jueves, 1 de diciembre de 2016

Contar cuentos



     Donde se encantan víboras prietas
 y semejanzas por el estilo

Impresa por primera vez en inglés en 2004 y lanzada en la glamurosa y rimbombante sede de la ONU en Nueva York con el beneplácito de Kofi Annan, su entonces secretario general y Premio Nobel de la Paz en 2001, Contar cuentos es una antología editada e introducida por la escritora sudafricana Nadine Gordimer –Premio Nobel de Literatura 1991– que reúne 21 narraciones de 21 escritores de primer orden (entre ellos cuatro Premios Nobel más), cuya descollante prerrogativa es que han donado la venta internacional de sus relatos a la lucha contra el VIH/SIDA, particularmente en África, que es donde habitan y subsisten dos tercios de los más de 40 millones de infectados en todo el minúsculo pero descomunal y solitario globo terráqueo (niños, mujeres, hombres). 
Nadine Gordimer
(1923-2014)
Puntualiza Nadine Gordimer en su “Introducción”: “Todas las ganancias y regalías que resulten de la venta de Contar cuentos en todo el mundo serán destinadas a la educación preventiva contra el VIH/SIDA y al tratamiento de las personas que viven con esta infección pandémica y con el sufrimiento que causa en nuestro mundo contemporáneo. Así que, al comprar esta antología única de reconocidos narradores, ya sea como obsequio o para el deleite personal de su lectura, están además obsequiando el dinero que han pagado por el libro al combate de la plaga de nuestro nuevo milenio.”
Es por ello que en la portada –encima del logotipo del listón que en toda la aldea global abandera la beligerancia contra tal pandemia y cuyo Día Mundial desde 1998 se conmemora cada primero de diciembre– se lee en un cintillo que a la letra dice: “Todas las ganancias serán destinadas a la Treatment Action Campaign en pro de la lucha contra el VIH/SIDA”.
Y para el lector-donante que se pregunta qué es y cómo se come tal ONG, en la segunda de forros se le informa: 
“Treatment Action Campaign, conocida como TAC, es una organización no lucrativa independiente cuyos recursos se utilizan para dar tratamiento y apoyo a gente que sufre de VIH/SIDA y para la prevención de la enfermedad en la región más afectada del mundo, el sur de África.
“TAC es dirigida por Zackie Achmat, quien padece de SIDA y da su dedicación total a los objetivos de TAC: acceso a un tratamiento costeable para gente con VIH/SIDA, educación preventiva e incremento de la conciencia de las condiciones de vida de pobreza que exacerban el sufrimiento y que no pueden proveer la alimentación necesaria para responder al tratamiento.
“Achmat y TAC fueron nominados para el Premio Nobel 2004 y en 2003 la organización ganó el prestigioso Nelson Mandela Award de Salud y Derechos Humanos, así como el National Press Club Award for Newsmaker of the Year. El incansable esfuerzo del grupo continúa movilizando no sólo a países del sur de África sino a la comunidad global en cuanto a la conciencia de las desigualdades en el acceso al tratamiento; con el apoyo de grupos eclesiásticos, grupos civiles y gente famosa, TAC se ha convertido en el principal grupo de presión contra el SIDA en Sudáfrica y, a través de Zackie Achmat, en una muy convincente voz mundial para gente con la enfermedad.
“Las ganancias de los editores derivadas de las ventas mundiales de Contar cuentos serán destinadas a la TAC.
“Para mayor información, visitar TAC en www.tac.org.za
(Sexto Piso,   reimpresión, México, 2007)
Con la traducción al español de varios traductores que lo hicieron de distintos idiomas y cuyos nombres figuran al pie de veinte relatos, Contar cuentos apareció en México, en “noviembre de 2006”, impreso y distribuido por Sexto Piso “sin obtener ganancias”, pero con un excelente diseño y muy bien cuidado. En tal humanitario y cantarino tenor, ya había sido impreso en otras partes del mundo por connotadas y ricachonas compañías editoriales; por ejemplo, Bloomsbury Publications, de Inglaterra; Farrar, Strauss & Giroux y Picador, de Estados Unidos; Berlin Verlag, de Alemania; Giangiacomo Feltrinelli Editore, de Italia; Éditions Grasset et Fasquelle, de Francia; Yilin Press, de la República Popular China; Sophia Publishing House, de Rusia; Locus Publishing, de Taiwan; Companhia das Letras, de Brasil; Kastaniotis, de Grecia; Ulpius-Haz, de Hungría; De Geus, de Holanda; y Miskal, de Israel; entre otras más “en proceso de hacer lo mismo”.
Por orden de aparición, en Contar cuentos los 21 relatos y sus autores son los siguientes: “Bulldog”, de Arthur Miller; “Centauro”, de José Saramago; “En la calle tranquila”, de Es’kia Mphahlele; “El nido del pájaro de fuego”, de Salman Rushdie; “Teléfono celular”, de Ingo Schulze; “Muerte constante más allá del amor”, de Gabriel García Márquez –el único escrito en español y por ende no necesitó de traductor–; “La edad del plomo”, de Margaret Atwood; “Testigos de una era”, de Günter Grass; “El viaje de los muertos”, de John Updike; “Nene de azúcar”, de Chinua Achebe; “El camino del viento”, de Amos Oz; “Perros tibios”, de Paul Theroux; “El asno y el buey”, de Michel Tournier; “La muerte de un hijo”, de Njabulo S. Ndebele; “La escena de la carta”, de Susan Sontag; “El haber sido”, de Claudio Magris; “Por fin un encuentro”, de Hanif Kureishi; “Asociaciones en azul”, de Christa Wolf; “El rechazo”, de Woody Allen; “Lo último en safaris”, de Nadine Gordimer; y “Los niños abandonados de este planeta”, de Kenzaburo Oé.
Tiene razón Nadine Gordimer cuando afirma que las historias de Contar cuentos “abarcan el amplio espectro de emociones y situaciones de nuestro universo humano: tragedia, comedia, fantasía, sátira, dramas del amor sexual y de la guerra, en los distintos continentes y las distintas culturas”. Pero quizá por el hecho de que el lector mínima y vagamente ha contribuido con la lucha contra el VIH/SIDA en el África, está más inclinado a advertir las desigualdades y la dramática vulnerabilidad del género humano en medio de las eternas contradicciones económicas, políticas y sociales en las diferentes latitudes y tiempos históricos, donde por lo regular el hombre es el lobo del hombre, la petulante víbora prieta dispuesta a dominar, humillar, explotar o exterminar al más débil.
Nadine Gordimer
Premio Nobel de Literatura 1991
Por ejemplo, “Lo último en safaris”, el cuento de Nadine Gordimer de irónico título, pues es la dramática reminiscencia de una niña negra de unos once años (al término), quien en medio de la desoladora y devastadora guerra civil en el país de Mozambique, evoca y relata su extrema y conmovedora pobreza, la pérdida de sus padres, la huída de la aldea con sus abuelos y sus pequeños hermanos, quienes para llegar a un miserable y discriminativo campo de refugiados al otro lado de la frontera (cuya patética y astrosa cotidianidad también es narrada), durante varios días cruzan a hurtadillas el parque Kruger (allí muere el abuelo, casi del octavo día), donde habitan animales salvajes, protegidos y alimentados hasta la saciedad para la diversión y el boyante safari de los blancos vacacionistas. 
Njabulo S. Ndebele
O “La muerte de un hijo”, el cuento de Njabulo S. Ndebele, situado también en el contexto de una guerra civil –aparentemente “normal” y de supuesta baja intensidad– en Johannesburgo, donde la voz narrativa es la de una joven negra, moderna, reportera en un diario y con agringados sueños consumistas (típicos del american way of life), quien cuenta, como lo indica el título, los dramáticos entresijos del fallecimiento de su pequeño vástago (y los avatares para recuperar el cuerpo confiscado por la policía), muerto por una bala perdida disparada desde un vehículo policíaco-militar que patrullaba las calles. Sin embargo, uno de sus matices, no menos estremecedor y doloroso, es lo que concierne a la virulenta discriminación racial que impera en el entorno matizado por la implícita política del apartheid. Ya cuando un fornido bóer, con su mujer e hijos, le propina a ella un violento empujón para dizque abrirse paso en la calle; o cuando en el mismo paseo sabatino sucedido durante el tiempo no tan lejano de su inicial noviazgo con Buntu, su joven y negro esposo, presenciaron un súbito ataque de unos niños blancos, aparentemente inocuo (una astilla del xenófobo, represivo y colonialista iceberg), contra tres negritas cucurumbés, sin que ambos hubieran dicho una palabra ni movido un dedo:  
“Mientras caminábamos vimos delante de nosotros a tres niñas sentadas en la banqueta que compartían una orden de pescado y papas fritas que acaban de comprar en el cafecito portugués de enfrente.
“–Yo también quiero pescado con papas fritas –dijo Buntu.
“–Con que ver es desear, ¿eh? –contesté yo–. ¡Ya me doy cuenta de que mi novio es antojadizo!
“Los dos nos echamos a reír y todavía recuerdo cómo me apretó la mano. ¡Me apretó con tal fuerza! Pero entonces llegaron dos niños blancos que corrieron hacia las niñas y, sin ninguna advertencia, uno de ellos pateó la mano de la niña que tenía el pescado con papas; el otro niño pateó los restos que habían caído al piso. La niña se levantó rápido meneando la mano como si quisiera así deshacerse del dolor que sentía, luego la metió bajo la axila como para exprimirle el dolor a su mano. Los dos niños se alejaron riendo a carcajadas. El pescado y las papas fritas habían quedado regados por toda la banqueta y por toda la calle como si fueran barcos encallados en un río que de pronto se había secado.”


Contar cuentos. 21 relatos de 21 autores editados e introducidos por Nadine Gordimer. Traducciones al español de Laura Emilia Pacheco, Miguel Sáenz y otros. Serie Narrativa Sexto Piso (21), Editorial Sexto Piso. 2ª reimpresión. México, febrero de 2007. 328 pp.



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