El único y los otros
I de V
Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo nació el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires, Argentina, y falleció el sábado 14 de junio de 1986 en Ginebra, Suiza, a consecuencia de una complicación cardíaca que incidió en su deterioro físico debido al enfisema pulmonar y al cáncer hepático que padecía, y fue enterrado el siguiente miércoles 18 en el Cementerio de Plainpalais en una ceremonia luctuosa precedida por María Kodama, su viuda y heredera universal de sus derechos de autor. Héctor Bianciotti, María Kodama y Aurora Bernárdez en el entierro de Borges en el Cementerio de Plainpalais, miércoles 18 de junio de 1986. |
(Lumen, México, 2012) |
LP: Jorge Luis Borges. Voz Viva de América Latina (UNAM, 2ª ed., México, 1982) Detalle de la portada |
Obras completas. 1923-1972 (Emecé, 14ª ed., Buenos Aires, 1984) |
Borges y su madre |
No obstante, curiosamente, y pese a que Becco registró las ediciones y reediciones de los libros que Borges publicó en México, en el FCE, en el lapso que comprende su Bibliografía —con Delia Ingenieros: Antiguas literaturas germánicas (1951, 1965); con Adolfo Bioy Casares: Poesía gauchesca (1955, 2 tomos ); y con Margarita Guerrero: Manual de zoología fantástica (1957, 1966, 1971)—, no dató el elepé editado por la UNAM, en 1968, con el número 13 de la serie Voz Viva de América Latina.
CD: Borges por él mismo (Col. Visor de Poesía, Madrid, 1999) Contraportada |
Borges, César Fernández Moreno y Emir Rodríguez Monegal Montevideo, c. 1948 |
Borges en la Biblioteca Nacional Foto: Sara Facio |
El editor José Rubén Falbo, Borges y María Esther Vázquez en la presentación de Literaturas germánicas medievales (Falbo, 1965) Buenos Aires, 1965 |
II de V
Vale recordar que el norteamericano Norman Thomas di Giovanni, secretario y traductor de Borges a la lengua inglesa entre 1968 y 1972, fue quien lo animó y auxilió, como entrevistador y amanuense, para que escribiera en inglés las Autobiographical notes, publicadas el 19 de septiembre de 1970 en la neoyorquina revista The New Yorker, e incluidas, con el título An autobiographical essay, en The Aleph and other stories 1933-1969, antología narrativa de Borges editada en Nueva York, por Dutton, en octubre de 1970, y en 1971, en Londres, por Jonathan Cape, cuya traducción al español Borges nunca autorizó para un libro, pese a que sucesivamente sus ensayistas y biógrafos traducían y transcribían fragmentos, y a que el 17 de septiembre de 1974, con motivo de la aparición del tomo de sus Obras completas y del número 1000 del periódico bonaerense La Opinión, éste publicara “una versión castellana sin firmar” proporcionada por Emecé, “un suplemento de 23 páginas” titulado “Las memorias de Borges”. Pero ya antes, en México, en el número 10 de La Gaceta del FCE, correspondiente a octubre de 1971, José Emilio Pacheco había traducido las Autobiographical notes con el título “Borges: Memorias”. Felizmente, María Kodama, su viuda y heredera universal de sus derechos de autor, en 1999, con motivo del centenario del nacimiento de Borges, con el título Un ensayo autobiográfico, autorizó su traducción al español por Aníbal González y su coedición, en Barcelona, por Emecé, Galaxia Gutenberg y Círculo de lectores; volumen con un prólogo del traductor y un epílogo memorioso de la propia María Kodama, más una rica iconografía en sepia y en blanco y negro que reúne “más de trescientas fotografías y documentos” que son parte del legado de Jorge Luis Borges. (GG/CL/Emecé, Barcelona, 1999) |
Portada del estuche del Album Borges (Gallimard, París, 1999) |
(Emecé, Buenos Aires, 2004) |
(Emecé, 5ª ed., Barcelona, 1998) |
Elsa Astete Millán y Borges |
III de V
No obstante, María Kodama, la viuda y flamante heredera de los derechos de autor Borges, no siempre ha sido bien ponderada, según se lee en Borges: la posesión póstuma (Foca, Madrid, 2000), corrosivo y crítico libro-reportaje de Juan Gasparini. Pero también en la citada biografía de María Esther Vázquez, donde bosqueja ciertos intríngulis alrededor de la última enfermedad y muerte del escritor en Ginebra, Suiza, y su entierro en el Cementerio de Plainpalais; por ejemplo, apunta entre las páginas 330-331: “El mismo día del sepelio en Ginebra, apareció en el diario La Nación de Buenos Aires una carta de Norah: ‘Me he enterado por los diarios que mi hermano ha muerto en Ginebra, lejos de nosotros y de muchos amigos, de una enfermedad terrible que no sabíamos que tuviera. Me extraña mucho que su última voluntad fuera ser enterrado ahí, ya que siempre quiso estar con sus antepasados y con nuestra madre en la Recoleta (no en el Cementerio Británico como dice el apoderado). Aunque él esté muerto, los recuerdos de toda una vida nos siguen uniendo.’”Norah y su hermano Jorge Luis Borges |
Páginas 118-119 de la antología de Jorge Luis Borges: Obra poética, 1923-1977 (Emecé/Alianza, Col. Alianza Tres núm. 48, 3ª ed. ampliada, Madrid, 1983) |
IV de V
No obstante los numerosos libros que recogen los diálogos y las entrevistas con Borges (incluidas las videograbaciones y los documentales televisivos y fílmicos, algunos localizables en DVD o en YouTube), innumerables lectores del siglo XXI nunca sabrán a ciencia cierta cómo fueron sus charlas, sus pláticas con los alumnos que asistieron a las clases de literatura inglesa y norteamericana que dio, entre 1956 y 1968, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, pese a que ya existe un título que compila la transcripción de 25 clases dadas por él, en 1966, en tal casa de estudios: Borges profesor. Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires (Emecé, Buenos Aires, 2000), cuya investigación, edición y notas se deben a los tocayos Martín Arias y Martín Hadis.(Emecé, Buenos Aires, 2000) |
Borges, Octavio Paz y Salvador Elizondo México, abril de 1981 |
Macedonio Fernández (1874-1952) |
Borges, José Emilio Pacheco y Claude Hornos de Acevedo México, diciembre de 1973 |
Juan José Arreola y Jorge Luis Borges México, diciembre de 1973 |
V de V
En el poema en prosa “Borges y yo” se lee una determinante cifra gnoseológica (y se oye en el disco con la voz de Borges): “Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy)”. Casi resulta tautológico decir que mucho del Borges hombre (el de carne y hueso) quedó en el Borges literario (“No sé cuál de los dos escribe esta página”, dice al término en su falaz y deliberada confusión parecida a la del “Poema de los dones”: “Groussac o Borges”) y que sin el primero no se explica el segundo. Así, se tiene la certeza de que la inextricable voz que eternamente habla en el elepé es la voz de Borges y su doble (el otro, él mismo), y que sus textos (con elementos de su autobiografía personal, íntima, fantástica y metafísica) conllevan la pátina de una laberíntica e incesante permutación y desdoblamiento de su individualidad, única en el universo. Es la voz del viejo Borges que ve lejana la voz del joven Borges de la “Fundación mítica de Buenos Aires”: “Lo releo y me parece escrito por otra persona, por una persona que no me es antipática, pero que, ciertamente, no es el Borges que está hablando ahora”, dice en el elepé. Pero está allí en la primera persona, en la fugaz impronta de Hipólito Yrigoyen (“político radical” en cuya campaña a la presidencia de la república el joven Borges de 1928 participó creando “un comité de jóvenes intelectuales”); en la manzana fundacional: el barrio de Palermo, que fue el mítico barrio de su infancia: el barrio de la casa art noveau de dos plantas y un par de patios (calle Serrano 2135), donde estaba la biblioteca paterna de “ilimitados libros ingleses”, “un jardín con una alta bomba de molino” y una verja con lanzas —que fue el ámbito de los juegos con su hermana Norah— “y al otro lado del jardín un terreno vacío”; casa no muy distante del Zoológico de Palermo, donde solía ir, llevado por su madre, a observar al tigre y dibujarlo. Y el ámbito del redescubrimiento y fervor de Buenos Aires tras el regreso de Europa el 24 de marzo de 1921 (aún impregnado de la bruma del ultraísmo); el ámbito de la tutela de Macedonio Fernández, de las legendarias esquinas rosadas, de los compadritos (“famosos por sus peleas a cuchillo”), del idioma de los argentinos, de la biografía de Evaristo Carriego, escrita con el apoyo de los tres mil pesos del segundo Premio Municipal de Literatura que obtuvo con Cuaderno San Martín, que además le sirvieron para comprar, “de segunda mano”, su querida edición de 1911 de la Encyclopædia Britannica, que él siempre conservó en su casa. La voz que en 1960 escribe, y recita en la dedicatoria de El hacedor, que llega en un sueño hasta un rincón de la Biblioteca Nacional para obsequiarle a Leopoldo Lugones su colección de versos y prosas, pese a que éste se había suicidado en 1938, el año que murió su padre y el año del accidente que desencadenó su voz narrativa, que es la erudita voz que en “El acercamiento a Almotásim” reseña la inexistente novela policíaca de un abogado hindú y sus contactos con el mito del Simurg, dizque leído en “el venerado Coloquio de los pájaros de Farid ud-din Attar”, místico persa del siglo XIII, y la voz de los grandes cuentos reunidos en Ficciones (Sur, Buenos Aires, 1944) y en El Aleph (Losada, Buenos Aires, 1949); “son, supongo, mis dos libros principales”, dice en la página 78 de Un ensayo autobiográfico. Jorge Luis Borges (1899-1986) |
Es la voz del Borges que se perpetúa en los Borges de sus ficciones (“Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, “El Aleph”, “El Zahir”, “El otro”, etcétera). La voz que solía ocultarse bajo la máscara de las reseñas y bibliografías apócrifas y de las falsas atribuciones, como ocurrió con los textos del citado Museo, brevísimo poemario en El hacedor, que reúne seis textos breves con sus respectivos quiméricos pies, originalmente publicados así por Borges en Anales de Buenos Aires, revista que dirigió entre 1946 y 1948.
Borges en la Capilla Alsonsina México, diciembre de 1973 Foto: Rogelio Cuéllar |
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