jueves, 4 de octubre de 2012

Cartas de mamá



Instalado ya donde siempre había sido el amo

Cartas de mamá (Nórdica, 2012)
A estas alturas del siglo XXI, en el orbe del idioma español, circulan varias ediciones que reúnen la obra cuentística completa y las obras completas, tanto de Jorge Luis Borges (1899-1986), como de Julio Cortázar (1914-1984). Así que un librito con solapas como el publicado en el número 08 de la Colección Minilecturas de la editorial española Nórdica Libros (el cual “se acabó de imprimir en Salamanca el día 10 de febrero de 2012) es apenas un entremés, un aperitivo en el que, según se anuncia en el frontispicio, confluyen ambos. Es decir, con una excelente caricatura de Julio Cortázar trazada por Fernando Vicente, se pregona a los cuatro pestíferos vientos de la recalentada aldea global que a Cartas de mamá lo preludia un “Prólogo de Jorge Luis Borges”.
Y aparentemente es así, pues en el interior hay un prefacio dizque firmado por Borges en “Buenos Aires, 29 de noviembre de 1983”. Y según el copyright de éste (perteneciente a María Kodama, la heredera universal de los derechos de autor de Borges) es el “Prólogo de Jorge Luis Borges, recogido en Biblioteca personal”. Y es en tal aseveración donde empieza a descollar el bemol, el sonoro pedúnculo umbelífero, pues el preámbulo atribuido a Borges que precede a la presente edición de Cartas de mamá no es el “recogido en Biblioteca personal”. Y más aún: a todas luces es un texto apócrifo, quizá urdido por un oscuro plumífero que parafrasea y trata de emular a Borges, pero sin lograrlo. 
Los libros de la Biblioteca personal —“Colección dirigida por Jorge Luis Borges (con la colaboración de María Kodama)”— fueron editados por Hyspamérica a mediados de los años 80 del siglo XX, en España y en Argentina. Son libros de pastas duras, de color negro y dorados el logo, las letras y el recuadro. Borges seleccionó 100 títulos, pero, dada su muerte en Ginebra el 14 de junio de 1986, sólo 66 aparecieron con prólogo (4 de ellos en 2 tomos). Además del prólogo del libro elegido, cada título incluye un mismo retrato en blanco y negro de Borges sonriendo y el mismo prefacio que éste, con María Kodama como amanuense, escribió ex profeso para explicar y justificar la serie. Allí, después del tributo que le rinde a ella, concluye: 
“Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo, hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos. Ocurre entonces la emoción singular llamada belleza, ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica. La rosa es sin porqué, dijo Angelus Silesius; siglos después Whistler declararía El arte sucede.
“Ojalá seas el lector que este libro aguardaba.”
Los 66 prólogos de la Biblioteca personal de Borges y su prólogo general fueron publicados de manera conjunta, por primera vez, en 1988, en Madrid y en Buenos Aires, por Alianza Editorial, con el rótulo Biblioteca personal (prólogos). Allí figuran con una anónima y preliminar “Nota del editor” que empieza diciendo: “En 1984 [no en 1983], la editorial argentina Hyspamérica —dedicada a la venta de libros en quioscos de prensa— propuso a Jorge Luis Borges la selección de cien obras de lectura imprescindible que, prologadas por él mismo, formarían una colección cerrada con el título de ‘Biblioteca personal’”. Y en las páginas finales se lee un “Apéndice” en el que se enlista la “Relación de los títulos de su ‘biblioteca personal’ prologados por J.L. Borges”, los “Títulos que circularon sin prólogo de J.L. Borges” y la “Relación de títulos preseleccionados por J.L. Borges y eliminados de la selección definitiva”. En 1996, en el tomo IV de las Obras completas de Borges, publicado en Barcelona por Emecé, se compiló el libro Biblioteca personal (prólogos), pero sin el “Apéndice” y con otra anónima nota del editor que a la letra dice: “Biblioteca personal reúne los prólogos que Jorge Luis Borges escribió para los libros que integraron una colección de cien obras de lectura imprescindible que fue publicada por Hyspamérica en 1985. La selección de los títulos estuvo también a cargo de Borges que sólo llegó a escribir sesenta y cuatro prólogos, pues su muerte impidió que la colección prevista se completara. Hemos seguido aquí la edición de Biblioteca personal (prólogos), Alianza Editorial, Madrid, 1988, que reúne sesenta y seis prólogos, pero hemos omitido dos de ellos: “Wilkie Collins, La piedra lunar” y “Edward Gibson, Páginas de historia y autobiografía”, porque integran el libro Prólogo, con un prólogo de prólogos, Torres Agüero Editor, Buenos Aires, 1975, y se encuentran respectivamente en las páginas 48 y 66 de este volumen.” Vale observar que en la “Nueva edición revisada y corregida” de tal tomo IV de las Obras completas de Borges, publicada por Emecé en “abril de 2005”, en Buenos Aires, su correspondiente nota del editor figura en términos parecidos.
Cuentos, antología de Julio Cortázar, fue y es el número uno de la serie Biblioteca personal de Jorge Luis Borges; apareció en mayo de 1985 (el querido o vilipendiado cronopio había muerto en París el 12 de febrero de 1984). El primer párrafo del prólogo de Borges es celebérrimo porque comentaristas y biógrafos de ambos autores suelen aludirlo o citarlo; por ejemplo, Alejandro Vaccaro lo transcribe en la p. 458 de Borges. Vida y literatura (Edhasa, 2006). Y dice a la letra:
“Hacia mil novecientos cuarenta y tantos, yo era secretario de redacción de una revista literaria, más o menos secreta. Una tarde, una tarde como las otras, un muchacho muy alto, cuyos rasgos no puedo recobrar, me trajo un cuento manuscrito. Le dije que volviera a los diez días y que le daría mi parecer. Volvió a la semana. Le dije que su cuento me gustaba y que ya había sido entregado a la imprenta. Poco después, Julio Cortázar leyó en letras de molde ‘Casa tomada’ con dos ilustraciones a lápiz de Norah Borges. Pasaron los años y me confió una noche, en París, que ésa había sido su primera publicación. Me honra haber sido su instrumento.”  
Sólo el primer párrafo del prólogo que figura en el librito editado por Nórdica emula, varía y parafrasea el prólogo de Borges urdido para la serie Biblioteca personal; el resto es otra cosa y está encaminado a ponderar Las armas secretas (Sudamericana, 1959) —libro de Cortázar— y el cuento “Cartas de mamá”, donde fue recogido; pero el conjunto transluce que el autor no es Borges. De serlo y de haber aparecido en algún libro (no se dice que era inédito), hubiera sido compilado y datado en Textos recobrados 1956-1986 (Emecé, Buenos Aires, 2003), póstumo y misceláneo tomo de textos dispersos de Borges, con “Edición al cuidado de Sara Luisa del Carril y Mercedes Rubio de Socchi”.  
El párrafo inicial del apócrifo prólogo que precede a la presente edición de “Cartas de mamá”, dice a la letra:
“Hacia 1947 yo era secretario de redacción de una revista casi secreta que dirigía la señora Sarah de Ortiz Basualdo. Una tarde, nos visitó un muchacho muy alto con un previsible manuscrito. No recuerdo su cara; la ceguera es cómplice del olvido. Me dijo que traía un cuento fantástico y solicitó mi opinión. Le pedí que volviera a los diez días. Antes del plazo señalado, volvió. Le dije que tenía dos noticias. Una, que el manuscrito estaba en la imprenta; otra, que lo ilustraría mi hermana Norah, a quien le había gustado mucho. El cuento, ahora justamente famoso, era el que se titula ‘Casa Tomada’. Años después, en París, Julio Cortázar me recordó ese antiguo episodio y me confió que era la primera vez que veía un texto suyo en letras de molde. Esa circunstancia me honra.”
“Casa tomada” se incluyó en Bestiario (Sudamericana, 1951), el tercer libro de Cortázar y su primero de cuentos (impreso el año que emigró de Buenos Aires a París con una beca del gobierno francés). Y además de que fue antologado en la segunda edición de la Antología de la literatura fantástica (Sudamericana, 1965) —de Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo— es uno de los textos que se oyen en su voz en el disco compacto que editó Difusión Cultural de la UNAM en 1997, reedición del elepé editado, en 1968, con el número 9 de la serie Voz Viva de América Latina, en cuyo cuaderno adjunto, además de los textos de Cortázar, figura un ensayo preliminar de Carlos Monsiváis. 
En Cuentos, tomo uno de las Obras completas de Julio Cortázar, editado en Barcelona, en 2003, por Galaxia Gutenberg y Círculo de Lectores, Saúl Yurkievich apunta que “‘Casa tomada’ se publicó previamente en Anales de Buenos Aires (núm. 11, 1946) y ‘Bestiario’ en la misma revista (núm. 18-19, 1947). Mientras que “Cartas de mamá”, el cuento inicial de Las armas secretas —anota—, “se publica en 1959 en el segundo número de la revista Américas”.
Mario Goloboff, en Julio Cortázar. La biografía (Seix Barral, 1998), además de enumerar varios textos de ficción que Cortázar publicó antes de “Casa tomada”, debate la supuesta primicia en el número 11 de la revista Los Anales de Buenos Aires (diciembre de 1946) con un dejo de acritud: “Ya es casi un tópico hablar de este ‘primer cuento’ publicado a instancias de Borges, e ilustrado por su hermana. A decir verdad, Cortázar no pareció excesivamente contento con tales ilustraciones. Refiriéndose a ellas —eran dos—, dijo alguna vez, respondiendo a la pregunta [el biógrafo no acredita la fuente]: ‘¿Tan malos son los dibujos de Norah?’. ‘Me gusta el de los hermanos; el otro —la casa— no es lo que yo puse en el cuento. La casa es muy distinta, pero la imagen de los hermanos bajo la lámpara me parece bien.”
Emir Rodríguez Monegal, en Borges. Una biografía literaria (FCE, 1987), apunta que “Fue en marzo de 1946 cuando [Borges] aceptó una nueva tarea como director [no ‘jefe de redacción’] de la revista literaria Los Anales de Buenos Aires, lanzada [en la Argentina] por una institución similar a la Société des Annales de París”, presidida por la señora Sara Durán de Ortiz Basualdo. Edwin Williamson, en Borges, una vida (Seix Barral, 2004), reporta que “‘El Zahir’ fue el último texto sustancial que Borges escribiría para Los Anales de Buenos Aires. Unas semanas después de que apareció, en julio de 1947, renunció a la dirección de Anales luego de una discusión con la propietaria, y su actividad literaria disminuyó notablemente a partir de entonces: en los nueve meses siguientes, publicaría alguna traducción o prólogo ocasional y un puñado de reseñas breves y ‘notas’ literarias.”
Vale decir que tanto Monegal, como María Esther Vázquez en Borges. Esplendor y derrota (Tusquets, 1996), bosquejan una pizca de Los Anales y la difícil relación del escritor con la señora Ortiz Basualdo. 
En cuanto a “Cartas de mamá”, por fortuna está bien. Los argentinos Luis y Laura, después de un poco más de dos años de residir en París, aún continúan coexistiendo con el innombrable y pesadillesco fantasma de Nico, hermano de él, muerto de tisis cuando Luis y Laura vivían su luna de miel en un hotel de Adrogué. Nico era el novio de Laura cuando Luis empezó su galanteo. Una carta de mamá les informa que “Esta mañana Nico preguntó por ustedes”. Otra les anuncia que Nico viajará a Europa. 


Julio Cortázar, Cartas de mamá. Prólogo [dizque] de Jorge Luis Borges. Colección Minilecturas (08), Nórdica Libros. Salamanca, 2012. 76 pp.

Nota publicada en Punto y Aparte (septiembre 6 de 2012)




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Cartas de mamá (Nórdica, 2012), nota bene 
                                          

El pasado jueves 6 de septiembre de 2012, en Punto y Aparte reseñé el librito Cartas de mamá (Nórdica Libros, Colección Minilecturas núm. 08,  Salamanca, 2012. 76 pp.), cuento de Julio Cortázar (1914-1984), precedido por un prefacio, en cuyo correspondiente copyright se dice: “Del prólogo de Jorge Luis Borges, recogido en Biblioteca personal, 1995, María Kodama”. Como lo expuse en mi artículo, tal prefacio no es el prólogo de la celebérrima Biblioteca Personal. No obstante, hubiera desarrollado mi cuestionamiento de distinto modo si con antelación hubiera conocido un dato que recién hallé en la p. 123 del libro Jorge Luis Borges. Bibliografía completa (FCE, Col. Tezontle, Buenos Aires, 1997, 292 pp.), de Nicolás Helft. Allí se data que Cartas de mamá, con 43 páginas, fue publicado en Buenos Aires, en 1992, con el sello de Proa. Y su telegráfica notita informa: “Prólogo fechado ‘Buenos Aires, 29 de noviembre de 1983’. El prólogo le fue dictado a Roberto Alifano y debía ser incluido en el libro Cuentistas y pintores argentinos. Finalmente no fue incluido allí y Alifano lo publicó en esta plaqueta.”
Borges y su amanuense Roberto Alifano
      De tal aserto, se infiere que Roberto Alifano publicó el prólogo de Borges con la anuencia (o sin la anuencia) de María Kodama, su viuda y heredera universal de sus derechos de autor, quien judicialmente lo ha demandado por diversas causas relativas a la propiedad intelectual y literaria de Borges, entre ellas, según se informa en la página web del 11 de julio de 2012 de la revista Ñ del diario Clarín.com, “la de haber falsificado textos del escritor al conmemorarse 25 años de su muerte” (“‘Falsificaron 25 textos de Borges haciendo collage y los vendían como inéditos al extranjero’, había alegado entonces”). Y que esa curiosa plaqueta de 43 páginas tuvo un tiraje restringido y una distribución limitada. Es, entonces, un librito raro, del que numerosos lectores de la aldea global —por no decir la mayoría— no tienen noticia. 
En este sentido, el desacierto de los editores de Nórdica se restringe a dos faltas irrefutables: no haber acreditado (o reseñado en una nota) esa primera edición de Cartas de mamá y afirmar que se trata del prólogo “recogido en Biblioteca personal”. 
Cartas de mamá (Proa, 1992)
Vale reportar que, al parecer, aún es posible que algún privilegiado coleccionista del globo terráqueo adquiera uno de esos raros ejemplares de Cartas de mamá, pues en la página web de la Librería Helena de Buenos Aires, librería inscrita en la Asociación de Libreros Anticuarios de la Argentina, junto a la imagen de la portada, se datan sus flamantes características: 
Cartas de Mamá 
      Autor: Cortázar, Julio  
      Buenos Aires. Proa. 1992. 34,1 x 24,9 cm. 43 pp. Bellísima plaquete con prólogo de J. L. Borges, un dibujo y una viñeta de Guillermo Roux, acuarelado original. Edición bajo el cuidado de León Benarós y Roberto Alifano. Se han impreso 200 ejemplares en papel Conqueror Vergé Ivory, de 130 gramos, numerados del 1 al 200. 30 ejemplares numerados del I al XXX firmados por Guillermo Roux, siendo éste el ejemplar II/XXX .”
Por otro lado, en la página 114 de la susodicha Bibliografía completa se data ese otro raro libro con selección y prólogos de Borges, pese a que se omite la coedición con Círculo de Lectores: “Cuentistas y pintores argentinos. Buenos Aires: Ediciones de Arte Gaglianone, 1985. 280 p.”, cuya nota reporta: “Recopilación de los prólogos de folletos publicados individualmente por Ediciones de Arte Gaglianone. Cada uno con un prólogo de Borges y un cuento del autor.” 
Hay que decir, por último, que la edición de tal Bibliografía completa, impresa en “noviembre de 1997” en Buenos Aires, sólo constó de “2000 ejemplares”; y que su adjunto e interactivo CD-ROM, “compatible con computadoras tipo PC, con sistema operativo Windows 3.1 o superior (por ejemplo, Windows 95)”, rápidamente se tornó anacrónico y obsoleto, amén de que la bibliografía borgeana siguió aumentando.  



                                                                                                     Nota publicada en Punto y Aparte (septiembre 13 de 2012)




domingo, 30 de septiembre de 2012

Las relaciones peligrosas


Vemos la hermosura de una isla, precisamente cuando no vemos la isla



Christopher Hampton
Traducido al español por el poeta Tomás Segovia, Las relaciones peligrosas (Alianza Editorial Mexicana, 1988) es el libreto teatral que el británico Christopher Hampton (Faial, Azores, enero 26 de 1946) urdió al adaptar al teatro la novela, de la que tomó el título, del francés Pierre-Ambroise-François Choderlos de Laclos (1741-1803), cuya primera edición data del 23 de marzo de 1782. Vale destacar, además, que Christopher Hampton también la adaptó al cine para la película homónima de 1988 (obtuvo el sonoro y rutilante Oscar al Mejor Guión Adaptado), dirigida por Stephen Frears y protagonizada por John Malkovich, Glenn Close, Michelle Pfeiffer, Uma Thurman, Keanu Reeves y otros actores del stars system hollywoodense. 
Si uno de los rasgos que particulariza a la única novela que en IV tomos urdió Choderlos de Laclos es su carácter arquetípicamente epistolar, en la cuasi minimalista versión teatral de Christopher Hampton esto ha sido reducido a hitos exclusivamente mencionados entre los parlamentos. Pero además, el sentido cáustico y retratista sobre la decadencia, el amaneramiento y la promiscuidad de la aristocracia francesa del dieciochesco fin de siècle ha tomado, por la distancia y el ensamblaje, un matiz más cómico y lúdico que melodramático y dramático. No obstante, el ingrediente pasional y trágico es lo que constituye el meollo del intríngulis y lo que suscita el triste desenlace. 
Los sucedidos de Las relaciones peligrosas, el libreto de Christopher Hampton, tienen “lugar en varios salones y dormitorios de cierto número de residencias y castillos de París y sus alrededores, y en el bosque de Vincennes, un otoño e invierno de un año de la década de 1780”. Dispuesta en dos actos, cada uno en nueve escenas, la obra conlleva dos momentos climáticos. Uno lo entretejen el vizconde de Valmont y la marquesa de Merteuil a través de una serie de trampas, intrigas, engaños, teјemaneјes y espionajes que entre los dos y cada uno arman para lograr dos objetivos. El vizconde de Valmont —a imagen y semejanza del clásico clisé del libertino, mujeriego y vividor que en el siglo XVIII acuñó Giacomo Girolamo Casanova de Seingalt (1725-1798) en sus escritos memoriosos y autobiográficos—, entregado a su pasatiempo de cazador virtuoso e irreductible que lo ha hecho célebre, se propone seducir a la señora de Tourvel, entusiasmado e inducido, en buena medida, porque se trata de una mujer religiosa, fiel a su matrimonio y a sus cánones éticos.   
La marquesa de Merteuil, mientras tanto, por medio del vizconde de Valmont, busca vengarse de un amante que la desdeñó, pero, sobre todo, trata de cumplir con el cometido que define su retorcida conducta: vindicar al sexo femenino y dominar al hombre. Tal quid, entre otros menos relevantes, en el que había predominado el divertimento, se torna dramático y tiene su clímax cuando la señora de Tourvel, en medio de una lucha interna que la transtorna y conmociona, casi cede al asedio del vizconde de Valmont al confesarle que lo ama; no obstante, le suplica que se aleje de ella. Ante esto, él, en contra de su habitual juego fársico que puntualiza sus facultades de insaciable sátiro, deja traslucir algunos gestos que develan emociones producidas no por una simple conmiseración ante la integridad moral de la señora de Tourvel (y dado su debate íntimo y secreto), sino por un inusitado enamoramiento.
Si bien la maquiavélica complicidad entre el vizconde de Valmont y la marquesa de Merteuil se urde porque ambos se necesitan, ésta, por su carácter autoritario y liberal, así como por su subestimación y exacerbada androfobia, trata de tomar las riendas de las maquinaciones.
El otro episodio climático de Las relaciones peligrosas ocurre en el segundo acto, cuando la señora de Tourvel se ha rendido a la conquista del vizconde de Valmont; y entonces la rivalidad tácita e implícita que existe entre él y la marquesa de Merteuil se agudiza. Ambos observan, cada uno dentro de su venenosa naturaleza, que su hegemonía pierde poder. 
Christopher Hampton
     La marquesa de Merteuil, sin embargo, no acepta ser sometida ni se rinde con facilidad; lo desafía y el resultado no puede ser menos trágico. Cuando la señora de Tourvel, tras el fracaso amoroso, yace moribunda en un convento, y cuando el vizconde de Valmont sabe sobremanera que será imposible recuperarla dada la mortal y dolorosa herida de chinahuate que le provocó (y se causó), se deja matar en un duelo que trama la marquesa de Merteuil, como una forma de sacar el pecho y asumir su capitulación ante ésta, y como una manera romántica, idealizada y subliminal, de expresar su desesperanza e impedimento de subsistir lejos, muy lejos y para siempre, del amor que él truncó y quebrantó. 
Los parlamentos y las réplicas de Las relaciones peligrosas, el libreto teatral de Christopher Hampton, gozan, además, de previsibles ingredientes para que en el montaje se juegue con el doble sentido y el devaneo erótico y soez, elementos escénicos y parlanchines que tanto atraen, como espectáculo teatral, en una sociedad voyeur, ansiosa y reprimida, pese a la liberalidad del siglo XX (y por ende del XXI), a los antros permitidos y tolerados, y a los reductos clandestinos e íntimos de fragor sexual. A esto se añade la tensión y la intriga que el embrollo suscita; enredo una y otra vez aderezado con vueltas de tuerca y con el factor sorpresa.

Christopher Hampton, Las relaciones peligrosas. Traducción al español de Tomás Segovia. Alianza Editorial Mexicana. México, 1988. 104 pp.



Enlace a un trailes del filme Las relaciones peligrosas (1988)http://www.youtube.com/watch?v=YYfVipxrz64&feature=related
Enlace a un trailes del filme Las relaciones peligrosas (1988)

https://www.youtube.com/watch?v=wr4gX7dNqOo