lunes, 1 de agosto de 2016

Los dos Borges

La hora de la espada

Dado que el político y escritor chileno de ascendencia ucraniana Volodia Teitelboim Volosky (1916-2008) tenía en su haber tres libros biográficos sobre tres chilenos notables en las letras del siglo XX: Neruda (Losada, 1985), Gabriela Mistral, pública y secreta (Bat, 1991), Huidobro, la marcha infinita (Hermes, 1993), a priori podría suponerse que Los dos Borges. Vida, sueños, enigmas (Hermes, 1996) también es un libro biográfico, pero no es así, pese a que explora y plantea aspectos biográficos de la vida y obra del escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986).
(Hermes, México, 1997)
  Los dos Borges es una especie de libro-juego; es decir, está integrado por cinco partes que comprenden cincuenta capítulos numerados con romanos y títulos, los cuales abarcan doscientos cincuenta y tres subcapítulos numerados con arábicos y rótulos, cada uno de los cuales inicia con un epígrafe que es un verso o un fragmento de un texto de Borges, cuyo lista de créditos remiten al volumen Jorge Luis Borges. Obra poética (Emecé, 1994). A esto se añade el “Índice de nombres” y los listados de las fuentes bibliográficas y hemerográficas.

Pero lo lúdico no radica sólo en tal armazón que invita a una azarosa y fragmentaria lectura más o menos semejante a la lectura-juego que Julio Cortázar propone en el preámbulo de Rayuela (Sudamericana, 1963), sino sobre todo en la manera en que Volodia Teitelboim aborda y desglosa sus temas; es decir, si bien Borges es el epicentro, lo es desde una perspectiva personal y caprichosa.
Si en las páginas iniciales Volodia hace un seguimiento más o menos cronológico, a lo largo del libro esto se torna totalmente arbitrario, pues el autor a través de los breves subcapítulos no sólo va y viene por el tiempo y el espacio según se le antoja, sino que también suele ser reiterativo y parcial. Y esto lo acomete no con la respiración y el ritmo de un solo y largo ensayo dividido en partes, capítulos y subcapítulos, sino mediante fragmentos que obedecen a distintos procedimientos.  
Volodia Teitelboim y Pablo Neruda
  Si Volodia Teitelboim —quien era un hombre de izquierdas, culto y ameno y con el don de la palabra hablada— siempre está presente como autor y autoerigida autoridad moral y crítica, en determinado fragmento bosqueja una anécdota o una serie de anécdotas; en otro glosa la reseña de un cuento, o de un ensayo o de un poema o de un libro de Borges; o un comentario sobre el texto de un ensayista, de un detractor o de un biógrafo que se ocupó de éste; o aventura una simple divagación o un ensayo breve sobre cierto tópico; o un comentario ligero, baladí o bizantino sobre algún autor que cuestionó o abordó uno o varios aspectos borgeanos. Y más aún: introduce digresiones autobiográficas y episodios y bosquejos que no tienen nada que ver (o poco que ver) con Borges.

Ahora que si Volodia en varios pasajes no escatima elogios en torno a ciertos textos de Borges, en el cúmulo de sus reiterativos juicios críticos destacan tres señalamientos: el consabido y supuesto fracaso e incapacidad sexual de Borges ante las féminas; su incomprensión, ceguera, menosprecio y distancia ante los contextos sociales, políticos e históricos (en su entorno y en la aldea global), aunado a su ideario conservador, antidemocrático y anticomunista; y su apoyo y apología a las cruentas dictaduras militares del Cono Sur de América Latina.
Salvador Allende, Pablo Neruda y Volodia Teitelboim
  En este sentido, Volodia Teitelboim no desvela el hilo negro ni la cuadratura del círculo ni descubre nada nuevo bajo el sol. 

A estas alturas del siglo XXI, las vertientes de la vida y obra de Borges (con sus múltiples contradicciones y meollos) están muy estudiadas y biografiadas y el aporte de Volodia, con sus errorcillos y divergencias, estriba en el modo en que personaliza, condimenta y desglosa el pastiche y el puzzle.   
Pinochet, golpista y genocida
         Además de que Borges recibiera, “el 21 de julio de 1976”, en la embajada de Chile en Buenos Aires, la Gran Cruz de la Orden al Mérito Bernardo O'Higgins, otorgada por Augusto Pinochet y la junta militar chilena, casi toda biografía que se respete —por ejemplo: Borges, una vida (Seix Barral, 2004), de Edwin Williamson— no pasa por alto los elogios de Borges al golpista y genocida Pinochet, junto al sonoro y trascendente hecho de que en septiembre de 1976, durante su estancia de una semana en el país chileno, recibió un doctorado honoris causa de la Universidad de Santiago de Chile de manos de su rector, 
que era un general de las fuerzas armadas”, y la Academia Chilena de la Lengua le rindió un homenaje, en cuyo discurso Borges elogió la mano dura y sangrienta de los militares golpistas, en Chile y en la Argentina, además de que tuvo “una cena privada” con la junta militar y el dictador; todo lo cual incidió en que los académicos suecos nunca le concedieran el Premio Nobel de Literatura. A Volodia Teitelboim la presencia de Borges en Chile lo tocó muy cerca, pues en su bosquejo anota que “el diario La Segunda del 20 de septiembre [de 1976] informó en detalle sobre la recepción a toda orquesta que le brindó la Academia Chilena de la Lengua” (lo nombró Miembro de Honor y la Universidad de Santiago, encabezada por el general-rector, le concedió el susodicho doctorado honoris causa). Y allí, dice, se propagaron unas siniestras y chorreantes palabras que dijo Borges en las que además de festejar a los genocidas pinochetistas, celebra el golpe dado el 24 de marzo de 1976 en la Argentina por los militares encabezados por el general Videla: 
      “En ésta época de anarquía, sé que hay aquí, entre la cordillera y el mar, una patria fuerte. Lugones predicó la patria fuerte cuando habló de la hora de la espada. Yo declaro preferir la espada, la clara espada, a la furtiva dinamita. Y lo digo sabiendo muy claramente, muy precisamente lo que digo. Pues bien, mi país está emergiendo de la ciénega creo, espero que con felicidad. Creo que merecemos salir de la ciénega en que estuvimos. Ya estamos saliendo, por obra de las espadas, precisamente. Y aquí ya han emergido de esa ciénega. Y aquí tenemos: Chile, esa región, esa patria, que es a la vez una larga patria y una espada honrosa.”
Pinochet y Videla
  Y según reporta Volodia Teitelboim: “en la misma página de La Segunda del 20 de septiembre [de 1976] donde se reproducen las palabras de Borges se da una información en castellano elemental y con caracteres más negros

“Aparece hoy en Diario Oficial 
“Quitaron nacionalidad chilena a V. Teitelboim
“Volodia Teitelboim Volosky, esbirro de Moscú, que desde la capital soviética se ha dedicado a injuriar a Chile, buscando aislarlo internacionalmente, es el cuarto marxista privado de la nacionalidad chilena. Un decreto de la Junta de Gobierno pone las cosas en su lugar...
“Volodia Teitelboim, Anselmo Sule, Hugo Vigorena y Orlando Letelier son los cuatro individuos privados de la nacionalidad chilena. La determinación del gobierno de privar su nacionalidad de chileno a Teitelboim se concreta hoy con la publicación en el Diario Oficial del decreto 604 y tiene fecha del 10 de junio del presente año. La medida tiene la firma del Presidente de la República y de todos los Ministros de Estado que forman el gabinete del general Augusto Pinochet.”
Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, día del golpe militar
  Volodia apunta que a él y a Carlos Altamirano, por orden de Pinochet, se les intentó matar en la Ciudad de México. Y que si bien Borges regresó a Buenos Aires el 22 de septiembre de 1976 (había llegado el día 15), el día 21, en Washington, “a poca distancia de la Casa Blanca y del Capitolio”, lo pinochestistas de la DINA (y sus cruentos aliados de la CIA) no fallaron al destrozar de un bombazo a Orlando Letelier, quien iba en un auto “junto a su secretaria norteamericana Ronny Moffit”.

Salvador Allende y Orlando Letelier cuando era embajador de Chile en EU
  En “noviembre de 1996”, en México, Editorial Hermes publicó Los dos Borges, y la breve iconografía que incluye difiere de la aún más breve selección de once imágenes que más o menos se logran apreciar en la edición impresa en España, en 2003, por Ediciones Merán; pero en ninguna se introdujo una foto de Borges dándole la mano al genocida y dictador Pinochet o saludado al genocida general Videla en la Casa Rosada, imágenes demonizadas que normalmente eluden las iconografías consagratorias.

(Merán, España, 2003)
  A modo de apéndice hay que subrayar que si a primera vista la edición de Merán parece mejor que la de Hermes, lo que lo refuta sobremanera es el hecho de que después del subcapítulo “104. Fabular un planeta nuevo” en la edición de Merán comienza un desbarajuste en el seguimiento y paginación de los subcapítulos; nauseabundo y tercermundista escollo del “primer mundo” que se prolonga hasta el subcapítulo “114. Al trasluz”.


Volodia Teitelboim, Los dos Borges. Vida, sueños, enigmas. Fotos en blanco y negro. Editorial Hermes. 1ª reimpresión. México, julio 8 de 1997. 342 pp.
Volodia Teitelboim, Los dos Borges. Vida, sueños, enigmas. Fotos en blanco y negro. Ediciones Merán. España, marzo 2003. 336 pp.


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