Detrás de cada gran fortuna hay un crimen
Colección Lecturas Mexicanas/Tercera Serie núm. 38 DGP del CONACULTA México, octubre de 1991 |
Primera edición de la editorial Albatros impresa en 1946 |
Xavier Villaurrutia (c. 1930) Foto: Manuel Álvarez Bravo |
Antonio Helú (1900-1972) |
En “Un clavo saca otro clavo” el lector asiste al capítulo iniciático, circunstancial e inesperado, en que Máximo Roldán, el antihéroe de la mayoría de los cuentos, deja de ser un empleadito contable y se transforma, ipso facto, en ladrón y asesino, lo cual ineludiblemente (y guardando la enorme distancia) evoca el lapidario y revelador epígrafe de Honoré de Balzac que preludia a El padrino, la celebérrima novela de Mario Puzo impresa en inglés en 1969: “Detrás de cada gran fortuna hay un crimen”.
En “El hombre de la otra acera”, dizque empieza a descollar su supuesta cualidad reflexiva, detectivesca, para descifrar claves matemáticas y enigmas, todo ello aunado a una aptitud parlanchina, cantinflesca, a la que sólo le faltó la jerga y la torpeza intencionada del popular arquetipo del peladito de carpa, pulquería y vecindario. Sobra decir, entonces, que su “inteligente” parloteo le sirve para confundir, engañar y dejar con la baba caída, incluso a los gendarmes que lo conducen a la cárcel, no por llevar los bolsillos repletos de billetes robados, como en realidad los lleva, ni por el asesinato que cometió, sino por insultar y cachetear a una vendedora de jaletinas.
Edgar Allan Poe (1809-1849) |
En “El fistol de corbata”, Máximo Roldán le resuelve, al jefe de las comisiones de seguridad, el asesinato cometido dentro de una variante del típico cuarto cerrado (que inauguró Poe): una casa cercada por un paredón de cinco metros de altura, prolongado por púas de un metro. Pero el antihéroe, que ante todo es ladrón de oficio y detective por vocación, propicia el escape de la autora del crimen. Y de la recámara donde estuvo el cuerpo del delito se roba las alhajas: el encubierto móvil que lo incitó a intervenir.
En “Piropos a medianoche”, el dizque inteligente parloteo de Máximo Roldán le sirve para persuadir y dirigir la voluntad y los pasos de un policía que lo oye y obedece con asombro; pero también para desmantelar el operativo de una banda de asaltantes (quizá la banda del automóvil gris) y quedarse con el botín.
En “Cuentas claras”, sólo con oír desde la calle (otro cliché heredado de Poe) la madeja de números que se dicen y barajan en una habitación, Máximo Roldán deduce que se trata de cuatro ladrones que se reparten el monto de sus atracos y que han referido las claves numéricas de sus próximas fechorías. No se equivoca, sobra decirlo.
En tal cuento, además, conoce a Carlos Miranda, quien se convierte en su cómplice para robar a los asaltantes; pero es, sobre todo, (otra herencia de Poe), el menso que escucha y sigue la dizque lucidez de los razonamientos e infalibles cálculos matemáticos de Máximo Roldán.
En “Las tres bolas de billar”, Máximo Roldán se vuelve a lucir ante su querido Carlos Miranda: descifra los tres asesinatos que ocurren en el billar (otro cuarto cerrado), cada uno cometido con una bola de billar estrellada en una cabeza; favorece la huída del culpable involuntario, y hace que ambos se queden con el dinero de la caja de caudales.
Pero aunque en “La obligación de asesinar”, el relato que cierra y titula el libro, ya no figura Máximo Roldán, se vuelve a repetir el esquema del inteligente detective y el idiota que lo escucha y obedece con la baba caída, más el cuarto cerrado donde se cometen los crímenes.
Fotograma de La obligación de asesinar (1937), ópera prima de Antonio Helú. |
Arriba: Rodolfo Usigli, Adolfo Best Maugard y Xavier Villaurrutia Recostadas: la actriz Dolores del Río y la pintora Frida Kahlo |
Según Xavier Villaurrutia, los cuentos de Antonio Helú estaban siendo traducidos al inglés y publicados en revistas gringas especializadas en el género policial. Es el caso de La obligación de asesinar, que, reza la anónima cuarta de forros: “llegó a figurar en el Queen’s Quorum de Ellery Queen como una de las —en aquel momento— 110 colecciones de cuentos policiacos de mayor importancia en la historia del género”.
Sin embargo, el libro de Antonio Helú, ahora con su pátina antigua, habla de un autor mexicano, que si bien entretiene y quizá divierte con sus bromas y recursos folletinescos, no llegó a trascender su índole embrionaria. El elemental desarrollo de sus cuentos adolece de infantilismo e inverosimilitud. De hecho el lector vuelve a ser un chiquillo cada vez que los lee. Hay chispazos, desde luego: “El fistol de corbata”, “Las tres bolas de billar” y “La obligación de asesinar”; pero Antonio Helú no articuló ningún ingenioso juego de armar y desarmar, ninguna pieza de relojería suiza, compleja y sorprendente, que además del humor, de lo picaresco, y de las inocentes pillerías de sus ladrones-detectives, implicara excelentes estrategias de intrigas, enigmas, giros sorpresivos, vueltas de tuerca y asombrosas soluciones.
Antonio Helú, La obligación de asesinar. Prólogo de Xavier Villaurrutia. Colección Lecturas Mexicanas/Tercera Serie núm. 38, Dirección General de Publicaciones del CONACULTA. México, octubre de 1991. 120 pp.
Sin embargo, el libro de Antonio Helú, ahora con su pátina antigua, habla de un autor mexicano, que si bien entretiene y quizá divierte con sus bromas y recursos folletinescos, no llegó a trascender su índole embrionaria. El elemental desarrollo de sus cuentos adolece de infantilismo e inverosimilitud. De hecho el lector vuelve a ser un chiquillo cada vez que los lee. Hay chispazos, desde luego: “El fistol de corbata”, “Las tres bolas de billar” y “La obligación de asesinar”; pero Antonio Helú no articuló ningún ingenioso juego de armar y desarmar, ninguna pieza de relojería suiza, compleja y sorprendente, que además del humor, de lo picaresco, y de las inocentes pillerías de sus ladrones-detectives, implicara excelentes estrategias de intrigas, enigmas, giros sorpresivos, vueltas de tuerca y asombrosas soluciones.
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Enlace a "El automóvil gris" (1919),filme silente dirigido por Enrique Rosas.
Excelente, muchas gracias
ResponderEliminarHola todos,
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