Todo pasado está igualmente cerca
I de XIV
Editado por Tusquets en la Colección Andanzas, el libro Bioygrafía. Vida y obra de Adolfo Bioy Casares apareció en Argentina en “abril de 2016” y en México en “junio de 2016”. Silvia Renée Arias (Tres Arroyos, Buenos Aires, 1963), su autora, apunta en su “Nota preliminar” que frecuentó a Bioy “A lo largo de los cinco últimos años de su vida” y que estuvo presente el día de su fallecimiento a sus 85 años, ocurrido en el CEMIC de Las Heras, en Buenos Aires, a las 18:50 horas del “lunes 8 de marzo de 1999” (“pude darle el beso del adiós minutos antes de que partiera definitivamente de este mundo”, dice). Pero además tiene en su haber dos libros previos a éste, donde también explora y bosqueja vertientes y entresijos de la vida y obra de Adolfito, el legendario héroe de las mujeres, esposo de Silvina Ocampo desde el 15 de enero de 1940 (hasta que ella murió, a los 90 años, “el martes 14 de diciembre de 1993”), y entrañable amigo de Jorge Luis Borges desde “1931 o 32” (hasta que éste murió, casi a los 87 años, el sábado 14 de junio de 1986): Bioy en privado, impreso en 1998, en Buenos Aires, por Lázara Grupo Editor, de escasa o nula circulación fuera de la Argentina, urdido con conversaciones que ella sostuvo con Bioy, más “testimonios de sus más queridos amigos” y “una colección de fotos de automóviles clásicos citados en varias de sus obras”; y Los Bioy, centralmente las memorias y vivencias de Jovita Iglesias, el ama de llaves y asistente doméstica de Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares en el piso de Posadas 1650 durante más de cinco décadas (1949-2001), finalista en España del XIV Premio Comillas de biografía, autobiografía y memorias, publicado en Buenos Aires por Tusquets, en 2002, en la Colección Andanzas, y en Barcelona, en 2003, en la Colección Fábula. Libros que la nutrieron y cita en las páginas de su Bioygrafía, a lo que se añade el intrínseco hecho que declara en su “Nota preliminar”: “esta Bioygrafía está basada —además de los recuerdos personales—, en material que fui guardando a lo largo de veinte años, desde aquel lejano 1994, cuando lo conocí.”Adolfo Bioy Casares y Silvia Renée Arias |
Colección Andanzas, Tusquets Editores México, junio de 2016 |
Contraportada |
Pero lo que desconcierta en la Bioygrafía y demerita el acopio y la glosa no son las erratas de la edición ni la baja calidad de las imágenes (asunto que se le puede achacar a la empresa editorial), sino los errores y descuidos de la propia autora, mismos que se observan a lo largo de su libro. Por ejemplo, en la página 28, en el bosquejo del cortejo fúnebre del ex presidente Victorino de la Plaza, fallecido el 2 de octubre de 1919, y que el niño Bioy, de cinco años, presenció, dice: “Varios hombres, entre ellos Julio A. Roca, y un grupo de señoras y señoritas de la sociedad, llevaban los cordones del féretro. El cortejo desfiló por la avenida y se detuvo en el sitio donde se ensanchaba, formando un amplio círculo. Bioy nunca olvidaría la congoja que sintió.” Pero el general Julio Argentino Roca, alias el Zorro, dos veces presidente de la Argentina, había muerto el 14 de octubre de 1914, un mes después de que Adolfito naciera.
II de XIV
En su esbozo del primer encuentro de Borges y Bioy en la regia quinta de San Isidro, donde vivía Victoria Ocampo, sucedido, dice en la página 61 de su Bioygrafía, en “la primavera de 1931, noviembre tal vez”, apunta con presteza en la página 62: “Adolfito sí sabía de quién se trataba: [Borges] había publicado cuatro libros de ensayos, una biografía y tres poemarios, y obtenido el Segundo Premio Municipal de Prosa por El idioma de los argentinos, publicado en 1928.” Pero hacia noviembre de 1931, Borges sólo había publicado tres libros de ensayos de escaso tiraje y no cuatro: Inquisiciones (1925), El tamaño de mi esperanza (1926) y El idioma de los argentinos (1928); y, efectivamente, una biografía (no ortodoxa): Evaristo Carriego (1930), y tres poemarios: Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929). Ese Segundo Premio Municipal, Borges lo alude en la página 62 de su Ensayo autobiográfico (GG/CC/Emecé, 1999), cuya primera edición en inglés data de 1970: “En 1929 [sic] ese tercer libro de ensayos ganó el segundo Premio Municipal, que consistía en tres mil pesos, lo cual en aquella época era una suma señorial de dinero.” Vale recordar que algunos biógrafos de Borges repiten más o menos esto y otros afirman que el premio fue por Cuaderno San Martín; es por ello que James Woodall apunta en la página 121 de La vida de Jorge Luis Borges. El hombre en el espejo del libro (Gedisa, 1998): “A principios de 1929 o a fines de ese año (no poseemos datos precisos sobre ese punto) Borges ganó un premio literario; sólo podemos decir que lo ganó, o bien por El idioma de los argentinos o bien por Cuaderno San Martín o, posiblemente, cada uno de estos haya ganado premios.” Cosa que, curiosamente, registra Horacio Jorge Becco en su “Cronología bibliográfica” incluida en Jorge Luis Borges. Bibliografía total 1923-1973 (Pardo, 1973): “1928”: “Reúne algunos ensayos en su libro, El idioma de los argentinos, con el cual mereció el Segundo Premio Municipal de Prosa”; “1929”: “El tercer libro de poemas: Cuaderno San Martín. Se le otorga el Segundo Premio Municipal de Poesía.”Jorge Guillermo Borges y El Caudillo (Palma de Mallorca, 1921). En la página 59 de Borges. Fotografías y manuscritos (Renglón, 1987). |
III de XIV
En la página 72 de la Bioygrafía, comprendida en el “Capítulo III (1931-1940)”, cuando acaba de referir el inicio del vínculo amoroso entre Silvina Ocampo y Bioy (“Silvina iba a cumplir treinta y un años, y Adolfito, veinte”), afirma que, “en general”, los “cuentos [de él] seguían siendo meras adaptaciones de sueños”. Y líneas abajo añade: “Ya llegaría el día en que publicaría, junto a Jorge Luis Borges, en la Antología de relatos breves, la historia de Chua Tsú [sic], sobre la idea del sueño encadenado y tal vez infinito, el sueño y su indescifrable ambigüedad: ‘Chua Tzú [sic] soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre’.” Vale observar que la antología que refiere la biógrafa en cursivas no se titula así, sino Cuentos breves y extraordinarios, libro impreso por Raigal, en Buenos Aires, en 1955, tal y como aparece datado en la correspondiente nota 19. Ese lapsus remite a la página 58 donde escribe “Enciclopedia Larrouse”, en vez de Larousse; y al lapsus que comete cada vez que cita El jardín de senderos que se bifurcan (páginas 104, 109, 147 y 299), libro de cuentos de Borges editado por Sur el “30 de diciembre de 1941” (no enlistado en su “Bibliografía”), pues ella le inserta el artículo “los” antes de senderos. La versión transcrita por la biógrafa es, efectivamente, la que figura en Cuentos breves y extraordinarios, pero allí el nombre del filósofo chino no figura como “Chua Tsú” ni “Chua Tzú”, sino Chuang Tzu, de ahí que esté titulada “El sueño de Chuang Tzu”. Tal versión, hecha de la traducción inglesa de Herbert Allen Giles datada en 1889, quizá la hizo sólo Borges, pues él, en solitario y tal cual, la compiló en su Libro de sueños, antología de narrativa breve publicada en Buenos Aires, en 1976, por Torres Agüero. Pero el mero día de publicar a cuatro manos (o a seis) ese celebérrimo y minúsculo relato de Chuang Tzu llegó 15 años antes de los Cuentos breves y extraordinarios, pues en la página 240 de la susodicha Antología de la literatura fantástica, editada por Sudamericana el 24 de diciembre de 1940 (se lee en colofón), Borges, Bioy y Silvina publicaron, sin título y dizque “Del libro de Chuang Tzu (300 A.C.)”, una versión ligeramente distinta, menos bella y menos eufónica: “Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.” Vale añadir que en la edición de 1965 de la Antología —que es la sucesivamente reeditada hasta el presente— se reitera la misma variante de 1940, pero titulada “Sueño de la mariposa”. Antología de la literatura fantástica (Sudamericana, 1940) Páginas 240-241 |
IV de XIV
Entre las páginas 84-85, apunta la biógrafa: “A propósito de Borges, el 29 de abril de ese año [1936] publicó en Viau y Zona su tercer libro de ensayos, Historia de la eternidad, y poco después llevó a Bioy a la casa de Manuel Peyrou, para que lo conociera. Peyrou vivía en la calle Austria, tenía treinta y dos años y era abogado como su padre, que se había recibido en la misma promoción que el Dr. Bioy, aunque Manuel no ejerció nunca.” Vale observar que Historia de la eternidad no es el “tercer libro de ensayos” de Borges, sino el sexto o el séptimo, según se vea; es decir, había publicado los siguientes cinco libros de ensayos: Inquisiciones (1925), El tamaño de mi esperanza (1926), El idioma de los argentinos (1928), Evaristo Carriego (1930) —que es un esbozo biográfico, pero también un compendio de ensayos (con numerosas variantes y añadidos en la edición de 1955 impresa por Emecé), Discusión (1932), y luego el sexto o séptimo: Historia de la eternidad (1936), pues recogió el ensayo titulado Las kenningar, una delgada plaquette de 26 páginas editada en 1933, en Buenos Aires, por Francisco A. Colombo. Y yerra al decir que Manuel Peyrou “tenía 32 años”, pues nacido en San Nicolás de los Arroyos el 23 de mayo de 1902, en 1936 cumplió 34 años. Además, no bosqueja la hilarante y simpática anécdota de que Adolfito, ingenuo “aspirante a escritor”, leyó en Historia de la eternidad la “falsa reseña de El acercamiento a Almotásim y pidió la novela inexistente a un librero de Londres”, según apunta Edwin Williamson en la página 247 de Borges, una vida (Seix Barral, 2004). (Seix Barral, 2006) |
(Emecé, 2002) |
Detalle del número 3 de Destiempo (diciembre, 1937) En Museo. Textos inéditos (Emecé, 2002) |
V de XIV
En la página 94 de su Bioygrafía, sin precisar el lugar y el tiempo, pero ubicándolo más o menos entre 1936 y 1937, Silvia Renée Arias apunta: “Bioy se abocó a planear con Borges un cuento que sería el origen de los Seis problemas para don Isidro Parodi.” Libro publicado por Sur en 1942, firmado con el pseudónimo de H. Bustos Domecq. Y enseguida bosqueja: “La idea fue de Borges. Trata de un filántropo (en algunas fuentes alemán, en otras holandés), en todo caso, del doctor Pretorius, un sádico director de un colegio que, a través de juegos en los que no faltan la música y los bailes, tortura y mata niños que integran una colonia de vacaciones. Muchos años después Daniel Martino, albacea de Bioy, encontró ese cuento inacabado entre sus papeles y fue publicado el 4 de noviembre de 1990 en el diario La Nación, según consta en la bibliografía del propio Martino, bajo el título ‘El doctor Pretorius’.” No obstante, la biógrafa no precisa ni data el libro donde se halla tal bibliografía y el único que consigna de Daniel Martino en su propia “Bibliografía” es anterior a 1990: ABC de Adolfo Bioy Casares, editado en Buenos Aires, por Emecé, en 1989.(París, 1964) |
(Galerna, 1968) |
“Aquel folleto significó para mí un valioso aprendizaje; después de su redacción yo era otro escritor, más experimentado y avezado. Toda colaboración con Borges equivale a años de trabajo.
“Intentamos también un soneto enumerativo, en cuyos tercetos no recuerdo cómo justificamos el verso
los molinos, los ángeles las eles
“y proyectamos un cuento policial —las ideas eran de Borges— que trataba de un doctor Praetorius, un alemán vasto y suave, director de un colegio, donde por medios hedónicos (juegos obligatorios, música a toda hora), torturaba y mataba niños. Este argumento, nunca escrito, es el punto de partida de toda la obra de Bustos Domecq y Suárez Lynch.”
(Colección Andanzas núm. 210, Tusquets Editores, abril de 1994) En la foto: Bioy en Rincón Viejo, su estancia paterna en Pardo, provincia de Buenos Aires (noviembre de 1971). |
“En invierno, Borges pasa una semana en el campo conmigo. Escribimos un folleto sobre la leche cuajada (nuestro primer trabajo en colaboración). Planeamos un cuento, que nunca escribiremos, que es el origen de los ‘Seis problemas para don Isidro Parodi’, sobre un filántropo alemán, el doctor Praetorius, que por medios hedónicos —música, juegos incesantes— mata niños.”
Al parecer, ese fecha de “1937” obedece a lo que Bioy apunta y recuerda en “Aprendizaje”, artículo memorioso y autobiográfico, erradamente incluido en La invención y la trama antes que “Libros y amistad” y que Marcelo Pichon Rivière no data en ninguna nota del volumen, amén de que su antología carece de bibliografía y de que sus notas suelen ser vagas y con poca o nula precisión bibliográfica. Dice Bioy en “Aprendizaje”, tácita e implícitamente aludiendo a “Libros y amistad”:
(FCE, 1988) |
“En 1935 o 36 —ahora descubro que fue en 1937— fuimos a pasar una semana en una estancia en Pardo, con el propósito de escribir en colaboración un folleto comercial, aparentemente científico, sobre los méritos de un alimento más o menos búlgaro. Hacía frío, la casa estaba en ruinas, no salíamos del comedor, en cuya chimenea crepitaban ramas de eucaliptos. Aquel folleto significó para mí un valioso aprendizaje; después de su redacción yo fui un escritor más experimentado y avezado. Toda colaboración con Borges equivale a años de trabajo.”
“Los fragmentos grabados (y luego, por supuesto, corregidos por Bioy) y esta autocronología, no dejan de ser fragmentarios, pero conforman —junto a los escritos mencionados— un texto provisorio. Un conjunto de revelaciones que ayudan a conocer los diarios afanes que acompañan las invenciones, ficciones y sátiras de Adolfo Bioy Casares.”
VI de XIV
No obstante a que Emecé en 1943 había publicado Los mejores cuentos policiales, antología de Bioy y Borges, donde de éste se incluyó el magistral “La muerte y la brújula”, en la página 107 de la Bioygrafía se lee: “A pesar de que en principio la editorial [Emecé] no había querido aceptar por entender que una novela policial no era literatura, ‘El Séptimo Círculo’ fue la primera en su género de habla hispana, y Borges y Bioy la dirigirían hasta fines de la década del cincuenta, al cabo de los cuales editarían unas cien obras.” Pero Daniel Martino, en su “Cronología” urdida para la citada edición conjunta en el número 221 de la Biblioteca Ayacucho, apunta en la entrada de “1945”: “Febrero: aparece, traducido por J.R. Wilcock, La bestia debe morir, primer volumen de El séptimo círculo, colección (1945-1955) dirigida junto a Borges.” Cuyo nombre al parecer eligió Borges porque remitía al círculo de los violentos, según el Infierno de Dante. Vale añadir que La bestia debe morir apareció en inglés, en 1938, firmada por Nicholas Blake, pseudónimo del poeta británico Cecil Day-Lewis. Y que Los que aman, odian, la única novela policial escrita por Bioy y Silvina Ocampo, apareció, en El Séptimo Círculo, el 8 de agosto de 1946. Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares. Foto de Mariano Roca que ilustra la 2ª de forros de Los que aman, odian (Tusquets, 1989). |
(Colección Andanzas núm. 261, Tusquets Editores, 1996) |
VII de XIV
En la página 121 de su Bioygrafía, al comenzar “Amor en París: Bioy y Garro”, que es el primer subcapítulo del “Capítulo V (1950-1955)”, apunta Silvia Renée Arias:“El mexicano Octavio Paz le dedicó a Silvina Ocampo, en 1946, el poema ‘Arcos’, y ella a su vez, “Frente al Sena”, donde rememora el Río de la Plata. Si bien se conocieron en París, Silvina ya sabía quién era él por referencias de amigos, y le parecía una persona encantadora. Por su parte, Bioy no conoció a Octavio Paz sino cuatro años después y fue en el Hotel George V de París, el más elegante de la ciudad. Y también a Helena Garro, su esposa.
“Helena y Octavio tenían una hija de nueve años, Laura Elena, apodada La Chata. Helena (después dejaría caer la ‘h’ de su nombre, nosotros lo hacemos a partir de ahora) tenía veintinueve años. Bioy todavía no había cumplido treinta y cinco. Ella era una joven alegre, popular, ajena a los convencionalismos, sofisticada en su vestimenta, dueña de una distinguida belleza y, al parecer, una destacada escritora.”
Octavio Paz, Elena Garro y su hija Laura Helena Paz Garro (París, Francia) Foto en Memorias (Océano, 2003) |
Elena Garro de joven |
Dedicatoria en el anverso |
Elena Garro, Adolfo Bioy Casares, Octavio Paz y Helena Paz Garro (Nueva York, 1957) |
(Océano, 2003) |
“A pesar de su aparente liberalismo, y hasta de inmoralidad sobre el amor en sus libros de ensayos, una cosa era la letra impresa y otra que le quitaran algo que, a lo mejor, no amaba, pero sí admiraba y, en todo caso, le pertenecía, como mi madre.”
En la citada página 150 de la Bioygrafía, en lo referente a 1957, dice la biógrafa: “Elena había escrito Un hogar sólido, obra teatral en un acto, que se representaría en julio de ese mismo año y sería publicada como libro, con el mismo título, un año después.” Según apunta el historiador y crítico teatral Antonio Magaña-Esquivel en el libro V de Teatro mexicano del siglo XX (FCE, 1970), cuando Octavio Paz “aparecía como director literario, en el cuarto programa, de Poesía en Voz Alta, se montaron tres pequeñas obras, en un acto, de ella: Andarse por las ramas, Los pilares de doña Blanca y Un hogar sólido. Fueron estrenadas en el Teatro Moderno [de la capital mexicana] el 19 de julio de 1957, también bajo la dirección de Héctor Mendoza.” Quien dirigió “en el Teatro del Caballito, en 1956, en el segundo programa de Poesía en Voz Alta”, la puesta en escena de La hija de Rappaccini, adaptación teatral del cuento homónimo de Nathaniel Hawthorne hecha por Octavio Paz. Y, efectivamente, el libreto teatral “Un hogar sólido” se publicó, en 1958, en un libro homónimo que reunió seis libretos de un acto. Fue el primer libro de Elena Garro, editado en Xalapa por la Universidad Veracruzana con el número 5 de la Colección Ficción, que había iniciado ese año con la publicación de la novela Polvos de arroz, de Sergio Galindo, y donde Gabriel García Márquez publicaría, en 1962, con el número 34 de la serie, Los funerales de la mamá grande, su primer libro de cuentos y su primer libro editado en México, apenas un año después de haberse instalado en la capital del país, donde “desde julio de 1965 hasta julio o agosto de 1966” escribiría Cien años de soledad (Sudamericana, 1967); editora universitaria y provinciana, fundada y dirigida por Sergio Galindo, que en 1964 publicó La semana de colores, el primer libro de cuentos de Elena Garro, con el número 58 de la Colección Ficción, luego de que obtuviera el sonoro Premio Xavier Villaurrutia por Los recuerdos del porvenir (Joaquín Mortiz, 1963), su primera novela, que según la leyenda, Octavio Paz, pese a que estaban divorciados desde “el 15 de julio de 1959”, sacó del baúl y llevó a la editorial. Pero sólo hasta el “3 de enero de 1983”, en la misma Colección Ficción, ya sin número, se publicó la segunda edición de Un hogar sólido, aumentada con seis libretos e ilustrada con dibujos del pintor Juan Soriano, de quien es la viñeta de la portada de la edición príncipe.
(Sudamericana, 1965) |
En este sentido, vale subrayar que en el fragmentario, breve y disperso esbozo del vínculo erótico y afectivo entre Bioy y Elena Garro, descuellan los amorosos pasajes de varias misivas que él le envió a ella (en un lapso de 20 años), y que, según data, la biógrafa leyó en las “Cartas de Adolfo Bioy Casares a Elena Garro”, publicadas por Pascal Beltrán del Río el “30 de noviembre de 1997” en el periódico bonaerense La Nación. Es decir, se entrevé que no consultó el archivo, abierto a los investigadores, de la “correspondencia y manuscritos que Garro vendió [en 1997] a la Universidad de Princeton, enriquecido después por Helena Paz, con diarios, memorias y otros documentos”.
Y entre las páginas 149-150, la biógrafa apunta: “Ese viaje a Nueva York [iniciado ‘a principios de enero de 1957’], que sería el último que emprendería con su padre [y ‘que iba a durar dos meses’], quedaría para siempre en el recuerdo de Bioy también a causa de haberle permitido reencontrarse con Elena Garro, quien un año antes había sido la artífice, junto a Octavio Paz, de la publicación, en México, de su libro Historia prodigiosa, que en la Argentina se publicaría en 1961.” Cierto, la primera edición de Historia prodigiosa se publicó en México en 1956 y la segunda edición la publicó Emecé en Buenos Aires, en 1961, y la biógrafa la cita en su “Bibliografía”; pero omite la sobria pero preciosista y cuidada tercera edición, impresa en Madrid, en 1991, por las Ediciones de la Universidad de Alcalá de Henares —ya como rimbombante Premio Cervantes 1990— y en el contexto de las inminentes celebraciones del Quinto Centenario. Y también omite algunos de los detalles que Bioy bosqueja en la “Nota preliminar” con que la signó:(EUAH, 1991) |
“Historia prodigiosa apareció en México, en 1956, con un pie de imprenta de Obregón; pocos ejemplares llegaron a Buenos Aires. En esta edición, como en la argentina de 1961, agrego a la serie original un nuevo cuento, Los dos lados.”
Cuyo título en el interior del libro es “De los dos lados”; y según la citada bibliografía de Daniel Martino, con el título “De cada lado”, se publicó antes en La Habana, en 1956, en el número 5 de Ciclón.
Adolfito y su madre Marta Casares (Buenos Aires, c. 1950) |
VIII de XIV
En la página 138 de la Bioygrafía se lee: “En los primeros días de marzo de 1953, el Dr. Bioy —que tras la muerte de su esposa se había mudado por unos meses con su hijo y Silvina a Aguado 2863, aunque seguían frecuentando la casa de Santa Fe y Ecuador— se reunió con ellos en Mar del Plata, y todavía estaban allí cuando el 8 de mayo la policía del régimen peronista se llevó detenida a Victoria Ocampo, acusándola de ocultar armas que, por su puesto, como recordaba María Esther Vázquez, jamás encontraron. Victoria pasó casi un mes en la cárcel femenina El Buen Pastor, de San Telmo, recluida entre prostitutas y delincuentes comunes. Según dirá después, allí su vida tocó fondo. También Norah, la hermana de Borges, y su madre, doña Leonor, de setenta y siete años, fueron detenidas y arrestadas —aunque temporalmente—, acusadas de escándalo público.” Cierto es que la reclusión de Victoria Ocampo en la cárcel de mujeres El Buen Pastor, acusada de participar “en un atentado”, se sucedió entre el 8 de mayo y el 2 junio de 1953; encierro que suscitó protestas y críticas de intelectuales contra el régimen de Perón, tanto en Argentina, en Estados Unidos y en Francia, según lo bosquejan Laura Ayerza de Castillo y Odile Felgine entre las páginas 253-256 de su biografía Victoria Ocampo (Circe bolsillo, 1998). Pero el arresto de doña Leonor y de su hija Norah ocurrió “El 8 de septiembre de 1948” y no en 1953, por ende la madre de Borges, nacida en 1876, tenía 72 años y no 77. Tal episodio lo esboza María Esther Vázquez entre las páginas 197-198 de su citada biografía de Borges. Según dice: “Leonor Acevedo de Borges y su hija Norah estaban en la calle Florida con un grupo de amigas. De pronto, todas empezaron a cantar el Himno nacional al mismo tiempo que repartían panfletos objetando la reforma de la Constitución (por la cual Perón podría ser reelegido). La gente, queriendo enterarse de qué pasaba, las rodeó. Llegó la policía y, como no tenían permiso para hacer una reunión en ‘la vía pública’, se las llevaron a la comisaría de la calle Lavalle. De la comisaría fueron derivadas a la cárcel El Buen Pastor, donde iban a parar delincuentes comunes, prostitutas y presas políticas. Norah y Adela Grondona estuvieron un mes confinadas y Leonor, como ya tenía 72 años, se la condenó a treinta días de arresto domiciliario.”
Doña Leonor y su hijo Borges en la entrada de Maipú 994, en cuyo departamento B del sexto piso vivían desde mediados de los años 40. |
Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares |
Y al inicio del siguiente párrafo de la misma página 138 la biógrafa apunta: “También ese año [1953] Torres Ríos y Torre Nilsson filmaron El crimen de Oribe con el argumento de El perjurio de la nieve. Este hecho mereció un festejo que se llevó a cabo en el departamento de Santa Fe y Ecuador.” Y enseguida esboza algunas menudencias irrisorias de tal celebración. Vale observar que el cuento “El perjurio de la nieve” lo editó Emecé, en 1944, en los Cuadernos de la Quimera, y luego fue incluido en La trama celeste, libro editado por Sur en 1948. Pero El crimen de Oribe, filme en blanco y negro, data de 1950 y su estreno ocurrió el 13 de abril de tal año y por ende no fue rodado en 1953.
IX de XIV
En la página 139 de la Bioygrafía, Silvia Renée Arias dice que Bioy y Silvina Ocampo viajaron a Europa “desde mediados de julio hasta fines de noviembre” de 1953. Y en la página 141 cuenta que, en París, Julio Cortázar y Aurora Bernárdez, quienes se habían casado “hacía un año”, invitaron a comer a Bioy; pero la boda de Aurora Bernárdez y Julio Cortázar ocurrió el 22 de agosto de 1953, se lee en la página 98 de Julio Cortázar. La biografía (Seix Barral, 1998), de Mario Goloboff, quien corroboró la fecha con Aurora. Y según apunta de Cortázar en la misma página 141: “Hacía unos ocho años que había publicado en Sur, a instancias de Borges —que ya en ese tiempo colaboraba en la revista—, ‘Casa tomada’, un cuento en los que muchos veían la imagen del peronismo como invasión de la casa paterna. Ese cuento estaba incluido en Bestiario, libro que a Bioy le había gustado mucho.” En ese párrafo la biógrafa olvida que Borges colaboraba en la revista Sur desde el primer número, editado en enero de 1931. Y si bien “Casa tomada” había sido incluido en Bestiario, libro impreso en 1951, en Buenos Aires, por Sudamericana, no fue “publicado en Sur”, sino en el número 11 de la revista Los Anales de Buenos Aires, correspondiente a diciembre de 1946; o sea: casi siete años antes y no “Hacía unos ocho años”. Curiosamente, en la página 108 de Museo se reproduce en blanco y negro la portada de ese número 11, donde, en la nómina de colaboradores, está enlistado Julio Cortázar.
Portada del núm. 11 de Los Anales de Buenos Aires (diciembre de 1946) Imagen en Museo. Textos inéditos (Emecé, 2002) |
Aurora Bernárdez y Julio Cortázar |
“Hacia mil novecientos cuarenta y tantos, yo era secretario de redacción de una revista literaria, más o menos secreta. Una tarde, una tarde como las otras, un muchacho muy alto, cuyos rasgos no puedo recobrar, me trajo un cuento manuscrito. Le dije que volviera a los diez días y que le daría mi parecer. Volvió a la semana. Le dije que su cuento me gustaba y que ya había sido entregado a la imprenta. Poco después, Julio Cortázar leyó en letras de molde ‘Casa tomada’ con dos ilustraciones a lápiz de Norah Borges. Pasaron los años y me confió una noche, en París, que ésa había sido su primera publicación. Me honra haber sido su instrumento.”
Y según dice Silvina Renée Arias en la citada página 141 de su Bioygrafía: “sin duda lo más importante de aquel viaje fue que en noviembre [Adolfito y Silvina Ocampo] regresaron a Buenos Aires con Marta, una beba de cuatro meses, hija de Bioy y de María Teresa von der Lahr. Su nacimiento, producido el 8 de julio de ese 1954, había tenido lugar —según un hijo de Margot Bioy, prima de Adolfito— en Pau, Francia, en la clínica de Eduardo Bioy.”
Marta Bioy Ocampo en el piso de Posadas (septiembre de 1960) Foto: Adolfo Bioy Casares |
“En mayo de 1953, un mes después de pasar unos días en Mar del Plata, Jovita Iglesias se casó con José Pepe Montes, que por entonces realizaba trabajos en Obras Sanitarias [y que también sería empleado de los Bioy hasta el fin]. La fiesta tuvo lugar en el patio de la casa donde vivían, en el barrio de Villa Urquiza. Poco más tarde se instalarían definitivamente con Silvina y Bioy en el piso de Posadas.
“El viaje que los Bioy hicieron aquel año a Europa se prolongaría desde mediados de julio hasta fines de noviembre.”
Es decir, Silvia Renée Arias, en la página 139, inicia el primer párrafo de ese subcapítulo situándolo en “mayo de 1953” y en el siguiente párrafo (y en el par de páginas que siguen) habla del viaje que los Bioy hicieron aquel año a Europa” (“desde mediados de julio hasta fines de noviembre”); y es allí donde radica el yerro que suscita los yerros subsiguientes, pues empieza hablando de hechos ocurridos en “mayo de 1953” (“hasta fines de noviembre”) y luego, en el transcurso y sin especificarlo debidamente, salta a 1954. Y esto sólo advierte cuando en la página 141 refiere la fecha del nacimiento de Marta Bioy Ocampo: 8 de julio de 1954.
(Nueva Imagen, 1983) |
X de XIV
En la página 153 de la Bioygrafía, Silvia Renée Arias apunta: “Pocos meses después, a mediados de 1960, [Bioy] asistió en Río de Janeiro, Brasil, a la reunión del PEN Club. Más de una noche comió en el restaurante italiano de Copacabana junto a Alberto Moravia y su mujer, Elsa Morante, y también con Giorgio Bassani y otros. Llevó un diario sobre esta estadía de apenas una semana, del 23 al 30 de julio, bajo el título Unos días en el Brasil, que se imprimió sólo en trescientos ejemplares, para los amigos, porque muchos de los allí mencionados todavía estaban vivos y Bioy decía no tener la intención de ofender a nadie. Once años después de la muerte de Bioy, sería reeditado por La Compañía de los Libros, y algunas críticas le darían la razón a Bioy acerca de su temor a la ofensa. No serían pocos los que juzgarían que allí se revela un Bioy maledicente, como en su Borges [Destino, 2006], que ocultaba, bajo su cortesía en sociedad, un ánimo de venganza que practicaba en sus diarios. Pero como siempre, lo redimían, de alguna manera, el sentido del humor y la ironía.”(Destino, 2006) |
XI de XIV
Entre las páginas 156-157 de la Bioygrafía apunta: “Sin embargo, lo curioso de El lado de la sombra es que incluye ‘Un viaje o el mago inmortal’, que Bioy escribió en un hotel de Portofino mientras leía a Dante, y que es casi idéntico a ‘La puerta condenada’, que unos pocos años antes había escrito Julio Cortázar mientras leía un libro de vampiros en una casa en un bosque de Francia. En la introducción a un exhaustivo trabajo, observa Vlady Kociancich:
“‘Salvo como truco de la memoria, ¿interesa que una página de Maupassant se filtrara en El negro del Narciso, de Joseph Conrad? ¿Deslumbra menos El Aleph de Borges porque sigue las huellas de El cuento más hermoso del mundo de Kipling? Reflejos de una común identidad irisan la máscara bruñida de toda obra literaria. Nadie lo ignora. Tampoco dos autores argentinos, Adolfo Bioy Casares y Julio Cortázar. A ellos, sin embargo, estas livianas coincidencias un día se les dieron con creces. Escribieron dos cuentos idénticos...’.”
Borges y Vlady Kociancich (c. 1960) Foto: Adolfo Bioy Casares En Borges (Destino, 2006) |
(Emecé, 1962) |
XII de XIV
En la página 176 de la Bioygrafía, Silvia Renée Arias dice: “las historias de amor no eran incumbencia de la literatura de Borges, mientras que ya sabemos lo importante que resultaban en” la obra de Bioy. Cierto es que “las historias de amor” no son programáticas en “la literatura de Borges”, pero el tema del amor, sus formas y variantes sí están presentes, de manera dispersa y muchas veces tácita e implícita, a lo largo de su obra (poemas, cuentos, ensayos, prólogos, conferencias, dedicatorias). Baste recordar, por ejemplo, que el personaje Borges que en “El Aleph” asiste a la casa de la calle Garay cada “30 de abril”, lo hace porque considera ese día la conmemoración del cumpleaños de Beatriz Viterbo, fallecida en 1929, prima hermana del poeta Carlos Argentino Daneri, de la que Borges sigue infructuosa y patéticamente enamorado, y de la que él, en la visión simultánea del universo que le brinda el Aleph, ve “cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino”. O que en medio de un pie de página de “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, Borges, o el personaje Borges, anota: “Todos los hombres, en el vertiginoso instante del coito, son el mismo hombre.” El cual, en la versión de la Antología de la literatura fantástica de 1940, dice: “Todos los hombres, en el instante poderoso del coito, son el mismo hombre.” O que en la serie de íntimas respuestas a la inicial pregunta “¿Qué será Buenos Aires?”, que se leen en su poema “Buenos Aires”, incluido en Elogio de la sombra (Emecé, 1969), hay un versículo que reza: “Es la mano de Norah, trazando el rostro de una/ amiga que es también el de un ángel.” Y otro: “Es el día que dejamos a una mujer y el día en/ que una mujer nos dejó.” O que en el cuento “La intrusa”, dos rústicos “orilleros antiguos” y decimonónicos, los Nilsen, que son hermanos, comparten los favores sexuales de una misma mujer y al final uno la mata. O que en “El muerto”, en el destino fatal del compadrito Benjamín Otálora, se le haya “permitido el amor” de “la mujer de pelo reluciente”, que no es otra que la mujer de su jefe: el bandolero y forajido Azevedo Bandeira. O que en “Le regret d’Heraclite”, versículo en El hacedor (Emecé 1960), se lea: “Yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca aquel en cuyo abrazo desfallecía Matilde Urbach.” O que en la primera de las “Tankas” de El oro de los tigres (Emecé, 1972) cante: “Alto en la cumbre/ Todo el jardín es luna,/ Luna de oro./ Más preciso es el roce/ De tu boca en la sombra.” Y al final del homónimo poema que cierra tal poemario, el viejo y ciego poeta revela: “Con los años fueron dejándome/ los otros hermosos colores/ y ahora sólo me quedan/ la vaga luz, la inextricable sombra/ y el oro del principio./ Oh ponientes, oh tigres, oh fulgores/ del mito y de la épica,/ oh un oro más preciso, tu cabello/ que ansían estas manos.” Y entre numerosos y azarosos ejemplos podría transcribirse “Ausencia”, poema de Fervor de Buenos Aires (1923), su primer libro; y por lo menos el final de “Haydee Lange” (de quien otrora estuvo enamorado y con la que soñó y quiso casarse), poema de Los conjurados (Alianza, 1985), su último poemario: “Esas cosas,/ sin nombrarte te nombran.”Haydée Lange y Borges, de barba y boina, recuperándose del accidente sufrido el 24 de diciembre de 1938. En Borges. Fotografias y manuscritos (Renglón, 1987) |
“No sé qué opinará mi lector de esa imaginación; yo la juzgo perfecta. Usarla como base de otras invenciones felices, parece previsiblemente imposible; tiene la integridad y la unidad de un terminus ad quem, de una meta. Claro está que los es; en el orden de la literatura, como en los otros, no hay acto que no sea coronación de una infinita serie de causas y un manantial de una infinita serie de efectos. Detrás de la invención de Coleridge está la general y antigua invención de las generaciones de amantes que pidieron como prenda una flor.”
XIII de XIV
En la página 193 de la Bioygrafía apunta: “En lo que respecta a la literatura, Nuevos cuentos de Bustos Domecq estaba casi listo para ser publicado al año siguiente, en 1978”. Pero tal libro no se publicó en 1978, sino en 1977, en Buenos Aires, por las Ediciones Librería La Ciudad, con ilustraciones de Fernández Chelo. Una minucia, claro está, que recuerda otra que se lee en la página 231: “Aquellos viajes por México y Uruguay se coronaron con otra grata sorpresa: Bioy supo que su candidatura al Premio Cervantes había sido propuesta por la Academia de Letras de México y la de Uruguay, dos países que tanto quería.” Pero si bien la uruguaya se llama Academia Nacional de Letras de Uruguay, la de México se denomina Academia Mexicana de la Lengua.Luego, en la página 206, anota: “A fines de diciembre de 1983, cuando el radical Raúl Alfonsín asumió la presidencia de la Nación, al cabo de una dictadura criminal, el período más negro de la historia argentina, Bioy se sintió esperanzado y escéptico.” Pero Raúl Alfonsín no inició su presidencia “A fines de diciembre de 1983”, sino el 10 de diciembre.
Y en la página 209 dice: “Algunas interpretaciones —alentando la inevitable comparación— observaron que su ‘nóumeno’ se aproximaba mucho al aleph de Borges.” Y sintéticamente, apoyada por esas lecturas que no precisa, discurre un poco por esa falaz vertiente.
XIV de XIV
Silvia Renée Arias Foto en la 2ª de forros de la Bioygrafía (Tusquets, 2016) |
Corolario. Lo expuesto arbitrariamente a cuentagotas no agrupa todo el cúmulo de equivocaciones y descuidos que se leen en la Bioygrafía de Silvia Renée Arias. No obstante, vale repetirlo, su lectura es amena y absorbente. Pero con la inesperada sorpresa del errado bagaje —muy cuestionable en una biógrafa— incita al lector a la suspicacia, al continuo estado de alerta y al cotejo.
Silvia Renée Arias, Bioygrafía. Vida y obra de Adolfo Bioy Casares. Iconografía en blanco y negro. Colección Andanzas, Tusquets Editores. 1ª edición mexicana. México, junio de 2016. 344 pp.