¡Bim-bam Bombay!
La fecha es trascendente y significativa, como lo es también el hecho de que Saleem Sinai, contra todas las apariencias que implica su alcurnia musulmana, en realidad es un híbrido, un bastardo angloindio, engendro de William Methwold, un inglés que se ve impelido a rematar sus propiedades y a retornar a Inglaterra, y cuyo nombre es el mismo nombre que tuvo un funcionario de la East India Company, que un día de 1633 soñó con un Bombay británico.
Salman Rushdie (Londres, 1988) Foto: Horts Tape |
Saleem Sinai está por cumplir 30 años de edad, dirige la fábrica de Encurtidos Braganza situada en Bombay, y allí, convertido en un especialista de chutneys que se consumen incluso en Inglaterra, escribe el recuento de su vida y de su urdimbre iluminado por un charco de luz y frente a una fémina de brazos musculosos llamada Padma, nombre de la diosa del estiércol. El protagonista parte del supuesto de que al nacer quedó maniatado a la historia y por ende: su destino personal y familiar inextricablemente encadenado al destino de su país. Sin embargo, la recuperación del pasado y de su árbol genealógico que se remonta a principios de siglo XX, es, antes que nada, un acto mágico, mnemónico, una efervescencia obsesiva y mórbida impregnada de egocentrismo, hipocondría y megalomanía, dado que además de aludir un padecimiento que poco a poco lo carcome, raja y desgarra, y que constantemente lo obliga a apresurar su escritura para concluirla antes de que su mal le anuncie la llegada inequívoca del Ángel Negro, él, Saleem Sinai, se siente el responsable, el punto nodal, tanto de la tragedia que persigue a sus familiares, como de los sucesos históricos que marcan el rumbo de la India, de Pakistán, de Cachemira y de Bangladesh.
En este sentido, Salman Rushdie no escribió una obra que transcribiera o reconstruyera con fidelidad los acontecimientos registrados por la historia. Hizo una novela que deforma y caricaturiza los hechos trastocados por el decurso paradójico de la modernidad, y los engarza a una serie de resabios y remanentes culturales (sobre todo en lo que concierne al significado de los nombres y sus conjugaciones y ciclos) que devienen de las antiguas mitologías brahmánica, hinduista, budista, musulmana y cristiana, todo imbricado en el devenir de una antigua tradición de cuentero oral, verborreico, incontinente y callejero que brota de las páginas de Las mil y una noches y de sus inagotables combinaciones fantásticas e idiomáticas, pero también de Lawrence Sterne y sus constantes digresiones y juegos, de François Rabelais y lo bufo, grotesco, paródico y popular, de Denis Diderot y la variación del eterno presente.
Lawrence Sterne (1713-1768) |
François Rabelais (c.1494-1553) |
Denis Diderot (1713-1784) |
(Alfaguara, 6ª edición, Madrid, diciembre de 1984) |
Salman Rushdie, Hijos de la medianoche. Notas y traducción del inglés al español de Miguel Sáenz. Ediciones Alfaguara (136). 6ª edición. Madrid, diciembre de 1984. 664 pp.
Documental sobre Hijos de la media noche (2012), filme dirigido por Deepa Mehta, basado en la novela homónima de Salman Rushdie.
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