Eres un témpano de hielo
Mario Vargas Llosa y La fiesta del Chivo (2000) |
(New York, Macmillan Company, 1966) |
Urania Cabral (Isabella Rosellini) Fotograma de La fiesta del chivo (2006) |
Trujillo (Juan Echánove), Mario Vargas Llosa y Carlos Saura |
Pedro Henríquez Ureña y familia |
Trujillo, el Papa Pío XII y Jonny Abbes García, jefe del SIM. |
Las hermanas Mirabal |
Y si bien el Chivo fue asesinado y esto resultó piedra angular para empezar a urdir una incipiente transición a la democracia, hábilmente manipulada por el entonces presidente Joaquín Balaguer (con la venia de la Iglesia católica y del nuevo cónsul norteamericano), la conspiración para matar al Chivo (con subterráneo, contrabandista y magro apoyo de la CIA) y dar con ello un golpe de Estado, no fue una estrategia milimétricamente planificada y realizada a imagen y semejanza de un infalible artilugio de relojería suiza. El grupo de vanguardia cometió garrafales errores de principiantes (pese a que había entre ellos curtidos militares y expertos tiradores) y no tenía plan B de escape, ni lugar prefijado ni alternativo para esconderse como escurridizos zorros o huir sin dejar rastros si algo fallaba, ni equipo médico ni oculta clínica médica para socorrer a los lesionados (superficialmente o de gravedad), ni las suficientes agallas para ejecutar al probable herido y evitar así la tortura y la delación que desvelara la identidad y el objetivo de los conspiradores.
Y el general Pupo Román, el flamante jefe de las Fuerzas Armadas que iba a encabezar el golpe de Estado y la transitoria “Junta cívico-militar”, por miedo a que los trujillistas lo mataran por traidor, los traicionó a los primeros indicios y por ende los conspiradores se tornaron en el objetivo del propio general Pupo Román y más aún del coronel Johnny Abbes García, el sangriento y sádico jefe del SIM (Servicio de Inteligencia Militar), y de la cruenta y torturadora venganza de Ramfis, el hijo predilecto del Chivo, a quien tras bambalinas el presidente y acomodadizo Balaguer le hizo creer que era el todopoderoso poder tras el cómodo de la presidencia y por ende aprobó su cometido de rastrear, torturar y eliminar a los asesinos de papi. Y para ello, a través del “nuevo líder parlamentario” (el acomodadizo y arribista senador Henry Chirinos”, apodado “la Inmundicia Viviente” por el inmundo Chivo), hizo que el Congreso aprobara una “moción dando al general Ramfis Trujillo los poderes supremos de la jerarquía castrense y autoridad máxima en todas las cuestiones militares y policiales de la República”.
Ramfis y Joaquín Balaguer |
Joaquín Balaguer |
Mario Vargas Llosa y su primo Luis Llosa Urquidi |
“En pocos segundos el Chevrolet Biscanye recuperó la distancia y continuó acercándose. ¿Y los otros? ¿Por qué Pedro Livio y Huáscar Tejeda no aparecían? Estaban apostados, en el Oldsmobile —también de Antonio de la Maza—, sólo a un par de kilómetros, ya debían de haber interceptado el auto de Trujillo. ¿Olvidó Imbert apagar y prender los faros tres veces seguidas? Tampoco aparecía Fifí Pastoriza en el viejo Mercury de Salvador, emboscado otros dos kilómetros más adelante del Oldsmobile. Ya tenían que haber hecho dos, tres, cuatro o más kilómetros. ¿Dónde estaban?”
Es decir, en la página 103 Pedro Livio Cedeño y Huáscar Tejeda Pimentel están en “un auto prestado por Estrella Sadhalá”; pero en la página 249 ese coche es “también de Antonio de la Maza”. Y el tal Fifí Pastoriza en la página 103 se halla “solo en su propio carro”; pero en la página 249 ese auto es el “viejo Mercury de Salvador”.
Curiosas contradicciones. Quizá Mario Vargas Llosa, aporreando las teclas a toda velocidad en su nuevo festín de Esopo, sintiéndose el mero Jaguar del Leoncio Prado disparando ráfagas de metralleta, estaba muy excitado, exultante y obnubilado matando al Chivo (tal vez catapultado por un potente trago de mezcal con gusano de maguey y pólvora), pues en la página 313, ya muertos el déspota y su chofer, y herido en el suelo Pedro Livio Cedeño, se lee:
El Jaguar (Juan Manuel Ochoa) Cadete del Colegio Militar Leoncio Prado Fotograma de La ciudad y los perros (1985) |
Mezcal con gusano de maguey |
Como ya habrá advertido el paciente y desocupado lector, el lapsus radica en que a Pedro Livio no lo subieron al coche del Chivo, sino al Chevrolet Biscanye de Antonio de la Maza, pues en ese momento el carro del dictador ya está afuera de la carretera. Incluso esto se sabe unos párrafos antes, pues en la página 312 Pedro Livio Cedeño, herido y tirado en el asfalto, “Percibió las siluetas de sus amigos cargando un bulto y echándolo en el baúl del Chevrolet de Antonio. ¡Trujillo, coño! Lo habían conseguido. No sintió alegría; más bien, alivio.” Y esto se hace así porque desde la página 173 se sabe que el pactado objetivo de la red de conspiradores es llevar el cadáver del Chivo ante los ojos del general Pupo Román, para que éste encabece el golpe de Estado y la “Junta cívico-militar”.
Y pese a que en la página 382 se reitera que el coche del Chivo es “el Chevrolet Bel Air 1957, color azul claro, de cuatro puertas, en el que siempre iba a San Cristóbal”, en la página 405 cambia de color: “En el kilómetro siete, cuando, en los haces de luz de las linternas de Moreno y Pou, [el general Pupo Román] reconoció el Chevrolet negro perforado, sus vidrios pulverizados y manchas de sangre en el asfalto entre los añicos y cascotes, supo que el atentado había tenido éxito. Sólo podía estar muerto luego de semejante balacera.”
Mario Vargas Llosa y La fiesta del Chivo (2000) |
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"Burundanga" (1953), Celia Cruz y la Sonora Matancera.
"Mataron al Chivo", canta el Negrito Macabí con la Orquesta de Antonio Morel.
La fiesta del Chivo, documental de Univisión sobre la dictadura de Trujillo.
La fiesta del Chivo (2006), trailer de la película basada en la novela homónima de Mario Vargas Llosa.
La fiesta del Chivo (2019), fragmento de un ensayo de la versión teatral basada en la novela homónima de Mario Vargas Llosa.
La ciudad y los perros (1985), trailer de la película basada en la novela homónima de Mario Vargas Llosa.