oráculo de las subterráneas y masivas legiones de lectores de Poe en español.

El libro de bolsillo núm. 464, Alianza Editorial, 2ª edición
Madrid, 1987
       Entre esos lectores de marras (que infestan las laberínticas y oscuras catacumbas de la aldea global) es consabido que además de las sucesivas reediciones del par de tomitos de Alianza Editorial que compilan los 67 Cuentos de Poe traducidos, prologados y anotados por Cortázar, otras editoriales, en busca de dividendos crematísticos (y a veces destacando alguna variante o aportación), suelen hacer uso del prestigio y celebridad de tales traducciones.

       Por ejemplo, en 2004, en España, Aguilar publicó el tomo 1 de las Obras completas de Edgar Allan Poe (volumen que también circuló en Hispanoamérica, incluso en estanquillos de periódicos), el cual, al inicio, presenta el susodicho esbozo biográfico de Poe que Cortázar pergeñó para encabezar los 67 relatos editados por Alianza Editorial en dos tomitos. Luego sigue la Narración de Arthur Gordon Pym de Nantucket, precedida por el prólogo que Cortázar, ex profeso, redactó para ésta. Y a continuación, con el título Cuentos, figuran los 67 relatos de Poe, dispuestos en el orden proyectado por Cortázar, seguidos por las correspondientes 67 “Notas” escritas por él. 
(Madrid, Aguilar, 2004)
         Si ese volumen de Aguilar (tipo biblia) es una modesta edición (de precio accesible para un lector de a pie) cuyas páginas se desprenden durante la lectura (pese al cartoné y a su listón-separador), el par de tomos editados en Barcelona, en 2004, por Galaxia Gutenberg y Círculo de lectores son un oneroso lujo, exclusivo para coleccionistas con parné y vacaciones de cinco estrellas en el Mediterráneo. Retitulados Todos los cuentos 1 y Todos los cuentos 2, los 67 relatos de Edgar Allan Poe traducidos por Cortázar, con ilustraciones ex profesas de Joan-Pere Viladecans, figuran allí con el mismo orden planteado por el traductor, precedidos por el mismo esbozo biográfico y con las mismas postreras notas.

(Barcelona, Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores)
       En 2008, en España y en México, Páginas de Espuma publicó el volumen Cuentos completos. Edición comentada, que comprende los 67 relatos de Poe traducidos por Cortázar. Se trata de una edición coordinada y prologada por Fernando Iwasaki y Jorge Volpi; la cual incluye una “Presentación” de Carlos Fuentes y un prefacio de Mario Vargas Llosa rotulado “Poe y Cortázar”, donde laudatoriamente sopesa y categoriza sobre la trascendencia y el cualitativo e intrínseco valor de las traducciones del Gran Cronopio en el orbe del idioma español: 

(México, Páginas de Espuma, 2008)
       “La traducción que hizo Cortázar de los cuentos, ensayos y novelas cortas de Poe merece figurar entre las obras maestras de la literatura contemporánea en lengua española, así como la traducción de los cuentos de Poe por Baudelaire es reconocida como uno de los momentos literarios de la lengua francesa. Esta traducción, al mismo tiempo que una maestría absoluta en el dominio del inglés y el español y un conocimiento exhaustivo de la obra de Poe, delata una cercanía intelectual y un amor apasionado de Cortázar por el mundo, la fantasía, los fantasmas y los traumas con los que el genio de Poe construyó su obra. Su mayor mérito es que ella en ningún momento parece una traducción pues Cortázar ha conseguido recrear dentro del espíritu de la lengua de Cervantes y de Borges el lenguaje de Edgar Allan Poe, encontrando equivalencias lingüísticas y reconstruyendo dentro del genio de nuestra lengua las peculiaridades estilísticas inglesas y la riquísima orfebrería léxica con que Poe elaboró todos sus textos. Quiero decir que, como todas las grandes traducciones, la versión que el autor de Rayuela da de la obra del norteamericano pertenece tanto a Poe como al propio Cortázar.”



Aurora Bernárdez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar y unos amigos
Grecia, 1967
          Pero además, someramente, Mario Vargas Llosa da tenues visos del legendario y borroso origen de la versión cortazariana de la obra de Edgar Allan Poe:
“Muchas veces me pregunté a qué circunstancias o factores se debió el hecho de que Cortázar dedicara dos años de su vida, trabajando de tiempo completo, a esa extraordinaria mudanza que llevó a cabo de la obra de Poe al español. La razón primera, claro está, fue la admiración que sintió desde muy joven por el gran escritor que fue Poe. Pero la razón práctica sólo la descubrí años después de leer con pasión los cuentos de Poe en su versión cortazariana, mientras enseñaba en la Universidad de Río Piedras, en Puerto Rico. Allí supe que fue gracias a Francisco Ayala, quien había conocido a Cortázar en Buenos Aires, donde Ayala pasó parte de su exilio, que la universidad puertorriqueña, entonces bajo el rectorado de Jaime Benítez, encargó a Cortázar la traducción de la obra completa de Poe en prosa. Gracias a este contrato Julio y Aurora Cortázar pudieron vivir sin muchos apuros sus primeros años europeos, entre Francia e Italia, trabajando en esta traducción en la que seguramente los consejos y la ayuda de Aurora, traductora extraordinaria también, contribuyeron al éxito de esta noble empresa literaria.” 
     
Aurora Bernárdez y Mario Vargas Llosa
charlando  en torno a Julio Cortázar
(Madrid, julio 3 de 2013)
          No obstante, si el volumen Cuentos completos. Edición comentada incluye el esbozo biográfico escrito por Cortázar (“Vida de Edgar Allan Poe”) y respeta el orden de los cuentos propuesto por el argentino nacido en Bélgica, los editores (se infiere que Iwasaki y Volpi) prescindieron de las postreras 67 “Notas” del traductor e incluyeron, antes de cada cuento, un azaroso comentario que 67 veces dizque abre el apetito del sediento y ansioso lector (un misceláneo y quesque exquisito y sustancio entremés); es decir, 67 escritores invitados (entre ellos Iwasaki y Volpi) comentan, ex profeso para tal edición, los 67 cuentos de Poe traducidos por el Gran Cronopio. Si bien algunos comentarios (variantes del egotismo) resultan sugestivos, informados y magnéticos, otros son secos topes de burro, auténticos patinazos que ipso facto envían al panteón de la eterna risotada o mandan a la tumba hundidos en la somnífera catalepsia (absolutamente vergonzantes, hilarantes y prescindibles).

En 2009, Edhasa, en Barcelona, publicó el tomo Cuentos completos, de Edgar Allan Poe, donde figuran los 67 cuentos de Poe traducidos por el Gran Cronopio. De hecho esto es un gancho publicitario anunciado desde la portada: “Traducción de JULIO CORTÁZAR”. No obstante, en el interior descuella una falacia (a todas luces intencional) al anunciarse: “Traducción y notas de Julio Cortázar”; pues este volumen no incluye ninguna nota de él, ni sus postreras y consabidas 67 “Notas”, ni tampoco su preliminar esbozo biográfico (“Vida de Edgar Allan Poe”). Y más aún: no se respetó el orden de los cuentos dispuesto por el traductor argentino, pues el objetivo de tal edición de los Cuentos completos de Poe (traducidos por Cortázar) se advierte y resume en una anónima y preliminar “Nota del Editor”: 
 
(Barcelona, Edhasa, 4ª reimpresión, 2015)
           “Se presentan en este volumen los cuentos de Edgar Allan Poe en su orden cronológico, siguiendo la edición llevada a cabo por Patrick E. Quinn y G.R. Thompson para The Library of America (Poe, Poetry, Tales & Selected Essays, Nueva York, 1984). Sólo en el caso de los textos creados para acompañar grabados no se ha respetado ese orden, y aparecen aquí a continuación del conjunto de los cuentos.
     “Las fechas de composición o de las versiones definitivas que han servido para establecer la cronología de los textos, así como precisiones acerca de los firmados con el seudónimo Littleton Barry, los sucesivos cambios de título, las refundiciones, etc., pueden encontrase al final de la obra (pp. 1.007-1.115).”
     
(Barcelona, Edhasa, 4ª reimpresión, 2015)
       En este sentido, tal volumen de los Cuentos completos de Poe se divide en tres partes. La primera agrupa 66 relatos, precedidos por un par de prólogos del propio Edgar Allan Poe, traducidos al español por Gregorio Cantera: “Prefacio a Cuentos grotescos y fantásticos (1840)” y “El Club del Libro en Folio”. De esos 66 relatos de Poe, 63 son traducción de Cortázar y 3 de Gregorio Cantera: “Instinto versus razón. La gata negra”, “Filosofía del mobiliario” y “El faro”. La segunda parte del volumen, titulada “Estampas”, comprende cuatro relatos de Poe, de los cuales dos son traducción de Cortázar: “La isla del hada” y “El alce”; y dos de Gregorio Cantera: “A propósito de Stonehenge. La danza del Gigante” y “Byron y miss Chaworth”. Y por último, cierra el volumen la sección bibliográfica anunciada en la “Nota del Editor”: “Procedencia de los cuentos”, cuya autoría también es anónima.
     Frente a tales acopios (Poe-Cortázar) el más ambicioso (y apoteósico) es el citado volumen Narrativa completa, de Edgar Allan Poe, impreso en Madrid, en 2011, por Ediciones Cátedra, dentro la colección Bibliotheca AVREA. La “Edición, introducción y notas” son de Margarita Rigal Aragón. Y al hojearlo se advierten dos grandes secciones. En la primera, Margarita Rigal Aragón expone una “Introducción general”, que es un bosquejo y análisis de la vida y obra de “Edgar Allan Poe (1809-1849)”, dividido en los siguientes apartados: “Marco histórico-social”, “Marco literario”, “Desmitificando el mito”, “Vida de Poe”, “Obra”, “A. Obra poética y ensayística”, “B. Narrativa. Novelas”, “C. Narrativa. Cuentos”, “C.1. Poe y el relato policiaco”, “C.2. Teoría de Poe en torno al cuento”, “C.3. Leyendo los cuentos de Poe: la configuración de los relatos”, “C.3.1. Estructuras”, “C.3.2. Narradores”, “C.3.3. Personajes” y “C.3.4. Tiempo y espacio”.
   
(Madrid, Cátedra, 2011)
       En la misma “Introducción general”, Margarita Rigal Aragón prosigue con una “Cronología” sobre la vida y obra de Poe y con una “Relación de los lugares en los que Poe vivió”. Luego presenta una nota sobre los criterios de su edición y una parcialmente comentada “Selección bibliográfica”, dividida en ocho interesantísimas partes.  
   La segunda (y última) gran sección del volumen se titula “Narrativa completa de Edgar Allan Poe”, la cual se divide en tres partes. En la primera se presentan los 67 cuentos de Poe traducidos por Cortázar, pero ordenados cronológicamente y no en el orden dispuesto por el argentino. Y en lugar de las postreras 67 notas de Cortázar, a cada cuento le corresponden 67 notas pergeñadas ex profeso por Margarita Rigal Aragón, en las que ella suele destacar los presuntos influjos literarios que al parecer incidieron en la escritura de cada texto. 
     En la segunda parte (de esa segunda gran sección del volumen) se lee la Narración de Arthur Gordon Pym traducida por Cortázar, pero sin su correspondiente prólogo; no obstante, salpimentada por 16 notas de Margarita Rigal Aragón en las que, pese a sus observaciones y erudición, no falta algún lapsus. Por ejemplo, al final de su tercera nota apunta: “Una semana después del rescate de los dos jóvenes [tras el naufragio del Ariel], estos inician una segunda aventura a bordo del Grampus.” Pues esto no ocurre “Una semana después” sino “Unos dieciocho meses después” del naufragio del Ariel, tal y como se lee en la página 796 al inicio del segundo párrafo: “Unos dieciocho meses después del desastre del Ariel, la firma de Lloyd y Vredenburgh (casa vinculada en cierto modo con los señores Enderby, creo que de Liverpool) se ocupaba de reparar y aparejar el bergantín Grampus para la caza de la ballena. Se trataba de una vieja carraca casi inútil para la navegación, a pesar de todas la reparaciones que se le habían hecho.” 
   O sea que los duendes no existen, pero de que los hay, los hay. Véase otro ejemplo: en la página 92 del catedrático volumen Narrativa completa se lee que el segundo libro que Poe publicó en vida (Al Aaraaf, Tamerlane, and Minor Poems) se editó en Baltimore en “1929” y no en 1829.
 
(Contraportada)
         El caso es que la tercera parte, de la segunda gran sección del volumen, cierra la Narrativa completa de Poe con El diario de Julius Rodman, cuasi novela inconclusa (dividida en seis capítulos) traducida por Margarita Rigal Aragón, quien la aderezó y documentó con 13 notas. En la primera apunta: “Esta ‘novela’ inacabada de Poe iba a constar de 12 capítulos pero solo seis de ellos fueron escritos y publicados. En vida del autor el diario apareció en seis entregas en la Burton’s Gentleman’s Magazine de Nueva York en el año 1840 y no iba firmado por Edgar A. Poe. Con posteridad a la muerte del autor, su autoría no sería reconocida hasta que el británico John Henry Ingram descubrió entre los manuscritos de Poe el de The Journal of Julius Rodman, obra que incluyó en su The Works of Edgar Allan Poe, aparecida entre 1874 y 1875.” 
   
Poe. Una vida truncada (Barcelona, Edhasa, 2009)
Página 5 de la iconografía
       Como dato curioso y controvertido, vale apuntar (y contraponer) que en la breve iconografía que ilustra el libro Poe. Una vida truncada (Barcelona, Edhasa, 2009), biografía del británico Peter Ackroyd, se observa una deficiente foto en blanco y negro del Gentleman’s Magazine, coeditado por William E. Burton y Edgar A. Poe, correspondiente a julio-diciembre de 1839, donde claramente se lee que la sede del Gentleman’s Magazine estaba en Filadelfia y no en Nueva York.    


(Barcelona, Seix Barral, 2006)
     El azaroso y póstumo destino de la versión cortazariana de la obra de Edgar Allan Poe comprende, también, los libros que entresacan y destacan alguna parte del todo. Por ejemplo, La trilogía Dupin (Barcelona, Seix Barral, 2006) reúne los consabidos tres cuentos policiales con los que, estipulan y proclaman los doctos, Poe inauguró el género policíaco en el orbe occidental. Es decir, aquí se leen (sin las postreras y correspondientes notas cortazarianas) la celebérrima traducción que Cortázar hizo de “Los crímenes de la calle Morgue”, de “El misterio de Marie Rogêt (continuación de ‘Los crímenes de la calle Morgue’)” y de “La carta robada”. 
     
(México, Seix Barral, 2006)
        Vale añadir que el prólogo de La trilogía Dupin es de Matthew Pearl, escritor norteamericano en cuya obra destaca su novela La sombra de Poe (México, Seix Barral, 2006), una mixtura de sustrato biográfico e histórico, thriller policíaco, novela negra y de aventuras, divertimento e historia de amor, donde escudriña y especula sobre los entresijos de la temprana y oscura muerte de Poe en Baltimore, sucedida, a sus 40 años, el 7 de octubre de 1849 en el hospital universitario Washington, tras haber sido hallado, cuatro días antes, en graves circunstancias etílicas en la taberna y hotel Ryan’s. Pero también, Matthew Pearl imagina la existencia de Quentin Hobson Clark, un joven abogado de Baltimore (fervoroso lector, admirador y contemporáneo de Poe), quien en 1851 se empeña en localizar en París al personaje de carne y hueso que puede desentrañar los misterios de tal fallecimiento y que no es otro que el individuo en que supuestamente se basó Poe para crear a su detectivesco raciocinador; pero en tal búsqueda se tropieza con dos candidatos que explosiva y encarnizadamente compiten entre sí para resolver el caso y, al parecer, por demostrar quién es el verdadero y único modelo inspirador: Auguste Duponte y el barón Claude Dupin. Curiosamente, el título de la obra de Matthew Pearl: La sombra de Poe, y la novela en sí, evocan o remiten a unas líneas de Jorge Luis Borges que se leen en “El cuento policial”, una de sus cinco conferencias editadas en Borges oral (Buenos Aires, Emecé/Universidad de Belgrano, 1979): “Poe es un proyector de sombras múltiples. ¿Cuántas cosas surgen de Poe?”
   
Antología de la literatura fantástica
Colección Laberinto núm. 1, Editorial Sudamericana
Buenos Aires, diciembre 24 de 1940
Páginas 226-227
         Y también, curiosamente, Borges, quien con Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares antologó “La verdad sobre el caso de M. Valdemar” en la celebérrima Antología de la literatura fantástica (Buenos Aires, Col. Laberinto, núm. 1, Editorial Sudamericana, 1940), y que desde luego ultrasabía de la celebridad y calidad de la versión cortazariana de la obra de Poe, no eligió las traducciones de Cortázar para las no menos célebres antologías reeditadas, revisadas y anotadas a cuatro manos con Bioy: Los mejores cuentos policiales 1 (Buenos Aires, Emecé, 1962) y Los mejores cuentos policiales 2 (Madrid, Libro de bolsillo, núm. 950, Emecé/Alianza, 1983); ésta con un “Prólogo” (firmado por el porteño dúo dinámico en “Buenos Aires, 19 de octubre de 1981”) donde destacan el seminal y consabido aporte de Poe en la narrativa policíaca (y por ello seleccionaron “La carta robada”). Y tampoco lo hizo en las antologías del autor de “El cuervo” seleccionadas y prologadas por Borges en solitario (con el auxilio de una amanuense): La carta robada (Madrid, La Biblioteca de Babel, núm. 18, Ediciones Siruela, 1985); y Cuentos de Poe (Madrid, Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges, núm. 65, Hyspamérica Ediciones, 1986). La curiosidad se amplía por el hecho de que Borges tenía en óptima estima los cuentos fantásticos del Gran Cronopio. Prueba de ello es el indeleble y laudatorio prólogo que preludia la antología de Cuentos de Cortázar (Madrid, Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges, núm. 1, Hyspamérica Ediciones, 1985), en donde evoca el legendario y mítico episodio que remite a la publicación del cuento “Casa tomada” en el número 11 de la revista Los Anales de Buenos Aires (diciembre de 1946): 
     “Hacia mil novecientos cuarenta y tantos, yo era secretario de redacción de una revista literaria, más o menos secreta. Una tarde, una tarde como las otras, un muchacho muy alto, cuyos rasgos no puedo recobrar, me trajo un cuento manuscrito. Le dije que volviera a los diez días y que le daría mi parecer. Volvió a la semana. Le dije que su cuento me gustaba y que ya había sido entregado a la imprenta. Poco después, Julio Cortázar leyó en letras de molde Casa Tomada con dos ilustraciones a lápiz de Norah Borges. Pasaron los años y me confió una noche, en París, que ésa había sido su primera publicación. Me honra haber sido su instrumento.”
     
Borges en la Casa Museo Edgar Allan Poe (Baltimore, 1983)

Foto de María Kodama incluida en
Jorge Luis Borges. Un ensayo autobiográfico (España,GG/CL/Emecé, 1999)
        No extraña, entonces, que el cuento “Casa tomada” haya sido incorporado a la segunda edición (revisada, modificada y ampliada) de la susodicha Antología de la literatura fantástica, impresa en Buenos Aires, en septiembre de 1965, por Editorial Sudamericana; que es la que se ha venido reeditando hasta el presente (por varias editoriales) y por ende incluye, tanto el “Prólogo” de Bioy publicado en 1940, como el que firmó el “16 de marzo de 1965” en “Rincón Viejo, Pardo”.
   En el tomito segundo de la no menos célebre antología Cuentos fantásticos del XIX (Madrid, El ojo sin párpado, núm. 2, Ediciones Siruela, 1987), Italo Calvino seleccionó y prologó el cuento de Poe: The Tell-Tale Heart (1843). Además de que el título en inglés figura allí alterado por un duende más ciego que un topo de alguna fétida, humeante y deletérea alcantarilla de la Casa Usher: The Tale-Tell Heart, la traducción al español: “El corazón revelador”, hecha por un tal “J. Maestre”, es mucho menos afortunada que la traducción del tal J. Cortázar, rotulada (e inmortalizada) por éste: “El corazón delator”.
   
Cuentos fantásticos del XIX
Volumen segundo
Col. El ojo sin párpado núm.2, Ediciones Siruela
Madrid, 1987
(Página 9)
           Desde luego que no para curarse en salud por ese yerro (y quizá desdén ante la versión cortazariana), Jacobo Siruela, el fundador y ex dueño de Ediciones Siruela, en su prologada y voluminosa Antología universal del relato fantástico (Girona, Ars Brevis, núm. 78, Ediciones Atalanta, 2013) escogió (para la isla desierta) la traducción de Cortázar del “Manuscrito hallado en una botella” (Jacobo lo fecha entre paréntesis en “1831”; pero Cortázar, en su correspondiente nota, apunta que se publicó el “19 de octubre de 1833” en el semanario Baltimore Saturday Visiter; y en esto Margarita Rigal Aragón coincide con él, pese a su errata en la e de Visiter); uno de los cuentos de Poe más célebres, alucinantes, envolventes, vertiginosos y sobrecogedores, del que Ignacio Padilla, en el citado volumen Cuentos completos. Edición comentada, brinda un ameno y sugerente aperitivo. 



Antología universal del relato fantástico 
Col. Ars Brevis núm. 78, Ediciones Atalanta
Girona, 2013
(Página 165)
    Pero además, como para no reparar en gastos y tributos ante la mancuerna Poe-Cortázar, el nocturno, pálido y larguirucho dedo flamígero del Conde de Siruela eligió el “Axolotl” para su Antología universal, cuento que Julio Cortázar compiló en su cuarto libro: Final del juego, cuya primera edición apareció en México, en 1956, en la serie Los Presentes, editorial alentada y dirigida por Juan José Arreola. 
   
Antología universal del relato fantástico 
Col. Ars Brevis núm. 78, Ediciones Atalanta
Girona, 2013
(Página 1121)
        No obstante, según reporta Roger Bartra en una nota que se lee en página 281 del vistoso volumen antológico Axolotiada. Vida y mito de un anfibio mexicano (México, SEMARNAT/INAH/FCE, 2011): “La primera versión del cuento ‘Axolotl’ se publicó en el primer número de la revista Buenos Aires Literaria, en octubre de 1952.” Pero según apuntó Saúl Yurkievich (“Con la colaboración de Gladis Anchieri”) en la página 1119 del póstumo volumen de Julio Cortázar: Obras completas I. Cuentos (Barcelona, Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores, 2003) fue dos años después, y no en el primero, sino en el tercer número de tal revista: “‘Axolotl’ [apareció] en Buenos Aires Literaria, núm. 3, 1954”.
 
Axolotiada. Vida y mito de un anfibio mexicano
SEMARNAT/INAH/FCE
México, 2011
(Página 281)
       Por su parte, Libros del Zorro Rojo, con el prólogo y la traducción de Cortázar, publicó, en enero de 2015, la Narración de Arthur Gordon Pym, editada en Barcelona e impresa en Polonia por Zapolex. Edición que descuella por su excelente diseño con solapas y guardas a dos tintas y buenas dimensiones (23.09 x 16.05 cm), profusa y espléndidamente ilustrada en blanco y negro por el artista argentino Luis Scafati.
     
(Polonia, Libros del Zorrojo, 2015)
      Pero ya en septiembre de 2009, Libros del Zorro Rojo había editado el volumen Cuentos de imaginación y misterio; una anónima antología de 22 cuentos de Poe traducidos por Cortázar, ilustrados en blanco y negro por el artista irlandés Harry Clarke (1889-1931). Se trata, también, de un volumen de dimensiones generosas (18.07 x 24.06 cm), buen diseño con sobrecubierta en blanco y negro, y tapas negras en cartoné con la tipografía en blanco. Y al igual que la Narración de Arthur Gordon Pym, Libros del Zorro Rojo cierra la magnífica edición con una nota que constata el aporte del Gobierno de España a través del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte: “Esta obra ha sido publicada con una subvención del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, para su préstamo público en Bibliotecas Públicas, de acuerdo con lo previsto en el artículo 37.2 de la Ley de Propiedad Intelectual.”
     
( Polonia, Libros del Zorro Rojo, 5ª reimpresión, septiembre de 2016)
         
(3ª de forros)
          Datos sobre la vida y la trayectoria de Edgar Allan Poe, en el volumen Cuentos de imaginación y misterio, se resumen y exhiben en la segunda de forros y sobre Harry Clarke en la tercera, cada nota encabezada por un correspondiente retrato del autor en óvalo. Y en la cuarta de forros, Libros del Zorro Rojo pondera y pregona (con bombo, flautín, pandereta y platillos) a los cuatro pestíferos vientos de la recalentada aldea global: 
       “Hacia 1917 el eximio artista irlandés HARRY CLARKE emprendió uno de los trabajos que determinaría su fama: la ilustración de TALES OF MYSTERY AND IMAGINATION, una antología de los más altos relatos de EDGAR ALLAN POE preparada por la editorial Harrap. La edición, publicada en Londres en 1919, fue reconocida inmediatamente como una de las joyas bibliográficas de la época. Desde entonces, las estampas de Clarke siguen ejerciendo un extraño magnetismo, fruto de una exquisita y laboriosa ejecución, que hizo honor a las sublimes historias que la inspiraron. Libros del Zorro Rojo recupera para sus lectores esta obra mítica, con traducción de JULIO CORTÁZAR y un notable prefacio de su autoría.” 
   
(2ª de forros)
               Los 22 relatos de Edgar Allan Poe, caprichosamente antologados por una mano anónima en Cuentos de imaginación y misterio, son los siguientes: “William Wilson” (1839), “El pozo y el péndulo” (1842), “Manuscrito hallado en una botella” (1833), “El gato negro” (1843), “La verdad sobre el caso del señor Valdemar” (1845), “El corazón delator” (1843), “Un descenso al Maelström” (1841), “El tonel de amontillado” (1846), “La máscara de la Muerte Roja” (1842), “El entierro prematuro” (1844), “La cita” (1834), “Morella” (1835), “Berenice” (1835), “Ligeia” (1838), “La caída de la casa Usher” (1839), “El coloquio de Monos y Una” (1841), “Silencio” (1837), “El escarabajo de oro” (1843), “Los crímenes de la calle Morgue” (1841), “El misterio de Marie Rogêt” (1843), “El Rey Peste” (1835) y “Los l
eones” (1835). 
        Vale añadir que además de las diseminadas viñetas de Harry Clarke, cada una de las estampas que ilustran las narraciones de Poe, y el “Prefacio” de Cortázar, se aprecian en una página completa. Y curiosamente, aquí, en el postrero apartado “Notas”, sí se incluyeron las correspondientes apostillas escritas ex profeso por el Gran Cronopio. Un lúdico y somero cotejo entre la ordenación cronológica que Margarita Rigal Aragón registra en Narrativa completa y la numeración cronológica que Cortázar consigna entre paréntesis en cada una de sus “Notas”, revela veinte coincidencias y sólo dos diferencias. Según Cortázar, “Ligeia” es el cuento 18 y según Margarita es el 17. Para Cortázar “Silencio” es el cuento 17 y para Margarita es el 16. En fin, cuento de nunca acabar (e indicios de la “abundante controversia”).     
   
(Cuarta de forros)
       En la nota de “La cita”, un cuento de impronta y tesitura romántica que tácita e implícitamente tributa a lord Byron (exiliado en Venecia), llama la atención la autocrítica y modestia de Cortázar ante su traducción de los versos de Poe: “Digamos del poema The one in Paradise que Poe intercaló en el cuento, que su versión española no pasa de un equivalente aproximado, que busca salvar algo del ritmo original. Lo mismo cabe decir de los poemas que aparecen en Ligeia y en La caída de la casa Usher.”
     Y en cuanto a la nota que le destinó al “Rey Peste”, quizá Cortázar no entendió del todo el sentido humorístico, bufonesco y paródico de Poe, pues se trata de uno de sus cuentos más chocarreros e hilarantes desarrollado en un fantástico entorno pseudomacabro, teatral y fársico (sin un grumo ni un pelo realista), y francamente lo interpreta como un chasco y por ende, con un preliminar e interpósito escupitajo de malaleche y una postrera pústula de interpósita moralina, lo pone a imagen y semejanza de un hediondo camote de Puebla: “Shanks ha visto aquí ‘una bufonada increíblemente estúpida e ineficaz’. Quizá cupiera ver también un gran fracaso; la primera mitad del relato es excelente, y la descripción de Londres bajo la peste parece digna de cualquiera de los buenos cuentos de Poe; pero hay algo de callejón sin salida al final, y hasta podría pensarse en una resolución vertiginosa como la de los sueños, un brusco viraje que echa abajo el castillo de naipes. Baldini ve en este cuento algún eco de I Promessi Sposi, de Manzoni, que Poe había reseñado unos meses antes. Para R.L. Stevenson, ‘el ser capaz de escribir El Rey Peste había dejado de ser humano’.” 
     
Aurora Bernárdez y Julio Cortázar

Foto incluida en Cortázar. Iconografía (México, FCE, 1985)
      Vale concluir la nota diciendo que el “Prefacio” de Julio Cortázar que preludia el presente volumen de los Cuentos de imaginación y misterio, crítico y no complaciente con la personalidad de Edgar Allan Poe, está fechado por él en 1972. Y se infiere que Cortázar lo escribió en inglés y no español, pues el copyright “de la traducción del prefacio”, datado en 2009, le pertenece a Aurora Bernárdez (1920-2014), la legendaria traductora y primera esposa de Cortázar (y postrera albacea de su legado documental, bibliográfico y literario), cómplice suya durante la prolongada, absorbente y meticulosa escritura de la inmortal versión cortazariana de la inmortal obra de 
Edgar Allan Poe.

Aurora Bermnárdez
(1920-2014)



Edgar Allan Poe, Cuentos de imaginación y misterio. Prefacio, traducción y notas de Julio Cortázar. Traducción del prefacio de Aurora Bernárdez. Ilustraciones en blanco y negro de Harry Clarke. Libros del Zorro Rojo. 5ª reimpresión. Polonia, septiembre de 2016. 430 pp. 


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Aurora Bernárdez y Mario Vargas Llosa charlan en torno a Julio Cortázar, el boom y otros temas. 
    

lunes, 6 de febrero de 2017

Travesuras de la niña mala



El cacaseno y la mantis religiosa

(Alfaguara, 2006)
El tema medular de Travesuras de la niña mala (Alfaguara, 2006), novela del peruano Mario Vargas Llosa (Arequipa, marzo 28 de 1936): una entreverada historia de amor que se sucede en un lapso de 38 o 39 años, podría resultar baladí y terriblemente melodramática, light y hasta cursi, pero en sus talentosas, cultas y experimentadas manos es un extraordinario divertimento sumamente ameno y placentero, salpimentado de peruanismos, modismos y palabras en francés.
     Que Ricardo Somocurcio, protagonista y voz narrativa, sea un peruano ilustrado, trotamundos y políglota, oriundo del limeño barrio de Miraflores, sintomáticamente contemporáneo del autor, deja claro que se trata de una especie de lúdico alter ego en cuyo destino, cultura e ideario Mario Vargas Llosa ha transpuesto una impronta personal (o una serie de improntas), sin que esto implique que su personaje sea autobiográfico.
      La obra inicia en el verano de 1950, cuando Ricardo Somocurcio es un quinceañero y un par de supuestas chilenitas recién llegadas trastocan la cotidianidad del grupo de adolescentes al que pertenece; al descubrirse la impostura durante una pomposa fiesta de 15 años, las escuinclas se esfuman. Pero Ricardo quedó enamorado de una, de la tal Lily, quien se movía con el mambo como ninguna otra.
      Ya por aquella época el sueño de Ricardo Somocurcio era vivir en París el resto de sus días. A sus 25 años, en 1960, ya está allí a punto de transformarse en un traductor en la UNESCO (lo que periódicamente, convertido en intérprete, lo hará viajar por Europa). Es entonces cuando inesperadamente coincide con tres revolucionarias peruanas, quienes luego de diez días en París, viajarán a Cuba para entrenarse en tácticas guerrilleras; pero en los rasgos de la camarada Arlette, una de ellas, reconoce a la falsa chilenita.
      Si en 1950 Ricardo quedó flechado y supurante ante la adolescente, el reencuentro en París preludia lo que será una larga pauta: él se siente enamorado y ella, fría y distante, sólo se entrega (o más o menos se entrega) para obtener algo a cambio, en este caso quedarse en Francia y no viajar a Cuba, lo cual no se logra negociar.
      El siguiente reencuentro, también fortuito, vuelve a ocurrir en París, en 1965, pero ahora la ex camarada es la elegante esposa de monsieur Robert Arnoux, un asesor del Director de la UNESCO. Y en una de las subrepticias reuniones lúbricas que Ricardo Somocurcio tiene con ella, ésta le vocifera su prerrogativa de batalla, más un botón de menosprecio: “Yo sólo me quedaría para siempre con un hombre que fuera muy, muy rico y poderoso. Tú nunca lo serás, por desgracia.”
      En este sentido, la ex chilenita y ex guerrillera pronto desvalija y abandona al diplomático francés y huye de París. Así, el próximo reencuentro, inicialmente azaroso y sorpresivo, ocurre en los años 70, a 50 millas de Londres, “en el paraíso equino de Newmarket”, donde ahora ella es Mrs. Richardson, la flamante esposa de un ricachón. De tal episodio la niña mala no pudo escaparse con los bolsillos repletos, pues la guerra del divorcio prácticamente la dejó sin un clavo y huyendo a salto de mata. 
Mario Vargas Llosa
      En 1980, cuando en París él tiene 45 años, la femme fatal le informa que está en Tokio, donde se hace llamar Kuriko y es una de las rutilantes concubinas del serrallo de un tal Fukuda, un ominoso sapo y gángster de la yakuza que al parecer trafica desde África con colmillos de elefante y cuernos de rinoceronte (para afrodisíacos), cuyo catálogo de nauseabundas perversiones, con la niña mala sometida y cómplice, implican el voyeurismo, el onanismo, el exhibicionismo, el sadomasoquismo, las orgías colectivas y las sonoras y pestilentes flatulencias a cuatro patas.
      A fines del parisino otoño de 1982, la peruana reaparece, pero ahora está desaliñada, pobrísima, enflaquecida y enferma. El cobijo en su pequeño departamento de la calle Joseph Granier y la cuasi recuperación física (y no tanto la mental) en una costosa clínica en Petit Clamart, no muy lejos de París, que Ricardo Somocurcio le brinda y le subsidia (endeudándose todo lo posible), le permite vivir los mejores meses de esa intermitente relación maldita, cuyo intríngulis de algún modo traza al confirmarle que él sustentará los gastos:
      “—Quién va a ser sino el cacaseno de costumbre —le dije, acomodándole las almohadas—. Tú eres mi mantis religiosa, ¿no lo sabías? Un insecto hembra que devora al macho mientras él le hace el amor. Él muere feliz, por lo visto. Mi caso, exactamente. No te preocupes por la plata. ¿No sabes que soy rico?”
       Pero la niña mala, más o menos recuperada en lo físico y en lo psicológico, sujeta a la ineludible y ciega obediencia nocturna de trepadora insaciable que la define, lo vuelve a dejar por un millonario, no sin haberle escenificado que lo quería un poquitín.
     Cuando a sus 53 o 54 años de edad Ricardo Somocurcio ahora está subsistiendo en un desvencijado habitáculo de un vetusto edificio del barrio de Lavapiés, en Madrid, y es un asiduo parroquiano del astroso cafetín Barbieri, la niña mala lo encuentra de nuevo. 
      Él ya ha vivido otras circunstancias nada venturosas, como un dizque “pequeño” ataque cerebral (que disminuyó sus facultades de intérprete y de traductor literario y por ende bajaron sus ingresos y su estatus económico); más también ha vivido una experiencia benévola: un vínculo erótico, amistoso y afectivo con una escenógrafa italiana 20 años menor que él. 
      Pero antes, aún en París, casualmente Martine (quien fuera jefa de la niña mala y quien le había dado trabajo en su empresa haciéndose de la vista gorda ante la irregularidad de sus papeles de identidad) le desveló que la peruana se había fugado nada menos que con su marido, un anciano repleto de billetes. 
     Tal decrépito magnate ya la dejó ir e incluso la indemnizó con unas acciones de la Electricidad de Francia y una onírica casita próxima a Sète, en el sur del territorio galo. Ahora, notoriamente flaca, débil y consumida por un padecimiento incurable, pretende que Ricardo Somocurcio firme los documentos para heredarle tales posesiones. 
     Al principio se resiste, pero ante el lastimoso y elocuente deterioro de la salud de la fémina, opta por hacerle caso a los profundos sentimientos (de cacaseno irremediable) que le dicta su corazón de poeta (de hecho es un eterno lector de la mejor poesía). 
      Sin embargo, tal último reencuentro sólo dura 38 días.
     Desde luego que no todo lo que ocurre en Travesuras de la niña mala está esbozado en la presente nota. Baste añadir que la feliz maestría y amenidad de Mario Vargas Llosa también se halla en un sinnúmero de anécdotas no sólo del entrañable entorno parisino de su protagonista y en el trazo de los contextos sociales, culturales y económicos de varios de sus episodios, como son las sucesivas contradicciones políticas en el Perú y la sangrienta quimera de la guerrilla, o el movimiento hippy en el Londres de los años 70; pero también se observa y disfruta en la sensualidad y el erotismo que Ricardo Somocurcio vive ante la inasible y evanescente ex chilenita.


Mario Vargas Llosa, Travesuras de la niña mala. Alfaguara. 2ª edición mexicana. Querétaro, 2006. 376 pp.



miércoles, 7 de diciembre de 2016

Cinco esquinas

Lamer los zapatos que los patean

Editada por Alfaguara, la primera edición mexicana de la novela Cinco esquinas apareció en “marzo de 2016”, lo cual coincidió, de manera publicitaria y celebratoria, con el 80 aniversario de Mario Vargas Llosa, su autor, pues nació en Arequipa, Perú, el 28 de marzo de 1936.
Primera edición en México: marzo de 2016
      El novelista y Premio Nobel de Literatura 2010 preludia su libro con una declaración de principios que reza: “Cinco esquinas es una obra de ficción en la que, para la creación de algunos personajes, el autor se ha inspirado en la personalidad de seres auténticos, con los que, además, comparten nombre, aunque a lo largo de toda la novela son tratados como seres de ficción. El autor ha asumido en todo momento libertad absoluta en el relato, sin que los hechos que se narran se correspondan con la realidad.” En este sentido, Mario Vargas Llosa se cura en salud para utilizar y contar lo que se le antoje (y como se le antoje) y para que de manera inapelable no se le objete que en la histórica caída de Alberto Fujimori y de Vladimiro Montesinos (y en el encarcelamiento de ambos) no “fue clave” la supuesta revelación periodística que se narra en su novela. Revelación que dizque se destapa en un semanario populachero, de índole escandalosa y amarillista, que se edita en una Lima asediada por la violencia, los apagones, los secuestros, la delincuencia común, la abundante pobreza, el terrorismo de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, el toque de queda, la represión, y el sanguinario y genocida manejo de los mass media que orquesta y manipula “el todopoderoso Doctor”, nada menos que “el jefe del Servicio de Inteligencia” de la dictadura, de quien la vox populi dictamina: es “el que manda y hace y deshace”, pese a que Fujimori sea el presidente.  
 
Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa,
una pareja de película.
         No obstante los crímenes y actos delictivos que se aluden y se narran, Cinco esquinas es un divertimento, una novela lúdica, gozosa, ligera, amena, salpimentada con episodios pornoeróticos y no exenta de peruanismos, modismos y vulgarismos (entertainment químicamente puro, fácilmente adaptable y explotable por la churrería cinematográfica hollywoodense o no); con un cariz, no de alta literatura, sino de literatura popular, que recuerda el tremendismo de los radioteatros que urde Pedro Camacho en La tía Julia y el escribidor (Seix Barral, 1977). De sobra es consabido que Mario Vargas Llosa es un consumado maestro de la intriga y del suspense, de modo que esto lo despliega, entreteje y dosifica desde la primera a la última página, que concluye con un final ambiguo y abierto a la especulación del lector.  
  Dividida en veintidós capítulos con rótulos y numerados con romanos, los sucesos que se narran en Cinco esquinas se ubican entre las postrimerías del régimen de Fujimori y tres años después (cuando gobierna “el cholo Toledo”, y el chino Fujimori y el Doctor ya están en la cárcel, y también los líderes terroristas: Abimael Guzmán, cabecilla de Sendero Luminoso, y Víctor Polay, cabecilla del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru). Los hechos centrales giran en torno al chantaje y la coacción monetaria que Rolando Garro, el repulsivo y fétido director de Destapes (un pobretón semanario amarillista que exhibe y explota las zonas oscuras del mundillo de la farándula y del espectáculo) intenta endilgarle al ingeniero Enrique Cárdenas, “uno de los hombres más poderosos del Perú”, cuya riqueza ha acumulado en el ámbito de la minería. “Las fotos de Chosica”, una veintena de imágenes de una orgía clandestina ocurrida hará unos dos años y medio, son el arma con que el gacetillero pretende chantajear y hacer fortuna. Enrique Cárdenas se niega a “invertir” en Destapes y con insultos pone de patitas en la calle a Rolado Garro; quien días después de publicar las fotos en su semanario aparece asesinado “en Cinco Esquinas, uno de los barrios más violentos de Lima, con asaltos, peleas y palizas por doquier”; por lo que parece “normal” que el cadáver de Garro luzca numerosas puñaladas en el cuerpo y el rostro destrozado a pedradas.
   Ante la opinión pública de Lima y del Perú, el ingeniero Enrique Cárdenas figura como el rico y poderoso que mandó a matar al periodista Rolando Garro. Paradójicamente, Julieta Leguizamón, alias la Retaquita, oscura redactora estrella de Destapes, también cree esto y lo denuncia ante las autoridades; es decir, no infiere ni logra entrever la mano negra y asesina del Doctor. Presunto responsable del asesinato de Rolando Garro, el ingeniero Enrique Cárdenas es detenido por la policía y encerrado en una cárcel, primero en un separo solitario y luego en una hedionda y hacinada celda colectiva en la que predominan y dominan los homosexuales de baja ralea; donde de un modo inverosímil lee una filosófica sentencia versificada escrita con corrección y no con las infalibles y consabidas faltas de ortografía: “Y cuando esperaba el bien,/ Sobrevino el mal;/ Cuando esperaba la luz, vino/ La oscuridad”.
   Paralelo al dilema del ingeniero Enrique Cárdenas, Marisa, su bellísima esposa gringa, y Chabela, la no menos bella esposa de Luciano Casasbellas, su enriquecido e influyente abogado y su mejor amigo desde chicos, inician, favorecidas por el toque de queda, una cachonda y subrepticia relación lésbica (que a la postre se trasforma en triángulo sexual).
   A través de tres hombres camuflados de civil, el temible Doctor hace llevar a la Retaquita, encapuchada, hasta su búnker oculto en Playa Arica, donde le anuncia y ordena que va a trabajar para él y que Destapes reaparecerá con ella de directora. Lo cual implica, además de la bonanza económica que le permitirá dejar su minúsculo agujero en Cinco Esquinas y cambiarse a una casa amueblada en Miraflores, que ella hará lo que él mande para desacreditar a opositores políticos y críticos del régimen y que no dejará de meter las narices en la bacinica mediática, es decir, en lo que se publique en el semanario: “Fíjate tú misma cuánto quieres ganar como directora. Nosotros nos veremos poco. Yo quiero aprobar el número armado antes de que vaya a la imprenta y yo pondré los titulares.” Y además de advertirle que tendrán “una comunicación semanal, por teléfono, o, si el asunto es delicado, a través” del capitán Félix Madueño (quien hace trabajos secretos, cruentos y sucios para el Doctor), le reitera y recalca su imperativa amenaza (de muerte): “Pero no olvides la lección: yo perdono todo, salvo a los traidores. Exijo una lealtad absoluta a mis colaboradores. ¿Entendido, Retaquita? Hasta pronto, pues, y buena suerte.”
   Vale observar que “apenas unos mesecitos” después del asesinato de Rolando Garro, meses en los que la Retaquita ha cumplido con obediencia perruna las imperativas órdenes del Doctor y ya vive en Miraflores, ella, en calidad de directora de Destapes, con enorme inverosimilitud, decide darle vuelta a la tortilla y traicionar a su patrón, “jefe del Servicio de Inteligencia de Fujimori”, pese a que de primera mano sabe que no le tiembla la sanguinaria manaza para ordenar, ipso facto, el asesinato encubierto de los colaboradores que lo traicionan. En este sentido, con la confabulación del fóbico, tontorrón y frágil fotógrafo de Destapes (autor de las fotos de la orgía de Chosica) y de una vulnerable redactora del semanario, jugándose el pellejo, preparan un número especial, donde, además de la apología del supuesto periodismo de Rolando Garro y de supuestamente redimir su imagen y memoria y de relatar su cuestionable proceder ante el ingeniero Enrique Cárdenas, hacen la crónica del asesinato del ex director de Destapes ordenada por el Doctor, de la calumniosa inculpación de tal crimen, supuestamente realizado por un anciano pobrísimo y amnésico (Juan Peineta, otrora sensiblero y popular declamador de poemas e infausto cómico en “Los Tres Chistosos”, programa de América Televisión), y donde además la Retaquita narra cómo grabó las inculpatorias conversaciones que tuvo con el “jefe del Servicio de Inteligencia”; material (37 grabaciones) que fue entregado a la Fiscalía de la Nación y al Poder Judicial con el objetivo de que “el asesino de Rolando Garro sea juzgado y sentenciado merecidamente por su luctuoso proceder”. Cosa que, según la novela, se logró, además de incidir en la caída del Doctor y del chino Fujimori. Es decir, lo inverosímil también radica en que los curtidos y serviles esbirros del siniestro Doctor no hayan espiado a la Retaquita ni detenido la impresión del semanario ni confiscado el tiraje y su distribución, ni que la hayan cacheado con rigor y por ende ella pudo grabarlo a sus anchas, pues solía esconder la pequeña grabadora entre los pechos. A esto se añade que el Doctor no haya respondido ipso facto; es decir, no ordenó el asesinato inmediato de la Retaquita y sus colaboradores (simulando un atraco, por ejemplo), ni provocó ningún incendio en Destapes ni hizo colocar alguna estruendosa carga explosiva que peliculescamente hiciera polvo el conjunto. 
    Así que tres años después de las fotos de Chosica, la Retaquita, siguiendo los pasos de su mentor, heroína y oronda ahora tiene su propio programa televisivo: La hora de la Retaquita, de la misma índole vulgar, populachera, amarillista y chismográfica que cultivaba Rolando Garro, al que, también increíblemente, se ha vuelto aficionado (y admirador de la diminuta e intrépida “periodista”) nada menos que el riquísimo ingeniero Enrique Cárdenas, supuestamente culto, libertino en secreto, refinado y coleccionista de arte en sus ámbitos íntimos y domésticos, y pese a que la denuncia de ella lo privó de la libertad e hizo vivir y experimentar terribles horas de pánico, angustia y desesperación en la cárcel, y un inconfesable y bochornoso episodio en la celda colectiva plagada de nauseabundos y mafiosos homosexuales.
     
El Premio Nobel y la Reina de Corazones,
estrellas del periodismo rosa.
         Cabe observar que del capítulo uno al diecinueve la novela Cinco esquinas desarrolla la serie de las historias de una manera progresiva y alterna; y sólo en el capítulo veinte, “Un remolino”, Mario Vargas Llosa hace uso de un recurso narrativo que, muchas veces, ha utilizado con maestría y mayor complejidad: de un modo polifónico y fragmentario en un mismo párrafo (y párrafo tras párrafo) intercala voces, lugares y tiempos; es decir, narra diálogos, hechos y episodios que se suceden entre sus distintos personajes. El capítulo veintiuno esboza, literalmente, el contenido de la citada “Edición extraordinaria de Destapes”. Y la pregunta que titula al capítulo veintidós (el último): “¿Happy end?”, implica el susodicho final ambiguo y abierto a la especulación del lector, relativa al trasfondo e intríngulis del referido triángulo sexual (y quizá algo más o no).

Mario Vargas Llosa, Cinco esquinas. Alfaguara. 1ª edición mexicana. México, marzo de 2016. 320 pp.