El corazón casi zen de las
cosas
En el quinto número de la revista fotográfica Luna Córnea (CONACULTA, 1994) —dedicado a la fotografía de las cosas—, aún se pueden apreciar las ocho fotos en blanco y
negro tomadas por la indígena chiapaneca Maruch Sántiz Gómez (sólo dos de ellas
figuran con sus correspondientes textos en tzotzil y en español: No comer tronco de repollo y No pegar con rastrojo y carrizo) que
ilustraron el artículo “Caligrafía de las cosas”, del poeta y periodista
Hermann Bellinghausen, precedidas por el retrato que Carlota Duarte le tomó a
Maruch, en 1994, en la puerta de su casa de madera situada en un rincón del
campo chamula; más una nota sobre ella en la que se lee: “Maruch (María) Sántiz
Gómez nació en Cruztón, Chiapas. Con sus escasos 19 años, Maruch es actriz y
escritora en lengua tzotzil. Las imágenes que presentamos a continuación forman
parte de su proyecto de investigación de 47 creencias ancestrales. El objetivo último, asegura Maruch, es
lograr que estos conocimientos no se extingan.”
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Maruch Sántiz Gómez en 1994
Foto: Carlota Duarte |
En este sentido, para
ejemplificar por dónde va la danza del bolonchón y la cadencia coral de los
versículos, se pueden transcribir el par de citados textos en español; o sea:
los textos de las dos creencias que
se leen allí. La que se rotula No comer
tronco de repollo —cuya
correspondiente foto es un canasto, con repollos en el interior, que descansa
en el suelo de tierra—, le
aconseja al atragantado: “Es malo comer tronco de repollo; dicen que no va uno
a poder tumbar luego el árbol que va costar mucho y que cada rato se brinca los
pedazos en los ojos [sic].”
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No comer tronco de repollo
Foto: Maruch Sántiz Gómez
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Y la
conseja que se titula: No pegar con
rastrojo y carrizo —cuya
correspondiente foto son siete varas de carrizo depositadas en el suelo de
tierra—, advierte al que mide con esa vara: “Es malo pegar
a una persona con rastrojo y carrizo, esa persona se enflaquece, ya que el
rastrojo y carrizo no tiene humedad y lo mismo queda nuestro cuerpo, pero no a
la gente le provoca mal [sic] si no
también los borregos [sic].”
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No pegar con rastrojo y carrizo
Foto: Maruch Sántiz Gómez |
Dos
años después, en el número 9 de la revista Luna
Córnea (CONACULTA, 1996) —dedicado
a los retratos de niños—, se
incluyó un artículo de Hermann Bellinghausen sobre los chiquillos zapatistas:
“Su fragilidad actual”, ilustrado con excelentes imágenes (inextricables al
drama social e individual que documentan) tomadas por conocidos
fotorreporteros: Raúl Ortega, Darío López-Mills, Francisco Mata, Ángeles
Torrejón y Marco Antonio Cruz.
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Niños zapatistas (1995)
Foto: Raúl Ortega |
Cuyo conjunto parece concluir con un texto del
indígena Genaro Sántiz Gómez y una foto tomada por su hermana Maruch, confusión
inducida por el hecho de que tales páginas no figuran en el registro del
índice. “Nuestro señor y los demonios”, el texto del entonces joven Genaro
Sántiz Gómez (en español, tzotzil e inglés) —nacido en 1979, en Cruztón, Chiapas—, es una fábula naíf y fantástica en la que narra,
con brevedad y cierta impronta mítica y cosmológica, el trasfondo de los eclipses
solares y lunares:
“Cuentan que cuando nuestros antepasados no
veneraban al Sol ni a la Luna, los demonios se multiplicaron demasiado y fueron
a rodear al Sol, y ya no dejaban pasar sus rayos a la Tierra para que nos
alumbre.
“Entonces, nuestros antepasados empezaron a gritarle
al Sol para que alumbre, porque salieron muchos animales a tratar de comerse a
la gente aprovechando la obscuridad, pero que al escuchar el grito de la gente
los demonios se asustaron y se alejaron como los monos, y que desde ese
entonces empezaron a adorar al Sol. Y como una seña de lo que pasó vemos
todavía los eclipses del Sol y de la Luna.”
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Niño zapatista (1995)
Foto: Raúl Ortega |
Y la imagen
que lo acompaña, concebida por Maruch Sántiz Gómez y que se halla en la página
de al lado, es una prueba más de su talento fotográfico. Ante la dificultad de
comprimir en palabras el magnetismo o el encanto del inefable retrato del
pequeño indígena que se ve allí, baste citar el telegráfico pie de foto de la
autora: “Mi hermanito Domingo tiene una canasta en la mano. Chiapas, 1994-95.”
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Mi hermano Domingo tiene una canasta en la mano (Chiapas, 1994-95)
Foto: Maruch Sántiz Gónez |
El
proyecto de Maruch Sántiz Gómez esbozado en el quinto número de la revista Luna Córnea fue objeto, cuatro años después,
de un reconocimiento más. (Proyecto que no deja de romper la regla, si se
piensa que lo “normal” es que el indígena sea el fotografiado y no el fotógrafo.)
Con el patrocinio de la Fundación Ford, y coeditado por el Centro de la Imagen,
el CIESAS y Casa de las Imágenes, apareció, “el 5 de febrero de 1998”, el
título Creencias (así se denomina en
la portada, en el lomo y en el colofón, pero en el interior se amplía a Creencias de nuestros antepasados),
donde Maruch Sántiz Gómez exhibe 43 fotografías en blanco y negro, cuyos
encuadres o construcción escénica comprende objetos de la vida cotidiana,
personas indígenas, paisaje y fauna. Cada foto, con título, está precedida por
un texto breve en tres idiomas: tzotzil, español e inglés. Esto es así porque
sus imágenes ilustran los textos que ella transcribió (o articuló) de la
tradición oral comunitaria.
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Fundación Ford/Centro de la Imagen/CIESAS/Casa de las Imágenes (México, febrero 5 de 1998) |
La
edición de Creencias, de dos mil
ejemplares, fue diseñada y cuidada por Pablo Ortiz Monasterio, fotógrafo y
editor que fundó y dirigió la revista Luna
Córnea (hasta el número 15, correspondiente a mayo-agosto de 1998). En la solapa
de la contraportada se observa un detalle del espléndido retrato que a Maruch
le tomó Carlota Duarte (es el mismo retrato que se aprecia, con un encuadre más
amplio, en el quinto número de Luna Córnea),
junto a una nota (en español e inglés) que da visos sobre el origen y las
actividades de la escritora y fotógrafa indígena: “Maruch Sántiz Gómez nació en
1975 en Cruztón, un paraje del municipio chamula. Comenzó su trabajo
fotográfico en 1993, a los 17 años, como participante en el Proyecto
Fotográfico de Chiapas y como miembro de Sna Jtz’ibajom/La Casa del Escritor, una asociación indígena
de escritores en San Cristóbal de las Casas. Unos meses después empezó la serie
de las Creencias, en la que continúa
trabajando. Actualmente forma parte del equipo del Archivo Fotográfico
Indígena. Está casada y vive con su esposo y su hijo en Romerillo, un paraje
chamula cerca de Cruztón.”
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Niños zapatistas (1994)
Foto: Darío López-Milles |
Creencias de nuestros antepasados
incluye dos prólogos (en español e inglés). El primero es de Carlota Duarte,
directora del Archivo Fotográfico Indígena del CIESAS (Centro de Investigaciones
y Estudios Superiores en Antropología Social) y creadora, en 1992, del Proyecto
Fotográfico de Chiapas, en cuya férula y cobijo Maruch Sántiz Gómez aprendió el
uso de la cámara y los procedimientos técnicos del cuarto oscuro, y que empieza
diciendo:
“En enero de 1993, Maruch me pidió una cámara para
usar durante el fin de semana. Pocos días después, cuando ya había procesado la
película y me mostró las hojas de contacto, me conmovieron profundamente su
visión y sus ideas. También me alegré de haber permanecido fiel a mi intención
original de no intervenir o influir en las imágenes de aquéllos a quienes yo
estaba enseñando fotografía.
“Mi propósito al crear el Proyecto Fotográfico de
Chiapas, en 1992, fue —y continúa siendo— el de facilitar a la gente
indígena el acceso a implementos y materiales fotográficos, ayudándoles a
adquirir habilidades en el uso de la cámara y el cuarto oscuro. Quería
animarlos a que utilizaran la fotografía para sus propios fines, y que se
sintieran libres de escoger sus propios temas y acercamientos.”
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No mencionar el nombre de la hoja de bejao al hacer tamales
Foto: Maruch Sántiz Gómez |
El segundo prólogo es de Gabriela Vargas Cetina,
investigadora del CIESAS-Sureste. Y enseguida se reproduce el mismo artículo
(en castellano e inglés) que Hermann Bellinghausen escribió ex profeso para el número 5 de Luna Córnea; de ahí que su reflexión
gire, centralmente, en torno a la manera en que Maruch fotografió las cosas vinculadas a las creencias y
consejas que de un modo oral preserva y cultiva su comunidad tzotzil.
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No tomar agua de donde se lavan las manos al tortear
Foto: Maruch Sántiz Gómez |
Para
un agnóstico y racionalista urbano, los textos y las fotos de Creencias pueden dar idea e indicios de
los atavismos, la miseria y el pensamiento mágico (plagado de supercherías y
supersticiones) de una etnia indígena rezagada y anclada en el pasado, que
además se hallaba en la olla del conflicto beligerante que desencadenó la
aparición del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) en enero de 1994
y que aún ahora, en septiembre de 2021, pese al paso del tiempo, a los ineludibles
cambios, a las peligrosas variantes del virus
SARS-CoV-2, y a la distensión
parcial que suponen las sucesivas e inconclusas o abortadas políticas
gubernamentales (incluida la demagógica 4T y el predador y antiecológico trenecito Maya), pugna, con su persistencia y con
sus actos, por el reconocimiento de la cultura y de los derechos indígenas en
territorio mexicano.
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Niña de Chiapas (1994) Foto: Francisco Mata |
Algunas fotos de Maruch pueden mirarse como poesía visual, sobre todo las de
los objetos (de minimalista representación
casi zen); pero otras resultan previsibles clisés que coinciden o responden
al viejo canon de la llevada y traída estética de la pobreza, entre cuyos objetivos y epígonos) destaca
el fotografiar, y muchas veces idealizar, a los indios de México. (Si no se
apunta que las tomó una indígena tzotzil, podría suponerse que las captó una
alumna de la Escuela Nacional de Antropología e Historia o un globalifóbico de la UV o de la
UNAM haciendo tour de
hijito de papi en Chiapas tras su regreso sin gloria de los garitos y congales
de Cancún). Y los textos compilados por Maruch, pese a su índole documental y
etnográfica, pueden leerse como minúsculas formas de la literatura fantástica y
de la poesía, más aún si se considera que la propia Maruch se tomó sus
libertades, según deja ver Carlota Duarte: “Como artista visual, las
fotografías de las Creencias me
intrigan porque además de preservar las tradiciones, tienen el poder de
cambiarlas, debido a la manera en que Maruch ha representado ciertos elementos
de las creencias mismas. Me pregunto si las cosas que ha incluido en las
imágenes que no pertenecían a la creencia original —por ejemplo, la canasta (en la que ella ha puesto el
tronco de la col)— podrían entrar de
algún modo a formar parte de la tradición oral. Me pregunto cuál es el poder
real de las imágenes.”
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Labrando en sueños
Foto: Maruch Sántiz Gómez |
La
advertencia o prohibición ancestral que inicia la serie de Creencias: “No barrer la casa en la tarde”: “Es malo barrer la casa
por la tarde, porque puede desaparecer la suerte hasta que uno se quede sin
dinero.” Revela que la magnética imagen que la ilustra, cuyo encuadre y
composición comprende piso de tierra, atado de ramas y tablones de madera, fue
editada de cabeza (o patas arriba) en el número 5 de la revista Luna Córnea (o sea: la parte inferior
está en la superior).
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Luna Córnea 5, p. 11 (México, 1994) |
Tal humor involuntario no riñe con el humor involuntario
de la mayoría de los textos (suscitan la sonrisa y quizá la última carcajada de la cumbancha), que pueden ser prohibiciones
para eludir lo fatal, conjuros mágicos, hechizos contra algún daño o
desavenencia, augurios naturales o no, y profecías oníricas.
Para un humanoide e infinitesimal citadino del siglo
XXI (quizá aislado en las catacumbas de la recalentada y envirulada aldea
global) no es fácil elegir, pero entre los textos humorísticos figuran los
siguientes:
“Si uno come cualquier alimento que muerda un gato,
se queda uno ronco.”
“No se debe tomar agua de donde se lava uno las
manos al tortear. Si toma, uno puede quedar muy risueño, como loco.”
“Si come directamente de la olla, se puede uno
quedar muy comelón.” “Si los puercos bailan, es que va a llover ese día.”
“Es malo acariciar la palma del pie de un niño, porque
si no al caminar caerá muy seguido, porque se va a debilitar.”
“No se debe comer chayote gemelo o cualquier fruta
gemela, porque pueden nacer gemelos.”
“No se deben sonar las semillas de chile, porque al
abrazar a un niño llora mucho.”
“Es malo soplar en la boca de un niño porque nos
muerde.”
“No es bueno sentar a los niños en un tronco o en
una piedra. Si así lo hacen, se volverán muy haraganes, como el tronco y la
piedra, que no se mueven.”
“Es malo comer la punta de alas de pollo, porque se
vuelve uno celoso.”
“Es malo comer los pedazos de tortilla quemada que
salen del comal, y lo mordido por el ratón de cualquier alimento, porque la
gente nos va a calumniar.”
“Es malo comer la punta del corazón del pollo,
porque se vuelve uno muy llorón.”
“Al cortar hoja de bejao para envolver tamales, no
se debe mencionar su nombre, porque no se cuecen bien los tamales: salen
pedazos cocidos y pedazos crudos.”
“Al sacar del fuego el comal, no se deben ver las
chispitas que se forman, porque nos crecen granos en la cara, así como se ve en
el comal.”
“Secreto para evitar que caigan granizos grandes: se recogen trece granizos y se empiezan a moler en el metate, utilizando como mano de metate el palo de tejer."
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Para evitar que caigan granizos grandes
Foto: Maruch Sántiz Gómez |
“Si una persona ronca mucho al dormir, se le da un
pequeño golpe con huarache en la nariz, o se le introduce la cola de una
pequeña lagartija en una de sus fosas nasales. Hecho alguno de estos remedios,
ya no volverá a roncar, porque tiene que sobresaltar cuando despierte.” No
obstante, algunas Creencias implican
vaticinios terribles y espeluznantes, casi de pitonisa o hechicera (quizá con
su caldero en el fuego y rodeada de yerbas, talismanes y pócimas):
“Si la culeca dijo kikirikí, es porque alguien
llegará a enfermarse que puede ser hasta la muerte.”
“Es malo peinarse en la noche, porque se dice que
morirá nuestra madre.”
“No debemos sentarnos en el camino, porque puede
morir nuestra madre.”
“Si uno sueña que está labrando, es que alguien va a
morir.”
“Es malo quemar primero la punta de la leña, se
puede uno morir muy flaco. También a las mujeres embarazadas se para el bebé.”
Otras
Creencias son poéticas, casi cuentos
breves o fábulas. Por ejemplo, “El estambre de lana”: “Es malo jugar con el
estambre de lana como pelota. Si se juega así, no va a salir completa una
prenda, aunque se haya contado cuántos pares lleva, porque se dice que al
espíritu de la lana se lo lleva el viento.” O “Elote”: “Si uno está desgranando
elote, es malo dejar el trabajo a la mitad, porque puede aparecer al ratito un tzucumo en la ropa.” O “El colibrí de la
noche” (pese al mal augurio): “Si pasa chiflando un colibrí en la noche, es un
aviso que alguien se va a enfermar.”
La creencia titulada “Espejo” resulta una borgeana
pesadilla: “Es malo vernos en el espejo en la noche, porque se tapa uno la
vista.”
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Espejo
Foto: Maruch Sántiz Gómez |
Y si Juan Rulfo tiene un dramático cuento titulado
“No oyes ladrar los perros”, aquí hay varias Creencias cuyos rótulos, con perros, parecen títulos de un
recetario benigno y brujeril: “Para que no nos ladren los perros”, “Para que no
le pegue la rabia a un perro” y “Para llamar a casa a un perro perdido”: “Para
que regrese a casa un perro perdido, se asienta un jarrito de barro en medio de
la puerta, se le pega a la boca del jarrito, se le dice tres veces el nombre
del perro: ¡Ven, aquí está tu casa! ¡Ven, aquí está tu casa! ¡Ven, aquí está tu
casa!, se le dice. El perro regresará al día siguiente o al tercer día. Si no
hay un jarrito, se le puede soplar tres veces un tecomate.”
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Para llamar a casa a un perro perdido
Foto: Maruch Sántiz Gómez |
Y ya para
concluir la caprichosa nota (sin glosar la minimalista representación casi zen con que
Maruch Sántiz Gómez construyó algunas de sus poéticas imágenes), por puro festín de Esopo se puede citar el lúdico
texto donde se indica la receta para “Remediar a un niño si le sale mucha
saliva”: “Si a un niño le sale mucha saliva, se hace lo siguiente: la mamá del
niño va a conseguir tres libélulas, se pasan por la boca del niño las libélulas
diciéndole: ‘¡Traga tu saliva! ¡traga tu saliva! ¡traga tu saliva!’. Pero sólo
se debe decir tres veces, porque si le dicen cuatro veces, se empeora.”
Maruch Sántiz Gómez, Creencias de nuestros antepasados. Textos y fotografías en blanco y
negro de Maruch Sántiz Gómez. Prólogos de Carlota Duarte, Gabriela Vargas
Cetina y Hermann Bellinghausen. Fundación Ford/Centro de la Imagen/CIESAS/Casa
de las Imágenes. México, febrero 5 de 1998. 108 pp.